El silencio de las plantas - Juan Carlos Martinez Paredes - E-Book

El silencio de las plantas E-Book

Juan Carlos Martinez Paredes

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Beschreibung

Un cadáver apenas entrevisto y los trajines de un jardinero disparan la imaginación de Roberto. Pese a las advertencias de su amante, se lanza con su amigo Luis a una investigación en la que nada es lo que parece.

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El silencio de las plantas

Juan Carlos Martínez Paredes

Portada: Jardines de Praga, J.Carlos M. Paredes.

Quiero agradecer la colaboración de Luis Aguilar y Mª José Escrig.

© 2013 Bubok Publishing S.L.

© Juan Carlos Martínez Paredes

1° edición

ISBN epub: 978-84-686-3100-4

Impreso en España / Printed in Spain

Impreso por Bubok Publishing SL

A ÀngelsA Melchor y AgustinaY a Isabel, por animarme a escribir

ÍNDICE

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

CREONTE.- Y tú dime sin extenderte, sino brevemente, ¿sabías que había sido decretado por un edicto que no se podía hacer esto?

ANTÍGONA.- Lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo. Era manifiesto.

CREONTE.- ¿Y, a pesar de ello, te atreviste a transgredir estos decretos?

ANTÍGONA-. No fue Zeus el que los ha mandado publicar, ni la Justicia que vive con los dioses de abajo la que fijó tales leyes para los hombres. No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no son ni de ayer ni de hoy, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron. No iba yo a obtener castigo por ellas de parte de los dioses por miedo a la intención de hombre alguno.

Antígona. Sófocles

PRIMERA PARTE

Capítulo 1

-Roberto, salimos esta noche a cenar.

-Vale. Dame cinco minutos. Necesito una ducha.

-Ponte algo informal. He reservado una mesa en el restaurante del carrer dels Fusters.

-¿No será en el “Muertos de hambre”?

-Sí, ¿por?

Alba escuchó cómo Roberto barruntaba una respuesta mientras subía las escaleras camino del baño. Ella se dirigió hacia el comedor y cerró las puertas y ventanas que daban al patio interior del conjunto de adosados, ante la amenaza de una tormenta que ya daba indicios inequívocos de su inminencia.

-Ya estoy listo.

-Te dije algo informal.

-¿No voy informal?

-Si vas a salir así, me cambio.

-Como quieras...

-Ve sacando el coche del garaje. Va a caer una buena.

-¿Dónde están las llaves del coche?