Fabia Claudia y Claudia Fabia - Ricardo Tronconi - E-Book

Fabia Claudia y Claudia Fabia E-Book

Ricardo Tronconi

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Beschreibung

Pequeños relatos de vida cotidiana (y no) en un campamiento romano, contados a través de los ojos de un verdadero civis. Bajo la guía de un hábil y ambicioso procónsul destinado a entrar en la Historia, se desarrollan traiciones, subterfugios, intrigas y amoríos, todo con un solo fin: la rendición de Vercingetórix, atrapado en Alesia. Fabia Claudia y Claudia Fabia, dos preciosas primas devotas a la misma causa (y al mismo hombre), son enviadas juntas con el marido a una peligrosa misión: traer en engaño a Vercaxivelauno, pariente de Vercingetórix, para descubrir las debilidades del enemigo. Gracias a las cualidades de Fabia Claudia y Claudia Fabia, las pequeñas vicisitudes olvidadas de héroes desconocidos se juntan íntimamente a la gran Historia del dominio de Roma sobre los pueblos del mundo. 

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Ricardo Tronconi

Imagen cubierta con licencia CC BY-NC-ND 4.0.

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Trabajos con derechos de autor en patamu.com, número 50156. Todos los derechos reservados.
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ĺndice

FABIA CLAUDIA Y CLAUDIA FABIA

CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 6

Notas

FABIA CLAUDIA Y CLAUDIA FABIA

Traducción del texto por Martina Guglielmi

CAPÍTULO 1

No recuerdo si fue aquella noche o la siguiente…

El procónsul me convocó por unas urgentes disposiciones sobre mi persona. Yo no era un soldado: era demasiado bajito para ese puesto. Sin embargo, la madre naturaleza me había dotado de un asta la cual, si se hacía balancear adecuadamente, habría convencido a cualquier enemigo a rendirse agradablemente y sin condiciones. También los amigos disfrutaban de mi cortés jabalina y en el combate simulado se dejaban golpear repetidamente, hasta el agotamiento. El procónsul sabía esto y mucho más sobre mí: él mismo me había alistado, cuando los demás me habían echado considerándome no apto para servir en el ejército.

Me había convertido en el jefe de los delatores secretos, espías que, arriesgando su vida cada día, le devolvían días más de vida a nuestro condotiero. Me había conocido durante los juegos: se había preguntado por qué mis adversarios se arrojaran sobre mi lanza en vez de evitarla, como era lógico pensar. A partir de aquel día empecé a seg [...]