El enfermo imaginario - Molière - E-Book

El enfermo imaginario E-Book

Moliere

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Beschreibung

Escrita en 1673, "El enfermo imaginario" es la última y una de las más geniales creaciones de Jean Baptiste Poquelin, Molière
En ella brilla, quizá como en ninguna otra, la vis cómica de autor francés. La burla contra la ignorancia de los médicos tiene aquí un tono demoledor, en la mejor tradición de la sátira; pero, al mismo tiempo, el retrato maníaco aprensivo, empeñado en estar enfermo a pesar de su vigorosa salud, va más allá de la caricatura para alcanzar el disparate, el absurdo, no exento de comprensión e incluso ternura, que enlaza con las formas más modernas de humor. Clásico absoluto del teatro.

El 17 de febrero de 1673, Molière caracterizaba a Argan, el protagonista de "El enfermo imaginario", cuando en la escena final le sobrevino un ataque y falleció pocas horas después. Una vez más la realidad superaba su propia ficción.

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Tabla de contenidos

EL ENFERMO IMAGINARIO

Personajes

ACTO PRIMERO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Primer intermedio

ACTO SEGUNDO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena VIII

Segundo Intermedio

ACTO TERCERO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

Escena XII

Escena XIII

Escena XIV

Tercer Intermedio

Notas

EL ENFERMO IMAGINARIO

Molière

Personajes

Actores que la estrenaron en 1673

ARGAN, enfermo de aprensión……… Molière.

BELISA, Segunda mujer de Argan.

ANGÉLICA, hija de Argan………… Mlle. Molière.

LUISA, hermana de Angélica……… La niña Bauval.

BERALDO, hermano de Argan.

CLEONTE, enamorado de Angélica…… La Grange.

DIAFOIRUS, médico.

TOMÁS DIAFOIRUS, su hijo……… Bauval.

PURGON, médico de Argan.

FLEURANT, boticario.

BONAFÉ, notario.

ANTONIA, criada……………… Mlle. Bauval.

Personajes de los Intermedios

Del primer acto:

POLICHINELA.

UNA VIEJA.

VIOLINISTAS.

ALGUACILES, cantantes y bailarines.

Del segundo acto:

CUATRO GITANAS, cantadoras.

GITANOS Y GITANAS, cantantes y bailarines.

Del tercer acto:

TAPICEROS, bailarines.

EL PRESIDENTE DE LA FACULTAD DE MEDICINA.

DOCTORES.

ARGAN, bachiller.

BOTICARIOS, armados de morteros y manos para majar.

LAVATIVEROS.

CIRUJANOS.

La acción, en París, en 1673.

ACTO PRIMERO

Escena I

ARGAN

(Solo en su alcoba y sentado a una mesa, ajusta con guitones las cuentas del boticario. Conversando consigo mismo, platica de este modo:)

ARGAN.— Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez más, veinte… Tres y dos cinco. « Item[1], el día 24, una ayuda estimulante, preparatoria y emoliente, para ablandar, humedecer y refrescar las entrañas del señor». Lo que más me agrada de Fleurant, mi boticario, es su cortesía: «Las entrañas del señor, seis reales». Pero eso no basta, amigo mío: a más de correcto, es preciso ser razonable y no desplumar a los pacientes. ¡Seis reales por una lavativa…! Ya sabéis cuánto me satisface complaceros; pero como en ocasiones anteriores me las habéis cobrado a cuatro reales, y en lenguaje de boticario cuando se dice veinte hay que entender diez, pongamos dos reales… « Item, en el mismo día, según prescripción, una buena ayuda detersiva [2], compuesta de catalicón [3] doble, ruibarbo, miel rosada y otros, para barrer, lavar y dejar limpio el bajo vientre del señor, seis reales». Con su permiso, abonaremos sólo dos. « Item, en el mismo día anochecido, un jarabe hepático, soporífero y soñoliento, destinado a dormir al señor, siete reales». De esta partida no me puedo quejar, porque, en efecto, dormí a pierna suelta… « Item, el día 25, una excelente pócima purgante, corroborante [4], compuesta de casis [5] fresco, sen levantino y otros, según receta del señor Purgon, destinada a expulsar y evacuar, la bilis del señor, dieciocho reales». ¡Ah, mi señor Fleurant, esto es ya una burla! Hay que tener consideración con los enfermos, de los cuales vivís; y como el señor Purgon no os habrá ordenado que pongáis dieciocho reales, cargaremos tan sólo doce, si no os molesta. « Item, en el mismo día, una poción anodina y astringente, para procurar reposo al señor, seis reales». Bien… « Item, día 26, una ayuda carminativa para expulsar las ventosidades del señor, siete reales». Tres, señor Fleurant. « Item, la misma ayuda, repetida por la tarde, siete reales». Tres… « Item, el día 27, un preparado enérgico, para estimular la expulsión y limpiar de males humores al señor, doce reales». Doce… Celebro que hayáis razonado en esta ocasión. « Item, en el día 28, una toma de suero clarificado y azucarado, para dulcificar, lenificar, atemperar y refrescar la sangre del señor, veinte». Diez…

« Item, una poción cordial y preservativa, compuesta de doce gramos de bezoar, jarabes de limón y granada y otras hierbas, según prescripción, veinte reales». ¡Poco a poco, señor Fleurant…! ¡Abusando de este modo, no habrá nadie que quiera estar enfermo…! Conformaos con doce reales… Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez, veinte… Doscientos veintitrés reales, cuarenta céntimos y treinta maravedises. Resulta, pues, que en el mes corriente he tomado… una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve medicinas; más una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce lavativas; mientras que en el mes anterior fueron doce medicinas y veinte ayudas. ¡Ahora me explico por qué no me encuentro este mes tan bien como el pasado! Se lo diré a Purgon para que me regularice el tratamiento… ¡A ver! Que se lleven todo esto de aquí… ¿No hay nadie…? ¡Por más que digo, siempre me han de dejar solo…! ¡No hay manera de conseguir que estén en su puesto! ( Toca una campanilla). Ellos que no atienden, y esta campanilla que no suena bastante… ( Vuelve a tocar). ¡Nada! ( Toca). ¡Están sordos…! ¡Antonia! ( Toca). ¡Cómo si no llamara…! ¡Perros! ¡Granujas! ( Toca de nuevo). ¡Me da una rabia! ( Deja la campanilla y grita). ¡Tilín, tilín, tilín! ¡Pícaros de todos los diablos! ¿Es posible que abandonen de este modo a un pobre enfermo? ¡Tilín, tilín, tilín…! ¡Cabe nada más lastimoso! ¡Tilín, tilín, tilín! ¡Dios mío, me dejan morir solo! ¡Tilín, tilín, tilín!

Escena II

ANTONIA ( Entrando).— ¡Ya va!

ARGAN.— ¡Ah, perra!

ANTONIA ( Fingiendo haberse dado un golpe en la frente).— ¡Malhayan vuestras impaciencias…! De tal modo la aturrulláis a una, que a poco si me dejo los sesos en el quicio de un postigo.

ARGAN ( Furioso).— ¡Traidora!

ANTONIA ( Sin dejar de quejarse para interrumpirle e impedir que grite). —¡Ay!

ARGAN.— Hace…

ANTONIA.— ¡Ay!

ARGAN.— ¡Hace una hora…!

ANTONIA.— ¡Ay, ay!

ARGAN.— ¡… que me has abandonado!

ANTONIA.— ¡Ay!

ARGAN.— ¡Calla, granuja, y déjame que te reprenda!

ANTONIA.— ¡Eso es…! Encima de lo que me he hecho…

ARGAN.— Tú me has hecho a mi desgañitarme, carroña.

ANTONIA.— Y yo me he roto la cabeza; váyase una cosa por la otra. Estamos en paz.

ARGAN.— ¡Infame!

ANTONIA.— Si continuáis regañándome, lloro.

ARGAN.— ¡Abandonarme así!

ANTONIA.— ( Insistiendo en su propósito de no dejarle hablar). ¡Ay, ay, ay!

ARGAN.— ¡Lo que tú pretendes, perra…!

ANTONIA.— ¡Ay, ay!

ARGAN.— ¿Pero no he de tener ni la satisfacción de reñirte?

ANTONIA.— ¡Reñid, renid hasta que os hartéis!

ARGAN.— ¡Si no me dejas, ladrona! ¡Si me interrumpes a cada palabra!

ANTONIA.— Si vos tenéis la satisfacción de reñir, ¿por qué no he de tener yo la de llorar? A cada uno lo suyo ¡Ay, ay!

ARGAN.— ¡Habrá que aguantarse…! Quítame esto, granuja, quítame esto. ( Se levanta). ¿Me ha hecho bastante operación la lavativa?

ANTONIA.— ¿La lavativa?

ARGAN.— Si. ¿He echado mucha bilis?

ANTONIA.— ¡A mí qué me importa! Eso no es cuenta mía; eso se queda para el señor Fleurant. Él es el que debe meter la nariz, ya que es él quien cobra las ganancias.

ARGAN.— Que me tengan preparada una taza de caldo para tomarla con la poción que me toca ahora.

ANTONIA.— ¡Bien se divierten a vuestra costa los señores Fleurant y Purgon! Han encontrado una vaca y la ordeñan a gusto. Quisiera yo saber qué enfermedad es la vuestra, que necesita de tantos remedios.

ARGAN.— ¡Calla, ignorante! ¿Quién eres tú para, criticar las prescripciones de la medicina…? Ve a llamar a mi hija Angélica, que tengo que hablarle.

ANTONIA.— Aquí viene. Parece que ha adivinado vuestros deseos.