Entre rejas - Samuel Camino - E-Book

Entre rejas E-Book

Samuel Camino

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Beschreibung

Entre rejas es el segundo poemario de Samuel García Camino. Un lugar en el que sentirnos libres de expresar lo que pensamos, ya sea bueno o malo. Un refugio para encontrarte a ti mismo, para saber apreciar los verdaderos beneficios de dedicarte tiempo de calidad. Una poesía cercana, cargada de sentimientos y con la que el autor sabe lo que quiere hacer, transmitir y escribir.

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Primera edición digital: noviembre 2023 Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com Imagen de la cubierta: Irene Escribano Jara Maquetación: Eva M. Soria Corrección: Adrià Gil Revisión: Ana Briz

Versión digital realizada por Libros.com

© 2023 Luis Samuel García Camino © 2023 Libros.com

[email protected]

ISBN digital: 978-84-19435-72-9

Samuel Camino

Entre rejas

Para mi abuela Carmen que despierta en mí un sentimiento que llena de lágrimas mis ojos al ver su lucha reposar en sus hombros.

Índice

 

Cubierta

Créditos

Portada

Dedicatoria

Cita

Entre rejas

Mecenas

Contraportada

Me frustro, lucho contra mí mismo y me destrozo, impugno cada verdad que escribo y luego la borro y resurjo, reconstruyo el templo de mis escombros. ¡Solo soy libre cuando cierro los ojos!

Daniel Martínez de la Ossa

Libertad

 

Es lo que anhela el título de este libro y, sin embargo, esta obra está repleta de ella. Es la libertad la que habilita el movimiento, es el movimiento el que lleva a la experimentación, que a su vez deriva en experiencia, la cual se manifiesta de enriquecedoras maneras. Traen delirios de grandeza, aceleran el alma y nublan la razón: dejan dominar al corazón y este se incendia de nudos en el pecho, llenando de humo la cabeza. Esas son las rejas: Barrotes de hierro verticales delante de los ojos de un niño, que las agarra con manos de adulto y sueña con poder volar, como golondrinas que recorren sus brazos y se escapan entre ellas para emprender su camino al sol. Estas páginas son golondrinas. Estas letras son el vuelo entre rejas. La poesía, el músculo que las empodera y habilita la metamorfosis del metal que, suavemente mecido por el viento, (la mano izquierda de nuestro domador de versos), tambalea hasta vencer en estas líneas de tinta verticales cuidadosamente mimadas y sufridas por nuestro autor que, aunque parezca peligroso asomarse al interior, es ahí donde encuentra el poder para domar las tempestades y balancearse entre dulzuras, encontrando el equilibrio en el papel.

En el segundo título que nos trae nuestro poeta favorito, Samuel Camino, podemos apreciar su propia metamorfosis literaria. Siendo su primera obra un diario de diarios, esta se convierte en una clara expresión del alma, del corazón, de la pasión que siente el poeta por este noble arte.

Esta vez decide dominar sobre su ser y, casi de manera compulsiva, plasmar sus sentimientos en poesía con la intención de expresar certeramente lo que desea enseñar al mundo, mundo que lo recibe con dulzura y compromiso incluso sin saber qué va a encontrar entre estas páginas. Y es que un poeta atrae por su aura, y por ella apuestan ustedes, que han hecho posible este libro.

Disfruten, ¡a la salud!

FranHi

Introducción

 

Mis primeros recuerdos son de las Flores, un barrio malagueño donde, con cinco años, corría por sus calles. Por aquel entonces, mis padres me daban duros para ir a la tienda con los amigos a comprar patatas para conseguir los tazos de Pokémon; aquellos que evolucionaban eran impresionantes y novedosos, todos rezábamos para que nos tocaran. Algo se estaba moviendo a nivel social, de repente recuerdo estar en un banco cambiando pesetas por euros, mi padre decía que era un cambio a mejor, a mí me daba igual, siempre y cuando pudiera seguir comiendo patatas y sumar tazos.

Yo era un chiquillo nervioso, callado pero inquieto, con unas orejas algo desproporcionadas al que le encantaba bajar con sus amigos para corretear entre los naranjos, subir al pequeño monte a esconderse, pasarse las horas con el balón o montarme en mi bicicleta amarilla, pero lo que más me gustaba era cuando, allí mismo, en plena calle el 24 de junio de cada año se encendían los júas de San Juan y todos los vecinos de los diferentes bloques bajaban a festejar la fiesta y la entrada del verano.

El barrio era el de mi abuela materna, Carmen, la única abuela que he podido conocer. Aún se pedía arroz, limones, sal, azúcar o cualquier cosa que faltara para la cocina entre los vecinos. Era una auténtica comunidad, con sus puertas abiertas, pero también con sus rencillas, por supuesto. Un lugar donde todos se conocían y se ubicaban para bien o para mal. El portal de su casa daba a una plaza, grisácea, con escaleras, vallas y rampas. En primavera el barrio olía a azahar, y nosotros, los niños, batallábamos con las naranjas que caían al suelo hasta que algún padre nos regañaba cuando su hijo iba llorando a casa después recibir un buen naranjazo. Es mi tesoro infantil, mi recuerdo más lejano y ahora, después de veinte años, la nostalgia me invade. Por suerte, o por desgracia, mi abuela Carmen sigue viviendo allí y, ahora que está más mayor y frágil, despierta en mí un sentimiento de ternura ante una persona que levantó su casa a base de escoba y fregona, criando a cuatro hijos mientras mi abuelo se gastaba el poco dinero que ganaba en cualquier bar. De aquellos días solo quedan los achaques de la edad, que reposan en sus manos, como grietas en la fachada de su bloque. Sus piernas moradas, sus articulaciones desgastadas o en su sonrisa amarga, al ver cómo su familia sigue adelante, con más penas que glorias, en un mundo que, según ella, está cargado de sufrimiento.

Es aquí donde me paro a pensar, donde quisiera echar la vista atrás y darle las gracias a mi familia, pues mi madre también es igual o más luchadora que mi abuela, y gracias a ambas y, por supuesto al esfuerzo de mi padre, mi vida no conoce el sufrimiento del que mi abuela Carmen y mi madre Ana hablan.