Jesucristo paso a paso - José Benito Cabaniña - E-Book

Jesucristo paso a paso E-Book

José Benito Cabaniña

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Beschreibung

La Biblia, llamada también "Sagradas Escrituras", recoge 76 libros que fueron compuestos a lo largo de mil años. Sin embargo, todos ellos, con sus historias y sus personajes, se encaminan a un acontecimiento: la vida y las enseñanzas de Jesucristo, centro de todas las intervenciones de Dios en la historia. El autor recorre ese arco de tiempo de la mano de la Biblia y ayuda a entender el protagonismo y el atractivo de Jesucristo, entonces y ahora.

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Veröffentlichungsjahr: 2022

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JOSÉ BENITO CABANIÑA

JESUCRISTO PASO A PASO

EDICIONES RIALP

MADRID

© 2022 by JOSÉ BENITO CABANIÑA

© 2022 by EDICIONES RIALP, S. A.,

Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid

(www.rialp.com)

Preimpresión/eBook: produccioneditorial.com

ISBN (edición impresa): 978-84-321-6227-5

ISBN (edición digital): 978-84-321-6228-2

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

PRESENTACIÓN

I. CUESTIÓN DE IDENTIDAD

1. LA PREGUNTA IMPORTANTE

2. LA BIBLIA

3. CIENCIA Y RELIGIÓN

4. UNA EXPLOSIÓN DE LUZ Y AMOR

5. EL ORIGEN DEL MAL

6. EL PLAN DE DIOS

II. LA ANTIGUA ALIANZA

1. LA ALIANZA CON NOÉ

2. LOS PATRIARCAS, PILARES DE ISRAEL

a) De Abrán a Abrahán, padre de muchos pueblos

b) Isaac, anunciador de Jesucristo

c) Alianza con Jacob e historia de José

3. MOISÉS EL LIBERTADOR

a) La zarza ardiente: llamada y misión de Moisés

b) La primera Pascua, anticipo de la Pascua cristiana

c) La alianza del Sinaí y los 10 mandamientos

4. POSESIÓN DE LA TIERRA PROMETIDA

a) La entrada en Canaán y la época de los jueces

b) Los tres primeros reyes de Israel: Saúl, David y Salomón

c) División del reino: al norte, Israel; al sur, Judá

5. INFIDELIDAD Y DECADENCIA

a) El reino del norte (Israel) y la deportación a Asiria

b) El reino de Judá, destrucción del Templo y cautividad de Babilonia. Los profetas mantienen viva la esperanza de Israel

c) Ocupación griega y romana

III. LA NUEVA ALIANZA

1. JESUCRISTO: DIOS HECHO HOMBRE

a) El Hijo de Dios se hace hombre en el seno de María

b) Nacimiento de Jesús y manifestación a judíos y paganos

c) Vida cotidiana de Jesús en Nazaret

2. JESÚS COMENZÓ A HACER Y ENSEÑAR

a) Jesús bautizado y tentado. Inicio de la vida pública

b) Anuncio del Reino de Dios y llamada a la conversión

c) ¿Quién es Jesús?

d) Pecadores, enfermos, descartados, predilectos de Jesús

e) La vida de Jesús, Ley de la Nueva Alianza

f) Hijos de un Padre, loco de amor

g) El Pan de vida y el vino de Caná

h) La Iglesia, nueva familia de Jesús

3. ULTIMOS DÍAS DE JESÚS EN JERUSALÉN

a) Anuncios de la Cruz

b) La Última Cena

c) La promesa del envío del Espíritu Santo

d) Oración y prendimiento en Getsemaní

e) Acusaciones y sentencia

f) Muerte y sepultura

4. JESÚS SIEMPRE CON NOSOTROS

a) Resucitado

b) Despedida

c) Venida del Espíritu Santo y comienzo de la expansión de la Iglesia

AGRADECIMIENTOS

AUTOR

PRESENTACIÓN

LAS ENCUESTAS SOBRE LA FE en las sociedadesoccidentales del primer mundo reflejan un descenso de los creyentes en Dios. Al mismo tiempo, aumentan cada día las personas que necesitan atención médica a causa de enfermedades cuyo origen es la pérdida del sentido de la vida.

Hace años me encontraba en casa de un amigo para consolarlo y rezar por su padre, que acababa de fallecer. Cuando me despedía, se acercó una mujer, médico en un Centro de salud:

—Perdone, Padre, pero ¿dónde están ahora los sacerdotes? Hace unos días vino a nuestro ambulatorio una inspectora de Sanidad para revisar las instalaciones e interesarse por nuestro trabajo. Al terminar, quiso tener una reunión con todo el personal y nos preguntó: «¿Necesitan ustedes algo para hacer un trabajo más eficaz?». Yo salté y le respondí: «Pues sí; lo que más, un cura, porque cada vez vienen más personas a consulta con problemas que no son de salud, sino de conciencia, aunque afecten a su salud». La inspectora puso cara rara y no supo qué contestar. Por eso yo vuelvo a preguntarle: «¿A qué se dedican ustedes?».

Los sacerdotes somos testigos de la sed de Dios que hay en el mundo. La sed de Dios no es solo de nuestra época. Cuenta el evangelista Juan que, en la última Pascua de Jesús, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús»[1]. ¿Quién les había hablado de Jesús, y de qué manera, para suscitar en ellos ese interés tan grande por conocerlo?

Jesús es “el Verbo de Dios hecho hombre”. En griego, la lengua de los evangelios, Verbo o Palabra se dice “Logos” que, además, significa “sentido”. Solo Dios da sentido a la vida del ser humano, ya que Él nos ha creado y, como muestra de su insondable amor, ha enviado a su Hijo para salvarnos, acompañarnos en nuestro caminar y recibirnos en el cielo, cuando nos llame a su presencia.

Que la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, atraiga hacia su Hijo a todos los que le buscan con sincero corazón.

Jerusalén, 14 de febrero de 2022

[1]Jn 12, 20.21.

I. CUESTIÓN DE IDENTIDAD

1. LA PREGUNTA IMPORTANTE

A finales de julio del 2021, la famosa gimnasta Simone Biles anunció su retirada de los Juegos olímpicos de Tokio por problemas psicológicos, después de un ejercicio poco logrado. De niña había sufrido abusos por parte del médico del equipo norteamericano. Cuando el año anterior se anunció el aplazamiento de los Juegos olímpicos, se deprimió porque no se veía capaz de aguantar un año más. Viajó, compró una casa, se echó novio, olvidó la gimnasia unas semanas, y volvió. Una pregunta le venía una y otra vez a la cabeza: «Fuera de la gimnasia, ¿quién soy yo? Aún me estoy buscando».

«¿Quién soy yo? Aún me estoy buscando». No es extraño que esta pregunta la inquiete hasta el punto de llamarla, en otras declaraciones, “mis demonios”. Muchos no logran plantearse la pregunta de Simone, «¿Quién soy yo?», porque la velocidad con que viven les impide pararse a pensar. Otros sí se la plantean, pero, al no encontrar respuesta y para evitar el desasosiego sobre la propia identidad, se refugian en el mundo virtual y se deslizan por la pendiente de las adicciones.

Nosotros sabemos quiénes somos: hijos de Dios, personas humanas sobre las que el Creador ha alentado un soplo de vida divina.

Todo eso sucede en occidente. En cambio, en Jerusalén, la ciudad donde vivo desde hace años, la gente manifiesta externamente su identidad más profunda, para diferenciarse de los demás. Los judíos ultraortodoxos —traje y sombrero negro— se dejan crecer la barba y las patillas. Las mujeres visten faldas largas oscuras y, si están casadas, van con la cabeza cubierta. Muchos judíos llevan kipá, un pequeño casquete de tela en la parte superior de la cabeza. Las musulmanas usan vestidos que llegan hasta los pies y se cubren la cabeza y el cuello con un velo. Los varones, cuando llega la hora, no tienen ningún problema en extender una ligera alfombra portátil donde se encuentren para rezar. Algunos cristianos árabes llevan por fuera una medalla con una cruz. Otros cuelgan un rosario en el espejo retrovisor del coche.

Es llamativo el orgullo con que muchos judíos y musulmanes viven en Jerusalén las costumbres de su religión. No solo no les importa que les vean, sino que hacen alarde. En un colegio cristiano de la Ciudad vieja, los alumnos musulmanes convencieron a sus compañeros cristianos para que no tomasen la media mañana ante ellos durante el ayuno del Ramadán.

En la vieja Europa no está bien visto manifestar con signos visibles las propias creencias. Hace unos años, una compañía aérea británica prohibió a una azafata cristiana llevar en el cuello una pequeña cruz. Esta mujer acudió al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que le dio la razón. Los responsables de esa línea aérea pensaban que manifestar con un símbolo externo la propia fe rompía la neutralidad con que deberían comportarse sus empleados. Pero ¿qué es esa neutralidad? ¿A quién ofendo cuando llevo alguna señal de mi identidad? ¿Por qué se califica de neutral el rechazo de la religión?

La identidad de cada persona se forma con el tiempo. Algunos elementos vienen dados por nuestros padres, la educación que recibimos, la cultura en la que hemos crecido; otros, por la huella de algunos acontecimientos de nuestra vida, como el fallecimiento de un ser querido, la pérdida del empleo, etc.

La identidad de un cristiano no necesita manifestaciones exteriores, como la judía o musulmana: viene del interior de la persona. El cristiano sabe que Dios es un padre lleno de ternura y de amor inmenso por nosotros, hasta el punto de enviar a su Hijo al mundo, Jesucristo, para hacernos hijos de Dios. Nosotros sabemos quiénes somos: hijos de Dios, personas humanas sobre las que el Creador ha alentado un soplo de vida divina. Desde entonces, Jesucristo se ha convertido en centro y luz de nuestra existencia. Al cristiano se le conoce porque su modo de mirar, querer, ayudar, sufrir y amar es el modo de mirar, querer, ayudar, sufrir y amar de Jesús. En el fondo, su identidad es ser imagen de Jesús, otro Jesús. Él nos ha mostrado, al venir a morar con nosotros, que Dios es Amor, Amor-entrega, Amor-donación, totalmente desinteresado, porque no necesita nada. En la Biblia encontramos el desarrollo del plan de Dios al crearnos y rescatarnos de la esclavitud del pecado.

2. LA BIBLIA

Dice una antigua canción de los 70: «El que pierde sus orígenes, pierde su identidad». Nuestro origen está en Dios. Si rechazamos la fe o vivimos de espaldas a ella, perdemos nuestra identidad. De ahí la necesidad de exponer nuestra alma al calor y a la luz de la sabiduría que emana de la Biblia, el libro más famoso del mundo, el más leído, el más meditado, en cuyas palabras podemos descubrir quiénes somos y entrar en contacto con Aquel que nos ha dado la vida.

La Biblia está formada por 73 libros: 46 corresponden al Antiguo Testamento o antigua Alianza, que Dios hizo con el pueblo de Israel y fueron escritos antes de la venida de Jesucristo; 27 al Nuevo Testamento o nueva Alianza, la que Jesucristo realizó con su venida al mundo, su muerte en la Cruz y su resurrección.

«El que pierde sus orígenes, pierde su identidad»

Los libros del Antiguo Testamento son de tres tipos: históricos, sapienciales y proféticos.

A. Los libros históricos cuentan los orígenes del mundo y el nacimiento y desarrollo del pueblo de Israel, cuyo momento culminante es la liberación de la esclavitud de Egipto y la entrega de las “Diez Palabras” en el monte Sinaí. Este primer bloque, a su vez, se divide en tres grupos:

1. El primero, llamado Pentateuco, está formado por cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El libro del Génesis es el primero de los libros de la Biblia. Cuenta el origen del mundo y el comienzo de pueblo elegido: la elección e historia de Abrahán y los otros dos patriarcas, Isaac y Jacob, y la historia de José (siglos XIX y XVIII a. C.). El Éxodo narra la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto (alrededor del año 1250 a. C.), conducido por Moisés, la marcha por el desierto, la alianza del Sinaí con la entrega de la Ley, y los primeros preceptos. El libro de los Números, las nuevas etapas del recorrido por el desierto, los pecados del pueblo y la fidelidad de Dios. El Levítico recoge las instrucciones sobre el culto divino. El Deuteronomio —que significa “segunda ley”— contiene discursos de Moisés a los israelitas, en los umbrales de la tierra prometida, donde vuelve a contar lo que ha pasado en una clave más profunda.

2. Los libros del segundo grupo —Josué, Jueces, Rut, I y II Samuel, y I y II Reyes— cuentan la historia del asentamiento en Palestina de las doce tribus de Israel —formadas a partir de los doce hijos de Jacob— (año 1200 a. C), hasta el final de la monarquía, cuando el reino de Judá, en el sur, es conquistado por el imperio babilónico y sus habitantes deportados a ese país (año 587 a. C.).

3. En el tercer grupo de libros históricos están los dos libros de Crónicas, que hacen una relectura de la historia del mundo y de Israel a la luz de las intervenciones de Dios; Esdras y Nehemías, que describen el reasentamiento de los judíos en su tierra cuando regresan de la cautividad de Babilonia; y un conjunto de libros, algunos de ellos de tipo novelado —como Judit y Ester—, Tobías —un relato entrañable sobre la protección de Dios a un hombre fiel— y los dos libros de los Macabeos, los hermanos que liberaron a Israel, ocupado por los reyes seleúcidas, en la segunda mitad del siglo II a. C.

B. Libros sapienciales y poéticos. Son reflexiones sobre temas profundos y sobre la historia de Israel, para sacar de ella sabiduría práctica para la vida en forma de consejos. El libro de Job trata sobre el sentido del sufrimiento en un hombre justo. Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría, y Eclesiástico o Sirácida recogen las aportaciones de la cultura griega y las iluminan con las luces que Dios dio a los judíos. Intercalados en este grupo hay dos libros poéticos: Salmos y el Cantar de los Cantares.

C. Libros de los Profetas, hombres elegidos por Dios para ser portavoces de mensajes divinos al pueblo elegido y al mundo. Los cuatro primeros se atribuyen a los llamados profetas mayores: Isaías, Jeremías (incluye Lamentaciones y Baruc), Ezequiel y Daniel. Los doce restantes —más cortos— corresponden a los profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

Los 27 libros del Nuevo Testamento giran en torno al acontecimiento central de la historia humana: la llegada al mundo de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios vivo.

Los cuatro evangelios, cuyos autores son Mateo, Marcos, Lucas y Juan, recogen la predicación de los apóstoles —el núcleo de discípulos más cercano a Jesús— sobre la vida y enseñanzas de Jesucristo.

Hechos de los apóstoles narra la historia de la primera expansión de la fe cristiana por el mundo judío y pagano, de la mano de Pedro, el jefe de los apóstoles y primer Papa, y de Pablo, un judío perseguidor de cristianos, al que el mismo Jesús buscó en el camino de Damasco y convirtió en apóstol de los no judíos.

Las 13 Cartas de san Pablo están dirigidas a los cristianos de las ciudades donde había sembrado la fe cristiana; las sigue la Carta a los Hebreos, de autor desconocido, dedicada a los cristianos procedentes del judaísmo.

Vienen después siete Cartas de otros apóstoles: una de Santiago, dos de san Pedro, tres de san Juan y una de san Judas.

Por último, el Apocalipsis, un libro de contenido simbólico, escrito por san Juan para consolar a los primeros cristianos durante las persecuciones, en el que se resume la historia del mundo, cuyo final es la victoria definitiva de Jesucristo.

Todos los libros de la Biblia se llaman también “Sagradas Escrituras”. Para entenderlos, hay que leerlos desde la fe, es decir, creyendo que su Autor principal es Dios. Los autores humanos de cada libro, muchos de ellos desconocidos, han recibido una especial iluminación divina de manera que todo lo que escriben está al servicio del plan salvador de Dios.

Estos 76 libros sagrados fueron compuestos a lo largo de mil años: los del Antiguo Testamento, desde el siglo X antes de Cristo hasta poco antes del nacimiento de Jesús. Los del Nuevo, en la segunda mitad del siglo i después de Cristo. Sus autores humanos pertenecen a épocas diferentes, con culturas y mentalidades distintas que se reflejan en sus modos de escribir, estilos, intenciones y géneros. Sin embargo, la Biblia tiene una gran unidad, que se descubre cuando la leemos a la luz de la vida y enseñanzas de Jesucristo, centro de todas las intervenciones de Dios en la historia humana.

Esa unidad asombra y acerca a la fe, como testimonia un joven converso: «Yo siempre he investigado sobre muchos temas: historia, lenguas, filosofía…, y le llegó el turno a las religiones. Empecé por las tres religiones abrahámicas: judaísmo, islamismo y cristianismo. Mientras investigaba, llegó el confinamiento y me centré entonces en el cristianismo: adquirí una Biblia y me di cuenta de que, al contrario de los típicos “tópicos escépticos”, la Biblia no era el cúmulo de contradicciones o fantasías que yo creía. Yo iba preparado para encontrarme con un libro vago, lleno de errores y, por el contrario, comprobé que era muy coherente, que todo lo escrito entraba en concordancia con hechos históricos acaecidos paralelamente a lo narrado en las Escrituras. Ese fue el inicio de mi acercamiento a la fe»[1].

Alguien podría preguntar: «¿Cómo puedo saber que mi manera de entender e interpretar la Sagrada Escritura coincide con la intención de Dios?». Esta certeza la alcanzamos con la guía de las enseñanzas, del culto y de la vida de la Iglesia, fundada por Jesucristo, a la que Él confió la predicación de la Palabra de Dios. Esta transmisión de la revelación divina que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, lleva a cabo a través de la historia, se llama “Tradición”. Y los mejores testigos de ella son los Padres de la Iglesia, escritores santos de la antigüedad cristiana en los que la Iglesia reconoce lo que ella enseña y vive.

3. CIENCIA Y RELIGIÓN

Vivimos deslumbrados por los continuos descubrimientos científicos y avances tecnológicos. Ahora sabemos —gracias al sacerdote católico belga Georges Lemaître— que la materia, el espacio y el tiempo comenzaron hace 13.800 millones de años, a partir de un átomo primigenio que se fue expandiendo hasta formar el universo que hoy conocemos. Fred Hoyle, un crítico de la teoría de Lemaître —confirmada por hallazgos posteriores— la llamó, en plan de burla, “la gran explosión”, el “Big Bang”, nombre con que todos la conocen ahora.

La ciencia es uno de los logros más importantes de la historia humana. Pero conviene distinguir entre los resultados de la investigación científica y la interpretación de esos resultados. Los investigadores serios piensan que la ciencia no es infalible, sino dinámica, cambiante. La realidad material es tan rica que no hay teoría que la explique totalmente. La historia de la ciencia, por otro lado, demuestra que las teorías tienen validez solo en un determinado ámbito y contando con los medios de que disponemos en ese momento. Ahora, por ejemplo, hay científicos que cuestionan la teoría de la relatividad de Einstein, pues cuentan con nuevos instrumentos para realizar experimentos que les permiten remodelar aquella teoría.

El prestigio social de los investigadores ha generado en el público general una confianza ciega en la ciencia. Hay quienes piensan que la única verdad fiable es la que puede ser demostrada científicamente. Esta convicción reduce el ámbito del conocimiento humano a las realidades materiales, pues solo ellas permiten diseñar experimentos para mostrar la veracidad de una hipótesis, con la que elaborar una teoría que explique cómo funciona algo.

Las ciencias naturales solo estudian lo que se puede someter, de algún modo, a experimentos repetibles; pero sería un error concluir que solo existe lo que puede ser estudiado de ese modo.

Pero las realidades materiales no agotan lo existente. En el ámbito humano, hay otro tipo de realidades valiosas como el amor, la belleza, la amistad, la alegría, la cultura, el humor, la religión, etc., que no estudian las ciencias naturales, pero sin las que nuestra vida no sería verdaderamente humana.

En ocasiones, se han presentado los descubrimientos de la ciencia en el ámbito de la teoría de la evolución como argumentos para negar la existencia de Dios, la creación e incluso la espiritualidad humana. Es como un nuevo “caso Galileo”, pero al revés. Hace cinco siglos algunos teólogos se equivocaron al querer solucionar problemas que correspondían a la ciencia. Ahora, algunos científicos invaden el terreno de la religión, al pretender resolver cuestiones que superan el ámbito de sus estudios.

Las teorías evolucionistas que, al tratar del origen del universo, pretenden eliminar a Dios, chocan con tres obstáculos insuperables:

— la materia no es eterna y no puede ser origen de sí misma; necesita haber sido creada por un ser superior y racional;

— de la materia sola no surge la vida. Cualquier organismo vivo, por primario que sea, no se origina de una materia inerte, sean cuales sean las condiciones a las que esta se someta;

— de la vida vegetal y animal, por sí sola, no surge la vida espiritual. La capacidad humana de razonar, de comunicarse, de progresar, de amar, de sacrificarse no está al alcance de ningún otro ser vivo. El hombre tiene un principio espiritual que le humaniza.

La creación y la evolución son compatibles, con tal de que no se atribuya a la evolución un alcance que no posee, como sucedería si se pretendiese explicar el origen del espíritu como una evolución de la materia. La evolución manifiesta de un modo peculiar el poder y la sabiduría de Dios Creador. En muchas ocasiones, a lo largo de enormes períodos de tiempo, se han dado circunstancias que han permitido a la naturaleza llegar hasta su estado actual, en el que existe un grado sorprendente de organización. La sabiduría de Dios queda aún más resaltada si ha dotado a seres creados de la capacidad de evolucionar en la línea de desarrollo que Él mismo ha diseñado, hasta alcanzar la forma que deseaba. Es como si el constructor de un barco hubiese dado a las piezas que lo componen la capacidad de moverse y disponerse por sí mismas para producir la forma del barco.

Las enseñanzas que Dios nos comunica a través de la Biblia van más allá de la ciencia. En efecto, a través de la lectura y meditación de sus libros, podemos encontrar respuesta a los grandes interrogantes que, antes o después, todos nos planteamos:

¿Quién puso en marcha el universo y con qué finalidad?