El sonido del silencio - Ko Chang Soo - E-Book

El sonido del silencio E-Book

Ko Chang Soo

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Beschreibung

El espíritu de la poesía o el Tao del fluir del viento recorre la poesía coreana desde hace miles de años. Hay en este concepto de la búsqueda del sentido y de la naturaleza unificadora de las cosas, el intento de aprehender lo inaprehensible. En la poesía de Chang Soo Ko, influida por el misticismo zen, T.S. Elliot y Rilke, vibra en filo de la modernidad y medita sobre el arte de escribir poesía; caben el tiempo y el espacio retenidos en la creación de metáforas, la vida secreta de las cosas que atisban desde la oscuridad y los filamentos extendidos al todo de aquello que denominamos realidad.

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Primera edición en MINIMALIA, agosto de 2009.

Director de la colección: Alejandro Zenker

Coordinación técnica: Laura Rojo

Cuidado editorial: Elizabeth González

Coordinadora de producción: Beatriz Hernández

Formación digital: Itzbe Rodríguez Ciurana

Viñeta de portada:

Esta obra se publica con el apoyo del Instituto de Traducción de Literatura Coreana (KLTI).

© 2008, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Calle 2 número 21, San Pedro de los Pinos. 03800 México, D.F. Teléfonos +52 (55) 55 15 16 57

[email protected]

www.solareditores.com

Índice

Vista desde la ventana

La mariposa de Zhuangzi

Oscuridad

Todas las cosas tienen ojos y oídos

La voz de la mar me llama

Traduciendo poesía coreana

Partir

La canción de la guitarra

Recuerdo de una rosa

Un día

Deseo surrealista

Tarde lluviosa

Flor

Arregla todas las cosas

Silencio (1)

Fantasía del espejo

Mi mente esta tarde

Mundo de fantasía

Poesía (1)

Manifiesto del poeta

Para Ezra Pound & T.S. Eliot

En una noche nevada

Nevada

Junto al río

Silencio (2)

En una remota aldea coreana

A los amigos que se van

Un día de invierno en el mar

Paisaje de un gato

En la galería del arte

Música

Paisaje distante

Paisaje

Cuando nos encontremos de nuevo

Canto visionario

Lo que dijo la araña

Viaje de meditación

Karma

Poema

La cámara en el parque

Sobre la fotografía

Diario surrealista

En una cena

Pájaros

Pétalos vespertinos

Para un poema

Cometa

Mirando una fotografía

En el escenario

Camino

Poesía (2)

Boceto de manos

Extraño amor

Estructuras

El mar

A Marc Chagall

Dos poetas en el lago

¿Habrá tiempo en este día invernal?

Rostro

Lo que el monje Wonhyo le dijo a un poeta

Vista desde la ventana

Mañana

Un millar de palomas vuelan hacia la iglesia de la ribera

y se esfuman entre sus paredes.

Los botes del río avanzan hacia mi estancia

inundándola con agua y luces submarinas.

Tarde

En el desierto parque público

un viejo se entierra en el periódico del domingo.

Vientos descarriados acarician casualmente

Los rayos de sol que se cuelan en las ramas.

Y las palomas se detienen sobre el piso con ternura

picoteando los sonidos plateados

de las campanas de la iglesia vecina.

Noche

Las luces del parque público

vacilan como señales punzantes.

He visto los aviones desafiando desesperadamente el tiempo,

cazando sombras que devoran rápido

cientos y cientos de millas y de pueblos.

Pero el tiempo aquí con devoción hace una pausa

bajo los árboles deshojados.

Cuando apago la luz

vanas imágenes caen entre las ramas desnudas

como pétalos de flores imaginarias:

una mujer que saca agua de un pozo

del que emanan resplandores dorados;

miles de ojos de peces que fulguran en la sombra;

y alas umbrosas que aletean en la oscuridad.

La mariposa de Zhuangzi

Mientras escribo poesía en mitad de la noche

la mariposa de Zhuangzi se posa en el muro.

Con mirada insinuante me observa.

¿Desde cuándo?

La mariposa que sólo pude ver en sueños

mece sus suaves alas en mi horizonte.

¿De qué profundidades viene

con perlas de rocío que caen de sus alas?

Está empapada del sombreado verde de los montes.

Para afinar mi visión poética, quizás,

la mariposa me hace señas.

La mariposa de Zhuangzi que huele a bosque fresco

y revela un instante las barbas enjutas de Zhuangzi.

Oscuridad

Cuando respiramos en la oscuridad

algunas cosas abren sus delgados ojos.

Algunas cosas abren sus delgados ojos

en sitios como nuestros hígados, corazones, cerebros.

A medida que algunas cosas abren sus ojos a la luz brillante,

algunas cosas abren sus ojos lenta, precavidamente,

cuando la oscuridad penetra.

Algunas cosas abrigan los más secretos sentires sobre la oscuridad.

Aun cuando no hay luz

algunas cosas abren sus delgados ojos,

reteniendo la respiración y soportando la penumbra.

Algunas cosas abren sus ojos lenta, cautelosamente,

para apaciguar nuestra ansiedad.

Algunas cosas rápidamente despejarán la sangre

que hayamos vomitado de súbito en nuestro espacio-tiempo.

Algunas cosas rápidamente nos sostendrán

si de repente caemos en un abismo sin límites.

No hay duda: existen tales cosas

así escapen a nuestros dedos.

Todas las cosas tienen ojos y oídos

Todas las cosas tienen ojos.

Cosas como velas, espejos y faroles

todas abren sus ojos a un infinito azul.

Como el poeta de este mundo captura sus miradas más allá de este mundo

como el poeta de ese mundo captura sus miradas más allá de ese mundo.

Todas las cosas mantienen abiertos sus ojos

en busca de las cosas sin forma,

en busca de las cosas sin voz,

en busca de las presencias ciegas dentro de nosotros mismos.

Todas las cosas tienen oídos.

Cosas como el clavo oxidado, la peinilla y el cepillo viejos

todas escuchan con todos sus oídos, reteniendo su respiro.

Como la gente de este mundo escucha las cosas de ese mundo,

como la gente de ese mundo escucha las cosas de este mundo.

Todas las cosas dirigen sus oídos a las cosas silenciosas.

Escuchan las cosas poseídas dentro de sí por la ignorancia.

Escuchan con todos los oídos, a pesar de los oídos.

Los oídos de todas las cosas están abiertos

como están abiertos los de aquellos de alma y mente tortuosas.

Todos los oídos de todas las cosas están abiertos

a los silencios sin forma ni figura

que se agitan detrás de los clamorosos sonidos.

Los oídos de todas las cosas están abiertos

a los silencios sin forma ni figura

que se agitan en los más hondos lugares

dentro de nosotros mismos.

Todas las cosas mantienen tus ojos abiertos, mantienen abiertos tus oídos.

Penetra las cosas poseídas por la ignorancia que esquiva nuestros ojos.

Ondea tus manos hacia el espacio-tiempo sin-ojos sin-oídos

que hemos esperado desde la más remota edad

que llega ahora ondeando sus manos.

¡Oh, cosas!, todas las cosas con ojos abiertos y abiertos oídos

daos la mano,

daos la mano apuntando a nuestro acorralado tiempo-espacio

que se encuentra en un plato vacío,

apuntando a nuestro sentido más profundo

que se encuentra en un plato vacío.

Ábrase de par en par nuestra ignorancia, ceguedad cautiva, muerte y final.

La voz de la mar me llama

La voz del mar que me llama

es una llama que danza en el viento marino.

Una llama pálida azulada por el mar

una llama que no regresa nunca

no importa que tan fuerte la llamemos

Una llama indecible

como una novia con los ojos fijos en el lecho nupcial

La voz del mar que me llama

es una llama sin ojos ni oídos.

Es una llama que arde afuera

y languidece adentro.

Traduciendo poesía coreana

En la era Choyong1

la luna navegando en la corriente purificó sus sortilegios.

Bajo sus encantamientos

los trinos de los pájaros y las canciones del hombre

fueron liberados del tiempo y del espacio

como un torrente de agua en el atardecer.

Sus voces aún alcanzan nuestra más íntima metáfora

para conducirnos a un imaginario más allá de lo humano.

Su abandonada tristeza hace que nuestra poesía parezca una flor

que resplandece en su llama.

En alguna parte del centro o de la periferia de su lengua

hay una metáfora que nuestras palabras no alcanzan.

Por muchos, el corazón se duele de una visión pura y ardiente

que se apartó por irrelevante o por irreverente.

O las locas fantasías que no sobrevivieron la brasa del horno.

Que se nos deje revivir el pájaro de Shilla2 como aparece en los ojos de Wonhyo3

o la vista del mundo en los ojos del poeta

cuya mirada se fijó más allá del tiempo y el espacio.

Palabras esparcidas todavía retienen la extraña luz

que cayó cuando el hombre estuvo por una vez cerca de Dios.

Los vestigios aún guardan las gotas de sangre

que aves migratorias dejaron caer desde su vuelo

sobre los campos de avena

o la sombra de un pájaro solitario muerto contra un muro.

Dejemos que la melodía ilumine las palabras que no alcanzan nuestras manos

y dejémoslas caer a nuestra comprensión

en éxtasis que deslumbre nuestra psiquis.

Dejemos que el melódico silencio libere nuestras imágenes internas, sofocantes,

en un panorama cósmico que vibre en el centro.

Dejemos que nuestras palabras se parezcan a una flor

que resplandece con su sinsentido.

1 Personaje de la mitología coreana. Hijo del dios del mar convertido en hombre, ayudó con sus poderes sobrenaturales a un antiguo rey.

2 Antiguo reino coreano que dominó entre los siglos I y X d.C.

3 Famoso monje y maestro budista del reino de Shilla.

Partir

Nada más fácil que partir.

Nada más íntimo.

Cada cosa que viene, de hecho está partiendo.

El hombre que se nos aproxima agitando las manos y sonriendo

está abandonando algo en su centro.

Su mano que gesticula cae a sus mismas profundidades

como pesada sombra.

El principio que abre luminosamente nuestra vía acuática

está muy lejos de nuestro principio.

La canción de la guitarra

La guitarra canta de un lejano río

donde el tímido sauce se queja con el viento.

Mientras se elevan las hojas de hierba en el aire

se despierta de su sueño para entonar su canto.

Sueña saetas de oro, plata y cobre

que vuelan de sus cuerdas a los cielos.

Cuando voces delirantes se escapan del pecho oscuro de las aves.

su éxtasis toca un instante las cuerdas eternas del corazón.

Cultiva como su música

algo que recuerda el dolor y la ansiedad

que persisten en el espacio y en el tiempo

donde sólo sobrevive la luz de las estrellas.

Al final, la canción de la guitarra se levanta lenta hacia los cielos

y abandona al crepúsculo el dolor de los hombres.

Recuerdo de una rosa

El día que los pétalos de rosa

se esparcieron en el pequeño lago

oculto adentro en las montañas,

el lago se agitó

como el corazón de una paloma,

y el cielo también se estremeció.

Un día

La agitación del tiempo

distorsiona

su cara

medio hincada fuera de la realidad.

La balanza del tiempo

centellea

en mis ojos somnolientos,

en mis ojos andariegos.

Deseo surrealista

Dejadme cultivar un jardín de voces,

un coro de sueños soñados y mi lengua tribal.

Liberad este estoicismo de silencio

para verterlo en la cacofonía del canto,

deletreando un glorioso sinsentido.

Dejadme cuidar una alameda de canciones de cigarras

esparcidas en un lecho de fulgores estelares.

Tarde lluviosa

En esta tarde lluviosa

las rosas del ventanal

ensombrecen mi descanso.

El respiro de mi adorado perrito

llena la habitación.

Cuando todos los sonidos abandonan el cuarto

el silencio domina sin rivala verdadera forma te liberará

de tierra, agua, fuego y viento.

Tierra, agua, fuego y viento serán tuyos al final.

Tu mente es parte de la mente cósmica.

Tu mente es una llama encendida en la llama cósmica.

Una vez después de que reconociste la tierra de Shilla,

a través del anillo de oro puesto por la reina Sondok

en el pecho del difunto Chi-kyu.1

La gente de Shilla contempló

desde el observatorio de Chumsungdae2

los cielos en llamas

y el nirvana y el samsara transmigrando.

Los pájaros que mis ojos contemplan