En tiempos de Macaya - Grosso Anibal - E-Book

En tiempos de Macaya E-Book

Grosso Anibal

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Beschreibung

Andrés Macaya sintetizó todos los defectos y virtudes de la generación de políticos conservadores de fines del siglo XIX y principios del XX. Pero él quería un Bragado distinto al que conoció de niño. En sus veinte años de actuación pública propuso mejoras significativas como la usina eléctrica y el alumbrado público: una novedad en los pueblos del interior bonaerense. También impulsó el incipiente sistema de aguas corrientes que abarcó el centro del pueblo, la creación de un hospital que tardó mucho en concretarse, y la nivelación de sus calles. No hizo fortuna pero seguro supo trabajar desde y con el poder. Fue Concejal, Presidente del Concejo Deliberante, Intendente, Senador, Vicepresidente 1º del Senado y Comisionado en Bolívar, entre otros cargos. Llegó hasta el período del gobierno radical municipal ocupando la presidencia del partido conservador. Por eso se considera actualmente que su influencia fue incuestionable. En tiempos donde la democracia no existía, la prepotencia era una virtud entre esa generación política, pero Andrés Macaya agregaba a esta condición una brillante inteligencia que le permitió diferenciarse del resto por su afán progresista.

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Autor: Aníbal Grosso

Producción Editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación Editorial: Gastón Barrionuevo

Corrección Literaria:

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de Interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones

Grosso, Aníbal

En tiempos de Macaya : historia de Bragado / Aníbal Grosso. - 1a ed . - Córdoba : Tinta Libre, 2019.

292 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-708-377-4

1. Historia de la Provincia de Buenos Aires . 2. Historia Regional. 3. Historia Política Argentina. I. Título.

CDD 982.12

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,

total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor. Está tam-

bién totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet

o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidad

de/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina — Printed in Argentina

© 2018. Grosso, Aníbal

© 2018. Tinta Libre Ediciones

Agradecimientos:

a la escribana Gladys Issouribehere,a la profesora Silvia Alejandra Contreras,al Ingeniero agrónomo José María Roqués,a Silvia Ceccha ya autoridades del Centro de Profesionales Universitarios de la Ingeniería de Bragado

Capítulo 1

Andrés Macaya al frente de la comuna

Andrés Macaya

El 1 de enero de 1893 se llevó a cabo la elección del nuevo intendente. El Concejo Deliberante consagró para ese cargo a Andrés Macaya y para presidirlo a Antonino E. Cambaceres, siendo los vicepresidentes primero y segundo, Osvaldo M. Pereyra y Antonio Espinosa, respectivamente.

Al asumir Andrés Macaya como intendente, su banca como concejal fue ocupada por Honorio Muñoz, en cumplimiento de los artículos 16 y 17 de la Ley Orgánica Municipal. Con su elección como intendente comenzó un largo período en que su influencia en la política local resultó innegable. Resistido por sus opositores, fue sin dudas un conservador progresista. Con su dirección el pueblo creció, se nutrió de los mejores adelantos que la técnica aportaba en esos momentos.

Abelardo Gigena y Pedro Iriart, que continuaban en sus cargos de consejeros escolares junto a Guillermo Doll y Toribio López, electos en las últimas elecciones; se reunieron para constituir el nuevo Consejo Escolar. Guillermo Doll resultó presidente y lo acompañaron: como subinspector, el doctor César Rodas, como tesorero, Pedro Iriart y como vocales Abelardo Gigena y Toribio López. El doctor Rodas no estuvo presente en el acto.

Unos días después el intendente Macaya elevó al Concejo Deliberante el nombramiento de Eduardo Casal como secretario de la Intendencia, en reemplazo de Pablo de Huerta quien había renunciado al cargo.

El 3 de enero, se designaron las comisiones internas del Concejo Deliberante, integrándose Hacienda con los municipales Ramón M. Pérez, Nicanor Lugones y Osvaldo M. Pereyra; Obras Públicas con Osvaldo M. Pereyra, Antonio Espínola y un vecino del pueblo, que debería designarse en una próxima reunión, y se designó municipal encargado de Solares a Nicanor Lugones.

Por tener que ausentarse de Bragado, Antonio Larroque presentó su renuncia como municipal suplente, pero pronto volvería como integrante de la Unión Cívica Nacional, porque las ausencias eran una excusa aceptada.

Las renuncias fueron frecuentes en ese tiempo. El 16 fue aceptada la que presentó en forma indeclinable como municipal Osvaldo M. Pereyra, basada “(…) en la falta de tiempo material para dedicarle al cumplimiento que importa el honroso puesto (...)” y en su reemplazo se nombró al suplente Gerónimo Grisalía. Asimismo, quedó vacante el cargo de vicepresidente primero que pasó a ocupar Nicanor Lugones. El Concejo aceptó también la renuncia del secretario del cuerpo, Eduardo Casal, que había comenzado a desempeñarse como secretario de la Intendencia, y la presentada por Antonio Larroque.

Otra renuncia el día 22, “Tengo el sentimiento de no haber podido hacer nada de lo mucho que hay por hacerse en ese sentido en este pueblo y creo firmemente que las causas no se le escaparán al Señor Presidente. Ahora bien como me retiro de la localidad quiero cumplir con el deber, siquiera de presentarle esta renuncia (...)”, así se expresaba el doctor César Rodas, que se trasladaba a Pehuajó, donde fueintendente interino en 1897, como presidente del Concejo Deliberante. Se dirigió al presidente del Concejo Antonino Cambaceres al renunciar como integrante de la Comisión de Higiene: “(…) mi renuncia indeclinable de Inspector de las Casas No Santas (prostíbulos) con que fui honrado en agosto del año próximo pasado (...)”. Lógicamente, renunció al Consejo Escolar.

Mediante decreto José Blanch fue confirmado como Juez de Paz titular y Antonio Molinari como suplente para el año en curso.

El comisario Fortunato Silva, el 29 de enero, comunicó al Juez de Paz que “(…) he procedido a la captura de Florencio Constantino el cual queda a la disposición de ese Juzgado (…)”. Aunque aún no era reconocido por sus habilidades de tenor, se lo acusaba del asesinato de un peón, pero también es posible que fuese una advertencia por su adhesión al radicalismo.

El alumbrado cambió de concesionario. Juan C. Sierra, de acuerdo al pliego de condiciones, ofertó $ 1,85 moneda nacional mensual por cada farol por el servicio de alumbrado público, y el día 25 firmó el contrato con la Intendencia por el servicio que constaba de 137 faroles, manteniendo el precio unitario si el Municipio aumentaba o disminuía su número. El contrato incluía la iluminación durante dieciocho días al mes, desde la oración hasta la una de la mañana, con luz completa en los meses de primavera y verano y hasta las doce de la noche los meses de otoño e invierno, empezando a encender los faroles al día siguiente de la luna llena. El contrato finalizaba el 31 de diciembre.

Abelardo B. Parodi, propietario de La Época, Diario Político y Noticioso, ofertó el día 9 de febrero: “(…) hacer las publicaciones oficiales que sean ordenadas por la Ley Orgánica de las Municipalidades y la Ley provincial de elecciones, así como las ordenanzas dictadas por el Honorable Concejo Deliberante y que fueren aprobadas por la Intendencia por la suma de Doscientos pesos moneda nacional”, lo que se aprobó. ¿Acaso había cambiado la línea editorial del periódico?

El 15 de febrero, el intendente Macaya comunicó al Concejo Deliberativo “(...) que en vista de no venir a ésta el Agrimensor Municipal Señor Aranguren, a pesar de haber sido ya apercibido para el buen cumplimiento de su deber, me he visto en la imprescindible necesidad de suspenderlo en sus funciones” y además, “(...) nombré interinamente para estos servicios con fecha 23 del próximo pasado, al señor Don Antonio Molinari”. El Concejo Deliberativo convalidó la suspensión de Aranguren como agrimensor municipal, “(…) en vista de sus continuas faltas al cumplimiento del deber (…)” y el nombramiento de Antonio Molinari en su reemplazo, con el objeto de atender en forma rápida el diligenciamiento de los trámites de escrituración de solares. Se desconoce si Aranguren era agrimensor, pero Molinari no lo era, lo que sí se sabe es que era un hombre del movimiento político gobernante en Bragado. Sin embargo, el 15 de abril, Domingo Duhagón fue nombrado agrimensor municipal con carácter definitivo.

El intendente Macaya elevó nota al Concejo el 5 de abril, en la que informaba “(...) que se ha adquirido la máquina ‘Champion’ y algunos vecinos de ideas progresistas han ofrecido en préstamo bueyes para hacerla funcionar (...)”, pero “(...) para que estos trabajos no sean inútiles, proceder previamente a la completa nivelación de esta población (...)”, por esta razón, el Concejo Deliberativo resolvió llamar a licitación la obra de nivelación de la población. Esto se publicó en los diarios La Prensa y La Nación de la Capital Federal.

Sociedad Española

El 13 de julio, se firmó el contrato entre la Municipalidad, representada por el intendente Macaya, y los ingenieros Leonardis y Roberg “(...) para efectuar los estudios de la nivelación y desagüe de Bragado (...)”. Efectuada la nivelación, esta debía materializarse mediante “(...) estacas de madera dura o hierro diez centímetros bajo el nivel del terreno en cada boca-calle las que servirán de punto de referencia para la ejecución de los trabajos de abovedamientos (...)”. Además, “(...) la Municipalidad recibirá los trabajos previa aprobación del departamento de Obras Públicas de la Provincia”.

El 1 de agosto (con la revolución que narraremos más adelante en marcha) el ingeniero Roberg le solicitó al aún intendente Macaya “(...) Que atendiendo a la situación anormal por la que está atravesando la Provincia y en salvaguardia de nuestros intereses pedimos una prórroga para la terminación de los estudios (...) Fundamentamos nuestra petición en que por causa que son de dominio público, hace cinco días no se puede trabajar y que con arreglo a los sucesos políticos, no se podrá proseguir estos trabajos en algunos días más con la completa tranquilidad y seguridad que exigen estos estudios(...)se nos conceda un mes más de tiempo para concluir los estudios de dicha nivelación”.

En octubre, pasada la conmoción que produjo la revolución, Macaya encaró con preocupación el tema de los desagües de la planta urbana, pero los trabajos se demoraron. En consecuencia, el ingeniero Rosberg volvió a dirigirse al Municipio solicitando definiciones para poder terminar su trabajo. Anunció, además, los mayores costos que producían las demoras y comunicó al secretario Casal que “Me tomo la libertad de dirigirme a Ud. para saber, si la nueva Municipalidad en esa ha tomado resolución alguna respecto a la forma en que lo quiere al desagüe del Pueblo ‘Bragado’ para que pueda al fin, sobre la base de la nivelación ya hace mucho principiada y concluida, terminar y deshacerme de este trabajo (...) le pido tenga a bien avisarme, si la intención de ustedes es llevarla a la laguna grande en la cercanía del pueblo (...)”.

La tarea la realizó, el 2 de diciembre, el ingeniero Leonardo De Leonardis, socio del ingeniero Rosberg. Este le comunicó al presidente del Concejo Municipal Pedro Núñez “(...) que el estudio del desagüe de ese Pueblo, está ya concluido (...)” y “(...) será nuestro deber llevarlo a esa Municipalidad, previa aprobación del Departamento de Ingenieros de La Plata”.

La violencia política existía y se descargaba sobre los periodistas, pues Octaviano Menchaca, director de la imprenta donde se imprimía La Opinión, fue agredido. Este acto tendría una derivación impensada. Se presentaron cargos contra la preceptora de la escuela Nº 2 Magdalena Agnese de Pereyra, certificados por el Consejo Escolar, que decidió separarla del puesto. El sumario que se levantó decía:

Tenemos el agrado de comunicar a usted, que, de acuerdo con los dispuesto por el Consejo Escolar en sesión del día 11 del corriente y con el deseo de informar a usted la verdad de la sucedido en la Escuela Nº 2 el día 8 del actual, nos hemos apersonado en las casas de las alumnas María Isabel Domato, N. Rafasquino, Emma Bonahora, Carmen Blanch, N. Arrigorriaga, María E. Ugarte y otras, a quienes en presencia de sus respectivos padres o tutores manifestamos el objeto de nuestra visita y les exigimos dijeran la verdad de la que hubieran oído a su maestra Señora Magdalena A. de Pereyra, el día 8 del actual, a propósito del incidente ocurrido con Don Octaviano Menchaca, Director del diario “La Opinión”, resultando de las declaraciones prestadas por las mencionadas alumnas plenamente comprobado que un momento después de lo sucedido en la imprenta del citado diario (2 p.p. aproximadamente), la Maestra de la escuela Nº 2, en plena clase y de una manera poco digna para el puesto que ocupa y lugar donde se encontraba empezó a comentar lo sucedido, diciendo entre otras cosas, que los que habían herido al señor Menchaca eran unos compadrones asesinos, que su esposo era hombre a quien no se le mojaban las pantalones y que, si él se hubiese encontrado en el lugar del suceso, haciendo uso del estoque y revolver con balas envenenadas que tiene, los habría muerto a todos, que el Subinspector Abelardo Gigena no era sino un asesino y que en adelante ella no lo reconocería como miembro del Consejo Escolar, agregando también algunas de las declarantes que dicha maestra abandonó la clase, no presentándose a ella hasta la hora de salida (4 p.m.).

Unos días después el Consejo Escolar cambió su resolución del día 15 y, entonces, le impuso la pena de suspensión del sueldo por diez días.

También por este hecho, Abelardo Gigena renunció en forma indeclinable al cargo de subinspector, y se nombró en su lugar a Toribio López.

Al finalizar abril en la Legislatura se eligieron las autoridades para el siguiente período legislativo, resultaron electos: vicepresidente del Senado, Guillermo Doll y vicepresidente segundo de la Cámara de Diputados, Facundo B. Quiroga. Dos bragadenses en cargos políticos de significación.

El 18 de mayo el intendente Andrés Macaya se dirigió al presidente del Concejo Deliberativo para poner en conocimiento que “(...) he cambiado ideas con varios vecinos respetables con el objeto de llevar a cabo una obra que por su importancia, sería un verdadero beneficio en pro de la Comuna si ella se realizase. Me refiero a la construcción de un edificio que sirviera para Hospital... Esta población que con tanto entusiasmo se asoció a las obras de nuestro Templo Parroquial, con mayor gusto lo hará tratándose de un Hospital, donde el desvalido, el enfermo, puede curar sus males, no vacilo en solicitar de esa digna Corporación, se me faculte para proseguir con tan laudable fin, hasta tanto se vean realizados estos propósitos (…)”. Comenzó aquí el largo peregrinaje para construir nuestro hospital municipal.

El Concejo Deliberante expresó entonces en respuesta al intendente, “(...) en lo que se refiere a la necesidad de establecer en este pueblo un Hospital, se ha resuelto confiar a esa Intendencia la organización o designación de una Comisión de Vecinos que se ponga al frente de los trabajos, debiendo formar parte de esa Comisión los señores miembros del Honorable Concejo Deliberante Antonio Cambaceres, Antonio Espinosa y Ramón Pérez”.

El 21 los vecinos, invitados por Andrés Macaya “(...) con el fin de llevar a efecto la idea de fundar un hospital en el pueblo, se han constituido en Comisión (...)”. El 30 Macaya le comunicó al Concejo Deliberativo “...que definitivamente ha quedado constituida la Comisión que correrá con todo lo concerniente a la fundación del Hospital (...)”. La presidía Juan Bautista Roqués, y se nombraron, además, subcomisiones para la recolección de fondos y para la elección de terreno.

La primera recaudación fue comunicada a Macaya por la comisión pro hospital, que informó que por suscripción se habían recaudado $4.225,00 moneda nacional.

El Concejo Deliberante resolvió concurrir al pago de los gastos que demandó la construcción del hospital diciendo “(...) que la Municipalidad cooperará con el importe del déficit que resulte al terminarse la obra”.

El 24 de julio de 1893, un grupo de afiliados al Partido Provincial (conservador) invitaban a una reunión a efectuarse el día 26, en el comité general, con el objeto de formar una Junta Provisoria de Gobierno que debía tomar a su cargo las tareas de reorganización del partido. Firmaron la nota, entre otros, Guillermo Doll y Facundo Baldomero Quiroga, dirigentes de gran relevancia en este sector; Doll fue elegido presidente de esa Junta. Sin dudas, preocupaba la situación política que en pocos días más haría eclosión.

Capítulo 2

La revolución radical

Martín Irigoyen

El 30 de julio de 1893, estalló, en 88 localidades de la provincia, una revolución en la que participaron la Unión Cívica Radical y la Unión Cívica Nacional. La primera fue encabezada por Hipólito Yrigoyen y el coronel Martín Irigoyen, y los nacionales por el general Manuel Campos. Fue una revolución sangrienta. En Bragado se produjo la muerte del comisario de policía Fortunato Silva, quien se había rendido por la grave herida que produjo su deceso más tarde. Los revolucionarios en Bragado estaban al mando del coronel Merlini, quien contó con la colaboración del capitán Francisco Fernández y del teniente Antonio Fernández. A ellos se les sumaron luego, los capitanes Francisco Lugones, Arturo Sempé y Arturo Belgrano. Uno de los cantones que se formaron aquí estuvo en la iglesia y, aunque el tiroteo duró pocas horas, las torres recién inauguradas recibieron su bautismo de fuego.

En Bragado se firmó un Acuerdo de Guerra entre el Gobierno municipal y las fuerzas revolucionarias.

Al día siguiente para tomar la dirección de las fuerzas populares leales contra los sediciosos, el gobernador Costa nombró, entre otros, a su hermano el coronel Pedro Antonio Costa y le entregó cinco mil pesos para los gastos que originara su cometido.

Ese día La Prensa se refirió al movimiento titulándolo “Revolución en Buenos Aires” y en el texto: “En Bragado hay armisticio hasta hoy a las 10 a.m. El comisario resultó con varias heridas de gravedad. Se cree haya fallecido”.

Constantino, a la derecha,

revolucionario radical

El 2 del mes siguiente, Hipólito Yrigoyen concentró en Temperley, a 3.000 hombres dispuestos a tomar La Plata. Todo pareció desmoronarse ante el ímpetu de la revolución que se vislumbraba triunfadora.

El día 4 la revolución nombró un interventor, Castelford Mealla, vicepresidente primero del Comité de la Cuarta sección electoral de la Unión Cívica Radical, para organizar el gobierno en Bragado. Para ello reunió a los vecinos con su misma ideología y les encomendó la tarea diagramada por el movimiento: crear una Junta Revolucionaria, la que quedó integrada por: Enrique Moutier, como presidente; como vocales: Aparicio Islas, Pedro Regalado Núñez, Feliciano Salinas y José Gregorio Islas; como secretario Norberto F. Casco. La primera decisión de la Junta fue nombrar intendente a Aparicio Islas, Juez de Paz a Pedro Regalado Núñez, comandante militar a José Gregorio Islas y comisario de policía a Feliciano Salinas.

Aparicio Islas

Al día siguiente renunció el gobernador Julio Costa, acusando al Gobierno Nacional de entregarlo indefenso a los rebeldes. El vicegobernador Víctor del Carril no aceptó hacerse cargo de la Gobernación, por lo que la asumió el vicepresidente del Senado, Guillermo Doll.

El día 8 Tribuna con los títulos “Noticias de La Plata- El Sr. Doll en el gobierno- Pidiendo la intervención”, publicó la siguiente información:

Según los últimos informes que llegan de La Plata, el señor Doll asumió el gobierno, que no había querido hacerse cargo de él el vice gobernador señor del Carril quien se había negado asimismo de presentar la renuncia.

El nuevo gobernador, cuyo mandato debe ser muy efímero, manifestó que solo asumiría el poder en previsión de los conflictos que pudiera acarrear su acefalía y para requerir la intervención federal, como en efecto acaba de hacerlo, según noticia que acaba de circular y que confirma un boletín de La Nación.

Evidentemente, el pedido de intervención responde a inteligencias con los cívicos nacionales y tiende a impedir que los radicales tomen posesión de la capital de la provincia, según lo han acordado, hecho que debía tener lugar en la mañana de hoy.

Con el largo título de “Nuevos ecos del día- La revolución sobre La Plata- Las notas del gobernador Doll- No se pide la Intervención- Marcha de los dos ejércitos revolucionarios- Conferencias con el gobernador- Se busca un arreglo- En el Congreso- Otras noticias”, en otro artículo se expresaba:

En la mañana de hoy, como ha sido anunciado, llegó en el “Azopardo” el general Bosch.

Ha sido el conductor de dos notas dirigidas al ministro del interior, por el vicepresidente del senado don Guillermo Doll, comunicando en una haber asumido el poder ejecutivo de la provincia, por renuncia indeclinable del gobernador y vice gobernador, y en la segunda, dando cuenta de que el estado de anarquía de las poblaciones y la situación del gobierno en La Plata, que a su juicio el gobierno nacional debe intervenir en alguna forma para evitar mayores conflictos y más graves consecuencias.

No existe, pues, el pedido de intervención, como se ha anunciado y podemos asegurar que hasta este momento, tal pedido no ha sido hecho en la forma que corresponde.

También en Bragado se produjeron renuncias, Antonino Cambaceres dimitió ante el presidente del Comité Ejecutivo Revolucionario Radical, Enrique Moutier: “Pongo en sus manos mi presente renuncia del puesto de Presidente del Concejo Deliberante Municipal para que haga de ella el uso legal que crea útil a la población y también al gobierno provisorio del Municipio, que se me acordó en el acuerdo de guerra de fecha 30 de Julio, por creer llegado el momento señalado en la cláusula de ese acuerdo que como ciudadano probo y esclavo de mi palabra respeto y acato”.

Un día después, 5 de agosto, como 9 de Julio aún estaba en manos de los conservadores para tomar la plaza se formó un Comando Zonal al que se incorporó Risso Patrón con mil hombres que lo acompañaron desde Chivilcoy. En esas circunstancias, se decidió converger sobre 9 de Julio, formando dos columnas, una, al mando del teniente Ramallón y de Risso Patrón que utilizaron el ferrocarril y la otra, encabezada por el recientemente nombrado intendente de Bragado, Aparicio Islas, junto con Gregorio Islas y Narciso Lugones que lo hicieron por el camino de tierra a caballo.

Las fuerzas revolucionarias se concentraron en la estación ferroviaria y desde allí marcharon hacia la Intendencia. Ante la inutilidad de la defensa, los asediados en el municipio decidieron parlamentar, pero en ese instante, una descarga de fusil impactó en el teniente Ramallón que cayó muerto. Entonces, los radicales decidieron tomar la Intendencia y la comisaría, que fueron ocupadas sin resistencia.

El 7 de agosto, se reunió en Lomas de Zamora la Convención Radical Revolucionaria, pero como Hipólito Yrigoyen no aceptó el cargo, se designó como gobernador provisional a Juan Carlos Belgrano.

Dos días después la Junta Revolucionaria de Bragado nominó los cargos de concejales titulares a Aparicio Islas; Enrique Moutier; Toribio V. López; Juan Villafañe; Félix Martínez; Antonio Espinosa; Luciano Vélez y Arturo Huerta, y como suplentes a Antonio Cantizani; Emilio Ibarra (hijo); Abelardo Gigena y Jorge Langley. Se cubrieron también los cargos de consejeros escolares. Los concejales de la revolución confirmaron, el 12, a Aparicio Islas como intendente de Bragado.

Juan Carlos Belgrano

Ese día Tribuna, con el título “Legislatura provincial”, publicó la siguiente noticia:

Sorprendidos los legisladores platenses por la actitud del señor Doll, no se reunieron, a pesar de hallarse en número bastante, en el día de ayer, resolviendo celebrar, antes de hacerlo, una reunión privada, a fin de armonizar ideas y trazarse una ruta a seguir.

La tendencia predominante era constituir un gobierno provisorio que fuera simpático al partido cívico nacional, citándose ya, como candidato a gobernador interino, al Sr. Martín Campos.

La Prensa publicó “Otra noticia”, con el siguiente contenido:

Bragado, Agosto 11 de 1893- Merece una mención especial entre muchos ciudadanos igualmente meritorios que han tomado parte activa en estos sucesos los señores capitán Jacinto Fernández, teniente Antonio J. Fernández, capitán Narciso Lugones y teniente Cazuna y capitán Arturo Sempé.

El 10 de agosto el Congreso Nacional sancionó la intervención a la provincia de Buenos Aires. Emitido el decreto reglamentario de la ley de intervención, el 14 se designó comisionado en la provincia a Eduardo Olivera, asumió el 18; pero no todo había terminado.

Eduardo Olivera

El 19 de agosto, en Bragado, el Concejo Deliberante, presidido por Enrique Moutier, autorizó a Islas a retirar de la casa de comercio Etchepare y Cía., $8000 de recursos municipales depositados para “... efectuar el pago de diversas cuentas de gastos originados por la anterior y actual administración…”. Este dinero más adelante generaría controversias entre radicales y conservadores por el uso que se le dio.

Ese mismo día, ante el envío de una fuerza represora al mando del general Bosch La Prensa narró los acontecimientos de “La revolución en el Oeste de la Provincia” del siguiente modo:

Preocupada la atención pública sobre los acontecimientos desarrollados en La Plata y en la Capital Federal, recién podemos dar una información circunstanciada de las operaciones realizadas por las fuerzas revolucionarias en el Oeste, donde se formó un cuerpo de ejército de importancia, que no concurrió a Temperley y que hasta hoy ha estado sugiriendo rumores y alarmas, ya completamente infundados. En efecto, el ejército del Oeste fue licenciado desde el día 14 del corriente, no quedando fuerza alguna en pie de guerra, fuera de los policías necesarios para la seguridad. De manera que la expedición militar del general Bosch, con todo el aparato de un conquistador, va contra poblaciones indefensas, absolutamente desarmadas, y donde la revolución triunfante abandonó todo apresto guerrero. Es en verdad una campaña contra moros muertos que no dará otro resultado que la malísima opresión que produce la presencia del comandante Mena y otros comisarios u oficiales del viejo régimen, que después de rendidos a la revolución del Oeste, aparecen escoltados por las armas nacionales, dándose los aires de una restauración del costismo, que jamás resucitará, porque ha perecido bajo el peso de una condenación unánime y nadie podría rehabilitar.

Pasemos ahora a la narración: El ejército del Oeste ha tenido por jefe civil y comandante en jefe al Dr. Arturo Elías, y como jefe militar al coronel D. Tristán Castro. Componían esta división los revolucionarios y guardia nacional de Mercedes, Suipacha, Chivilcoy, Bragado, 9 de Julio, Pehuajó, Trenque Lauquen, Bolívar, Lincoln, Villegas, General Pintos, Carmen de Areco, parte de Chacabuco y Junín. Su fuerza llegó a contar cuatro mil hombres, de los cuales dos regimientos de lanceros, uno de carabineros, un escuadrón de indios y los demás infantería.

También los revolucionarios habían improvisado artillería con tres pequeñas piezas, de las que sirven en los pueblos para salvas en los días de fiestas nacionales. Tenía, además, cinco bandas de música, venidas voluntariamente de sus pueblos. Todo este ejército se ha improvisado en pocos días y sin más recursos que los suministrados voluntariamente por las poblaciones y el esfuerzo de los directores.

El 30 de Julio a las 4 de la mañana, estalló la revolución simultáneamente en Chivilcoy, Bragado, Lincoln, General Pintos y Chacabuco.

En Mercedes existía un piquete de Guardias de Cárceles y policía numerosa, para el mismo día 30 al amanecer, se reconcentró la mayor parte en Luján, a las órdenes del comandante Mena.

A Mercedes debió concurrir a las 4 de la mañana el coronel Castro, con cuarenta hombres organizados para apoyar el movimiento popular; pero por circunstancias especiales, esa fuerza tomó otra dirección, y el golpe fracasaba. Como la ciudad había quedado poco guarnecida, y en la cárcel solo restaban 25 hombres, a las 11 de la mañana el jefe de la revolución, Dr. Elías, intimó rendición a la policía. A esa hora se habían retirado los grupos revolucionarios y solo quedaba uno perteneciente al cantón que debía formarse en la intendencia, frente al Cabildo y en la plaza misma.

Ese grupo, compuesto de ocho jóvenes con el Dr. Elías a la cabeza y el teniente Rodolfo Aguilar, tomó la plaza después de un tiroteo y de la muerte de un soldado de la guardia de cárceles perteneciente a un pelotón que había venido apresuradamente a defender la policía.

Inmediatamente se formaron cantones y hubo que improvisar elementos en donde no había, recolectándose fusiles o carabinas y municiones uno por uno, pedidos a los vecinos. Así se organizó la defensa, teniendo a diez cuadras la cárcel todavía con su guarnición, y en Luján al comandante Mena con varias policías reconcentradas.

En Chivilcoy la revolución encabezada por el teniente Risso Patrón había triunfado. En el Bragado después de obstinada lucha en que murió el comisario, la revolución sucumbió. Mercedes y Chivilcoy no pudieron prestar auxilio por escasez de armas y estar amenazados. Apenas aumentado a 40 o 50 hombres la fuerza revolucionaria de Mercedes, se intimó rendición al piquete de la cárcel y se entregó. Los cantones aumentaron, se formó caballería, para explorar y vigilar a Mena. Éste no se movía de Luján, donde se acantonó.

En esa situación llegaron 50 hombres de Chacabuco, pedidos por el Dr. Elías y se desprendió igual fuerza de Mercedes que en combinación con Chivilcoy, y a las órdenes del Dr. Castelfor Mealla, capitán Belgrano y teniente Merlini rindieron al Bragado, donde 200 hombres se entregaron a 100, gracias a los rumores hechos circular con anticipación de que esa era la vanguardia de fuerzas superiores.

Tomado el Bragado se pensaba atacar a 9 de Julio, donde el comisario Rivademar se había acantonado con las policías de 9 de Julio, Pehuajó, Trenque Lauquen y guardias nacionales. Pero en ese momento se presenta inopinadamente en Mercedes el comandante Mena y toma la cárcel, que estaba custodiada por extranjeros.

Felizmente el día anterior había llegado el coronel Castro, que recién podía incorporarse a su jefe, y que había expedicionado en el Norte, tomando Moreno, Rodríguez recorriendo toda la línea hasta librar combate en San Nicolás, de donde se retiró después de reñidas luchas en que hizo numerosos prisioneros.

Un episodio. Al tomar la dirección al Norte, en la estación Carlos Keen el tren en que iba Castro, se encuentra con otro tren en que venía la policía de Carmen de Areco. El coronel Castro, abocando su revólver, intima rendición al sargento. La policía apunta con sus fusiles. Están a dos pasos. La fuerza de Castro aglomerada no se había formado. Hubo un momento de tremenda expectativa. Pero el sargento se rinde y la policía es desarmada.

Volvamos a Mercedes. Mena se presenta a las 4 de la mañana y ha tomado la cárcel. En el acto se organiza la defensa, y el Dr. Elías ordena la concentración de todas las fuerzas disponibles en la línea del Oeste. Al mismo tiempo ordena rendición al comandante Mena, quien pide tiempo para contestar hasta las 5 de la tarde. Se espera y se apura la concentración.

El comandante D. Ponciano Torres había sido desprendido del cuartel general en Temperley para batir a Mena. Al dirigirse el jefe revolucionario del Oeste a General Rodríguez, sabe de la misión del comandante Torres. A las 12 llega el comandante Mena, pidiendo al mismo tiempo llevar él con su división el ataque. Mena no se rinde y diez minutos después las fuerzas de Torres llevan el ataque, concurriendo también el piquete del comandante Pereyra y el grupo de jóvenes francotiradores que quieren ensayar los pequeños cañones y van también al fuego.

Apenas empezado el combate la previsión reunía poderosas fuerzas. Después de dos horas de fuego, se rinde el comandante Mena, y en el acto parten las fuerzas de Chivilcoy, Bragado y una compañía de Mercedes para atacar al 9 de Julio. Allí nueva concentración. Se ordena a la división General Pintos marchar de Junín. Bolívar, con el comandante Dozo avanza también a 9 de Julio; los revolucionarios de Lincoln, al mando del Dr. Páez, se unen a los enviados de Mercedes, Chivilcoy y Bragado, y otra fuerza del comandante Décima. Estos atacan a 9 de Julio, que a los primeros tiros se rinde.

Los rendidos eran cerca de 400, perfectamente acantonados.

El comisario Rivademar ha dicho que lo atacaron 1.500 hombres; es error. No pasaban de 400.

Ese comisario confunde la fuerza que lo atacó con la concentración general ordenada, que se produjo horas después. Efectivamente, si él resiste, habría tenido inmediatamente encima una fuerza incontrastable.

Así quedó dominado el Oeste, y después el ejército se disponía a marchar a Temperley, cuando vino el desarme.

En Mercedes se pasó revista a las fuerzas y en medio de dianas se licenciaron.

Al licenciarse, el Dr. Elías les dirigió una proclama que terminaba así:

“Ya se publicarán los partes detallados y nadie será olvidado. Entretanto, séame permitido recomendar a la consideración pública a nuestros dignos jefes el coronel Castro y el comandante Pereyra, soldados hechos y viejos veteranos de la libertad, y los comandantes de los cuerpos del ejército Dr. José Mª. Páez, jefe de la división Lincoln; el comandante Dr. Castelfort Mealla, jefe del batallón Mercedes; el comandante Publio Risso Patrón, jefe de la guardia nacional de Chivilcoy; los comandantes Gurrico, Silvestre Arias y Rimada, jefes de la división General Pintos y Villegas; al comandante Scotto, jefe de la guardia nacional de Pehuajó; al comandante Lara y mayor Islas, jefes de las fuerzas del Bragado; al comandante Juan Beheregaray, jefe de la guardia nacional de Chacabuco; al comandante Federico Dozo, jefe de la división Bolívar; al comandante Miguel Correa, jefe del regimiento Lanceros de Mercedes; al comandante Décima, de 9 de Julio, y a los distinguidos oficiales capitán Garmendia, capitán Molina, teniente Godoy, teniente Espeleta, teniente Aguilar, capitán Belgrano, teniente Tolosa y tantos otros abnegados soldados que siento no poder enumerar.

Guardias Nacionales del Oeste: La revolución que termina es uno de los acontecimientos más trascendentes de nuestra historia. Nunca se ha visto una acción más espontánea y decidida del pueblo. Después de tantos años de sacrificios, por fin se ve andar victoriosa la bandera de los principios, por fin triunfó el pueblo.

Solo falta que sepamos ser dignos de esta victoria, haciéndola fructífera por la moderación con los vencidos y por el respeto de los derechos para todos, así como por la cooperación a un orden constitucional que haga honor a la primera Provincia argentina.

También sabemos por experiencia que la corrupción trata siempre de reaccionar mientras, no sea extirpada del todo; y por eso debemos estar prontos para ahogar de nuevo por el esfuerzo incontrastable del pueblo cualquier tentativa de restauración que intentaran los enemigos de la libertad. No dudo que entonces, como ahora, acudiréis al primer llamado de vuestros jefes.

Con estos sentimientos, al daros la despedida mandamos romper filas en medio de las dianas de la victoria, os pide este último grito, por la patria:

¡Viva la Provincia de Buenos Aires!

¡Viva el ejército del Oeste!- Augusto Elías, jefe civil de la revolución en el Oeste de Buenos Aires…”

Algunos, sin embargo, debieron cumplir arresto por su intervención en la revolución y, así, el día 5 de octubre Tribuna, periódico porteño, con el título “La Plata” publicó la siguiente noticia: “Ayer han sido puestos en libertad por el juez federal, doctor Aurrecochea, la mayoría de los presos políticos de San Fernando y la totalidad de los del Bragado”.

La Prensa se hizo eco de la aprensión de un delincuente, que se decía protegido por las autoridades municipales de este modo: “Bragado, Agosto, 18- En este momento es llevado a la ciudad de Mercedes, el criminal Cejas, propietario de la célebre Isla Misteriosa y jefe de una gran gavilla de cuatreros, ladrones de hacienda, y otras menudencias que, por su importancia, merecía en este pueblo el título de cueva de ladrones. Esta junta revolucionaria procuró desde los primeros momentos dar casa a este malhechor, y felizmente lo consiguió. Con la justa satisfacción de haber librado a este partido de un ser tan pernicioso, se lo comunica su corresponsal”.

También informó con el titular: “Las autoridades provisorias- Los derrocados y la intervención nacional” que, “La junta revolucionaria de ésta, requerido por el jefe de policía Benzano sobre el número de plazas y armamento que tenía la policía local, contestole que no reconocía otra autoridad que la del Interventor Nacional o Gobierno provisorio”.

Transcribo a continuación el telegrama que la junta revolucionaria ha dirigido al interventor, con motivo de los sucesos del 9 de Julio:

Lucio Vicente López

Al Sr. Interventor Nacional de la provincia de Buenos Aires- La Plata- Tenemos conocimiento que ha estallado un movimiento revolucionario en el vecino partido de 9 de Julio, apoderándose de la policía y otras reparticiones públicas de aquella localidad y susurrándose que se pretende hacer la misma cosa aquí en este partido, en donde desde hace muchos días reina el amor y orden haciéndose los servicios públicos con toda regularidad. Como los rumores a los que hacemos referencia pueden llevarse al terreno de los hechos, tenemos el honor de declarar a V.E. que las autoridades aquí constituidas acatarán cualquier disposición emanada de la autoridad de V. E., pero que secundados por el pueblo haremos respetar el actual estado de cosas repeliendo enérgicamente cualquier movimiento subversivo que pretenda reponer las autoridades derrocadas por la revolución. Aparicio Islas, intendente- Pedro R. Núñez, juez de paz, Feliciano Salinas.- Hoy fueron remitidos a la cárcel del departamento, Romualdo Cejas y Pedro Quiroga, autores de grandes robos de hacienda en este partido, desde hace quince años.

Para encauzar los gobiernos municipales, el 23 de agosto, el interventor de la provincia, Eduardo Olivera, decretó el nombramiento de comisionados en los distintos partidos. En Bragado se designó a Máximo Fernández, que se hizo cargo de la municipalidad, la policía y demás reparticiones de la administración local. Además, el 17 del mes siguiente, se dirigió al comisionado Máximo Fernández solicitando “(...)una lista de ciudadanos respetables, vinculados a esa localidad sin distinción de color político, lo que servirá de antecedente para las demás autoridades que se van a nombrar (...)”. El objeto era nombrar al Juez de Paz de Bragado, al comandante militar y a los municipales, pero el 19, el presidente Luis Sáenz Peña aceptó la renuncia presentada por el interventor Olivera y designó en el mismo acto al doctor Lucio Vicente López.

El 23 de setiembre por decreto de la Intervención, “Nómbrase en comisión en el Distrito de Bragado, Municipales titulares Pedro R. Núñez, Andrés Macaya, Bautista Roqués, Aparicio Islas, Nicanor Lugones, Octavio Ituarte, y suplentes Francisco Trejo, Ramón Ibarra, Ernesto Mañé, Feliciano Salinas; Comandante Militar Belisario Biaus; Juez de Paz Antonino Cambaceres y suplente Mariano Ibarra”. El 7 de octubre, ante la renuncia elevada por Mariano Ibarra como Juez de Paz suplente, el Poder Ejecutivo provincial designó a Antonio Larroque.

Esta composición del concejo y restantes cargos reflejaba las distintas tendencias políticas que convivían en la provincia: autonomistas, nacionales y radicales. López decretó también el cese de los mandatos de los comisionados de la Intervención. En Bragado, para completar el cuadro de autoridades, el día 27, se nombró a Carlos Cutiellos, de una de las líneas conservadoras, como encargado, en comisión, del Distrito Escolar.

El 5 de octubre, por decreto, se completaron las designaciones para cubrir el número legal de ocho, designando como municipales titulares a Mariano F. Biaus y a Máximo Fernández.

El objetivo fundamental de la intervención de López era crear las condiciones para efectuar elecciones lo más limpias posibles, difícil cometido de lograr. Para ello el 4 de octubre, decretó que se procediera a levantar el Padrón Electoral de la provincia, de acuerdo con el artículo 53 de la Constitución. La Comisión Empadronadora y la Junta de Reclamaciones se constituirían “(...) en los partidos de campaña, de cincuenta ciudadanos en iguales condiciones (que supieran leer y escribir) a cuyo efecto quedan facultadas las Municipalidades nombradas en comisión para proceder a la designación de los ciudadanos que deban componerlas, elaborando luego un cronograma con el objetivo de llegar a elecciones”. También se decretó la formación del Registro de Extranjeros, en el cual se inscribiría a los extranjeros mayores de edad, con domicilio en el Municipio por lo menos de un año, que pagaran un impuesto territorial que no bajara de cien pesos nacionales o patente que no bajara de doscientos y que supieran leer y escribir.

Fuera de la política, el 13 de setiembre, se presentó Electo Urquizo ante el escribano Barrera con un plano trazado por Antonio Molinari, así, se efectuaron las primeras catorce escrituras que dieron origen al pueblo de Los Toldos.

Estación abandonada de Máximo Fernández

Por la solicitud de la empresa Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, el día 22, el interventor nacional Lucio López adoptó como nombres para las estaciones entre Bragado y Lincoln las siguientes: La Limpia, Máximo Fernández, San Emilio, Los Toldos y Bayauca. Máximo Fernández, el intendente en comisión de Bragado, tuvo entonces una estación ferroviaria con su nombre. Debe recordarse que Fernández en ese momento, había donado los terrenos para que se construyera la estación, como sucedió con otros pueblos de la provincia. Pero también vale la pena recordar que Máximo Fernández es solo el nombre de la estación, porque el pueblo se llama Juan F. Salaberry. El ramal ferroviario se libró al servicio el día 25, y se fijó un plazo de 30 días para la finalización de las obras de detalle a partir de esa fecha.

El 9 de octubre se reunieron los concejales en comisión, designados por el interventor López, elegidos como ya se consignó, con partidarios de las distintas ideologías en pugna. La primera medida fue nombrar intendente a Máximo Fernández y presidente del Concejo a Pedro Regalado Núñez, siendo los vicepresidentes primero y segundo Nicanor Lugones y Aparicio Islas, respectivamente. El intendente, un conservador y en el Concejo, dos radicales y un nacional.

También fueron nombrados para formar el Consejo Escolar Mariano F. Biaus, Osvaldo M. Pereyra, Pedro Álvarez, Ernesto Mañé y Ramón Ibarra. Los tres primeros, reunidos el 17 de octubre, distribuyeron los cargos así: presidente, Osvaldo M. Pereyra; subinspector Mariano F. Biaus y tesorero Pedro Álvarez.

El 23 se constituyó el comité de la Unión Provincial, de tendencia conservadora, en el Partido de Bragado, que presidió Manuel F. Cutiellos, padre de Carlos, que estuvo un corto período de tiempo al frente del Consejo Escolar. Con el título “Unión Provincial” Tribuna publicó, el día 27, el siguiente artículo:

En el Bragado, ha quedado constituido el comité local que responde a la política de la Unión Provincial según instruye el acta siguiente, que se nos somete para su publicación.