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¿Y si un susurro despertara al hombre solo? ¿Y si el reloj y los tiempos acosados por el beso desterraran sus arrugas? ¿Y si volviera a las lides de los caminos sinuosos adoquinados de ensueños? Y el hombre lo hace entre retozos y llantos. Siempre lo hace y se destroza en un vaivén caníbal y dulzón. De tempestades a remansos de amor, inundan su vida nueva, su vida cierta. Brinca, cae, vuela y estrella su pudor en labios agrestes remozando el fuego, opacando la cautela. Este, nuestro hombre solo no es un dios ni un ángel caído, es otro hombre simple, solo y voluble, o bien la versatilidad de sus sentires la manejan hilos caprichosos, tan caprichosos como la vida misma. Es así, la vida es un capricho indescifrable, entremos entonces en este juego sin fin de volar entre ángeles osados y caer al vacío de la realidad...todo es posible si la imaginación acompaña a estos simples versos bamboleantes donde el conductor no conduce, es conducido, lo acepta y desafía a los tiempos y a sus demonios. Subamos a esta ruta antojadiza, tomemos el timón destartalado y estrellemos nuestros sueños en una rosa o en su sangrar, solo eso, hilemos con nuestro hombre solo la aventura de ser.
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Seitenzahl: 73
Veröffentlichungsjahr: 2023
Remedi, Oscar Elías El subibaja / Oscar Elías Remedi. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3647-1
1. Poesía. I. Título.CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Oscar Elías Remedi
PRÓLOGO
EL HOMBRE SOLO
MIS RESTOS
ESPECTROS
EL JUEGO
ES ALGO…
EL ACTO FINAL
LA NOCHE
SÁBADO OTRA VEZ
LA CUESTA
Y LOS DOLORES QUE CRECEN
NIEVES NEGRAS
SU VOZ
LA LUZ
NUEVAMENTE EL CIELO
OPACANDO AL TIEMPO
SIN PRELUDIO
REFUGIO FINAL
SÓLO UNA MUJER
ESPECTROS ENAMORADOS
VOLVER EN FLORES
NUESTROS BESOS
SORTILEGIO DEL DESTINO
RETAZO
DESPIERTA
NO CAIGAS
LOS PELDAÑOS DEL DESEO
EL AMOR
TÚ
OJOS DE OTOÑO
GUÁRDAME EN TU PECHO
SIN FRONTERAS
BELLA MI BELLA
TUS MANOS
DAME TU MANO
BELLA
MI NIÑA SALVAJE
TU VOZ
TIÉNDETE A LOS RECUERDOS
LOS DE SIEMPRE
SOMOS LUZ
SÓLO DOS
ENAMORARSE
ETERNO
CANCERBEROS DEL DESTINO
UN CIELO DE DOS
NOCHE DE TANGO Y ENSUEÑO
OPACANDO AL SOL
PARTIR
NO CAIGAS
LA MAÑANA DESPUÉS
ELLA ESPERABA
SALTA
NO TE VAYAS HOY
DE NUEVO LAS SOMBRAS
CEGAR SUS FANTASMAS
QUINIENTOS TAJOS
SIMPLEMENTE UN MURO
ATROCES LOS GRILLOS
ELLA CERRABA MI VIDA
NO HAY ALMA
GOTAS DE AMOR
MI NOCHE
ELLA TRAÍA RAÍCES
ELLA
Y ASÍ YO TE QUIERO
ELLA LO HIZO
ELLA ERA TODO
VOLVER A SER
APÚRATE, NIÑA
INSOLENTES
NO CIERRES ESE LIBRO
AY, LLUVIA, ¡DILE!
HA REGRESADO
TU VOZ
DETENTE, AMOR
DE A DOS
UN PUENTE DE ALGODÓN
SER LUZ
NO ESCUCHES AL VIENTO
EL FOSO DE LA AUSENCIA
LA CAÍDA
ANDENES VACÍOS
NUESTRO OCASO
PIEDAD
NECIOS
PERO EL AMOR HA MUERTO
EL OLVIDO
CENIZAS
TODO FUE EXTRAÑO
NOCHE SIN VERSOS
ABRIL
SEGURAMENTE
AUSENCIA
TU OLVIDO
MI NOSTALGIA
EL OBITUARIO DEL BARDO
ELLA FUE EL AMOR
EPÍLOGO
ESTRUJAR LA VIDA
Table of Contents
No es necesario ahondar en pautas filosóficas profundas ni omnisapientes como para comprender la naturaleza del hombre solo, máxime cuando los años han despedazado su anatomía y sus sentimientos. Encerrado en un cuadrilátero existencial choca día a día con las paredes de su vejez que lo envuelven y acorralan. La salida es exclusivamente dejar de ser... o soñar. ¿Qué debería soñar para romper sus muros seniles? Simple, soñar que hay vida sin tiempo y que a los sentimientos no los controla un reloj fatal, sí, la intensidad con la que se los transcurre. He ahí el escape de nuestro hombre solo, un dibujante de sentires, un pintor de besos, un costurero de miradas enamoradas, que, en su cuchitril de bardo sin norte y sin estrella ve apagar la luz de sus deseos, hasta que de la nada y del misterioso azar que ampara a los sin rumbo, una voz, sin materia , lo empuja a saltar su valla añosa. Es una voz que no conoce, pero algo, un algo indefinible hace que se sienta en un deja vu atrapante y sensual que remoza su ser y sus entrañas apedreadas y con trabajo y en soledad comienza a romper el muro de tiempo que lo asfixia, tentado por esa voz, que lo empuja a correr tras la promesa de una piel tersa, de unos ojos de miel y de un amor atemporal, sin pasado y sin promesas fatuas, entonces, se eleva sobre la procesión de autómatas emocionales. De la mano de una promesa sin tiempo ni voz, vuela, ama, sufre, cae y se enamora de la sombra del amor. De las sombras sólo se paren sombras, lo sabe, pero, este remozar lo deslumbra y arremete contra el tiempo, armado de vida, amor y esperanza, un trípode endiabladamente exquisito, tan exquisito como mortal.
El sexagenario adusto y rutinario sube a su nube imaginaria, surca el tiempo y con su nuevo ser adolescente lucha por su amor, la vida y la eterna dicha. Es lógico y natural entender como quiméricas sus premisas. Quizás lo sean, quizás no, entonces, he aquí la epopeya de un gladiador del amor. A vuestros sueños queda librada la historia.
He aquí mis restos,
reptando entre sombras,
bebiendo el silencio,
gritando a la nada.
He aquí la escoria,
de quien fuera un bardo,
grabando en tu piel,
besos sin fronteras.
He aquí mi llanto,
que no se derrama,
que horada mi pecho,
herido de engaño.
He aquí mi sangre,
mi orgasmo y mis sueños,
rodando callados,
en sentires muertos,
en el cruel designio,
de roer en vida retazos de anhelo,
de optimismo vano,
de aquel el que fuera,
un amor sublime,
labrado entre almas,
allén de los hombres y su villanía.
Es noche,
ya no corro,
no quiero,
no puedo.
¿Para qué?
El mundo siempre me ha alcanzado,
pisoteado,
engullido.
La nostalgia fluye,
las horas aprietan y la noche aplasta.
Es un devenir de espectros sin tumba,
de muertes que no son mías.
Pero están,
entre recovecos de heridas sin tiempo,
de besos perdidos.
Redondeo un verso escapando al grito,
pero el grito estalla,
deglutiendo al verso,
abriendo la herida.
Hay bruma y su magia empaña mis ojos,
es el sortilegio de haber desafiado los relojes fríos,
los que zumban turbios,
escarchando el alma.
Ellos no perdonan,
con horas que matan arqueando mis huesos.
¿A dónde correr?
Ya no escapo al tiempo,
la noche es festín de viejas verdades,
y mi vida cae herida de ausencia.
Un peón,
un rey,
algún mancebo un juglar,
un bardo sin destino,
abrieron en el juego aquel postigo,
el infierno y el cielo están ahí.
Un cielo deleznable,
antojadizo,
y el infierno de morir sin ser amado.
Atroz bullicio de llantos que pasaron,
comulgan con los besos que vendrán.
Hay un triste bricolaje desmañado,
que asfixia mis sentidos sin piedad.
Y en ese corretear entre oquedades,
girando la veleta del deseo,
nace y muere el beso luminoso,
nace en sol y derrumba en el poniente,
en sombras el bochorno de no ser.
En ese vaivén vesánico rodé mi esperanza pura,
y lloré,
como ayer en mi inocencia,
y aprendí,
que llorar es disparate,
si al amor,
en el juego,
se ha olvidado.
No sé si es frío o dolor.
Es algo...
Algo entre el pecho y mis sueños,
es algo roto que aprieta.
¿Astillas de besos?
¿Puñales de piel?
Es un algo informe y crudo,
es un algo insomne,
que intimida el alma.
Y entre pesadillas,
gime la esperanza,
es la que agoniza pidiendo po.
Dios.
Un Dios que sepa de penas,
u.
Dios que remonte el llanto,
que deshaga con su soplo barreras y barricadas.
Corran,
traigan es.
Dios,
que la noche crece,
las sombras agobian y el dolor se ensaña,
corran...
que el tiempo es artero y las horas ruedan,
corran...
que de los relojes una daga pende,
y si se desploma…
¡Ay,
si se desploma!
cercena indecente a mi vida exhausta,
corran...
Llueve en la ciudad y gotas con sabor a herida,
envuelven con pavor mi noche.
Gotean las mentiras viejas ahogando en su rodar,
la luz de mi ilusión ingenua.
De pronto mi sentir cansado,
entiende que entregó su vida,
entiende que vivió en un sueño,
que nada fue cierto en el beso,
y que hoy,
estas goteras frías,
rematan sin pavor el grito de mi piel ajada.
Y la lluvia no cesa,
revive los errores idos,
comprende los errores nuevos,
del teatro que estalló sin terminar,
ese acto final,
urdido en un fangal infame.
Y sangro ese dolor de haber caído siempre,
al negro de sus ojos fríos,
al timbre de su voz distante.
Quisiera remontar mis llantos,
ahogar en esta lluvia el fuego,
y luego de vaciar mi corazón,
volver a mi cubil sin pena.
La noche me abrasa con besos de luna,
arde en mi silencio,
asalta mis huesos con su vida obscura.
¿Es ella la vida?
¿Es ella la nada?
Ella es el recuerdo,
el llanto,
los besos,
la música turbia de un violín borracho que bebe nostalgias,
ella es más que vida.
Testigo insolente de encuentros sin meta,
paño del herido,
refugio del bardo que muere en estrellas,
que asalta sus sombras cuneando miserias,
del amor lejano,
del amor negado.