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Conjunto de cartas y textos poéticos que escribió Ramón de Campoamor. Algunas epístolas están dirigidas a conocidos, como la carta que inicia el libro, dirigida a su madre. Otras son epitafios para sepulcros de conocidos. La colección reúne también varios madrigales y versos cortos. Una colección de textos poéticos que muestran como el autor destaca también en poesía corta.
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Seitenzahl: 28
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Ramón de Campoamor
Saga
Epístolas
Copyright © 1888, 2022 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726880618
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
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A mi madre
Miedo me da el pensar lo que en mí siento
y por eso en sus males, importuno,
sólo sabe ir a ti mi pensamiento.
Por tus renglones, que besé uno a uno,
ya se que están en nuestra humilde casa, 5
todos muy bien, aunque feliz ninguno.
Que arrastren, como yo, su dicha escasa
con católica fe, con pecho fuerte;
que la vida es cruel, mas pronto pasa.
Y sufriendo por Dios, tendrán la suerte 10
de vivir esa vida de alegría,
que no muere en el día de la muerte.
¿Quieres saber mi historia, madre mía?
¡Ay! si el saberla yo me da tormento,
el contártela a ti, ¿qué me daría? 15
De un pesar que no espera es mi lamento;
por eso hoy busca tu materno lado,
maniático de ti, mi pensamiento.
Del hijo más que todos desdichado,
abre tu corazón a sus gemidos, 20
por la vida tan triste que le has dado.
Pensando en goces, para siempre huidos,
mi mano sofocando la agonía,
del corazón retiene los latidos.
¡Cuánto recuerdo ahora, madre mía, 25
aquel dulce mirar con que afrentabas
al sol de otoño al acabarse el día!
¡Cuántas dichas entonces me augurabas,
mientras viendo nacer mis sentimientos,
con el alma en los ojos me mirabas! 30
Y aunque las dichas se volvieron cuentos,
¡como, en recuerdo de tan bellos días,
hoy te besan los pies mis pensamientos!
Al fijar tus pupilas en las mías,
como es la voz del alma tu mirada, 35
¡qué de cosas, callando, me decías!
Ya mi mente en tu espíritu filtrada,
dejaré deslizarse mi existencia
en tu augusta belleza vinculada.
Tú sola en mi dolor me das paciencia, 40
pues siempre con tu imagen me acompañas,
confidente leal de mi conciencia.
Tú de luz pura el pensamiento bañas,
la infernal lobreguez trocando en cielo,
del hijo, antes feliz, de tus entrañas. 45
Pueda hoy contigo desahogar mi duelo,
pues sabe bien tu natural tristeza
que el placer de llorar es gran consuelo.
Turbios mis ojos; blanca mi cabeza,
perdí con la esperanza la energía, 50
y ya hasta tengo de vivir pereza.
Fue tan larga y terrible mi agonía,
que por tu hermosa senectud te juro
que, a no vivirme tú, me moriría.
De tanto ser como encontré perjuro, 55
ya dejo hasta el recuerdo, que maldigo,
por tu amor siempre grande y siempre puro.
Desde este día a tu mejor amigo
ya no le importa oscuridad o gloria,
gusto o pesar, sufriéndolo contigo. 60
Del alma, que consagro a tu memoria,
presto los males curará la muerte,
desenlace final de toda historia.
Y antes la edad, más que las penas, fuerte,
me dará poco a poco ese desvío, 65
que la tristeza en hábito convierte.