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Juan Carlos Bonet es un poeta. No es novelista, ni ensayista, ni columnista. Es poeta puro. Estertores y cenizas tiene su origen, sin duda, en ese fuego que anima su alma y le da fuerza a las palabras que se encadenan en versos y líneas que reviven en el lector emociones profundas que pueden ser compartidas, por los temas eternos de la poesía; el amor, el deseo, el olvido, la muerte, el dolor, el gozo, la memoria… el pensamiento y la fantasía y todo eso tiene que cristalizar en palabras. ¿Por qué el verso y no la prosa? Su tensión melódica y dramática, su expresión emocional no puede ser trasladada a la prosa. Necesita de una palabra que aspire a ser canto. Como una rapsodia, este poeta va contando y relatando los episodios de su vida más íntima y secreta. Sabe, cómo el poeta Whitman, "que el peor de los errores es el silencio". Por eso el poema es una experiencia que el autor arde en deseo de comunicar, de comunicarnos los motivos que le dieron vida a esa voluntad de revivir la fugacidad de un instante, de provocar la resurrección de instantes que dan sentido a su existencia. De otorgar vida permanente a esos sentimientos o pensamientos, por medio de la magia de la palabra escrita con tinta a mano. Por asegurarle un futuro a ese sentimiento que estremeció su ser, de ese ser que es un ser de la palabra, como lo es todo poeta y todo actor. Emilio Cárdenas Elorduy
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Seitenzahl: 69
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Estertores y cenizas, obra reunida
Primera edición impresa: 2025
Edición ePub: enero 2025
De la presente edición:
D. R. © 2025, Juan C. Bonet
D. R. © 2025, Bonilla Distribución y Edición, S.A. de C.V.
Hermenegildo Galeana #116, Barrio del Niño Jesús,
Tlalpan, 14080, Ciudad de México
www.bonillaartigaseditores.com
ISBN: 978-607-26618-8-2 (impreso)
ISBN: 978-607-26618-9-9 (ePub)
ISBN: 978-607-2625-00-6 (pdf )
Responsable de la colección: André Urzúa Plá
Cuidado de la edición: Bonilla Artigas Editores
Diseño de la portada: d.c.g. Jocelyn G. Medina
Formación de interiores: André Urzúa Plá
Realización ePub: javierelo25
Impreso y hecho en México / Printed in Mexico
Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.
Contenido
PrólogoEmilio Cárdenas Elorduy
Andar entre cenizas
Empieza el mundo...
Permaneces en la noche más profunda...
Las madrugadas me encuentran...
La tristeza es un domingo cualquiera...
Si como dijo el poeta...
Qué cruda primavera...
Cae sobre mi pecho...
El amor...
Estar entre la gente...
La lágrima es una sola...
Miro en el retrovisor con los ojos nublados...
La luna balbucea...
La vida me deparó...
Al mundo no hay que adjetivarlo...
Un desetrañado dolor se instala...
Estuve observando las sombras...
Te voy a besar...
Nos bebemos las calles...
Se abren de par en par los brazos...
Muerte nacida de tu vientre...
Los sonidos espontáneos de su íntimo...
Recapitulación
Supe que el silencio erigía...
No logro el viento...
El árbol, sueño de la tierra...
Estertores y profecía
Mayeútica
Asintáxis
Asunción
El alquimista
Purificación
Vocación
Anunciación
Arquetipos
Ficción
Redención
Deseo
Nirvana
Peregrino
Epifanía
Asalto
Torpeza
Revelación
Parálisis
Ignoráncia
El Tercer ojo
Ascención
Anclaje
Parálisis (ii)
Ciclos
Vocación (ii)
Refugio
Inclinación
Ambición
Redención del sueño tanático
Oficio
Ignorancia
Sincronía
Laberintos
Estertores
Estertores (ii)
Sopor
Hartazgo
Comunión
Cosmogenia
Liturgia
Pánico
Misa interior
Apocalipsis
Vasos incomunicantes
Crisis
Destino
Gnosis
Paracosmos
Eros embalsamado
Incógnito esplendor
Intuición
Abismo estrellado
Ceguera
Transfiguración
Ontología
Ucronía
Muerte coloidal
Éxodo
Estertores (iii)
Fastidio
Éxodo (ii)
Recapitulación
Epílogo
La voz deja de pertenecerle al cuerpoGuiomar Cantú
Sobre el autor
Prólogo
Juan Carlos Bonet es un poeta. No es novelista, ni ensayista, ni columnista. Es poeta puro. Yo escribí un poema, que soñé, a los diecisiete años, y lo publiqué, a los setenta y cuatro en una modesta antología de un club de lectoras del inapam. Estoy acompañado por escritoras de la tercera edad. Dos de ellas tenían noventa y cinco años. Una era tía de Carlos Monsiváis. Ese texto, creado en mi primavera, se publicó en un pequeño libro titulado “Flores de invierno’’...
No tengo ninguna experiencia escribiendo prólogos. Sin embargo, me une al poeta Juan Carlos Bonet la pasión compartida por “Muerte sin Fin” por “Piedra de Sol” y por Góngora.
En verdad, me unen a él, muchas otras cosas: su madre estudió en la misma escuela secundaria que yo, su padre es mi amigo fraterno desde la mítica Zona Rosa, la de la fiesta cotidiana cada noche en los años 60’, y además, me une a él, la admiración absoluta a su abuela, la gran Ofelia que me hizo el honor de participar en el xv Festival Internacional Cervantino, en el año de 1987, diciendo, como diosa, los versos inmortales de José Gorostiza. Tuve el privilegio de ser amigo de la primerísima actriz inolvidable, la gran Ofelia Guilmain. Trabajo ahora en un espacio del Instituto Politécnico Nacional en donde, un auditorio de la Escuela de Ciencias Biológicas, lleva el nombre de su abuelo materno, el biólogo Federico Bonet qué, llegando de España, dedicó su vida de científico a decirnos donde había petróleo. Toda una estirpe de generosos creadores tiene atrás nuestro poeta.
La Wikipedia dice muchas cosas de Bonet y su camino artístico, desde su infancia, en el rico mundo del arte dramático, cinematográfico y del productor teatral. Del poeta Bonet ni una palabra de su obra literaria. Nada de los libros que ha publicado. Silencio total.
Juan Carlos Bonet publicó en el año 2001 Andar entre cenizas y en 2017 Estertores y profecías. Ediciones ya agotadas de limitado tiraje.
El prólogo a la primera edición de su segundo libro Estertores y profecías es de Giomar Cantú, experta en literatura moderna y finísima escritora. Me confieso incapaz de superar la agudeza y rigor de sus palabras.
Si Giomar Cantú nos explica cuál es el valor de la relación de unas palabras con otras en un verso, nos falta saber qué relación existe entre el hombre que escribe esos versos y el efecto de esas palabras que nos tocan y estremecen a quienes las leemos.
¿Por qué ese hombre? ¿Por qué esos versos? Intentaré, tan solo, vislumbrar el posible origen de esa capacidad admirable que tiene Juan Carlos de manejar las palabras de una manera tan sorprendente y eficaz, y llevarlas, con tinta de pluma fuente, a un papel, blanco.
Es un niño que procede de una bella estirpe de antepasados que viven de por, y para la palabra; la artística, la científica y la pedagógica, los Guilmain y los Bonet.
Ese niño crece escuchando en su casa los textos de los guiones que se aprenden de memoria sus padres para las películas en que son estrellas, y de los programas de televisión que todo mundo admira. También crece escuchando la voz única, grave y profunda, de la querida abuela, la voz de la Gran Ofelia. Escuchando voces en todos los teatros de la ciudad de México, en las pantallas de los cines y en la televisión de su casa. Todas esas voces poderosas modelaron el alma de ese niño. Esa criatura se alimenta solo de las mejores palabras de nuestra lengua, y terminará jugando con ellas para expresar el misterio de la poesía que brota de ese manantial que algunos llaman alma y otros inconsciente…
Jugando con palabras, en soledad, hace poemas. Esa es su actividad secreta, muy íntima, una acción que realiza de incógnito y que se llegó a plasmar en libros de versos sorprendentes. Un primer libro, de tan solo veintiocho páginas, Andar entre cenizas y un segundo de setenta y una páginas Estertores y profecías. Obra breve y discreta con vínculos con el estilo de Paul Valery, José Gorostiza y Borges. Obra que contrasta claramente con esas inmensas cataratas de versos que son las visiones de Darío o de Neruda, o de Pellicer, esos poetas del Español de América, que vuelven poesía cualquier objeto del universo que nombran: la montaña, la pirámide, el palacio, la hormiga, un pétalo, una semilla, un calcetín...
Los de la otra familia, más parca y contenida, solo meditan rigurosos sobre algunas esencias: buscan la expresión del ser profundo, del hombre interior. Sus versos quieren revelar las manifestaciones fugaces de los sentimientos más contradictorios y dolorosos del ser humano. Estos poetas celebran la resurrección de ciertos momentos del fenómeno humano que nunca son objetos tangibles; son tan solo esencias inmateriales, pensamientos y sensaciones contradictorias que, sin embargo; pueden encarnar en palabras armónicas que provocan admiración. Se mueven entre lo simbólico y lo imaginario para volverlo real, con signos que se posan sobre un papel. Evitando toda elocuencia metafórica y retórica.
A ese estilo de creadores pertenece nuestro poeta, para inventarse a sí mismo con palabras, en esa ... “Palabra… la casa del ser. En su hogar habita el hombre. Los que piensan y los que crean con las palabras. Son guardianes de este hogar”. Esto lo escribió aquel pensador alemán Martin Heidegger, que publicó cientos de páginas sobre el Tiempo y el Ser. De ese tiempo y su paso por nuestras vidas “que van a dar a la mar”.
Juan Carlos, discreto y recatado, cumple el juramento de la abuela que recuerda que: “...en esa noche cerrada en las trincheras de Valencia, encimada en aquel tabladillo de fortuna, al cumplir mis primeros quince años, juré a los cielos entregar mi vida al arte, juré que la belleza y la justicia serían mi único fin y juré servir para siempre al canto rodado del poeta. Juré convertirme en guardiana de las palabras”. Eso cuenta su abuela Ofelia de cuando era niña en su maravilloso libro de recuerdos: El Retablo Rojo de Carlos Pascual (publicado en 2005).