Fauna del nuevo milenio - Roxana Páez - E-Book

Fauna del nuevo milenio E-Book

Roxana Páez

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Beschreibung

Apartada de los centros de legitimación, guardada por pudor y decisión propia, la poesía de Roxana Páez fue instalando a través de sus libros la configuración de una particular extranjería, de sombra familiar tan íntima como evasiva. La antología que aquí se presenta, seleccionada por Mario Nosotti, incluye también una entrevista a la autora y un enlace digital a las lecturas de algunos poemas seleccionados, leídos por la misma Roxana Páez.   "La condición flotante, derivativa que habita sus poemas encuentra su motor en el destello de ciertos territorios: la infancia, los viajes, la lectura, la transculturalidad. Una mitografía personal aparece por golpes de escena: padres, hijo, veranos, amores truncos, viajes, los lugares son para esta poesía como escenificaciones del deseo. Está segunda entrega de la Colección Estaciones vuelve a poner de relieve una voz singular y descentrada de nuestra poesía, que sin duda merecía conocerse aun más" (Mario Nosotti).

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Páez, RoxanaFauna del nuevo milenio / Roxana Páez - 1a ed. - Barcelona / Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Miño y Dávila editores, 2023. - Selección y prólogo Mario NosottiArchivo Digital (Descarga y Online)ISBN 978-84-18929-94-6Depósito Legal: M-1101-2023BISAC: [POE005070] POETRY / American / Hispanic American; [LIT014000] LITERARY CRITICISM / PoetryWGS: [150] / Belles-lettres / Lyric poetry, drama; [151] / Belles-lettres / Lyric poetryTHEMA: [DCF] Poetry by individual poets; [DCC] Modern & contemporary poetry (c 1900 onwards)

ISBN 978-84-18929-94-6

Depósito Legal: M-1101-2023

Edición: Primera, Febrero 2023

Lugar de impresión: Buenos Aires, Argentina / Barcelona, España

Diseño y composición: Gerardo Miño

© Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl, 2023.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Dirección postal: Tacuarí 540 (C1071AAL), Ciudad de Buenos Aires, Argentina

c/López de Hoyos 15 (28006), Madrid, España

Teléfono de contacto: (54 11) 4331-1565

Correo electrónico: [email protected]

Página web: www.minoydavila.com

Twitter (@MyDeditores)Facebook (www.facebook.com/MinoyDavila) Instagram (@minoydavila)

Índice
PRÓLOGO, por Mario Nosotti
GRAN DISTRACCIÓN ANIMADA
Balada de la hija menor
Balada de los dijes de la fiebre
LAS VEGAS DEL PORVENIR
Apartamiento
Schubert - Berlin, 22.50
Oración de la pileta desierta
Las siete ex-posiciones del padre
Hacia la estación del té
Recinto del té
Hábitat
Sueños de perro
Las caras de mis hermanos menores
Ventanas en la noche
Fotos del 80
Umbral
LA INDECISIÓN
Los domingueros
Marea
La casa
Exposición
Gordas
Estilo libre
Vespa
Abismos de luz
Máquina de gorjear
El carácter indeciso
Una mujer tímida
Gala popular
FOGATA DE RAMITAS Y HUESOS
Lo iluminado débilmente
Escala de lo seco a lo fluIdo
El sueño
Sentimiento de lo que no existe todavía
Casi en la oscuridad
Contra el cielo
Memoria en trompe l’OEil
Lo cercano
Carácter mueble-arena
Lo que sube del lado del mar
MADRE CIRUELO
Poema del minuto de aterrizaje
La puerta donde Eva come hormigas
Cómo se acercó a un alejamiento extraordinario
La carrera
Monólogo con personajes flotantes
Fases de la luna sobre un trayecto móvil
La sombra leche
DIARIO DE LA CHINA
Esta larga ausencia como un exilio
SERIE DE BANDA RUMOROSA
El recuerdo como palacio líquido (fragmentos)
Terrazas
Serie de banda rumorosa
Flor por nube
Flysurf
Las lagartijas escuchaban detrás de las piedras
IMPASSE DE LA BALLENA
Umbral
Hall Halles
Estación de trabajo
Hasta las alturas de Babelville
23, Rue Vilin
“Soy el lugar donde se piensa y siente”
Mi naranja sanguínea
Superposición de barrios
Aprender una lengua materna
La partida de los artesanos
Impasse
LA ISLA FOSFORESCENTE
Más fuerte, apuntador escondido
I
LA TIZA DE POE
De qué río refuso
La colección de piedras de Roger Caillois en la Bienal de Venecia
Alguien va a acompañarme a la frontera
Un silencio es muy intenso
La transparencia
La apuntadora sopla escondida
Sueño de traducción
Corrientes
ENTREVISTA a Roxana Páez
Libros de roxana páez
LECTURA DE POEMAS

PRÓLOGO

Una gran distracción animada–notas sobre la poesía de Roxana Páez–

“Mi trabajo cotidiano consiste en contener las huellas de lo percibido en cajas de ritmo, máquinas de gorjear”, dice Roxana Páez en el prólogo a Impasse de la ballena, un libro publicado en 2018. “Los poemas nacen de la sorpresa y del descubrimiento, se asemejan a una foto movida, porque esta parcela del mundo está hecha de movimiento puro, de cambio. Los versos son como lo que queda en las imágenes retinianas, restos de luz retenida en el instante mismo en que las situaciones que reflejaban dejaron de existir.”

Desde la joven que publica su segundo libro bajo el sello de esa tribu que amparada a la sombra de Delfina Muschietti y las lecturas del Centro Cultural Ricardo Rojas empezó a infiltrar con su actitud renovadora la poesía argentina de los años noventa,1 hasta la que en su sostenida inconstancia lleva publicados más de diez libros veintisiete años después –pasando por la ensayista (Manuel Puig, Juan L. Ortiz, Francisco Madariaga) y traductora (Pierre Klossowski, Marcel Duchamp, Georges Bataille entre otros)– la obra que Roxana Páez viene construyendo en silencio, como por sedimentación de capas subterráneas, emerge hoy en la constatación de un registro cuya labilidad, densidad y contundencia difícilmente puedan ignorarse.

Apartada de los centros de legitimación, guardada por pudor y decisión propia (“La libertad existe / a condición de no dejarse ver demasiado”, Serie de banda rumorosa), esta poesía marcada por el trasplante, las idas y venidas, los zigzag (Mendoza, Buenos Aires, La Plata, París, el presente, el ayer reanimado) fue instalando a través de sus libros la configuración de una particular extranjería, de sombra familiar tan íntima como evasiva. La condición flotante, derivativa que habita sus poemas, encuentra su motor en el destello de ciertos territorios: la infancia, los viajes, la lectura, la transculturalidad.

Si los individuos, según Deleuze, se definen por sus velocidades más que por cualquier otro rasgo identitatario, el sujeto poético de Roxana se asume en la deriva hipnótica de una voz que teje espacios de conciencia atados fuertemente en la sensorialidad. La alternancia, la indecisión, se convierten en una postura personal y política. Lo elusivo es en su caso lo más nítido: lo que brilla un instante, lo que se manifiesta, tiene la pregnancia de lo que se recorta como un sello. Solo el poema es capaz de retener esa fulguración que al momento siguiente se pierde en lo real, imagen-movimiento que no se desanima “por la idealización del ojo ni el desajuste impotente del lenguaje”.

Desde su partida a Francia en 2001, cuando obtuvo la beca Saint-Exupéry para realizar su Doctorado –por el que se llevó a dos poetas en la mochila: Juan L. Ortiz y Francisco Madariaga– entregada a la escritura y a sus clases en universidades francesas, esta platense instalada (casi un oxímoron tratándose de Roxana) en el barrio multicultural de Belleville –cifra de una fascinación por lo errante, lo provisorio, la mezcla cultural alejada del “multiculturalismo”– ha hecho del vivir y escribir entre dos lenguas la parte más visible de un eco amplificado: el diálogo entre tiempos, geografías, espacios afectivos y biográficos que entrama la imaginación.

Chicos, chicas, marcas de la cultura pop y el mainstream, imágenes veloces, luminosas, asociaciones raras, sorprendentes, pueblan sus poemas. Un hermetismo de miniaturista, del detalle animado, se alía a la extrañeza como arma para densificar el mundo, para hacer emerger su carácter sombrío, casi mudo y de pronto, solar. Los poemas de Páez son como actos de magia, las cosas, las personas, aparecen y se esfuman en el flujo de la narración continua. Como esos pueblos vistos desde la ventanilla del tren (estoy glosando uno de sus poemas), que se dejan atrás porque el tren corre, pero también porque aparece el mozo y te ofrece un refresco.

* * *

Como los relumbrones en un techo de zinc, una mitografía personal aparece por golpes de escena a través de los libros: padres, hijo, veranos, amores truncos, viajes, advienen a partir de un estímulo casual o impresión momentánea. Lo biográfico subiendo y bajando por las sogas de los juegos de palabras, por los chistes de lengua. Preguntas y apelaciones a un interlocutor que no se sabe bien adónde atiende, un lector suspendido en el asombro del acto que es también una especie de sonambulismo, de atención telepática. La infancia puede estar a la vuelta de la esquina, en un mensaje escrito con tiza en la vereda, en la puerta escondida. Júbilo repentino, el recuerdo es un mar que se estira en olitas y nos toca los pies con su frío, nos despierta al presente de un pasado tangible.

No hay aquí sin embargo cronología alguna salvo la construida de manera arbitraria. “Los recuerdos son pedazos de vida / arrancados al vacío”, dice la cronista del poema “23, Rue Vilin. Peluquería para damas, Remix”, de Impasse de la ballena, “Durante mucho tiempo busqué las huellas / de mi historia. No encontré nada. A veces / me parecía que había soñado, que sólo / había tenido una pesadilla inolvidable.”

Como una lente que deforma la visión, siluetas recortadas sobre fondos opacos, lo que se hace presente conserva la latencia misteriosa de todo lo que queda afuera. “Pierdo los detalles y floto yo también sobre el flujo / de las biografías y los meandros de unas genealogías / y las cascadas sobre otras vidas que conozco / indirectamente (Monólogo con personajes flotantes, Fogata de ramitas y huesos).

* * *

¿Cuál es el tiempo que conjugan los poemas de Roxana Páez? Un presente continuo armado con entradas y salidas. ¿Hacia dónde? Hacia donde la voz suelte sus rayos. Como el erizo arrojado a la orilla de la autopista, que se cierra sobre sí, hiere y es herido al mismo tiempo,2 un detalle sensible (tacto, aroma, migaja del almuerzo, hebra de tabaco en la escalera) hace “irrumpir el pasado como porvenir” (Estilo libre, La indecisión). Recordar es el dardo que actualiza un tiempo suspendido, que lo hace concebible para el que nada ve. La sucesión se rompe como un velo ilusorio, la discontinuidad entre los actos que el lenguaje sutura, otra vez la poesía los desata, los deja en evidencia con su iluminación.

(…)

cuando se sale de las estaciones

hundiendo la cara en el otro mundo, el aire

achica la cadena de cuerpos sucesivos.

Ni el futuro ni la niñez se hacen menores.

La existencia se abisma.

(Los nómades, Las vegas del porvenir)

Ya desde los primeros libros la destreza asociativa de Roxana activa la fluencia del poema: “la vocecita de cartoon / zumba en la cara de ópalo”, “El aire tenía la golosina / de tantos voltios”, “Solo la luz ocupaba / el aire con sus resaltadores / de hilo / de araña en la unión de las hojas” (La indecisión). Cinética que articula lo fijo y lo movible, o la circulación “por capas” –como el móvil que se pierde en una curva para reaparecer más adelante, más arriba– ciertos sintagmas actúan como impulsos que inervan la semivigilia, la escansión mántrica en que nos introduce la lectura de sus versos, como el suave bastonazo del sensei sobre el hombro del discípulo con sueño.

Y es lo que no entendí

de las brujas rumanas

que viajaban al aquelarre

dormidas.

¿Cómo daban tres saltos mortales

para volver

a su forma primera

si estaban en su cuerpo, dormidas?

(La sensación permanece, La indecisión)

Esa física tiene su epicentro en el enlace entre el cuerpo y la palabra. Poetizar se asimila en Páez a algo parecido a trepar una cuesta, subir una montaña, arrojarse al mar desde un acantilado. “Un oficio que mantenga / ocupada la boca y la mano // y la respiración” (Parada en mí sombra, Fogata de ramitas y huesos).

Escribir y leer son la casa que cobija, que resguarda al viajero en su estancia flotante (más una cueva o choza que una casa). Los libros, por ejemplo, se llevan a los viajes, acompañan situaciones, se lee a través de ellos el paisaje, los sucesos. La lectura y el viaje se entrelazan para crear sentido. Lectura y escritura son en esta poesía componentes que permiten la combustión y el fuego. Pero la poesía de Roxana no pretende ser fuego, sino lo que subsiste de aquella combustión, el humo que se eleva y mezcla con los árboles y el cielo, que sube como ofrenda hacia la transparencia en la que pronto se deshace.

* * *

Gran distracción animada, Las vegas del porvenir y La indecisión constituyen el núcleo incandescente de un inicio a partir del cual los poemas trabajarán cada vez más lo narrativo alejándose un poco de la zona de hermetismo y abstracción.

Fogata de ramitas y huesos, publicado en 2002, “recoge la experiencia de la escritura como combustión, duelo y concretización dinámica del tiempo gastado, del gasto del tiempo, el lujo de los poetas”, cuenta la autora. Una de las secciones de ese libro se abre con una cita de Morfología general de las llanuras argentinas, del geógrafo Federico Daus: “Todos los depósitos de la llanura son de carácter mueble-arenas, limos, arcilla impalpable. Los médanos, las polvaredas, los torbellinos, el acarreo incesante por el viento de panaderos, arenas y aun cenizas, dan al panorama una inestabilidad y una indecisión alucinantes.”

Esta inestabilidad de los elementos, de lo que se acarrea sobre la superficie, inscribe en la poesía de Roxana lo alucinatorio, que siempre está ligado a una materialidad precisa, que nunca es meramente onírico o de la alteración de los sentidos, sino más bien del orden del mito construido, tramado en las lecturas sucesivas, el “teléfono descompuesto” de las generaciones.

* * *

El tema de la partida, el del alejamiento y oscilación de la distancia, se entraman con otro de sus ejes, el viaje. El mismo es sobre todo un modo de descubrimiento y avance. Perderse en las ciudades o caminos puede ser una forma vital de la experiencia, pero es también errancia, zozobra, abandono de una seguridad real o ilusoria. Si entrar en “tierra incógnita” implica desamparo, salto al vacío necesario para hacerse a sí mismo, el viaje nos ofrece a la vez el “olvido de sí”: dejarnos atrapar por lo que viene a nuestro encuentro, la variación del mundo, aquello que permite elevarnos por encima de nosotros mismos. Como dice la cita de Marca de agua, libro de Joseph Brodsky sobre Venecia que la poeta lee en su visita a dicha ciudad: “Se necesitaría una neurosis fuera de lo común o una acumulación extraordinaria de pecados o ambos, para ser presa de una pesadilla en estos lugares” (Serie de banda rumorosa). Las ciudades y caminos, las costumbres, las personas, los climas, el cansancio de andar, son a veces la mejor terapia.

“Que lo que falte pase a un segundo plano frente a cada detalle del día, por esa manera cándida de perderse, reencontrarse en las cosas que ve” (Terrazas, Serie de banda rumorosa).

La toma de distancia es para el sujeto enunciativo la condición de ser y de ser otro, alejamiento que implica poner a prueba la lengua materna. Hay que dejar atrás lo familiar, ir más allá para constituirse.

Adónde pertenezco? Una página es mi casa,

el lienzo que va a cubrirme,

donde nos enrollamos vivos.

Necesité ser extranjera.

Sí: aquí, ahí, allí, la distancia exquisita.

Pertenecer y no pertenecer

perdiendo para ganar todo lo que me corresponde.

(Las lagartijas escuchaban detrás de las piedras, Serie de banda rumorosa)

No quería morir y para eso

tenía que volver a empezar

en otra parte. Ser todavía

protagonista

de un proyecto.

Todo sería posible. Las cosas no estaban

fijas para siempre,

no pasaría esa misma puerta que protegía

mi felicidad

con los pies por delante.

(Serie de banda rumorosa)

Madre ciruelo, aparecido en 2007, es la preparación a la distancia de un duelo por anticipado. El poema, el libro mismo es el modo de prepararse para la pérdida irreversible. El libro vive. La “utilización”, fracasa. La misma noche del día en que la hija regresa para acompañarla, la madre que “la esperaba” “decide” partir. Madre que vocifera, o que hace reír, madre con la que el vínculo creció o se hizo más visible sobre todo la distancia. La hija se pregunta, “¿cómo será el silencio / de quien es / sobre todo / voz?” y luego, “Ma llamada también «la radio». // Ahora que no puedo / escucharte, la radio se prende / en mí”.

El libro, que es también una vuelta a la infancia, pone en escena el intento por restañar la herida como hija y a la vez como madre de su propio hijo, el dejar de ser hija “para convertirme / en madre sin madre”.No obstante, el tratamiento del dolor dista en Páez de cualquier afectación, se trata como bien dice Carlos Battilana de “un fraseo ascético, diminuto e irónico, que sin embargo, en algún momento, ensaya tímidamente una plegaria amorosa que atraviesa todas las posiciones enunciativas en busca de un interlocutor”.

Un día cualquiera supe

que lo maternal me había enseñado

que no existe diferencia entre lo interior

y lo exterior.

Al salir de un País

y de una casa

siempre había encontrado los órganos.

¿Es que nunca salí?

¿O me mantuve desde un primer momento fuera?

* * *

A partir de Madre ciruelo y sobre todo de Serie de banda rumorosa