Enseñanza para la acción - Juan Antonio Moreno Murcia - E-Book

Enseñanza para la acción E-Book

Juan Antonio Moreno Murcia

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Beschreibung

No podemos "atrapar" a los estudiantes en el aula, sino que tenemos que atraerlos para que se impliquen. El viejo paradigma conductista fundado en "refuerzos y castigos" para "motivar" a través del control y la manipulación, debe ceder paso un paradigma que ponga en el centro la motivación intrínseca de la persona.   Apoyar la "autonomía del estudiante" significa animarlos a ser ellos mismos. Nutrir sus recursos motivacionales internos, proporcionar razonamientos explicativos, utilizar un lenguaje no controlador, dar tiempo para que aprendan a su ritmo, mostrar empatía reconociendo los afectos negativos y dar posibilidades de elección. Cuando el estudiante tiene esta percepción, su motivación es más autónoma y comporta innumerables consecuencias positivas: mayor implicación, percepción de competencia, creatividad, aprendizaje profundo, mayor satisfacción y curiosidad, aumento de rendimiento, bienestar psicológico. Además, favorece la calidad de la enseñanza y previene el absentismo y el abandono escolar. Esta nueva forma de entender la motivación humana está representada por la "teoría de la autodeterminación", que reivindica el papel relevante del docente en el proceso educativo como generador de climas motivacionales en el aula, así como el papel protagonista del estudiante en su aprendizaje.  Esta obra proporciona al docente herramientas prácticas y útiles que le ayuden a aceptar y apoyar la autonomía del estudiante, para que el aula se convierta en un auténtico contexto de confianza y funcionamiento positivo, crecimiento personal, prosperidad y satisfacción.

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Seitenzahl: 221

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Índice de contenido
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Autonomía docente y pedagógica
1.2. Hacia una teoría que responda pedagógicamente a la autonomía del estudiante
1.3. La presente obra
2. MODELOS DE ENSEÑANZA Y APOYO A LA AUTONOMÍA
2.1. Introducción
2.2. Modelos de enseñanza en educación
2.2.1. Aproximación conceptual ¿El apoyo a la autonomía es un método, una técnica, un modelo, etc.?
2.2.2. Los modelos de enseñanza desde la teoría de la participación y su relación a un estilo docente motivador con apoyo a la autonomía
3. MOTIVACIÓN AUTODETERMINADA
3.1. Introducción
3.2. Teoría de la Autodeterminación
3.2.1. Teoría de la evaluación cognitiva
3.2.2. Teoría de la integración orgánica
3.2.3. Teoría de la orientación de causalidad
3.2.4. Teoría de las necesidades básicas
3.2.5. Teoría de los contenidos de meta
3.2.6. Teoría de motivación de las relaciones
3.3. Modelo jerárquico de la motivación intrínseca y extrínseca
3.4. Marco de la dialéctica
3.5. Importancia del estudio de los procesos motivacionales
3.5.1. Desde la perspectiva de los estudiantes
3.5.2. Desde la perspectiva del docente
3.5.3. Influencia de los docentes en los estudiantes
4. APOYO A LA AUTONOMÍA
4.1. Introducción
4.2. El estilo controlador
4.3. El apoyo a la autonomía
4.3.1. Beneficios de la utilización del apoyo a la autonomía como estilo docente
4.3.2. Eficacia de las intervenciones con apoyo a la autonomía
4.3.3. Dimensiones de la enseñanza que favorecen la autodeterminación
4.3.4. Tipos de apoyo a la autonomía
4.5. Diferencia entre apoyo a la autonomía y control
4.6. Efecto del apoyo a la autonomía
4.6.1. Apoyo a la autonomía y enfoques de aprendizaje
4.6.1.1. Enfoque de aprendizaje profundo
4.6.1.2. Enfoque de aprendizaje superficial
4.7. Rendimiento académico
4.8. Persistencia en el sistema educativo
4.9. Satisfacción y autoeficacia laboral docente
5. PROPUESTA DE INTERVENCIÓN
5.1. Introducción
5.2. Fases para aprender a dar apoyo a la autonomía
5.2.1. Fase 1. Conocer las características, efectos e influencias del estilo controlador
5.2.2. Fase 2. Querer apoyar la autonomía del estudiante
5.2.3. Fase 3. Aprender a dar apoyo a la autonomía
5.2.4. Fase 4. Evaluación del estilo interpersonal
5.2.4.1. Percepciones de los docentes sobre su propio estilo de enseñanza
5.2.4.2. Percepciones de los estudiantes sobre la forma de enseñar de sus docentes
5.2.4.3. Calificaciones objetivas sobre la conducta de enseñanza de los docentes
6. CONCLUSIÓN
7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Moreno Murcia, Juan Antonio

Enseñanza para la acción : guía comprensiva para la búsqueda de la autonomía en educación / Juan Antonio Moreno Murcia ; María Ruiz Quiles ; Juan Luis Nuñez Alonso. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : SB, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-8384-30-6

1. Pedagogía. 2. Formación Docente. 3. Métodos Pedagógicos. I. Ruiz Quiles, María. II. Nuñez Alonso, Juan Luis. III. Título.

CDD 371.102

1° edición en Buenos Aires, enero 2021

ISBN 978-987-8384-30-6

© Juan Antonio Moreno Murcia; María Ruiz Quiles y Juan Luis Núñez Alonso

© Ilustraciones: María Ruiz Quiles y Juan Antonio Moreno Murcia

© Sb editorial

Piedras 113, 4 “8” - C1070AAC - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Tel.: (+54) (11) 2153-0851 - [email protected]

1. INTRODUCCIÓN

Albert Einstein (2016, p. 21-22) comentaba en sus Memorias la mala experiencia que supusieron para él una enseñanza basada en exámenes.

[…] para los exámenes había que embutirse todo ese material en la cabeza, quisieras o no. Semejante coacción tenía efectos tan espantosos, que tras aprobar el examen final se me quitaron las ganas de pensar en problemas científicos durante un año entero. He de decir, sin embargo, que en Suiza sufríamos menos que en muchos otros lugares bajo esta coerción que asfixia el verdadero impulso científico.

[…] En realidad es casi un milagro que los modernos métodos de enseñanza no hayan estrangulado ya la sagrada curiosidad de la investigación, pues, aparte de estímulo, esta delicada planta necesita sobre todo de libertad; sin ésta se marchita indefectiblemente. Es grave error creer que la ilusión de mirar y buscar puede fomentarse a golpe de coacción y sentido del deber. Pienso que incluso a un animal de presa sano se le podría privar de su voracidad si, a punta de látigo, se le obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre, y sobre todo si se eligen de manera conveniente los alimentos así ofrecidos.

Al realizar un análisis de las sociedades desde el origen de las mismas, se puede comprobar cómo una constante común son los procesos de cambio, gracias a los cuales los grupos y personas progresan e incorporan los avances que posibilitan las mejoras en las formas de vida individuales y colectivas. El agotamiento del modelo de sociedad industrial en la década de los 70 y el enorme desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), han provocado el paso a un nuevo paradigma social: la sociedad de la información. Así pues, actualmente vivimos en una sociedad donde la influencia de la ciencia y la tecnología (televisión vía satélite, correo electrónico, enciclopedias interactivas, agendas electrónicas, etc.) ha ido transformando nuestro modo de pensar, de sentir y de actuar.

Las exigencias de la sociedad debido a los cambios ideológicos, económicos, políticos y personales, ha provocado que entre las capacidades y competencias más valoradas por las personas que contratan destacan las que hacen referencia a la capacidad de reflexionar, de tomar decisiones, de buscar la información relevante que se necesita, de relacionarse positivamente con los demás y cooperar con ellos, y especialmente la responsabilidad y la iniciativa en el puesto de trabajo. Por lo que para atender a esta demanda habrá que formar para el desarrollo de dichas capacidades.

1.1. Autonomía docente y pedagógica

Los estudiantes actuales han cambiado radicalmente respecto de hace una generación. La globalización y el impacto de las nuevas tecnologías hacen que sea distinta su manera de aprender, de comunicarse, de concentrar su atención o de abordar una tarea. Estamos asistiendo ante unos cambios de una magnitud grandiosa en la que el docente tiene un gran reto, preparar a sus estudiantes para un futuro bastante incierto, formarlos ante nuevas profesiones que ni siquiera se conocen.

Además, ya no es suficiente conseguir un buen rendimiento de los estudiantes, el éxito del docente queda también vinculado a desarrollar personas integradas en la sociedad, con herramientas sociales y emocionales que les permitan afrontar los desafíos de la vida cotidiana. Por lo que determinada forma de enseñar requiere un cambio y una renovación estructural y profunda, puesto que la mayoría de ellos se diseñaron para responder a las exigencias de una época muy diferente a la actual con unas necesidades sociales completamente distintas existiendo, por tanto, un distanciamiento importante entre los sistemas educativos y las necesidades individuales de los estudiantes.

Se puede observar cómo en la mayoría de casos, los estudiantes aprenden más por sí mismos a través de las nuevas tecnologías que en el aula. Son consumidores sofisticados que no necesitan esperar a que algo les sea enseñado, pues disponen de internet. En este sentido, las empresas ya no pagan a las personas por lo que saben, para eso está Google, pagan por lo que son capaces de hacer con esos conocimientos.

Estamos anclados en un modelo que parece no responder a las necesidades del alumnado, posiblemente porque el sistema esté basado en contenidos unidireccionales, repetitivos y poco significativos. Este modelo requiere de un estudiante con un perfil determinado, por lo que encontramos que en muchas ocasiones los sistemas educativos difícilmente pueden dar respuesta a tanta diversidad.

Esto ha sido y es motivo de preocupación de la comunidad científica, donde la investigación y el estudio de las consecuencias tras la aplicación de determinados estilos docentes, ha tomado gran relevancia por los hallazgos obtenidos. Los entornos de aprendizaje constructivistas centrados en el aprendiz y que permiten a los estudiantes comprender significativamente a través de sus propios esfuerzos están ganando importancia en comparación con los entornos tradicionales de aprendizaje basado en la transferencia de conocimientos de los docentes. De acuerdo con el enfoque constructivista, los estudiantes crean sus propios conocimientos, participando activamente en el proceso de aprendizaje, dando importancia a la autonomía del aprendiz. En estos entornos de interacción el docente se convierte en un facilitador del aprendizaje, planificando tareas y apoyando hacia la responsabilidad por el aprendizaje, proporcionando opciones a los estudiantes, ayudando a que tomen sus propias decisiones y resuelvan los problemas por sí mismos.

Este enfoque da oportunidades a los estudiantes a realizar sus propias preguntas, para crear sus propios conceptos y estrategias de aprendizaje basadas en el conocimiento existente. El docente tiene que aceptar la autonomía del estudiante y su espíritu de emprendimiento, apoyando a los estudiantes en este sentido. De acuerdo con este enfoque constructivista, uno de los principales objetivos de la educación es promover la autonomía del estudiante.

La autonomía escolar y pedagógica es recogida en la Constitución Española, estableciendo que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales, reconociendo la libertad de enseñanza. Pudiéndose entender que esta libertad de enseñanza incluye el derecho del docente hacia la libertad de cátedra y también de dotar a los centros educativos un carácter propio según las características del contexto en el que se encuentre.

La autonomía escolar ha estado sometida también a distintos enfoques desde los años 90. Siendo progresiva la mayor autonomía para los centros, donde en estos momentos tienen la posibilidad de diseñar e implantar métodos pedagógicos propios. Por tanto, la autonomía de los centros educativos tiene como finalidad la mayor adecuación y aprovechamiento de los recursos asignados o disponibles y el ajuste de la acción pedagógica y organizativa a las necesidades específicas de los estudiantes y las características del contexto escolar.

Según el informe EURYCE (2008) sobre autonomía y responsabilidades del profesorado en Europa, en la gran mayoría de los países europeos se han asignado nuevas responsabilidades al profesorado como resultado de la creciente autonomía de los centros escolares. Los datos recogidos en el estudio TALIS (2013), indican que, en el conjunto de países de la OCDE, casi todos los docentes trabajan en centros con un elevado nivel de autonomía (cerca del 97%), para establecer normas y procedimientos disciplinarios a sus estudiantes y para elegir los materiales de aprendizaje que se utilizan.

De esta forma se pretende que el docente pueda desarrollar su creatividad y capacidad de innovación, aumentando así su motivación. Según el informe EURYCE, en el área metodológica, concretamente en la elección de métodos de enseñanza, libros de texto y criterios sobre agrupación del alumnado con fines docentes, los resultados muestran que los docentes tienen plena libertad de elección en aspectos metodológicos. Todos los países otorgan a los centros libertad para decidir en cuestiones metodológicas, aunque disponen de mecanismos de control al respecto, a través, por ejemplo, de la Inspección Educativa. En España, de acuerdo con el principio de autonomía curricular establecido, el claustro de docentes de un centro educativo decide cuáles serán los principios metodológicos y las estrategias de aprendizaje a seguir. De esta forma cada docente puede adoptar su propia metodología específica. En aspectos relacionados con la evaluación, que incluyen decisiones sobre criterios de evaluación internos, promoción y repetición de curso y las relativas al contenido de las pruebas para la obtención de titulaciones, los resultados muestran como los docentes tienen una gran autonomía al respecto.

Además, de los estudios internacionales revisados (Euryce, 2008; PISA, 2009, 2012; TALIS, 2013), se deriva entre otros aspectos, que, a mayor autonomía escolar, mayor rendimiento de los estudiantes. Por lo que el estudio de la autonomía escolar en relación a la intervención docente puede ayudar a despejar algunas dudas sobre las posibles consecuencias de la misma.

1.2. Hacia una teoría que responda pedagógicamente a la autonomía del estudiante

En educación, una cosa es “lo qué es, y lo qué debería ser” en la docencia de forma normativa y cotidiana y otra es “lo que creemos que debería ser” humano. Diversos estudios han tratado de analizar los comportamientos dentro del contexto académico apoyados en un modelo cognitivo social de la motivación de logro (DeBacker y Schraw, 1995; Hong, Chiu, Dweck, Lin, y Wan, 1999; Valle, Cabanach, Rodríguez, Núñez, y González, 2006), el cual se construye sobre las expectativas y los valores que las personas otorgan a las diferentes metas y actividades a realizar. Además, a partir de la Teoría de la Autodeterminación (Deci y Ryan, 1980, 1985), Vallerand (1997) estudió cómo los factores sociales pueden incidir en la motivación y, por tanto, en la satisfacción de las necesidades básicas fundamentales de competencia, autonomía, y relación con los demás. Según este autor, los factores sociales que satisfacen estas necesidades promoverán formas de motivación autodeterminadas, y a su vez conllevarán a unas consecuencias sociales y académicas positivas. Estos modelos de forma conjunta parece que están siendo uno de los constructos que mejor están explicando los procesos motivacionales en el estudiante y del docente.

Puesto que la motivación docente se asocia con la motivación de los estudiantes y en un marco donde el desarrollo de las competencias son el centro de los procesos de enseñanza-aprendizaje, los docentes podrían estimular el pensamiento creativo, favorecer en los estudiantes el desarrollo de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, de modo que les permitan integrar sus aprendizajes y transferirlos en cualquier situación o contexto. Esta situación requiere de una mayor exigencia por parte del profesorado y en ocasiones, no se les proporciona los recursos necesarios para hacer frente a las nuevas demandas del sistema educativo, lo que puede generar cierto malestar entre este colectivo provocando una disminución de su motivación. Por lo que surge la necesidad de estudiar cómo cuidar y desarrollar la motivación del docente y protegerlo ante situaciones de burnout. En este sentido toma también gran importancia el conocimiento de gestionar sus emociones para que puedan expresar sus sentimientos y manejar las situaciones de estrés. Es recomendable iniciar este desarrollo de las competencias emocionales durante su etapa de formación ya que un docente con mayores niveles de inteligencia emocional, está más comprometido con su trabajo, más satisfecho con su vida, y presenta un menor nivel percepción de estrés.

Según Deci y Ryan (1991) el contexto social óptimo para favorecer un comportamiento autodeterminado es aquel que favorece el desarrollo de la autonomía, establece una estructura adecuada y supone la implicación de otros significantes. Dese esta teoría, el apoyo a la autonomía es un factor importante que puede influir en la capacidad de las personas para prosperar, mejorar su crecimiento personal y satisfacción.

De esta forma, la Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci, 2000, 2002) propone que el estilo motivador de enseñanza del docente se puede conceptualizar a lo largo de un continuo que va desde el control a muy alta autonomía de apoyo (Deci, Schwartz, Scheinman, y Ryan, 1981). Por lo que los docentes que presentan una motivación autónoma, se involucran en la actividad, estando relacionada con sus propios intereses y valores, con su bienestar, siendo contrario al agotamiento emocional o burnout.

Los motivos que llevan al docente a seguir con entusiasmo el desempeño de su labor educativa ha sido objeto de estudio en las últimas décadas, debido a la importancia que la satisfacción docente por la enseñanza tiene en el éxito de los estudiantes. Por lo que la relación positiva entre la motivación del profesorado y la motivación del alumnado influye en el logro del estudiante. Por este motivo, el estudio de la satisfacción laboral docente ha despertado un gran interés en la consecución de los objetivos del sistema educativo.

Según Vallerand (1997) las consecuencias que permiten favorecer el comportamiento, la cognición y la afectividad pueden depender de los factores sociales en los que se desenvuelve el estudiante. Uno de éstos determinantes sociales es la forma en que el estudiante percibe el apoyo a la autonomía ya no solo de sus docentes, sino también por parte de padres (familia), entorno y grupo de amigos. Así, las motivaciones de los diferentes grupos sociales permiten elegir, reducir la presión en la actuación y en el control externo de la conducta que implica regular el comportamiento atendiendo a los intereses y valores establecidos por el propio estudiante. De modo que Ryan y Deci (2000) apuntaron a la frustración de la sensación de autonomía como responsable de la falta de satisfacción en la vida.

Por ejemplo, los docentes que apoyan la autonomía tienen en cuenta las perspectivas, pensamientos y sentimientos de sus estudiantes, apoyando su capacidad de desarrollo para autorregularse de forma autónoma, motivándoles a través del fomento de sus recursos motivacionales internos, ofreciéndoles razones explicativas, utilizando lenguaje informativo y mostrando paciencia. Sin embargo, los docentes con un estilo más controlador, quieren que sus estudiantes tengan sólo la perspectiva que el propio docente propone, se entromete en los pensamientos, sentimientos y acciones del estudiante, presionándolos a pensar, sentir y actuar como el docente impone. Motivan a los estudiantes a través de incentivos extrínsecos, utilizan un lenguaje directivo, muestran impaciencia para producir la respuesta correcta o el comportamiento requerido (Reeve, 2009).

Los diferentes estudios sobre estilos de enseñanza anteriores a la publicación de la Teoría de la Autodeterminación afirmaban que tenían más beneficios los estudiantes expuestos a diferentes estilos de enseñanza que a un determinado estilo único, ya que hay muchos estilos eficaces de instrucción que pueden coincidir con el estilo de aprendizaje de los estudiantes. Por lo tanto, era preferible que el docente dominara varios estilos de enseñanza. Sin embargo, desde la década de 1980 con la publicación de la Teoría de la Autodeterminación, se comenzaron a postular cambios significativos en dichos planteamientos.

Diferentes estudios (TALIS, 2018; PISA, 2015.2018) informan de la creciente autonomía en los docentes y en los centros educativos para actuaciones pedagógicas, organizativas y administrativas. Según el informe EURYCE (2008) sobre autonomía y responsabilidades del profesorado en Europa, en la gran mayoría de los países europeos se han asignado nuevas responsabilidades al profesorado como resultado de la creciente autonomía de los centros escolares. De esta forma se pretende que el docente pueda desarrollar su creatividad y capacidad de innovación, aumentando así su motivación. Pudiéndose, por tanto, crear el escenario adecuado para crear estrategias cognitivas activas, sin embargo, este tipo de estrategias no son las más utilizadas por parte de los docentes (PISA, 2015.2018; Reeve, 2009).

Se vislumbran entonces unas necesidades a las que habría que dar respuesta. Si la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo (Nelson Mandela), habría que estudiar de qué forma podemos contribuir, como fin último, a formar personas que estén satisfechas con su vida, con su actividad académica y/o profesional. Por ello, nos encontramos ante un reto, del que depende, en parte, el futuro de las próximas generaciones. La de estos elementos por parte de los docentes son claves en este proceso.

1.3. La presente obra

Si legislativamente, tanto el colectivo docente como el centro educativo, disponen de la autonomía necesaria para diseñar escenarios de aprendizaje diferentes, más acorde con las necesidades actuales, ¿por qué no utilizar metodologías que en el proceso de enseñanza-aprendizaje permita retener mejor la información y, además, de más autonomía al estudiante? Desde hace más de 100 años un gran número de expertos han estudiado y acuñado términos como el Student Centered Learning o el Learner-Centered Education. Autores como Rogers, Giroux, Steinberg, Gagné, Dewey y muchos otros, hablan de cómo “poner al estudiante en el centro del aprendizaje”. Y si se retrocede más en el tiempo ¿No se centraba el modelo griego en el concepto maestro-discípulo? ¿No es ese el ideal de una educación personalizada? Nuestro único mérito como “recuperadores” de esta manera de ver la educación es que la adaptamos a los estudiantes de este siglo, y gracias al uso comprensivo y racional de las metodologías activas, podemos diseñar entornos educativos en los que los estudiantes sean los protagonistas de sus propios aprendizajes.

Con la intención de contribuir a favorecer la calidad de la enseñanza, proponemos rediseñar los procesos de enseñanza-aprendizaje hacia el apoyo de la autonomía del estudiante para dar respuesta a las necesidades actuales.

Creando un modelo pedagógico que permita a toda la comunidad educativa sentirse involucrado ante él. Acercándose hacia un aprendizaje social y emocional, donde el estudiante fuera capaz de conectar lo aprendido con su propia realidad, sus intereses, sus inquietudes y pueda desarrollar su creatividad y talento. Convirtiéndose en personas autónomas, activas, críticas, curiosas, creativas e innovadoras.

Esto supone mejorar la interacción estudiante-profesor, es decir, las oportunidades para el “Real-Time Feed-back” (retro-alimentación formativa) con las que pueda seguir su propio ritmo en función de sus necesidades. Debemos pues diseñar y desarrollar tareas más significativas. Por todo ello, el papel de los docentes se presenta como mucho más importante y relevante de lo habitual, para ello la formación y la información dada al docente es clave en el proceso de innovación metodológica que esto debería suponer. Por lo que consideramos necesario la formación adecuada de los docentes, para que sean capaces de ofrecer apoyo a sus estudiantes y poder contribuir a aumentar su compromiso e interés, reduciendo así las tasas de abandono escolar.

En esta formación, somos conscientes de que la educación es una actividad individual, y como tal se dirige a cada persona y debe partir de él, incluso cada vez se asocia el modelo de buen profesor con aquel que escucha a sus estudiantes, tiene en cuenta sus problemas y les da consejos para solucionarlos, etc., sin embargo, entendemos que esta relación no debe ser meramente subjetiva, sino también objetiva, ya que se establece precedida por los fines que el educador ofrece al educando (Prieto Egido, 2018). Tomar en consideración las circunstancias de cada persona, si bien es una condición necesaria para la educación, en ningún caso es suficiente, ya que la educación hace referencia al ser humano, pero también al mundo y a los otros. Por ello, consideramos que la actitud activa del educador es clave en esta relación, entendiendo que cualquier finalidad educativa entendida solo en términos de bienestar no es completa, en lugar de felicidad como eudaimonía (Camps, 2011). La educación, por su carácter integral, debe atender a todas las dimensiones del ser humano, lo que incluye tanto la educación de las emociones (Bernal, 2013), como el cultivo de la razón. Pero emociones y razón no pueden entenderse desde una visión exclusivamente técnica por parte del educador, aunque en algún momento de este texto nos apoyemos en el conocimiento empírico, deben ser valorados y evaluados desde la mirada pedagógica y desde los fundamentos de la educación. Por lo que esta obra se presenta desde la acción educativa y entendemos que estas, gestionadas por el ser humano, puedan ser de otra manera.

Así pues, el objetivo de esta obra es presentar una propuesta de intervención, con un estilo interpersonal caracterizado por dar soporte social hacia la autonomía, con la intención de que puedan servir como recursos para los docentes que pretendan aprender a apoyar la autonomía y establecerla como estilo docente motivador.

Para dar respuesta a este objetivo se ha diseñado una obra compuesta de cuatro grandes apartados donde se abordan contenidos que van desde los modelos de enseñanza hasta una propuesta de intervención para aprender a dar soporte de autonomía.

En la primera parte, se realiza una breve aproximación a los diferentes modelos de enseñanza y desarrollo del currículum que se pueden seguir en la práctica profesional, reflexionando al respecto de la relación del apoyo a la autonomía con cada uno de los respectivos enfoques.

En la segunda parte, denominada motivación autodeterminada, se presenta la motivación como un aspecto de gran relevancia en la educación. Se explica cómo la misma puede ser un desencadenante del aprendizaje y el rendimiento académico. Y se profundiza en la teoría de la motivación autodeterminada como soporte teórico en el que se apoya esta obra.

En el tercer bloque, titulado apoyo a la autonomía, se argumenta que el contexto social óptimo para favorecer un comportamiento autodeterminado es aquel que favorece el desarrollo de la autonomía. Se describen las diferencias entre el estilo controlador y apoyo a la autonomía, además de presentar las bondades y estructura de lo que consiste dar apoyo a la autonomía.

En la cuarta parte, se presenta una propuesta para formarse sobre cómo dar apoyo a la autonomía en la enseñanza.

En este documento se emplean nombres genéricos como “estudiante”, “profesor” o “docente”, que de no indicarse específicamente lo contrario, siempre se referirán a hombres y mujeres. También, cuando aparezcan los términos de soporte de autonomía o apoyo a la autonomía consideraremos que se están refiriendo a lo mismo, apoyo a la autonomía.

2. MODELOS DE ENSEÑANZA Y APOYO A LA AUTONOMÍA

2.1. INTRODUCCIÓN

Varios modelos han sido llevados a la práctica en el ámbito educativo. En las escuelas de la sociedad industrial, es el modelo tradicional el que ha predominado. El modelo tradicional se originó en la escolástica, filosofía propia de la iglesia católica que imperó desde los siglos IX hasta el siglo XV. En éste la enseñanza consiste en un conjunto de conocimientos y valores sociales acumulados por las generaciones adultas que se transmiten a los estudiantes como verdades acabadas. Así, el profesorado, como depositario de los saberes culturales y de la información relevante, traspasa estos contenidos a un alumnado pasivo, que actúa como mero receptor. A pesar del devenir histórico y del desarrollo social hacia otras formas de organización, este modelo todavía sigue imperando en nuestros días.

Posteriormente, aunque con una menor expansión, se ha convertido al estudiante en el centro del sistema educativo alrededor de quien giran los procesos de la escuela. Los orígenes históricos de esta corriente han venido relacionándose con el periodo de transformaciones económicas, demográficas, sociales y políticas que trajo consigo el triunfo del capitalismo a inicios del siglo XX y la expansión que posteriormente iría tomando.

Debido a los continuos cambios sociales, consideramos que el sistema educativo tiene que cuestionarse a sí mismo y replantearse el proceso de enseñanza-aprendizaje. Así, la educación afronta la necesidad de replantear sus objetivos, metas, pedagogías y, sobre todo, su didáctica, para adaptarse a la enseñanza de las nuevas competencias educativas.

Fruto de esta continua adaptación, en la actual sociedad de la información, una de las corrientes pedagógicas identifica la figura del docente como el “acompañante” del estudiante en su proceso de enseñanza-aprendizaje. Este término refleja una serie de cambios que se están produciendo en este contexto, en el que el docente deja a un lado el papel de transmisor y se sitúa en una posición de tutor, de orientador durante el tiempo que el estudiante pasa en la institución educativa (Figura 1).