Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia - Jorge Osvaldo Bazán - E-Book

Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia E-Book

Jorge Osvaldo Bazán

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Beschreibung

Un Dandy (Marcelo Torcuato) que persigue a una soprano; un líder (Fidel) al que no podían matar; un dictador (Stroessner) que enamora a colegialas; dos revolucionarios (Pepe y Lucía) presos y "enganchados": una jovencita (Rufina) que muere dos veces; Fangio, un campeón secuestrado; Perón y Lonardi en una historia de espías; Artigas, un general prolífico convertido en sacerdote; otro militar (José María Paz) que le "echa el guante" a su sobrina; Borges, un escritor laureado y "bien dotado"; Francisco, un mariscal masacrado; Manuel, un niño paraguayo que llega a Almirante en Argentina; Héctor y Elsa, una familia asesinada; una joven madre que se deja morir de pena; otro general, (Líber Seregni) que muere antes del triunfo; Tosco, un sindicalista enamorado. Las "Historias cortas, de poder, de amor, y de tragedia" que nos propone Jorge Osvaldo Bazán en este libro recrean personajes de la historia, con sus vidas y pasiones enhebradas en relatos cortos y apasionantes que solo buscan mostrar el lado humano y las facetas menos conocidas de sus personajes.

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Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia

Jorge Osvaldo Bazán

Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia

Jorge Osvaldo Bazán

SERVICOP

Índice
Portada
Portadilla
Legales
Prólogo
A modo de introducción
1.- Torcuato y Regina
Teatros y flores
La deuda y la Revolución del Parque
Persiguiendo el amor
La cárcel y el infarto.
Bibliografía
2.- Fidel, Marita, Dalita y las otras
Marita entra en acción
El despecho y la conjura.
La hora de Dalia Soto del Valle
Epílogo
Bibliografía
3.- “El rubio” que enamoró a colegialas
En la cúspide
Cargando los cartuchos
La lista de buena fe
Bibliografía
4.- El Che y Aleida
Amanecer revolucionario
El despertar de Aleida
Bibliografía
5.- Luis María y Justa
El desfile y el amor
Secretos de Recoleta
Bibliografía
6.- Pepe y Lucía
Pepe y los Tupamaros
Fugas y calabozos
Tabaré inmortal
La mansión para los ricos.
Bibliografía
7.- Elisa y Francisco
Gaspar y el desarrollo independiente
Apogeo de Francisco
Pasión de Francisco y Elisa
Vientos de guerra fratricida
Inmolación de niños y hombres
Bibliografía
8.- Jorge Luis, su madre y sus novias
Nómina pasional
Amor libertario
¿Yoko Ono?
Bibliografía
9.- Hipólito y su “soltería”
Luisa, Luis y Rufina
La segunda muerte de Rufina
Presidente y soltería
Bibliografía
10.- El General y su sobrina
El general contradictorio
Boleadoras y a prisión.
Bibliografía
11.- Martín Miguel y Carmencita
Casamiento y soledad
Martirologio
Bibliografía
12.- Hector y Elsa. Crucifixión y resurrección
Tiempos de felicidad
Masacre
Bibliografía
13.- Juan Manuel Fangio, el secuestro y sus hijos secretos
El secuestro
Hijos y entenados
Bibliografía
14.-Justo José y Dolores
Aparece Dolores
Bibliografía
16.- Agustín y Susana
Bibliografía
17.- José Gervasio, sus amores, y sus penas
Soldado de 33 años
El exilio forzado
Sus mujeres y la prole
Bibliografía
18.- Salvador y “La Payita”
Los amores
La “Payita”
El golpe en marcha
Bibliografía
19.- Líber y Lili
La historia de Liber
El fin del matarife
La dictadura
Lilí
Liberación y últimos días
Bibliografía
20.- Juan Domingo y sus amores
Historia de espías
Terremoto y romance
Otra vez solo
Evita, regreso y final
Bibliografía

Bazan, Jorge Osvaldo

Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia / Jorge Osvaldo Bazan. - 1a ed. - La Plata : Arte editorial Servicop, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-803-095-1

1. Narrativa Argentina. 2. Relatos. I. Título.

CDD A863

© 2021, Jorge Osvaldo Bazán

Primera edición en formato digital: abril de 2021

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto 451

ISBN 978-987-803-095-1

Hecho el depósito que establece la Ley 11.723

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

Prólogo

Los historiadores, generalmente olvidan en el vestíbulo los girones de los amores, aventuras, pasiones y deseos íntimos de los próceres y personalidades ilustres: Ingresan de súbito al recinto esplendoroso del academicismo a narrar con textos asépticos los hechos anodinos y tediosos que van a desnaturalizar sus historias, despojándolos de todo rasgo humano. O son dioses o son demonios. Jamás personas comunes, de carne y hueso, con virtudes y defectos que exhiban sus esencias vitales.

Cuando algunos estudiosos pretenden introducir en los resquicios de la historia, las vidas privadas de sus protagonistas, les llueven las críticas, sobre todo cuando se trata de indagar, en profundidad, el pasado de sus inmaculados héroes de la impoluta esfera pública en la que ruedan desde los ámbitos de la política, la cultura, el deporte, la religión o el quehacer social.

Jorge Osvaldo Bazán, el autor de este libro, no olvida ni soslaya nada, en esta excelente incursión que emprende para escribir “Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia”. Al contrario, con maestría, coraje y hemorragias de audacia, no arroja en el hall de entrada lo que debe exhibir en el salón de exposiciones. Lo muestra todo. Se diría que, como un experimentado sembrador, dejó caer en los surcos bien abiertos, durante su tarea investigativa, todas esas simientes que al final de sus germinaciones le iban a permitir una cosecha exitosa de los frutos sabrosos que obtuvo gracias a su obcecado y tenaz peregrinar por bibliotecas, hemerotecas, archivos y reservorios poco frecuentados.

No es de otro modo que, finalmente, este hombre polifacético-ingeniero, político, periodista, escritor, docente universitario- que siempre nos deleitó con sus columnas pletóricas de historias singulares-difundidas en diarios locales- desembarca en la rampa de una muy buena obra, perfilándose, definitivamente, como un excelente narrador de sucesos históricos encuadrados prolijamente, en sus respectivos contextos políticos.

Este llamativo fruto literario, producto del sacrificio y del empecinamiento por el abordaje original de las micro y macro historias, es toda una originalidad cultural en Formosa, porque pocas veces un investigador se anima a contar, sin tapujos y sin medias tintas, aspectos poco conocidos o directamente ignorados, de luminarias o mártires del escenario nacional y latinoamericano. Lo hizo recurriendo a un estilo vistoso, preciso y ameno; con mucha sutileza y superlativo respeto hacia los personajes estudiados.

Enhorabuena, por la rica cosecha de Jorge Osvaldo Bazán, que se atrevió a desarrollar historias repletas de anécdotas impactantes y deslumbrantes. Nada tiene que envidiar a algunos autores que intentaron-a nivel nacional- adentrarse en estos géneros de la narrativa histórica.

Bazán nos demuestra, que la humanidad de los seres que rozan la inmortalidad, esculpidos en bronce, no brotará de sus actos públicos relatados por los amanuenses de la historia desabrida de Latinoamérica, sino de sus vidas íntimas, de sus deseos, pasiones, afectos y acciones más viscerales.

La Historia Oficial ha despojado a nuestros próceres del ejercicio del amor, en todas sus variantes emotivas, (adoración, afecto, pasión, sexo, lujuria, y demás devaneos sentimentales o carnales). De esa forma, los vienen presentando como seres incompletos, que buscan eternamente su otra parte, para integrarse como realmente merecen y así ser mejor comprendidos por la nuevas generaciones; de igual modo que el solitario viento y la persistente lluvia, añoran la irascibilidad de los truenos y relámpagos para conformar la potencia de una verdadera tempestad.

El autor de “Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia”, irrumpe para infundir vida a tantos personajes disímiles entre sí, contándonos intimidades de sus vidas privadas que nos llevan al asombro y la estupefacción, por no decir al sobresalto o a la intriga, por las curiosidades que nos acerca sobre ellos, como lo haría un explorador trashumante, que muestra sus hallazgos a los espectadores en una plaza pública, luego de regresar de un azaroso viaje por geografías vedadas.

Por ese motivo, esta obra, de alto valor histórico, además de literario, va más allá del anecdotario, y se introduce en camino virgen, sin rodeos ni atajos, para dimensionar el pulso vital de sus hombres y mujeres biografiados.

Con el cúmulo de investigaciones que desata capítulo tras capítulo, el autor nos va descubriendo la intensa ligazón entre el poder, el amor y la tragedia en la historia argentina y latinoamericana (no podemos dejar de observar que Bazán cuenta historias de personalidades del Paraguay, del Uruguay, de Chile, además de la Argentina). En consecuencia estos hombres y mujeres ya no son los comediantes aburridos que desfilan por las páginas de los manuales de historia convencional, porque vamos percatándonos de qué manera sus avatares amorosos y pasionales fueron orientando, en gran medida sus vidas, lo que hicieron con ellas y, por ende sus conductas públicas en el ejercicio del poder.

Bazán, empapado de sencillez, con una pluma fluida y luciente, mediante la destreza de un escritor regional que apunta hacia más allá de los confines de la Patria Chica, he enfilado con este valioso libro hacia nuestra Gran Patria Grande Latinoamericana.

Y eso hay que celebrarlo, con gratitud, leyendo y releyendo estas páginas con sabor a amores, amoríos, aventuras pasionales, traiciones afectivas y, asimismo, lealtades y afectos correspondidos; pero, ante todo, con la satisfacción de poder conocer mejor la trastienda de esta gran feria de vanidades que erigió la Historia Tradicional para ocultar los rasgos de humanidad de nuestros héroes, vanamente endiosados o ilusoriamente demonizados.

Dr. Marcos Raúl Molares

Historiador

A modo de introducción

El genial Gabriel García Márquez dijo una vez: “Yo no he escrito una línea que no sea sobre el poder, y sobretodo sobre el más poderoso, importante, grande y eterno de todos los poderes que es el poder del amor”.

Cuando imaginé escribir este libro, mi intención siempre fue bucear en la historia de amores y desamores de personas de carne y hueso que pasaron por esta vida con penas y glorias. Presidentes, militares, dictadores, escritores, deportistas, caudillos y mártires que conocieron el apogeo y también la decadencia y que vivieron grandes pasiones insondables, aún en el fragor de la lucha o en los meandros secretos de los amores clandestinos. De eso se trata. No busco escribir biografías, ni ensayos; para ello hay estudiosos como Felipe Pigna o Araceli Bellota; o hubo intelectuales como Félix Luna, Fermín Chávez o José María Rosa que lo hicieron de maravilla. Pero lo que sí trato de hacer, humildemente, desde estas páginas, es describir el contexto histórico en que se desenvolvieron nuestros protagonistas, para poder entender cabalmente el porqué de la conducta o de la toma de decisiones del momento.

Este libro sólo es un racconto tal vez desordenado de la vida y de la muerte de algunos personajes de la historia, desde el costado menos conocido, el de sus amores, amoríos, o percances personales en posturas que confirman, al fin y al cabo, su condición de seres humanos, con sus aciertos y miserias.

Hace décadas que leo y escribo. Allá por 1992, cuando comencé a elaborar las principales notas domingueras del diario “La Mañana”, el de mayor circulación de Formosa, y luego en el diario “Tiempo formoseño” debía realizar un gran esfuerzo para plasmar dentro de una extensión determinada en caracteres, bastante generosa por cierto, la crónica casi siempre política pero con un fuerte anclaje histórico, con el que lograba despegarme de las pasiones del momento, cumpliendo a rajatabla las instrucciones de los propietarios de los medios, que por supuesto no iban a tolerar que hiciera de ese espacio una pretendida “tribuna de doctrina” en mi exclusivo beneficio. A pesar de mi profesión de ingeniero en construcciones y de docente universitario, siempre tuve una especial dedicación o anclaje hacia la literatura, y a la interpretación de los hechos históricos, como lector compulsivo, claro está, lo cual pudo ser volcado en mi larga actividad periodística, en programas de radio y televisión que tuve a mi cargo y también durante mi paso por la dirección del principal medio de difusión de la provincia de Formosa, “Lapacho” Canal 11, donde me desempeñé durante 18 años y seis meses.

En mi libro “Columnista invitado” (Setiembre de 2016) a lo largo de sus 434 páginas pude recrear las publicaciones de mis notas periodísticas en los diarios “La Mañana” y “Tiempo Formoseño”y este trabajo que ahora pongo a consideración de mis lectores, es la inauguración de un nuevo estilo personal que pretendo sea bien valorado por aquellos que se inmiscuyan en sus páginas.

Dije más arriba que no se trata de biografías y ni siquiera de un libro de historia a la usanza tradicional. Desde una posición ideológica concreta porque todo lo que hacemos siempre está teñido de ideología, intento mostrar el lado humano de personajes que ya no están, que se fueron hace tiempo, y en los cuales se han invertido ríos de tinta para aclamarlos o denostarlos. No es este el caso. He leído todo lo que pude y he hecho las interpretaciones que me parecieron razonables, reconociendo que “Los hechos son sagrados pero la interpretación es libre”. Y esta frase, tan usada en los últimos tiempos, se remonta a casi un siglo atrás, cuando el matutino inglés “The Guardian”, celebraba su centenario, en 1921. El entonces editor Charles Prestwich Scott, que además de periodista era miembro del Parlamento, y llevaba 50 años trabajando en el periódico al momento de la celebración, pronunció lo que resume de manera magistral la tarea de quienes escribimos.

Con la proposición: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, aparecida en “Meditaciones del Quijote”, Ortega y Gasset insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que lo rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual.

Y “los yo” y sus “circunstancias” de los personajes involucrados en este libro, son expuestos con la mayor honestidad intelectual posible, tratando de amalgamar además los “hechos” con las “interpretaciones”. Siempre en relatos cortos, casi íntimos, resumiendo en pocas páginas décadas de vida, de sueños, de triunfos, de sufrimientos, y de muerte.

Al final de cada una de las historias, se adjunta la bibliografía sobre las fuentes consultadas para todos aquellos que quisieran profundizar más la historia de cada uno de los personajes, o cotejar lo que aquí se escribe. Con respecto a las fuentes, debo aclarar que me he encontrado en algunos casos con contradicciones, es decir, con datos de autores o publicaciones respetables que sin embargo poseen información contradictoria. En esos casos, dejo librado al lector la interpretación libre y razonable.

Quiero agradecer profundamente al Dr. Marcos Raúl Molares por las cálidas palabras que constituyen el Prólogo de este libro. Que un historiador de su talla, autor de los cuatro tomos que conforman la “Historia General de Formosa” me presente de esta manera constituye un privilegio tal vez desmesurado.

Dedico esta obra a mi esposa, la Profesora Dora Isabel Caíno, por su ayuda, observaciones, correcciones y sus consejos, y a mis hijos Fernando Raúl, Santiago Jesús y Maria Florencia, que siempre me alentaron en pos de este proyecto.

Hechas las aclaraciones de rigor, avancemos con la propuesta, y espero que sea del agrado de todos.

Ciudad de Formosa, enero de 2021.

1.- Torcuato y Regina

“Hay amores tan bellos, que justifican todas las locuras que hacen cometer”

Plutarco

El matrimonio entre el ex-Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini fue para la época la cuestión más discutida y criticada en los exclusivos salones de la Sociedad Rural o en el Círculo de Armas, y en las mansiones de La Recoleta de las familias acaudaladas que jamás aprobaron que el mejor candidato se casara con una portuguesa plebeya.

Teatros y flores

El romance de Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini es una de las historias de amor más desafiantes e impactantes, por no decir novelesca que recuerde la alta sociedad argentina, de finales del siglo XIX.

Regina Pacini había nacido en Lisboa, Portugal, el 6 de enero de 1871 y era hija de la española Felisa Quintero y del barítono italiano Pietro Andrea Giorgi-Pacini. Por influencia paterna se convirtió en soprano estudiando en París y debutó en Lisboa en 1888. “Soprano” es aquella que posee la voz más aguda en el marco de una armonía. Y Regina la tenía, con creces. Con sólo 17 años construyó, desde entonces, una brillante carrera lírica, en actuaciones memorables tanto en El Liceo de Barcelona, la Scala de Milán y hasta la Ópera de París. Pero pronto aparecería en su horizonte un argentino que daría que hablar: Marcelo.

Nieto de Carlos María de Alvear, quien alcanzara el rango de general, político, diplomático, y que además integró el Regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín, del cual fue también su padrino de casamiento. Con sólo 25 años fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Marcelo había nacido el 4 de octubre de 1868. El padre de Marcelo, Torcuato Antonio de Alvear y Sáenz de la Quintanilla fue el primer intendente de la ciudad de Buenos Aires, entre 1883 y 1887. Su madre fue Elvira Pacheco y Reinoso. Es decir, era casi el único joven porteño con prosapia y alcurnia, a diferencia de las otras familias supuestamente “patricias” de la época, que sólo habían amasado fortuna merced al contrabando o a la generosa repartija de tierras otrora en manos de los indígenas masacrados por la campaña del desierto.

En 1899, Regina cantó primero en Montevideo y luego por primera vez en Argentina en el Teatro Politeama, situado en la Av. Corrientes 1490. Por sugerencia de su primo Diego, Marcelo se instaló en uno de los palcos. Y allí sucedió el “milagro”. El soltero de 31 años más famoso, “pinton” y adinerado de Buenos Aires, el más codiciado y ganador, dueño de una prestancia que no le iba en zaga con su enorme estatura y simpatía, se había enamorado instantáneamente de esa pequeña joven de 28 años que sería luego tildada de “petiza” y “fea” por las envidiosas y ricas celestinas de fin de siglo.

Al final de la actuación, Alvear le envió centenares de rosas blancas y rojas y una pulsera de oro y brillantes que llegaron al camarín de la ruborizada soprano, y hasta el presidente Julio Argentino Roca pasó a saludarla junto con sus hijas. Pero la cantante rápidamente devolvió la joya y volvió a Europa. Por aquellos años, un diario porteño dio la lista de regalos que recibió la artista, que incluía “Prendedor con brillantes y perlas del Presidente de la República, “Alhajero cincelado” de la empresa Bernabei, “Estatuilla de bronce del Señor Giudice Caruso, y “Bombonera con miniatura” del Sr. Guglielmo Carusón”.

La deuda y la Revolución del Parque

Para comprender a Marcelo, debemos estudiar el contexto de la época. La “Guerra de la Triple Infamia”, tuvo lugar entre 1864 y 1870, como veremos más adelante. Y el gobierno de Mitre arrancó en 1862 hasta 1868, al cual lo sucedió Sarmiento (1868-1874). Quiere decir que ambos abarcaron los años de contienda. La “Guerra grande” fue impulsada por Gran Bretaña, que no toleraba el desarrollo independiente y exitoso del Paraguay, que además no se había endeudado en una sola libra esterlina como sí lo había hecho la Argentina en 1824 con la Baring Brothers por un millón de esa moneda con un interés del 6% anual, que con gastos de intermediación y comisiones varias el dinero que llegó al país fue de 560.000 libras.

Ahora bien, al comenzar la guerra, Mitre solicita financiamiento urgente a Londres, que le facilita 2.500.000 libras, que con la “poda” habitual quedó en 1.735.000 libras. Cuando Don Bartolomé termina el mandato, la deuda externa argentina ya era de casi 5.000.000 de libras, y cuando hace lo propio Sarmiento, la deuda ya estaba en los 14.500.000 libras!Es decir, esos próceres inmaculados nos metieron en la guerra infame, y nos hicieron pagar los gastos con intereses y comisiones exorbitantes, al sólo efecto de cumplir con los deseos imperiales de la Corona. Y hago esta introducción porque ahora aparece Marcelo Torcuato en acción.

El 26 de julio de 1890 estalló en Buenos Aires un levantamiento cívico- militar que se conoce como la famosa “Revolución del Parque”. La rebelión se gestó como corolario de la gran crisis económica que se produjo por el irresponsable endeudamiento con Inglaterra. En 1889, el gobierno de Miguel Angel Juárez Celman se declaró en cesación de pagos, el primer default formal de la historia y ello hizo que la banca Baring presionara para que, de ser necesario, se utilizara la fuerza para el cobro de las acreencias, lo que ya había pasado con Egipto y Turquía. Las negociaciones se volvieron durísimas e Inglaterra reclamó, para refinanciar la deuda, el control de la aduana, un drástico aumento de impuestos, el remate de tierras productivas y una brutal devaluación, (¿Le resultan familiares al lector estas exigencias?). Es decir, se reclamaba un ajuste salvaje que nadie estaba en condiciones de soportar. Ante ese panorama, en el ejército comenzó a gestarse un movimiento insurreccional, algunos estancieros aportaron dinero y armas y el 26 de julio, bajo el paraguas de la Unión Cívica comienza la sublevación. Los combates duran tres días, con centenares de muertos, al cabo de los cuales se impone el oficialismo, que luego de una victoria pírrica queda muy desgastado. La Unión Cívica se parte en dos, por un lado, la Unión Cívica Radical Antipersonalista, llamados “los rojos” y la Unión Cívica Radical, de Yrigoyen y también de Marcelo, llamados “los líricos”. Los rojos apoyaron más tarde el golpe contra Yrigoyen y luego integraron la Concordancia que llevó al poder al general Justo, gobierno que fue elegido en medio de la proscripción de la UCR y sobretodo de la figura de Alvear.

El dandy argentino con apenas 22 años había participado de la revolución, que desemboca en la renuncia del presidente, siendo reemplazado por Carlos Pelegrini. Gracias a esa contienda, Marcelo conoce a los flamantes líderes del centenario partido, y se afianza como un cuadro político de fuste, circunstancia que sería decisiva a la hora de elegir al candidato a presidente en 1922.

Persiguiendo el amor

Pero el amor todavía no correspondido no fue óbice para su bautismo en la política. Para Alvear, al mismo tiempo, sus ímpetus juveniles lo llevaron a iniciar la “persecución” de Regina, que ya se había convertido en su obsesión. En los escenarios lujosos de Montecarlo, Madrid, Londres, París y Budapest, y en todos los que cantara Regina, los infaltables ramos de flores ya no sólo cubrían su camarín sino también los teatros enteros. La obstinación constante, casi patológica de nuestro personaje tuvo su recompensa cuando en 1903, tras casi cuatro años de súplicas y declaraciones de amor, Regina también se enamoró y por fin el derrotero europeo tuvo su justa compensación, aunque los compromisos futuros de la soprano la ataron todavía por cuatro años más al viejo continente. La noticia del noviazgo cayó como balde de agua fría en las solemnes fiestas y tertulias de la oligarquía porteña, pero la boda, contra viento y marea, se planificó y llevó a cabo en Lisboa, el 29 de abril de 1907, a las siete de la mañana, para esquivar a la prensa, evitando el indisimulado rencor de las ricas familias, propias y extrañas, que por lo bajo despotricaban contra la “advenediza portuguesa”, y que fueron burlados por los flamantes esposos, que se casaron lejos de Buenos Aires y a una hora poco convencional.

El regalo de bodas fue el castillo “Coeur Volant”, a diez kilómetros al oeste de París, cercano al palacio de Versalles donde la pareja de recién casados (que recién volvió en 1911 para el casamiento de la sobrina de Marcelo) encontró el sosiego y la paz que en la capital argentina no hubieran tenido.

En 1912 Marcelo fue elegido diputado. Y la vida de Regina se había tornado difícil. Su esposo había sacado de circulación todos los discos con las grabaciones realizadas por ella, con lo cual su pasado estaba borrado, como si nunca hubiera cantado. En 1917 la pareja se fue a vivir a Francia al ser designado embajador, Europa estaba en guerra y la residencia de los Alvear se había convertido en un lugar de reunión de diplomáticos y personajes de la realeza, como la propia Amelia, Reina de Portugal e íntima amiga de Regina. Por esos días, Marcelo donó un hospital de sangre, acción que fue correspondida por el gobierno de Francia que le otorga la Legión de Honor, reconocimiento creado en 1802 por Napoleón Bonaparte para distinguir a aquellos que demostraran méritos eminentes al servicio del país galo. Cuando finalizaba el primer mandato de Yrigoyen, éste nombra a Alvear como su sucesor, que sin estar en la Argentina, sin participar de la campaña electoral, el 2 de abril de 1922 logra un impactante triunfo con el 46,06% de los votos superando por más de 36 puntos porcentuales al conservador Norberto Piñero. Marcelo asume el poder el 12 de octubre de 1922. Regina contaba por entonces con 51 años.

Cuentan las crónicas de la época, que era tal el odio que las familias “de la alta sociedad” profesaban por esa “pareja despareja” (para ellas), que sólo cuando el general y ex- presidente Julio Argentino Roca, en una ocasión se acercó a saludar a Regina y Marcelo, que cenaban solos en una mesa apartada, el matrimonio se liberó de “la sanción social”, que de todas formas no había hecho demasiada mella en ellos.

Volviendo a Marcelo Torcuato, fue elegido presidente de la República hasta 1928, (por entonces los períodos eran de seis años) y al finalizar su mandato, Don Hipólito fue electo por segunda vez, pero en 1930 se produjo el primer golpe de estado de la historia, cuando el general José Félix Uriburu tomó el poder con la anuencia de la Corte Suprema.

En cuanto a la obra de gobierno de Alvear, mucho se ha escrito y discutido si fue una gestión de tipo conservadora o progresista. A ese respecto, el docente e investigador universitario Fernando del Corro, explica que durante 1922 a 1928, por la política industrial implementada, se radicaron en Argentina 58 consorcios extranjeros, como General Motors, Ford Motor Company, que llegó a fabricar 100.000 Ford T. También se instalaron las envasadoras Crush y Coca-Cola, la petrolera Standard Oil, la alimentaria Royal, los laboratorios Parke Davis y Colgate - Palmolive. Además, se creó el frigorífico Nacional, que luego pasó a llamarse “Lisandro de la Torre”, para competir con empresas británicas y estadounidenses que manejaban a su antojo ese negocio. Y pocos saben que el ministro de Hacienda de Marcelo era un venezolano que había llegado de niño al país, que se llamaba Rafael Herrera Vargas, que aplicó un arancel del 25% a todos los bienes importados y un impuesto a la herencia. Todo ese combo provocó la llegada de 600.000 inmigrantes, mientras los obreros alcanzaron salarios más elevados con una legislación protectora de mujeres y menores. Pero Alvear también tuvo otro latinoamericano como ministro, y me refiero al almirante paraguayo Manuel Tomás Domecq García, que fue impulsor de la creación de la marina mercante, con el astillero que lleva su nombre. Casi al final del mandato, también se creó la Fábrica Militar de Aviones.

La historia de Domecq es interesante y vale un comentario. Había nacido en Tobatí, Paraguay. Tenía sólo seis años cuando se animó a portar un sable que era más grande que él, durante la Batalla de Acosta Ñú, al final de la guerra de la Triple Infamia. Miles de niños fueron masacrados, y él fue uno de los pocos sobrevivientes. Huérfano, quedó en manos del ejército brasilero, que por ocho libras esterlinas de rescate se lo entregó a una tía, y tiempo después fue enviado a nuestro país al cuidado de un tío estanciero que lo crio, ingresando de joven a la marina de guerra, donde llegó a ser almirante.

Pero volvamos a Marcelo.

La cárcel y el infarto.

Pasaron apenas tres años para que Marcelo fuera encarcelado en la isla Martín García por el nuevo régimen del general Agustín P. Justo, que curiosamente había sido el ministro de guerra durante su presidencia, y que llegara al gobierno en elecciones fraudulentas en plena “década infame”, proscribiendo a Marcelo, que constitucionalmente podía aspirar a un nuevo mandato. Regina cruzó en una barca más de cincuenta veces el Río de la Plata, en algunas ocasiones con las aguas embravecidas y con lluvia, para llevarle ropa, comida y otras cosas personales. En 1933 Marcelo fue deportado a Europa en un barco de la Armada, y cuando éste se quedó sin combustible para seguir el viaje, Alvear avaló el aprovisionamiento del buque con su propio peculio.

Gobernaba como dijimos el general Agustín P. Justo, y resulta jocoso que algunos historiadores/opinólogos como Rosendo Fraga afirmen que el militar, que también era ingeniero, había llegado al poder legítimamente, cosa que se da de bruces con el exilio forzoso, la prisión o la proscripción de los opositores, como le ocurrió a Marcelo Torcuato. Durante la “década infame”, todo estaba permitido, menos la Unión Cívica Radical.

A Alvear la prisión lo afectó gravemente, y la verdad es que complicó viejas lesiones cardíacas. Marcelo había gastado casi toda su fortuna en política, viajes y un estilo de vida que no podía sostenerse aún en tiempos de bonanza. Tampoco durante su paso por la casa rosada había amasado riquezas por métodos “non sanctos”, por lo cual hasta su situación patrimonial había decaído notablemente. De las 60.000 hectáreas que había heredado de su abuelo materno, el general Pacheco, no quedaba casi nada.

En 1937, Marcelo se presentó como candidato a presidente por la Unión Cívica Radical, pero no pudo contra la maquinaria electoral del fraude y perdió contra Roberto Marcelino Ortiz, de la Unión Cívica Radical Antipersonalista que también había sido ministro de obras públicas durante su presidencia, y luego ministro de hacienda de Justo. Alvear sólo ganó en las provincias de Córdoba, Catamarca y Tucumán. Todo eso lo afectó física y emocionalmente, y el deterioro de su salud se hizo cada vez más evidente. A pesar de los avatares de la vida, la soprano siguió cultivando su vieja pasión. Regina fundó en 1938 La Casa del Teatro donde se encuentra el coliseo “Regina” para que funcionara también como albergue para artistas jubilados con problemas económicos. Un soberbio edificio de diez pisos ubicado en la avenida Santa Fé al 1200 en pleno barrio de Retiro, que hizo célebre la entrega anual de los premios Florencio Sánchez.

Cinco años después, el 23 de marzo de 1942, Regina vivió su día más triste, cuando un infarto puso fin a la vida de Marcelo, a los 74 años. En diálogo con sus correligionarios, ya les había dicho que estaba “con un pie en la tumba”. Se sentía mal, se sentía morir. Fue velado en la Casa Rosada, por pedido de su esposa. Antes, habían tenido ese privilegio Bartolomé Mitre, Quintana y Pellegrini (los tres fallecidos en 1906), Roque Sáenz Peña (muerto en el cuarto año de su mandato en 1914), y Julio A. Roca que falleció en octubre de ese año.

Estando en ejercicio de la presidencia, Marcelo había donado 40 hectáreas de su propiedad para que se creara en el viejo partido de Las Conchas, hoy Tigre, un pueblo que pasó a llamarse “Don Torcuato”, que con el tiempo se convirtió en un lugar de residencias magníficas de descanso familiar. Allí se construyó “Villa Elvira”, la casa que habitaran los Alvear hasta el final de sus vidas. Allí también transcurrieron los últimos días de los 94 años que vivió Regina, después de 23 años de viudez. Por ello, cada día 23 (de doble significado) ella visitaba la tumba de Marcelo en el cementerio de La Recoleta, con un ramo de rosas blancas como aquellas que habían engalanado los teatros de Europa. Cuentan que luego de cada visita, invitaba a almorzar al anciano cuidador de la Recoleta, en señal de gratitud. Durante sus últimos años era visitada por Elena Faggionato, esposa del Presidente Frondizi, y por la esposa del Presidente Illia, Silvia Martorell.