La Apuesta de la Resurrección - Christopher Coates - E-Book

La Apuesta de la Resurrección E-Book

Christopher Coates

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Beschreibung

Cuando dos científicos desarrollan la capacidad de retroceder en el tiempo, solo hay un lugar al que pueden ir para demostrar su nueva tecnología.

Después de hacer una apuesta sobre si realmente sucedió la resurrección de Jesús, los dos se dispusieron a probar sus teorías. Pronto aprenden que hay otros interesados en su tecnología, pero no con un propósito científico.

Pero, ¿comprenden realmente las implicaciones de su descubrimiento y lo que les espera hace 2000 años?

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LA APUESTA DE LA RESURRECCIÓN

CHRISTOPHER COATES

Traducido porNERIO BRACHO

Derechos de autor (C) 2021 Christopher Coates

Diseño de Presentación y Derechos de autor (C) 2021 por Next Chapter

Publicado en 2021 por Next Chapter

Arte de la portada por Santiago Machain

Editado por CoverMint

Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con eventos reales, locales o personas, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Todos los derechos reservados. No se puede reproducir ni transmitir ninguna parte de este libro de ninguna forma ni por ningún medio, electrónico o mecánico, incluidas fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso del autor.

Contenido

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Capítulo 43

Capítulo 44

Capítulo 45

Capítulo 46

Capítulo 47

Capítulo 48

Capítulo 49

Capítulo 50

Capítulo 51

Epílogo

Querido lector

CapítuloUno

El sol de la mañana acababa de empezar a brillar a través del estrecho hueco de las cortinas azul claro descoloridas. Su iluminación, aún tenue, reveló la vista de un dormitorio espacioso. Había una cama de agua tamaño king con marco de madera centrada contra la pared del fondo y había varias otras piezas de muebles de dormitorio hechas de roble en la habitación. Todo esto estaba colocado sobre un piso de madera pulida.

La mayoría de la gente normal se avergonzaría del estado de la habitación. Muchos de los cajones de la cómoda colgaban abiertos de par en par, su contenido desbordado. Varias prendas de vestir estaban esparcidas por el suelo. Había algunos platos y vasos en el suelo junto a la cama, y la mesita de noche tenía media docena de botellas de vidrio marrón. Parecía como si este fuera el dormitorio de un adolescente descuidado y sin supervisión, más que el de un adulto brillante con un doctorado en teoría cuántica.

Finalmente, las sábanas arrugadas de la cama comenzaron a moverse, mientras un hombre luchaba lentamente por ponerse de pie. A través de la tenue luz, se podía distinguir que se movía como si estuviera enfermo o con un dolor considerable.

Paul Kingsman medía un metro setenta y cinco y tenía un cuerpo bien tonificado y un estómago plano. Estaba bien afeitado y tendía a llevar el cabello corto. Caminado hacia el baño tropezó, este se encontraba justo al lado del dormitorio. Le palpitaba la cabeza, tenía la vista borrosa, la boca seca y el sabor era asqueroso. Finalmente llegó al baño y buscó el interruptor de la luz. Tan pronto como lo encendió, supo que había cometido un error. La luz brillante intensificó enormemente los latidos en su cabeza, y un gemido infeliz ahogado salió de la cama detrás de él. Rápidamente apagó las luces y avanzó a trompicones en la oscuridad, su visión nocturna había desaparecido. Trabajando por tacto, encontró el grifo y logró hacer correr el agua en el lavamanos. Con las manos, se frotó el rostro con agua fría varias veces. El agua hizo que se sintiera un poco mejor. A continuación, se llevó un par de puñados de agua a los labios y bebió lentamente, tomando pequeños sorbos. Paul sabía que era mejor no beber demasiado, demasiado rápido. Incluso los dos pequeños sorbos que ya había tomado comenzaban a revolverle el estómago. Paul deslizó la puerta del botiquín para abrirla y sacó una pequeña botella de plástico. En la oscuridad cercana, no pudo leer la etiqueta impresa. Paul colocó cuatro de las tabletas en su mano y las tragó rápidamente. Mientras bajaban, pensó brevemente en cómo esperaba que las píldoras fueran el Motrin que había estado planeando y no el Midol de Michelle. Decidió que no le importaba y caminó vacilante de regreso al dormitorio.

Cuando salía del baño, Michelle pasó junto a él y, con un gruñido de saludo, cerró la puerta del baño.

Paul golpeó la pequeña mesita de noche mientras regresaba a la cama, y ​​escuchó varias botellas de vidrio vacías caer y golpear el piso de madera. Afortunadamente, parecía que ninguna de ellas se rompió esta vez. Se derrumbó sobre la cama y trató de permanecer lo más quieto posible.

Después de varios minutos, el inodoro se descargó y el lavabo comenzó a fluir. Paul escuchó claramente el sonido de las pastillas agitándose en la botella de plástico mientras Michelle luchaba con la tapa a prueba de niños. Seguidamente ella salía del baño, y él notó que llevaba puesta la camiseta azul, de gran tamaño de los New England Patriots le llegaba hasta la rodilla y que solía usar en la casa.

Cuando ella se dejó caer, toda la cama se meció, e inmediatamente él gimió de incomodidad cuando su cabeza comenzó a latir de nuevo.

—Lo siento, —dijo Michelle con voz un poco arrastrada.

Paul gruñó una respuesta que ella entendió que significaba que él no estaba genuinamente enojado.

Se quedaron quietos, sin hablar durante varios minutos, y finalmente Michelle dijo con un toque de humor en su voz: “¿Crees que alguna vez aprenderemos?”

—No es tanto aprender como recordar. Recordando lo terrible que se siente la mañana siguiente.

—¿Todavía estás listo para ir?

Sin dudarlo, Paul respondió: “Definitivamente, estaré bien en un par de horas, solo necesito un poco de café y tostadas, y luego estaré como nuevo. ¿Tú que tal?”

Michelle tardó un poco más en responder, pero finalmente estuvo de acuerdo: “No desperdiciemos el día, solo porque bebimos demasiado anoche”.

Después de varios minutos más, finalmente se levantaron y Michelle volvió al baño. Esta vez soportó la luz brillante mientras iniciaba el agua caliente en la ducha.

Paul se dirigió a la cocina y sacó el recipiente de café del armario superior; echó dos cucharadas en el compartimento del filtro de la cafetera; añadió agua y presionó el botón de encendido.

Mientras esperaba, Paul entró en la oficina, que estaba al lado de la sala de estar, se sentó frente a la computadora y revisó su correo electrónico. Mientras estuvo allí, también leyó las noticias y los resultados deportivos.

Cuando estaba terminando de leer, la cafetera emitió un pitido de que estaba lista. Estaba terminando su primera taza cuando Michelle salió del baño.

—El café está listo, le dijo Paul mientras se dirigía a tomar una ducha.

Michelle rápidamente sirvió el suyo y se dirigió a la computadora, para llevar a cabo su propio ritual matutino que era similar al de Paul pero que carecía de puntajes deportivos.

Cuando terminó la ducha de Paul, ella estaba vestida y había un plato de tostadas secas en la mesa de la cocina.

CapítuloDos

Paul Kingsman, de 38 años, creció como hijo único en un hogar monoparental, en el lado norte de Boston. Su padre, un bombero del Departamento de Bomberos de Boston, había desarrollado cáncer cerebral y murió cuando Paul tenía solo siete años.

Su madre, Emma Kingsman, trabajó duro para mantener a su hijo. Trabajando largas horas como enfermera quirúrgica, luchó por equilibrar la necesidad de empleo y la necesidad de estar en casa para su hijo.

Paul sobresalió en la escuela a pesar de que tenía la habilidad de meterse en problemas. Había sido arrestado dos veces en sus años de escuela secundaria por delitos pequeños de menores, pero aun así logró obtener una beca académica para la Universidad de Washington. Mientras estuvo allí, completó sus estudios de pregrado y posgrado en Mecánica Cuántica. Después de eso, terminó sus estudios de doctorado en Berkley.

Mientras estaba en Berkley, Paul conoció a Maureen Kraft, quien estaba trabajando en su maestría en Psicología. Los dos comenzaron a salir, y dos años después se casaron y tuvieron dos hijos, Heather y Adam.

Durante estos años, Paul hizo algunas inversiones notables con muy buenas recompensas, varias de las cuales fueron tan rentables y oportunas que se inició una investigación por parte de la Comisión de Bolsa y Valores, pero nunca se descubrió nada inapropiado.

El matrimonio de Paul solo duró cuatro años antes de que Maureen lo dejara. Ella dijo que su trabajo y educación lo habían absorbido tanto que necesitaba algo más.

Paul regresó a Massachusetts y fundó El Instituto de Investigación Kingsman. La pequeña fortuna de Paul por sus inversiones y varias subvenciones proporcionaron fondos para el instituto en crecimiento.

El Instituto de Investigación Kingsman estudió principalmente la Mecánica Cuántica y cómo funcionaba la barrera entre el espacio y el tiempo.

Hace un año, Paul sufrió heridas leves en la espalda y el hombro. Esta lesión fue el resultado de un automóvil conducido por Michelle Rogers, que lo chocó por detrás en un semáforo cerca de un centro comercial en el lado norte de la ciudad.

Michelle era profesora de matemáticas de secundaria en Boston y también se había divorciado recientemente. Ella era una mujer fornida que medía alrededor de un metro y sesenta y dos centímetros. Tenía el cabello largo y castaño que siempre llevaba recogido.

Después de seis años de casados, los médicos le dijeron a Michelle y a su esposo Derek que, a pesar de todo lo que habían intentado, ella no iba a poder tener hijos. Aparentemente, sus óvulos no estaban sanos y no se podían fertilizar.

El médico les dijo que tenían varias opciones, incluida la búsqueda de una donante de óvulos sustituta o la adopción. Mientras esta noticia aplastaba a Michelle, su esposo ideó otro plan. Se mudó de su casa y solicitó el divorcio.

Menos de seis semanas después de que finalizara el divorcio, Michelle se enteró por un amigo en común que su exmarido sería un futuro padre.

Después del accidente de tráfico, Michelle y Paul habían comenzado a salir. Sin embargo, sus divorcios habían cambiado su perspectiva de la vida. Paul, aunque todavía estaba comprometido con su trabajo, se tomaba la mayoría de los fines de semana y noches libres, algo que nunca había hecho antes. También había contratado a un subdirector del instituto que supervisaba gran parte de la investigación en curso.

Michelle también había cambiado. Si bien alguna vez fue muy conservadora en cuanto a vestimenta y comportamiento, se había vuelto mucho más relajada y casi imprudente a veces. Este cambio de comportamiento fue una de las cosas que más atrajo a Paul, ya que encajaba muy de cerca con su personalidad. A menudo le costaba imaginarla como había sido. Cuando le mostró fotos de su yo anterior, Paul no pudo evitar sentirse como si estuviera mirando a una persona completamente diferente.

Habían estado viviendo juntos por poco más de un año, y ninguno tenía prisa por intentar casarse de nuevo, aunque ambos pensaban que era solo cuestión de tiempo.

Michelle había llegado a aceptar que nunca sería madre, y Paul, que ya tenía dos hijos, no estaba preocupado por la idea.

Michelle quería mucho a Heather y Adam y esperaba con ansias los momentos en que vinieran a visitarlos casi tanto como Paul.

CapítuloTres

Michelle y Paul salieron por la puerta lateral de la casa y entraron en el garaje conectado para dos autos y medio. Ambos vestían pantalones cortos de mezclilla y sandalias en los pies. La blusa de Michelle era toda blanca y llevaba un bolso grande al hombro. Su largo cabello castaño fue recogido y sujeto con un clip.

Paul vestía una franela a rayas rojas y negras mientras empujaba una gran nevera azul con ruedas.

Ambos ya estaban usando sus gafas de sol envolventes, y Michelle asumió, basándose en la forma en que todavía sentía su cabeza, que probablemente las usaría hasta que se metiera en la cama esta noche.

Subieron al Ford Expedition azul marino y Paul salió del camino de entrada y giró a la izquierda.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Paul.

Michelle lo miró con expresión de disgusto. "Me siento terrible. No me había sentido así en meses. Necesito más café. ¿Te importaría detenerte?

—No hay problema. Yo también podría querer uno. ¿Tienes más Motrin en tu bolso o debería traerme alguno?

—No te molestes, traje toda la botella conmigo; puedes agarrar todo el que necesites.

—Bien, —dijo Paul con un gesto de aprobación.

Después de varias cuadras, se detuvieron en una estación de servicio Mobil y Paul entró a buscar las bebidas. Después de pagar, Paul caminaba de regreso a su vehículo cuando vio a Tom Wallace caminando con confianza hacia él.

Tom trabajaba para Paul y se desempeñaba como director asistente en El Instituto de Investigación Kingsman. En los últimos años, se habían convertido en buenos amigos.

Habiendo estudiado juntos en la Universidad de Washington, Paul estaba muy impresionado con Tom y su habilidad para resolver problemas en el laboratorio. Tom trabajaría en un problema durante el tiempo que fuera necesario hasta resolverlo finalmente. A menudo se le ocurrían cosas que Paul nunca había considerado y, en la mayoría de los casos, tenía razón.

A diferencia de Paul, Tom no tenía su doctorado. En cambio, después de completar su maestría, Tom elige concentrar sus esfuerzos más en el trabajo y la familia que él y su esposa habían comenzado. Paul tuvo que aceptar a regañadientes que Tom había tomado una mejor decisión. Tom tuvo tres hijos increíbles y Linda Wallace era una persona hermosa, y no solo físicamente.

De hecho, Tom parecía tener la familia y el matrimonio perfectos.

Paul estaba celoso a veces cuando pensaba en la situación familiar de Tom. Si hubiera tomado mejores decisiones, podría haber tenido lo mismo. En cambio, tenía una ex esposa y dos hijos a los que solo podía ver cada dos meses.

Cuando Paul fundó el instituto, buscó a Tom y lo encontró trabajando en un centro de investigación administrado por el gobierno en el centro de California.

Paul se ofreció a duplicar su salario si Tom aceptaba venir a trabajar al Instituto Kingsman. Cuando Tom finalmente aceptó, Paul lo trasladó a él y a su familia cruzando el país.

Ahora, casi tres años después, Paul se alegraba de haberse gastado y esforzado para traer a Tom a bordo. Su investigación nunca habría progresado hasta el punto en que lo hubiera hecho sin la participación de Tom. Además, eran amigos cercanos.

—Oye Tom. ¿Qué estás haciendo esta mañana? —preguntó Paul.

Tan pronto como lo preguntó, Paul supo que había cometido un error. Sabía hacia dónde se dirigía Tom, Tom estaba vestido hoy mejor que nunca en el trabajo, y era domingo.

—¿Cómo estás Paul? Vamos de camino a la iglesia, pero primero necesitaba un poco de gasolina.

Paul asintió, “Nos dirigimos al puerto deportivo. Pasaremos el día en el barco. Deberías unirte a nosotros. Lo pasamos muy bien el mes pasado con ustedes”.

Tom respondió: “El clima es perfecto para eso, sospecho que tendrás un gran día. Pero no podemos ir hoy. Por cierto, ¿te sientes bien? ¿No te ves bien?”

Paul sonrió, “Tuvimos demasiada fiesta anoche, y ahora lo estamos pagando”.

Tom asintió entendiendo, “¿Por qué no vienen con nosotros Michelle y tú? El puerto deportivo y el buen tiempo seguirán estando allí en dos horas”.

Paul se rio entre dientes: “Nunca te rindes. ¿Verdad?”

Cuando Tom no respondió de inmediato, Paul agregó: “Hoy es un día demasiado agradable como para ir a sentarse en una iglesia, creo que nos quedaremos con el barco”.

—Lástima, pero asegúrate de no tomar demasiado sol. Mañana es un día demasiado grande y no quiero que no puedas disfrutarlo debido a una quemadura de sol.

—De acuerdo, amigo. Nos vemos mañana —dijo Paul mientras subía de nuevo a la Expedición y le entregaba el café a Michelle, que ella aceptó con entusiasmo.

Paul puso la camioneta grande en marcha y salió de la estación de servicio, saludando a la familia de Tom mientras pasaba junto a su Durango parada en el surtidor.

Michelle miró a Paul y sonrió, “¿Era ese Tom con el que estabas hablando? Escuché algo sobre ir a la iglesia”.

—Sí, están de camino allí y él nos invitó.

—Algunas personas nunca se rinden. Sé que lo has rechazado docenas de veces, —comentó Michelle.

—Es cierto, pero no le molesta demasiado. Deja en claro dónde se encuentra e invita a la gente a ir. Si dices que no, él retrocede. Es un buen tipo y tiene buenas intenciones.

—Eso es cierto; Me gusta él también. Si me hubiera dado cuenta de que era él, habría ido a saludar a Linda. ¿Qué estaba diciendo acerca de que mañana sería un gran día? Sé que no puedo entender los detalles sobre lo que haces en el instituto, pero Tom hizo que pareciera que mañana es algo especial.

—Lo es, —explicó Paul. “Mañana vamos a intentarlo de nuevo para ver si podemos mover algo a través de la barrera del tiempo”.

—Eso es increíble. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Sé que la mayoría de las cosas del laboratorio no son demasiado interesantes para ti, y trato de dejar el trabajo en el trabajo. Pero tienes razón, esto debería haberlo mencionado al menos.

Mientras Paul decía esto, se detuvo en el estacionamiento del puerto deportivo y la conversación se detuvo.

Descargaron la camioneta y se subieron a la lancha motora roja y blanca de Paul, llamada La Máquina del Tiempo. A los pocos minutos, la habían soltado y se deslizaban fuera de la rampa y se dirigían a la bahía.

CapítuloCuatro

Tom Wallace llegó al Instituto de Investigación Kingsman temprano a la mañana siguiente. Se sorprendió al ver que ya había tantos otros autos en el estacionamiento.

El edificio de tres pisos estaba ubicado en diez hectáreas de propiedad arbolada. Se encontraba a ochocientos metros de la carretera principal y era invisible para cualquiera que pasara por la zona. Un río corría a lo largo del borde oeste de la propiedad. Era típico que quienes trabajaban allí vieran la vida silvestre desde las ventanas de sus oficinas. Había senderos para caminar en la parte de atrás que algunos de los empleados usaban a la hora del almuerzo.

Por lo general, el primero en llegar es Tom quien se encontró sonriendo inconscientemente mientras salía de su Durango y se dirigía hacia la entrada del edificio de aspecto futurista. Se alegró de ver que había otros miembros de su personal que estaban tan emocionados como él de comenzar los experimentos de hoy. Tom agitó su placa de identificación frente al escáner. Escuchó el zumbido audible cuando la cerradura de la puerta se abrió para permitirle el acceso. En otra media hora, estas puertas se abrirían por el día.

La recepción estaba normalmente desocupada. La ubicación del instituto y el hecho de que se trataba de una instalación privada significaban que había muy pocos visitantes. Cualquiera que llegara podía levantar el teléfono del escritorio y alguien bajaría para ayudarlo.

Tom subió a la escalera mecánica, se dirigió directamente a su oficina y colgó su abrigo en la parte trasera de la puerta. Luego colocó su almuerzo en el pequeño refrigerador junto a su escritorio. Se sentó y reprimió la sensación de emoción mientras iniciaba sesión en su computadora y abría su correo electrónico.

Tom estaba trabajando en el último de sus mensajes cuando Paul irrumpió en su oficina.

—Tom, sé que tienes que hacer tu lectura matutina, pero solo por hoy, ¿podrías retrasarla un poco? Todos están aquí y estamos desesperados por ver la grabación. ¡Ahora vamos!

Paul se dio la vuelta de inmediato y salió de la oficina.

Tom se puso de pie, sonrió y miró la Biblia en su escritorio. Pasar algún tiempo cada mañana meditando en las Escrituras era una parte esencial de su día. Sintió que el tiempo tranquilo de estudio siempre lo ayudaba a prepararse para el día. Pero también tuvo que admitir que su capacidad para concentrarse hoy se vio disminuida por la emoción que sentía. Como todos estaban aquí temprano y listos para irse, se sentiría culpable al hacerlos esperar mientras él tenía su tiempo privado. Tom prometió en silencio que leería antes del almuerzo y luego se dirigió a la sala de conferencias principal.

Cuando Tom se acercó, escuchó la charla ansiosa proveniente de los reunidos. Hubo un repentino aplauso cuando entró en la habitación.

Paul, que estaba al frente de la sala, exclamó: “Gracias por decidir acompañarnos”. La respuesta de Tom fue ahogada por las risas amistosas de todos en la habitación.

Tom se sentó en la cabecera de la sala junto a Paul, quien se puso de pie y dijo: “Está bien, las puertas de esta sala de conferencias se cerraron con llave durante el fin de semana, y yo soy el único que tiene llaves. Los registros de la computadora del sistema de seguridad muestran que todos hicieron lo que les dije este fin de semana. Nadie ha intentado entrar a este edificio desde el viernes por la tarde. Además, las puertas de seguridad del laboratorio se mantuvieron cerradas este fin de semana”, continuó Paul después de una breve pausa. “Por lo tanto, podemos decir con seguridad que el experimento que hicimos, o que haremos más tarde, no se vio comprometido”, esperaba Paul mientras crecía la emoción en la sala. “Antes de comenzar, Tom tiene unas palabras para todos ustedes”.

Tom se puso de pie, miró al grupo y dijo: “No sé si el experimento fue exitoso, pero si fue así”, haciendo una pausa para lograr el efecto, Tom continuó: “En solo unos minutos, es posible que veamos los resultados de un experimento que ni siquiera realizaremos durante varias horas”. Esta idea no era nada que todos no supieran, pero solo el concepto hizo que la habitación se quedara en silencio mientras todos contemplaban este hecho nuevamente.

Tom volvió a sentarse y Paul abrió el archivo de video en la computadora junto a él. Los datos residían en el servidor en el sótano que contenía todos los feeds de seguridad registrados. Después de varios segundos, Paul llamó a la habitación: “Aquí vamos”.

Momentos después, la gran pantalla LED montada en la pared frontal se iluminó y la imagen del laboratorio principal se enfocó nítidamente. La marca de tiempo, que muestra la 1:01 a.m. del domingo, era visible en la esquina inferior derecha. La imagen era clara y nada se movía. Había estaciones de trabajo y varios equipos visibles al fondo.

Nadie en la sala de conferencias parecía estar respirando mientras todos miraban fijamente la pantalla LED. Después de casi un minuto completo, hubo un grito ahogado colectivo por parte del equipo. Un segundo todo parecía igual que segundos antes y luego instantáneamente había un objeto extraño en el medio de la habitación. Parecía un robusto carro de cuatro ruedas con varias computadoras portátiles conectadas a él. Había un equipo central con luces intermitentes y una pantalla digital. Había dos cámaras de video idénticas. Uno estaba montado en un trípode corto y giraba lentamente 360 ​​grados, girando y filmando toda la habitación. La otra cámara apuntaba directamente a la pantalla de una de las dos computadoras portátiles. El paquete de instrumentos se quedó allí grabando, mientras la cámara superior giraba dos revoluciones completas, y luego, tan repentinamente como apareció, desapareció.

Toda la sala estalló en aplausos. Hubo gritos y vítores. La gente estaba parada en sillas e intercambiando en saludo de choca esos cinco entre sí.

Después de varios segundos, Paul se puso de pie y gritó: "¡Está bien, ya es suficiente!" El caos disminuyó y continuó: “Recuerden gente, se están felicitando por algo que ni siquiera han hecho todavía”. Continuó: “Volveremos a ver la cinta. Entonces tenemos que ponernos manos a la obra. Todavía tenemos que hacerle la prueba a Clyde y enviarlo de regreso en el tiempo treinta y seis horas”.

Todos volvieron a tomar asiento y la grabación volvió a sonar. Observaron con atención, buscando cualquier evento inesperado que pudiera haberse pasado por alto cuando vieron el video por primera vez.

De nuevo vieron aparecer en la pantalla el carro que contenía el paquete de instrumentos, apodado Clyde. Paul retrocedió la grabación un par de segundos y luego la hizo avanzar nuevamente, esta vez avanzando lo más lentamente posible. Después de unos treinta segundos, llegaron al momento.

En una décima de segundo, Clyde no estaba allí, y al siguiente, había aparecido. Fue instantáneo. No hubo destello de luz o la imagen se desvaneció en el enfoque. Estaba ahí al instante.

CapítuloCinco

Clyde comenzó su existencia como un carro de equipo industrial de alta resistencia, que fue muy modificado. Tenía neumáticos de gran tamaño que tenían unos veinticinco centímetros de diámetro. Tenía un metro veinte de ancho y un metro cincuenta de largo y medía poco más de noventa y dos centímetros de alto. Había una superficie plana en la parte superior. Sentado en el centro de esa superficie había una gran caja de metal con numerosas luces indicadoras y lecturas digitales. Esta caja es donde se montaron las computadoras que contenían los datos para los saltos de tiempo. También estaba la tecnología secreta que le permitió a Clyde comunicarse con la máquina del tiempo real que estaba ubicada permanentemente en el sótano del instituto, incluso si había viajado a un tiempo diferente. Había un estante debajo, justo encima de las ruedas, que contenía cuatro baterías marinas de ciclo profundo. Estos proporcionaron todo el poder de Clyde cuando no estaba enchufado.

Si bien era cierto que Clyde fue el primero en hacer el viaje al pasado y regresar con éxito nuevamente, no fue el primero en intentarlo.

Cuando Paul comenzó a trabajar en la idea de hacer retroceder algo o alguien en el tiempo, había muchos obstáculos que superar. Paul siempre había imaginado un barco de tiempo independiente que llevaría a la gente de un período de tiempo a otro. A medida que avanzaba la investigación, quedó claro que había suficientes problemas graves con ese plan que se volvió muy poco práctico. Primero, su máquina del tiempo necesitaría enormes cantidades de energía y tendría que tener esa energía disponible cuando estaba en el pasado, donde la electricidad externa podría no ser posible. Solo había un par de formas de superar eso. Uno sería un generador diésel masivo que haría que la nave del tiempo fuera extremadamente grande y muy ruidosa. Eso no era práctico para deslizarse en un período de tiempo pasado y volver sin ser notado. La otra opción era un pequeño reactor nuclear. Mientras que un reactor sería silencioso y más portátil; Paul no pudo conseguir uno para este proyecto. Las regulaciones y preocupaciones de seguridad nunca lo permitirían. Paul sabía que tenía que idear un enfoque diferente. En el momento en que se estaban resolviendo estos desafíos fue cuando incorporó a Tom. Juntos desmontaron el problema y se dieron cuenta de que la enorme cantidad de energía y la mayor parte del hardware eran para calcular la matriz y crearon el portal al pasado. Una vez hecho esto, el portal podría mantenerse siempre que hubiera algo en el otro lado para ayudar a mantenerlo abierto. En lugar de enviar la máquina del tiempo al pasado. Podría permanecer en el presente, abrir el portal y enviar un pequeño dispositivo de bajo consumo. Juntas, las dos máquinas mantendrían abierto el portal al pasado, y el sistema remoto podría iniciar el tránsito de regreso en el momento dado. Este cambio eliminó la necesidad de un dispositivo grande, posiblemente ruidoso, para hacer el viaje al pasado.

Debido a esto, la mayor parte del trabajo inicial se centró en el gran dispositivo que construyeron en el sótano del instituto. Fue controlado desde el laboratorio e hizo el trabajo pesado para abrir el portal al pasado.

A medida que avanzaba este trabajo, construyeron el primer sistema remoto. Era una de las primeras versiones de Clyde y estaba colocado en una mesa de laboratorio. El equipo apodó el dispositivo Mona. Tan pronto como se creó Mona, el equipo notó los problemas. No era portátil y nunca podría llevar a una persona al pasado. Sin embargo, con el uso de Mona y los sistemas en el sótano, pudieron abrir un portal al pasado. Simplemente no pudieron comprender claramente en qué período de tiempo se abrió.

Este primer éxito emocionó al equipo. Reelaboraron muchos de sus procesos, y esto incluyó la reconstrucción del dispositivo que se movería a través del portal. Esta vez Paul y su equipo construyeron la máquina en un carro utilitario. Era mucho más portátil que Mona y corrigió muchos de sus defectos. Esta unidad se llamó Wally. Las primeras pruebas salieron mejor y, finalmente, decidieron que era hora de devolver a Wally un día en el tiempo. Wally llegó precisamente en el momento correcto, pero el cálculo de la ubicación necesitaba refinarse. Nadie está seguro de la ubicación exacta donde llegó, pero estaba sobre el estacionamiento principal. Podría haber estado a treinta metros en el aire o a trescientos. De cualquier manera, Wally fue encontrado en pedazos e hizo un pequeño cráter en el asfalto a su llegada.

Este revés no disuadió a ninguno de ellos porque habían enviado un objeto atrás en el tiempo, pero no según lo planeado. El equipo del proyecto siguió adelante. Trabajaron para refinar el proceso y reconstruir el dispositivo remoto. Esta vez construyeron una máquina mucho más robusta. Se pueden agregar hasta cuatro asientos, o se pueden quitar para permitir el montaje de varias cámaras remotas u otros equipos. Después de mucho debate, este control remoto se llamó Clyde.

CapítuloSeis

Después de ver y revisar la grabación repetidamente, todos partieron hacia el laboratorio. Quedaba mucho trabajo por completar antes de que Clyde pudiera hacer su histórico pero breve viaje.

Paul, con la ayuda de varios técnicos, comenzó a encender Clyde. Durante los siguientes minutos, el equipo que componía el Clyde que viajaba en el tiempo cobró vida. Había cables de alimentación y de computadora que iban desde terminales empotrados en la pared y conectados a los distintos equipos del carro.

Completaron las calibraciones finales y se probaron las baterías para asegurarse de que tuvieran una carga completa. Las cámaras de video fueron revisadas varias veces. Nadie quería tener que repetir este trabajo debido a una cámara mal configurada. Después de más de una hora de preparación, Tom Wallace tomó un pequeño transmisor de control remoto y condujo mientras Clyde rodaba lentamente hacia el centro de la habitación.