Historia de la formación docente para la educación secundaria en Ciencias Económicas - Domingo Greco - E-Book

Historia de la formación docente para la educación secundaria en Ciencias Económicas E-Book

Domingo Greco

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Beschreibung

Este libro se embarca en la tarea de desentrañar el origen y la evolución de la enseñanza de la economía, la contabilidad y la administración en Argentina. Desde el surgimiento de las primeras instituciones educativas que impartieron estas disciplinas hasta la consolidación de los actuales profesorados afines a las Ciencias Económicas, la obra busca responder preguntas fundamentales. ¿Desde cuándo se enseña economía en el país? ¿Existió un tiempo en que esta disciplina se enseñaba en el nivel primario? ¿Cómo influyó la aparición de la escuela de comercio y el título de perito mercantil? ¿Cuándo surgió el primer profesorado en Ciencias Económicas y en qué institución emblemática se cursó? ¿Cómo eran los primeros planes de estudios de los profesorados que formaban docentes en Ciencias Económicas y de otras carreras afines? Esta obra no solo es una valiosa contribución al enriquecimiento cultural de quienes se formaron o se forman actualmente en carreras docentes vinculadas a las ciencias económicas, sino también un sentido homenaje a las instituciones educativas que, con visión pionera, forjaron el camino hacia la profesionalización de la enseñanza de estas disciplinas en el nivel secundario. Una apasionante crónica que rescata del olvido la historia de la formación docente para la educación secundaria en ciencias económicas.

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Greco, Domingo Vicente

Historia de la formación docente para la educación secundaria en ciencias económicas / Domingo Vicente Greco. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2024.

228 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-934-6

1. Educación. 2. Formación Docente. 3. Economía. I. Título.

CDD 373.11

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2024. Greco, Domingo Vicente

© 2024. Tinta Libre Ediciones

A mi amada familia, mi esposa, Sandra, mis hijos: Nadia, Mariela, Leandro y mis nietos: Tiziano y Guadalupe.

Sobre el autor

El profesor Domingo Vicente Greco es licenciado en Gestión Educativa, profesor en Ciencias Económicas y técnico en Administración Pymes con estudios de posgrado en Administración Tributaria y Economía Social. Con una amplia experiencia de 37 años en el sistema educativo de la provincia de Buenos Aires, ejerció la docencia en el nivel secundario, superior terciario y universitario en diferentes cargos, como docente frente al aula, como profesor de la práctica docente y en la conducción institucional en el nivel superior. Actualmente, se desempeña como profesor en el ISFD N.° 109 de la localidad de San Antonio de Padua (partido de Merlo) de la provincia de Buenos Aires a cargo de las cátedras de Economía y su Enseñanza I y II. Fue desde el 2011 hasta el 2021 profesor adjunto de la Universidad Nacional del Oeste, en la Escuela de Humanidades, al frente de las cátedras: Economía de la Educación y Sistemas Educativos Comparados, ambas correspondientes a la Licenciatura en Gestión Educativa. Es también autor del libro La función administrativa de las y los docentes en el nivel secundario (Tinta Libre, 2020).

E-mail de contacto:

[email protected]

Índice

Sobre el autor 7

Introducción 11

CAPÍTULO I

Las primeras instituciones educativas que incorporaron la enseñanza de las Ciencias Económicas en Argentina 17

Entre intentos fallidos, universidades y academias: un comienzo a los tumbos 17

La organización nacional, la educación y el normalismo como puntos de partida 29

El normalismo y la enseñanza de la economía 38

La primera ley de educación nacional 43

CAPÍTULO II

La enseñanza de las Ciencias Económicas en las escuelas secundarias hasta principios del siglo XX 47

Los colegios nacionales. El título de bachiller 47

Las escuelas nacionales de comercio. El título de perito mercantil 66

Las escuelas nacionales de educación técnica. El título de técnico especializado 80

¡Resumiendo, entonces…! 87

CAPÍTULO III

Orígenes de la formación de profesores para el nivel secundario 95

El normalismo, siempre el normalismo 95

Nace una estrella: el Instituto Nacional del Profesorado Secundario 99

El reconocimiento de los profesorados como instituciones del nivel superior 109

CAPÍTULO IV

La etapa fundacional de los Profesorados en Ciencias Económicas para el nivel secundario 115

Los primeros institutos superiores de formación docente en Ciencias Económicas 115

La era de los títulos docentes de dos o más especialidades 138

El modelo de formación docente y técnica basado en la integración de especialidades afines 151

Los Profesorados de Economía para la educación secundaria en los ámbitos universitarios 161

Caminante, no hay camino, ¡se hace camino al andar! 165

CAPÍTULO V

Los profesorados afines a la economía y la administración. Marco jurídico y validez de los títulos 169

El rol de la nación en la formación docente inicial: no todo se transfirió a las provincias 169

Cambia, todo cambia: la Ley de Educación Superior 172

Las leyes de educación nacional posteriores a la Ley 1420: Ley Federal de Educación y Ley de Educación Nacional 180

La validez nacional de los títulos 193

Las ofertas educativas actuales de formación docente en economía y administración. Análisis por jurisdicción 198

Referencias bibliográficas 221

Agradecimientos 225

Introducción

En la búsqueda de información que nos permita precisar cuándo, cómo y por qué surgió como una alternativa de estudios superiores la formación profesional de docentes para el nivel secundario en disciplinas afines a las ciencias económicas, no podemos dejar de señalar que, mucho antes de que ello ocurriera, se sucedieron otros acontecimientos educativos, sociales, políticos y económicos que fueron determinantes para que, finalmente, la formación de profesores especializados en la enseñanza de estas materias para el nivel secundario fuera una propuesta de estudios superiores por parte del sistema de formación docente en nuestro país.

Por otro lado, y con el propósito de no confundir trayectorias históricas con otras profesiones o carreras que también se basan en las ciencias económicas, resulta necesario revelar que, en el caso particular de la formación de profesores de economía para el nivel secundario, impera un vacío en la bibliografía de consulta que dé cuenta de sus orígenes y de su evolución en el tiempo. En tanto que no ocurre lo mismo con otras actividades o profesiones en donde se han escrito y publicado abundantes textos, en especial de ciertas carreras universitarias clásicas, como, la de Contador Público nacional y las licenciaturas en Administración, en Economía y otras afines. En relación con las mencionadas carreras, con las que indefectiblemente compartimos los mismos orígenes, es muy común observar que, en estos casos, se encuentran disponibles múltiples tratados y bibliografía de consulta, que, a través de diferentes tipos de investigaciones, hacen referencia a información histórica, tanto exploratorias, como descriptivas. Al respecto, resulta interesante observar cómo estos informes dan cuenta del contexto en el cual fueron surgiendo como actividades profesionales, las instituciones educativas en donde se comenzaron a cursar, los diferentes planes de estudios que se implementaron, los impulsos que se dieron desde diferentes organizaciones civiles de la sociedad para que fueran reconocidas como profesiones universitarias e, incluso, los primeros estatutos que regulaban la actividad profesional.

Ahora bien, la literatura existente no cuenta con bibliografía, al menos documental y de fácil acceso, que haga referencia a la historia de la formación de profesores para el nivel secundario especializados en la enseñanza de materias relacionadas con las ciencias económicas, como tampoco de las instituciones educativas que fueron pioneras en este tipo de formación docente, sus progresos en el tiempo, quiénes enseñaban, qué enseñaban y cómo enseñaban. No obstante, debemos resaltar que en los últimos años se vienen desarrollando algunos congresos, foros y encuentros que reúnen a profesores del área que nos ocupa, en donde se tratan y se exponen las problemáticas que refieren a la práctica docente cotidiana, la didáctica específica y los contenidos que se plantean desde los diseños curriculares. De la misma forma, también se encuentran disponibles, a través de diferentes soportes, artículos académicos y periodísticos, opiniones y puntos de vista, por parte de algunos docentes del área, en relación con la formación docente inicial y la enseñanza de las ciencias económicas en la escuela media. También resultan muy valiosos otros trabajos de investigación institucional que sobre este asunto vienen desarrollando profesores y alumnos de diferentes establecimientos educativos del nivel superior, como, por ejemplo, los informes del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de las universidades nacionales de Buenos Aires, Córdoba, General San Martín, Universidad del Sur y de Mar del Plata.

Al respecto, y a modo de adelanto, es muy importante señalar que la inclusión del profesorado para la educación secundaria en Economía y de otras titulaciones equivalentes siempre estuvo estrechamente ligada a la evolución histórica del nivel secundario y, en especial, a las orientaciones o especialidades que, desde dicho nivel, se fueron ofreciendo a través de las diferentes épocas. En tal sentido, cabe recordar la escuela comercial como la primera especialización en estudios vinculados a las ciencias económicas que, históricamente, se implementó en nuestro país, a la vez que se constituyó en su momento como un icono de la historia de la educación argentina. Esta propuesta de especialización que el sistema educativo comenzó a ofrecer hacia fines del siglo XIX se llevó a cabo durante casi cien años en todo el territorio nacional. Esto significa que, por su extensa vigencia a través del tiempo, redundó en que miles de estudiantes en su paso por la escuela secundaria de todo el país fueran formados en conocimientos específicos afines a las ciencias económicas y, dentro de esta, en al menos una de las áreas del conocimiento en que se divide dicha ciencia: el área de la economía, el área de la administración y el área de la contabilidad. Efectivamente, la escuela comercial brindaba una formación de alto impacto y calidad en saberes teórico-prácticos que fueron de mucho valor, tanto para la continuación de estudios superiores, como también en el dominio de saberes instrumentales, fundamentales para la búsqueda de puestos de trabajo, en especial de aquellos vinculados a la gestión administrativa y contable. El título de Perito Mercantil que la escuela comercial expedía a sus egresados fue, sin lugar a dudas, una oportunidad de movilidad ascendente, especialmente para gran parte de las clases trabajadoras.

Paralelamente a la escuela comercial, convivieron otras especializaciones con denominaciones diferentes, pero con finalidades de formación muy similares. Más tarde, cuando la escuela comercial como paradigma dejó de existir, desde la política educativa se fueron implementando otras orientaciones, hasta llegar a la que actualmente se encuentra vigente, a partir de la promulgación de la Ley de Educación Nacional (2006). Esta recibe el nombre de Orientación en Economía y Administración y rige para todo el país.

Estas orientaciones o especializaciones del nivel secundario, independientemente de las diferentes denominaciones que fueron adoptando, tuvieron como factor en común que, en la composición de los diseños curriculares, se incluyeron materias provenientes de las ciencias económicas, en donde la economía, la gestión, la administración o la contabilidad fueron, y aún son, determinantes.

La primera propuesta educativa por parte de una institución del nivel superior que ofreció la posibilidad de cursar una carrera destinada a la formación docente de lo que hoy conocemos como Profesorado para la Educación Secundaria en Economía data del año 1920. Tal distinción le pertenece a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación dependiente de la Universidad Nacional de La Plata, lo que coloca a este establecimiento educativo en haber sido la institución en donde por primera vez se ofreció la carrera.

Ahora bien, producido este acontecimiento de incuestionable autenticidad, resulta necesario señalar que de todas las fuentes consultadas surge que no disponemos de registros que acrediten con precisión en que año o ciclo lectivo comenzaron las primeras clases, datos acerca de la cantidad de inscriptos, el año en que egresó la primera promoción, el plantel docente, el decreto presidencial o ministerial que autorizó la carrera, etc. Es por ello que, si bien en 1920 la carrera fue efectivamente aprobada por las máximas autoridades de la universidad, nos permitimos conjeturar acerca de su real implementación y más aun de su continuidad en el tiempo. Como veremos en el capitulo IV diversos documentos de la propia universidad que analizan la historia de las carreras en las diferentes facultades, con excepción de la reforma de 1920 en ninguna de ellas se incluyo el profesorado de economía u otros afines, como parte de las nuevas ofertas educativas.

Después de este primer antecedente, hubo que esperar hasta la década de los sesenta, periodo de tiempo en el que sabemos con certezas que finalmente la carrera se implementó en al menos tres instituciones del nivel superior, las que, por otra parte, siguen ofreciendo la carrera en la actualidad.

Estos profesorados a los que podríamos calificar como de “refundadores”, sentaron las bases para que lentamente la carrera se fuera expandiendo por todo el territorio argentino.

Corresponde reconocer en tal sentido y, en primer lugar, al Instituto Superior del Profesorado Joaquín V González de la Capital Federal (1961) como asimismo debemos reconocer la trayectoria de los siguientes establecimientos educativos: Instituto Superior del Profesorado en Ciencias Económicas y Ciencias Jurídicas Dr. José Antonio Ortiz y Herrera de la ciudad de Córdoba (1968) y el Instituto Superior del Profesorado de la localidad de Laborde, Provincia de Córdoba (1968).

Resultaron claves, para que ello ocurriera, la inclusión de tres materias en los planes de estudios del nivel medio, las que, por otra parte, ya se venían enseñando desde mucho tiempo atrás: Contabilidad, Economía Política y Organización de la Empresa. De hecho, fueron estas tres asignaturas las que aparecieron en los fundamentos de la normativa que en 1961 creaba oficial-mente una de las primeras carreras docentes que se especializaba en conocimientos científicos de las ciencias económicas

Lo mismo ocurre con las instituciones educativas encargadas de formar a los profesores de estas áreas del conocimiento. En relación con ello, es muy interesante observar cómo estas organizaciones fueron también objeto de múltiples y complejas transformaciones a través del tiempo. En tal sentido, podemos hacer referencia a los niveles dentro del sistema educativo al que fueron perteneciendo, a los diferentes planes de estudios, a las distintas denominaciones de los títulos, a las modificaciones producidas en materia de incumbencias profesionales y su validez en el territorio nacional, a los regímenes de admisión, asistencia, promoción y evaluación, al rol de la práctica docente, a las didácticas específicas, etc. Estas reformas se fueron aplicando en distintas épocas y acordes con los objetivos que, desde la política educativa nacional o provincial, se fueron estableciendo.

Esta es la historia, nunca contada, de los actuales profesorados oficiales para la educación secundaria en economía, en ciencias de la administración y de todos aquellos que pertenecen a la familia de las ciencias económicas.

CAPÍTULO I

Las primeras instituciones educativas que incorporaron la enseñanza de las Ciencias Económicas en Argentina

Entre intentos fallidos, universidades y academias: un comienzo a los tumbos

Para iniciar este recorrido histórico, será necesario remontarnos a la época del virreinato del Río de la Plata. Efectivamente, centrarnos en una iniciativa de Manuel Belgrano, quien, hacia fines del siglo XVIII, ocupaba el cargo de secretario del real Consulado de Buenos Aires. Es en este contexto que presenta un proyecto mediante el cual le propuso al Rey Carlos IV de España la creación de una escuela mercantil, con el propósito de formar a los comerciantes de entonces en los principios del liberalismo económico. La solicitud, que tiene fecha 15 de junio de 1796, finalmente fue rechazada por la Corte de Cádiz, organismo de la monarquía española que tenía la última palabra sobre asuntos de este tipo. Sobre la base de este antecedente, Eugenio Actis Di Pasquale (2005) dice que nace de esta manera el primer precedente que marca la necesidad de enseñar economía en nuestro país.

Después de este acontecimiento, no hubo propuestas de incorporar el estudio de las ciencias económicas en el territorio argentino. En tal sentido, hubo que esperar hasta 1821, año en que se creó la Universidad de Buenos Aires, el lugar en donde por primera vez se oficializa la enseñanza de la economía.

Al momento de su creación, a la nueva institución educativa se la dividió en seis departamentos: Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Exactas, Medicina, Jurisprudencia y Ciencias Sagradas. La enseñanza de la economía política, junto a otros cursos como Latín, Lenguas Modernas y Filosofía, formaban parte del departamento de estudios preparatorios. Este departamento tenía como función lograr que los alumnos que ingresaban se apropiaran de ciertos conocimientos considerados básicos y elementales en ciencias, idiomas y cultura general. La cursada de todas estas materias era previa al inicio de la carrera elegida por los estudiantes. Estas tenían el carácter de obligatorias y, como requisito indefectible para el ingreso, debían ser aprobadas.

Por lo tanto, la intención inicial de la universidad, al crear estos cursos, no era la de formar profesores ni profesionales específicos de ningún tipo. De esta manera, el curso de Economía Política, como parte integrante del departamento de estudios preparatorios, comenzó siendo en nuestro país una disciplina de carácter preuniversitario, que no pertenecía a ningún diseño curricular de las carreras existentes que otorgaban incumbencias para el ejercicio de profesiones, sino que solo estaba destinada a dotar de conocimientos generales a todos aquellos estudiantes que pretendían cursar una carrera universitaria. Mucho menos, para formar profesionales de las ciencias económicas, técnicos o profesores de los diferentes niveles del sistema educativo tal cual los conocemos en la actualidad. Para que eso sucediera, debieron transcurrir muchos años más.

Pero la idea de incluir la Economía Política como materia integrante del departamento de estudios preparatorios estuvo vigente durante un solo ciclo lectivo (1821), ya que, al año siguiente (1822), se la incorporó en el plan de estudios de la carrera de Derecho, lo que significaba que su enseñanza pasaba a formar parte de la formación de abogados. Fue por este motivo que la materia dejó de pertenecer a dicho departamento para incorporarse al de jurisprudencia. Como vemos, ni la administración, que a decir verdad surgió como ciencia recién a principios del siglo XX, como tampoco la contabilidad (que en esa época era también conocida como teneduría de libros) formaron parte de este acontecimiento. De todas las ciencias económicas, solo la economía política fue considerada prioritaria, aunque, como ya explicamos precedentemente, tenía como propósito formar abogados.

En un artículo escrito en el diario Página 12, publicado el día 16 de noviembre de 20081, el doctor Manuel Fernández López2 escribió que, en 1814, Rivadavia había viajado junto a Manuel Belgrano en una misión diplomática a Londres y París. Si bien el principal objetivo era que ambos representantes comenzaran negociaciones con los países europeos con el objetivo de que reconocieran la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (cuestión que finalmente casi ningún país aceptó), es importante resaltar que hubo otra misión que se les había encomendado. Nos referimos a que debían interiorizarse acerca de los debates filosóficos y científicos que por esos años se estaban desarrollando en materia de teorías económicas, especialmente en países como Inglaterra y Francia. La decisión de enviar tanto a Rivadavia como a Belgrano para este objetivo se tomó ya que ambos habían demostrado, en sus intervenciones como participantes de la Asamblea del año XIII, un gran interés en que la economía política fuera parte de la enseñanza oficial.

Así fue que, durante la estadía de los dos enviados en Europa (que se prolongó hasta 1815), ambos pudieron tomar contacto con las principales figuras del momento, como David Ricardo, James Mill, Thomas Malthus, Jeremy Bentham, Lafayette y Destutt de Tracy. La experiencia obtenida con estos pensadores fue fundamental en las decisiones que años más tarde iba a tomar Rivadavia, tanto en materia de educación como en aquellas cuestiones relacionadas con las políticas económicas que desde su gobierno se tomaron.

En efecto, cuando en 1821 se crea la Universidad de Buenos Aires, Rivadavia ocupaba el cargo de secretario de Gobierno. Ese puesto lo facultaba para nombrar al cuerpo docente que integraría la recién creada universidad. En relación con quién debía ocupar el cargo de profesor de Economía Política, sabía que debía pensar en alguien que fuera consciente de que las teorías expuestas en los libros de textos de los pensadores europeos no podían ser comprendidas, ni menos aplicadas, ya que las realidades sociales, políticas y culturales de esas naciones eran muy diferentes a las de los recientemente independizados países americanos. Sin embargo, estaba convencido de que se debía empezar con la tarea de difundirlas y, para que eso ocurriera, era necesario buscar la forma de adaptarlas a la realidad local. Fue entonces que sobre este razonamiento tomó la iniciativa de crear un registro oficial que ofreciera información cuantitativa sobre la evolución de la economía del país. Comprendió que, sin esta información, sería imposible poner en práctica no solo la enseñanza de las teorías económicas que se estaban debatiendo en el nuevo mundo capitalista, sino que, menos aún, se iban a poder aplicar medidas destinadas a ordenar y administrar la política económica del país. Inmediatamente, Rivadavia creó por decreto una oficina que denominó Registro Estadístico, precursora de lo que en la actualidad conocemos como INDEC3.

Tomando todas estas consideraciones, y dadas las circunstancias de la realidad nacional, Rivadavia consideraba oportuno que la cátedra Economía Política fuera enseñada tras desarrollar los contenidos desde la mirada de las nuevas teorías económicas que se debatían en Europa. A la vez que había que adaptar dichas teorías a la realidad del país, teniendo en cuenta los indicadores económicos que desde el recientemente creado Registro Estadístico se suministraban. Sobre esta base, pensó que la cátedra debía ser asignada al presbítero y filósofo Juan Manuel Fernández de Agüero4, un seguidor ferviente del filósofo francés Destutt de Tracy y quien, en su libro Ideología, incluía un capítulo dedicado a la economía política. Por otro lado, vale aclarar que, de los pensadores antes mencionados, había que elegir a aquellos que se iban a tomar como bibliografía de consulta para la enseñanza de la materia. De todos ellos, Destutt de Tracy era el más difícil de comprender, razón por la cual Rivadavia, que no era economista, advirtió este problema y desistió de la idea de nombrar a Fernández de Agüero, que, de esta manera, perdió la oportunidad ser el primer catedrático en enseñar economía política en nuestro país.

Así las cosas, rápidamente, Rivadavia se inclinó por el libro del economista escocés James Mill, cuyo título era Principios de Economía Política, por considerar que el vocabulario utilizado por su autor era de más fácil lectura. Seguidamente, lo mandó a traducir al idioma castellano y designó para la materia al doctor Vicente López, un hombre formado en el derecho y que, además, tenía el antecedente de haber sido uno de los autores del himno nacional.

Pero, pese al nombramiento producido en 1821, este nunca se hizo cargo de la cátedra. El motivo al que aludía López era que su designación tenía como finalidad que se pusiera al frente del Registro Estadístico y no enseñar Economía Política a partir de los datos que de ese organismo surgieran. Cuando Rivadavia se enteró de este argumento, le aclaró todo y le ofreció la enseñanza de la materia bajo esas condiciones, ante lo cual López desistió igualmente del cargo.

En consecuencia, y ya en 1823, Rivadavia dicta otro decreto mediante el cual hace una nueva designación. Esta recayó en Pedro José Agrelo5, quien, además de poseer título en Leyes, se había desempeñado en diversos cargos públicos de gran relevancia en la provincia de Entre Ríos. Era, por otra parte, quien en épocas de la Asamblea del año XIII había ocupado por un breve tiempo el cargo de presidente de aquella. Durante ese periodo, dictó un decreto por el cual se establecía que la moneda de curso legal debía contener la imagen del escudo nacional.

El flamante docente utilizó como libro de cabecera el texto de economía de James Mill6 que Rivadavia había mandado a traducir y comenzó efectivamente a dictar clases en las aulas de la universidad.

Puede afirmarse así que el mencionado profesor es considerado el primer docente en enseñar oficialmente una materia perteneciente a la familia de las ciencias económicas en nuestro país, que en este caso fue Economía Política. En mayo de 1824, en un discurso de Rivadavia a la legislatura, dijo: “La economía política ha empezado a enseñarse este año, y sus luces difundidas procurarán a nuestra patria administradores inteligentes”. Pero no todo lo que Rivadavia pensaba ocurría en la realidad. De hecho, la cátedra tuvo que ser suspendida en octubre de 1824, siendo tres los motivos que impulsaron a tomar esta media: las ausencias reiteradas de Agrelo, la falta de interés de los alumnos por los temas que se trataban en la materia y la escasa cantidad de personas que se inscribían para cursar la cátedra. Durante 1825, tampoco se designó a nadie para cubrir el cargo.

El tiempo transcurría y otro acontecimiento iba a ser clave para la inclusión de la enseñanza de las ciencias económicas en el sistema educativo de la naciente Argentina, que por esos años estaba atravesada por profundos conflictos internos. En el medio de este panorama, el 2 de febrero de 1825, Gran Bretaña reconoce la independencia argentina. En esa misma fecha, el ministro de relaciones exteriores del entonces gobernador de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Manuel J. García, firma, junto al cónsul general británico en Buenos Aires, Woodbine Parish, el Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación. Como consecuencia de la firma del acuerdo y en palabras de Jorge María Ramallo (1999), el intercambio comercial entre ambos países se incrementó de manera muy significativa.

Fue entonces que este aumento de la actividad económica hizo que tanto la producción como el trabajo, que hasta ese momento carecían de recursos materiales como humanos, comenzaran a buscar nuevas formas de generar más y mejores bienes y servicios que permitieran atender las demandas que el comercio exterior exigía, producto del acuerdo con el país europeo. Una de las tantas carencias que la economía de ese momento debía afrontar era la falta de personal idóneo en asuntos del comercio, especialmente en todo lo relacionado con la administración y la contabilidad de los negocios. Atento a ello, y a pesar de la falta de unidad política que por esos años imperaba, las autoridades a cargo de Buenos Aires, que controlaba el puerto y en consecuencia la aduana, comenzaron a crear colegios y academias privadas en las que se debían enseñar idiomas y materias vinculadas con la actividad comercial.

En relación con esta decisión de fundar nuevos establecimientos educativos que tuvieran como finalidad capacitar a los estudiantes en actividades laborales vinculadas al comercio, Eugenio Actis Di Pasquale (2005) hace referencia a que, durante el gobierno del general Las Heras (1824-1826), un profesor y exsoldado francés exiliado, de nombre Amadeo Brodart7, fundó una escuela de comercio en la que se difundían las ideas contemporáneas de Juan Bautista Say8, Adolfo Blanqui9 y José Garnier10. En este sentido, Alejandro Geli y Quintino Dell’Elce (2013) escriben en un documento, publicado en ocasión de cumplirse el centenario de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, que, por impulso de Bernardino Rivadavia, en 1825 se creó una academia de contabilidad a cargo del mencionado Amadeo Brodart. Este curso fue propuesto con el fin de capacitar a los empleados del entonces Banco de las Provincias Unidas del Rio de la Plata o Nacional, actual Banco de la provincia de Buenos Aires. Aunque también debían concurrir los empleados del Ministerio de Hacienda y de todas aquellas oficinas recaudadoras de fondos públicos. Las materias que integraban el plan de estudios de este curso eran: Aritmética, Nociones de Álgebra, Sistemas de Operaciones, Contabilidad del Banco, Letras de Cambio, Billetes, Moral del Establecimiento y Relaciones con la Sociedad. Producto de este acontecimiento, se inició un periodo de creación de diversas academias privadas que comenzaron a enseñar materias relacionadas con la organización y administración del comercio, especialmente en las ciudades de Buenos Aires y Rosario. Es de destacar que los profesores encargados de enseñar eran en su gran mayoría extranjeros, especialmente ingleses y franceses. Aunque la academia de Amadeo Brodart tuvo una vida muy efímera, se puede afirmar que, de esta forma, nació la enseñanza de otra disciplina perteneciente a las ciencias económicas que, en este caso, se trataba de la Contabilidad o Teneduría de Libros.

En 1827, comenzó a funcionar en Buenos Aires la Academia Comercial Inglesa, en la que se enseñaba latín, francés, inglés, geografía, aritmética, caligrafía, gramática, álgebra, correspondencia y teneduría de libros. En el mismo año, se crea el Colegio Argentino para niñas y dos academias denominadas Academia Argentina y Academia de las Provincias Unidas; al año siguiente, una escuela Lancasteriana y un ateneo. Si bien en todos los casos eran de carácter humanístico, se complementaban con materias prácticas como Teneduría de libros, Nociones de Derecho y Economía Política.

En 1826, vuelve a tomar protagonismo la enseñanza de la economía política en la Universidad de Buenos Aires, al ser designado el jurisconsulto Dalmacio Vélez Sarsfield como profesor de la cátedra. Este utilizó como texto la obra de Juan Bautista Say. El mismo Vélez Sarsfield, que años más tarde sería el creador del Código Civil Argentino, tuvo a su cargo la enseñanza de la materia durante los ciclos lectivos 1826, 1827 y 1828, y se convirtió, de esta manera, en el docente que más años permaneció en ese cargo durante la época en que se intentó incorporar la enseñanza de la economía política. A principios de 1829, Vélez Sarsfield renunció a su cargo y se nombró a Juan Manuel Fernández Agüero, a quien, como se recordará, Rivadavia pensaba designar en 1821.

El mencionado docente se hizo cargo solo durante el ciclo lectivo del año 1829, ya que, al finalizar el curso, la materia fue suprimida por el nuevo rector, Santiago Figueredo11, quien argumentaba que su decisión se basaba en que se trataba de una “ciencia de lujo”. En concordancia con lo que atravesaba el país en materia política, terminó así para la Universidad de Buenos Aires un periodo de mucha inestabilidad en el mantenimiento y la regularidad de la materia Economía Política como disciplina objeto de enseñanza; de idas y vueltas con relación a las bibliografías de consulta, al nombramiento de profesores que no se hacían cargo de la cátedra o bien no asistían con frecuencia, al desinterés de los alumnos por los temas que se trataban y a la escasa cantidad de personas que se anotaba en el curso. Todo ello justificó que las autoridades de entonces eliminaran la materia y, de hecho, no aparecería en ningún plan de estudios por el término de veinticuatro años, es decir, hasta el año 1854.

Mientras esto ocurría en Buenos Aires, en la escuela de Derecho, dependiente de la Universidad de Córdoba, y según lo manifiesta Rinaldo Colomé (2005), se incorporaba hacia 1834 la enseñanza de Economía Política, la cual formaba parte de la cátedra de Derecho Público. Esta tenía una duración de tres años de estudios, el último de ellos dedicado a la enseñanza de la economía política. Los profesores a cargo fueron Santiago Derqui, Agustín Pastor de la Vega, Enrique Rodríguez y Ramón Ferreyra, aunque no se puede precisar con exactitud quién o quiénes de todos ellos tuvieron la responsabilidad de enseñar Economía Política. La cátedra fue suprimida en 1841 a pedido del gobernador de la provincia de Córdoba Claudio Arredondo y no vuelve a estar presente hasta el año 1856, producto de la nacionalización de la universidad por parte del presidente Justo José de Urquiza.

El tiempo transcurría y ya durante el gobierno de Rosas acontecieron, al menos, dos episodios que estuvieron relacionados con la enseñanza de las ciencias económicas. El primero de estos sucesos ocurrió en 1836, cuando el propio Rosas dictó un decreto mediante el cual reglamentaba el “oficio público de contador”. Mediante esta norma, se disponía que quienes pretendían ejercer la actividad de lo que hoy conocemos como contador público nacional debían previamente rendir ciertos exámenes ante el Tribunal Judicial y el Tribunal de Cuentas de la Nación. Dichos exámenes consistían en aprobar las siguientes materias: Aritmética, Contabilidad y Derecho. Vemos entonces que, durante esta primera etapa, para ejercer la actividad de contador no era requisito poseer estudios universitarios y, más aún, tampoco era condición contar con estudios secundarios. Por otro lado, a los postulantes se les exigía un mínimo de veinticinco años de edad, ser ciudadanos argentinos, presentar un certificado de buena conducta y, como nota de color, muy acorde al momento político de la época, debían demostrar ser buenos federales.

El segundo acontecimiento se produjo en 1848, año en que el gobierno de Rosas decidió reabrir el antiguo Colegio Seminario de Ciencias Morales, que pasó a denominarse Colegio Republicano Federal de Buenos Aires, bajo la dirección de Francisco Megesté12 y de Marcos Sastre13. La enseñanza comprendía, además de la doctrina cristiana, latín, francés, inglés, filosofía, historia, matemática y física experimental. Opcionalmente, los estudiantes podían seguir cursos de Aritmética Mercantil, Teneduría de Libros, Taquigrafía, Arquitectura y Agricultura. Años más tarde, y ya depuesto Rosas, este establecimiento iba a ser rebautizado con el nombre de Colegio Nacional de Buenos Aires.

La organización nacional, la educación y el normalismo como puntos de partida

En 1852, y luego de la derrota de Rosas en Caseros, se dio lugar a la conformación del estado nacional, lo que se consolidó primero por la jura y el establecimiento de la Constitución Nacional de 1853 y, luego, por la incorporación definitiva en 1860 de la provincia de Buenos Aires al estado argentino. A partir de ello, se fueron sucediendo hasta finales del siglo XIX los primeros presidentes elegidos bajo los principios y las condiciones establecidas en la flamante Constitución Nacional.