Elías, El Testimonio - Lito Fernández - E-Book

Elías, El Testimonio E-Book

Lito Fernández

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Beschreibung

El testimonio. Un relato de la vida de Elías Fernández escrita por su hermano, Lito Fernández, quien cuenta de una manera sencilla y directa cómo fue la experiencia de vivir con un hermano que padecía una enfermedad llamada microcefalia. En esta historia se refleja el amor inmenso de una madre y de toda una familia que se puso al cuidado de este niño que llegó a vivir hasta los 35 años, pese a los pronósticos médicos que vaticinaban una muerte segura en el transcurso de los 15 días de haber nacido. Cada página es una anécdota, un sentir del autor que cuenta en cada línea la gran transcendencia que tuvo en su propia vida la relación con este ser tan maravilloso. Tras la muerte, en el año 2022, de quien ha considerado su gran maestro, decide homenajearlo haciendo conocer al mundo cuál fue su gran legado.

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Lito Fernández

Elías, El Testimonio

Fernández, LitoElías, el testimonio / Lito Fernández. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4313-4

1. Biografías. I. Título.CDD 920.71

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

QUE EL MUNDO ESCUCHE SU VOZ

UNA CASA POBRE. UNA FAMILIA RICA,UNA BENDICIÓN

PRIMEROS AÑOS EN EL BARRIO DON ORIONE

SUS CUIDADOS

LA PELOTA, LAS PIÑAS Y LAS PESAS

UNA BICI, SIN RUEDITAS

LA GUITARRA Y LA MÚSICA

TU CANCIÓN

EL CHAVO Y EL ZORRO

OTRO MILAGRO 3 CONVULSIONES

LA NIEVE Y EL DISFRUTE

PSICOSIS, UNA SEMANA DIFÍCIL

LA AFICIÓN POR LOS AUTOS

A TODOS LADOS JUNTOS

LOS CUMPLEAÑOS

CELOSO DE LAS HERMANAS

LOS MASAJES

ESCEPTICISMO, VERDAD

LAS LUCES DE AVIONES Y LA SEÑAL DE DIOS

LA NOTICIA

GENEROSO HASTA EL ÚLTIMO INSTANTE

EL DESENLACE

ADIÓS GRAN MAESTRO

QUE EL MUNDO ESCUCHE SU VOZ

La historia que les voy a contar pertenece al ser más maravilloso que conocí en la tierra. Un ser de luz, un ser gigante que sin poder hablar dijo muchas cosas. Entre ellas dijo que el amor es más grande que cualquier aseveración de una realidad absoluta, el amor y la fe superan aquellas cosas que nos enseñan desde chicos como imposibles. Los milagros que se fueron sucediendo en su vida son el ejemplo de que verdaderamente trajo un mensaje para quienes lo conocieron y para quien conozca su historia. El lector no será en este entramado un receptor pasivo de un avasallante rosario de palabras, sino que, por el contrario, podrá desde la simpleza obtener algunas experiencias que se fueron dando con este protagonista, para compararlas en su propia historia y en su propia cotidianeidad, para asimilar algún aprendizaje si le es de su simpatía así hacerlo.

Ese ser tan mágico y grandioso es mi hermano Elías, que el 8 de julio de 2022 partió de la esfera física justo unos días antes de cumplir los 35 años, para adentrarse en el viaje eterno por el universo, dejándonos todo su bagaje de lucha incesante para vivir una vida feliz y con Alegría. ¿Qué hace especial esta historia? Es que siendo un chico que nació con microcefalia y con un pronóstico de vida muy corto, no solo supero “los dictámenes” de la medicina, sino que además dejó innumerables ejemplos de que cuando hay fuerza de voluntad todo es posible.

Esta es una de las tantas maneras que tengo para agradecerle a él y a Dios de haber tenido la posibilidad de tener su presencia en mi vida.

¿Por qué? ¿Cuáles son las razones que me han llevado a escribir durante tanto tiempo estas palabras? Primero es una decisión que me hace feliz, me hace sentir vivo, me emociona recordar las cosas más bellas de mi vida, y aprender de las cosas que no fueron tan bellas.

Las razones son infinitas, puedo enumerar muchas, puedo decir que hay del tipo de las intelectuales, testimoniales, hasta incluso literarias porque esto mismo podría haber sido, y lo es también, otro hecho artístico. Pero fundamentalmente debo decir que la razón más determinante es emocional, es decir sale desde el corazón, el cual me dicta lo que quiero hacer, me dicta el impulso, me empuja todos los días a levantarme en la mañana y pensar en todos los deseos, los sueños y proyectos que tengo. Uno de esos deseos y proyectos es contar esta historia que me tocó vivir y que fue muy especial para mí. En definitiva, todas las mañanas cuando me levanto, miro por la ventana, siento el sol, los pájaros que cantan y picotean los restos de panes del desayuno o merienda del día anterior, nace en mí una explosión de momentos que pasé y que se transforman en ideas artísticas tales como; poesías, canciones, melodías, cuentos y también hasta la idea de hacer un libro que cumpla la función de “Testimonio” de la existencia de un ser tan maravillo y especial, de un ser que ha sabido trascender los límites de la ciencia, de las creencias, de los prejuicios, de la cultura, un ser que ha sabido superar todos los límites impuestos por el hombre.

Este es el gran motor para mi exigencia cotidiana, que en realidad esa autoexigencia no es una pesadumbre ni algo desgastante, en realidad es lo que contaba antes, fluye una emoción en mí para que el mundo se entere de lo que ha acontecido en mi vida, y en la vida de muchos seres queridos cercanos a mí.

Cuando hablo de mundo, hablo de todos los mundos, no estoy hablando de eso como el que conocemos, es decir la tierra. Hablo de los mundos que transitamos cada uno, es decir que, si esto les llega a miles, o le llega a una sola persona la tarea por así decirlo ya se cumplió, porque esos mundos interiores son a los que quiero llegar o por lo menos es lo que se me transforma en idea cuando explota esa emoción en el pecho al recordar todas esas historias que voy a contar en estas páginas. Me reconforta también saber que mientras estoy pensando, sentado, recordando y escribiendo estas palabras, me acompaña todos los días al lado mío ese ser querido que les contaba, me sonríe, me pide un mate, me balbucea unas palabras y también me sugiere ideas. Ideas que no nacen del pensamiento, sino que nacen de los sentimientos, nacen de los momentos vividos, de los momentos que me hicieron el hombre que soy hoy, con todos los aciertos y con todos los errores. Esos momentos se han quedado grabados en mi retina, quedaron impresos en mi ser, y siento que tienen que tener un vuelo, liberarse de mi alma para compartirlos con otros mundos receptivos de un mensaje de aliento, una palabra positiva y optimista de la vida.

Estas anécdotas o situaciones de la vida cotidiana quiero exteriorizarlas de una manera expresiva porque creo que tienen mucha enseñanza, que pueden aportar no solo a un instante de distracción cuando el lector se sumerja en la historia, sino que puede aportar desde un lado humano, desde observar los sucesos con detenimiento para que tengan un efecto en la piel y en el cuerpo y de esa manera inspire a quien le llegue el mensaje.

Mensaje es una palabra muy grande, es una síntesis muy ambiciosa, pero como les decía antes; las experiencias pueden llevar nombre o pueden ser anónimas, sin embargo, lo que interesa es lo que nos deja cada experiencia y todas las experiencias nos dejan cosas para aprender, para observar. No hay experiencias grandes ni pequeñas, historias buenas ni malas, no hay definiciones exactas para la vida de cada persona; lo que hay es tiempo de vida, tiempo que transcurre en movimiento, la vida misma es movimiento a cada instante.

Esta enseñanza me dejó mi hermano, el valor que él le daba a la vida. Muchas veces me ponía a comparar su historia con la del común de la gente que piensa que no tiene posibilidades, que necesita obtener determinadas condiciones materiales para sentirse afortunados para realizar tal o cual cosa. Mi hermano ha nacido, según la ciencia y los médicos, con la imposibilidad cognitiva y física de realizar muchas cosas.

Esas imposibilidades son paradigmas imperantes en la sociedad, son limitantes al ser humano, él demostró que son solo “certezas” de la ciencia y que no tienen nada que ver con el deseo interior del ser. Entre las cosas que “no podía realizar” estaba la de cantar, sin embargo, a cada encuentro familiar que asistíamos, en algún determinado momento del día agarraba su guitarra y cantaba fuerte, fuerte, fuerte para que lo escucharan hasta los sordos. ¿Cómo lo hacía? Con el corazón. Salían de su voz y de su cuerpo sonidos graves y agudos que no llegaban a completar palabras tales como las conocemos, pero no obstante reproducía perfectas melodías de canciones que todos conocíamos. Gua, gua, gua, gua, gua, guo… (Si se calla el cantor de Horacio Guarany) hacía con su voz mientras le daba a la guitarra fuerte hacia abajo. ¿Cantaba o no cantaba? ¿Algo bello o algo feo? ¿Será que a veces tenemos conceptos cerrados de las cosas? ¿Será que a veces queremos encasillar y dar sentencia de las situaciones?

Cada vez que alguien concreta o intenta realizar aquello que le gusta, trato de celebrar este hecho, porque siento que quien lo hace está destinando su tiempo y su vida a algo que le es armónico con su propio ser. Enseguida viene a mi mente la experiencia que viví con mi hermano, y en ese instante lo que puedo aportar al universo es una celebración de que esto sea así.

Veo en diferentes comportamientos humanos qué es lo que les preocupa al común de la gente, a dónde pone el foco y la energía aquellos que se sienten desganados, quienes no tienen una razón aparente para estar alegres, a los que suelen quejarse de todo y sienten que no tienen nada. En estos casos me dan ganas de contarles esta historia para que vean que tenemos lo suficiente para ser felices, tenemos todo lo que necesitamos para ponernos en acción y darle un giro hacía la felicidad a nuestra vida, quizá es por ello también que me decidí a hacerlo.

Esta experiencia me hizo aprender que todo lo poseo, que todo lo que necesito está en mis manos, en mi ser, en los afectos que construyo día a día. Cada mañana cuando despierto pienso en ello, en dar las gracias por estar vivo porque esa es la primera posibilidad que tengo para realizar mis sueños. Alguien nos está dando la posibilidad del despertar de cada día: algunos le llaman Dios, otros lo llaman universo, naturaleza o Pacha Mama, eso no es lo importante, esas son “definiciones” de los seres humanos, lo importante es agradecer y disfrutar de cada día. Acostarnos a dormir y pensar que al día siguiente vamos a tener una nueva posibilidad de concretar las cosas que queremos concretar. El despertar todos los días es la primera posibilidad. La segunda posibilidad que tengo después del despertarme es el movimiento, las funciones de todos mis sentidos, de todo mi cuerpo. Saber que hay algún otro que le falta algo de lo que nos ha dado la naturaleza a la mayor parte de los seres humanos; cómo puede ser una pierna, un brazo, el poder del habla, etc. Pensar que alguien más este sin esas posibilidades y ser consciente que yo tengo todas mis extremidades y mis sentidos me hace saber que soy muy afortunado.

La tercera es la razón o el estado mental; saberme que soy capaz y que tengo la inteligencia y el pensamiento sano como para reflexionar y poner en marcha el plan que tengo en mente y que en muchas ocasiones también lo llevo al papel.

La cuarta posibilidad es tener un techo, que además de ser una vivienda en la que me refugio del frío, de la lluvia o del calor, es también un hogar porque estoy con mis seres queridos, estoy con los afectos que decido estar y que amo, eso me hace muy feliz. Un hogar es un lugar donde uno se siente cuidado y protegido. Una casa por sí sola no necesariamente es un hogar, una casa puede ser lo material, en cambio en un hogar está puesto el afecto. Lo quinto que tengo para agradecer y saber que es una posibilidad, es tener para comer. Saber que todos los días voy a tener para comer me hace agradecer y sentirme rico porque tengo el alimento que me hace ponerme en marcha cada día.

Mi vieja decía que hay que agradecer todos los días el estar vivos, que después de que uno se despierta todo lo que acontece es ganancia. Entonces yo cuando abro los ojos al despertarme y pienso en todo el tiempo que pasé con mi hermano y todo lo que aprendí, también pienso en que tengo mucho y tengo mucho más para ganar, sin que florezca en mí un sentimiento de avaricia, si de ambición personal.

Esta experiencia plasmada en historia o en relato, me hizo saber que todos somos importantes, que todos somos un libro, el cual hay que escribirlo y que cada capítulo es un capítulo de la vida y que no necesariamente tienen que ser igual a los anteriores, sino que, por el contrario, cada capítulo es único como somos únicos nosotros. Por eso, nuestro libro puede ser una novela, un drama, un cuento de ciencia ficción, una película de terror, una comedia. Nuestras decisiones y nuestra manera de ver la vida van a contribuir a que el nudo y desarrollo de nuestra historia tenga alguna de estas inclinaciones.