Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Debido a la escasez de estudios acerca del grupo chuj, resulta de gran importancia esta publicación que pretende contribuir a darle visibilidad. En este volumen se integran algunas de las investigaciones que se realizan actualmente en torno a la lengua y cultura chuj. Se incluyen, entre otros, análisis gramaticales de la lengua; trabajo de análisis desde la lingüística histórica y la adquisición de la lengua; investigaciones en torno a la cosmovisión de los chujes, y estudios comparativos del corpus chuj con otras tres lenguas mayas mediante un análisis electrónico para establecer distancias euclidianas y similitudes entre ellas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 300
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
ESTUDIOS DE LENGUA Y CULTURA CHUJCristina Buenrostro (Editora) Instituto de Investigaciones AntropológicasUniversidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Cristina Buenrostro
1. El sistema de clasificadores nominales de sustantivo en Chuj y otras lenguas mayas de los Altos Cuchumatanes: un caso de difusión gramatical con bases en la familia otomangue
Nicholas A. Hopkins
2. Las configuraciones referenciales en Chuj
Justin Royer
3. Apuntes sobre la marcación de número nominal en Chuj
Cristina Buenrostro
4. La composición de la estatividad en Chuj
Robert Henderson, Paulina Elias, Justin Royer y Jessica Coon
5. Adquisición del complejo verbal en Chuj
Pedro Mateo Pedro
6. El cuerpo como base matemática en la cultura chuj
Fernando Limón y Diego Pérez García
7. Ecología de la lengua fronteriza chuj
Lorena Córdova-Hernández
8. Apuntes sobre la noción de persona, los wayjel y los llamados chiapas entre los chuj
Fernando Guerrero Martínez
9. Distancias euclidianas entre las morfologías afijales de algunas lenguas mayas
Alfonso Medina Urrea
Notas al pie
Aviso legal
Cristina Buenrostro
El Chuj es una lengua de la familia lingüística maya que pertenece a la rama del q’anjob’aleano. Kaufman (1974) lo ubica dentro del Gran q’anjob’aleano, formando un grupo aparte junto con el tojolabal, pero también hay autores que lo ubican dentro de la subrama q’anjob’aleana junto con el Akateko, Jakalteko y Q’anjob’al (Robertson 1977). En Guatemala se habla en la zona de los Altos Cuchumatanes en tres municipios del departamento de Huehuetenango: San Mateo Ixtatán, San Sebastián Coatán y Nentón. En México se habla principalmente en el estado de Chiapas en los municipios de La Trinitaria y La Independencia, y se pueden encontrar algunos hablantes también en los estados de Campeche y Quintana Roo. El número de hablantes gira en torno a los 70 000 en la parte de Guatemala y a los 5 000 en el lado mexicano. Se distinguen principalmente dos variantes dialectales, la de San Mateo Ixtatán y la de San Sebastián Coatán.1
Dentro de la familia maya, la lengua y cultura chuj han sido de las menos estudiadas. Entre las décadas de 1960 y 1980, Nicholas Hopkins y Judith Maxwell fueron algunos de los investigadores que se interesaron en el análisis gramatical de esta lengua. Se pueden encontrar referencias a aspectos de la gramática del Chuj en algunos trabajos sobre lenguas mayas, tal es el caso de John Robertson (1980), quien desde la lingüística histórica plantea una discusión interesante en torno a la clasificación de la lengua, y Jon Dayley, quien hace una comparación de la voz y la ergatividad en las lenguas mayas. Otto Schumann, por su parte, interesado en las lenguas mayas en general, hizo algunas aportaciones en torno a la relación entre el Chuj y el tojolabal. Desde la antropología destacan las investigaciones de Ruth Piedrasanta (2009).
Este volumen recopila diferentes investigaciones que se están haciendo sobre el Chuj, no sólo desde el punto de vista lingüístico sino también desde el punto de vista antropológico. Los artículos muestran un panorama de los intereses de investigación en torno a la lengua y cultura chuj. El objetivo de este compendio de artículos es contribuir a la discusión sobre la situación del Chuj y los chujes en la actualidad y su papel dentro del mundo maya.
En cuanto a la lingüística, varios de los artículos aquí presentados abordan de manera directa o indirecta uno de los aspectos de la gramática que el Chuj comparte con otras lenguas q’anjob’aleanas, me refiero a los clasificadores nominales –que algunos autores (como Hopkins y Royer) prefieren llamar clasificadores de sustantivo–.2 Se podrá observar que, si bien es uno de los temas que más se ha investigado (tanto en el Chuj como en otras lenguas mayas), aún no es posible llegar a un acuerdo acerca de sus funciones tanto sintácticas como semánticas. En este volumen se podrá observar que hay diferentes puntos de vista, lo cual puede dar pie a que se produzca un espacio de discusión para futuras investigaciones. Encontraremos también un capítulo en el que se describen las diferentes estrategias para marcar número en el ámbito nominal, otro en el que se analizan las construcciones con posicionales desde un punto de vista semántico y uno más dedicado a la adquisición de la lengua con especial atención a la adquisición de la morfología verbal. Para complementar el panorama de la investigación lingüística, encontraremos un capítulo dedicado a la situación de desplazamiento y una propuesta de mantenimiento y revitalización. Hay dos artículos de corte antropológico, uno que describe, a manera de ensayo, el sistema de numeración y otro que aborda la cosmovisión de los chujes por medio de dos personajes míticos. Por último, pero no menos importante, tenemos un capítulo dedicado a la lingüística computacional, en el que se hace un análisis automático basado en un corpus del Chuj en comparación con otras lenguas mayas.
A continuación presento de manera particular cada uno de los capítulos que comprenden este volumen:
El primer artículo está a cargo de Nicholas Hopkins quien presenta “El sistema de clasificadores de sustantivo en Chuj y otras lenguas mayas de los Altos Cuchumatanes: un caso de difusión gramatical con bases en la familia otomangue”, su propuesta principal es que las lenguas mayas que desarrollaron un sistema de clasificación de sustantivos lo hicieron por contacto con alguna lengua otomangue, en las cuales se pueden encontrar sistemas de clasificación similares. Argumenta que se trata de un rasgo areal más que genealógico. Si bien este texto constituye una revisión reducida de una publicación en inglés del año 2012, me parece que su versión al español es importante, en primer lugar para que sea accesible a otro tipo de lectores, ya sea porque no pueden leer en inglés o porque no tienen acceso a revistas especializadas, y en segundo lugar por su relevancia en las investigaciones actuales sobre los clasificadores nominales.
Siguiendo con el tema de los clasificadores nominales, Justin Royer presenta “Las configuraciones referenciales en chuj”, cuyo objetivo es demostrar cómo se marcan las distinciones de definitud, indefinitud y especificidad. Su propuesta es que los clasificadores nominales funcionan como determinantes definidos, el numeral jun como determinante indefinido y que la presencia de los clasificadores nominales en frases nominales indefinidas tiene la función semántica de marcar especificidad mientras que su ausencia marca inespecificidad. Esto contrasta con lo planteado en el capítulo que sigue respecto al papel de los clasificadores nominales. A lo largo del capítulo cuestiona la función que se les ha atribuido a los clasificadores nominales como pronominales y el papel que tienen los demostrativos en la referencialidad.
El artículo “Apuntes sobre la marcación de número nominal en Chuj” está a cargo de Cristina Buenrostro, quien se pregunta cómo se marca el número gramatical en chuj. Describe cinco estrategias distintas para hacer la distinción entre número singular y plural en las frases nominales del Chuj: número asociativo en los pronombres, marcación con la partícula prenominal eb’ para referentes humanos, número general en frases nominales definidas escuetas, sufijo -tzanh para frases nominales con determinante y sufijo -tak para sustantivos relacionaes y pronombres interrogativos. Si bien el objetivo de este capítulo no es analizar el papel de los clasificadores nominales en las frases nominales indefinidas, sí deja un espacio para discutir la propuesta de inespecificidad del capítulo anterior. En este capítulo se muestra que la inespecificidad está dada por la presencia del clítico de irrealis =ok y no por la ausencia del clasificador nominal.
Robert Henderson, Paulina Elias, Justin Royer y Jessica Coon presentan el artículo “La composición de la estatividad en Chuj”, en el que, desde una perspectiva de la semántica composicional, analizan dos tipos de construcciones con posicionales: posicionales con direccionales (POS-DIR) y posicionales reduplicados (POS-REDUP), y el papel que juega cada uno de los elementos que las componen. Una de sus principales propuestas, basados en Maienborn (2007), es que la diferencia entre ambos tipos de estructuras se puede explicar en términos de estados “davidsonianos” y estados “kimianos”, los primeros son eventuales y los segundos son permanentes. Se trata de un trabajo de investigación muy riguroso donde las construcciones a analizar son sometidas a diferentes pruebas de diagnóstico que permiten ubicarlas en uno u otro estado.
Un tema muy poco trabajado tanto en Chuj como en otras lenguas mayas y en otras lenguas mesoamericanas es el de la adquisición de la lengua. En este sentido, Pedro Mateo Pedro contribuye con el artículo “Adquisición del complejo verbal en Chuj”. Los resultados de esta investigación forman parte de un proyecto más amplio de gramática infantil del Chuj. El autor nos muestra el patrón en el que los niños adquieren los morfemas de la flexión verbal del Chuj y que hay una adquisición temprana del sistema ergativo y de la ergatividad mixta y que al reconocer la frontera final de la palabra se adquieren los sufijos antes que los prefijos. Si bien los datos que se muestran en este artículo pueden parecer preliminares, me parece importante incluirlos porque abren el camino para investigaciones futuras sobre el tema.
Fernando Limón y Diego Pérez García nos presentan el escrito “El cuerpo como base matemática en la cultura chuj”. En éste exponen la información de las formas de conteo y medición entre la población maya chuj y cómo se realizan estas operaciones tomando como base el cuerpo humano. Se describe el sistema vigesimal en conjunto con otros parámetros de medición, como la longitud, el diámetro, el grosor y el área.
En el artículo “Ecología de la lengua fronteriza Chuj”, Lorena Córdova analiza la situación del Chuj como lengua fronteriza en términos de desplazamiento, mantenimiento y revitalización. Adopta una “perspectiva ecológica ascendente” y su objetivo es invitar al desarrollo de propuestas interdisciplinarias de análisis que motiven la reversión del desplazamiento de la lengua. Como muchas otras lenguas originarias, el Chuj no escapa al fenómeno del desplazamiento, sobre todo si tomamos en cuenta la dispersión de las comunidades en el territorio mexicano.
Fernando Guerrero se adentra en las investigaciones llevadas a cabo entre los pueblos mayas respecto a las conceptualizaciones sobre el individuo. En su contribución “Apuntes sobre la noción de persona, el wayjel y los llamados chiapas entre los chuj” analiza algunos conceptos que expresan la cosmovisión de los chujes y su percepción sobre el ser humano y su composición. Entre los conceptos que analiza se encuentra el pixan, k’o’ol, wayjel y chiapas. Se trata de un texto de gran relevancia ya que permite tener una visión antropológica de la concepción del mundo de los chujes y su relación con otros grupos mayas.
El último capítulo, “Distancias euclidianas entre las morfologías afijales de algunas lenguas mayas”, está a cargo de Alfonso Medina. En este artículo el autor utiliza corpus electrónicos de cuatro lenguas mayas, entre ellas el Chuj, para extraer afijos y grupos afijales de manera automática con el fin de medir distancias y similitudes entre estas lenguas. Medina concluye que, a pesar del tamaño reducido de los corpus, es posible extraer morfología compartida y con ello medir proximidades entre las lenguas. Este trabajo presenta la aplicación de una herramienta que puede ser de gran utilidad para las investigaciones lingüísticas de lenguas poco documentadas, al someter los textos a análisis automatizados de segmentación.
Como puede observarse, en este libro se ha tratado de integrar la mayoría de las investigaciones actuales sobre el Chuj y los chujes desde diferentes perspectivas: análisis gramatical, lingüística histórica, adquisición de la lengua, revitalización, cosmovisión y uso de corpus lingüísticos para descubrimiento automático de la morfología. Este esfuerzo de recopilación es importante ya que se trata de uno de los grupos mayas que menos se ha trabajado y que en los últimos años está despertando interés entre diferentes investigadores tanto en México como en Guatemala, Estados Unidos y Canadá. Se espera que este volumen brinde una visión general de lo que representa el grupo chuj para los estudios lingüísticos y antropológicos dentro y fuera de la familia maya.
DOS NOTAS ACLARATORIAS
Al ser una de las lenguas menos estudiadas, aún hay muchos aspectos en los que los investigadores no logramos establecer un consenso, se podrá observar que no hay uniformidad respecto a las glosas y que hay diferencias también en cuanto a la escritura. No es el objetivo que en este volumen estemos todos de acuerdo, pero vale la pena hacer un par de aclaraciones.
-Respecto al uso de la ‘h’ inicial, unos autores la usan y otros no. La propuesta ortográfica de la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala la incluye. Sin embargo, me parece que no hay estudios fonológicos robustos que la respalden. Se llega a justificar por la presión estructural de que no hay palabras que empiecen con vocal e incluso se le atribuye un rasgo de fricatividad que se opone formalmente al cierre glotal inicial. Creo que se trata de un tema que se puede discutir en futuras reuniones académicas. En esta recopilación, por el momento, se respeta la escritura que cada autor ha adoptado. Uno de los propósitos de este trabajo es que se visibilicen y se discutan este tipo de situaciones; somos conscientes de que un gran ausente en este volumen es el enfoque fonológico de la lengua Chuj.
-A lo largo de las investigaciones lingüísticas presentes en este trabajo tampoco se observa uniformidad respecto a las glosas. La naturaleza de este volumen es muy variada y cada investigador ha adoptado un sistema en su análisis. No es el objetivo, de momento, unificar las glosas, pero sí que sean coherentes en cada artículo. No es un tema exclusivo del Chuj pero que sí se podría discutir en reuniones futuras.
No me queda más que agradecer a todos los que han hecho posible la creación de este volumen, tanto a los investigadores como a los chujes mismos, a los dictaminadores anónimos que hicieron un gran trabajo y al Instituto de Investigaciones Antropológicas por creer en este proyecto.
Lista de participantes
Nicholas Hopkins. Doctorado en Antropología por la Universidad de Chicago. Ha tenido una participación importante en la vida académica de nuestro país como codirector del Programa de Lingüística del Centro de Investigaciones Superiores del INAH de 1973 a 1977 y como profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana. El Dr. Hopkins ha trabajado la lengua Chuj desde la década de 1960. Sus temas de investigación se han enfocado en el sistema de clasificación tanto numeral como nominal, el análisis de textos y la elaboración de diccionarios. Actualmente es un investigador independiente director de Jaguar Tours.
Justin Royer. Candidato a doctor por la Universidad McGill, se ha desempeñado como profesor adjunto en la misma institución y en Concordia University. Sus temas de interés en la lengua Chuj están enfocados en un nuevo análisis de los clasificadores nominales y de la expresión de la definitud.
Cristina Buenrostro. Investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas. Ha trabajado con la lengua Chuj desde la década de 1980. Sus principales intereses de atención se han centrado en la estructura de la palabra verbal en Chuj con especial atención en las relaciones gramaticales.
Robert Henderson. Doctor por la Universidad de California Santa Cruz, profesor asistente de Lingüística en la Universidad de Arizona. Uno de sus principales intereses en la lingüística maya es la pluraccionalidad. Actualmente trabaja en un proyecto de documentación de la fonología del idioma maya uspanteko financiado por la National Science Foundation. En el año 2012-2013 trabajó con hablantes de Chuj en Montreal donde realizó sus estudios de postdoctorado.
Paulina Elias. Estudiante de Lingüística en la Universidad McGill. Es parte del equipo de trabajo que coordina la Dra. Jessica Coon. Sus principales intereses sobre el Chuj giran en torno a los adjetivos y los posicionales.
Jessica Coon. Profesora adjunta en la Universidad McGill. Sus temas de investigación se centran en la teoría sintáctica con un enfoque particular en idiomas mayas, sobre todo el ch’ol y el Chuj. Ha colaborado en proyectos de documentación y revitalización en comunidades en Canadá y en Latinoamérica.
Pedro Mateo Pedro. Profesor asistente en el departamento de Lingüística de la Universidad de Toronto. Ha colaborado en distintos proyectos de investigación, como la documentación dialectal del Chuj en la Universidad McGill, del k’iche’ y del awakateco en la Universidad de Maryland, la adquisición de causativos en k’iche’ en la Universidad de Liverpool. También es profesor en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad del Valle de Guatemala.
Fernando Limón. Investigador de El Colegio de la Frontera Sur. Sus temas de investigación versan sobre la vida de los pueblos y comunidades indígenas con especial atención en el pueblo maya chuj. Se ha interesado en la relación dialéctica entre el modo de vida y el conocimiento y ha acuñado la categoría ontoepistémica de los conocimientos culturales.
Diego Pérez García. Licenciado en Lengua y Cultura por la Universidad Intercultural de Chiapas con la tesis profesional “Lum k’inal. Lo sagrado de la Santa Tierra para el pueblo chuj en Chiapas, México”. Ha sido asesor pedagógico itinerante dentro del Consejo Nacional de Fomento Educativo y pertenece al colectivo de jóvenes chujes Hakib’al.
Lorena Córdova. Doctora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Actualmente es investigadora de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca. Su investigación se ha centrado en el análisis de las actitudes e ideología lingüísticas de hablantes de lenguas tepehua y Chuj. Su perspectiva es la recuperación lingüística como instrumento simbólico para la toma de poder.
Fernando Guerrero. Biólogo, doctor en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es investigador del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur de la UNAM. Sus áreas de especialización son las relaciones humano-entorno, cosmovisión, noción de persona y percepción del ambiente; etnobiología, etnozoología y bioculturalidad. Ha trabajado estos temas con tojolabales y chujes.
Alfonso Medina. Profesor investigador del Diccionario del español de México del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México. Fue investigador en el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México en el grupo de Ingeniería Lingüística, donde encabezó la constitución y desarrollo de corpus electrónicos para la investigación lingüística y minería de textos.
Dayley, Jon P.
1981 “Voice and Ergativity in Mayan Language”, Journal of Mayan Linguistics, 2 (2): 3-82.
Hopkins, Nicholas
1967 “The Chuj Language”, tesis, Universidad de Chicago, Chicago.
2012 “The Noun Classifiers of Cuchumatán Mayan Language: A case of diffusion from otomanguean”, Internacional Journal of American Linguistics, 78: 411-427.
Kaufman, Terrence
1974 Idiomas de Mesoamérica, José de Pineda Ibarra-Ministerio de Educación, Guatemala.
Maxwell, Judith
1981 “How to talk to people who talk chekel ‘different’: the Chuj (Mayan) solution”, tesis, Universidad de Chicago, Chicago.
Piedrasanta, Ruth
2009 Los chuj. Unidad y rupturas en su espacio, Armar, Guatemala.
Robertson, John
1977 “A proposed revision in Mayan subgrouping”, Internacional Journal of American Linguistics, 43 (2): 105-120.
1980 The structure of pronoun incorporation in the Mayan verbal complex, Garland, Nueva York.
Schumann, Otto
1981 “La relación lingüística chuj-tojolabal”, en M. H. Ruz (ed.), Los legítimos hombres, IV, Universidad Nacional Autónoma de México, México: 129-169.
Nicholas A. Hopkins
Jaguar Tours, Tallahassee
En las lenguas indígenas de los Cuchumatanes se encuentra una característica gramatical que no ocurre en las demás lenguas de la familia maya. Varias lenguas de la zona manifiestan sistemas de lo que se ha llamado “clasificadores nominales”. Prefiero la terminología propuesta por Collette Grinevald [Craig], quien nota que hay varios sistemas de clasificación nominal (Craig 1986, 1987) y sugiere que llamemos al sistema que presentaré a continuación “clasificadores sustantivales” (en inglés, “noun classifiers”) o “clasificadores de sustantivo”.
El sistema de clasificadores de sustantivo funciona como un sistema de géneros, aunque hay más géneros que masculino y femenino. En Chuj, por ejemplo, hay unos quince clasificadores, representados por lo que normalmente llamamos “pronombres” y “artículos” o “determinantes”. Para anticipar mis conclusiones, las categorías semánticas que representan estos clasificadores están presentes en la concepción del mundo maya desde varios siglos antes de su representación léxica y gramatical. Su adquisición tomó lugar por contacto con una lengua de la familia otomangue, donde abundan sistemas similares. Nótese que las lenguas que tienen clasificadores de sustantivo pertenecen a distintas ramas de la familia (chujeano y q’anjob’alano de la rama occidental, y mameano de la rama oriental). No todas las lenguas de estas ramas manifiestan clasificadores de sustantivo, lo cual sugiere que los sistemas no son de herencia común. Aunque las lenguas con clasificadores no forman un grupo genealógico, sí forman un grupo geográfico. Todas se encuentran en (o cerca de) el departamento de Huehuetenango, en el noroeste de la República de Guatemala.
Hay varios sistemas de clasificación en las lenguas mayas, pues el léxico mismo representa una clasificación del mundo. Para establecer un contexto en la discusión de los clasificadores de sustantivo, hay que empezar con otro sistema de clasificación más común entre lenguas mayas, el sistema de clasificadores numerales, un sistema gramatical que consta de cuatro hasta cuartrocientos términos que son obligatorios en frases de enumeración. Especifican qué tipo de ser u objeto se está enumerando. Por ejemplo, en ch’ol, uno no debe decir simplemente *juñ kawayu’ ‘un caballo’, sino que debe especificar que lo que se cuenta es un animal: juñ kojty kawayu’. No se debe decir *cha7 wiñik ‘dos personas’, sino cha7 tyikil wiñik, ya que son seres humanos.
En ch’ol se identifican más de cincuenta clasificadores numerales (Hopkins y Josserand 2011). En Chuj hay casi quinientos (Hopkins 2012). El número registrado en cada lengua varía muchísimo, tal vez en relación con el interés del compilador de datos. En maya de Yucatán, por ejemplo, Tozzer (1921: 290-292), citando a Beltrán (1852 [1742]), presenta más de ochenta, pero nota que “at the present time, all nouns are broadly classified into two classes, animate and inanimate, by the two suffixes -tul and -p’el” (“en el presente, todos los sustantivos están efectivamente clasificados como animado o inanimado, por medio de los sufijos [sic] -tul y -p’el” [Tozzer 1921: 103, traducción por el autor). Barrera (1946: 247) menciona estos dos, pero agrega un número no especificado de medidas. Kathryn Josserand, en una comunicación personal basada en su trabajo de campo sobre el maya de Pustunich, me reportó unos cuatrocientos, que ella registró usando una técnica de elicitación (búsqueda sistemática de raíces monosilábicas). En Itzaj, una lengua emparentada, Hofling y Tesucún (1997: 22) documentan unos sesenta en total, pero notan que en general los sustantivos se dividen en animados (-tuul) e inanimados (-p’el) y que las plantas pueden enumerarse con -teek.
El inventario de clasificadores numerales en una lengua es abierto, ya que no consta de un tipo de raíz sino que se reclutan del léxico de varias categoías gramaticales: verbos (acciones), sustantivos (medidas) y posicionales (características de forma, textura, etcétera). Parece que las lenguas mayas occidentales suelen tener números mayores (Hopkins 1970; Berlin 1968). Los sistemas más limitados tienen solamente tres o cuatro clasificadores numerales, que corresponden al ch'ol: tyikil ‘persona(s)’, kojty ‘animal(es)’, tyejk ‘planta(s)’ y p’ejl ‘cosa(s)’ (cuadro 1). Nótese que en las lenguas citadas, no todos los clasificadores son cognados, lo cual sugiere que no provienen de una herencia común.
Cuadro 1. Clasificadores numerales en cuatro lenguas mayas: sistema básico.
Observamos el mismo patrón entre clasificadores de medida (el cuadro 2 presenta una muestra). No son en su mayoría cognados, pero como están basados en el léxico nativo, algunos sí lo son, como ‘cuarta’, la distancia entre el pulgar y un dedo opuesto.
Cuadro 2. Selección de clasificadores de sustantivo relacionados con medidas.
Alrededor de 1965 (Hopkins 1970), participé en un estudio comparativo de clasificadores numerales con los lingüistas Brent Berlin (quien estudiaba tzeltal) y Christopher Day (Jacalteco, que ahora se llama Popti’). Las tres lenguas tenían cientos de clasificadores numerales, semejantes en su origen gramatical, pero no léxicamente cognados. Es decir, todos los clasificadores se tomaban de sustantivos (medidas), de verbos transitivos (actos) y de posicionales (cualidades de forma, textura, consistencia, agregación, etcétera). Pero en general, los clasificadores de semántica similar no fueron cognados. La implicación histórica fue que las lenguas adoptaron un sistema gramatical común, pero cada una lo representaba con léxico distinto y nativo.
Los sistemas de clasificación numeral sólo se encuentran en ciertas lenguas. Con algunas excepciones, son lenguas de dos grupos genealógicos: yucatecano (maya, Itzaj, Mopan y lakandon) y maya occidental, que incluye cholano (ch’ol, chontal, ch’orti’), tzeltalano (tzeltal y tzotzil), chujeano (Chuj y tojolab’al) y q’anjob’alano (Q’anjob’al, Akateko y Popti’). Las lenguas de las demás ramas de la familia no tienen clasificadores numerales.
En la reconstrucción del desarrollo de la familia maya, Kaufman (2017: 65-68) nota que la primera división (del protomaya) toma lugar con la separación de los ancestros del wastekano (Wastekan), alrededor de 2200 aC, dejando atrás el maya del sur (Southern Maya). Éste, a su vez, se divide con la separación de los ancestros del yukatekano (Yukatekan) alrededor de 1900 aC. El grupo que resta es maya central (Central Maya), que se separa en maya occidental (Western Mayan) y maya oriental (Eastern Mayan) alrededor de 1600 aC. Así que, aparte del protomaya mismo, la rama yukatekana y la occidental tienen un ancestro común en el llamado “maya del sur”. Pero el otro descendiente de este ancestro (y del maya central), el maya oriental, carece de clasificadores numerales. Este hecho sugiere que la adquisición del sistema no es por herencia común.
Por otro lado, maya yukatekano y maya occidental sí son vecinos geográficos, y la zona que ocupan corresponde a la zona de cultura clásica (yukatekano y cholano) y sus alrededores (tzeltalano, chujeano y q’anjob’alano). Este hecho sugiere que la distribución de clasificadores numerales es el resultado de difusión con centro en el área clásica. Menciono estos clasificadores porque su situación se asemeja a la de las lenguas que tienen clasificadores de sustantivo: un grupo de lenguas que no forman unidad genealógica pero sí un grupo geográfico.
Aunque la zona clásica está implicada en el proceso de difusión, no hay evidencia de clasificadores numerales en las inscripciones clásicas. Hay un elemento te que acompaña algunas anotaciones entre el número y lo que sigue –normalmente un elemento calendárico–, pero no es clasificador numeral. Y si hay solamente uno, no es un sistema de clasificación. La implicación es que la creación y difusión del sistema de clasificadores numerales tomó lugar después del periodo Clásico o por lo menos tan tarde que no fue incorporado en la escritura clásica.
La distribución de los sistemas de clasificación de sustantivo está limitada a la zona de los Cuchumatanes, en el departamento de Huehuetenango. Chuj, Q’anjob’al y Popti’ tienen los clasificadores; algunas variedades del Mam también. Es notable que parientes cercanos del Chuj y del Q’anjob’al carezcan de los clasificadores: tojolab’al y mocho’, así como la mayoría de variantes del Mam. Este hecho sugiere que no es un fenómeno de herencia común.
Hay un factor que las lenguas mayas con clasificadores de sustantivo tienen en común y es que todas se encuentran sobre tributarios del río Grijalva, desde el río Nentón en el norte hasta el Selegua en el sur (figura 1). Debe señalarse que, de las variedades del Mam que tienen los clasificadores, todas se ubican sobre tributarios del Grijalva, siendo el río Selegua la frontera sur de los Cuchumatanes.
Figura 1. Departamento de Huehuetenango con los tributarios del río Grijalva.
El inventario de clasificadores de sustantivo es extensivo, como se puede apreciar en los clasificadores del Chuj. Todos tienen su origen en sustantivos, pero cabe mencionar que cuando funcionan como artículos, como parte de una frase nominal, los clasificadores no llevan acento fuerte, es decir, son auxiliares al sustantivo, como son en español los artículos de género el y la.
Cuadro 3. Clasificadores de sustantivo en chuj de San Mateo Ixtatán (Hopkins 1967).
La antigüedad del sistema está indicada por los cambios que las palabras han sufrido. El clasificador de “hombres”, por ejemplo, se deriva del sustantivo winak, pero ha perdido la segunda vocal (para formar winhk) y luego la consonante k para quedar en la forma winh. El clasificador para yerbas, ’anh, se deriva de un sustantivo que anteriormente se refería a las yerbas pero que hoy en día significa ‘aguardiente’. El clasificador k’inal se deriva del sustantivo k’in, cuyo cognado en otras lenguas significan ‘día’, pero que ahora en Chuj denota la ‘fiesta’. Es claro que el sistema está vivo, ya que en años recientes ha incorporado el nombre de aquella sustancia que no existe en el mundo natural, las hojas de plástico que se llaman naile en el habla local. Cabe precisar que, según los reportes de varios investigadores, el inventario varía de persona en persona, es decir, los idiolectos dentro de un mismo pueblo pueden ser ligeramente distintos.
El uso de los clasificadores es 1) como artículos de género o 2) como pronombres de género. En un contexto dado, cuando se entiende el sujeto del discurso, se puede suprimir el sustantivo y dejar en su lugar el clasificador en función de pronombre. No obstante, no es el sustantivo mismo lo que determina el clasificador, sino el objeto de referencia. El sustantivo chich ‘conejo’, por ejemplo, puede llevar varios clasificadores según el material del cual está hecho: si es animal, es nok’ chich; si el conejo está personificado en un cuento, sale como winh chich, ‘Señor Conejo’; si es un “conejo” hecho de madera, es te chich; si es de piedra, k’en chich, y si es de cerámica, lum chich. El clasificador está relacionado con la escencia del ser u objeto, no directamente con el sustantivo que lo representa.
Cuadro 4. Clasificadores de sustantivo en cuatro lenguas de los Cuchumatanes.
Si hacemos una comparación entre las lenguas de los Cuchumatanes (cuadro 4), encontraremos sistemas muy semejantes cuando se trata de las clases “naturales”. Casi todas las palabras son cognados, con excepción de la palabra lum ‘tierra’ en Chuj, en contraste con tx’otx’ en las demás lenguas. En general, lum como sustantivo está limitado a las lenguas cholanas y yucatecanas, así que la forma en Chuj será un préstamo. Los clasificadores para ‘hombre’ no parecen, a primera vista, ser cognados, pero todos se derivan del sustantivo *winaq. Sin embargo, hay clasificadores “naturales” que no son compartidos entre las lenguas. Y cuando se trata de clasificadores “sociales”, aparte de ‘hombre’ y ‘mujer’ (que son más “naturales” que “sociales”), es el Popti’ el que gana el premio; el Chuj representa el otro extremo y carece de ellos, por lo menos en mis datos. La abundancia de clasificadores sociales en Popti’ puede tener una explicación histórica, a la cual volveré más tarde.
Hablando de historia, es adecuado buscar evidencia de las categorías marcadas en los clasificadores de sustantivo en el corpus clásico. Allí toma la forma de los marcadores semánticos que observamos en el arte, iconografía e inscripciones mayas. En la iconografía maya clásica es común que los objetos lleven un marcador que informa al observador cuál es el material o escencia básica del objeto. Cuando los dibujos de objetos se convierten en jeroglifos, estos marcadores pueden persistir como parte del mismo (figura 2).
Figura 2. Marcadores semánticos en el arte y la iconografía maya clásicas.
Así que objetos de “piedra”, como el que tiene en la mano el personaje a la derecha, llevan la marcación de PIEDRA, como se ve a la izquierda en el glifo para “cerro”. Gráficamente representan las características de una cueva, las gotas de agua tendidas del cielo y el charco que forman abajo cuando caen. Cabe mencionar que en varias lenguas las palabras para ‘cueva’ y ‘piedra’ son idénticas.
Está marcada la TIERRA, de donde salen los ancestros en los lados del Sarcófago de Palenque (a la izquierda), y cuando forma parte del glifo para ‘amanecer’, a la derecha, lleva un marcador que parece representar una semilla que brota. Objetos de “madera”, como es la canoa a la izquierda, llevan el marcador MADERA. A la derecha, forma parte del glifo chukah ‘fue capturado’, que incluye un glifo de lugar con una lanza (con astil de madera) insertada, semejante al glifo mixteco que señala lo mismo.
AGUA está representada por pequeñas canoas y/o conchas de mar. Partes del cuerpo humano llevan el marcador HUMANO, un círculo dentro de otro. No sé qué representa, pero una marcación semejante aparece en el arte de los huicholes y puede indicar lo que está dentro del hombre, su espíritu o alma. Algunos ANIMALES llevan un diseño de dos arcos en la quijada.
Hay más marcadores semánticos cuyo valor no ha sido establecido, por ejemplo, los que marcan los cuerpos de seres sobrenaturales, objetos preciosos (como jade) y algunas piedras especiales (obsidiana y pedregal).
El motivo de presentar datos del Clásico es que arrojan luz sobre la historia de los sistemas de clasificación actuales. El inventario de marcadores semánticos en el arte Clásico cabe dentro del inventario de clasificadores de sustantivo en las lenguas de hoy en día. Es obvio que las categorías cognoscitivas de “animal, madera, tierra, piedra, líquido”, etcétera, formaron parte de la cosmovisión de los mayas en el periodo Clásico. En esta lista faltan marcadores semánticos para ‘maíz’ y ‘bejuco’, pero hay candidatos en el inventario de signos conocidos.
Falta discutir cómo las lenguas de los Cuchumatanes pasaron a tener el sistema gramatical que manifiesta léxicamente estas categorías cognoscitivas.
Varias de las lenguas de la familia otomangue manifiestan sistemas de clasificadores de sustantivo. Pertenecen a la rama de la familia que Kaufman llama “otomangue oriental” y que incluye al amuzgo-mixtecano y al mazateco-zapotecano. Adyacente a las lenguas de esta rama en el pasado remoto, en el valle de Puebla, estaba el ancestro del tlapanecochorotegano, que aparentemente compartía el fenómeno de clasificadores de sustantivo. Las lenguas de la familia otomangue ocupan el centro de México y las de la rama oriental se encuentran mayormente en el estado de Oaxaca y zonas adyacentes.
Los sistemas de clasificadores de sustantivo tienen una larga historia en las lenguas de esta familia. Con base en datos de las lenguas en el grupo popolocano, Veerman-Leichsenring (2004) reconstruyó el sistema para el ancestro del grupo, protopopolocano, que se habría hablado varios siglos antes de Cristo. Las palabras reconstruídas representan categorías que ya hemos visto: “animal, madera, líquido, fruta, flor, hoja, maíz, frijol, calabaza, chile, pulque, zapotáceas” y una cantidad de categorías “sociales”: nueve basadas en sexo, edad, parentesco y estatus social. Categorías semejantes pueden observarse en las lenguas modernas, como en el mixteco de Guerrero (León 1980): “hombre, mujer, animal, árbol, agua, cosa”. Como en los sistemas de los Cuchumatanes, los clasificadores están tomados de sustantivos y pueden reducirse a proclíticos que marcan los géneros. Sistemas semejantes se encuentran en otras variedades de mixteco (Bradley y Hollenback 1988).
Aunque el material descriptivo no es adecuado, parece que en el idioma chiapaneco, que pertenece a la rama tlapaneco-chorotegano, existía un sistema de clasificadores de sustantivo. Una compilación de vocabulario chiapaneco (Aguilar Penagos 1992) cita 168 términos para plantas y sus productos que empiezan con niá, 80 utensilios domésticos con na’, 26 cosas de tierra con na’, 6 animales y sus productos con ña’ (aves, reptiles y mamíferos), 26 partes o productos de maíz con nouá y 20 para mujeres con nahuí. Es posible que se tratara de sustantivos compuestos, pero por lo menos sugiere la existencia de clasificadores de sustantivo. Las categorías semánticas se asemejan a las de otros sistemas y hay sustantivos libres que corresponden a varios ejemplos.
En la familia maya, los clasificadores de sustantivo son un elemento tardío, ya que se encuentran solamente en algunas lenguas de los Cuchumatanes. En la familia otomangue, tienen una historia mucho más larga. ¿Será posible que los mayas adquirieran el sistema de los otomangues?
Los hablantes del ancestro de lenguas chiapaneco-mangue, pariente cercano de tlapaneco, radicaban en o cerca del valle de Puebla, según el patrón de innovaciones que comparte con otras lenguas de la zona. Sin embargo, no hay restos de chiapaneco-mangue en Puebla, pues alrededor de 500 dC emigraron a la zona de Soconusco, en la costa de Chiapas. Un par de siglos más tarde, una parte del grupo siguió el camino hasta Centroamérica, donde se conocerían como mangues. Nótese que un grupo de mangues lleva el nombre de chorotega