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La mano del fuego recoge 33 poemas imprescindibles de Joan Vinyoli (1914-1984), acaso el más grande de los poetas que ha dado la lengua catalana durante el siglo XX y sin duda el más influyente, seleccionados por Jordi Llavina, comisario de los actos del centenario de Joan Vinyoli, y cuidadosamente traducidos por el poeta Carlos Vitale. En la luminosa y turbadora poesía de este "huésped inexperto de la tierra" –como se definía a sí mismo el propio Vinyoli– el lector encontrará paradójicamente infinidad de estímulos para la reflexión: la necesidad perentoria de la poesía, la condición siempre sedienta del deseo humano, el raro milagro del amor, la percepción casi física de los zarpazos del tiempo en nuestro ser, la inexorabilidad de la pérdida, la urgencia de recurrir a los paraísos artificiales para no naufragar en la angustia o la realidad última e incontestable de la muerte. Poesía microscópica y telescópica a la vez, poblada de objetos reveladores que reconocemos como símbolos (una veleta en forma de gallo, una bola de billar, la escafandra, el hacha de leñador, el árbol cortado, un frasco de cianuro…) y de apuestas estéticas plurales (del misticismo casi órfico a la poesía de lo concreto), la obra de Joan Vinyoli impresiona, sin embargo, por su prodigiosa coherencia, la que le otorga su obsesivo intento de capturar la belleza del mundo en las palabras y trascender así a la mísera condición del hombre.
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Seitenzahl: 57
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Joan Vinyoli i Pladevall (Barcelona, 1914-1984) es uno de poetas fundamentales de la literatura catalana del siglo XX.
Es autor de una dilatada y amplia obra poética, que fue reconocida con los más prestigiosos premios literarios: Primer desenllaç (1937), De vida i somni (1948), Les hores retrobades (1951),El Callat (1956), Realitats (1963), Tot és ara i res (1970), Encara les paraules (1973) Ara que és tard (1975, Premi de la Crítica Serra d´Or), Vent d’aram (1976, Premi de la Crítica Literària),Llibre d’amic (1977), El griu (1978), Cercles (1980), A hores petites (1981), Cants d’Abelone(1983), Domini màgic (1984) i Passeig d’aniversari (1984, Premi de la Critica de Poesia Catalana, Premio Nacional de Poesía).
A estos quince libros, hay que sumarles sus muy personales traducciones de la poesía de Rainer María Rilke: Versions de Rilke (1984) y, póstumamente, Noves versions de Rilke (1985), poeta que le acompañó siempre y del que Joan Vinyoli aprendió el que, según Jordi LLovet, tal vez sea el propósito esencial de su obra: “alcanzar la voz escondida de lo sublime de las cosas, la naturaleza y los hombres”.
Candaya Poesia, 14
© Prólogo: Jordi Llavina
© De la traducción: Carlos Vitale
© Herederos de Joan Vinyoli
Primera edición: julio de 2014
© Editorial Candaya S.L.
Camí de l’Arboçar, 4 - Les Gunyoles
08793 Avinyonet del Penedès (Barcelona)
www.candaya.com
facebook.com/edcandaya
Francesc Fernández
Imagen de la cubierta:
Francesc Fernández
BIC: DCF
ISBN: 978-84-18504-20-4
La traducción de este libro ha contado con el apoyo económico del Institut Ramon Llull
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura y Deporte
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier procedimiento, sin la previa autorización del editor.
Prólogo
EL CAMPANAR
EL CAMPANARIO
SOL DAVANT TEU
SOLO ANTE TI
GALL
GALLO
EL MECÀNIC I LA SEVA FAMÍLIA
EL MECÁNICO Y SU FAMILIA
RECORDA
RECUERDA
UNA LÀPIDA
UNA LÁPIDA
CASTANYADA AMB LECTURA DE POEMES I UN MORT D’ACCIDENT
CASTAÑADA CON LECTURA DE POEMAS Y UN MUERTO EN ACCIDENTE
ELS CUCS DE SEDA
LOS GUSANOS DE SEDA
MIRAMAR
MIRAMAR
MATINADA MORADA AMB FÀBRIQUES
MADRUGADA MORADA CON FÁBRICAS
EL GRANER MORAT
EL GRANERO MORADO
DIES AL CAMP
DÍAS EN EL CAMPO
PERFECTAMENT RECORDO
PERFECTAMENTE RECUERDO
PROJECTES DE FELICITAT
PROYECTOS DE FELICIDAD
EL SILENCI DELS MORTS
EL SILENCIO DE LOS MUERTOS
LLIBRE D’AMIC
LIBRO DE AMIGO
EL BANY
EL BAÑO
ERES ON ERES
ESTABAS DONDE ESTABAS
SÓC HOME SOL
SOY HOMBRE SOLO
MAR BRUT
MAR SUCIO
POLLETS
POLLITOS
L’EQUIVALENT
EL EQUIVALENTE
MOT RERA MOT
PALABRA TRAS PALABRA
AUTORETRAT ALS SEIXANTA-CINC ANYS
AUTORRETRATO A LOS SESENTA Y CINCO AÑOS
VINE A MI, DOLÇA MORT
VEN A MÍ, DULCE MUERTE
LA MÀ DEL FOC
LA MANO DEL FUEGO
PAISATGE AMB LLOPS
PAISAJE CON LOBOS
JOC
JUEGO
VESPRE A LA CAFETERIA
ANOCHECER EN LA CAFETERÍA
SENSE MANS
SIN MANOS
ELEGIA A VALLVIDRERA
ELEGÍA DE VALLVIDRERA
Jordi Llavina
Todo buen lector de poesía tiene su poema fundacional o epifánico. Me refiero a aquel poema que, acaso sin sacarlo de su juvenil ignorancia, le ofreció un atisbo de lucidez o de sabiduría, y que, mucho más que eso, sirvió para inocularle el dulce veneno de la lírica (del que ya jamás, por fortuna, va a curarse). El mío fue “Juego”, de Joan Vinyoli, que en la traducción de Carlos Vitale suena así:
Me he vuelto una bola de billar
de marfil que rueda empujada siempre
por el taco siniestro y, dolorosamente,
topando contra las bandas del rectángulo,
es repelida con seca violencia,
sin parar.
Ya no puedo jugar más, retírame
del fieltro verde, jugador empedernido,
déjame sentir cómo van cayendo las horas,
cómo cesan el ruido y el movimiento,
cómo, inactivo, el marfil se hace cera,
que fundirá, al final, la mano del fuego.
“Juego” es uno de los poemas incluidos en el penúltimo libro del autor, Domini màgic, y el que, gracias al hemistiquio final, da título a la presente antología. Compré ese libro por el poema “Juego”, que me sedujo de un modo en que, hasta la fecha, no me había seducido ningún otro texto (o no, por lo menos, con la misma intensidad). Yo era, en 1984, un chico bastante aplicado, que empezaba a mostrar interés por la literatura. Aún no conocía la teoría de Eliot acerca del correlato objetivo, pero en los versos del barcelonés advertí la maravilla de filosofar sobre la vida humana y tomé conciencia de cuán frágil es, por medio de algo tan cotidiano y, a la vez, tan desconcertante como una bola de billar. Entonces todavía no había leído el célebre poema de Frost sobre los dos modos de consunción: mediante el fuego o mediante el hielo. Entonces todavía no contaba con unos pertrechos literarios con un mínimo de solidez, que me permitieran relacionar textos y autores para mejor penetrar el sentido o el milagro de la poesía. Y, aun así, me sentí cautivado, casi abducido, por el relato metafórico de esa bola sin autonomía, sin libertad ninguna, a la que alguien, desde fuera, propina unos golpes que ya no logran sino enajenar, más si cabe, su conciencia, aislarla del mundo. Se me antojaba un poema terrible y luminoso, y enseguida reparé en que lo nuestro, en tanto que hombres y mujeres de carne y hueso, dotados de lo que comúnmente hemos convenido en denominar alma, no dista demasiado de la inerme condición de un objeto cualquiera: una bola de billar, o cualquier otro objeto de los que acarician la naturaleza de símbolo en la obra poética de nuestro autor: una veleta en forma de gallo, una escafandra, el hacha del leñador, un frasco lleno de cianuro. Un objeto, aclarémoslo, que no vive sino por circunstancias remotas, impulsado por fuerzas que están mucho más allá de nuestro conocimiento y de nuestra experiencia. Al fin y al cabo, tampoco nosotros podemos salir del terreno de juego sin echarlo todo a perder y, en ocasiones, también nosotros nos sentimos tan abrumados por el dolor, tan íntimamente apesadumbrados, que podemos llegar a desear con ardor el fin de nuestros días. Creo que, durante algunas noches, llegué incluso a soñar con esa mano hecha de llamas que abraza (¿puede una mano, en realidad, abrazar?) la bola de marfil hasta convertirla en un puñado de blanda cera, que terminará por derretirse sin dejar rastro. ¿Cómo llaman a eso en el cine? ¿Fundido en negro, verdad?