La hija del zapatero - Diego López Rapado - E-Book

La hija del zapatero E-Book

Diego López Rapado

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Beschreibung

Imagina que los habitantes de tu ciudad pierden sus sombras. Os presentamos a Tara, una niña traviesa a la que le encanta saltar por los tejados y colarse en las fiestas del rey. Pero la vida de Tara se complica cuando un mago lanza un hechizo sobre el reino y, sin poder evitarlo, se ve envuelta en un lío real. Tara se convierte en una heroína inesperada y emprende una emocionante aventura llena de lecciones sobre valentía y generosidad, además de muchos desafíos mágicos. Enfrentándose a sus propios miedos, Tara deberá demostrar que es digna del regalo que el mago desea otorgarle. ¿Podrá nuestra niña traviesa devolver la luz del día y las sombras perdidas a su reino?

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© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

[email protected]

© Diego López Rapado

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1181-655-7

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

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Érase una vez una niña traviesa. No era una niña mala, solo traviesa. Siempre andaba por los tejados; un salto por aquí y otro por allá. Aunque aquello no le gustaba nada a su padre, el zapatero real. Como era hija de zapatero, no había día que no llevara la cara manchada de betún, lo que hacía que sus labores furtivas fueran aún más fáciles de realizar.

Se daba la circunstancia de que su padre, por ser tupino,cojeaba de un pie, y rara vez salía del taller. Su madre había fallecido de unas fiebres cuando ella era un bebé. Por esta razón, la niña, siempre que podía, ayudaba a su padre.

Al ser hija del zapatero real tenía cierta facilidad para colarse en el palacio, bajo cualquier excusa. Tara, que así se llamaba la niña, se había hecho amiga de la encargada de la cocina. Si llegaba en el momento adecuado nunca le faltaba algo de comida que poder llevar a casa. Incluso en los días de celebración, a veces, podían comer un pedacito de tarta. A cambio Tara contaba sus aventuras a los cocineros. Les encantaba escuchar aquellas que chismorreaban sobre los grandes bailes del rey, a los que no todos estaban invitados.

Fue por culpa de esas escapadas furtivas y esos escabullimientos de tejado que un día la joven hija del zapatero se metió en un lío. No era un lío pequeño, de esos delosque podía salir airosa con una pequeña reprimenda. El suyo fue un lío real.

Aquel día el sol iluminaba con sus últimos rayos las relucientes puntas de las almenas del palacio y la gente se agolpaba en la entrada del gran salón, donde iba a comenzar la famosa fiesta de disfraces que el rey celebraba cada año por su cumpleaños. Era una fiesta peculiar ya que el ganador sería aquel que tuviera la máscara más fea del baile.

Quiso el caprichoso destino que la organización de la fiesta llegara a oídos de un mago que, no siendo demasiado vanidoso, se tenía por guapo. El mago decidió conjurar una de las máscaras más horrendas que jamás se hubiera visto y se presentó en la fiesta del rey.