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Ellos se aman profunda e intensamente. Al poco tiempo de conocerse, emprenderán un viaje soñado por diferentes lugares de Europa y Turquía. Llevarán su pasión al límite y un poco más, entre fantasías y realidad. Alcoba y paradisíacos lugares serán los únicos testigos de su romance. ¿Podrá este viaje sellar su amor para siempre?
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Seitenzahl: 49
Veröffentlichungsjahr: 2023
Al Maddan
Al Maddan El Etna fue testigo / Al Maddan. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3748-5
ISBN 978-987-87-3748-5CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
I. La Cabaña
II. París
II. Venecia
III. El Etna fue testigo
IV. Ámsterdam en Bicicleta
V. Kusadasi.
VI. Göreme
VII. Regreso
Table of Contents
A Fabi y a Toni por plantar la semilla de la inspiración y la escritura.
A la musa que inspiró estos relatos.
La sartén caliente recibió dos trozos de mantequilla y mucho aceite de oliva y, mientras él removía para que se derritiera, ella colaba los tallarines. La salsa estaba lista, solo faltaba saltearlos con manteca. Ella abrió el vino. Malbec de un rojo intenso, como el color que describe la pasión entre ellos, sirve dos copas y le ofrece una él. Recibe la copa y con la otra mano la toma por la cintura y la trae hacia él, la rodea con su brazo y la presiona contra su cuerpo, la besa. Beso que recorre suavemente toda su boca, que busca su lengua, que lanza pequeños mordiscos. Ella deja su copa y rodea su cuello con sus brazos, presiona sus labios fuerte contra los de él y arremete con pasión. Se aman, se aman como hace mucho tiempo no amaban o eran amados. Es intenso, hermoso e hipnótico, se pierden se dejan llevar, hay excitación. Cuando recobran el aliento, se miran y se dicen todo.
—Vamos a la mesa amor —invita ella.
—Vamos.
Velas, aromas, buena comida y bebida, hermosa compañía. Preámbulo de una noche ardiente.
El último leño se consumió y el crepitar de las llamas dio paso al silencio de la madrugada.
Extenuados por dar rienda suelta a la pasión yacen tendidos sobre el colchón frente al hogar. La cabaña es acogedora, ladrillo visto y finos detalles de oscura madera rodean a los amantes.
El amanecer se hace notar con un rayo de sol sobre el rostro de él. Despierta, y no puede evitar contemplarla a ella dormida con sus manos bajo la almohada, su rostro vuelto hacia él y la espalda levemente asomando entre las sábanas invitando tal vez a besarla de nuevo. Sus dedos acarician suavemente sus hombros, ella lo nota sonriendo aún con sus ojos cerrados y encogiendo los hombros; imagina lo que puede venir, es el preludio de algo intenso.
Él se acerca a su oído y le susurra con suavidad.
—Buen día mi bonita.
Ella abre los ojos y sonriente responde:
—Oh lindo.
El sol ilumina su rostro y él explora la profundidad de su mirada, esa que lo consuela, lo conmueve, lo moviliza, le da vida.
—Mañana volamos a París, mañana comenzamos a hacer realidad nuestro sueño —le recordó él.
—No puedo esperar más a recorrerlo todo.
Pero ella vuelve a cerrar sus ojos, segura de lo que quiere ahora, espera. Él comprende y se acerca a besar su cuello, lo explora, siente su aroma y continua hacia abajo besando su espalda, mueve la sábana y la descubre toda, besos y caricias se combinan mientras ella se estremece estrujando la almohada con sus manos.
El ardor y el calor de la excitación sube desde su abdomen hasta su pecho, ella es pura pasión y el gemido es la señal para él. La gira, le quita lentamente la bombacha y separa sus piernas. Con sus dos manos acaricia sus delgadas y estilizadas piernas, movimientos de vaivén hacia arriba y hacia abajo recorriéndolas por completo. Dos dedos de su mano izquierda se dirigen hacia los labios de su vagina y al sentir la humedad en la primera palpación, se monta sobre ella, toma sus manos y besa su pecho, su cuello, hasta fundirse en su boca y morder con tierna picardía el labio inferior.
Él ya está dentro de ella. Ellos ya son uno solo.
Desde el Barrio Latino partieron caminando rumbo a la rivera del Sena. Tomados de la mano; los dedos entrelazados, hacen una pausa para besarse.
Su rojo vestido de flores blancas, y su capelina también blanca resaltaban lo moreno de su piel, esos ojos delineados, esa sonrisa tan suya.
Se adelanta y tira de su brazo, se cruza por delante de él, lo invita.
—Dale ¿Vamos?
Porque todos los edificios que ven tienen algo para contar, algo para decir. Y ella lo sabe todo sobre ellos y lo quiere compartir. Todo es exaltación. Se la ve feliz. De repente lo frena poniendo la palma de la mano en su pecho para besarlo de nuevo. Aire fresco en el rostro. Cosquillas en la panza. Pone sus brazos alrededor del cuello y muerde con ternura sus labios, esboza esa sonrisa pícara y lo mira por lo bajo. Están profundamente enamorados.
Al doblar por una esquina, majestuosa asoma la catedral de Notre Dame. Ella se conmueve, y es que está frente a un ícono del Arte Gótico, representación de la lucha entre la luz y las tinieblas. Se apresuran a cruzar a la isla y poder admirar más de cerca la perla arquitectónica. La caminata continúa por la orilla norte del Sena hasta alcanzar el Puente de las Artes. —¿Lo trajiste? —pregunta ella.
—Claro que sí mi amor, acá está.
Siguiendo la tradición de todos los enamorados que visitan París colocan el candado sobre la baranda del puente como símbolo de su amor eterno. Él la toma por sorpresa rodeando su brazo izquierdo por la cintura y la mano derecha por el cuello, la besa con pasión presionándola contra él.