Hablar al aire - John Durham Peters - E-Book

Hablar al aire E-Book

John Durham Peters

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Beschreibung

Hablar al aire del comunicólogo John Durham Peters es una obra- traducida por primera vez al español gracias a José María Ímaz- que se enfoca en el tema de la comunicación como percepción misma. Se analiza, sobre todo, el auge que tuvo ésta junto con los medios informativos del siglo XIX y mediados del XX. Cabe señalar que no es un libro que se dirija al estudio de un idioma o lenguaje en específico, sino que se refiere al problema, en general, de la comunicación entre los hombres del mundo moderno. El autor aborda el tema desde su historicidad remontándose a sus orígenes en la cultura griega y la religión cristiana. Luego, considera algunos de los fundamentos de diversas corrientes filosóficas alemanas del XIX para, finalmente, aterrizar su investigación en los resultados que dichos antecedentes conforman, en la modernidad, las nociones de lo que es comunicable y de lo que no.

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Fotografía: Veikko Somerpuro

JOHN DURHAM PETERS es profesor de estudios de comunicación en la Universidad de Iowa y autor de diversos libros y ensayos en los que analiza el concepto de comunicación en su contexto histórico, filosófico, legal, religioso y tec nológico, cuestionando las ideas que se han planteado a su alrededor. Algunas de sus obras más relevantes son Canonic Texts in Media Research: Are There Any? Should There Be? How About These? (2003) y Courting the Abyss: Free Speech and the Liberal Tradition (2005). Hablar al aire es su primera obra traducida al español.

HABLAR AL AIRE

Una historia de la idea de comunicación

JOHN DURHAM PETERS

Hablar al aire

UNA HISTORIA DE LA IDEADE COMUNICACIÓN

Primera edición en inglés, 1999 Primera edición en español, 2014 Primera edición electrónica, 2017

TraducciónJosé María Ímaz

Título original: Speaking into the Air. A History of the Idea of Communication Licensed by The University of Chicago Press, Chicago, Illinois © 1999 by The University of Chicago. All rights reserved

Diseño de la colección: María Luisa Passarge

D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-4910-2 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

ÍNDICE

Prólogo a la edición en españolPrólogo a la edición en españolIntroducción: El problema de la comunicaciónHistoricidad de la comunicaciónLos diversos sentidos de “comunicación”Clasificación de los debates teóricos en (y a través de) la década de 1920Discursos técnicos y terapéuticos después de la segunda Guerra Mundial1. Diálogo y diseminaciónDiálogo y eros en el FedroLa diseminación en los Evangelios sinópticos2. Historia de un error: la tradición espiritualistaFuentes cristianasDe la materia a la mente: la “comunicación” en el siglo XVIIEl espiritismo del siglo XIX3. Rumbo a una visión más robusta del espíritu: Hegel, Marx y KierkegaardHegel, acerca del reconocimientoMarx (versus Locke), acerca del dineroEl incógnito de Kierkegaard4. Fantasmas de los vivos, diálogos con los muertosGrabación y transmisiónLa hermenéutica como comunicación con los muertosEmerson: la espinosa imposibilidad del contactoCartas muertas5. La búsqueda de una auténtica conexión o cómo cruzar el abismoLos muros interpersonales del idealismo¿Fraude o contacto? James, sobre la investigación psíquicaExtender la mano y tocar a alguien: lo extraño telefónicoRadio: la difusión como diseminación (y diálogo)6. Máquinas, animales y alienígenas: horizontes de la incomunicabilidadLa prueba de Turing y la insuperabilidad de ErosAnimales y empatía con lo inhumanoComunicación con alienígenasConclusión: Un apretón de manosLos vacíos que conforman la comunicaciónEl privilegio del receptorEl lado oscuro de la comunicaciónLa irreductibilidad del tacto y el tiempoApéndice: Fragmentos (proporcionados por un subsub-bibliotecario)AgradecimientosÍndice analítico

PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

Me emociona profundamente que este libro haya sido traducido a un idioma que estimo tanto. Estoy enormemente agradecido con el Fondo de Cultura Económica, en particular con José María Ímaz por su traducción fluida y precisa. Si bien Hablar al aire no hace hincapié en el mundo hispanohablante, me parece que puede ofrecer mucho a una civilización que, como este texto, no ha olvidado que nuestra historia intelectual comienza con Sócrates y Jesús, y atraviesa las turbulencias y las agitaciones del mundo moderno.

Desde que escribí el libro he visitado México y España varias veces, encontrando viejos amigos y haciendo nuevos entre estudiantes y colegas. A través de estas visitas y nuevas lecturas he logrado ver con mayor claridad cuán intensamente comprometidos están los pensadores y los escritores de lengua española con explorar el problema de la comunicación.

Este compromiso es evidente en la investigación sobre la comunicación y los medios en lengua española. Durante más de cinco décadas España ha tenido una viva tradición de investigación sobre la prensa y la opinión pública, y América Latina ha mantenido tradiciones de investigación acerca del poder y la ideología, la economía política, el imperialismo cultural y la cultura popular. Pero este libro toma un camino diferente al de la mayoría de las investigaciones en comunicación, ya sean sobre el mundo angloamericano o el de habla hispana, pues contempla el problema de la comunicación como algo más fundamental que la prensa, el poder o la comunicación de masas: estudia la comunicación como parte del ser humano o, al menos, como parte del ser humano en el mundo moderno.

En cierto sentido, el problema de la comunicación fue inventado en España en el siglo XVI, y el legado de ese siglo turbulento continúa. En palabras de Octavio Paz, “el experimento, la prueba, comenzó en el siglo XVI y aún no termina”. De acuerdo con Hans Ulrich Gumbrecht, la España de ese siglo produjo una gran ansiedad en sus más reflexivos habitantes, lo que dio como resultado formas literarias como el testimonio y la confesión, que expresaban tanto la duda de sí mismos como la autocreación. Gumbrecht ve surgir en la España del siglo XVI la estructura intelectual fundamental de la modernidad.

Bernhard Siegert también ha mostrado que en el siglo XVI España fue un verdadero laboratorio de medios de comunicación, medios que constituían tanto al imperio como a sus súbditos. Analiza la explosión obsesiva de la recopilación de datos, haciéndonos recordar que la “Inquisición” no sólo era una sádica búsqueda de la desviación doctrinal o étnica, sino también un hambre insaciable de información obtenida a través de “averiguaciones” y “recopilaciones” realizadas en los dominios reales de ultramar. El imperio de alcance global presentaba una totalidad imposible de conocer, e instituciones como el Consejo de Indias y la Casa de la Contratación de Sevilla tuvieron la tarea de elaborar lo que ahora llamaríamos las bases de datos del universo español, conformadas por mapas, catálogos y narraciones que abarcaban tanto a los territorios como a sus poblaciones. A Felipe II, a veces llamado “el rey papelero”, le gustaba decir: Quod non est in actis, non est in mundo. Es decir: “Lo que no está en actas, no existe en el mundo”, un dicho que se relaciona sorprendentemente con la era de Google. Surgieron nuevas profesiones definidas por el poder de la escritura y sus máquinas para reproducir en papel, tales como escribanos, contadores, cosmógrafos, oidores y cronistas. Pero también surgieron nuevas identidades para la gente común: soldados, estudiantes, peregrinos, vagabundos, viajeros, refugiados, pícaros. Siegert concluye que un subproducto de la Inquisición, con su insistencia en interrogar a las personas para que proporcionaran un “discurso de su vida”, fue el yo moderno. El yo como sujeto fijo nació como un acto de registro literario-burocrático. Aquí, Siegert se basa en el trabajo de Gumbrecht, Michel Foucault y Roberto González Echevarría. En Hablar al aire analizo el yo amurallado del interior burgués, o bien homo clausus, como lo llamaba Norbert Elias, como un origen histórico del problema de la comunicación, aunque los trastornos de España en el siglo XVI son otro origen posible.

En un mundo definido por los actos, aparecen preguntas difíciles sobre la realidad y la realidad de otras mentes. Por ejemplo, en el Quijote nunca es claro exactamente lo que es real. ¿Quién está loco: don Quijote con sus fantasías caballerescas o las personas que detentan el poder?

Los cortesanos —dice el Quijote—, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo mirando una mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies.

Éste es un mundo al revés, en el que el caballero andante tiene una comprensión más clara de la realidad que el cortesano, que vive en el ámbito de una corte mediada por el papel. Una idea similar se encuentra en el mapa de Jorge Luis Borges que coincide con el territorio.

La historia de América Latina no es únicamente la historia de la conquista violenta, la conversión y el mestizaje, la independencia, la dependencia, la lucha de clases, la inmigración y la globalización; también es la historia de las ideas. América Latina no sólo fue fundada por sacerdotes y aventureros, sino también por letrados. América, en la tesis de Edmundo O’Gorman, ya se había inventado en Europa bastante antes de ser “descubierta”. Mucho queda por escribirse sobre la historia de las ideas de la comunicación en América Latina.

Consideremos el papel desempeñado por la escritura en la conquista. Como Hernán Cortés lamentó: “¡Oh, quién no supiera escribir, por no firmar muertes de hombres!” Cortés conocía muy bien la relación entre la escritura y la muerte. Aunque no era letrado, fue un diligente burócrata español que seguía de manera escrupulosa los procedimientos de documentación, a veces hasta un grado irrisoriamente absurdo. Bernal Díaz del Castillo, quien al igual que Cortés era más un aventurero que un hombre de letras, narra un encuentro con nativos hostiles: “Y como todas las cosas [Cortés] quería llevar muy justificadas, les hizo otro requerimiento delante de un escribano del rey”. (Los nativos no estaban impresionados y respondieron con una “gran rociada de flechas”.) Cortés tomó posesión de la tierra en nombre del rey, en una ceremonia formal, haciendo tres cortes en un árbol: “Y por ante un escribano del rey se hizo aquel auto”, toma buena nota Bernal Díaz. La escrupulosidad legalista con que los conquistadores documentaron todo es casi quijotesca, pues don Quijote es el prototipo de la cultura española de la simulación documental excesiva, una cultura en la que realidad y ficción se mezclan tanto para los reyes como para los caballeros andantes. En el caso de los indios, esta documentación tenía un significado muy diferente: no sólo era fantasía, sino también violencia y explotación.

Los poetas y dramaturgos del Siglo de Oro también conocían el poder de los medios para ponernos en contacto con los distantes y los muertos. Las primeras líneas del “Soneto” de Quevedo delinean el ámbito de la teoría de la comunicación:

Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos.

Algunos de los lectores de Hablar al aire pensarán que mi insistencia en la comunicación con los muertos es bastante extraña, ¡pero nadie inmerso en la tradición de la poesía en lengua española podría pensar que lo es! Quevedo entiende la magia de los medios de registro: la página da vida a los muertos, el ojo da sonido a la voz. “Escucho con mis ojos a los muertos.”

Los temas de laberintos y soledades en la literatura latinoamericana del siglo XX resuenan en este libro. Por ejemplo, cuando Octavio Paz escribe: “La soledad es el fondo último de la condición humana”, no considera necesariamente esta soledad como algo malo, ya que inspira la búsqueda de la conexión: “El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión”. “La plenitud, la reunión, que es reposo y dicha, concordancia con el mundo, nos esperan al fin del laberinto de la soledad.” Un pensamiento similar se encuentra en la conclusión de este libro: “Un apretón de manos”.

Por último, estoy impresionado de ver con cuánta facilidad mi inglés se vierte al español. José Ortega y Gasset preguntó: “¿No es traducir, sin remedio, un afán utópico?” Quizá deberíamos interpretar el punto de Ortega sobre la utopía, no como algo imposible sino como una posibilidad mesiánica. Toda traducción presenta un ligero ajuste metafísico en la naturaleza de la realidad y el estado del mundo. La tarea de traducir tiene una misión milenaria: empujar ligeramente la historia mundial hacia el punto en que, como dice la BBC, “Nation shall speak peace unto Nation”. Toda traducción muestra la afinidad entre las tradiciones intelectuales. Toda traducción es una reunión y un regreso a casa, pues por los libros que se escriben el mundo será juzgado. El éxito de esta traducción demuestra el argumento central del libro: la comunicación perfecta quizá sea imposible, pero la reconciliación entre los diferentes mundos es una de las cosas más maravillosas que existen.

Un día, hace algunos años, estaba sentado en una cafetería de la Universidad de Navarra, conversando en inglés y español con varios estudiantes de posgrado de Chile y Puerto Rico, Argentina y México. De repente y a la vez nos dimos cuenta: ¡todos éramos americanos! Tengo el placer de vivir en un país de América Latina, los Estados Unidos. Cuando, más tarde, me bajé del avión de Madrid, tras aterrizar en Chicago, escuché los anuncios en español y por un momento pensé: “Es muy considerado tener en cuenta a los pasajeros recién llegados de España”. Pero luego me di cuenta de que escuchaba español porque estaba volviendo a andar un camino que ya había existido durante cinco siglos. Cuando llego a casa, oigo español. Espero que esta traducción agrade a mis amigos de habla hispana y me haga conocer aún más.

JOHN DURHAM PETERSIowa City, Iowa, 1º de septiembre de 2014

A mis mentores en cuatro universidades: Hal Miller, Len Hawes, Don Roberts y Sam Becker

Así también vosotros, a menos que con la boca pronunciéis palabras inteligibles, ¿cómo se sabrá lo que decís? Pues hablaréis al aire. Hay, quizá, muchas variedades de idiomas en el mundo, y ninguno carece de significado.

1 Corintos 14:9-10 (Biblia de las Américas)

Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican en forma desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo. Y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde: son evidentemente inventos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso; después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la radio. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros, en cambio, pereceremos.

Carta de FRANZ KAFKA a Milena Jesenská

Habría que preguntarse si el obvio aumento de la comunicación abierta no es constantemente corregido, por así decirlo, por la creación de nuevos obstáculos a la comunicación.

EDWARD SAPIR,“Communication”

Si la comunicación lleva la marca del fracaso o la inautenticidad de esta manera, es porque se pretende como una fusión.

EMMANUEL LEVINAS, “L’Autre dans Proust”