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Este libro cuenta la historia de mi madre y la transición de su enfermedad (ELA), que hoy en día para mi representa un gran escalón de superación personal. Aquí vas a encontrar el día a día del proceso de negociación entre ese impasse de la vida y la muerte, cada letra de este libro nace del alma, nace de un movimiento infinito por ver que aquella persona que más amaba y sigo amando, empezó un proceso de incógnita, lleno de preguntas, y cuando esa incógnita ya no estuvo, solo quedaba la fe, hoy en día, mi bandera de vida.
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Seitenzahl: 163
Veröffentlichungsjahr: 2023
ANABELA INÉS DELVALLE
Delvalle, Anabela InésElla o Ela / Anabela Inés Delvalle. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3694-5
1. Novelas. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
EL SILENCIO
EL INSTANTE
¡QUE VIVAN LOS SWICH´S!
“DECILE”
LENTO
LA PRIMAVERA
“YA NO PUEDO MAMI”
“LA BÚSQUEDA”
LA HARINA Y LOS HUEVOS
EL RITUAL
BIENVENIDO 2019
LA VARIABLE DEL TIEMPO Y LA FUERZA
EL DIAGNÓSTICO
SUS PASOS
LOS AMIGOS
EL PRÓXIMO AMANECER
“¿CUÁNTO?”
LOS TATUAJES
COMENZABA EL VIAJE
LA ESCALERA
LA MIRADA
LA BÚSQUEDA
MI CASA DE MIL VENTANAS
¿CÓMO DECIRLE?
Y SIIII, LO INTENTAS.
LA VUELTA
COMPLETOS
MANUEL “EL BRUJO”
MI BÚSQUEDA
LA FE
LA LISTA
EL CIELO
LA CERTEZA INEXISTENTE DEL FUTURO
POR FAVOR
MI HOGAR EN CASA
EL VIAJE
ME FUI
HASTA EL MÁS MANCO
INVIERNO
“QUIERO VER EL MAR”
¿QUÉ NOS PASA O QUÉ NO PASA?
SE NUBLABA MAS
CAERSE
EL ELA TIENE CURA
CONSTELACIÓN FAMILIAR
NECESITO HACERLO
LA TERAPIA DEL SOL
DALE MA VOS PODES
NO MI AMOR, NO…
SIN DOLOR
EL MILAGRO
HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO
JS
¡DALE, OTRA VEZ! ¡JUGUEMOS OTRA VEZ!
A mi papá, a mi mamá y a mis hermanos,
quienes me han enseñado que pase lo que pase
siempre hay que seguir hacía adelante...
—Hola pa, ¿dónde está mamá? –le pregunté.
En su jardín –contestó mi papá–
—Hola ma, ¿a qué hora venís? –le pregunté.
—Hola mami en un rato, prepará el mate que llevo facturas – me dijo.
(Llamando a mi casa…)
—Hola pa, ¿mamá está en casa? –le pregunté.
—sí… – me contestó.
—Hola ma, ¿dónde estás?
—…
El silencio que hace ruido
El silencio eterno
El mensaje que no llega
La llamada que no entra
La mesa incompleta
A los cumpleaños les falta una voz particular
El soplo de una vela que ya no se apaga.
En su jardín las flores marchitándose
A su espera
A su espera, como a mi espera de verla llegar.
Y no llega
Y me siento afuera de casa
Su casa…
Y miro el cielo
Y el silencio no me deja hablar
Bajo del micro y no la veo caminar
Y la busco
Y no esta
La llamo…
Silencio.
******
Bienvenidos, hoy comenzamos un viaje juntos, no pretendo hablar de la medicina tradicional ni de tratamientos, este es un libro para reconocer, recordar, conocer y tomar, sentir las fibras más íntimas de la emoción, de todos los que hemos acompañado a alguien a su transformación y nos hemos transformado.
A todos los que nos tocó acompañar a un familiar o un amigo, a entender como se ve lo que alguien vive, a todos los que se sienten extraños en esta vida, a todos los que quieran sumergirse en ese lugar que llevamos en el pecho y entender de qué se trata la vida, por lo menos desde esta breve historia, a todos ellos bienvenidos, vamos a estar un rato juntos, los invito a pasar, descalzos…
Con el corazón en la mesa escribo cada letra y espero transmitirles que el dolor se puede transformar en amor, sea cual sea la vivencia que estén pasando hoy, te acompaño y me acompaño a este viaje, el placer es mío.
El instante en el que un hecho inesperado, un shock, nos cambia la vida, nos vuelve unos valientes en primera fila, para recibir una palabra, un golpe…
Tan imperceptible es la vida de un ser humano que en un solo instante toda tu película puede cambiar, sin importar el rumbo, como un golpe de viento que viene a vos y hace que te tapes la cara y cierres los ojos, sabes que algo puede entrar, ya no ves, no sabes que sucede, si algo llegó o algo se fue, solo sabemos que en ese instante ya todo lo que parecía real empieza a desdibujarse.
Ya no es “lo mismo”, vos ya no sos el mismo.
******
6 de octubre de 2018…
Tantas veces uno nace y muere en esta vida, este día nací yo, como ºBenjamin Button, nací con sesenta años de golpe, de golpe me tiré al piso, de golpe me llegó el peso del cuerpo de mi mamá que se desmayaba…
Tan de golpe uno puede sentir un peso en el pecho, en el corazón, una especie de angustia llegó del cielo sin aviso, un momento de shock, mi llanto y el de ella se mezclaron, sus lágrimas y las mías
Y una pregunta de ella luego.
Pregunta que analicé los once meses después
¿Por qué me pasa esto a mí?
Sabiendo, sin saber, que esa pregunta de su boca era el reflejo de un síntoma, ese que marcaría el inicio y el fin de un ciclo de su vida y directamente de la mía.
ºEl curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button en inglés) es una película que cuenta la historia de Benjamin Button (Brad Pitt), un hombre que nacería con el cuerpo de una persona de 80 años y que con el transcurso del tiempo va rejuveneciendo.
El vaivén mismo de la vida
Entre su pérdida de estabilidad y mi entereza
Entre sus susurros y mis gritos por ayuda
Entre mi odio y su vulnerabilidad
Entre mi juventud y su sabiduría
Entre lo oscuro y lo tan claro
La vida y la muerte en ese impase se hacían uno
Y ese día comenzábamos a bailar.
Hablemos de instantes, lo contradictorio, el contrapeso de un shock o conflicto dirían algunos descodificadores biológicos, existe algo que se llama SWICH, la cura y la enfermedad están en la misma línea.
¿A dónde mirás vos?
Shock Shock
Malo Bueno
Imprevisto Imprevisto
Oscuro Claro
Tristeza Alegría
En la primera fila: el shock que nos trauma, nos marca, nos hunde, en la segunda el golpe de alegría, eso es un SWICH, el shock pero bañado de inmensa felicidad.
Pero no fue lo que sucedió, y tantos “peros” que uno utiliza, el puto pero, porque acá no escribo para demostrar inteligencia o mi pulso literario, escribo para que al final de esta lectura comprendan un secreto.
Pero mientras sigamos acompañándonos
Me llamo Anabela, perdón, no me presenté antes, tengo veinticinco años, estudié odontología por mandato familiar, social y cultural, luego elegí especializarme en descodificación biológica, elección del alma.
Todos tenemos dos profesiones en la vida, las que elegimos por “el qué dirán” y las que elegimos por impulso interno.
Ese seis de octubre finalizaba en la ciudad de La Plata “La semana de la salud bucal”, se realiza la primera semana de cada octubre conmemorando el día del odontólogo, todos los estudiantes salimos a un lugar de la ciudad promocionando “la salud bucal”. El último día de la semana, sábado, se hace un cierre de la semana en la Plaza San Martin, una especie de “fiesta”.
Era un día precioso, siempre un día antes se hace una fiesta “la pre–plaza” le decimos, ese sábado yo estaba re feliz, era la primer plaza a la cual llegaba a horario, mi última plaza, ya que estaba en quinto año
El sol estaba precioso, había un poco de nubes, pero nada podía opacar la inmensa alegría que se desplegaba en aquel momento, muchos colores, muchos globos, y mi promoción ¿Cómo no podés sentir alegría después de seis años de estudio?
Al finalizar la jornada siempre se realiza una suelta de globos, previo a eso fui al medio de la plaza alrededor de las once de la mañana a que me dieran el helio para inflar los globos de mi comisión, estaba en una larga fila, mirando el cielo, la percepción del ser humano es tan grande, miré a mis costados… y me quedé mirando a una mujer que corría con una sonrisa, buscando a su hija imaginé, pelo negro, contextura física normal para su edad de la mano de una nena, corría feliz, apresurándose al paso como si estuviese por perder el tren, y digo que “la percepción del ser humano es tan grande”, porque esa mujer a la que me quedé mirando, era mi mamá y esa fue la última vez que la vi correr, sin saber sabiendo que sería la última vez
Todos tenemos un guía, ese que nos impulsa más adrenalina para mirar donde tenemos que mirar, para ir donde tenemos que ir o correr, ese guía lo tenemos todos, está en el pecho, tóquenlo, póngase una mano en el pecho ¿Qué sienten?
Acá mi guía está mezclado de emoción, de la mano de un recuerdo del pasado acelerado, con unas inmensas ganas de abrazar a cada uno de ustedes y decirles ¡Loco escúchense, VIVAN!
¿Sienten ese guía? Vayan, corran, hagan eso que les hace feliz, no vinimos para otra cosa que demostrar, que sabemos que el comodín nuestro esta acá en el pecho.
Nunca dejé de mirarla, ese día me sentía como: “Loco mirá la vieja que me tocó”, después de la plaza me abrazó tanto, tan orgullosa estaba, de ahí nos fuimos al cumpleaños de uno de mis sobrinos, LUCIANO, dos añitos cumplía, es un loco ese, hace hincapié a su nombre “la luz de los ojos de su padre” en este caso es la luz de los ojos de la madre, no la suelta nunca y está enamorado.
Faltaban dos meses para recibirme, primera en mi familia que había estudiado y terminando una carrera “universitaria”, a mis viejos les llenaba de orgullo eso, a decir verdad, para mí, la única carrera en la vida que merece el orgullo de los padres es en lo que nos convertimos como personas. Pero aún así, yo estaba feliz, mis viejos le contaban a todo el mundo lo que hacía, “mi hija se recibe en 2 meses “, yo tenía un cagazo, y si… ¿Y si no? ¿Y si no me recibo?
Tan particular es la Facultad de Odontología de La Plata que el 50% de cómo te vaya en el examen no es por el estudio, si no por quién te toma, de igual manera agradezco haber ido a esa facultad, me enseñó mucho, pero por sobre todo lo intelectual me enseñó a ser persona, a ser perseverante.
Y todos hemos hecho algo que a los viejos los llena de orgullo, pero como hijo uno tiene miedo, un cagazo, al error, a “meter la pata”.
Terminó el cumpleaños, la pasamos tan bien, llegamos a casa, habíamos comido de todo pero yo seguía con hambre, así que me bañé y me puse a cocinar, en la cocina de mi casa en frente de la mesada hay una ventana, hay plantas colgadas en una pared, me gusta verlas mientras cocino, mientras cortaba cebolla, morrón, charlaba con mi vieja.
—¿Qué hermoso día hoy viste? –le dije.
—Si mami, pero estoy un poco cansada –me dijo mi mamá.
—Bueno comes un poco y te vas a dormir tranquila–le dije.
El instante llegó…
Escucho detrás mío que se trastabilla, mi primer pensamiento tan fugaz fue “se está resbalando”, hasta que vi que sus ojos estaban cerrados, un instante cual será la medida del tiempo que ambas caímos al piso, yo caí para agarrarla a ella, ella caía para levantarse, ¿levantarse?, Si
Porque ¿Cuál es el fin del desmayo, de la caída?... levantarse ¿O no?
Grité con toda la desesperación del mundo que alguien venga ya, para llevarla al hospital, de un suspiro se despierta.
—¿Por qué me pasa esto a mí? –me dijo, llorando.
Nos agarramos fuerte…
Y yo me pregunto quién carajo inventó el “por qué”
Yo no, ¿y vos?
******
Y si…
Van y vienen
El orden está para que el desorden exista
No soy escritora, pero estoy escribiendo
Hablamos del seis de octubre y ¿antes?
30 de marzo de 1960
Nacía mi vieja, mi ídolo en el mundo, ella era todo para mí, ¿y por qué digo “era”?
Porque hoy comprendo que decirle a alguien que es “todo” es quedarte sin nada, y nosotros somos “el todo”.
Ese día nacía González Pastora Juana, en Corrientes Mburucuyá, desconozco la hora. Su madre, mi abuela, era González Floriana, le decían “Flora”, lo único que recuerdo de ella eran sus zapatos y su pollera larga, ¡ah! y que fumaba tabaco armado. De su padre biológico solo conozco el nombre, Ignacio, no recuerdo su voz, no sé sus mañas, solo sé que hoy está vivo.
Su papá por elección fue un tal Antonio, que no conocí, solo sé que era policía.
Juana no era millonaria, dudo mucho “si había nacido con el pan abajo del brazo”, como muchos dicen al traer un hijo al mundo…
Solo sé que de chica vivía en una casilla de madera y chapas, durante el verano se morían de calor y durante el invierno calentaban una olla con agua, cocinaba pan y chipas para vender, “yo me hacía la ropa mami”, nos decía a mis hermanas y a mi tantas veces, “que modas, ¿qué es eso?”. De chica a los ocho años se vino a vivir a Quilmes, provincia de Buenos Aires, con sus hermanos y madre. Trabajaba limpiando casas, sus padrinos la ayudaban a trabajar nos contaba, le hacían el favor de llamarla para que limpie los platos cuando organizaban fiestas, “de juguetes no se hablaba, a veces teníamos zapatillas pero éramos felices”… (me contaba).
Y si… en la simpleza está todo, hay tanto rico pobre, y tantos pobres ricos.
A los dieciocho años se anotó en la escuela de policía Juan Vucetich, ahí tuvo dos amigas, una de ellas noviaba con un hombre del servicio penitenciario, un día Juana acompañó a esa amiga a ver a “su chico” y ahí conoció a alguien, mediante cartas mantenían un amor
Esa amiga a la que acompañaba a ver a su novio falleció al dar a luz a una de sus hijas, y él, ese amor que Juana mantenía con ese hombre por cartas, hoy en casa le decimos “El gran Eligio”, “el abuelo”
Eligio Delvalle, mi viejo, nació el 23 de septiembre del 1952.
En Formosa, en una casilla de madera en el campo de Formosa, el río, la laguna, las vacas, los chanchos, las serpientes, son sus historias de chico, “para comprarme los útiles del colegio con mi hermano plantábamos algodón”, ocho años tenía cuando jugando lo picó una serpiente, no se dio cuenta, estaba cansado… se iba a ir a dormir, su mamá, mi abuela, Victoria Martínez, la vi una sola vez (que recuerde) pero algo me quedó en el pecho, tenía un alma grande esa mujer, algo me decía eso
—Me voy a acostar ma, no me siento bien– le dijo Eligio.
—Tomate un vaso de leche y anda a dormir… – le dijo su mamá.
Ese vaso de leche le salvó la vida, el efecto que tiene frente al veneno de serpiente literalmente le había salvado la vida a ese nene de ocho años.
Un mes estuvo internado después.
“Eligio, su familia y una parrilla, chámame de fondo” y el chabón es feliz.
Se juntaron las potencias cuando se conocieron estos dos, Juana y Eligio, sobran las palabras para todo lo que nos han enseñado.
Y la otra amiga que tuvo Juana en la escuela de policía Juan Vucetich fue Itatí, la acompañó hasta el final.
Tuve el placer de verla varias veces:
“Vos no sabes lo que es tu mamá para mí, ni idea tenés de las cosas que me ha enseñado, el día que nos entregaban el título, todos estaban acompañados por sus familias, menos ella y yo, festejamos solas, ella festejó conmigo y yo nunca me voy a olvidar de eso”.
El amor entre cartas de Juana y Eligio siguió, hasta que no se separaron más
Tuvieron a Antonio, su primer hijo, mi hermano mayor, penitenciario como el padre, su ídolo es, aspira a terminar las jerarquías que Eligio no pudo terminar, es duro como él, son iguales, una vez se hizo el padre de todos, así se siente él, si mi viejo no está quiere llevar la batuta, pero estoy yo para salirme de la fila y se descontrola, mi hermano es un grande, es gigante el tipo.
3 años después.
Juana y Eligio tuvieron un hijo que no llegó a término, lo perdieron (hay que hablar de los embarazos que no pudieron ser, siempre, porque en algún momento lo fueron).
Luego vino Paulo, uh, ese Paulo es un loquito, todo quiere arreglar, todo quiere dejar bien, ordenado y prolijo mira para afuera pero su desorden está adentro, tengo fe de que un día redireccionará sus ojos y dejará de mirar afuera y verá por dentro. Tiene algo especial que lo hace tan adorable, a pesar de todo el caos él siempre tiene un empuje, ese no sé qué.
Ocho años después vino Victoria, para todo el mundo, Belén para su familia, ella es el fiel reflejo de la madre de Eligio, Victoria, los nombres que se repiten en la familia hablan de historias, de secretos que se van traspasando, ella es de alma grande como lo era su abuela, algo tiene ahí que la hace particular, es frágil y dura a la vez, despistada, pero Belén está de pie, siempre al pie del cañón.
Dos años después vine yo, Anabela, Anabelita, “la gordita” me decían de chica, cabrona a fuego, yo voy de frente no me importa dónde o con quién, si hay que ir, vamos para adelante y eso es lo único que diré, el resto lo dirán ustedes.
A los once meses vino María Rosa, “de sorpresa”, de imprevisto, cuentan en cada cumpleaños de ella que mis viejos estaban comiendo asado con su familia en el quincho de mi casa, mi vieja se descompuso, la llevaron al hospital y mi viejo quedó en mi casa con nosotras.
Sonó el teléfono “Felicitaciones papá”, había nacido María Rosa, menos de un kilo pesaba, cuentan que estuvo mucho tiempo en una incubadora, así es su vida, le encanta estar sola, si nadie le habla mejor, yo estaba tomando la teta así que durante años tuvimos una rivalidad fuerte, pero con el crecimiento nos fuimos haciendo amigas, ahora es una compañera de vida de oro.
Y así fue, éramos siete, cinco hijos, mamá y papá.
A todos lados íbamos juntos.
Era hermoso.
Lento el andar
Lenta su voz
Los segundos eran eternos
Los abrazos eran más largos
El vaivén en los bailes ya no estaba allí
El te amo en su voz ocupaba los segundos que le faltaban a esos movimientos
Mi hermana más chica llamó al más cercano de mis hermanos para que la llevaran al hospital, en el auto íbamos él, mi hermano (Paulo), mi mamá y yo. Fue uno de los viajes más largos de mi vida, era de noche, eran las ocho de la noche más o menos, estaba oscuro, no sé si miraba en mi interior o la ventana, solo sabía que yo iba atrás y mi mamá sentada en el asiento del acompañante, yo la agarraba fuerte como un cinturón de seguridad, ella me agarraba fuerte y lloraba, tenía miedo, teníamos miedo
Ella sabía que algo pasaba, yo no la solté hasta llegar, la alejaron de nosotros, estábamos mi hermano y yo en un pasillo, qué largos se hacen los pasillos en una espera, sábado a la noche, parecía que en ese hospital solo estábamos nosotros, ya no había lugar para más miedos que en ese momento, tuve mucho miedo. Salió una doctora, nos dijo que estaba bien, que iban a evaluar con una tomografía la presencia de un tumor, que había que esperar los resultados, me hicieron pasar y la vi, los ojos hablan ¿Saben?…
Hablan más que la propia voz.
La doctora me dijo “contame como fue todo…”.
Le conté y le preguntó a ella, “¿Usted vivió una emoción fuerte estos días?”.
—Decile… –me dijo llorando, la voz ya no era la misma, era intermitente…
Ella nunca me contó que sucedía, pero supe con la mirada que eso era, que esos eran sus miedos…
El cuatro de septiembre previo había nacido Guadalupe, primera nieta de una de sus hijas mujeres, mi hermana mayor Belén, ¿y por qué me dijo eso? “Decile…”.
Las palabras sobran, a veces, cuando uno conoce tanto a alguien.