El miedo, mi amigo del alma - Sergio Aparicio Pérez - E-Book

El miedo, mi amigo del alma E-Book

Sergio Aparicio Pérez

0,0

Beschreibung

Cambiar su percepción del miedo.

Todos hemos tenido miedo alguna vez. Y no es ninguna sorpresa decir que el miedo está considerado como uno de los mayores obstáculos hacia el progreso y la excelencia, tanto a nivel personal como profesional. Entonces, ¿cómo es posible que yo pretenda considerar al miedo, no solo como un amigo, sino como un amigo del alma? El problema en realidad, no se encuentra en el miedo, sino en nuestra percepción sobre el mismo. ¿Qué deberíamos hacer cuando aparece el miedo? ESCUCHARLO. Y, ¿qué hacemos realmente? ENFRENTARNOS A ÉL. Hemos confundido al enemigo, sin darnos cuenta de que cambiando nuestra visión sobre él, tenemos mucho que ganar: nuestras vidas serán más plenas, más exitosas y mucho más felices. Por todo ello, os sugiero que le demos una oportunidad al miedo. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, poniendo en práctica las herramientas que os desvelará este libro...

Cambiando nuestra visión sobre él, tenemos mucho que ganar: nuestras vidas serán más plenas, más exitosas y mucho más felices.

FRAGMENTO

Y necesitamos adaptarnos. No en vano, la adaptación es el factor evolutivo que nos permite crecer y desarrollarnos como individuos. Pero en muchas ocasiones, el esfuerzo adaptativo que exigen los cambios es muy grande. Y esa necesidad es aún mayor en los entornos de cambio e incertidumbre constante en los que nos ha tocado vivir y trabajar. No solamente los cambios son de mayor calado, sino que se producen en número creciente y a velocidades inusitadas. La obsolescencia se ha convertido así, en el pan nuestro de cada día. Nos vemos en la obligación de reciclarnos, reinventarnos, adaptarnos, mejorar continuamente. Evidentemente, estas circunstancias nos sitúan ante un nivel de exigencia nunca visto, únicamente para desenvolvernos día a día de manera sostenible. ¡Esto atemoriza a cualquiera!

TESTIMONIO

No hay que luchar contra el miedo, hay que trascenderlo; y con su ayuda y compañía sortear los peligros de los que nos advierte. - Raül Pere

EL AUTOR

Sergio Aparicio Pérez es Coach Personal, Empresarial y Ejecutivo, formado en Inteligencia Emocional, Liderazgo, PNL, Reiki, etc. Terapeuta Holístico y Conferenciante Internacional que desde hace años se dedica en exclusiva al desarrollo de personas y organizaciones, con excelentes resultados con su metodología en la que mezcla Coaching, Inteligencia Emocional, Meditación, así como disciplinas orientales y terapias alternativas.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 158

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Advertencia legal:

Queremos hacer constar que este libro es de carácter meramente divulgativo, donde se exponen consejos prácticos para mejorar situaciones personales y/o profesionales. No obstante, las siguientes claves y recomendaciones no son una ciencia exacta, y la información que figura en esta obra no garantiza que se alcancen los mismos resultados que describe el autor en estas páginas, por lo que ni el autor de la obra ni la editorial Mestas Ediciones se hacen responsables de los resultados que se obtengan siguiendo este método. Consulte siempre a un profesional antes de tomar cualquier decisión. Cualquier acción que usted tome, será bajo su propia responsabilidad, eximiéndonos al autor y a la editorial de las responsabilidades derivadas del mal uso de las recomendaciones del libro.

Dedicado a mis hijos Sara y Pablo,con todo el amor de su padre.

A mi madre, por traerme a este mundo.

A Raül Pere, por su amistad, confianza y apoyo.

A Jorge A. Mestas, IN MEMORIAM.

PRÓLOGO DEL AUTOR

Apreciado lector:

Es muy posible que, el título de este libro te sorprenda, te “descoloque”, incluso que te confunda. Puedo entenderlo.

El simple hecho de concederle la virtud de la amistad al miedo, resulta inquietante. ¿Cómo va a ser el miedo mi amigo del alma? ¿Y cómo va a ayudarme a ser más eficiente?

En primer lugar, quiero transmitirte un mensaje que considero trascendental en lo referente al tema principal que me ha llevado a escribir este libro:

TODOS TENEMOS MIEDO

Y cuando digo todos, me refiero a todos y cada uno de los seres humanos que habitamos este mundo.

Pero todos tenemos también amigos (o eso espero). Personalmente, considero que la amistad es muy importante para las personas, pero no deja de ser un tema que despierta cierta controversia, al respecto de la autenticidad de esos sentimientos, e incluso sobre el buen o mal uso que podemos hacer de ella.

Pero, a pesar de todo, yo soy un firme creyente en la amistad.

Para la Real Academia Española de la Lengua, un amigo es: “el que tiene amistad”. Asimismo, entiende la amistad como “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.

Un amigo del alma, sería un amigo íntimo, con el que el vínculo trasciende todas las convenciones y categorías. Sería, por tanto, el punto más elevado que puede alcanzarse en una relación de amistad.

Esa persona en la que puedes confiar siempre, a la que le puedes contar cualquier problema, que te ama y respeta, quien te escuchará e intentará entenderte y que siempre estará a tu lado para intentar ayudarte…

Y, ¿qué tienen que ver estas definiciones con el miedo? Siempre hemos creído que el miedo era todo lo contrario, era nuestro enemigo. Nos produce angustia, desazón, agobio, malestar, nos bloquea y paraliza, ataca nuestra autoestima y nos hace sentir vulnerables, entre otros efectos nocivos.

Es más, el miedo está considerado como uno de los mayores obstáculos hacia el progreso y el buen desempeño, tanto a nivel personal como profesional.

Entonces, ¿Cómo es posible que yo pretenda considerar al miedo, no solo como un amigo, sino como un amigo del alma?

El problema en realidad, no se encuentra en el miedo, sino en algo mucho más arbitrario: en nuestra percepción sobre el mismo.

¿Qué deberíamos hacer con el miedo? ESCUCHARLO.

Y, ¿qué hacemos? ENFRENTARNOS A ÉL.

En vez de prestarle la atención que nos está reclamando, huimos de él, lo rechazamos, porque nos afecta negativamente.

Hemos confundido al enemigo. Este no es el miedo, sino la situación de la que intenta prevenirnos.

Existe un refrán español que dice así: “Quien bien te quiere, te hará llorar”. Este dicho tan común hace referencia al hecho de que, las personas que nos aman serán las primeras en señalarnos nuestros defectos, nuestros errores, que nos castigarán por ellos si lo creen necesario, que los utilizarán, en definitiva, como herramienta para ayudarnos a aprender y mejorar.

Yo no conozco un amor más grande que el que profesan los padres a sus hijos, y, sin embargo, les reprenden y castigan cuando consideran que sus actos así lo merecen, como una forma más del proceso de aprendizaje vital que significa convertir a un niño en una persona feliz y responsable.

La amistad no solo se demuestra en los buenos momentos, en los que todo es alegría, felicidad y cosas buenas. La auténtica amistad se comprueba cuando las cosas no marchan bien.

Los falsos amigos desaparecen como alma que lleva el diablo, y los amigos del alma permanecen a nuestro lado, fieles y solícitos.

En esta categoría es en la que me he permitido integrar al miedo, porque en realidad, no es más que un amigo que intenta advertirnos de un riesgo o peligro.

Quizá su forma de informarnos sobre esa cuestión no es la más afectuosa del mundo, pero, en general, no solemos prestar atención a las advertencias realizadas desde el cariño.

Los seres humanos somos bastante resistentes al cambio por naturaleza, con lo cual, por desgracia, necesitamos que esas circunstancias peligrosas se nos adviertan de manera brusca e impulsiva, para sacarnos de nuestra zona de tranquilidad y confort, y ponernos sobre aviso, para predisponernos a afrontar esa situación de la mejor manera posible.

Y es así como suele tratarnos el miedo; nos sacude, nos golpea, para ponernos alerta. El problema real comenzó, como ya apunté antes, en el momento en el cual, dejamos de escucharle.

El miedo, como todos los buenos amigos, solo pretende ayudarnos; pero por desgracia, hace mucho tiempo que dejamos de prestarle atención, sin duda debido a esos molestos efectos que le acompañan.

Creo que, en pleno Siglo XXI, ya es hora de que nos reconciliemos con nuestros miedos, con esos amigos del alma que, solo pretenden ayudarnos a ser mejores, y a los que no escuchamos.

Sin embargo, permanecen ahí y permanecerán siempre a nuestro lado, a pesar de nuestros continuos rechazos y desprecios, advirtiéndonos de los numerosos peligros que nos acechan.

Cambiando nuestra visión sobre ellos, tenemos mucho que ganar. Si nos alejamos un poco de esos sentimientos negativos que nos provocan, (y que no hacen otra cosa que predisponernos a la acción, para enfrentarnos a situaciones difíciles), nuestras vidas serán más plenas, más exitosas y mucho más felices.

Por todo ello, os sugiero que les demos una oportunidad. ¿Cómo?

Pues, por ejemplo, podemos comenzar leyendo este libro.

CAPÍTULO 0PARA QUÉ TE VA SERVIR ESTE LIBRO

La vida es muy simple peroinsistimos en hacerla complicada.

Confucio

Apreciado lector:

No me cabe ninguna duda al respecto. El miedo es uno de los sentimientos más dolorosos y destructivos de entre la infinidad de emociones que podemos sentir como seres humanos.

El miedo siempre ha sido considerado como la emoción más nociva que existe, porque:

Puede afectar muy negativamente a nuestra vida social e incluso puede destruir nuestras relaciones personales, de familia, de trabajo, etc.

Es el mayor generador de odio y rechazo que existe.

Ocasiona enfrentamientos y disputas, y a mayor escala, es uno de los principales causantes de las guerras y conflictos internacionales, que han asolado el mundo.

Nos paraliza y bloquea.

Nos lleva a adoptar decisiones nocivas y/o peligrosas…

Ante este panorama tan pesimista, he creído necesario dedicar mi tiempo y esfuerzo a escribir este volumen, y con él, a aportar mi granito de arena en la modificación de nuestras actitudes, prejuicios y reacciones ante el miedo.

En este libro, quiero que aprendamos a:

Conocer a nuestros miedos.

Saber qué efectos nos producen.

Analizar sus causas.

Discernir entre el miedo y otras sensaciones similares.

Convertir nuestros miedos en un apoyo positivo que nos haga mejorar, tanto personal como profesionalmente, en vez de en una causa de bloqueo o error, etc.

Para conseguir estos ambiciosos objetivos que me he propuesto alcanzar en este libro, debemos realizar un exhaustivo trabajo, pues la tarea que nos he propuesto, no es nada sencilla.

Son muchos los prejuicios y malos entendidos al respecto del miedo, pues nuestra cultura occidental demoniza al miedo, lo aparta y pretende excluirlo de nuestras vidas.

Por desgracia, esa es una tarea inútil, dado que siempre estamos expuestos a encontrarnos con una situación que nos genere miedo, incertidumbre o dudas.

La vida no es perfecta, y el mero hecho de intentar excluir al miedo de nuestra realidad, me parece una decisión bastante absurda.

El miedo va a estar ahí siempre, acechando, a la espera de que las circunstancias sean las propicias, para caer sobre nosotros, como un depredador hambriento y provocarnos esa inquietud.

Por tanto, me reitero en que me parece una actitud muy contraproducente el hecho de decidir ignorarlo.

Como profesional del coaching y la gestión emocional, considero que es mucho más práctico y beneficioso para el mundo, que cambiemos nuestra visión sobre el miedo, y, en vez de permitirle que nos domine, utilizarlo en nuestro beneficio.

Por estos motivos, me dispongo a comenzar a escribir este modesto volumen, que espero que pueda servir para reconciliarnos de una manera eficaz y positiva con nuestros miedos.

Porque, esos sentimientos negativos que nos genera el miedo, nos esclavizan de una manera tal, que nos impiden ser nosotros mismos, nos convierten en personas que no queremos ser y nos roban nuestra libertad individual.

Por si fuera poco, no solo perturban nuestra vida personal, sino que son fuente de numerosos conflictos, bloqueos y disensiones, en nuestro ámbito profesional.

Creo que ha llegado el momento de cambiar esta situación y aprender a gestionar eficazmente nuestros miedos y ser individuos libres, que no adoptan sus decisiones en función del miedo y sus consecuencias, sino de lo que realmente desean y necesitan.

CAPÍTULO 1DEFINIENDO EL MIEDO

Si conoces al enemigo y a ti mismo, no debestemer el resultado de ninguna batalla.

Sun Tzu. El arte de la Guerra

Pero bueno, no nos precipitemos. Vamos a empezar por el principio.

Si queremos superar nuestros miedos, debemos conseguir que pasen de ser un temido enemigo, a un amigo que nos ayude a salir de situaciones comprometidas.

En primer lugar debemos saber qué es y de que maneras nos afecta.

La palabra miedo proviene del término latino metus.

La RAE define el miedo como angustia por un riesgo o daño, real o imaginario. También como recelo o aprensión que alguien tiene de que suceda algo contrario a lo que desea.

Vamos a detenernos para desmenuzar convenientemente estas dos definiciones:

Angustia por un riesgo o daño, real o imaginario.

El primer elemento de esta definición es la angustia, a la que la RAE le concede las siguientes acepciones:

Aflicción, congoja, ansiedad.

Temor opresivo sin causa precisa.

Aprieto, situación apurada.

Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.

Dolor o sufrimiento.

Estrechez del lugar o del tiempo.

Continuamos con el riesgo, al que define como: posibilidad o proximidad de un daño.

El daño se produce cuando se causa detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia.

Terminamos la definición, considerando que ese riesgo o daño, puede ser:

Real, es decir, con una existencia cierta y segura.

Imaginario, que solo existente en el pensamiento del sujeto.

La segunda definición “recelo o aprensión que alguien tiene de que suceda algo contrario a lo que desea”, también merece un análisis más detallado.

El recelo es equivalente a temor, desconfianza o sospecha. Y la aprensión, se define como recelo ante algo perjudicial o inoportuno.

Para terminar, se desea algo, y ante la posibilidad de que ese deseo no se materialice, se generan las sensaciones anteriores.

Por tanto, reduciendo todos estos términos a una expresión más simple y coloquial, podríamos entonces definir a nuestro amigo el miedo como “encontrarse mal, porque no sabemos lo que va a pasar, ni qué consecuencias va a tener para nosotros”.

En este punto, me atrevo a asociar de manera muy íntima al miedo con la incertidumbre, palabra que nos resulta mucho menos nociva, al carecer de las connotaciones negativas que sí se asocian al miedo.

Esa incertidumbre puede situarnos ante una situación dolorosa y compleja. El desconocimiento sobre los acontecimientos y, sobre todo sobre sus consecuencias, nos lleva a encontrarnos mal.

Podemos afirmar de hecho, que el miedo resulta desagradable para quien lo padece.

El miedo produce en las personas dosis variables de desazón e inquietud, entre otros efectos que veremos más adelante.

UN EJEMPLO TÍPICO

Retornando a unas líneas atrás, quiero poner el foco ahora en dos palabras, que ya hemos definido anteriormente: real e imaginario.

Hasta qué punto, nuestra percepción de la situación se ajusta a la realidad, o es fruto de ciertos mecanismos cerebrales, que nos llevan a situarnos en un escenario ilusorio.

Recuerdo un caso muy ilustrativo al respecto. En una empresa, cuyo nombre no veo necesario citar, comenzaron a correr rumores sobre posibles despidos. Ello provocó la lógica inquietud e incertidumbre, entre los trabajadores.

Uno de ellos, más propenso que el resto a ponerse en lo peor, comenzó a sentirse muy mal, asustado e inquieto constantemente, por temor a ser él uno de los despedidos.

No en vano, acababa de comprar una vivienda, con su correspondiente hipoteca, y temía que, si era despedido, podía perder su casa. Su inquietud fue creciendo, y ya no solo temía perder su casa, sino también a su pareja, de la que estaba muy enamorado.

Posteriormente, su malestar empeoró, al considerar la posibilidad del rechazo social que supondría perder el trabajo…

En fin, y por no alargar innecesariamente el relato, diré que nuestro protagonista, entró en una espiral autodestructiva de miedo y angustia, que le llevó a hacer mal su trabajo, a pre-ocuparse de su miedo y distraerse de sus tareas, y finalmente terminó siendo despedido.

Meses más tarde, se encontró por casualidad con uno de los directivos de la empresa, que puso en su conocimiento varias cuestiones, que le dejaron anonadado:

El rumor que corrió en la empresa sobre posibles despidos, era absolutamente infundado.

Hasta ese momento, nuestro protagonista, estaba muy bien considerado en la empresa y, de hecho, ocupaba el primer puesto en la lista de futuros ascensos.

Sus superiores apreciaron el cambio que el miedo le había producido, y lo achacaron a que “no podía soportar la presión” que suponía su trabajo.

En definitiva, el cambio que experimentó la calidad de su desempeño, al entrar en esa espiral de miedo, fue el único motivo de su despido.

Por tanto, si nuestro protagonista no se hubiera dejado llevar por sus miedos, aún conservaría su trabajo, y seguramente, habría sido ascendido.

¿Hasta qué punto es nuestra imaginación y no la realidad, la que nos lleva a caer en el miedo?

Me temo que, nuestras percepciones y nuestras ideas preconcebidas, nos sitúan en situaciones de miedo, sin ningún motivo real, o cuanto menos, exagerando considerablemente las posibles consecuencias.

Es suficiente con que, cada uno de nosotros realice un simple análisis de alguna situación en la que haya sentido miedo, para darnos cuenta de que esto es así.

Nuestro cerebro tiende a estudiar todas las opciones, para prever herramientas con las que solucionarlas. En realidad, ese es un trabajo muy beneficioso para nosotros.

Pero, si no encuentra las respuestas adecuadas, se produce una situación de bloqueo en el cerebro, que es la causante de esa sensación de incertidumbre.

¿CÓMO FUNCIONA?

En mi libro El Arte de Gestionar Tus Emociones, publicado por esta misma editorial, describo, en su capítulo 4, de una manera mucho más extensa y precisa, el proceso que ocurre en nuestro cerebro, y que puede dar lugar a esas situaciones de bloqueo, incertidumbre o contradicción, que pueden dar origen al miedo.

Por tanto, me permito remitirte al mismo, para aclarar tus posibles dudas en cuanto a este proceso.

No obstante, en lo referente al miedo, sí que quiero abordar de manera tangencial este proceso.

Porque es en el momento de la transformación de la emoción generada desde el exterior, en un sentimiento generado por nuestro cerebro, en el que se produce el problema.

Las emociones, como es sabido, son inconscientes. En cambio, los sentimientos son fruto de un proceso mental, en el que interviene también nuestra parte consciente. Resumiendo este proceso a lo esencial para nosotros en este momento, nuestro cerebro busca información en la memoria, para asociar el hecho actual con otros del pasado; es decir, aprende de sus propias experiencias previas.

Cuando recurre a su almacén de información y no encuentra los datos necesarios para asimilar adecuadamente lo que ocurre, es cuando, se bloquea como un ordenador, “se cuelga”, utilizando el símil informático.

Al no encontrar las respuestas deseadas, nuestro cerebro no sabe qué hacer. Entonces es cuando aparecen la angustia, la desazón y el malestar, no antes.

Al percibir el estímulo procedente del exterior, lo primero que aparece es la emoción, como forma de reacción rápida ante el mismo.

Si dicho estímulo es muy fuerte o inesperado, puede producir niveles variables de tensión muscular, aceleración del ritmo cardiaco, etc., como forma instintiva de preparar al cuerpo para reaccionar frente al estímulo. Para aclarar este punto, citaré algunos ejemplos sencillos, aunque este tema será abordado con mayor profundidad, más adelante.

Si caminamos tranquilamente por la calle y, de repente oímos un chirrido fuerte (fruto de un frenazo de algún vehículo).

Si alguien nos asusta para gastarnos una broma.

Si nuestro superior jerárquico nos encuentran fuera de nuestro puesto de trabajo, sin causa aparente.

Si el piso está resbaladizo y patinamos involuntariamente.

Si oímos el ladrido de un perro al que no hemos visto…

Esa sensación es de sorpresa o desconcierto, no de miedo. En estas situaciones, y en muchas otras, al percibir este tipo de estímulos externos, nuestro cerebro se encarga, de modo instintivo de poner al cuerpo en estado de alerta, para facilitar una reacción más rápida y resolutiva.

Estas reacciones primarias, no provocan la angustia, la desazón o el malestar, propios del miedo.

El miedo no es una emoción, sino un sentimiento, fruto del proceso anteriormente citado.

Y es durante ese proceso, en el cual intervienen nuestra memoria y nuestro raciocinio, cuando entran en juego nuestros recuerdos y percepciones preconcebidas de nuestras experiencias previas, que condicionan sustancialmente nuestra percepción del hecho que causa el estímulo externo.

Si, en una situación anterior, más o menos similar a la presente, las consecuencias finales fueron negativas, asociaremos inmediatamente a estas con el hecho actual, aunque la situación pasada, no pueda extrapolarse de manera general.

Podríamos decir, por tanto, que, en la mayoría de las ocasiones, somos nosotros mismos, como sujetos realmente activos, los que transformamos un hecho o estímulo externo en algo que nos provoca miedo.

Esta emoción, sin embargo, también funciona como un método de supervivencia, ya que pone en alerta a las personas y los animales frente a una amenaza.

De esta manera, una cebra que siente miedo por los leones, entrará en estado de alerta, apenas advierta la presencia de su depredador.

Algo similar hará un hombre que, al escuchar disparos, intenta ponerse a resguardo, para no resultar herido.

El auténtico problema, que ha convertido a la sociedad actual en víctima del miedo, no es otro que la incertidumbre. Actualmente, soportamos niveles de la misma nunca vividos antes por la especie humana.

Los entornos de incertidumbre son el pan nuestro de cada día. La situación social, el entorno económico y la globalización han elevado nuestra sensación de incertidumbre, a cotas inimaginables.