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En una comunidad alejada, allá en un tiempo desconocido, una historia con personajes fantásticos, luchaban por recuperar su libro que estaba en poder de los malvados. Todos los protagonistas estaban llenos de un encanto especial. Todos corrían para recuperar ese libro que simbolizaba la vida para los habitantes de la Estación Dibujada. Entre ambos bandos de luchadores, los más destacados lideraban la búsqueda, allí se encontraba del lado bueno la joven guerrera Roalmar, incansablemente fuerte. Mientras tanto, por el lado de los malos, el maléfico de Lavegul, avanzaba a través de su imagen de mil formas. Nadie se rendía, la búsqueda del libro despertaba terror, en un lugar en que sólo había que correr. La magia de cada uno de los luchadores hizo posible llegar al final, pero unas manos blancas anunciaron el comienzo de otra carrera.
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Seitenzahl: 137
Veröffentlichungsjahr: 2017
mariela alejandra rodríguez
La búsqueda del libro
Parte 1
Editorial Autores de Argentina
Rodriguez, Mariela Alejandra
La búsqueda del libro : parte 1 / Mariela Alejandra Rodriguez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-761-026-0
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título.
CDD A863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Coordinación de producción: Helena Maso Baldi
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Eleonora Silva
Ilustración de portada: Juan Matías Lagrassa
Dedicado a mis dos hijos, Ventura y Oriol, que todos los días iluminan mi corazón; también a mi familia por ser fuente de inspiración en las batallas de la vida y a todos aquellos que no se rinden, aun cuando se los ve vencidos.
Prólogo
El veloz corredor José nos relata su carrera por diferentes dimensiones de un mundo no distinto al nuestro.
En el muelle de un río en islas oscuras deja descansar sus piernas para que dos abuelos conozcan su vida.
El joven lucha por lo que ama siguiendo las instrucciones del gran maestro chesio de la estación dibujada.
La batalla de Breves separó a los titanes que ya no estaban en la ciudad pequeña.
La ruina de los chesios la habían logrado los reyes Misorianos y su reconstrucción dependía de dos piernas de un joven luchador.
Mientras el maestro chesio resistía a la maldad que surgía del mar Amil, los luchadores se empezaban a encontrar para cumplir con la orden de encontrar el libro.
El fin era defender los valores de un pueblo que se había quedado sin identidad porque sus raíces estaban en poder de los malos de la historia.
Introducción
Esta historia ya la había escrito hace unos años atrás. La perdí en un instante y pensé que jamás la iba a recuperar.
¿Cómo la perdí? Eso no se los voy a contar porque para ustedes tengo un mejor plan. Puedo invitarlos a mirar las piernas de José, es un programa atlético correr junto a él y animarse a poner pies sensibles a los desafíos.
Los hechos suceden tal cual sea la realidad de cualquiera de nosotros. Es una historia de fuertes, débiles, titanes, villanos, buenos, malos y algunos mezclados.
Sucede en un tiempo extraño, vaya a saber si alguno de nosotros estuvo ahí.
La verdad es que yo siento que pasé volando, observé la situación, o tal vez corrí tan velozmente en toda mi vida que conocí a todos ellos.
Los personajes más inimaginables o más bien los siempre pensados. Los héroes abatidos en búsqueda de la verdad. La lucha por la perfección o la supervivencia del mejor; eso será cuestión de una apreciación final.
En ese libro el gran corredor José busca a todos los héroes deprimidos por la derrota en la Batalla de Breves, su idea es invitarlos a seguir luchando y encontrar el libro.
Me esmero en este comienzo en presentarles a mis personajes; aquí van y ellos son…
La dama de las ilusiones, la más bella mujer que nos brinda protección, sus modos anuncian libertad, es blanco, es negro y más.
Los chesios son la clara realidad de un pueblo que lucha por sus valores pensando en su postergación en manos de los niños.
La joven heroína Roalmar es una mujer que siente el fracaso en la batalla de Breves y de ahí decide instalarse con sus hijos, los mellizos, en el bosque Eumal. Lo oculto para ella persigue la inquietud, finalmente la luz presenta la vida real.
Los mellizos Kaiuz son el motor del amor, la continuidad de nuestra sangre. El descanso divino de los sueños etéreos, los propios, los ajenos, la recopilación de un todo que llevamos dentro.
Líder Loreola y sus tres soldados son los mejores luchadores, esos que nunca se cansan. Soldados victoriosos de tiempos ignotos.
El chesio gritón es el más observador, sus sentimientos escondidos encierran dolor, pero busca reconstruir la ciudad. El don es la esencia de la inmaterialidad.
La señora diamante tiene el poder de la resistencia, tolera demasiado, soporta la peor crueldad. Es roca, es meteoro, es tierra y paz.
El gran gaulón es pura emoción y su fuerza precisamente no es la razón. La brutalidad lo acompaña en cada batalla. Es fuego, es dragón, es poeta agresor.
Todos ellos son mis héroes, los sueño muchas noches, de día los imagino como acompañantes de mis viajes y hasta los puedo ver.
A veces me pregunto: ¿cómo tendrán el corazón?, si los hice pelear mucho, si les di descanso, si los abracé cuando los vi sufrir, si los perdoné cuando los vi fracasar.
La estación dibujada era la casa de mis héroes que los malos destruyeron en la batalla de Breves. La tarea más difícil era reconstruirla porque los malvados escondían el libro de las normas en la oscuridad.
Los malos tenían nuestro libro, las páginas de un artista, el olor a triunfo de un pueblo.
La habilidad de mis titanes era correr rápido desde un tiempo a otro para saltar los obstáculos y obtener el Libro que estaba en sus manos.
Otro Héroe escondido intuía los malos auspicios. Las tormentas de acero en un dibujo rodeado de flores amarillas jugaban a ser jueces desconcertantes.
Las piernas muchas veces les dolieron, seguramente fue falta de protección.
Finalmente encontré a los malos, luego se los presenté a mis titanes.
¡¡¡El libro es propietario del resto, espero que no se asusten!!!
Solo algunos detalles, cuidado con las Naplas, con el más temido Lavegul y corran a gran velocidad cuando sepan que la triste Eka los va a mirar.
Y sucede que una tarde mientras preparaba un puré de calabazas cambié varias veces el título del libro, pero nunca varié la dirección de una libre interpretación.
Porque todos muchas veces nos hemos sentido héroes, otras tantas derrotados y pocas veces pensamos ser malos.
Era un tiempo alejado de bondadesla noche buscaba ayuda sagrada,era un llanto y mezcla de vanidades,la ciudad yacía de sangre derramada.
Las aves llamadas naplas, multiplicadasrobaron el libro de la estación dibujada.Lavegul las dirigía hacia el mar Amil,al castillo de los reyes dispuestos a morir.
Los habitantes chesios fueron escudos, sus vidas gambeteaban con la rapiña,los reyes malos los dejaron desnudosy pusieron fin los ojos de una niña.
Al veloz corredor lo mandó la divinidad,a los héroes vencidos debía encontrar,el bosque incierto era una novedad, pero tuvo piernas fuertes para marchar.
La batalla de Breves no robó el final,puso más fuerza en cada habilidad,la siguiente lucha fue en agua y no en manantial,misteriosa batalla, amiga de la oscuridad.
LA BÚSQUEDA DEL LIBRO
Parte 1
CAPÍTULO 1
El primer héroe
Mientras José corría para escapar de esa casa cargada de misterio, la luz del sol comenzaba a perderse, la vegetación era más voluminosa, los ruidos más inciertos y el olor a río le daba aliento.
El barro se metía en los dedos y los tobillos lesionados por el peor de los castigos. Así se mezclaba en el incierto del correr por su vida.
Las voces perdidas le daban alegría y también miedo porque sabía muy bien que empezaba el camino de otra batalla. Corre por su vida el audaz José y deja algunas lágrimas que dibujan la esencia humana de luchar aun estando con las piernas cansadas.
A lo lejos una casa humilde rodeada de juncos y sauces oscuros lo animaba a acercarse. Allí encontraría su primer descanso porque el otro muelle que había dejado atrás lo había asustado.
Dos abuelos de avanzada edad, un perro llamado Leopoldo y el gato Andrés fueron el abrigo más buscado. Después de correr desesperado llegaba el momento de contar su historia porque nadie sabía nada de José. Él tampoco conocía los detalles de cada minuto, hora o día, solo pasaba el tiempo y eso era un capítulo genuino de su verdad.
Contar a los ancianos su verdad iba a ser un descanso. Cenar con ellos era por un lado un sueño y por otro la sensación mundana de estar cerca de su libertad. Pero la ayuda no iba a tardar en llegar, otra historia se empezaba a gestar en otro lugar. Por momentos no sabía dónde estaba, con su ánimo mezclado de imágenes fuertes, pero contenido por dos tiernos abuelos.
Muchas preguntas, pocas respuestas y una energía que descansaba sin pedir fin. Una vez más se abrió una puerta y el ruido de la gran ciudad lo aplastaba sin perdonar. Eso fue un recuerdo que lo obligó a llorar. De pronto se dio cuenta de que lo miraban. Los abuelos lo invitaron a su casa, le ofrecieron el baño con agua caliente, ropa limpia y una cena candorosa a la luz de una estufa a leña con presencia especial.
José descansaba después de haber corrido por su vida. La cena era un regalo del cielo para el pobre José. Hacía mucho tiempo que su estómago no recibía algo caliente. Él venía de batallar con las bestias, de ver sufrir un pueblo y respirar en la tristeza.
Los abuelos cenaron con José, disfrutaron de una comida sencilla, pero con olor a casero, unos panecillos suaves acariciaron el paladar de nuestro protagonista, una carne asada con un puré con crema y un vino dulce bien patero.
Todo eso alegró el espíritu de nuestro joven que con ojos saltones no paraba de sorprenderse de lo que le estaba sucediendo. Él se había escapado de aquella casa y este era el premio. Los animalitos Leopoldo y Andrés no paraban de manifestar su alegría, el gato le acariciaba las piernas y el perro no paraba de mover la cola.
José pensó que aquel día en que la puerta se abrió fue un pesar de circunstancias que lo hirieron y el camino no fue sencillo, pero fue su elección ser héroe de los Kaiuz como una brusca cascada de agua joven y potente luchó sin vacilar. Pero nuestro amigo debió seguir y por fin los abuelos le dibujaron una sonrisa que conservó para correr más liviano por el camino elaborado.
¿Habrán pasado muchos abuelos por la vida de José? … La ciudad lo ha abrazado algunas veces… o simplemente ¿le tocaba batallar con frecuencia? Tal vez el ejemplar corredor se tentaba porque su instinto era pelear.
Él nunca perdía la constancia de maravillarse; seguramente por ello volvía a caer en lo incierto.
El tiempo transcurrió durante la cena para lograr una panza contenta de nuestro protagonista y por fin el abrigo de los afectos lo animó a contar su historia. Las miradas sabias de los ancianos le dibujaron caricias en su corazón que todavía estaba allí.
La estación dibujada era la verdad de José. Allí comenzaba su historia envuelta en personajes misteriosos y de errantes héroes de batallas feroces y de días largos fabricados para valientes.
Él les dijo a los ancianos que la puerta de aquella ciudad se había cerrado. Para volver había que pelear con las aves más despreciables denominadas “naplas”. Según nuestro joven, la tarea no era fácil; ya había luchado, se mostraba en su cansancio que lo hacía dudar de lo oscuro de aquella casa que lo hizo agitar.
Era mucho tiempo el que había que esperar para recuperar esa historia perdida. Los personajes más nefastos la tenían en sus manos y la angustia de José por otras verdades ocultas dejaba escapar de sus labios la historia más fascinante que los abuelos habían oído en su vida.
Sin embargo, nuestro joven sentía que se volvía a caer, la respuesta querida no llegaba, mientras voces perdidas jugaban en un escenario desconocido. Lo incierto lo volvía a atrapar otra vez, un viento suave lo dejaba pensar y la amarga esencia lo llevaba a volver.
Así con un fracaso en la Batalla de Breves, pero buscando la victoria, José nos deja correr por su vida. Y todos, incluyendo los abuelos, empezamos a correr.
La puerta de la estación dibujada se abrió. Los caminos eran varios y el hábil corredor eligió buscar a la autorizada señora de las ilusiones para comenzar a formar su grupo de titanes.
A lo lejos en una tienda encantada, unas cortinas de seda blanca la escondían como a una figura indefensa. Allí estaba la gran heroína con su rostro suave, sus ojos verdes esmeralda, su mirada profunda y su espíritu de lucha.
Por fin, gritó José y dijo: Encontré a mi primera aliada.
Así fue como nuestro héroe José les contó a los abuelos que era una historia de titanes y al mismo tiempo se las fue contando a ustedes.
CAPÍTULO 2
La dama de las ilusiones
El joven valiente entró a la tienda de la señora ilusiones, allí se encontró con toda una atracción para amantes de lo exótico, desde cuadros de siglos pasados hasta alfombras de lugares desconocidos. En el centro había una mesa rectangular de madera bien oscura y sobre ella un paño verde muy sugerente; más atrás unos almohadones de flores bien pequeñas y un olor a incienso fresco.
Ella lo estaba esperando, ambos se miraron y dejaron pasar el tiempo. Solo para albergar en esa tienda mundana lo oscuro y pálido de la búsqueda intensa.
Soy la primera del equipo, me siento muy afortunada, dijo la dama que dejaba correr una sonrisa parcial en su rostro pálido y bello a pesar del tiempo. Mis objetos están preparados, mis mejores armas bien escondidas y las ilusiones de mis oponentes en las palmas de mis manos.
Salieron de la tienda vestidos de peregrinos, el velo enredado no dejaba ver sus rostros, dos bolsas de color verde viejo encerraban el misterio, y la luna con su paz maternal los acompañó hasta el valle de los chesios ante miradas de peligro.
El camino no era fácil porque las naplas, esas viejas aves, custodiaban la zona en busca de presa vital. La tierra húmeda dejaba escapar algún ruido. El río con rabia intensa jugaba a dibujar remolinos feroces; por último, un viento tramposo orquestaba un concierto que provocaba miedo.
El escenario perfecto para ellas, las frías criaturas, transformadas por el rey Misor en las aves más temidas.
Las naplas eran aves nefastas de color gris oscuro, picos punzantes, alas filosas, ojos saltones y muchas de ellas carnívoras.
Estas bestias eran chesios que habían caído en manos de los soldados misorianos en épocas de batalla contra la estación dibujada. Allí perdieron su fe miles de chesios y entraron en una gran transformación llegando a convertirse en ellas. Así fue como muchos de los adultos desaparecieron y solo los niños quedaron al amparo de Misor.
En ese mundo de líderes tiranos empezaron a crecer los chesios, algunos escaparon y aprendieron a correr. Por eso la historia robada por los soldados Misorianos contenía el libro poderoso que nuestros titanes buscaban; ese libro reconstruiría la cultura chesia y haría crecer otra vez la ciudad. Solo el gran maestro Chesio soportaba la depresión de la ciudad y contemplaba en silencio el valor de José. La estación se mantenía con pocos habitantes y eso sorprendía a los malos.
Los dos titanes que se habían encontrado caminaban guardando en suspiros alternados la esperanza de llegar pronto al único lugar donde encontrarían junto al tercer integrante.
La dama tenía un andar suave, al joven José le gustaba correr, pero esas diferencias no lograron separar sus ideas, porque la búsqueda del libro ofrecía la futura reconstrucción de la estación dibujada y los chesios.
La noche parecía benigna, hasta que la señora de las ilusiones olfateó a una napla oculta detrás de unos arbustos en cadena. La dama le dijo a la bestia:
- ¿Tú crees que escaparás a mis kilómetros de vida, joven bestia? Creo que tengo el poder para descifrar las escondidas intenciones…
- ¿Te invito a jugar?
Así fue el desafío de nuestra heroína a una de las bestias más temidas.
Con sus manos blancas dibujó una trampa; así fue como hizo aparecer de la nada a dos chesios, los hizo caminar con cierta libertad cerca de la cadena de arbustos; mientras la maestra despegó de la tierra y a una altura importante dijo: Acá estoy, ave maligna, elige a tu presa…
La napla furiosa se dirigió a los pequeños chesios, los rodeó, y cuando los tuvo cerca, desplegó con energía sus alas. Abrió con violencia su pico áspero y de punta filosa, quiso llevarlos consigo; pero la sorpresa fue lo mejor.