Equitación con sentido - Mariano Cafferata - E-Book

Equitación con sentido E-Book

Mariano Cafferata

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Beschreibung

Mariano Cafferata, creador del método de "Entrenamiento en libertad y pie a tierra", nos presenta en esta ocasión un nuevo libro en el que recoge, de modo práctico y asequible para todos los que participan del mundo ecuestre, todo lo aprendido a lo largo de muchos años para entablar un vínculo único y sólido con los caballos basado de la confianza y la seguridad. Este enfoque parte de la idea de que el caballo siempre debe tener la posibilidad de elegir. El aprendizaje se realiza por tanto sin ningún tipo de condicionamiento emocional, mental o físico, lo que resultará en un caballo confiado, relajado y que pueda desplegar todo su potencial.

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EQUITACIÓN CON SENTIDO

MARIANO CAFFERATA

Título original: Equitación con sentido

Primera edición: Octubre 2022

© 2022 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Mariano Cafferata

Dirección editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación de cubierta: Valeria Hernández

Maquetación: Carolina Hernández Alarcón

ISBN: 978-84-19495-07-5

Producción del ePub: booqlab

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

Dedico este libro a todas las personas que creen en la educación seria yresponsable, porque solo a través de ella tendremos un mundo mejor.

«Sin fundamentos teóricos, la equitación no podrá llegar a ninguna parte».

«Es el conocimiento teórico el que nos indica el camino de la perfección».

«La teoría es el saber; la práctica el saber hacer.

Pero es siempre el conocimiento el que debe preceder a la acción».

ALOIS PODHAJSKY

«La persona que realmente ama a su caballo y se considera a sí misma como jinete,es en el trabajo una persona entregada a la práctica de una autodisciplina y respetoa los animales. Esta responsabilidad obviamente incluye la necesidad que cada jinetetiene de adquirir primero el conocimiento antes de comenzar el entrenamiento».

REINER KLIMKE

Índice

PREFACIO

PRÓLOGO

PRIMERA PARTE. EL SENTIDO DE LA DOMA. CONCEPTOS BÁSICOS

DOMAR O DOMINAR

NATURALEZA Y NECESIDADES BÁSICAS DEL CABALLO

¿CÓMO EMPEZAR EL PRIMER CONTACTO?

Lenguaje corporal y comunicación

Energía, ambiente y pensamiento

El papel de la calma

Caminar, una herramienta para la calma, la comprensión y la conexión

La lentitud como principio de autoconciencia

El cerebro humano y el del caballo

RELACIÓN CABALLO-HUMANO

Antropomorfismo

¿Caballos que faltan el respeto?

Comportamientos no deseados

Agresividad

SEGUNDA PARTE. ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA

MADUREZ ESQUELÉTICA

BIOMECÁNICA DE LA CABEZA Y EL CUELLO

MIEMBRO TORÁCICO O ANTERIOR

COLUMNA VERTEBRAL

MUSCULATURA DEL DORSO

MUSCULATURA ABDOMINAL

MIEMBRO POSTERIOR

TENDONES Y LIGAMENTOS

CABALLO INVERTIDO

FUNCIÓN DE LA MONTURA

¿POR QUÉ USAR UN TABURETE PARA MONTAR?

TERCERA PARTE. ENTRENAMIENTO EN LIBERTAD

NIVEL EMOCIONAL

CONCEPTO. ENTRENAMIENTO EN LIBERTAD

CONSTRUIR UN VÍNCULO

DESARROLLO DEL TRABAJO EN LIBERTAD

INTERACCIONES

Compartir el espacio

CUIDADO DEL ESPACIO INDIVIDUAL

Acercamiento

Pedirle que se mueva

Llamar su atención

Movernos en sincronía

NIVEL MENTAL

Momento para empezar

Uso de la fusta

NIVEL FÍSICO

Desarrollo muscular

Acondicionamiento físico

Asimetría

Los aires: paso, trote y galope

AYUDAS NATURALES Y ARTIFICIALES

CUARTA PARTE. EJERCICIOS BÁSICOS

HACIA ADELANTE

CONEXIÓN

BAJAR LA CABEZA

ABAJO Y ADELANTE, ABAJO Y ATRÁS

EQUILIBRIO Y MEDIA PARADA

EJERCICIOS PIE A TIERRA Y MONTADOS

Control de anteriores

Control de posteriores

Paso lateral con la fusta

Control de los anteriores y posteriores por encima de la columna

ESPALDA ADENTRO

Cesión a la pierna

Grupa adentro, cara al muro o travers

Apoyo

Paso atrás

BIOMECÁNICA DE LA MARCHA ATRÁS

Cambios de pie al galope

Ejercicio del círculo

TRABAJO A LA CUERDA

Cómo dar cuerda

LEVANTAR MANOS Y PATAS

ATAR AL CABALLO

QUINTA PARTE. PROGRAMA DE EJERCICIOS

ESCALA DE ENTRENAMIENTO

1. Ritmo

2. Soltura o relajación

3. Contacto

4. Impulsión

5. Rectitud

6. Reunión

FASES DE TRABAJO

1. Calentamiento

2. Trabajo específico

3. Enfriamiento

BARRAS DE TRANQUEO, CABALLETES Y OBSTÁCULOS

TRABAJO CON RIENDAS LARGAS

TRABAJO MONTADO

PRINCIPIOS DE EQUITACIÓN

Anatomía del jinete

Postura

La pista de adiestramiento

Figuras de pista

REFLEXIÓN FINAL

SEXTA PARTE. OTROS MÉTODOS

DOMA TRADICIONAL

JOIN-UP

CORRAL REDONDO

EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

Prefacio

La presente obra describe aspectos importantes de la vida social del caballo y su relación con los seres humanos, donde ambos se someten a situaciones peligrosas, con riesgo de vida, aunque la mayoría de la veces es el caballo el que paga las consecuencias de la falta de conocimiento creado por una falsa ilusión acerca del mismo. Palabras duras como ignorancia y arrogancia caracterizan a una gran cantidad de individuos que dedican su vida al arte ecuestre y no por haber nacido con los caballos tienen la habilidad para ejecutar una doma correcta.

En Equitación con sentido el autor fusiona el arte tradicional de miles de años en el manejo de los caballos con la ciencia moderna, donde la observación detallada y la paciencia eliminan una agresión desmedida, para lograr de esta relación hombre caballo una combinación precisa de comunicación, belleza, cariño, pasión y un enorme disfrute. Poder comprender cada acción, movimiento y actitud del caballo mientras se interactúa con él es la clave para completar tal fin.

Una extensa cantidad de frases y datos son repasados durante la lectura, con una mirada filosófica de entendimiento y manejo que mejoran la seguridad necesaria para realizar una doma correcta.

José Adrián Iranzo

Médico Veterinario, San Juan-Argentina

Docente titular de clínica de grandes animales de laUniversidad Juan A. Maza, Mendoza, Argentina.

Autor del Atlas de anatomo-ecografía del equino, editorial Plaza, 2017.

Autor del Atlas práctico de anatomía equina, editorial Plaza, 2022.

Prólogo

La equitación es un arte lleno de detalles cuyo dominio solo se consigue a través de la práctica, la disciplina y el desarrollo de un sinfín de cualidades personales.

Como jinete e instructora encuentro indispensable el conocimiento tanto de uno mismo, como del caballo, entendiendo que únicamente a través de él podremos lograr de ambos el máximo potencial.

El conocimiento del jinete va más allá de la técnica y la aplicación correcta de las ayudas. Es un saber mucho más profundo, relacionado con la intención, las sensaciones y emociones y cómo comunicarlas.

Es fundamental para comprender la raíz de los procesos de doma y entrenamiento conocer bien al caballo desde el punto de vista psicológico y físico.

En este libro, Mariano brinda al mundo ecuestre una visión simple y esclarecedora sobre doma y entrenamiento, aportando fundamentos con base científica sobre ciertos métodos o formas de relacionarnos con los equinos desde un lugar de mayor conciencia, así como estrategias para lograr un estado emocional que facilite la comunicación efectiva.

Además viene a ofrecer una esclarecedora visión sobre los procesos de entrenamiento, brindando al aficionado, y también al profesional, los fundamentos anatómicos y biomecánicos del ejercicio del caballo, explicando el por qué y el para qué de cada uno de ellos.

Las atinadas y novedosas directrices que Mariano proporciona nos harán reflexionar sobre los verdaderos principios del arte ecuestre, invitándonos a pensar y aplicar criterios que nos permitan evaluar los procesos de doma y educación de los caballos atendiendo a cada momento y circunstancia, sirviéndonos de guía que nos acompañará y orientará durante toda esa evolución.

Es un libro que todo aficionado y amante de este animal debería tener en su biblioteca si lo que realmente desea es preservar su calidad de vida y obtener el máximo rendimiento.

Belén Bautista

Instructora de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre

de Jerez de la Frontera, España

Campeona del mundo Copa ANCCE

PRIMERA PARTE

El sentido de la doma Conceptos básicos

DOMAR O DOMINAR

Cuando niño y adolescente estaba muy apegado a las costumbres del campo y sus formas de trabajar o domar caballos. Para mí era normal ver un caballo atado a un palenque tirando con todas sus fuerzas para que ablandara el cuello y cabestreara, ver caballos maneados para que no se escaparan, amordazados para poder tusarlos, curarlos o recortarles los cascos, retorcerles las orejas para que se quedasen quietos, darles con el cabo del rebenque en la mandíbula para que doblaran, tirarles de la boca para que pararan, atarlos y manosearlos por todos lados para quitarles las cosquillas y muchas otras prácticas más que hacían que el oficio de domador fuera solo para algunos pocos con mucha experiencia, muy hábiles y corajudos. Todas esas técnicas provocaban conductas difíciles de controlar, sacaban lo peor del caballo y se terminaba luchando por la fuerza con un animal que nada entendía, que nada se le había explicado; todo era imposición y dominación.

No se trata de criticar a aquellas personas o condenar esos métodos, aunque cabe aclarar que no los comparto en absoluto ya que logran sus objetivos en base miedo, dolor e indefensión.

¿Y por qué sirven o se usan? Porque de todos modos dan un resultado y el caballo aprende a evitar el dolor y el miedo. Por supuesto que nunca se tendrá el caballo confiado y relajado que uno pretende; por el contrario, se obtendrán caballos miedosos, desconfiados, peligrosos, traumados, limitados en su rendimiento, con movimientos rígidos y una mala calidad de vida, ya que su correcta biomecánica se verá afectada por un dorso tenso y hundido a causa del miedo. Estos métodos incorrectos también se usan porque todavía se ignoran muchas cosas; pues, si bien hay personas que no tienen acceso a información, muchas otras caen en la soberbia de creer que ya lo saben todo o se excusan en tradiciones que dicen que deben mantenerse. Aunque tengo mi opinión al respecto, no es sobre lo que quiero hablar. Lo cierto es que los caballos sufren malos tratos que pueden ser evitados si se aprendiera de ellos.

Entiendo que esa gente también quiere a sus caballos y que no tienen más alternativa que hacer lo que saben hacer, pero evidentemente no basta con eso. No se trata de trasmitir errores de generación en generación; la idea es evolucionar.

El tiempo pasó y surgieron en mí deseos de vincularme con los caballos de otra manera. Es por ello que decidí empezar a formarme y estudiar. En mi niñez, a los que leían un libro les decían, de forma despectiva y burlona, «domadores de libro»; solo servía la experiencia, no importaba si se hacía bien o mal.

Así fue que empecé a tomar distintos cursos en mi país y en el extranjero, hacía todas las formaciones que estaban a mi alcance, compraba y leía libro tras libro. Esto me abrió una puerta hasta ese entonces para mí desconocida y me permitió darme cuenta de que domar un caballo no es una tarea para unos pocos, que no se necesita fuerza, ni ser corajudo. Todo lo contrario; entendí que lo que hace falta con respecto al caballo es entenderlo, saber cómo piensa, cómo aprende, cuáles son sus necesidades y por qué, aprender sobre su naturaleza, qué le da miedo, qué le da confianza y por qué, cómo es su anatomía, su biomecánica, a qué edad se puede empezar la doma, qué ejercicios se deben hacer.

Yo necesitaba desarrollar mi capacidad de observación, mi sensibilidad, mi práctica, controlar mi ansiedad, respetar los tiempos del caballo, dedicar tiempo a cambiar patrones neurológicos ya establecidos y trabajar con muchos caballos, ya que todos tienen sus matices. En fin, desarrollar la empatía, que es el conjunto de capacidades que permiten reconocer y entender las emociones de los demás, sus motivaciones y las razones que explican su comportamiento. La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo; cuanto más abierto se está a las propias emociones, más hábil se será a la hora de interpretar los sentimientos de otros.

Por todo esto me animo a decir que domar caballos no es difícil; todos lo podemos hacer. Los resultados dependerán en gran medida de las cualidades personales de cada uno; para algunos será más fácil que para otros, pero con tiempo y práctica se mejora. Por otro lado, y de acuerdo a los objetivos que tengamos, necesitaremos más conocimientos si queremos niveles de rendimiento más altos, ya que, por ejemplo, un caballo de paseo no requiere el mismo entrenamiento que un caballo de doma clásica.

En conclusión, domar no es dominar, y no es lo mismo hacer lo que uno sabe que saber lo que uno hace. Es tan importante la teoría como la práctica; sin la teoría no sabremos qué hacer, ni por qué, y sin la práctica no sabremos cómo hacerlo.

NATURALEZA Y NECESIDADES BÁSICAS DEL CABALLO

Los caballos tienen tres necesidades básicas y fundamentales para su bienestar físico, emocional y mental: libertad, compañía y alimentación.

El hecho de que cualquiera de las tres no esté satisfecha les provoca estrés y es causa de muchos problemas de conducta.

Es sumamente importante intentar, dentro de lo posible, tener a nuestros caballos con estas necesidades básicas cubiertas. Evitar los boxes o cuadras, que son lugares en los que ninguna de estas necesidades se encuentra satisfecha pues ahí están encerrados, privados de su libertad, solos y aislados; incluso en muchos casos sin siquiera la posibilidad de ver a sus compañeros y comen pocas veces al día. Los caballos son claustrofóbicos por naturaleza, lo que ocasiona problemas de conducta o estereotipias que tendremos que resolver en un futuro, sin mencionar posibles daños en la salud como infosura1. Además, sufren de ansiedad por separación, lo que provoca vicios de cuadra como tragar aire, manotear, baile del oso y otros. A su vez es de gran importancia que el caballo tenga un lugar lo suficientemente apto para revolcarse. De esta manera se estira, rasca y en muchas ocasiones se impregna de una capa de barro que le mantiene a salvo de los insectos.

Los caballos tienen la capacidad de adaptarse a las condiciones climáticas. En invierno desarrollan una capa de pelo más larga, que luego pierden en verano. En cuanto a la lluvia y la humedad, la piel del caballo segrega un exudado ceroso llamado sebo, que es un impermeable natural, por lo que no necesitan mantas, salvo que se encuentren en lugares privados de protección o de árboles donde resguardarse.

Nada es absoluto, todo es relativo; por lo tanto, y dentro de nuestras posibilidades, si tenemos un caballo estabulado intentaremos que salga una o dos veces al día a hacer ejercicio. Siendo conscientes de que nuestro caballo ya no está en su estado natural, procuraremos tenerlo en las mejores condiciones como animal doméstico.

Es necesario aclarar que el caballo en estado salvaje goza de ciertos beneficios y perjuicios que no tiene el caballo doméstico, y viceversa. Por lo tanto vamos a reflexionar sobre algunos de ellos.

El caballo salvaje vive dentro de un grupo que está determinado por las circunstancias naturales, es decir, nadie más que ellos decide quiénes van a formar parte del grupo. En un ambiente doméstico somos nosotros los que decidimos con quiénes van a vivir o si vivirán solos. Los compramos y vendemos a nuestro antojo, los colocamos en una hípica y mañana en otra, y así vamos determinando qué compañía tendrán, si es que la tienen.

Por lo general, los caballos cojos o enfermos que viven en estado salvaje no sobreviven mucho tiempo y no llegan a viejos, ya que son presas fáciles para los depredadores. En un ambiente doméstico les podemos dar los cuidados que necesitan, y pueden llegar a vivir hasta los treinta y cinco años o más.

En estado salvaje los caballos pasan muchas circunstancias y momentos de estrés, ya que los depredadores están constantemente al acecho y cualquier ruido o pasto que se mueve representa para ellos un posible ataque. En estado doméstico se habitúan al espacio y a las dinámicas de trabajo diario, por lo que su nivel de estrés baja, además de que no se los va a comer ningún depredador.

Los caballos que viven en estado salvaje no son castrados; sin embargo, en la mayoría de los casos, el caballo doméstico sí lo es, y con cierta lógica, ya que si no se les quiere usar como sementales y es necesario controlar la natalidad no tiene sentido que sufran el estrés que provoca el no poder satisfacer su necesidad e instinto de reproducción.

Muchos caballos y algunas yeguas tienen lo que se denomina diente de lobo. Este diente de lobo es el primer premolar y tiene algunas particularidades. Puede o no estar presente. En algunos casos solo hay uno, y en otros dos o tres, o incluso pueden estar los cuatro. Es un diente pequeño, distinto al resto de premolares y molares, no tiene mucha raíz y posee poca corona de reserva. El asunto es que en estado natural este diente no tiene ningún efecto; no beneficia, ni perjudica. Pero en el caballo doméstico, que va a ser montado y que usa embocadura, mantenerlo ocasiona un cierto perjuicio. Al tener muy poca raíz, la embocadura hace contacto con ese diente y, al presionar, por más suave que se sea, se provoca que se mueva causando dolor. En esos casos debemos llamar a un veterinario especialista para que lo extraiga.

Otras consideraciones. Todos los caballos del mundo son asimétricos por naturaleza. Esto significa que tienen un lado distinto del otro a nivel muscular, siendo uno más fuerte y rígido que el otro, más débil y elástico. En estado salvaje la asimetría no ocasiona ningún perjuicio; al caballo le da lo mismo doblar a la derecha o a la izquierda, y otras situaciones para las que la asimetría no causa dificultad. Sin embargo con el caballo doméstico buscamos que doble bien para ambos lados, que trabaje parejo con ambos posteriores, que pueda salir a ambas manos sin dificultad, y muchas cosas más que implican ir corrigiendo esa asimetría y lograr que ambos lados estén igual de fuertes y elásticos.

Los caballos tienen, por una cuestión natural y por su condición de herbívoros, más desarrollada la capacidad de empuje que la capacidad de carga. Esto quiere decir que para sobrevivir necesitan correr a gran velocidad, y lo consiguen llevando los posteriores ligeramente más hacia los costados de su panza para avanzar más y que sus zancadas sean más grandes. Pero no tienen desarrollada la capacidad de carga, que implica que el peso es trasladado hacia los cuartos traseros, y para ello todas las articulaciones de la pelvis y los miembros posteriores deben flexionarse para remeterse bajo la masa corporal, lo que supone la necesidad de mayor fuerza en los músculos del posterior y abdominales. Como veremos más adelante, por cuestiones anatómicas y biomecánicas es necesario, por su salud y buen rendimiento, que desarrollen la capacidad de carga.

Otra cualidad instintiva que debemos modificar y enseñar tiene relación con la presión. Los caballos, por instinto, cuando reciben presión tiran en contra en vez de ceder a ella. Es lógico. Imaginemos que un león quiere cazar un caballo; se sube sobre su lomo y quiere derribarlo. La manera de liberarse del depredador es tirando hacia el lado contrario y no yendo hacia él, que es el que ejerce la presión. Pero la persona que tiene un caballo, probablemente lo primero que busque sea que su caballo aprenda a ir del ramal, y para ello pondrá presión. O el jinete querrá que su caballo ceda a la presión de sus manos y piernas, o el herrador o recortador buscará que el caballo le permita levantar las manos y patas sin resistencia. Todo eso implica inhibir su reacción instintiva para aprender algo nuevo.

Cabe aclarar que cuando hablamos de presión hacemos referencia a un contacto que ejerce presión progresiva y no a un golpe, ya que de un golpe el caballo también se apartaría, pero nada tiene que ver con la presión que buscamos para educar a nuestro caballo.

También debemos tener en cuenta el desarrollo físico del caballo, que podemos dividir en biológico y artificial.

El desarrollo biológico es el que se da por el transcurso del tiempo y la madurez del caballo, cuyos huesos, tendones, ligamentos y músculos se van desarrollando con el crecimiento.

En estado salvaje, el caballo no necesita ningún tipo de entrenamiento especial para la vida que lleva. Pero al caballo doméstico, que está destinado a una actividad que implica un esfuerzo distinto a aquel para el que está preparado en una vida salvaje, como por ejemplo transportar una persona y saltar un obstáculo, debemos incorporarle una serie de ejercicios con el fin de acondicionar su musculatura, y eso es lo que denominamos desarrollo artificial, que está hecho, planeado, dirigido y guiado por el ser humano.

Por supuesto que cualquier situación o condición doméstica en la que el caballo lo pase mal por la causa que sea no será mucho peor que vivir en estado salvaje con depredadores acechando.

En fin, lo cierto es que el caballo doméstico tiene una realidad totalmente distinta a la del caballo que vive en estado salvaje. Necesitamos modificar varios de sus aspectos o cualidades para que se convierte en un caballo fácil, práctico, educado y efectivo, tanto en el trabajo como en el deporte, o simplemente como animal de compañía o mascota, por lo que lo más sano será tratar de darle lo mejor entendiendo cuáles son sus cualidades y necesidades.

En cuanto a la necesidad de compañía, los caballos son seres sociales que viven en manadas, constituidas en general por un macho, cuatro o cinco yeguas y sus crías, que permanecen en el grupo hasta los dos o tres años aproximadamente.

Son herbívoros. No cazan otros animales, sino que son ellos los cazados por los depredadores, por lo que vivir en grupo les permite poder comer gran parte del día sin tener la necesidad de estar vigilando constantemente, ya que ese problema se soluciona turnándose: mientras unos comen, otros vigilan.

La mayoría de sus comportamientos están guiados básicamente por una cuestión de supervivencia.

La estructura social contribuye a satisfacer una necesidad vital como es el ahorro de energía. El caballo como herbívoro y presa sabe que necesita energía para huir y sobrevivir. Por tal razón, de manera instintiva tiende siempre a repetir lo que le permitió economizar energía y evitar lo que le provocó un gasto de energía.

Normalmente no surgen conflictos entre los miembros de un grupo, salvo que el espacio o el resto de recursos sean escasos. Un semental será el encargado de proteger a su grupo y mantenerlo unido, además de la reproducción, mientras que una yegua, generalmente la más vieja, guiará las actividades relacionadas con la comida, el agua y los traslados. No obstante, y por razones de facilitación social, cualquier miembro del grupo puede tomar la iniciativa de traslado y el resto seguirlo si su idea es buena y no hay oposición.

Siguen al caballo que muestra seguridad, que no duda, al que está convencido de sus movimientos y demuestra una intención clara y precisa. De esta manera, puede ser cualquier miembro de la manada el que avise al resto de un posible peligro y comience la huida, lo que provocará que los otros lo sigan.

Normalmente quien guía al grupo también se encarga de mantener la paz, la calma y la armonía en la manada así como de resolver o intermediar en los conflictos que surjan entre sus miembros para evitar disturbios y desconcentración que puedan favorecer el éxito de los ataques de los depredadores.

La mayor parte del tiempo los caballos se dedican a comer, alrededor de dieciséis horas al día, y lo hacen mientras caminan. El resto del tiempo descansan y economizan su energía por si necesitan huir de algún peligro.

Mientras tanto comparten el espacio, siendo estos momentos de una conexión muy íntima. Simplemente están parados, quietos, pendientes uno del otro, haciéndose compañía, pero sin exigirse nada. Saben que están ahí y así permanecen tranquilos. De ahí la importancia que tiene para el ser humano que quiere vincularse con caballos en libertad el hecho de estar presente, de permanecer en calma, siendo consciente del espacio y el momento, conectando con el entorno y las circunstancias y controlando su energía.

Desde ese lugar de consciencia podemos darle al caballo la calma que necesita, convirtiendo esta relación en un vínculo sano, donde el caballo elige permanecer con nosotros porque se siente bien y seguro a nuestro lado.

¿CÓMO EMPEZAR EL PRIMER CONTACTO?

Lo ideal y óptimo en un principio es poder trabajar con nuestro caballo, potro o ejemplar adulto en un espacio de aproximadamente veinte por cuarenta metros, más o menos; el que sea rectangular o circular no es determinante. Lo importante es que el espacio sea lo suficientemente grande para que el caballo pueda alejarse si esa fuera su intención. Asimismo es conveniente comenzar solo con el caballo con el que elijamos trabajar o vincularnos, sin la presencia en el mismo espacio de otros ejemplares que interfieran en nuestras interacciones.

Como sabemos, el caballo es herbívoro, no mata a otros animales, pero él sí es cazado por distintos depredadores. Por eso está dotado de patas largas para poder correr rápido y así escapar de cualquier peligro o amenaza. Su objetivo es comer y no dejarse comer.

Pero cuando está privado de libertad y limitado en su capacidad de huida, su nivel de cortisol –hormona del estrés– aumenta considerablemente, lo que le sirve para huir o atacar en caso de no poder escapar. Entonces muerde o patea aunque siempre en última instancia, ya que sabe que si se lastima una pata puede quedarse cojo y ser presa fácil de los depredadores. Por lo tanto, si le damos el espacio necesario para ganarnos su confianza estaremos más seguros. Por el contrario, trabajarlos en espacios limitados aumenta los riesgos, tanto para el caballo como para la persona, y más aún si no somos muy experimentados, y aunque lo seamos; no tiene ningún sentido exponerse a riesgos innecesarios.

Debemos tener en cuenta que del miedo a la agresión hay un paso. En ambos estados el organismo libera adrenalina. Esta hormona produce más azúcar en la sangre, lo que aporta más energía por si fuera necesario huir o, en caso de no existir esa posibilidad, atacar.

Es posible hacer el trabajo con más caballos presentes, solo que es más probable que su atención esté más dispersa. En cuanto al espacio, también puede hacerse en extensiones más grandes, con la única dificultad de que probablemente debamos caminar más.

Lo importante aquí es estar atentos en todo momento a las expresiones y señales del caballo; ellas serán el semáforo que nos dará luz verde o luz roja para avanzar o detenernos según corresponda.

Es muy importante comprender en todo momento y durante todas las etapas y fases del entrenamiento que somos nosotros los que trabajamos para el caballo y no él para nosotros. La gran diferencia entre quien trabaja bien o mal está precisamente en saber identificar las necesidades del caballo, tanto emocionales como mentales o físicas, y poder darles solución a través del trabajo y el entrenamiento.

Por otro lado, controlar nuestras expectativas nos permitirá evitar la frustración si no conseguimos lo que queríamos y respetar los tiempos del caballo. La prisa siempre es cosa nuestra, por diversas razones, económicas, o porque no llegamos a tal o cual fecha en que deseamos que el caballo compita, o simplemente por ansiedad. En fin, si logramos despojarnos de expectativas podremos trabajar con la calma y la lentitud necesarias para que cada sesión de trabajo sea agradable y efectiva.

Habiendo aclarado estos puntos, seguiremos con la comunicación.

Cada vez que dos caballos se encuentran, por más que no se hayan visto por unos minutos, juntan sus narices para identificar a través de las feromonas –sustancias químicas que libera el organismo– las características de cada uno, sexo, estado emocional, en definitiva, quiénes son en ese momento presente. Estas feromonas provocan una reacción hormonal en el animal que las recibe, lo cual afecta a su comportamiento.

Por eso es tan importante ser conscientes de nuestro estado de ánimo y de la emoción que estamos sintiendo en el momento en que nos relacionamos con los caballos. Si estamos con miedo, impaciencia, ansiedad, o cualquier otra emoción que altere la paz y armonía en la comunicación, es mejor no acercarnos a ellos. Es conveniente esperar y hacerlo cuando el miedo haya pasado, y no pretender engañarlos simulando una actitud, intención o emoción distinta a la que en realidad sentimos.

Los caballos son seres emocionales, al igual que nosotros. Reaccionan o se mueven siempre guiados por una emoción y responden a ellas. Han desarrollado una gran capacidad para percibirlas; tan es así que en la naturaleza un caballo puede estar comiendo tranquilo a metros de un puma que ya comió, porque sabe que no tiene intención de atacarlo.

La gran diferencia en este aspecto con respecto a los humanos es que ellos como herbívoros huyen, y una vez que consideran que ha pasado el peligro se detienen y analizan la situación. En cambio los seres humanos, por haber desarrollado más el neocortex –parte del cerebro encargada de la lógica, la planificación y el razonamiento–, primero analizamos y, solo si consideramos algo potencialmente peligroso, entonces huimos.

Por eso es inútil aparentar con el cuerpo lo que no experimentamos con nuestras emociones.

Lenguaje corporal y comunicación

El lenguaje predominante entre los caballos es el corporal. Si bien las emociones son la causa de sus acciones, ellos se expresan y comunican en gran parte a través de gestos y movimientos. Emplean todo su cuerpo para transmitir un mensaje, interpretando nuestras acciones conforme a sus propios términos. Por esa razón debemos aprender su lenguaje, de manera que sepamos qué nos dicen, pero también qué les estamos diciendo nosotros. Es fundamental entender que cuando compartimos un espacio con ellos nos estamos comunicando, sin importar la distancia que nos separe.

Los caballos piensan, sienten y se mueven como herbívoros, teniendo siempre como objetivo principal su protección y supervivencia. Si no logramos comprender esto lo más seguro es que malinterpretemos sus movimientos y señales, dificultando la posibilidad de comunicación.

El caballo, con su postura general y sus pequeños gestos, nos dirá sí o no, es decir, nos dará luz roja o verde. Así sabremos si podemos continuar o si debemos detenernos. Por ejemplo, nos dirá si podemos acercarnos o si debemos alejarnos, y lo hará siempre motivado por una emoción que le dirá hacia dónde moverse o si quedarse quieto.

Las señales de tensión muscular son, por lo general, una exteriorización de estrés o miedo: cabeza y cuello levantados, patas remetidas, labios tensos y arrugados; la cola entre las patas o sacudidas rápidas expresan molestia o descontento; ojos bien abiertos y arrugados en forma de triángulo indican tensión emocional o preocupación. También hay señales de alerta como la cabeza levantada para observar a lo lejos y dar cuenta y aviso al resto de la manada de un posible peligro.

Los gestos de relajación pueden ser la cabeza y el cuello hacia abajo, el dorso relajado, la cola balanceándose hacia los lados suavemente, labios relajados, una pata descansando, ojos entrecerrados, orejas relajadas hacia los costados y suaves pestañeos.

Asimismo, hay otros signos que pueden apreciarse fácilmente cuando se libera tensión o cuando termina un momento o situación de estrés, como son suspirar, mascar, bostezar, relajar y bajar el cuello y la cabeza.

Además, tienen gestos de agresividad como bajar la cabeza con el cuello y el hocico hacia adelante, orejas aplastadas, mostrar los dientes, tirar mordiscos o patadas o darnos la grupa.

Un caballo con miedo lo primero que intentará es huir y, en caso de no poder hacerlo, atacará. Otra reacción posible es la inhibición: tensará sus músculos y se pondrá rígido e inflexible, se bloqueará y evitará moverse, desconectándose física y mentalmente.

También el lenguaje oral forma parte de su manera de comunicarse. Emplean sonidos como susurros, resoplidos, relinchos, chillidos, bufidos y exhalaciones. Los atraen y calman los movimientos suaves y seguros, y los repelen los rápidos, enérgicos e inseguros.

Transmiten señales con todo su cuerpo, ojos, labios, orejas, cola y postura general. Debemos tomarlas y analizarlas en su conjunto y dentro del contexto y momento que estemos viviendo, pero es fundamental asociar cada señal con la emoción que estén sintiendo.

Con el transcurso del tiempo iremos desarrollando nuestra capacidad de observación y podremos captar las señales más sutiles, lo que nos permitirá una mejor comunicación para evitar accidentes, como también recompensar cada pequeño intento por su parte de hacer algo positivo, lo que genera voluntad de trabajo y motivación.

Ciertas causas como enfermedades, lesiones, dolores, hormonas, separación, cansancio, hambre, sed, condiciones climáticas, compañía, espacio, condición física, etc. no deben ser aisladas del análisis de su lenguaje y comportamiento. No es lo mismo agitar la cola para quitarse las moscas que hacerlo cuando les pedimos o exigimos algo que no quieren realizar o si tienen algún dolor o molestia física.

Es imposible hacer una lista de todas las situaciones de estrés o placer y cómo se expresaría el caballo en cada caso. Por eso es sumamente importante prestar atención y observar hasta el más mínimo detalle de su lenguaje corporal, ya que los caballos transmiten sus emociones e intenciones con mucha sutileza. Mientras más lento se mueven, más relajados están. Por el contrario, los aires rápidos como el trote y el galope indican más tensión, miedo o estrés.

Energía, ambiente y pensamiento

La física cuántica es la rama de la ciencia que estudia las características, el comportamientos y las interacciones de las partículas a nivel atómico y subatómico.

Esta ciencia ha comprobado que el átomo está compuesto de energía, que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible, y que esta es trasmitida a través de ondas. Los átomos forman moléculas y las moléculas forman células, y las células producen personas y caballos. Por lo tanto, somos energía en un entorno energético.

Bruce Lipton, doctor en Biología celular, afirma: «Los átomos no solo emiten energía, también la absorben. Y es relevante porque cuando dos energías se juntan pueden interactuar, habiendo dos extremos diferentes de interacción. Si dos energías de la misma vibración se juntan, están en armonía; cuando se encuentran, las energías suman su valor. Dos energías bajas con la misma vibración, cuando llegan y se juntan amplifican su energía. Están sumando la energía A y la energía B en el lugar del encuentro. La energía AB es mayor que la energía A o la B, de modo que pueden reunirse y crear una energía más grande. A eso se le llama interferencia, la interferencia de la energía A con la energía B, pero se llama interferencia constructiva porque cuando se unen crean una energía más poderosa. Cuando dos energías armonizan, ambas suben y bajan al mismo tiempo, se suman y crean una interferencia constructiva. Buenas vibraciones.

Cuando dos energías desfasadas se juntan, siendo una positiva y otra negativa, se suman y se obtiene una energía neutra. Dos energías se pueden juntar, interferirse entre sí, pero en lugar de sumarse y agregar más energía, producirán menos energía. A eso se lo llama interferencia destructiva. Malas vibraciones».

Tal y como demuestra la ciencia, todo es energía; nosotros y los caballos también. Por lo tanto ellos reciben la nuestra y nosotros recibimos su energía. Es sumamente importante ser conscientes de ello y aprender a regular y controlar nuestra energía en función de sus necesidades.

Bruce Lipton también realizó un estudio sobre la membrana celular y las modificaciones de la célula según su entorno. En dicho estudio expresa lo siguiente: «Puse una célula madre en una placa petri (instrumento de laboratorio de base circular de 1 cm. de altura aproximadamente y con tapa) y, como cada diez horas la célula se divide en dos, al cabo de dos semanas tenía miles de células, todas idénticas. Tomé algunas de ellas, las coloqué en otra placa y cambié el entorno celular, es decir, cambié la química en esa placa, y ahí se formó músculo. Después tomé otras células de la primera placa y las puse en un entorno diferente y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, ¿qué controla el destino de las células? Todas ellas eran idénticas; lo único que era diferente era el entorno. La conclusión es que cuando tomo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, las células enferman y mueren pero, si las colocas en un entorno sano y saludable, las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células; la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad.

El entorno celular para nosotros es la sangre; por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula y a la sangre la controla el sistema nervioso, que crea una química diferente según el medio externo. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Y la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, pensar en alguien a quien amo hace que mi cerebro segregue dopamina, oxitocina, etc., y esa química trae salud a las células. Pero si veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés, y estas hacen dos cosas: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. Se frena el crecimiento porque, si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. Tienes que crecer todos los días porque si no te mueres; cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere en ese crecimiento entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día. La segunda consecuencia es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía. La medicina usa este efecto en los trasplantes de órganos porque el sistema inmunitario rechazaría un órgano que no reconoce como propio; por tanto utilizan hormonas del estrés y eso impide que el sistema inmunitario funcione».

Lo que viene a confirmar la ciencia tiene íntima relación en nuestro vínculo con el caballo ya que tanto nuestro cuerpo como el suyo están compuestos por proteínas que responden a las señales del entorno, modificando así su comportamiento.

Permítanme citarles una vez más a Bruce Lepton: «