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Iván Osnovikoff: “El montaje documental es de meses, años a veces, pero tiene la particularidad y el placer de no ser tan mecánico como el montaje de ficción, y donde uno se mete a probar combinaciones, a descubrir la forma de la película”. Carlos Flores: “El proceso de montaje lo que hace es conectar a los personajes en una unidad espacio-temporal y ver la posibilidad de hacerlos producir sentido, es decir, hacerlos dar una clave de lectura de mundo”. José Luis Torres Leiva: “Los montajes son reescribir la película. En ese sentido, y para mí, si bien en la ficción hay una estructura ya pensada, en el documental el montaje es el guion definitivo”. Pedro Chaskel: “El montaje surge de los materiales, no tanto de ideas preconcebidas, sino de lo que vamos armando. A mí me pasa que me apropio de los materiales y eso es mi documental, se me olvida que otro lo inventó o lo dirigió y me comprometo con esa edición”.
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© 2017 de la obra por COTI DONOSO © 2017 de la primera edición por LA POLLERA EDICIONES Primera edición, La Pollera Ediciones (2017)
ISBN 978-956-9203-58-9
Edición: Ergas / LeytonDiseño: Pablo MartínezInvestigación: Coti Donoso, Felipe Elgueta, Elisa Leiva, Luciana Merino, Simón Gómez Transcripción: Catalina Gómez
LA POLLERA EDICIONES www.lapollera.cl / [email protected]
“En una película documental, el montaje ocupa un lugar preponderante, casi ninguna otra cosa está a su altura, con excepción del cámara y el director de fotografía. Para montar una obra de autor se necesita mucho tiempo, muchas semanas, varios meses, a veces años. En ese lapso hay momentos en que el montaje se adueña de la película y avanza más allá de su propio terreno: entra en el espacio de la dirección y del guion”. Patricio Guzmán
Cada vez que me ofrecen un nuevo film para “montar” o “editar”, se abre un nuevo espacio creativo, es decir: infinito; y me sumerjo en un estado de ensimismamiento difícil de explicar. Surgen imágenes, muchas, donde voy recreando en mi mente todo lo que el director me va comunicando. Un nuevo mundo, un nuevo espacio ficticio; hemos de crear una nueva “realidad” a partir de un puñado de fragmentos muchas veces sin conexiones internas visibles pero donde todo lo que viene se parece más a un acertijo que a una película.
Cada nuevo film de no ficción para un montajista es un desafío e involucra muchos aspectos emocionales, creativos, culturales, metodológicos, relacionales y capacidades afectivas. Muchas veces no vemos nada claro al inicio, y debemos prepararnos para un largo y confuso recorrido donde sabemos que irán apareciendo las formas definitivas de la película.
Cada nuevo film a editar es un camino nuevo y distinto. Sin embargo, hay tantos modos de hacerlo, hay tantas rutas por seguir, porque cada film va escribiendo su propia ruta. Así, con muchas películas en el cuerpo, me llené de preguntas al iniciar mi proceso de enseñar el montaje de documentales y consciente de estos procesos, comencé lecturas de libros, visionados de films de ficción y no ficción, de cine, reuniones con alumnos y colegas. En el camino, me di cuenta de que no existe un solo libro de montaje documental que haya llegado a mis manos. Busqué por años para poder preparar mis clases y solo encontré fragmentos, notas, capítulos de libros de montaje cinematográfico (siempre orientado a la ficción). Entrevistas. Bosquejos. Trazos aislados. El documental es el montaje. Y no había libros escritos dedicados completamente a esta etapa. Entonces surge la necesidad. Armar yo misma, como si fuese un nuevo film, un libro a partir de fragmentos, lecturas, entrevistas, visionados, citas textuales, escritos de colegas; un libro que solo nos platique de montaje documental.
En este texto, intentaré ir definiendo por dónde aproximar a los alumnos (e interesados) en el montaje de documentales, sin grandes ambiciones más que contar experiencias y subjetividades respecto de este hermosa pasión, así como de mi elección de frases y conversaciones con mis colegas montajistas o directores que audazmente han tomado las riendas de montar sus propias películas. También abordaré algunos aspectos metodológicos o formales que se trabajan en este proceso creativo tan complejo y excitante. Reflexiones, por un lado, lecciones, por otro lado; algunas definiciones, citas textuales, vuelos, simplemente vuelos que siempre sirven al aprendiz.
Pensé en los que, como yo, crean documentales todos los días de su vida, montajistas algunos y realizadores-montajistas otros. Este proyecto se fue nutriendo gracias a la participación de mis colegas chilenos que elegí pensando en sus películas, aportes a la construcción de historias, sentidos, miradas, a la orden de un espectador y de una nueva mirada.
Además conocí en el camino a un gran montajista de documentales danés, Niels Pagh Andersen (The act of killing) y aceptó colaborar gustoso con sus escritos generando así un gran aporte. Y –como si fuera poco- en un curso de investigación que impartí en la Universidad de Chile, se congregó a mí alrededor un grupo de alumnos para aprender de la especificidad de este oficio. Felipe Elgueta, Simón Gómez, Luciana Merino y Elisa Leiva fueron mis colaboradores en la investigación y debido a su entusiasmo terminaron escribiendo un artículo para este libro.
Finalmente el resultado es una mixtura donde el interesado y enamorado del documental, y especialmente del montaje, podrá sumergirse en la facturación, el proceso, la magia, las decisiones y los resultados de un proceso maravilloso.
Coti Donoso
El primer libro sobre montaje cinematográfico que leí fue Montaje, arte de movimiento, escrito por Rafael Sánchez. El último, cuarenta años después, El otro montaje, de Coti Donoso. Se escribe poco sobre montaje. Se escribe menos sobre montaje documental.
Pero todo es montaje. Nada remite a sí mismo. Ni en el cine ni en la vida. Las cosas, los acontecimientos, las personas, todo produce sentido en el contacto, en la conexión que se hace a cada instante. El cine une lo que funciona disperso en el mundo inscribiéndolo y organizándolo en una línea de tiempo hasta hacerlo producir sentido. A eso le llamamos montaje. De esa extraña tarea consistente en articular lo disperso, que no es otra cosa que articular realidad, habla este libro lúcido y minucioso.
El documental es el montaje, dice Coti Donoso al comienzo, para luego instalar una pregunta que organiza el libro: ¿Qué diferencia el montaje de ficción del montaje documental? Las lógicas que organizan una respuesta a esa pregunta conducen a otra pregunta fundamental: ¿El lugar donde se produce el sentido, está antes o después del montaje?
El montaje documental, del mismo modo que la escritura, nos permite retroceder y corregir, es decir nos hace posible pensar. Algo que no hemos pensado antes puede resplandecer en el montaje. El cine se hace texto. El montaje puede instalar un pensamiento maquínico. Este libro nos señala que todo está apareciendo. Nosotros y las cosas. Apareciendo en el tiempo. Un tiempo en el que ocurrimos de acuerdo a las relaciones que establecemos. Porque las cosas no son en sí mismas. Están apareciendo. Del mismo modo como aparece ante nuestros ojos en el montaje.
Este libro intenta describir, y en gran medida lo consigue, el modo como se organiza el estallido que irrumpe como pesadilla, contento o fascinación, en el paso de una imagen a la siguiente. Coti Donoso nos provoca, pero también nos consuela al liberarnos de estándares y gramáticas institucionalizadas y decirnos, junto a un grupo de documentalistas que piensan el montaje junto a ella, que cada documental tiene su propia ética, su propia estética, su propia locura. Que la tarea del montajista es desplegarlas.
“Entre la información y el relato, nos decía Erich Hackl, hay una distancia decisiva. Esta distancia la introduce la capacidad del creador de construir la realidad y significarla. La información describe hechos, la narración crea sentidos. Los hechos, los empecinados hechos son siempre un límite a la exuberancia de la imaginación, al paseo por las galerías interiores que todos conocemos al soñar despiertos o dormidos. Pero por sí mismos no son nada, sin un sujeto que los signifique, que los capture en un sentido”. Marcelo N. Viñar
Si alguna vez has tratado de explicar a un lego o a la gran mayoría de alumnos de un primer año de una carrera de cine, lo que es el montaje en el proceso de creación de una obra audiovisual, comprenderás la dificultad y el porqué del misterio.
Si a la explicación agregas lo del montaje en el documental, y encima aquello lo de la “no ficción” y por si fuera poco El otro montaje, tendrías que tener una capacidad, paciencia y, por qué no mencionarlo, un don especial, para salir airoso del intento.
Pues Coti Donoso, montajista y profesora, tiene ese don, y este libro lo confirma. El otro montaje es un libro que admite varias lecturas, cada una nos enriquecerá, ampliará nuestro horizonte y ayudará a borrar viejos prejuicios.
Las exhaustivas entrevistas a los documentalistas citados nos acercan a la experiencia práctica, al quehacer, y nos permiten vislumbrar la cantidad de opciones que hay detrás de una frase tan simple como escalofriante, según el caso (cito a Donoso): “…hemos de crear una nueva 'realidad' a partir de un puñado de fragmentos…”.
Vaya como un pequeño homenaje a este libro y a su autora, una reflexión en torno al papel que cumple el montaje y sobre todo el “otro montaje”, el del cine de “no ficción” (léase el cine “documental y sus alrededores”).
Históricamente el montaje, especialmente en la industria, tuvo muy poca valoración. En un medio netamente machista de principios del siglo XX, fue principalmente encomendado a mujeres, las montajistas eran quienes “pegaban” las películas, se me ocurre que para muchos valía como una cierta similitud entre el coser y el pegar, entre la tarea del sastre y la de la costurera. Basta con ver la jerarquía del nombre de la montajista en la lista de créditos de las películas… si es que aparecía.
Todavía es común en la industria del cine, tanto el americano como en el europeo, que se considere el montaje solamente como una técnica y que ocupa un puesto relativamente menor en la jerarquía creativa de una obra cinematográfica. Incluso no es raro todavía encontrar montajistas que se autodefinan como meros intérpretes del deseo del director y sin intervención creativa importante.
Ciertamente que en El otro montaje la autora nos demuestra todo lo contrario. En la medida que avanzamos en la lectura vamos descubriendo la trascendental importancia creativa del montaje en general y especialmente en la construcción de este cine de “no ficción” que sin el aporte de este Otro Montaje (así con mayúscula) tal vez, probablemente, ni siquiera ¿existiría?
La gran mayoría de los espectadores de una sala de cine nunca repara en el montaje de la película que está viendo. De hecho, pocos conocen el verdadero significado del concepto “montaje”. Por eso parece obligado hacernos la siguiente pregunta: ¿qué es el montaje? Pues bien, el montaje es un arte narrativo consistente en unir dos o más planos formando así una secuencia que a su vez se unirá a otras secuencias para dar forma a una película. Según Albert Jurgenson y Sophie Brunet en La práctica del montaje: “El montaje es el elemento más específico del lenguaje cinematográfico. Su importancia entre los medios de expresión del séptimo arte ha ido variando en el transcurso de la historia del cine, pero no parece que su preponderancia se pueda poner en duda”.
El montaje de la película es el que finalmente da forma y ritmo a los que estamos viendo. Como señala el académico Luis Fernando Morales Morante: “Los realizadores audiovisuales planifican cuidadosamente el orden y la estructuración de las acciones. Mediante el montaje, fijan exactamente el momento del ingreso de cada fragmento y su tiempo de permanencia, siguiendo el mismo patrón sensorial que empleamos para interactuar con el mundo natural”.
Cuando leemos el texto citado, nos da la sensación de que en el montaje cinematográfico todo está pensado desde antes para que ocurra tal cual como lo anticipamos en un guion. O como dice Víctor García Guerrero en su texto de Teoría del Montaje: “El montaje ha de estar muy claro desde la fase de preproducción y planificación, todo ha de estar previsto en el guion técnico”.
Cuando tenemos historias de ficción podría desarrollarse de esa manera: prever cada plano, cada sonido, cada diálogo o parlamento, y elegir cada ángulo desde donde se hará la toma planificando todo para que calce el guion con el montaje. Sin embargo en el cine documental, y más ampliamente cuando hablamos de no ficción, la manera de abordar esta etapa en la producción de un filme puede llegar a ser radicalmente distinta como parte del proceso fílmico. Cada filme tiene sus propias reglas internas y al momento de sumergirse en el cine de no ficción, y más específicamente el que suele llamarse documental, nos damos cuenta que podría haber una infinidad de maneras de acercarse al montaje. Las raíces y métodos pueden ser muy distintos, si bien en ambos la “técnica” de montaje es la misma y en ambos estamos armando una película, una obra cinematográfica.
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