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Soy una romántica que viaja.Las palmas de mis manos guardan la textura del Coliseoy de la Torre Eiffel.Mi memoria lleva grabadadiálogos de amor con el Danubio.Mi rostro lleva la frescura del Sena adherida a la piel como ADN. Soy una romántica que viaja,Me dejo sorprender por las ciudades,les permito que me cuenten sus secretos al oído.Me permito ser geografía en constante movimiento:Geomántica,una romántica que entabla diálogos de amor con las ciudades. *** Septiembre de 2012. Una primavera devenida a otoño. 16 ciudades. 2 corazones que marcaron su propia latitud. La turbulencia en el avión de destino había sido el trailer de lo que estaba por venir: un viaje de transformación, una profecía del presente:La hija del cambio.
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Seitenzahl: 74
Veröffentlichungsjahr: 2015
Sol Iametti
Editorial Autores de Argentina
Iametti, Sol
La Hija del Cambio. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015.
Ebook
ISBN 978-987-711-263-4
1. Narrativa Argentina . 2. Novela. I. Título.
CDD A863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Diseño y diagramación: Maximiliano Nuttini
Diseño de portada: Flor Oliva
www.floroliva.com.ar
Diario digital de la autora:
soliametti.wordpress.com
MÚSICA + CINE + VIAJES + POESÍA
CAPÍTULO 1.Notas de una argentina enamorada de París
Cuando te encontré, me encontré
Las notas azules
Nunca tuve el corazón tan rojo
De historias de amores posibles
CAPÍTULO 2.Alemania Otoño-Invierno
Crucero por el rin: Inmensidad Vol.I
Los tés de todas las tardes: Núremberg, la dama antigua
Hansel, Frankfurt y Gretel
CAPÍTULO 3. Praga. La oportunidad de las segundas oportunidades
La ciudad del obturador
Dorso
...Y todavía un poema de amor
CAPÍTULO 4.Budapest, etiqueta negra
La alumna excelente 10
Danubio y yo
Los amantes furtivos
CAPÍTULO 5.Viena. Soy temporada
Todas las claves del sol
Ópera prima
CAPÍTULO 6.Venecia. De la marea vamos, a la marea venimos
Amanéceme de noche
Llévame a la luna
Crema del cielo
CAPÍTULO 7.Florencia. Cartas de amor
Querido David: Inmensidad Vol.II
Interludio: Asís, al costado del camino
CAPÍTULO 8.Roma. Mitos del cal y arena
Purgatorio de ciudades en pretérito perfecto
El sub-cielo: Inmensidad Vol. III
Los anillos de Roma: El Coliseo
CAPÍTULO 9.La casi costa azul: Silueta de los sueños
Alias: paraíso en la tierra
Las despedidas fragancia de mar
Pasión a la carta: Basílico, il mio amore
CAPÍTULO 10.Mónaco y Montecarlo: Había una vez
Príncipes, princesas y un balcón
El desvío de amaneceres en la costa
CAPÍTULO 11.Iberia: El principio del final
Dame la mano
Desde adentro
Encuentros breves que sueñan grande
Analogía. Pequeños Placeres
CAPÍTULO 12.Canción de vuelta
El regreso: Apaga la ciudad, abre las vendas
El día de la tormenta
CAPÍTULO 13.Próximo destino
Soltar los mapas
INSTRUCCIONES DE VUELO
Soundtrack list: La hija del cambio. Vol. I
Guía de viaje: Instantáneas de Europa
BONUS TRACK
Lista de ciudades que me gustaría conocer
Frases para los días en la vida
Soundtracks
Agradecimientos
Nota al lector
Como yo quería entrar en el mundo, me propuse arreglarme con él y dejé que un poco de mi ternura se desparramara por encima de todas las cosas y las personas. Entonces descubrí que mi socio era el mundo. De nada valía que quisiera separarme de él. De él había recibido las comidas y las palabras.
Felisberto Hernández,
El caballo perdido
Para mi papá, de su luciérnaga.
El corazón no olvida.
Para mi mamá y su “Vos podés”:
Siempre tendremos París...
introducción
Septiembre de 2012. Una primavera devenida a otoño. 16 ciudades. 2 corazones mellizos.
La intensidad de viajar nutrió la textura de mi piel volviéndome fértil para albergar la escultura de cambio que el destino decidió plantar en mi camino. Sentí la intensidad reverberar en mi interior: Sol adentro de Sol, adentro de Sol, como una muñeca rusa; la intensidad conciliando todos mis estratos, aunándome, volviéndome una.
En aquel viaje sembré diálogos de amor con las ciudades, dando a luz a una nueva versión, una (re)versión que se nutre a partir de las palabras.
Florecí extendiendo las palabras como mis hojas, soltando una afirmación en los vientos de cambio, una canción íntima:
“Éstas son mis palabras, y se quedan conmigo: lo escrito está escrito.”
Anunciamos el embarque del próximo vuelo con destino a París a partir de la página 19.
Por favor, asegúrese de tener listos su pasaporte e imaginación antes del embarque.
La Hija del Cambio le desea un viaje inolvidable.
¡Bon voyage!
CUANDO TE ENCONTRÉ, ME ENCONTRÉ
[Otoño en París – Toma 1]
La turbulencia en el avión de destino había sido el trailer de lo que estaba por venir, una profecía de los próximos meses.
Arrivées – decía el cartel sobre nosotras, clonándose las letras como nosotras nos clonábamos los pasos.
Así nos recibía París, con la intensidad del azul de sus señales y la caricia pretérita del lazo de su acento.
Llegamos al aeropuerto de Orly con las valijas cansadas de correr contra el reloj. Mi tía, Ella y yo habíamos tomado la decisión de embarcarnos en un viaje sin escalas hacia camas de alquiler. Aún no sabíamos lo que nos deparaban las próximas horas (o los próximos meses).
Era de noche. Alguien había tenido la gentileza de tender una sábana de terciopelo azul sobre nuestros nortes. Cualquier vestigio de nubes parecía haber sido desterrado hacia otras capitales.
Desde ese momento, la sincronicidad se apoderó de nuestro reloj de arena, decidiendo acompañarnos durante el resto del viaje.
El chofer encargado de trasladarnos al hotel decidió apaciguar nuestro cansancio con un recorrido por las calles más atractivas de la ciudad. Fue entonces cuando todo comenzó a tomar otro color.
La noche parecía producida para asistir a una gala de Jane Austen.
Esto es París – dijo el chofer en español, agregando cierta pausa entre las letras.
Así fue como las luces de París marcaron el comienzo de mi historia de amor con las ciudades. En ese instante supe que era amor; amor a primera visita.
Y creo que París también lo supo. Se presentó ante mí digno de un romance de novela: en cámara lenta y línea recta; con un halo de misterio y su esencia de conquista. Se presentó ante mí como un Mister Darcy de neón, con un tinte de nostalgia destilando de sus ojos-balcón, dispuesto a desarmar mi monotonía con un naipe de seducción bajo la manga.
Me sentí ligera, lo suficiente como para que una parte de mí se filtrara por el cristal de la ventana. “París”, dije en un suspiro, dejando deslizar el aire entre mis labios, con el alivio propio de volver a casa después de un día agitado.
Esa noche, París extendió su mano de suburbios y me invitó a bailar. Me dejé llevar por la magia del momento y nuestros poemas se ensamblaron en perfecta sintonía, volviéndose uno.
El amor me había encontrado sin anuncios ni antesalas, como la poesía sin cocción, o la turbulencia conjugada a futuro.
Y eso había sido la turbulencia del avión hacia París: el trailer del comienzo del final.
***
A París:
Que se suelten los relojes
y la noche se convierta en melodía,
trizas de cosmos que no conoce de estaciones.
Que la música no pare
Y que rompamos el cristal del desvarío
Aún en la ausencia de un caso de emergencia.
Que la noche sea azul y de neón,
Blue note,
Sin finales a la vista.
Que la música no pare…
Y que París no pare de seguir…
Ciudad azul: quédate conmigo.
LAS NOTAS AZULES
Llueve en París. En París llueve. Es el segundo día en París, y llueve – Pensamiento nro. 1.
Mis sentidos se encendieron con la intensidad de una torre pasada de sueño, y lo suficientemente atentos como para percibir la ausencia del aroma a asfalto húmedo que distingue a Buenos Aires.
En mis ojos las gotas se manifestaron como lágrimas de cristal que quedaban suspendidas en el aire; cortinas de cuentas transparentes. Las desplacé con las manos y me abrí paso hacia adentro de su esfera. El más mínimo movimiento y devendría en sismo emocional. El más mínimo movimiento, y las gotas cederían su entereza, vertiendo su esplendor sobre todo mi entorno.
Recuerdo olvidarme de mí empapándome en la magia de París, recuerdo no importarme. Recuerdo convertirme en heroína de sus charcos, en bailarina de sus aceras espejo.
Aún recuerdo el no-calor despejándome la piel para enterrarme los amantes del pasado; la humedad que ese día decidió faltar a clases.
Hoy París; hoy puedo bailar tranquila. – Pensamiento nro. 2.
Recuerdo adentrarnos en las calles del Barrio Latino:
Pubs - After office - Más pubs. El color protagonista: amarillo flameante. Nuevos peinados viejos.
Me veo:
Paso de bailarina a espectadora en menos de un segundo.
Llueve en París. En París llueve. París tiene magia – Pensamiento nro. 3, o 1 bis.
Intento mezclarme entre la gente, encenderme amarilla y flameante, pero sin tener éxito.
Camino, sigo caminando, y en lugar de volverme amarilla, atardece, y yo, me visto de azul. Me integro al Confort Azul Noche compatible con mi piel.
Un desfile de umbrellas vuelve aquella calle angosta en pasarela.
De pronto, una pequeña boulangerie como resguardo de la lluvia. Y llueve en París, en París llueve.
Sintonizo el ventanal. Las gotas pausan su descenso antes de quebrarse en el abismo de poliéster. Creo que le temen a la muerte (no saben que su ciclo de reencarnación es inmediato).
Los bordes de la taza me abrazan la silueta. El café y la leche me aceptan como soy: extranjera, ajena al after office. Se infiltran impregnando mis labios de aroma a vainilla. Sabor a intimidad, gusto a pertenencia.