Estudios helénicos - Leopoldo Lugones - E-Book

Estudios helénicos E-Book

Leopoldo Lugones

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Beschreibung

"Estudios helénicos" es la primera serie de estudios que Leopoldo Lugones dedicó al tema de la Grecia clásica, posteriormente publicaría "Nuevos Estudios helénicos". Este libro contiene las cinco conferencias que el autor impartió en 1916 sobre la "Ilíada" y la "Odisea".-

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Leopoldo Lugones

Estudios helénicos

LA FUNESTA HELENA — UN PALADÍN DE LA ILIADA — LA DAMA DE LA ODISEA HECTOR EL DOMADOR

Saga

Estudios helénicos

 

Copyright © 1924, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726641745

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

LA PROGENIE HOMÉRICA

Con el material de cinco conferencias que dí en el Odeón de esta ciudad el año 1916, se halla formado el presente libro. Si no apareció entonces, como me propusiera, para que junto con El Payador celebrara de mi cuenta y según mis posibles el acontecimiento secular, debióse al poco favor alcanzado por aquéllas ante el público.

El empresario don Faustino da Rosa, creyó contra mi parecer, que cualesquiera disertaciones mías, y no más que por serlo, interesarían a los inteligentes. Cúmpleme expresarlo por elogio y por reconocimiento hacia aquel hombre de buena voluntad, ya que su equivocación fué un tributo al mérito que me atribuía.

La escasa concurrencia demostró mi evidente impopularidad, contribuyendo a ello, según me explicaron, la falta absoluta de propaganda que yo mismo había impuesto; pues me parecía que, sea dicho sin mengua para nadie, alguna diferencia ha de existir entre un comentador de Homero y un actor de las tablas. Así quedó postergada la obra que hoy ve la luz.

Si persisto en publicarla, es porque la considero útil. Tengo la convicción de que mi comentario es interesante y de que mis traducciones son buenas: cosa esta última muy fácil de comprobar.

Empleando el verso alejandrino semejante por su extensión al exámetro, he conseguido que todas mis traducciones tengan sin discrepancia tantos versos como el trozo original. Esto es de mucha importancia para la conservación del sentido y del movimiento.

Por otra parte, así queda demostrado con un hecho cuya repetición constante vale más que toda otra prueba analítica, cómo nuestro verso alejandrino, según lo tengo dicho por ahí, “es el exámetro romanceado”. Los trozos aquí puestos, varios de los cuales comprenden dos, trescientos y más versos; la traducción completa del canto I de la Iliada, que consta de seiscientos once, y la del canto V de la Odisea, que está formado por cuatrocientos noventa y tres; más mil versos de la Iliada correspondientes a un trozo seguido del canto XI (quinientos noventa y cinco versos) y a otro del XXII (cuatrocientos cuatro) también continuo ( 1 ) excluyen toda sospecha de casualidad o de igualación antojadiza. La exactitud tantas veces alcanzada, es, repítolo, una prueba.

He usado también la rima, aun cuando ello multiplicaba las dificultades considerablemente, porque la considero esencial en la estructura del verso castellano, al ser ella, como está dicho y es verdad, el elemento que reemplazó al ritmo o cantidad prosódica del verso antiguo. Este requería el canto propiamente dicho, o un canto peculiar, que era la escansión, y que resultaba de suyo por la individualización musical de cada pié; pues así se lo declamaba. Dicho canto no coincidía muchas veces con el sentido de la cláusula ni con la acentuación natural de los vocablos, tal cual ocurre ahora mismo ( 2 ); de suerte que la música era en el verso lo principal. La poesía fué y es lenguaje musical ante todo; siendo esto lo que la diferencia de la prosa. El verso moderno, al libertarse de la estrictez rítmica, reemplazó los valores musicales de que necesitaba indispensablemente para existir como tal, por la cesura o gran pausa, y la rima, así transformadas en elementos indispensables; con lo que su estructura es más sencilla y más rígida a la vez.

Por otra parte, en nuestros versos regulares, la rima tiene por objeto precsiar la simetría, para que ellos no se diluyan en prosa; y esto cobra mayor importancia aún, cuando se trata de seguir, conforme lo he procurado siempre, el movimiento de versos como los homéricos, agrupados con gran frecuencia de a tres, cuatro, seis y más, en una sola frase cuyo final cae dentro del último; sin contar aquellos en los cuales, además de ocurrir esto, hay otra frase completa y se inicia una tercera.

Las peculiaridades del original, quedan, pues, intactas, ya que la buena traducción no ha de consistir solamente en la reproducción de las palabras textuales. Esta exactitud vale todavía menos que la otra, sobre todo cuando atañe a lenguas de índole distinta como la griega y la nuestra, pues muchos términos necesarios al sentido de la frase en una de ellas, resultan inútiles o inaplicables a la otra. Así, sobre todo, cuando se trata de los elementos expletivos, que el griego, lengua eufónica por excelencia, tolera o usa en cantidad mucho mayor, y de ciertas expresiones convencionales, como el epíteto divino de los héroes, cuyo sentido exacto sería para nosotros, noble.

Por análoga razón de exactitud empleo a veces rimas imperfectas, como la de un singular con un plural; pues entre la justeza del sentido homérico y la de mis consonantes, prefiero sin vacilación aquélla. Esto lo repetiré siempre para mi mérito.

El lector lo apreciará por la impresión que sienta, así como por las confrontaciones que efectúe y a las cuales lo estimulo sin jactancia. Pues sé que soy defectuoso — nadie lo sabe más — y con esto no temo ya que me lo descubran.

 

L. L.