Historias Perdidas - Walter A. Rodriguez - E-Book

Historias Perdidas E-Book

Walter A. Rodriguez

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Beschreibung

No recurriré a hacerle leer un prólogo innecesario, estimado lector, ni mucho menos a que contemple agradecimientos triviales a almas que usted no conoce ni conocerá. Me limitaré simplemente a darle la bienvenida a esta humilde obra, y a desearle suerte en su recorrido a través del panteón de historias que en la misma yacen. Los olvidados aún duermen, y así deberá ser cuando menos por unos eones más, pues el día que despierten, todo lo que conocemos ya no será más, y lo que no es volverá a ser. Bienvenido al filo del olvido. Espero disfrute de las pesadillas aquí narradas, y si descubre alguna propia en éstas, sepa que los terrores en su interior han sido compartidos por quién les narra. Bienvenido.

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Seitenzahl: 103

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Walter A. Rodriguez

Autores de Argentina

Buenos Aires

Rodríguez, Walter Alejandro

Historias Perdidas. - 1a ed. - Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015. Ebook ISBN 978-987-711-356-3           1. Narrativa Argentina . 2.  Cuentos. I. Título. CDD A863 

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com Mail: [email protected] Diseño de portada: Justo Echeverría Diseño de maquetado: Juan Andrés Gallardo Corrección y revisión a cargo: Alicia D. Smoilis.

Contacto con el autor:

https://www.facebook.com/HPL827/ [email protected] www.youtube.com/user/x827

Contenido

“Inserción”“La Noche”“El Soldado”“Poema A Una Estrella”“Desde Mi Asiento”“La Sonrisa”“Donde El Mal Yace”“Puente”“Las Personas Que No Conocí Ni Conocer锓Eón”“El Llamado”“Madre”“Esperándote”“Ascensión”“Una Historia De Dualidad”“Detrás Del Reflejo”"La Niña y La Bestia"“Almas Perdidas”“La Avenida”“La Ciudad Que Nunca Recordó”“Eternidad”“La Chispa Perdida”“Memorias”“El sentimiento desconocido”“Revolución”"Al Eterno""827: Alma"“8:27”

1

No recurriré a hacerle leer un prólogo innecesario, estimado lector, ni mucho menos a que contemple agradecimientos triviales a almas que usted no conoce ni conocerá. Me limitaré simplemente a darle la bienvenida a esta humilde obra, y a desearle suerte en su recorrido a través del panteón de historias que en la misma yacen. Los olvidados aún duermen, y así deberá ser cuando menos por unos eones más, pues el día que despierten, todo lo que conocemos ya no será más, y lo que no es volverá a ser. Bienvenido al filo del olvido. Espero disfrute de las pesadillas aquí narradas, y si descubre alguna propia en éstas, sepa que los terrores en su interior han sido compartidos por quién les narra. Bienvenido.

“La Noche”

No espero que crean estas palabras, dado que loshechos hablan por sí mismos aquí… Lo que esta nocheustedes han encontrado sé que les ha aterrado tantocomo a mí, o quizás aún más, dado que no vieron losuficiente como para comprender cuán trágico ha sido loocurrido…

Como ya les he mencionado, no serían más de las 8PM del día de ayer cuando me embarqué para atravesarel Canal Beagle, y de esa manera arribar a la Isla Gable.

 Por los últimos diez años cada día de mi vidahe idohasta aquella isla, cada día he pasado más de dos horasen ese lugar meditando sobre los acontecimientos quehan sucedido a lo largo de mi existencia, reflexionandosobre mí mismo y sobre todo lo que creo, o al menossobre lo que alguna vez creí importante.

Créanme cuando les digo que nada jamás podríahaberme preparado para lo que encontraría en ese río.En aquel repugnante canal.

Tras pasar el tiempo suficiente en la isla finalmente meembarqué de regreso, para de esa manera retornar a mihogar.

Pero a causa de un desperfecto que aún no logrocomprender, el motor de mi lancha fue interrumpido justoa mitad del canal, dejándome a la deriva por casi unahora.

Al principio sólo sentí desesperación, pero luego devarios minutos, comprendí que sobresaltarse sería fútil,por lo cual permanecí acostado sobre el lecho de madera,admirando el basto cielo así como la majestuosidad y ladivinidad del paisaje nocturno que frente a mis ojosrelucía.

 Al contemplar el cielo, aquella inmensidad de estrellasresplandecientes iluminando a cadaumbral nocturno, con la dichosa luz lunar envolviéndometan gentilmente con su majestuoso halo eterno.Me sentí en el paraíso por largo rato.

 Me encontraba solo, varado y sumergido en las máspuras penumbras, pero de algún modo en mi interior nohubo más que paz absoluta, al menos, hasta que sucedió.

Repentinamente la calma que me sostenía comenzó adesvanecerse inexplicablemente; me sentí acechado,observado.Pero ¿Por quién? ¿Quién podría estar en medio de eserío a horas tan profundas de la noche?Observé a mí alrededor pero no vi más que quietud ytranquilidad nocturna.Sin barcos visibles y considerando que la isla yacedesierta desde hace largo tiempo ya, bien comprenderánque el temor comenzaba a devorar mis entrañas.

Intenté conservar la calma, inclusive cuando laparanoia me dominase con suma furia; permanecí quieto,oculto en mi propio bote.Sólo moviendo mis ojos pero sin siquiera parpadear,quizás de esa manera podría observar a la presencia que tanpunzante sobre mi yacía.

Fue entonces cuando le vi.

Aquellos brillosos y relumbrantes ojos…

Aquellos temibles ojos que permanecían analizándomesin siquiera parpadear.

Sentí temor y náuseas a la vez; sólo quise huir dellugar.

Intenté encender el viejo motor una vez más noobteniendo respuesta alguna, pero aun así insistiríatantas veces como fuesen necesarias.

La criatura comenzó a emerger de las calmas aguas.

Lentamente acercándoseme, aún con sus pupilasclavadas en mí.

En ese instante contemplé una porción de su cuerpo.

Su repugnante forma desagradable a la vista y temiblea la vez…

La criatura se dispuso a extender una de susextremidades hacia el bote, para así hundir sus garras enaquél.

Pero fue entonces que finalmente el motor volvió a lavida para alejarme de ahí, o al menos eso fue lo que creí.Aun cuando el bote permaneció funcional, de algunamanera no pude tomar el control del mismo, fue como sialgo más le dominara y supe entonces que el innombrableser fue la causa de ello, así como la falla en primer lugar.

Esa entidad quiso llevarme, al parecer, a un punto másapartado del río, un lugar donde nadie me encontrasejamás; Debía escapar del corrompido bote, por lo cual novi más opción que arrojarme a las aguas y nadar hacia laolvidada isla Gable.

Recé y recé para llegar sano y salvo, teniendo en lamente la imagen de dicha criatura, quien indudablementese encontraría detrás de míen ese mismo instante. Pudesentir su nefasta presencia, observándome pero sinatacar, simplemente persiguiéndome sádicamente cuanpredador a su presa, disfrutando el sufrimiento de lamisma para luego despellejarla mientras todavíaestá consciente.

Nadé con todas mis fuerzas para llegar sano a laoscura isla,y efectivamente lo logré.

Finalmente arribé a la costa, corrí tan rápido como mispiernas me lo permitieron, me deshice de la gran mayoríade mis prendas, ya que desbordadas por el peso del aguaéstas se vieron; supe a su vez que en caso de noprescindir de las mismas, las aguas que por siemprecaerían, serían un rastro a seguir para el siniestro ser.Me oculté detrás de la magnificente maleza yaguardé largo rato con la esperanza de intentarobservar a mi depredador.Largo rato pasó hasta que finalmente éste se dejó ver.No podré definirles, caballeros, lo que sentí al ver aaquella monstruosidad.

Sólo les diré que no existirán jamás palabras suficientespara describirle, aun cuando soy consciente de que dealguna manera saben lo que intento expresar.

El verla moverse, retorciéndose en sí misma yemanando sus nefastos alaridos, el terror, tan grandioso.

Con mi alma perpleja ante estas imágenes, quedéboquiabierto, horrorizado hasta la médula al ver elcomportamiento de aquella imposible creación.

Por momentos pareció ser alguna clase de pezhumanoide, inmenso, parado sobre sus extensas yraquíticas extremidades, mientras que luego pareció seralgo similar a un reptil, arrojándose al suelo sobre el restode sus partes y arrastrándose así sobre la húmeda tierra,girando en la misma, gritando y convulsionando.

 

De lo que creo era su espalda miles de espinas habíanbrotado tan fugazmente queapenasalcancéaverles.

A su paso la criatura dejaría como rastro una especiede líquido violáceo, no supe lo que era y deseé nodescubrirlo jamás a decir verdad.

El monstruo comenzaría a desplazarse hacia mi locación,por lo cual, la desesperación arribaría a mis venasuna vez más…

Busqué con la mirada algo que pudiese serme deutilidad para combatir contra tan temible aberración.Sólo encontré una gran vara con algo de filo en su extremo.

Supliqué a los cielos que atestiguando mis rezosyacieron; supliqué por suerte y coraje para sobrevivir ylograr así ver a un nuevo amanecer emerger de laspenumbras de tan nefasta noche.La criatura superó mi ubicación siguiendo variosmetros más,para así detenerse y arrojarse al suelonuevamente, no estoy seguro de qué hacía la misma enmencionado lugar, pero supuse que se encontrabareposando, descansando si se quiere, de alguna manera.

 

Sus alaridos fueron transformándose en pequeñosgemidos los cuales de algún modo hicieron que esa bestiaresultase algo tan aterrador como fascinante.

Lentamente comencé a aproximarme a la misma sinhacer el menor de los ruidos, contuve mi respiración todoel trayecto para que mi agitación no la alertase de mipresencia.

El monstruo se encontró envuelto sobre sí mismo,cubriéndose y temblando al igual que un niño asustadofrente a las majestuosas sombras nocturnas.

Finalmente frente a frente con la bestia…

Alcé mi arma, preparándome para atravesar suescamosa piel; tras arrojar un alarido de furia desde lomás profundo de mi ser enterré la filosa madera en elterrible ser.

La misma se revolcó sobre el suelo gritando,contrayendo cada parte de su cuerpo con aquellosinmensos ojos ahora desorbitados…

Le observé morir lentamente.

Pasaron varios minutos para que, finalmente, dejasede pelear contra el inevitable designio de Tánatos, peroluego de un tiempo pareció ceder ante su inevitabledestino.

Mepuse derodillaspara observarle másdetenidamente,aquelrostro tan grotesco peroinquietante a la vez…

Y fue entonces amigos míos, que la situación empeoró,demostrándome cuán siniestra puede ser la verdad que yace tras la supuesta realidad que nos envuelve tan caprichosamente.La criatura llevó sus garras hacia mi rostro para asíaprisionar al mismo y de alguna manera,mostrarme lo que ella ocultaba en verdad, la verdaddefinitiva.

 

Grité de desesperación hasta que las imágenescomenzaron a arribar una por una…

Pude ver en mi mente la verdad sobre esa criatura.

Déjenme decirles, si había un monstruo en esa isla nosería esa criatura.

Vi el verdadero interior de ésta, de qué estabacompuesta su alma.

Tanta bondad y tanta pureza en un cuerpo tangrotesco a nuestros ojos.

Observé a los suyos al mismo tiempo que los míosdesbordaban en frías y oscuras lágrimas.

La criatura, en su lecho de muerte, decidióacompañarme en dicho llanto, dejando brotar de susprofundos ojos unas lágrimas las cuales, apostaría,estaban hechas de pura majestuosidad celestial.El ser sólo tenía intenciones puras, benignas,sencillamente sintió curiosidad por saber qué forma devida era la que sobre aquél bote se encontraba tanaterrada y por qué…

No me llevaría a mi perdición jamás, tan sólo deseóexpandir mi mente, mostrarme los bastos horizontes deconocimiento que yacen tras las grietas de nuestro universo.

Finalmente esa benevolente criatura cesó sus funcionesvitales, dejándome solo y desamparado en la agonía demí injustificable crimen.

Esta noche, caballeros, he cometido un crimen contrauna de las criaturas más perfectas del reino de Dios.No espero el perdón de nadie, pues sé que jamás loobtendré.

Decidí el destino de una vida inocente sólo por suaspecto.Sólo porque era diferente a nosotros.

Que los cielos se apiaden de mi alma, caballeros, pues sébien, el día en que muera deberé confrontar al todopoderoso y darle la razón por la cual acabé con una de susmás maravillosas creaciones.

“El Soldado”

De entre las trincheras de la gran guerra me alcé, de entre los cuerpos de mis hermanos caídos me levanté, aún resonando varios de los disparos enemigos en la distancia.

Pero estos irían disminuyendo. Alcé mi rostro sobre la tierra, desde mi lugar pude verles, con sus oscuros cascos, sus crueles uniformes y sus frías expresiones inhumanas.

No estarían lejos por mucho tiempo. Sólo pude cargar mi fusil e intentar avanzar.