Historia empresarial en América Latina: temas, debates y problemas -  - E-Book

Historia empresarial en América Latina: temas, debates y problemas E-Book

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Este libro ofrece la primera visión general de la historia empresarial de América Latina escrita por reconocidos investigadores internacionales. La publicación combina la rigurosidad del análisis especializado con la redacción ágil dirigida a una amplia audiencia. La primera parte del libro ofrece una visión panorámica de la historia empresarial de seis países de la región, y la segunda presenta un estudio de temas clave para entender el desarrollo de las empresas de la región tales como el desempeño de los grupos económicos, las inversiones de las multinacionales, la evolución de las empresas familiares, el impacto de la violencia en el empresariado, el rol de la mujer en las firmas, el impacto del transporte en el desarrollo económico y la interacción entre ecología y empresa en la región. La historia de la empresa y los empresarios latinoamericanos constituye una valiosa herramienta para el desarrollo de competencias y saberes mediante la evaluación de las funciones y estrategias desplegadas por las compañías y sus líderes en los diferentes períodos y países de América Latina.

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Primera edición: febrero de 2021

© Andrea Lluch, Martín Monsalve Zanatti y Marcelo Bucheli (editores académicos)

© María Inés Barbero; Marcelo Bucheli; Carlos Dávila L. de Guevara; Xavier Durán; Bernardita Escobar Andrae; Paloma Fernández Pérez; Aurora Gómez-Galvarriato Freer; Anne Hanley; Geoffrey Jones; Norma Lanciotti; Sandra Ley; Manuel Llorca-Jaña; Andrea Lluch; Rory M. Miller; Martín Monsalve Zanatti; Gabriela Recio Cavazos; Angelika Rettberg.

De esta edición:

© Universidad de los Andes, Facultad de Administración Cra. 1 # 18 A 12 Bogotá, (Colombia) Código postal 111711

© Universidad del Pacífico

Jr. Gral. Luis Sánchez Cerro 2141

Lima 15072

Diseño de la cubierta: Ícono Comunicadores

ISBN: 978-958-774-982-3

ISBN ebook: 978-9972-57-461-0

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2021-01692 

BUP

Historia empresarial en América Latina: temas, debates y problemas / Andrea Lluch, Martín Monsalve y Marcelo Bucheli (editores). -- Primera edición. -- Lima: Universidad del Pacífico ; Bogotá: Universidad de los Andes, 2021.

335 p.

1. Empresas -- América Latina -- Historia

2. Desarrollo empresarial -- América Latina -- Historia

3. Empresas familiares -- América Latina

4. Grupos económicos -- América Latina

5. Empresas internacionales -- América Latina

I. Lluch, Andrea, editor.

II. Monsalve Zanatti, Martín, editor.

III. Bucheli, Marcelo, editor.

IV. Universidad del Pacífico (Lima)

338.644 (SCDD)

Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como universidad:

Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949, Minjusticia. Acreditación institucional de alta calidad, 10 años: Resolución 582 del 9 de enero del 2015, Mineducación.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de las editoriales.

Introducción

Historia empresarial en América Latina:temas, debates y problemas

Andrea Lluch, Martín Monsalve Zanatti y Marcelo Bucheli

¿Por qué este libro?

Este libro constituye el primer esfuerzo para ofrecer una visión general y sistemática de la historia empresarial de América Latina. A pesar de la rica literatura producida sobre el tema, y la existencia de excelentes balances historiográficos dirigidos a investigadores y académicos, hacía falta un volumen que organizara este conocimiento y lo pusiera a disposición de un público más amplio, en particular -aunque no únicamente- estudiantes universitarios. Este libro es además fruto de un esfuerzo colaborativo a escala continental y refleja la concreción de una idea esbozada ya en el año 2009 en los primeros eventos organizados para debatir distintos aspectos sobre la enseñanza de la historia empresarial en América Latina.1Desde entonces referentes de la disciplina, la mayoría de ellos y ellas colaboradores de esta obra, reconocíamos los desafíos al momento de enseñar contextos históricos y la importancia de formular preguntas relevantes con este propósito.

¿Por qué, entonces, es importante conocer más de historia empresarial hoy y para qué? ¿Para qué fortalecer su enseñanza en distintos niveles y profesiones? En ambos casos consideramos que es útil para enriquecer la formación de diferentes disciplinas y, en particular, incentivar la habilidad de reflexionar críticamente sobre la realidad del desarrollo del capitalismo en la región y el proceso de la globalización, sus ciclos de expansión y retroceso. El aprendizaje sobre la trayectoria histórica del empresariado latinoamericano (empresas, empresarios, familias empresarias, gerentes asalariados, asociaciones de empresarios, grupos económicos) permite el estudio de la acción empresarial dentro de las cambiantes estructuras sociales, políticas y económicas, así como el impacto de la innovación y la tecnología. América Latina se ha caracterizado por ciclos de inestabilidad económica y política, así como por la dependencia de la exportación de bienes primarios. Esto, aunado a problemas de persistente pobreza y desigualdad, conflicto armado, y marcada desinstitucionalización, hace más imperativa la enseñanza de la historia empresarial. La discusión de la trayectoria histórica del empresariado latinoamericano constituye así una valiosa herramienta para el desarrollo de competencias mediante la evaluación de las funciones y estrategias desplegadas por destacados empresarios y empresas en diferentes períodos y países de América Latina. Cabe aclarar que este volumen busca ir más allá de celebrar el papel de los empresarios o empresas como generadores de desarrollo o de culparlos por los problemas que plagan la región. Ya sea que se quiera desarrollar una crítica del papel histórico del empresariado o que se busque destacar su contribución, es necesario tener una visión clara de su evolución en el largo plazo.

El presente volumen destaca el valor y carácter interdisciplinario de la historia empresarial. Los diferentes referentes historiográficos y debates teóricos presentes en los capítulos muestran cómo la historia empresarial dialoga y contribuye a temas de interés de campos como la administración, la historia, la economía, las ciencias políticas y las ciencias económicas (análisis de riesgo). Los capítulos tienen en cuenta en su análisis la constante interacción del empresariado con un entorno político, económico, social y cultural en constante cambio. Al ser las firmas bien protagonistas de estos cambios o bien sus receptores - cuyas reacciones tuvieron un profundo efecto en las sociedades en las que actuaban es imperativo estudiar su evolución, estrategias en diferentes momentos y las formas como interpretaron e impactaron en sus entornos.

Hasta el momento no existía un texto con las características de esta obra. El presente libro no se enfoca en casos de enseñanza, material tradicional para el estudio de empresas y empresarios, sino que propone una mirada más general. En el futuro, esta obra podrá ser complementada con casos de estudio sobre empresas o empresarios concretos, o con recursos didácticos disponibles en la web. Somos conscientes de los límites de una obra de este estilo, en tanto ha sido imposible cubrir todos los casos nacionales y todas las temáticas posibles. Sin embargo, buscamos contextualizar los procesos y aspectos más decisivos o influyentes en la evolución del sector empresarial latinoamericano y señalar las particularidades del continente. Tal cometido lo llevamos a cabo a partir de la inclusión de los casos de aquellos países en los cuales el desarrollo de la disciplina de la historia empresarial está más consolidado en la región. Como han señalado ya Barbero y Jacob (2008), Dávila (2013) y Barbero y Lluch (2015) existen aún claros desequilibrios espaciales en el desarrollo de la disciplina en América Latina. Esto explica las ausencias de varios países en esta obra, al ser casi inexistente, o muy baja la expansión y vitalidad de la historia empresarial en ellos. Esperamos a futuro -o en una segunda edición revisada- que este aspecto se subsane. De todos modos, y más allá de estos límites, como señalamos, la presente obra puede ser de gran utilidad para difundir el interés por la disciplina y para ser utilizada en cursos de administración, economía, historia, sociología o ciencia política, entre otros.

Relevancia y originalidad del libro

¿Es posible referirse a una historia empresarial común para América Latina? Este interrogante genera de inmediato controversia entre los especialistas de cada uno de los países. Un grupo suele responder que existen aspectos comunes ligados a los ciclos económicos que afrontan los negocios pero que cada territorio tiene sus propias especificidades. En esta línea, los especialistas subrayan un caso o circunstancia que hace a su país de estudio completamente singular y diferente a los otros de la región. Por ejemplo, algunos autores enfatizan la cronología local a partir de sucesos políticos, la centralización o regionalización de la economía, los tipos de grupos económicos o los diferentes tipos de relación con las empresas multinacionales extranjeras.

Desde otras miradas, y en particular para los académicos provenientes de las ciencias políticas, la sociología o la economía, no hay duda acerca de que la historia empresarial de América Latina debe abordarse como un conjunto a pesar de las singularidades de cada país. De esta forma, los negocios en América Latina son considerados como un capitalismo dependiente, como respuesta a un vacío institucional, como parte de un sistema empresarial corrupto ligado al Estado o como un capitalismo basado en jerarquías sociales y económicas.

En este libro proponemos que sí se puede hablar de una historia empresarial de América Latina, pero no lo hacemos por medio de una etiqueta o un concepto que simplifique las historias locales. Lo hacemos mediante la presentación de temas transversales y casos particulares de países conectados por algunos rasgos característicos del sistema de negocios de la región pero que, al mismo tiempo, adquieren rasgos particulares que permiten enriquecer una visión de conjunto. Se trata de un necesario equilibrio analítico ya transitado exitosamente por obras referentes para la historia económica de América Latina como los aportes de Thorp (1998), Bulmer Thomas (1998) y Bértola y Ocampo (2013).

Estructura del contenido: capítulos temáticos y por países

Este volumen explora una serie de temas relevantes para la comprensión del desarrollo del capitalismo en América Latina y el rol jugado en este por parte del empresariado en el largo plazo. Se divide en dos grandes secciones: los capítulos por ejes temáticos y aquellos dedicados a analizar las experiencias de seis países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

La sección temática se inicia con el capítulo sobre sostenibilidad escrito por Geoffrey Jones. En tiempos de incertidumbre y crisis provocada por el cambio climático, y dada la importancia que los recursos naturales han mantenido a lo largo de la historia en el desarrollo económico latinoamericano, explorar la evolución de negocios sostenibles en la región es necesario. El capítulo muestra cómo la preocupación por la protección del medio ambiente por parte de empresas y empresarios no es tan nueva como lo sugieren fuentes de prensa y corporativas. Al explorar la evolución de las estrategias alrededor del medio ambiente y cómo explotarlo de manera sostenible, el texto propone lecciones para empresarios actuales que enfrentan la peor crisis climática registrada en la historia.

Otro desafío para la sociedad, gobierno y el sector privado es la violencia. En décadas recientes América Latina se convirtió en el continente más violento del mundo en términos de criminalidad. Dos países que han enfrentado este problema de forma aguda son México y Colombia. Ambos tienen unos altos niveles de violencia generados en gran medida por las operaciones de los grupos ilegales que compiten por el control de la exportación de drogas ilícitas. El capítulo dedicado a este tema, escrito por Angelika Rettberg y Sandra Ley, desarrolla un estudio comparativo entre México y Colombia. Las autoras describen y evalúan las estrategias que el sector privado ha desarrollado para sobrevivir y crecer en medio de un ambiente dominado por la inseguridad. Dado que para el momento de la publicación de este volumen las condiciones que generan violencia por parte de grupos criminales no han desaparecido, entender cómo los empresarios se han enfrentado y adaptado a este problema nos da una luz más clara de la naturaleza de los retos actuales y de la posibilidad de fracaso o éxito de nuevas estrategias por parte del sector privado.

Un elemento que ha dominado la historia económica de América Latina es la persistente importancia de familias empresariales y empresas familiares. Con características que se asemejan a lo que se puede encontrar en países del sureste asiático más que en las potencias centrales occidentales, las empresas familiares han moldeado fuertemente la estructura económica de los países latinoamericanos. Para entender este fenómeno, el capítulo dedicado a esta temática, desarrollado por Paloma Fernández Pérez y Andrea Lluch, proporciona un bosquejo general de largo plazo que muestra cómo han evolucionado las estrategias de las empresas familiares y qué impacto han tenido en el entorno empresarial. El texto descubre cómo este tipo de empresas se adaptó a cambios en la economía global y cómo afectó al sector empresarial de sus respectivos países. Dadas las diferencias entre países y la complejidad de la estructura y estrategia de estos negocios se ofrece una discusión sobre los elementos a tomar en cuenta al momento de definir y estudiar las empresas familiares.

Además de estas empresas, el sector empresarial de América Latina ha estado dominado por grupos económicos. Estos son conglomerados (usualmente derivados de negocios familiares) que desarrollan inversiones en una serie de negocios no necesariamente relacionados entre sí. A veces vilificados por su poder de concentración económica o celebrados como actores que crean empresas de gran tamaño y con operaciones a nivel global, los grupos económicos merecen ser destacados como unos de los actores más influyentes en el sector empresarial latinoamericano. Dichos grupos no tienen una estructura estandarizada, lo que de partida hace complejo su análisis. En el capítulo al respecto, realizado por María Inés Barbero, la autora discute los elementos principales a tener en cuenta para la definición de estos grupos, en particular su estructura organizativa y la evolución histórica que tuvieron en la región. Con el fin de analizar este proceso, el capítulo se concentra en los dos casos paradigmáticos de Argentina y México, y desarrolla un tipo de análisis que puede adaptarse para el estudio de la evolución de los grupos económicos en otros países latinoamericanos.

Otro actor influyente en el plano social, político y económico de América Latina ha sido y son las multinacionales. En el capítulo de Marcelo Bucheli dedicado a este tema se da una visión general sobre la evolución de las operaciones de empresas extranjeras en la región, centrado en el tipo de actividad que estas desarrollaban dentro de los diferentes segmentos de la cadena de valor. En este texto, el autor muestra cómo las empresas multinacionales decidían en qué sectores invertir considerando los paradigmas dominantes respecto al desarrollo económico a nivel internacional, el desarrollo tecnológico y las tendencias generales de la economía mundial. En cuanto al primer factor, podían encontrar una promoción de libre cambio o políticas proteccionistas. Frente al segundo, su búsqueda se centraba en facilitar la movilidad de factores y el abaratamiento de la producción local. De esta forma, el capítulo busca explicar, por ejemplo, por qué a finales del siglo XIX y principios del XX la inversión extranjera estuvo enfocada en los sectores de servicios y recursos naturales, su cambio a mediados del siglo XX al sector manufacturero, y su regreso a finales del siglo XX y principios del XXI a los recursos naturales y servicios.

Como un tema transversal a los anteriores, el siguiente capítulo analiza un problema persistente en la historia latinoamericana como es la discriminación de género. Aunque para cualquier persona residente en la región esto no es información nueva, es necesario explorar cuál ha sido el papel de las mujeres en el desarrollo empresarial latinoamericano. Esta cuestión ha sido ignorada por mucho tiempo y el capítulo sobre las mujeres empresarias, escrito por Bernardita Escobar Andrae, abre puertas para iniciar debates y estudios sobre este asunto. Desafiando estereotipos existentes, la autora muestra que la mujer no estuvo históricamente “ausente” en el desarrollo empresarial, sino que más bien ha sido “invisibilizada.” Lo anterior tiene fuertes implicaciones, pues no reconocer el papel de la mujer en la creación y administración de empresas en América Latina lleva a lecturas erróneas sobre el grado de discriminación pasado y presente.

Finalmente, un problema señalado por décadas como un obstáculo para el crecimiento y las operaciones empresariales en el continente ha sido la deficiente infraestructura de transporte. Ciudadanos que viven en las grandes ciudades latinoamericanas de principios del siglo XXI sufren a diario por la pérdida de tiempo y energía en descomunales embotellamientos de tránsito o por un sistema de transporte público ineficiente y con muy baja capacidad. A nivel nacional, las deficiencias en infraestructura dificultan y hacen innecesariamente lentas las operaciones de logística que necesita cualquier línea de negocio. En el capítulo dedicado al transporte, escrito por Xavier Durán, se busca entender algunas de las raíces de este problema. Este se concentra en la adopción de la rueda, el desarrollo del ferrocarril y la evolución del transporte aéreo en Perú, Colombia y Ecuador. Cada uno de estos países cuenta con desafíos particulares para la construcción de infraestructura dadas las dificultades topográficas que genera la cordillera de los Andes. De esta forma, Durán nos ofrece explicaciones sobre las raíces geográficas, económicas e institucionales de la ineficiencia del transporte en el continente.

Junto con el análisis de temáticas transversales y determinantes para comprender el desarrollo del capitalismo en América Latina y el papel de empresas y empresarios en el largo plazo, el libro aporta otros seis capítulos que analizan en el largo plazo de las experiencias de Argentina (Norma Lanciotti), Brasil (Anne Hanley), Chile (Manuel Llorca-Jaña y Rory M. Miller), Colombia (Carlos Dávila L. de Guevara), México (Aurora Gómez-Galvarriato Freer y Gabriela Recio Cavazos) y Perú (Martín Monsalve Zanatti).

Cada uno de estos capítulos por países está organizado cronológicamente de acuerdo con el impacto de los ciclos de la economía mundial en la región. Cabe aclarar que dichos ciclos impactaron en distintos momentos y de diferente manera a cada país, y esto se resalta en la estructura de cada caso específico. Por ejemplo, mientras que Chile entra en la etapa dorada de la globalización capitalista (1870-1914) luego de derrotar a Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico (1879-1883), Perú recién lo hace en 1896 cuando su economía se recupera de la derrota en el mencionado conflicto bélico.

En todos los capítulos se analiza la evolución de los sistemas de negocios a través de la interacción de tres actores claves: los grupos económicos locales, basados en su estructura familiar, las compañías multinacionales extranjeras y el Estado. A lo largo del tiempo estas relaciones han ido evolucionando de manera particular en cada país, siempre con este patrón. De esta forma, es común a todos los análisis locales que componen este libro que gran parte de las empresas más reconocidas en la actualidad hayan tenido su origen en las empresas familiares fundadas por inmigrantes europeos a fines del siglo XIX. Sin embargo, el peso de estos inmigrantes puede ser más importante, por ejemplo, en Argentina y Brasil que en Colombia. O también está el caso de Perú, donde los inmigrantes chinos y japoneses jugaron un rol significativo. En este mismo país, a principios del siglo XXI, los inmigrantes de la sierra a la ciudad de Lima le han cambiado el rostro al empresariado tradicional radicado en la capital. En cuanto al peso de las inversiones extranjeras, este también difiere de país en país a lo largo de la historia, pero la mayoría de ellas se ha realizado en transportes y comunicaciones, industrias extractivas y financieras, y con un incremento en productos orientados al mercado interno a partir de la segunda mitad del XX.

A pesar de lo mencionado, los capítulos por países evidencian notorias diferencias para cada caso. Estas pueden ser canalizadas a través de algunas variables. La primera de ellas es la llamada herencia colonial, la cual afecta mucho más la evolución del sistema de negocios en Brasil, México y Perú, antiguos centros imperiales, que en otros países de la región. Estos legados pueden estar marcados en el impacto de la legislación colonial para la constitución de empresas luego de la Independencia o en la forma en que comerciantes y productores de materias primas se conectaron con el Estado y el mercado internacional.

Un segundo factor que marca diferencias entre los países es la centralidad del sistema de negocios. En la mayoría de los casos la mayor actividad empresarial está centralizada en la ciudad capital o sus alrededores (como es el caso de Argentina, Chile y Perú) o en una región específica del país (como el sudeste de Brasil). Sin embargo, existen particularidades en países como México, entre otros, donde encontramos desarrollos regionales sobresalientes al norte del país, simbolizado por Monterrey. Por su parte, Colombia es un caso especial porque el sistema empresarial nacional solo puede entenderse a través de sus particularidades regionales. Precisamente, para abordar tal asunto, el capítulo sobre este país tiene una estructura distinta.

Debido a que todos los países estudiados tienen una fuerte dependencia de la exportación de materias primas, el o los productos de exportación ejercen una gran influencia sobre la evolución del sistema de negocios en cada país. Así los minerales y la agroindustria son fundamentales en los casos de Chile, México y Perú; el café en los casos de Brasil y Colombia y los productos agropecuarios en Argentina. Finalmente, el nivel de desarrollo industrial también influye en la diferenciación de las historias empresariales. Este ha sido más avanzado en los casos de Argentina, Brasil y México que en los de Chile, Colombia y Perú.

A través del análisis de cada uno de los casos presentados el lector podrá descubrir la historia empresarial común a América Latina y podrá encontrar qué hace a cada sistema empresarial particular y digno de ser estudiado por sí mismo. Pero los estudios de caso no solo presentan un delicado balance entre lo general y lo específico, ofrecen además una historia de largo plazo sobre la evolución de los sistemas empresariales en cada país. Esta historia brinda una serie de lecciones e interrogantes acerca de cómo es hacer negocios en América Latina y cuál es la influencia de dichos negocios en el desarrollo de la región.

Finalmente, y atentos a los puntos esbozados en las páginas anteriores, destacamos que la importancia y originalidad de este volumen consiste en ser el primer esfuerzo de crear sinergias entre investigación y docencia al condensar el aporte de autores referentes en sus respectivos campos. Varios de los autores en este volumen han sido profesores de estrategia e historia empresarial en programas de MBA en América Latina y Estados Unidos (incluyendo Harvard Business School, the Wharton School, Universidad de Pennsylvania, Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Universidad de los Andes, Universidad del Pacífico, Universidad de Buenos Aires y Universidad de Liverpool, entre otras). Dado que el objetivo del volumen es contribuir a difundir el conocimiento y la enseñanza de la historia empresarial, los capítulos fueron escritos y organizados de forma tal que pueden ser asignados y leídos individualmente, por temas o grupos, o como un todo. El estilo del libro lo hace accesible y útil a estudiantes de pregrado en economía, historia, sociología o administración de empresas, así como estudiantes de máster en administración de empresas (MBA) y a todo público interesado en contar con una obra de síntesis por temas y países sobre la historia empresarial de América Latina en el largo plazo.

Bibliografía

Barbero, M. I. y Jacob, R. (eds.) (2008). La nueva historia de empresas en América Latina y España. Buenos Aires, Temas Grupo Editorial

Bértola, L. y J. A. Ocampo (2013). El desarrollo económico de América Latina desde la Independencia. México, Fondo de Cultura Económica

Bulmer-Thomas, V. (1998). Historia económica de América Latina desde la Indepedencia. México, Fondo de Cultura Económica

Dávila, C. (2013), Business History in Latin America. Australian Economic History Review, 53: 109-120. https://doi.org/10.1111/aehr.12006

Lluch, A. y Barbero, M.I. (2015) Historia de empresas en América Latina: breves reflexiones sobre su desarrollo y la agenda de temas de investigación en el siglo XXI. Contribuciones Científicas y Tecnológicas 140: 31-38

Thorp, R. (1998). Progreso, pobreza y exclusión. Una historia económica de América Latina en el siglo XX. Nueva York, Banco Interamericano de Desarrollo y Unión Europea.

1 El Proyecto “Historia Empresarial en América Latina” financiado por Harvard Business School organizó en abril de 2008 el primer evento destinado a reflexionar sobre el estado de la enseñanza de la historia empresarial en las escuelas de negocios de América Latina. Al año siguiente, en marzo de 2009, se organizó una nueva conferencia, esta vez en Santiago de Chile, en la que se discutieron diferentes estrategias e ideas para crear un esquema para un curso denominado Historia Empresarial de América Latina. Finalmente, el año 2018 se organizó en Lima el taller "Historia Empresarial" donde los autores discutimos versiones preliminares de los textos que forman parte de este libro. El taller contó con el auspicio del Vice Rectorado de Investigación de la Universidad del Pacífico dirigido, en ese entonces, por Cynthia Sanborn, a quien agradecemos su apoyo a estes proyecto.

PARTE I: CAPÍTULOS POR PAÍSES

1. Historia empresarial de Argentina: empresas familiares, grupos económicos y multinacionales extranjeras en Argentina, 1875-2010

Norma LanciottiConicet / Universidad Nacional de Rosario, Argentina

Introducción

Durante la primera economía global (1880-1930) se expandió la transferencia de capital desde los países industrializados hacia la periferia europea y americana. Argentina inició entonces una fase de crecimiento económico basada en la exportación agropecuaria y en la importación de productos manufacturados desde los países centrales industrializados, especialmente del norte europeo. Más que ningún otro, este país latinoamericano atrajo el ingreso de capital británico en infraestructura, servicios comerciales y financieros vinculados a la exportación de materias primas de origen agropecuario.2 Desde entonces, las empresas extranjeras ocuparon un lugar central en la estructura económica y empresarial del país. Tanto la inversión extranjera en infraestructura ferroviaria como la inmigración masiva proveniente de Europa se localizaron en la pampa fértil que se convirtió en la región más dinámica de la economía argentina.

Este tipo de inserción en el mercado mundial impactó en la estructura empresarial argentina en el largo plazo. En los períodos de globalización las empresas líderes fueron aquellas asociadas a la producción y exportación de materias primas con destino a los mercados desarrollados o en vías de desarrollo. Pero también se crearon numerosas empresas nacionales -muchas de ellas fundadas por inmigrantes de primera y segunda generación- que elaboraban bienes de consumo para atender la demanda urbana y que se expandieron después de la crisis de 1930, al calor de la sustitución de importaciones y de la industrialización dirigida por el Estado (1930-1974).

¿Cómo se organizaron las empresas de capital nacional y qué relación tuvieron con las empresas extranjeras que controlaban los sectores clave de la economía? ¿Cuál fue el impacto de las políticas públicas en la estructura empresarial del país? ¿Qué papel tuvieron el mercado interno y la evolución de las exportaciones en el desempeño de estas empresas? ¿Cuáles fueron los límites para la conformación de un empresariado nacional involucrado con el desarrollo económico del país? En este capítulo indagaremos en las posibles respuestas a estos interrogantes.

En el caso argentino, la mayor diversificación de las exportaciones en comparación con otros países latinoamericanos y la consolidación de un mercado interno dinámico, producto del impacto de la inmigración europea en el área pampeana, pueden explicar el surgimiento de los grupos económicos de capital nacional. Estos grupos diversificaron sus inversiones desde la actividad comercial y financiera hacia la industria.3 A lo largo de la historia, la expansión de los grupos económicos no desafió el rol dominante de las empresas extranjeras en la economía argentina: los grupos extranjeros fueron mayoritarios en la cúpula empresarial durante todo el período analizado y controlaron siempre las actividades más dinámicas y rentables de la economía. Además, en las fases de globalización, la inserción extranjera en las actividades de exportación ha implicado su control estratégico sobre las divisas del país. ¿Será éste un factor limitante de las políticas públicas orientadas a promover la diversificación de la estructura productiva argentina?

En el primer apartado se detallan las condiciones que prefiguran la trama empresarial argentina a partir de su ingreso al mercado mundial, caracterizada por el rol dominante de las empresas extranjeras y de los grupos económicos locales de formación reciente. El fortalecimiento del mercado interno y de las empresas industriales desde la década de 1930 se analizan en el segundo apartado. En el tercer apartado se identifica la conformación de una nueva trama de conglomerados extranjeros y grupos económicos nacionales principalmente asociados a la agroindustria con destino a la exportación en condiciones de apertura económica e inestabilidad financiera a nivel global.

1.1 La primera economía global, 1875-1930: la creación de una trama empresarial asociada a la exportación agropecuaria

La expansión económica argentina durante la primera economía global se ilustra en el incremento del producto nacional bruto (PNB) per cápita, cercano al 4% promedio. El sector agropecuario contribuía con el mayor aporte al PNB. Sin embargo, en ese período el producto industrial creció más que el agrario hasta alcanzar una participación del 20% del PNB en 1930. La expansión de la frontera, la puesta en mercado de nuevas tierras y la producción ganadera para exportación que comenzó a mediados del siglo XIX, habían sido interrumpidas por la crisis de los años 1870. Una década después se reanudó el crecimiento con base en la producción agraria de lanas, carnes y cereales. Los gobiernos que se sucedieron entonces compartieron la visión liberal y cosmopolita sobre la cual se sentaron las bases de la especialización agropecuaria, fundamentada en la teoría ricardiana de las ventajas comparativas.4 ¿Qué tipo de empresas prosperaron en este contexto?

Las empresas y grupos económicos locales de mayor trayectoria se especializaron en la elaboración y comercialización de materias primas de origen agropecuario -trigo, leche, carnes- y también participaron en la provisión de servicios asociados a la exportación de dichos productos -seguros, finanzas, transporte- aunque en un lugar subsidiario con respecto a las compañías extranjeras. La mayoría de las empresas se instalaron en el área costera litoral del Río de la Plata-Paraná. Por fuera de dicha área la producción azucarera y la industria vitivinícola en las provincias de Tucumán y Mendoza crecieron a la par del auge exportador, abasteciendo a los mercados de Buenos Aires, Rosario y al conjunto de la región pampeana.

La producción agropecuaria de cereales y carne estuvo a cargo de empresarios locales de distinta dimensión: terratenientes ganaderos de familias tradicionales como los Senillosa, los Luro o los Unzué, y pequeños y medianos productores agrícolas de origen inmigrante localizados en las colonias santafesinas, pero también en la provincia de Buenos Aires (Hora, 2002; Sesto, 2005; Martirén, 2016). Los primeros invirtieron en el refinamiento del vacuno, dando origen a la especialización ganadera acompañada de un aumento de la productividad durante el último cuarto del siglo diecinueve. Los segundos se diversificaron e invirtieron en maquinaria agrícola e insumos por la vía del crédito informal de comerciantes y de fabricantes.

Las mayores empresas de capital nacional eran los establecimientos agropecuarios y las empresas azucareras del norte argentino como la Compañía Azucarera, la Refinería Ledesma y San Martín de Tabacal, entre otras. En términos de capital también hay que mencionar los bancos argentinos. Gran parte de las operaciones comerciales se concentraron en la denominada banca étnica, que agrupaba a comerciantes de origen migratorio, como el Banco Español del Río de la Plata o el Banco de Italia y Río de la Plata (Barbero y Lluch, 2015; Moyano, 2015).

En el universo de medianas y pequeñas empresas confluyeron las firmas agroindustriales: vitivinícolas, molineras, lácteas y aceiteras. Organizadas como empresas familiares, fueron fundadas por inmigrantes italianos, españoles y suizos. Aunque se crearon para cubrir la demanda del mercado interno, estas firmas aprovecharon las coyunturas favorables para expandir sus exportaciones a los países vecinos desde la primera posguerra. Las empresas lácteas y molineras contaban además con exenciones impositivas para la fabricación de productos derivados del sector agropecuario. La elaboración de alimentos, bebidas y tabaco en las ciudades también estuvo a cargo de empresas familiares, en su mayoría fundadas por inmigrantes. Terrabusi, Bagley, Canale, Bieckert y Piccardo lideraron la producción de galletitas, cerveza y tabaco durante todo el siglo hasta que fueron adquiridas por multinacionales extranjeras (MNEs) a fines del siglo XX.

Entre las industrias urbanas prosperaron además empresas de las ramas textil y del cuero, industrias gráficas y del papel, como la Fábrica Argentina de Alpargatas, Grimoldi, Kraft, Peuser y la Compañía General de Fósforos. Las empresas textiles, gráficas y los pequeños talleres metalúrgicos, como Vasena y La Cantábrica, solían complementar la producción con la importación de bienes similares, pero de mayor calidad (Barbero, 2000; Belini, 2010; Rocchi, 1994).

Por otra parte, la industria frigorífica y la elaboración del tanino para la industria textil con destino a la exportación fueron actividades mayormente controladas por empresas extranjeras. Las empresas frigoríficas de capitales argentinos y británicos como Sansinena, The River Plate Fresh Meat o Liebig fueron perdiendo posiciones frente a las empresas estadounidenses que adquirieron antiguas plantas y abrieron otras nuevas. En 1907 la norteamericana Swift & Co compró la Plata Cold Storage Co y, poco después, National Packing Company compró La Blanca. La incorporación de la tecnología del enfriado -chilled-beef- en las plantas estadounidenses permitía producir carnes de exportación más sabrosas que aquellas elaboradas con el método anterior del congelado -frozen-beef- lo cual aseguró su dominio del mercado hacia la primera guerra mundial.

Las firmas estadounidenses tenían fuerte presencia en la importación de material eléctrico, herramientas y maquinaria -The South American Electric Supply Co., The United Shoe Machinery, Singer Sewing Machine Co. o International Harvester- y en el sector petrolero -Galena Signal Oil Co. y West India Oil Co.- antes de la primera guerra. Después de su finalización iniciaron también la fabricación de productos farmacéuticos y medicinales (Lanciotti y Lluch, 2018).

Por su parte, las empresas alemanas se dedicaron al comercio, a las finanzas y a los servicios públicos de electricidad y telefonía. La temprana presencia de filiales comerciales como Acumulatoren-Fabrik (AFA Tudor Varta), Orenstein & Koppel-Arthur Koppel Aktiengesellschaft o Tubos Mannesmann se asociaba a la cuota de mercado que cubrían las importaciones alemanas dominantes en los rubros de papel, hierro y acero. La empresa alemana más capitalizada era, sin duda, la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad) que proveía de electricidad a la ciudad de Buenos Aires. Por su parte, Transradio Internacional Radiotelegráfica y la Internacional de Teléfonos estaban entre las empresas líderes en telecomunicaciones.5

Las firmas más capitalizadas eran las británicas, con elevadas inversiones en redes ferroviarias y servicios públicos urbanos, sectores que lideraban además del financiero y del hipotecario. Las compañías ferroviarias al igual que las empresas privadas de gas y de aguas corrientes eran británicas con concesiones que se extendieron hasta la segunda posguerra. En el sector ganadero e industrial también operaban grandes firmas británicas. Las empresas francesas y belgas tuvieron una inserción sectorial similar a la británica concentrada en transporte, infraestructura, crédito y finanzas.

1.1.1 ¿Cómo impactó la primera guerra mundial en la economía y en las empresas?

Durante la primera guerra mundial, la caída de las exportaciones agrícolas, la disminución de las importaciones y la escasez de combustibles impactaron negativamente en las empresas industriales que dependían de insumos importados -eléctricas, metalúrgicas y construcción-. Por el contrario, las industrias orientadas al mercado local, especialmente las alimenticias, recibieron un impulso para sustituir la producción importada. Así, en los años 1920 se produjo un aumento de la escala de producción a partir de la incorporación de motores a explosión y energía eléctrica en las plantas industriales que producían manteca, queso, papel, envases y herramientas (Kofman et al., 2012). El tirón de la demanda externa también benefició a las grandes empresas molineras, como Molinos Río de la Plata o Minetti, que antes de la guerra habían integrado el acopio de cereales, la producción harinera y la fabricación de productos alimenticios. Estas compañías se reorganizaron como sociedades anónimas, aumentaron su capital e incorporaron maquinaria importada.

Las empresas lácteas aumentaron su capacidad productiva e integraron las distintas actividades de su cadena de valor: se incorporaron los tambos a las estancias y se instalaron cremerías, queserías y mantequerías para abastecer ciudades, pueblos y colonias y también para exportar manteca, queso y caseína. La fijación de precios máximos de la leche alentó la inversión de las empresas lácteas en tecnología, en nuevas plantas pasteurizadoras y en redes de distribución. La Martona -fundada por un estanciero bonaerense- era la empresa más grande de un sector que incluía a numerosas empresas familiares de origen inmigrante y a firmas extranjeras como The River Plate Dairy o Swift (Kofman et al., 2012).

Las empresas exportadoras de bienes agropecuarios también iniciaron procesos de concentración, capitalización y tecnificación en la década de 1920. Los frigoríficos aumentaron la exportación durante la guerra, lo cual incentivó la inversión en nuevas plantas procesadoras como la inaugurada en Rosario por el Frigorífico Swift a fines de 1924.6 Por el contrario, la caída de la exportación de rollizos de quebracho (una madera especialmente apta para la fabricación de durmientes de ferrocarril y para la construcción) desde 1914 y la caída de la demanda externa de tanino marcaron el comienzo del declive de las empresas forestales (Kofman et al., 2012).

1.1.2 ¿Cómo se organizaron las empresas durante la primera economía global?

Como ya mencionamos, las compañías europeas dominaron las actividades más dinámicas vinculadas al sector externo como la exportación de cereales y carnes, la importación de bienes manufacturados, los servicios financieros y de transporte y los servicios de infraestructura urbana. Estas firmas se organizaron como empresas autónomas asociadas en grupos de inversión y se financiaron mediante la emisión de acciones en la Bolsa de Londres.7 Las firmas industriales alemanas se organizaron como empresas independientes financiadas por bancos de inversión y compañías holding. Al cabo de la primera guerra mundial la pérdida de activos y la incautación de patentes alemanas en el extranjero produjeron cambios en su organización: la creación de cartels, joint-ventures y la realización de contratos a largo término con agentes locales para reducir costos de transacción, diversificar riesgos y asegurar sus inversiones contra las confiscaciones (Jones y Lubinsky, 2012). En países neutrales como Argentina las multinacionales alemanas crearon nuevas compañías registradas con nombres no asociados a la matriz (stand alone companies). Esta modalidad habilitó un rol más activo de los socios locales, generalmente miembros de la comunidad alemana en el país.

Las empresas locales mantuvieron la propiedad y gestión familiar. Aunque muchas de ellas se organizaron como sociedades anónimas, continuaron autofinanciándose mediante la reinversión de utilidades, el aporte de los propietarios y sus familias, el crédito informal y los préstamos bancarios. Las empresas azucareras y las estancias agropecuarias eran controladas por familias terratenientes que mantenían estrechos vínculos con las elites políticas. El sector azucarero fue beneficiado por un elevado nivel de proteccionismo durante todo el período gracias a la capacidad de lobby de las familias propietarias. Esto no evitó que la crisis de sobreproducción azucarera en la década de 1890 diera lugar a una serie de fusiones y adquisiciones que terminó en la reorganización de las firmas como sociedades anónimas (Moyano, 2015).

Los primeros grupos económicos de la Argentina como Tornquist, Bemberg, Bunge y Born, Portalis/Bracht y Devoto se iniciaron como firmas importadoras, abrieron sus casas financieras para intermediar en la negociación de títulos argentinos con la banca europea y, más tarde, ingresaron al negocio inmobiliario e hipotecario (Marichal, 1974). Las casas exportadoras de lanas, cueros y cereales también se iniciaron en la actividad mercantil para luego diversificarse, especialmente cuando la crisis de 1890 abrió la oportunidad para invertir en la industrialización de azúcar, carnes, harinas, aceites y cerveza. Las redes de negocios de los comerciantes británicos, belgas, alemanes y franceses que residían en Argentina dieron origen a estos grupos.8

Por ejemplo, la empresa Bunge y Born de Argentina nació en 1884 en Buenos Aires de la asociación entre Ernesto Bunge y Jorge Born, oriundos de Amberes, donde se había formado un lobby poderoso para desarrollar el intercambio entre Bélgica y América. En 1902 instalaron Molinos Río de la Plata, el molino más grande del país. Poco después adquirieron e instalaron nuevos molinos en las provincias de Córdoba y Buenos Aires para aumentar su producción y exportar al mercado brasileño. También iniciaron la fabricación de bolsas de arpillera y envases de hojalata. La diversificación temprana de la firma se dirigió a actividades no relacionadas –comercio, finanzas, tierras-, pero las inversiones en industria sí estuvieron integradas. En el nuevo siglo, las inversiones se centraron en la producción, envasado y comercialización del cereal. Luego de 1927, con la muerte de Eduardo Bunge, el centro operacional se trasladó de Amberes a Latinoamérica (Green y Laurent, 1988; Schvarzer, 1989).

La sociedad entre los cuñados Adam Altgelt y Ernesto Tornquist dio origen a Ernesto Tornquist y Cía. en 1873. Inicialmente la firma se dedicaba a importar tejidos y maquinarias y a exportar frutos del país: cuero, tasajo y sebo, lanas y cereales. En los años 1880 inició la participación en negocios industriales, inmobiliarios, hipotecarios y en la producción de materias primas. Hacia 1914 el grupo tenía participación en 34 firmas, mayormente en Buenos Aires, pero también en Amberes (Gilbert, 2002).

Tornquist y Bunge y Born fueron agentes de la inversión europea en Argentina antes de la primera guerra mundial. Tornquist estaba asociado con los bancos alemanes, participaba en negocios con el grupo de Banque de Paris et des Pays Bas y con el grupo británico River Plate Trust en Argentina y Uruguay. Por su parte, Bunge y Born participaba en el grupo belga francés de la Banque de l’Union Parisienne en sociedad con la Société Générale de Belgique.

Las estrategias matrimoniales de estos inmigrantes europeos de primera y segunda generación fueron clave para fortalecer los vínculos de negocios y consolidar los grupos, en principio mediante las alianzas con mujeres de la sociedad rioplatense y luego con sus connacionales. Esta política de alianzas matrimoniales garantizó el control familiar de la propiedad y de la gestión de las empresas en el largo plazo.

En todos los casos, el acceso al financiamiento, a la información y a recursos gerenciales constituyó la ventaja competitiva principal y la base de la estrategia de diversificación de inversiones de los grupos que compensaban las pérdidas de las actividades menos rentables con las utilidades obtenidas en aquellas más rentables, como la actividad comercial e inmobiliaria.

1.2 Desintegración de la economía global y expansión de las empresas industriales en tiempos de desglobalización, 1930-1974

La interrupción del comercio externo, de la inmigración europea y de la entrada de capital extranjero como resultado de la crisis de 1930 implicó una reestructuración productiva y el fortalecimiento de la gestión estatal de la economía. La reforma del sistema financiero con la creación del Banco Central, la introducción del sistema de control de cambios con tipos diferenciales para la importación y la exportación de bienes y la creación del impuesto a los ingresos inauguraron una nueva fase en las políticas estatales que impulsaron el crecimiento industrial. Este proceso se consolidó en la década de 1940 con las primeras normativas orientadas a promover el desarrollo de la industria que dieron comienzo a la industrialización dirigida por el Estado.9

Durante este período creció el protagonismo de las empresas industriales orientadas al mercado interno. Hacia 1974, el 74% de las cien mayores empresas del país eran industriales. Por otra parte, las empresas orientadas al mercado externo tuvieron una evolución fluctuante según los cambios en la demanda externa, las restricciones producidas en coyunturas bélicas o el agotamiento de los recursos naturales.

1.2.1 ¿Qué impacto tuvieron los acontecimientos mundiales en las empresas agropecuarias, industriales y de servicios?

La caída de la demanda externa por la crisis mundial representó un duro golpe para las empresas que exportaban productos agropecuarios y sus actividades asociadas -finanzas, seguros y ferrocarriles-. Además, las primeras medidas de gobierno para limitar la salida de capitales, como la devaluación del peso argentino, la introducción de aranceles a la importación, los controles de cambio y la suspensión temporaria del envío de remesas al exterior, restringieron los ingresos de las empresas extranjeras, especialmente de las empresas ferroviarias y de servicios públicos. La disminución de la actividad económica también perjudicó a las pequeñas empresas comerciales. El número de concursos y quiebras se disparó entre 1930 y 1934 y afectó a casas de comercio, almacenes y corredores de cereales, talleres, herrerías y empresas de la construcción.

Las empresas agroindustriales del área pampeana lograron sortear la crisis. El aumento del consumo interno sostuvo la producción de harina, aceites y productos lácteos. Además, el Estado -que se había mantenido al margen de la comercialización del trigo y de la harina- introdujo por primera vez regulaciones al precio de estos dos productos y estableció cuotas en la entrega de trigo a los molinos. (Kofman et al., 2012). A partir de 1933 y por primera vez, las juntas reguladoras del comercio de granos, carnes, leche, vino, yerba mate, azúcar y algodón introdujeron mecanismos de regulación corporativa con participación estatal. Estas juntas se crearon para proteger la producción local y evitar que los intermediarios que comercializaban estos productos transfirieran, vía precios, los costos de la crisis a los productores (Persello, 2006).

El desplazamiento de las actividades de intermediación a favor de la transformación de materias primas favoreció la instalación de empresas químicas, papeleras y metalúrgicas. Esto se consolidó cuando la Segunda Guerra Mundial limitó el acceso a insumos y bienes de capital para la industria. En ese contexto se fortalecieron las filiales de multinacionales norteamericanas y alemanas en las ramas más dinámicas de la industria que se habían radicado inicialmente como importadoras de bienes de consumo, bienes de capital e insumos para el mercado interno (Lanciotti y Lluch, 2018).

De igual manera, se crearon nuevos grupos económicos de base industrial como Arcor, Di Tella y Techint, impulsados por empresarios de origen italiano. Di Tella y Techint concentraron sus inversiones en la industria metalmecánica y en la siderurgia para lo cual apelaron al financiamiento de redes ítalo-argentinas y establecieron vínculos estrechos con el Estado nacional que les garantizaban crédito flexible y contratos estables para la provisión de bienes públicos (Rougier y Schvarzer, 2006; Castro, 2008; Barbero, 2011).

1.2.2 ¿Qué políticas implementó el Estado para promover la industrialización argentina? ¿Qué nuevas empresas y grupos se expandieron bajo la industrialización liderada por el Estado?

En 1944, el gobierno nacional aprobó el primer régimen de promoción industrial dirigido a proteger las actividades que emplearan materias primas nacionales e insumos importados para producir manufacturas de consumo interno, artículos de primera necesidad y productos relevantes para la defensa del país, mediante la fijación de derechos aduaneros, cuotas de importación y subsidios. La promoción industrial se consolidó durante el gobierno peronista (1946-1955)10 que impulsó la diversificación productiva con el objetivo de modificar la estructura de las importaciones y atemperar los efectos de las fluctuaciones internacionales en la economía. Estas políticas inauguraron la fase de industrialización dirigida por el Estado, la cual se extendió hasta el golpe militar de 1976.

Los ejes del programa económico peronista se implementaron a través de dos planes quinquenales. El Primer Plan Quinquenal fijó la protección de las industrias que se habían expandido en los años previos como la algodonera y metalúrgica. El Segundo Plan Quinquenal de 1952 impulsó el desarrollo de la siderurgia, la metalúrgica y la química, para favorecer la integración de la industria argentina. La importación preferencial de insumos para estos sectores no significó el abandono de la promoción de exportaciones de otras manufacturas, textiles y artefactos domésticos a través de incentivos cambiarios. En esta coyuntura fueron frecuentes los acuerdos entre el gobierno y las empresas. En algunos sectores la cooperación entre gobierno y empresas se afianzó mediante convenios con las cámaras empresariales (Belini, 2009).

Durante el primer gobierno peronista el Estado adquirió las empresas británicas de servicios públicos y transportes, marcando el final del ciclo de inversión británica asociado a infraestructura primaria y recursos naturales y la consolidación de un nuevo ciclo de inversión externa liderado por firmas norteamericanas.11 La gestión estatal de la economía en actividades prioritarias se consolidó mediante una serie de medidas. El Estado nacional adquirió empresas extranjeras que realizaban actividades estratégicas para el desarrollo económico, creó nuevas empresas mineras, eléctricas y gasíferas, incorporó la petrolera estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) al Ministerio de la Industria y se hizo cargo de la administración de las grandes empresas industriales alemanas confiscadas luego de la declaración de guerra a Alemania en 1945. Durante el segundo gobierno peronista (1952-1955), la crisis de la balanza comercial impulsó la sanción de una ley de inversión extranjera (1953) para incentivar la radicación de firmas que produjeran bienes industriales para suplantar insumos importados y ahorrar divisas (Altimir et al., 1967). La participación de las empresas industriales extranjeras en la economía nacional se fortalecería en las décadas siguientes.

Nuevas empresas industriales se concentraron en las áreas metropolitanas de las ciudades portuarias sobre todo en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe: firmas de capital nacional como Celulosa Argentina y Electroclor -del grupo Fabril Financiera- o Sulfacid -de Bunge y Born- y firmas extranjeras como Atanor, Merck y Hoeschst. La construcción de refinerías de petróleo de la empresa estatal YPF y la finalización del oleoducto Campo Durán (Salta) - San Lorenzo (Santa Fe) en 1959 atrajeron la localización de empresas petroquímicas extranjeras como Duperial, Dow, PASA o Ipako en los años siguientes.

Las empresas metalmecánicas y siderúrgicas, como la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), Acindar, Dálmine-Siderca (del grupo Techint), Cametal y Montenegro, se instalaron en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. A diferencia de las químicas y petroquímicas, esta actividad estuvo principalmente en manos de empresas de capital y gestión local (Katz, 1996). Por otra parte, las políticas de promoción industrial y de electrificación a escala nacional llevadas adelante por el gobierno peronista generaron nuevos distritos industriales en las provincias de Córdoba y Mendoza. A partir de la década de 1950 la instalación de plantas automotrices de multinacionales como ika-Renault, Citröen, Fiat, Peugeot, Ford, Chrysler y Mercedes Benz reforzó el crecimiento de dichos distritos. En términos de producto y de empleo, la industria automotriz se transformó en la más dinámica de la economía argentina.

El gobierno promovió además la inversión en la producción de maquinaria agrícola. Desde la década de 1920, las empresas locales habían experimentado fuertes trabas por la escasez de insumos (hierro, principalmente) y por las políticas arancelarias que favorecían la importación de maquinaria. De este modo, el mercado interno estaba controlado por las multinacionales norteamericanas J.L. Case e International Harvester. Durante la crisis de divisas, el primer gobierno peronista restringió la importación de maquinaria agrícola en favor de la producción local de empresas argentinas y extranjeras. La industria de maquinaria agrícola fue declarada de “interés nacional” y el gobierno fijó cuotas de importación bajas de aranceles para insumos no fabricados en el país y créditos flexibles. En este contexto empresas nacionales como Roque Vassalli y Grandes Establecimientos Metalúrgicos Argentinos -GEMA- aumentaron su capacidad instalada, la producción y las ventas. Además, el gobierno firmó contratos de exclusividad con las empresas productoras de tractores nacionales y extranjeras. Como consecuencia, multinacionales como John Deere y Massey Ferguson aumentaron la inversión directa y construyeron nuevas plantas en el país. En los años 1960 la competencia en un mercado protegido pero limitado impulsó la exportación de maquinaria a los países limítrofes; una estrategia que pronto llegaría a su fin jaqueada por los altos costos de la producción local y la ampliación de la brecha tecnológica entre las empresas locales y las multinacionales extranjeras (Belini, 2009).

Las empresas alimenticias crecieron junto a la demanda interna impulsada por el aumento del empleo y de los salarios de los trabajadores. Un ejemplo claro es el de las empresas lácteas, que aumentaron su inversión en plantas, maquinarias y redes de distribución, diversificaron su producción para el mercado interno y disminuyeron sus cuotas exportables. La cuenca central cordobesa-santafesina se convirtió en la principal área industrial lechera del país a cargo de pequeños establecimientos asociados en cooperativas de primero y segundo grado.

El caso emblemático es la cooperativa Sancor (1938), la cual desplazó a las empresas privadas en la producción y comercialización de productos lácteos. El crecimiento de Sancor comenzó con la incorporación de productores a quienes pagaba precios más elevados que sus competidores, a la par que los estimulaba a incorporar tecnología en los tambos. El siguiente paso fue la construcción de fábricas de manteca, que implicó el traslado del procesamiento de la caseína y la crema desde las cooperativas primarias hacia las plantas en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. La integración de los procesos en planta y la incorporación de maquinaria permitió a Sancor controlar la calidad y aumentar la producción, además de centralizar la comercialización de los productos (Olivera, 2011).

Otro ejemplo es el de Arcor -una pequeña empresa que fabricaba golosinas- que se expandió hasta controlar todas las actividades de la cadena de valor de su producto. Arcor producía su insumo principal -glucosa-, maquinaria para su planta, cartón y envases. Además del proceso de integración hacia atrás y hacia adelante, la firma diversificó su producción de alimentos y bebidas para el mercado interno y luego, en los años 1970, para el mercado externo (Barbero, 2011).

Durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) se flexibilizó el régimen de inversiones extranjeras para auspiciar la entrada de nuevas multinacionales en el marco de una política de desarrollo (conocida como desarrollismo) que promovía la inversión externa como motor del crecimiento económico de los países periféricos.12 La sanción del nuevo régimen produjo fuertes cambios en la estructura empresarial en el período siguiente. Entre 1960 y 1971 la participación de firmas extranjeras en la cúpula empresarial aumentó por la compra de empresas locales, debilitadas por las devaluaciones de la moneda local, la caída de la demanda interna y las dificultades para acceder a créditos de largo plazo (Azpiazu y Kosacoff, 1985; Barbero y Lluch, 2015). La adquisición de firmas -especialmente alimenticias- fue el primer paso hacia la globalización del consumo administrado por las multinacionales que desplazaron a las grandes empresas nacionales alimenticias, textiles y tabacaleras.

1.2.3 ¿Qué consecuencias tuvieron las políticas desarrollistas en la estructura empresarial argentina?

La mayor incidencia de las multinacionales en la producción local fue consecuencia de la entrada de firmas norteamericanas en las ramas más dinámicas de la economía (Khavisse y Piotrkowski, 1973). Las ventajas competitivas exclusivas de las firmas norteamericanas en las industrias de alta intensidad tecnológica explican su posición en el mercado. Las filiales podían incorporar tecnología a bajo costo desde sus matrices y, a la par, eludir los aranceles a la importación de manufacturas al producir en el país (Buckley y Casson, 2010; Lluch y Lanciotti, 2018). A diferencia de las empresas extranjeras radicadas en la fase previa, estas industrias producían para abastecer el mercado interno, estaban más integradas en las economías regionales por la demanda de insumos y bienes intermedios y contribuyeron a formar trabajadores especializados en nuevos procesos. También hubo cambios en la forma de organización de las firmas extranjeras: se instalaron nuevas filiales de multinacionales, con estructura monocéntrica de compañía matriz y subsidiaria y se incrementó la participación extranjera en firmas nacionales bajo la forma de joint-ventures sobre todo en las ramas de mayor competencia con la industria nacional -química, eléctrica y metalúrgica-.13

Hacia 1970, ya era evidente el desplazamiento de firmas nacionales por extranjeras y el retroceso de las actividades vegetativas -alimentos y bebidas; tabaco; textiles; confecciones y calzado; madera y corcho; muebles; imprenta y editoriales; cuero y pieles- en favor de las ramas dinámicas de la industria -papel y cartón; caucho; productos químicos; derivados del petróleo; minerales no metálicos; metales; maquinaria y vehículos; y maquinaria y aparatos eléctricos-. Las empresas productoras de bienes de consumo final para los sectores populares disminuyeron su participación en favor de la elaboración de insumos y bienes de consumo durable para el complejo metalmecánico con eje en la industria automotriz y también para la industria química-petroquímica (Schorr y Wainer, 2014).

La crisis mundial de 1973 afectó principalmente a las grandes multinacionales productoras de bienes de consumo durable. Esto paralizó el ingreso de capital externo a la región y aceleró la transferencia de utilidades desde la periferia hacia los países centrales, la cual venía incrementándose desde la década de 1960. El aumento del capital repatriado y la disminución de la reinversión en un contexto local recesivo motivaron la caída de la participación de las empresas extranjeras a partir de 1973 y el fin de las políticas desarrollistas dependientes de la inversión externa (Azpiazu y Kosacoff, 1985; Katz y Kosacoff, 1989).

1.3 La nueva economía global: auge de las empresas agroindustriales y de servicios, 1975-2010

La globalización financiera es una característica central del capitalismo de final del milenio. El desarrollo tecnológico en el ámbito de las comunicaciones transformó la estructura económica de los países desarrollados, así como la estructura y la organización de las empresas. Durante este período crecieron explosivamente las fusiones y adquisiciones encabezadas por multinacionales a nivel global y local; y las empresas dejaron de ser unidades productivas para convertirse en unidades financieras (Arceo, 2011).

La industrialización dirigida por el Estado argentino fue erradicada por las políticas neoliberales implementadas por la dictadura militar (1976-1982). La apertura comercial y financiera produjo una fuerte desindustrialización que afectó el tejido de pequeñas y medianas empresas orientadas al mercado interno. También causó la reprimarización de la economía, que volvió a estar exclusivamente orientada a la exportación de materias primas de origen agropecuario. La crisis de la deuda de los países latinoamericanos en los años 1980 afectó al país, cuyo déficit en la balanza comercial y de pagos -resultante de la caída de los precios de los bienes exportables y el incremento de la salida de capital para el pago de intereses de la deuda- generó las condiciones para la profundización de la política neoliberal en la década de 1990, caracterizada por la desregulación y privatización de sectores estratégicos y servicios públicos.

1.3.1 ¿Qué cambios produjo la nueva globalización en la estructura empresarial del país?

Durante los años 1990 se produjo la transferencia de empresas estatales a multinacionales extranjeras mediante la privatización de los servicios públicos y de la producción y distribución de energía.14 En esa década también se vendieron grandes empresas privadas nacionales a grupos extranjeros, principalmente en el sector alimenticio y financiero. El aumento de la participación de las empresas extranjeras en la economía fue paralelo a la retracción de los grandes grupos económicos locales que se habían beneficiado de la política desarrollada por la última dictadura militar. A diferencia de lo ocurrido durante la industrialización dirigida por el Estado, este ingreso no implicó la instalación de empresas nuevas ni la ampliación de la capacidad productiva (Schorr y Wainer, 2014).

La entrada de multinacionales reforzó los rasgos regresivos de la estructura productiva basada en el aprovechamiento de las ventajas comparativas derivadas de los recursos naturales con escaso grado de elaboración y de eslabonamientos. Así, las empresas agroindustriales exportadoras escalaron a los primeros puestos de la cúpula empresarial. A la cúpula ascendieron también las firmas extranjeras orientadas a una demanda cautiva, como los servicios públicos privatizados y las empresas dedicadas a la elaboración y comercialización de bienes y servicios para los sectores de mayor poder adquisitivo de la población (Azpiazu y Schorr, 2003).

El mejor ejemplo de lo anterior lo constituyen las empresas aceiteras. En 1971 existían dos empresas de capital extranjero operando en la industria aceitera: la refinería Swift Armour y la planta de Indo S.A. del grupo suizo André. Durante la década siguiente la capacidad instalada total de la industria aceitera se expandió rápidamente a la par que se redujo el número de firmas. Este proceso de concentración económica se debió al cierre de empresas familiares y la venta de plantas a multinacionales extranjeras -Cargill y Dreyfus- y a grandes grupos locales -Aceitera General Deheza (AGD) y Vicentín- especializados en la producción de aceite y derivados de la soja (Pérez Barreda et al., 2018; Lanciotti et al., 2013).

La orientación exportadora que tuvo la industrialización de la soja desde el comienzo explica la expansión de empresas multiplantas con mayor capacidad productiva por planta y la relocalización de las plantas en el tramo Puerto San Martín-Villa Constitución de la hidrovía Paraguay-Paraná (Gutman y Feldman, 1989). La privatización de las áreas portuarias en los años 1990 habilitó la construcción de terminales portuarias y plantas adyacentes por parte de las empresas extranjeras que lideraban y aún lideran el sector a nivel global. La concentración se consolidó después del 2003, cuando llegó la última oleada de inversiones de las multinacionales extranjeras -Bunge, Cargill y Dreyfus- y de los grupos económicos locales -Vicentín, Molinos Río de la Plata y AGD-.

La estrategia de las multinacionales oleaginosas consistió en consolidar las ventajas de escala en la producción a partir de la integración vertical del procesamiento industrial con las etapas de transporte terrestre, marítimo y fluvial, acopio y almacenamiento, infraestructuras comerciales y financieras (Gutman y Gorenstein, 2005). En la actualidad, seis grupos económicos -cuatro extranjeros y dos nacionales- y dos empresas controlan las 24 plantas.

1.3.2 ¿Qué tipo de empresas se beneficiaron de la apertura económica durante la nueva globalización?¿Qué estrategias de expansión siguieron estas empresas?

En el siglo XXI, los grupos económicos y los conglomerados de empresas se convirtieron en las formas organizativas predominantes. A las multinacionales estadounidenses y europeas ya insertas en sectores tradicionales como la explotación de hidrocarburos, granos y aceites, la producción automotriz y las industrias química y farmacéutica, se sumaron grupos provenientes de nuevos países en desarrollo. Las empresas procedentes de países latinoamericanos -Chile, Brasil y México- y asiáticos -China- aumentaron su participación en el mercado argentino tanto en número como en ventas. Las empresas chinas se centraron en la explotación de recursos naturales -petróleo, aceites y oleaginosas- mientras que las latinoamericanas desarrollaron, sobre todo, la producción de alimentos y bebidas, el comercio y los servicios (García Zanotti, 2018).

Favorecidos por la caída del valor de los activos luego de la crisis de 2001, los grandes grupos económicos extranjeros siguieron tres tipos de estrategias para la adquisición de empresas argentinas. Estas estrategias fueron: a) de concentración, cuando compraron empresas de la misma actividad; b) de integración horizontal o vertical, cuando las inversiones se dirigieron a proveer un producto similar en distintos mercados o a distintos segmentos de la cadena productiva, respectivamente; c) de conglomerado, cuando la inversión se diversificó en diferentes rubros (García Zanotti, 2018).

Las empresas de servicios públicos y particularmente las empresas de telefonía -Telefónica y Telecom- que adquirieron la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) incorporaron la telefonía celular -Movistar, Personal- y se expandieron al sector de medios de comunicación mediante la compra de canales de aire y la creación de empresas de televisión por cable y servicios de internet -Cablevisión, Arnet-. Crearon así grandes conglomerados de telefonía y comunicación que operan en condiciones oligopólicas.

En el sector de la comercialización masiva de productos se consolidaron dos grupos de origen francés y chileno por la vía de estrategias de concentración y de integración horizontal. Carrefour y Cencosud/Paulmann dominan el comercio de alimentos, vestimenta y artículos del hogar como resultado de la compra de supermercados de capital nacional -Norte, Dia, Disco- y de la construcción y gestión de grandes centros comerciales -Unicenter, Portal Rosario-.

En el sector alimenticio, las adquisiciones estuvieron orientadas por estrategias de integración vertical y concentración. La francesa Danone ingresó a la Argentina en 1994 con la adquisición de Bagley, luego compró empresas de aguas envasadas -Villavicencio y Villa del Sur- y lácteas -Mastellone, Longchamps y Cindor-. Por su parte, Kraft Foods -grupo Mondelez Internacional- adquirió Suchard y Cadbury, Alimentos Especiales y Nabisco -Terrabusi, Canale,Mayco-Carpi-.