El primer Fausto / Todavía más allá del otro océano - Fernando Pessoa - E-Book

El primer Fausto / Todavía más allá del otro océano E-Book

Fernando Pessoa

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Beschreibung

Me aburro con la posibilidad / De la vida eterna; el tedio / De vivir siempre debe ser inmenso. Versos como estos componen El primer Fausto, poema dramático e inacabado donde Pessoa retomó el mito universal creado por Goethe sobre la lucha entre la inteligencia y la vida. Con intensas argumentaciones filosóficas, el autor proyecta los más variados tonos de la lucidez y la desesperanza, complementado con Todavía más allá del otro océano, atribuido por el propio autor a Coelho Pacheco, más personaje que heterónimo.

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El primer Fausto Todavía más alládel otro océano

Fernando Pessoa

Traducción Francisco Cervantes

Primera edición (Cuadernos de la Gaceta), 1984 Segunda edición (Colección Centzontle), 2010 Primera edición electrónica, 2011

Título original: O Primeiro Fausto/Para além do outro oceano

D. R. © 1984, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-0775-1

Hecho en México - Made in Mexico

Fausto con Mefistófeles dentro

Prólogo a El primer FaustodeFernando Pessoa

Al traducir por primera vez El primer Fausto, el poema dramático de Fernando Pessoa, se cubre una considerable laguna en la lectura del poeta lusitano. Gran parte de su obra adquiere otro sentido u otros sentidos y podemos acaso distinguir mejor los Lisbon Revisited, al Guardador de rebaños o embarcarnos en la Oda marítima nocon tranquilidad, que la poesía única, la que es poesía no puede ser tranquila ni hombro para llorar y dar consuelo ya que «no existes y por eso consuelas», según Álvaro de Campos.

Con el Fausto, va Todavía más allá del otro océano de Coelho Pacheco, de quien dice Pessoa es más un personaje que un heterónimo. El sentido enfático del título, que no se da abiertamente en portugués: Para além do outro oceano se explica cuando se comprende su filiación abiertamente surrealista, excepcional caso en la creación del «Supra Camões» como él mismo se podía haber visto. Sus obsesiones y carencias, sus temores e imaginaciones, frustraciones y alturas líricas en un lenguaje tan transoceánico de lo humano, en Todavía más allá del otro océano vienen a deshacerse a nuestros pies de lectores de su poesía para dejarnos en la arena la ansiedad que sólo lo auténtico puede despertar con tanto desconsuelo. Sobre la vida y obra de Pessoa, sus datos históricos, será bueno despertar una apetencia que sólo la biografía Vida y obra de Fernando Pessoa[1] de João Gaspar Simões puede satisfacer.

Entre este Fausto y el de Goethe hay un abismo, que puede multiplicarse. Pero es claro que es más punto de unión la fatiga del conocimiento, la noción de su inutilidad:

Ya están exhaustos en mí,

Dejándome transido de terror,

Todas las formas de pensar […]

El enigma del universo. Ya lo llegué

A concebir como refinamiento extremo

De la exhausta inteligencia, que era Dios…

El titanismo de Goethe, que lo llevó a sacrificar alguna de su gente, disfrazándose constantemente para afrontar a los poderosos, es comparado por João Gaspar Simões con la creación de los heterónimos —el Drama en gente— de Fernando Pessoa. La grandeza de ambos, la que hoy se proyecta sobre su lectura, parece semejante. Están contra dicho parecido las épocas distintas y que Pessoa parte de Goethe, en cambio Goethe…

Entre el alemán y el portugués existe verdadera distancia humana, pero ¿fueron humanos poetas tales? Uno disfrutó de los placeres de la vida en enormes proporciones, el otro en enormes proporciones careció de placeres y satisfacciones, anheló hasta el hartazgo y la inexistencia todo y nunca le fue dado tener, ni por asomo, un momento de reposo en la necesidad llenada, de comunicación amorosa, amistosa.

La lucidez, la culminación en Goethe se dan, casi diría naturalmente, como conclusio de un demorado y preciso ejercicio de lo físico que involucra lo racional. El «mierda, estoy lúcido» del ingeniero naval Álvaro de Campos —a quien debemos rescatar del aislante cerco heteronímico para darle su lugar de Mefistófeles de ese Fausto que es Pessoa. Recordemos que cuando se distanciaba de Ofelia de Queirós, único intento suyo de amor, era porque De Campos intervenía, además de que la inteligencia en su mayor claridad y su más prolongado desarrollo en la obra del múltiple poeta siempre tuvo los tintes de —Álvaro de Campos— es de origen opuesto y, como se ve por exclamaciones semejantes, involuntario. La conciencia en la vida y la creación de Fernando Pessoa son conciencia del aislamiento, no del hartazgo en las satisfacciones. El poder, la fuerza, el dominio que tendría Goethe sobre la existencia, la inteligencia de plenitud nunca le fueron permitidos a Pessoa. Distante del amor materno, extranjero siempre para todos, aunque él fuera capaz de las mayores muestras de cariño para sus amigos adultos e infantiles, a su madre y aun para Ofelia de Queirós, sólo por la inteligencia tenía conocimiento de lo que asienta al ser humano y, simplemente, al ser. ¿Será verdad que Goethe y Pessoa llegan casi a lo mismo en sus respectivos Faustos, si bien el lenguaje, el estilo, son distintos? No. Goethe ve a Fausto desde una distancia teatral y lírica que Pessoa no tiene y parece no buscar ni interesarle, al menos en esa medida de pura obra de creación. Si Goethe fue Fausto cuando escribe —por lo menos en la segunda parte— lo hace con memoria lejana. Los dolores, las pasiones quedaron bajo una campana de cristal.

Pessoa es Fausto todavía. Y su Mefistófeles —Álvaro de Campos— jamás presente en el poema, porque permanece dentro de Fausto, no triunfa sobre él, porque es su igual. No mejor, pero sí alguien de fuerzas y expresiones paralelas. Y son tales que el uno y el otro se confunden, ese es El misterio del mundo. Vendrá después El horror de conocer, la Quiebra del placer, hasta El temor de la muerte.

¡Ah, no poder dormir (yo no sé cómo,

[Ni] en verdad lo quiero) eternamente,

Acabar, no conmigo ni con esto,

Sino con todo: causa, efecto, ser…

Ideas [vanas] que la imaginación

Vacía de un momento

Genera sin ilusión, como el niño

Que se embriaga indolentemente

Con el olor transitorio de una flor.

El mito que representa lo Humano en Goethe se vuelve sólo un Hombre, el poeta. Pero no El Poeta como prototipo, sino Fernando Pessoa, individual creador de una multitud de poetas. «Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo» ha dicho Álvaro de Campos. Y las quiere porque no ha tenido ninguna, se dispersa porque le faltan algunos y básicos elementos para concentrarse. En estas debilidades está la grandeza en germen en Pessoa. Que no se hubiera quedado en germen fáustico. Y ese ser que se dio a su gente en gestos de extraña y gentil bondad, en contados y precisos sacrificios realizando por los demás —por ejemplo por Sá-Carneiro— esfuerzos que por él y para él mismo no hubiera podido hacer. Que no encontró respuesta a su generosidad, aun cuando algunos seres con certeza que hubieran querido corresponderle, porque no la podía haber, a tal grado era ingente la extrañeza y amplitud de la personalidad y potencialidad de Pessoa. Esto fue para él El horror de conocer, aunque sólo fuera una pequeña medida de tal horror. Pero ¿la Quiebra del placer y del amor?Aquel poema que es casi un reproche a su madre por haberle mezquinado su cercanía, su cariño, que lo hizo recorrer la existencia siempre desposeída, ronda todavía:

¡Tan joven, qué joven era!

(¿Ahora, qué edad tendrá?)

Hijo único, su madre le diera

Un nombre y lo mantuviera:

«El niñito de su mamá».

Éste es el placer y el amor que estuvieron siempre en quiebra, desde que, a los cinco años, su madre, contrayendo nupcias por segunda vez, lo alejó de sí. Y el último tema, El horror de la muerte, que le es tan ajeno a Pessoa sólo se explica:

El animal teme la muerte porque vive,

El hombre también, porque no la conoce;

Sólo a mí me es dado con horror

Temerla, por conocerla en su completa

Extensión y misterio, por medir

El [infinito] suyo de oscuridad.