Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
En palabras de su autor, este libro de poesía es un destilado de varias hierbas, comparable a la ginebra con receta chilena; por ello, se reconocen aromas que, en su conjunto, invitan a saborear el texto que a ratos deja sentir sus toques amargos. Es la primera botella de un alambique envejecido, golpeado y con óxido superficial, pero intacto en su interior. Recorre experiencias, sueños, dudas, amores y desdichas. Es un mosaico de la vida, un reflejo de lo pasado, pensado y repensado; es una crónica del tiempo. Iniciático es la culminación de un largo anhelo para su autor, que sueña con mejorar su receta y seguir destilando letras. ¡Vamos, ponga hielo, tónica y a leer!
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 44
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Inicio de poemario
Colgué mi hamaca un día soleado,
para escuchar historias traídas por el eco de mil voces.
Recostado bajo el arcoíris
escuché Turquía en tus labios de miel.
De súbito, el amanecer floreció en imágenes,
tan reales como tus manos dibujando trazos en el aire.
Nadando en tus ojos turquesa,
vi el brillo del viaje inundando la habitación.
Permanecí allí, a tu lado.
Froté mi lámpara mágica,
para que te acercaras susurrándome,
embriagado por tu voz como flauta traversa,
fui llevado al mundo de las ideas, los deseos y a tu luz.
"¡Turquía, ahí está!" me dijiste,
mientras volábamos en una de esas alfombras voladoras.
Hablabas como si dibujaras todo, mil y un detalle...
el inmenso mercado y su gente negociante,
que te miró y miraste.
Después, ya no estuve contigo,
seguí por otras callejuelas,
intentando imaginar la antigua Constantinopla
y a sus bizantinos caídos.
Continué hasta el centro de las preguntas,
entre Buda y Alá,
entre Roma y la ortodoxia,
entre Turquía y Temuco,
entre tú y yo.
Nadando en tus ojos turquesa,
regresé a la orilla de tu mesa,
sin historia, sin experiencia,
solo riendo,
riendo de otras anécdotas.
Bajo el arco del triunfo,
de todos los seres vivientes,
en la rendija diminuta
entre la tierra y Júpiter,
aparece lo venidero.
La piel, mi piel, la piel de todos
se estira de lado a lado,
lentamente, sin regreso,
metamorfosis total…
De carne y hueso, como la humanidad,
se yerguen como árboles de otoño,
columnas rígidas en par,
endurecidas, de mármol veteado.
Sueños, propósitos, miradas,
se entrelazan como enredaderas,
no logro entender las imágenes ni los ruidos.
Cada fibra de mis brazos,
alcanza la cúspide más lejana,
sin distinguir dedos de raíces,
totalidad de eslabones uniéndose.
Zurcidos por cada parpadeo,
entre oscuro y claro,
una historia se revela,
una vida en dos segundos.
Entre el ramaje desnudo,
nacen frutos secos,
colgajos mudos.
Me detengo a romper
cientos de eclipses,
con mi tallo de luz endurecida,
rebeldía del presente
adherida al centro de la tierra, con saliva de cometa.
¡Qué misterios órficos se desataron
ante la palidez de las sombras!
Estuvimos ahí,
en la misma noche alba y húmeda
que ocultó los besos
del espejo de plata pulida.
Pude verlo,
supe sentirlo,
estuve contigo,
en el abrazo,
en la mano extendida,
en la mirada elocuente y perdida.
Sin calor ni aromas,
a la vez fui espectador,
cómplice de Orfeo.
La fragua nocturna consumió las imágenes,
en hervor rojizo y viscoso,
dispersas e inconscientes cambiaron mil veces,
alucinación de formas indecibles,
eufóricas.
Entre sábanas mojadas,
surgieron como un palpitar lento,
cuerpos sin volumen,
ambos en movimiento,
se respiraron,
se rozaron,
siempre enmudecidos,
se agotaron.
El sol naciente cristalizó el recuerdo,
la silueta unívoca se reveló con vida propia.
Pudo ser hartazgo,
negar a diario el deseo clandestino y profano.
Pudo ser una visión desesperada,
o el oráculo inexorable
hacia la piel que me agobia.
Pudo ser el retroceso de los tiempos,
al sabor prohibido,
a la savia de todas las cortezas
que formaban el bosque nuevo.
Apetito delirante,
fuelle de todo el calor que guardo dentro,
del deseo que me corrompe,
del enigma que derriba las fronteras
en la geografía interna.
Sábado 7,
no importa el mes,
no importa el año,
lo que pudo ser se enredó
en el manto de la vida,
conectado al abrazo tibio
que irradia su efecto dichoso hasta hoy,
como brasas de hoguera,
como incesante corriente
que mantiene los helechos verdes,
nos reconocemos en silencio.
Cada planeta ha girado ante sus astros
durante miles de años.
Aquí en la tierra,
el tiempo ha sido el sendero
entre tu berma y la mía,
universos discretos en expansión
y simplemente paralelos.
Sábado 7,
no importa el mes,
no importa el año,
trote matutino,
café cargado,
canas,
corazón agitado,
sobreesfuerzo laboral,
tabaco,
y el agua fresca inalcanzable
bajo 47 galaxias
sin tu mirada.
Cercanía inconclusa,
necesaria unión de almas en diálogo,
huellas que se encuentran a intervalos
en el azaroso devenir de los años.
Sábado 7,
no importa el mes,
lo secreto es para quienes no deben saber,
el resto de los ojos contemplará el baile,
los brindis, las risas,
el instante mágico...
pero las aguas del amor se deslizan,
recorren quebradas de la existencia
hasta perderse en el mar del universo.
Trote matutino,
desdicha de un abrazo frío.
No había deseo,
solo desesperación.
No había entrega,
sino cuerpos colisionando.
La dispersión resultante
superó a nosotros,