Guerreros y desterrados. Poesía patriótica cubana del siglo XIX - Roberto Méndez Martínez - E-Book

Guerreros y desterrados. Poesía patriótica cubana del siglo XIX E-Book

Roberto Méndez Martínez

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Beschreibung

Poesía patriótica no es solo aquella compuesta para alentar la guerra contra el ocupante extranjero, como demuestra esta selección, incluye también la evocación de la imagen de la Isla en la lejanía del destierro, la añoranza del paisaje natal, la memoria de los que no pudieron retornar y descansan en otra tierra. También caben en ella los poemas de amor, el elogio a la naturaleza que provee el sustento de los insurrectos, las respuestas a las invectivas enemigas, los himnos marciales y hasta las incertidumbres de los que ven nacer una República que no fue la esperada por décadas. En esta antología tienen espacio privilegiado los grandes poetas cubanos: José María Heredia, Juan Clemente Zenea, Luisa Pérez de Zambrana, Julián del Casal, José Martí, pero también escritores menos conocidos y versos que brotaron del ingenio popular. Son páginas donde confluyen escritura e historia, e invitan al estudio, a la reflexión y a la protección de nuestras memorias más entrañables.

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Título

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Guerreros y desterrados

Poesía patriótica cubana del siglo xix

Selección, estudio preliminar y notas:

ROBERTO MÉNDEZ MARTÍNEZ

© Roberto Méndez Martínez, 2023

© Sobre la presente edición:

Editorial Letras Cubanas, 2023

ISBN: 9789591025937

Tomado del libro impreso en 2019 - Edición y corrección: Leymen Pérez / Dirección artística: Alfredo Montoto Sánchez / Diseño: Suney Noriega Ruiz / Ilustración de cubierta: Estado de gestación, de Ileana Sánchez Hing / Diagramación: Yuliett Marín Vidiaux

E-Book -Edición-corrección, diagramación pdf interactivo y conversión a ePub: Sandra Rossi Brito / Diseño interior: Javier Toledo Prendes

Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas

Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.

La Habana, Cuba.

E-mail: [email protected]

www.letrascubanas.cult.cu

Índice de contenido
Título
Reseña del autor y la obra
Agradecimientos
Palabras preliminares
La estrella de Cuba
Sobre la presente selección
SELECCIÓN POÉTICA
Jose María Heredia
La estrella de Cuba
A Emilia
Himno del desterrado
Francisco Iturrondo
Washington
Al infeliz alzamiento de los polacos en 1830
Gabriel de la Concepción Valdés
La muerte de Gesler
El juramento
Plegaria a Dios
José Jacinto Milanés
Epístola a Ignacio Rodríguez Galván
Miguel Teurbe Tolón
Mi propósito
A mi Madre,
José Agustín Quintero y Woodville
Poesía
El banquete del destierro
Pedro Santacilia
¡Adiós!
Martina de Pierra y Agüero
A los Camagüeyanos
A José Martí en su partida
La mujer de Asdrúbal
Luisa Pérez Montes de Oca
Impresiones de La Sombra
Adiós a Cuba
Joaquín Lorenzo Luaces
Caída de Misolonghi. Canto de Guerra del Griego
José Fornaris y Luque
El Cacique de Ornofay
La bayamesa
La bayamesa
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo
Hatuey y Guarina
Pedro Figueredo Cisneros
La bayamesa (Himno de Bayamo)
Antonio Hurtado Del Valle
A Méjico
El himno de Las Villas
Miguel Gerónimo Gutiérrez
A España
José Joaquín Palma
Al poeta Miguel G. Gutiérrez
Luis Victoriano Betancourt
Simpatías del Destino
Ramón Roa Garí
¡Vida mía!
La jutía
Fernando Figueredo Socarrás
El combate de Báguanos
Pedro Martínez Freyre
El himno holguinero
Anónimos
Glosa popular
Al Ejército Libertador de Cuba
Sofía Estévez y Valdés
A Cuba
Jacinto Luis Francisco La Rúa Vidal
A Emma
Juan Clemente Zenea
En Greenwood
A una golondrina
Mercedes Matamoros y del Valle
La muerte del esclavo
Catalina Rodríguez Martínez de Tardiña
Redención
José Martí
¡10 de Octubre!
Yugo y Estrella
Dos Patrias
Versos sencillos
Julián del Casal y de la Lastra
A los estudiantes
A un héroe
Enrique Loynaz del Castillo
Himno invasor
Armando García Menocal
Maceo
Bonifacio Byrne
Mi Bandera
Aurelia Castillo y Castillo
¡Victoriosa!
Nieves Xenes
A la bandera cubana
El 20 de mayo

Reseña del autor y la obra

ROBERTO MÉNDEZ MARTÍNEZ (Camagüey, Cuba, 1958). Poeta, ensayista y narrador. Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua y Correspondiente de la Real Academia Española. Tiene publicados más de cuarenta títulos, entre los más recientes se encuentran las novelas Música nocturna para un hereje (2015), El fuego de Ruán llueve sobre La Habana (2016), el poemario Fiestas de otoño. Poemas a la danza (2016) y el ensayo Plácido y el laberinto de la ilustración (2017). Ha recibido en seis ocasiones el Premio Anual de la Crítica, así como los lauros internacionales: Premio Internacional de Ensayo Bicentenario de José María Heredia (México, 2004), Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas (Venezuela, 2011) y Premio del Certamen Internacional de Ensayo Cervantino (México, 2014). Posee la Distinción por la Cultura Nacional.

Poesía patriótica no es solo aquella compuesta para alentar la guerra contra el ocupante extranjero, como demuestra esta selección, incluye también la evocación de la imagen de la Isla en la lejanía del destierro, la añoranza del paisaje natal, la memoria de los que no pudieron retornar y descansan en otra tierra. También caben en ella los poemas de amor, el elogio a la naturaleza que provee el sustento de los insurrectos, las respuestas a las invectivas enemigas, los himnos marciales y hasta las incertidumbres de los que ven nacer una República que no fue la esperada por décadas. En esta antología tienen espacio privilegiado los grandes poetas cubanos: José María Heredia, Juan Clemente Zenea, Luisa Pérez de Zambrana, Julián del Casal, José Martí, pero también escritores menos conocidos y versos que brotaron del ingenio popular. Son páginas donde confluyen escritura e historia, e invitan al estudio, a la reflexión y a la protección de nuestras memorias más entrañables.

Agradecimientos

Este proyecto nació en el seno de la Academia Cubana de la Lengua. Ansiosa por honrar los 150 años del inicio de nuestras guerras de independencia, se consideraron en su seno propuestas muy diversas para conformar un programa. Entre ellas estuvo la del investigador, ensayista y editor Ambrosio Fornet Frutos de reeditar Los poetas de la guerra con un prólogo conmemorativo. A mi juicio, secundado por otros académicos, la ocasión requería de un esfuerzo más amplio y abarcador: una antología que recogiera distintas voces y modos de poesía patriótica a lo largo del siglo xix. Aprobado tal empeño, este ha sido posible lograrlo no solo con mi esfuerzo personal, sino gracias a las importantes sugerencias ofrecidas por el mismo Fornet, a la cooperación fraternal de Enrique Saínz en la revisión y perfeccionamiento de la obra, y a la generosidad de Luisa Campuzano, quien ofreció materiales procedentes de sus colecciones personales.

Tampoco hubiera sido posible conformar este tomo en un período tan breve sin la labor de aquellos que me precedieron en el estudio y difusión de esta poesía, estoy en deuda con José Elías Hernández, editor de El laúd del desterrado, así como con Serafín Sánchez, José Martí y los demás colaboradores de Los poetas de la guerra. Tampoco debo dejar al margen a los autores de textos escolares de la centuria siguiente que incluyeron en sus páginas poemas muy difíciles de hallar de otro modo, muy especialmente al Dr. Matías Duque, autor de Nuestra patria, lecturas para niños, aparecido en 1925 y que, aunque atesora materiales preciosos, ha sido casi olvidado. Tampoco debe silenciarse el espacio dedicado por José Manuel Carbonell al género y sus cultivadores en Evolución de la cultura cubana (1928).

A ellos y a otros muchos recopiladores, investigadores y hasta sencillos ciudadanos memoriosos, les ofrezco todo mi agradecimiento.

Palabras preliminares

Hace un tiempo, en una reunión de la Academia Cubana de la Lengua, se acordó que esta institución incluyera en el programa conmemorativo por el sesquicentenario del inicio de las guerras por la independencia de nuestra patria, la preparación de un volumen con textos poéticos alusivos a los males generados por el poder colonial que padecíamos en el siglo xix y a las inquietudes y ansias de cambio que estas motivaron desde diversas posiciones políticas, que dejaron importantes huellas en nuestra poesía a lo largo de esa centuria.

La tarea de elaborar la obra, ahora en tus manos, estuvo a cargo del Dr. Roberto Méndez Martínez, miembro de Número de la Academia, poeta, narrador y ensayista. En las páginas de este libro, hallarán los interesados numerosos poemas de calidades muy diferentes, algunos excelentes, otros que evidencian solo una buena o discreta factura y otros carentes de alto vuelo, pero en todos estará presente, en unos casos de manera muy visible y en otros más sutil, un incuestionable rechazo a la dolorosa situación de sometimiento de Cuba a un gobierno tiránico del cual era necesario librarse para alcanzar la tan deseada independencia, camino este lleno de sufrimientos, de violencias y de obligado alejamiento de los seres queridos y de la Patria, tristemente distante para los que fueron condenados a destierro.

Esta obra va dirigida a todos los públicos, más o menos cultivados, jóvenes o de edad avanzada, escritores o no, pero de manera muy especial va destinada a aquellos lectores que comienzan a abrirse camino en los diferentes campos del conocimiento y que empiezan a integrarse a la sociedad de los adultos, pues el principal propósito de la selección es contribuir a la formación de valores de primer orden entre los ciudadanos del futuro. Estos poemas enriquecen la vida espiritual de quienes se acerquen a los testimonios aquí expuestos y poseen una significación fundamental en la conciencia colectiva.

El alzamiento del 10 de octubre de 1868, encabezado por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, estuvo precedido y luego acompañado por una conciencia política y una actitud de rebeldía que habían aparecido muchos años antes, emergidas de la práctica social y de un pensamiento emancipador que tuvo muchos matices en los hombres cultos de esta tierra de finales del siglo xviii y primera mitad del xix. Los poetas, encabezados por José María Heredia, poseedor de una sólida cultura que se nutría, en lo esencial, de las grandes fuentes clásicas y de importantes poetas románticos, herederos a su vez de las ideas libertarias de la Revolución Francesa, cantaron y dieron vida en sus textos a la viva pasión por la independencia que prendió en ellos un fuego inextinguible.

No todos los textos aquí reunidos alcanzan, como ya señalamos, una gran estatura estética, pero todos evidencian en sus autores un noble sentimiento de amor a la tierra que los vio nacer o en la que se formaron y aprendieron a amar y a proteger a los suyos. El repudio a toda forma de tiranía y el consecuente anhelo de libertad y de justicia social son los dos elementos fundamentales que integran el cuerpo de ideas que dan vida a estos poemas, los cuales forman parte inseparable de la gran tradición independentista de nuestra historia, junto a las organizaciones clandestinas, los diferentes documentos políticos elaborados antes y durante las diferentes etapas de la guerra, los discursos y artículos de contenido patriótico, los testimonios en prosa de las contiendas armadas y las mismas acciones bélicas libradas con heroísmo durante esos treinta años.

El más vivo deseo de la Academia Cubana de la Lengua es que este libro, realizado por su autor con una cuidadosa y dilatada labor investigativa y presentado por una inteligente y sustantiva introducción, llegue a muchos lectores de Cuba y de otros países y difunda de tal manera ese capítulo de nuestra historia espiritual que hoy continúa nutriendo nuestra vida y obra.

Enrique Saínz

La estrella de Cuba

José María Heredia inaugura la poesía patriótica cubana en 1825, cuando compone «El himno del desterrado». Aquel que apenas cinco años antes, en la oda «España libre», llamó patria a la Metrópoli, ha madurado en ese lustro de manera asombrosa. Al asentarse en la Isla descubrirá que las etiquetas de «absolutismo» y «constitucionalismo» son apenas máscaras para contrapuestos intereses económicos. Vivirá el fervor y el sigilo de una conspiración separatista, más novelesca que organizada, que le acarrea un forzoso destierro.

El efímero miembro de los Caballeros Racionales eleva su desengaño a un plano dramático cuando redacta «La estrella de Cuba» y «A Emilia». Ha elegido a la Isla como patria y clama con un tono operático ante el fracaso de aquello que consideró una gran revolución. Sin embargo, tiene que pasar la prueba del tiempo y la lejanía para lograr un texto en el que haya un auténtico discernimiento de su actitud revolucionaria. Al creer divisar las costas cubanas no puede evitar el tópico de comparar su tierra natal con un paraíso perdido, pero no quedará prendido en el paisaje, sino que podrá, más allá, señalar la gran contradicción entre la belleza natural y el mal social:

¡Dulce Cuba! en tu seno se miran

En su grado más alto y profundo,

La belleza del físico mundo,

Los horrores del mundo moral.1

De esta forma, viene a cerrar el período de los versos que buscan fijar una expresión criolla con el elogio de los rasgos singulares del paisaje insular. La mirada va más hacia adentro, se desplaza a lo axiológico, pero además no se queda en la pura efusión sentimental, sino que llama a los males éticos por su nombre:

Si el clamor del tirano insolente,

Del esclavo el gemir lastimoso,

Y el crujir del azote horroroso

Se oye solo en tus campos sonar?2

La doble esclavitud, la del esclavo africano oprimido por los propios criollos y la más amplia, la de los habitantes de la colonia uncidos al yugo español, es denunciada por su nombre. De ahí que pueda fijar la separación con un signo geográfico que se erige definitivamente en motivo patriótico:

¡Cuba! al fin te verás libre y pura

Como el aire de luz que respiras,

Cual las ondas hirvientes que miras

De tus playas la arena besar.

Aunque viles traidores le sirvan,

Del tirano es inútil la saña,

Que no en vano entre Cuba y España

Tiende inmenso sus olas el mar.3

Heredia ha logrado situarse en el vértice de esa poesía que aspira a definir a Cuba no solo a través de la naturaleza, sino más allá, como entidad moral. En su conferencia «Contribución de la poesía al proceso histórico de Cuba en el siglo xix», Raimundo Lazo ha explicado de manera acertada este proceso:

El ideal de libertad, de la libertad en ingenua y audaz plenitud, polarizó y dio sentido y valor a todas las fuerzas de nuestro proceso histórico durante un siglo. Por eso, relacionada siempre de alguna manera con el gran motivo romántico de la libertad, la poesía cubana de entonces, en cuanto es expresión directa o indirecta del proceso histórico de Cuba, puede insertarse en una escala ascendente de valores que parte de la pura admiración de las bellezas naturales reflejada en el poema descriptivo, pasa después a la expresión del amor a Cuba, síntesis ya, en el espíritu de los poetas, de una sentida realidad humana y de las bellezas de un peculiar mundo físico, y remata, por último, en el canto de libertad, con su lírico significado de liberar para poseer a plenitud el objeto amado, sentimiento y decisión de libertad que nacen, y que el verso expresa, precisamente tan pronto el poeta descubre en aquella hermosa, querida y solo aparente síntesis cubana de hombre y Naturaleza, la hiriente realidad de un contraste, la dramática oposición descubierta y señalada por la intuición poética de Heredia entre las bellezas del físico mundo y los horrores del mundo moral.4

Se ha producido una ruptura, un salto. Ya no estamos en el balbuceo de lo criollo, sino en el nacimiento de una plena expresión de lo cubano. Lo llamativo es que se trata de una anticipación. El estro poético dicta al joven lo que él mismo no sabrá cómo encauzar desde el punto de vista político. No solo fracasarán las conspiraciones a las que se vincule, sino que terminará su existencia amargado por el pragmatismo de los hacendados cubanos y sus voceros intelectuales, que subordinan el valor de la libertad a la custodia de sus capitales, y por el penoso ejemplo de las repúblicas americanas donde perviven y se acrecientan los males del pasado colonial.

Lo esencial es que él, incapaz de establecer la ruta para la independencia cubana, puede soñar esa República ideal y dotarla de una consistencia tal que se convertirá en un paradigma durante el resto del siglo. Frustrado como líder político, Heredia llega a la plenitud como poeta patriótico por excelencia, más aún, en esa centuria solo se le podrá parangonar con José Martí. Ambos son los dos pilares de una expresión poética marcada por un separatismo auténtico, dictado por una ética irreprochable, y materializada en versos de intensa calidad estética. Precisamente Martí dirá de Heredia, en carta a Enrique Trujillo: «Yo creo en el culto de los mártires. ¿Quién, si no cumple con su deber, leerá el nombre de Heredia sin rubor? ¿Qué cubano no se sabe de memoria algunos de sus versos, ni por quién sino por él y por los hombres de sus ideas, tiene Cuba derecho al respeto universal?».5

En el arco trazado entre el poeta fundador y el héroe por antonomasia hay muy diversas expresiones poéticas, dictadas por actitudes políticas encontradas y hasta contradictorias, redactadas con estrategias expresivas distantes —desde el texto alegórico culto y «en clave» hasta la copla popular que parece una proclama rimada— y con calidades muy desiguales, desde la voz del simple aficionado hasta la altura de ciertos, y escasos, poetas auténticos.

Es preciso tener en cuenta que la diversidad señalada no siempre ha sido comprendida por aquellos encargados de estudiar y promover la llamada «poesía patriótica», muchas veces reducida a los textos de carácter épico asociados con una explícita intención independentista. Tal posición deja fuera un volumen apreciable de la producción poética en la que se expresan determinadas actitudes, sentimientos y reflexiones sobre Cuba, asumida como patria.