GuíaBurros Paraísos perdidos - Esther de Aragón - E-Book

GuíaBurros Paraísos perdidos E-Book

Esther de Aragón

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Beschreibung

El Barranco de Malvellido (Cáceres); el Cañón del Talegones (Soria); la Sierra de Alcaraz (Albacete); Las Tuerces (Palencia); O Courel (Lugo) o Sierra del Gigante (Murcia), son solo algunos de los "paraísos perdidos" y más desconocidos de nuestra hermosa y variada geografía que figuran en esta obra que invita a conocerlos, recorrerlos y disfrutarlos. En estas páginas y de la mano de una experimentada viajera e historiadora, el lector encontrará todos los datos necesarios para visitar estos lugares de enorme belleza y habitualmente cargados de historia. Con recorridos aconsejados, mapas, historia y datos de su flora y fauna, este libro se torna imprescindible en la mochila de cualquier viajero que quiera disfrutar de estos "paraísos perdidos".

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PARAÍSOS PERDIDOS

Una guía de viaje a los lugares más bellos y desconocidos de España

Esther de Aragón

www.paraisos-perdidos.guiaburros.es

© 2022 Esther de Aragón

© 2022 Editatum S.L.

Título: GuíaBurros Paraísos perdidos

ISBN: 9788419129536

DL: M-13681-2022

Printed in Spain

Sobre la autora

Esther de Aragón es licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado trabajos para Diario 16, Motor 16, Auto Aventura, Solo Auto 4x4, Solo Nieve, Solo Monovolúmen, En ruta (AUTT), Flotas (LeasePlan); Diario de Soria; La Gaceta de los Negocios, así como proyectos culturales para fabricantes de vehículos.

Ha publicado trabajos como Vuelta Jeep a España; Guía Arqueológica de España; Guía Temática de España con Toyota Prius; Las Rutas de Don Quijote; Guía Natural Toyota y Guía de Museos de España y Portugal con Toyota Avensis. Además, es autora de la novela Dama del Sur (Doce07 Ediciones, 2009) y, junto a Sebastián Vázquez, ha publicado Rutas Sagradas (Palmyra, 2015) y GuíaBurros: Rutas por lugares míticos y sagrados de España.

Agradecimientos

Para Vito, que me enseñó que la naturaleza es un gran libro en el que aprender y detectar los cambios que, día a día, experimenta el medio ambiente.

A modo de prólogo

Este pequeño volumen, amigo viajero, es una invitación para descubrir una serie de espacios naturales de nuestro país. No pretende ser una guía exhaustiva de cada lugar, sino una propuesta que active tu inquietud de descubrir, pero también de conocer a través de la perspectiva de otra persona, cómo son los “paraísos” de los que se ocupan estas páginas. He de aclarar que esa perspectiva no es quizás la tradicional. Hay que tener en cuenta que cada espacio es como es no solo por su expresión natural y su formación física y geológica, sino porque el hombre ha utilizado su entorno desde hace miles de años. En mi opinión, todos los paisajes de España están humanizados y el hombre ha ido dando forma a todos ellos mientras aprovechaba el medio para poder vivir.

Para mí, la mayor parte de nuestros recorridos muestran cómo el ser humano y la naturaleza pueden convivir sin problemas, si se hace bien. En cada uno de los espacios, tradicionalmente, el hombre se ha ido adaptando al medio natural, ayudando a dar forma a su fisonomía. Por ello, este libro, más que un compendio de naturaleza, es una fusión entre la naturaleza de cada lugar y la historia.

El ejemplo más claro es el aislamiento al que tradicionalmente se ha visto sometida la región de Las Hurdes. Los habitantes de aquella región olvidada durante siglos aprovecharon lo poco que permitía el medio para vivir, más bien sobrevivir. En una naturaleza tan agreste y complicada, ha quedado una maravillosa fisonomía natural, pero también una historia convertida en bancales y en pequeñas viviendas de pizarra, así como en alquerías ya abandonadas que no han podido resistir el paso del tiempo.

Finalmente, he de decir que este pequeño volumen es el resultado de muchos años de viajes y de un gran amor por la biodiversidad y la fisonomía de nuestro querido país. Mi deseo es que mis recuerdos, mis sensaciones, no se pierdan, para que quienquiera pueda disfrutar, como yo lo he hecho previamente, y muchas veces, de todos los parajes que describe el libro.

¡Feliz viaje por la España natural!

Esther de Aragón

Capítulo 1: Las Hurdes

Una breve mirada

Pocas regiones de la Península impactan tanto como Las Hurdes. Sus paisajes de vértigo, su tradicional aislamiento y la dureza del inevitable olvido al que se vio forzada durante siglos, han conservado un maravilloso paraíso natural, de verticales valles y encerrados cauces, de pizarras que matizan el tono del ambiente cuando reflejan el sol, de amables y hospitalarias gentes que se afanan por guardar la extraordinaria belleza de un espacio que dibuja un tramo de la frontera norte de la Comunidad de Extremadura, allí donde el río Alagón y alguno de sus afluentes la separan de Castilla y León, concretamente, de Salamanca.

Cualquier persona que quiera saber cómo fue la historia hurdana podrá encontrar numerosas opiniones sobre “una tierra sin tierra”, que dicen; sobre la centenaria incomunicación; incluso sobre la leyenda negra que muchos viajeros han ayudado a crear. Sin embargo, también es fácil encontrar algunos escritores que dan una visión diferente sobre la etnografía y la naturaleza hurdanas. La historia, las opiniones del pasado y la mirada de hoy nos llevaron hace muchos años a descubrir Las Hurdes y a ver, de primera mano, la verdad de toda la documentación investigada.

Nadie puede entender la sorpresa y las sensaciones que nos causó la región en aquel momento: su descomunal belleza, su magnífico medio natural, el triste pasado y el feliz presente de sus alquerías… En algunos lugares llegamos a enmudecer y a sentirnos como águilas, observando desde las alturas el infinito horizonte y los cerrados valles.

Aquí están las impresiones de una aventura que se ha mantenido en el tiempo. Es realmente así: cada visita es una experiencia nueva e inolvidable, por lo inesperado de sus paisajes eternos y lo asombroso de sus rincones escarpados y estrechos. Pero también porque la región nos ha permitido desmontar leyendas negras y tópicos del pasado, así como rendir tributo a Las Hurdes, a sus gentes, a aquellos que día a día cuidan de un impresionante medio natural en el que apenas han podido influir durante siglos.

Apunte sobre la región

En cuanto te adentres en la región hurdana, entenderás el porqué de aquella centenaria incomunicación, pues su perímetro está completamente encerrado entre sierras. Los 470 km de su superficie están configurados por estrechos y angostos valles —que siguen excavando los ríos Batuecas, Ladrillar, Hurdano, Malvellido, Esperabán, de los Ángeles y Alagón—, así como por escarpados y verticales montes. Debido a esto último y al sustrato de pizarra, que impide el aprovechamiento de la tierra, las lluvias forman verdaderos torrentes llevándose consigo la tierra que pudiera producir la erosión natural. Cuarenta son los núcleos de población que se dispersan por la zona y que antiguamente se denominaban alquerías. Tomamos unas palabras del escritor y gran conocedor de Las Hurdes, Félix Barroso, sobre cómo eran tradicionalmente las casas de las aldeas:

“Pizarra sobre pizarra; formas redondeadas; escasos vanos; gruesos muros, lucidos, a veces, con almagre; maderos de castaños, lanchas en vez de tejas, y dimensiones reducidas. No es un símbolo de pobreza, ni mucho menos. Responde a un tipo de vivienda bioclimática, enmarcada dentro de determinadas coordenadas socioeconómicas”.

Debido a lo escarpado de los montes la mayor parte de los pueblos se encuentran situados en el fondo de los valles y al borde de los ríos. Hoy se agrupan en cinco municipios: Caminomorisco y Pinofranqueado, que forman Las Hurdes Bajas; Nuñomoral, que fue la zona más inaccesible y entre cuyas alquerías se encuentran El Gasco, Fragosa, Martilandrán y Asegur; Casares de las Hurdes y Ladrillar. Los tres últimos forman Las Hurdes Altas y producen unos barrancos casi verticales y de una belleza increíble.

Como curiosidad añadida, los paisajes de bancales y las montañas de Las Hurdes Altas dieron mil veces la vuelta al mundo durante el siglo XX.

Una propuesta de visita

La región hurdana es inmensa y descubrir lo que esconde puede llevar años. Por ello, proponemos una ruta natural que no solo ayudará a explorar el paisaje, sino muchas de sus alquerías. A veces serán carreteras, otras pistas de tierra, pero no importa el destino: siempre asombrará el entorno natural, la biodiversidad y las infinitas panorámicas. Así que… ¡vamos a ello!

El Melero

Nada mejor que penetrar en la región por una de sus puertas septentrionales: Riomalo de Abajo. La población es un buen punto de partida para acceder a ciertos espacios naturales únicos que ocuparán enseguida estas líneas.

Melero río Alagón

Pero debemos empezar por decir que el núcleo conserva algo de su fisonomía tradicional, poco, aunque cuenta con buenos recursos, de cara al alojamiento y restauración.

Desde la misma población parte una pista, bien señalizada, que acompaña los últimos pasos del río Ladrillar. En Riomalo, el curso del río forma una piscina natural en verano, gracias a que sus aguas se retienen para tal fin. Una vez rebasada la zona, el Ladrillar busca el río Alagón para volcar sus aguas.

La pista, entonces, se desvía comenzando un pequeño ascenso. Poco puede imaginar el viajero la perspectiva que el río Alagón ofrece poco después. El curso se retuerce en meandros, siendo el más pronunciado el popularmente llamado “Melero”. Aunque las fotos de él han viajado sin interrupción, nadie, que no lo conozca, es capaz de sospechar el grandioso espectáculo que ofrece desde el Mirador de la Antigua. El río se curva de forma inverosímil, rodea una pequeña península y después se abre camino entre paredes de roca hacia el embalse de Gabriel y Galán, perceptible en la lejanía. Por encima, en el lado salmantino, el espacio protegido de Arca y Buitrera y, más allá, la Sierra de Béjar, que en ocasiones luce un bello manto blanco.

La soledad y la belleza de estos paisajes se apoderan del viajero y puede ser así durante unos cuantos kilómetros, ya que la pista por la que se transita accede tras un largo camino a Arrolobos, otra alquería, situada al borde del río Hurdano. Pero no adelantemos acontecimientos, porque todavía tenemos que indicar que la citada pista permite escuchar y contemplar la berrea, un inolvidable desafío natural que tiene lugar cuando acaba el verano y empiezan las lluvias. Además, nos veremos acompañados por buitres, leonados y negros, águilas y otras aves de presa, incluso garzas al borde del Alagón.

Riomalo de Arriba y Casares de las Hurdes

A nuestro siguiente destino, valle del Ladrillar arriba, se puede llegar por pista o por asfalto. En ambos casos, hay que tomar la carretera principal, EX 204, que cruza Las Hurdes de un extremo a otro. Para ir por pista habrá que tomar una subida que parte hacia nuestra derecha desde la llamada “Portilla Pino”, a poco más de 6,5 km de Riomalo de Abajo. Siguiendo toda la sierra del Cordón hacia el noroeste, se puede contemplar el valle del río Ladrillar, encajonado entre esta sierra y la de las Mestas. Para llegar por asfalto, hay que tomar la carretera que, poco antes de cuatro km desde Riomalo de Abajo, se dirige hacia Las Mestas.

Riomalo de Arriba

Y ya que hablamos de naturaleza, ha llegado el momento de decir que uno de los productos más valorados de Las Hurdes es la miel. Son numerosas las colmenas con que cuenta la región y para entender su excelencia, no tenemos más que comentar que en Las Mestas se encuentra uno de los productores que ha conseguido más premios por el néctar de las abejas, y no solo nos referimos a premios españoles, sino europeos. Se trata de la miel del “Tío Picho”, nombre que procede de un conocido hurdano, ya fallecido. Aunque la miel lleva su nombre, es su hijo Tasio, y los hijos de este, los que comercializan un producto que se puede adquirir directamente en la población, además de otros, como licores o caramelos, por citar algunos, elaborados con ella.

Nuestro camino sigue hasta Riomalo de Arriba, uno de los lugares en los que se ha mantenido la fisonomía hurdana. Una vez rebasada la población, se pueden contemplar desde el alto los bellísimos paisajes de inacabables sierras y horizontes hurdanos.

Por debajo, el cerrado valle del Ladrillar. En nuestro entorno, la tradicional vegetación hurdana, eso sí, con enormes masas forestales de pino de repoblación: brezos rosa y blanco, madroño, jaguarzo...

Tras unos cuantos kilómetros, el asfalto cambia de vertiente y si nuestro ánimo había quedado en suspenso varias veces, las perspectivas sobre el valle del Hurdano enmudecen. Tierras infinitas, magníficas, azuladas por el reflejo del sol sobre la pizarra.

Nada más tocar Casares de las Hurdes, una pista hacia el oeste indica el acceso a la presa conocida como la “Majá Robledo”. Merece la pena llegar hasta el lugar donde se retienen las aguas del río de los Lobos o de los Casares. Mientras se accede, vuelven los paisajes impresionantes, los desniveles verticales que asoman a La Huetre, así como la sensación de estar en un lugar tan recóndito como bello.

Casares de Las Hurdes

La pista de acceso es la que se hizo para construir la presa, por lo que es cómoda, ya que sigue la misma curva de nivel de las laderas de la Sierra de la Canchera. Por debajo, siempre el curso del Hurdano, a veces imperceptible por la verticalidad del propio valle, cerrado y sinuoso. Por encima del curso, al otro lado de los montes, las cumbres de la Sierra de la Corredera. Sus picos más altos se acercan a los 1500 metros de altitud, entre ellos el llamado Pico de la Corredera, que se eleva entre los altos valles del Hurdano y del Malvellido.

Antes de llegar a la presa, algo más de 2 kilómetros antes, la ruta se asoma al espectacular Mirador de la Pregonera, ubicado en una posición casi inverosímil, sobre el pico del que toma el nombre.