La realidad del tiempo y la telaraña de Einstein - Rocco Vittorio Macri - E-Book

La realidad del tiempo y la telaraña de Einstein E-Book

Rocco Vittorio Macrì

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Beschreibung

El mayor misterio de todos, el enigma del Tiempo, brilló como un cuásar cegador sobre los ojos del creador de la Teoría de la Relatividad, Albert Einstein. De hecho, no ha habido ningún pensador significativo, desde la antigüedad hasta el día de hoy, que no haya enfrentado el misterio del Tiempo y lo haya hecho parte esencial de su propia filosofía. Incluso en los días de Plotino el problema del Tiempo fue considerado como "antiguo" y "continuamente revivido". Pensar en el Tiempo es como arar el océano. A pesar de esto, el siglo XX vio una nueva y sin precedentes definición operacional establecida por Einstein, quien despojó a la noción de Tiempo de todo contenido metafísico, y la hizo ontológicamente eliminable. El veredicto en nuestros días es: "El Tiempo no existe". Sin embargo, no han faltado pensadores que han intentado nadar contra la corriente, para arrojar el guante al "Asesino del Tiempo", al Demoledor del Absoluto, mostrando que el Tiempo no es una ilusión, el Tiempo es real. Estos conmovedores momentos de la historia del esfuerzo intelectual se recogen aquí, reviviendo la cara filosófica de cada disidente. El tema es interesante no sólo para los expertos en la materia, sino también para toda mente inquieta sedienta de verdades históricas. El lector que esté fascinado por las ideas fundamentales de la física y la filosofía encontrará aquí una gran satisfacción. Además, encontrará aquí las últimas raíces de nuestra Weltanschaaung contemporánea.

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Índice

 

Agradecimientos

Prólogo

Resumen conceptual de la obra

Introducción

I - El gran cataclismo causado por la relatividad

II - El Génesis de la Relatividad

III - Movimiento Determinado e Indeterminado Epistemicamente

IV - La Síntesis Newtoniana y el Frame Swap

V - El enfoque de Einstein sobre la relatividad

VI - El concepto de FLOP y los puntos débiles de la relatividad

VII - El tiempo: el corazón de la relatividad

VIII - Premisa principal

IX - Premisa menor

X - El punto relativo al concepto de tiempo

XI - Bergson y la Flecha del Tiempo

XII - Maritain en defensa de la simultaneidad

XIII - El silogismo de Dingle y la paradoja de los gemelos

Apéndice: Asimetrías anti-relativistas

Bibliografía

Rocco Vittorio Macrì

La realidad del tiempo y la telaraña de Einstein

Los pasos en falso de un genio contra la realidad del tiempo

Título | La realidad del tiempo y la telaraña de Einstein

Subtítulo | Los pasos en falso de un genio contra la realidad del tiempo

Autor | Rocco Vittorio Macrì

ISBN |

Edición original italiana: La realtà del tempo e la ragnatela di Einstein, 2 ed.

© 2015, 2020

Todos los derechos reservados al autor

No se puede reproducir ninguna parte

sin el permiso escrito del autor.

Traducción al español de

Giuseppe Crimeni y Vicenta González

Cubierta: Autor

Youcanprint Auto-Publicación

Via Roma, 73 - 73039 Tricase (LE) - Italia

www.youcanprint.it

[email protected]

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Twitter : twitter.com/youcanprintit

a Umberto Bartocci

Franco Selleri

Lee Smolin

Maestros de la investigación

Dos caminos se separaron en un bosque, y yo...

Tomé el menos transitado,

Y eso ha hecho toda la diferencia

Robert Frost

AGRADECIMIENTOS

Esta nueva edición se está imprimiendo en varios idiomas. Esta es la reacción del autor al inesperado éxito de la primera versión italiana de este libro. El volumen fue, de hecho, inicialmente, más bien “para expertos”, dirigido a la clase de expertos en ciencia que también tenían una formación en el campo del refinamiento filosófico. Sin embargo, el esfuerzo por erradicar de raíz el simbolismo matemático oculto que envuelve a la Teoría de la Relatividad ha dado frutos más allá de toda expectativa: ha sido recompensado con la comprensión exterior gratificante y no superficial de estos conceptos incluso por aquellos que están lejos de ser expertos en este difícil tema.

Finalmente tenemos una idea de la respuesta que el propio Einstein tenía curiosidad por obtener cuando preguntó, refiriéndose a la nueva física que estaba surgiendo en su época, “cómo los no físicos se burlarían de ella si pudieran seguir su curioso desarrollo”. El veredicto que encontramos emitido como resultado de esto nos lleva a creer firmemente que el científico, por muy inteligente, racional y experto que sea, necesita el sentido común del lego: como por supuesto recordarán, fue básicamente un niño -para citar el famoso cuento de Hans Christian Andersen “Las nuevas ropas del emperador”- quien llegó por primera vez a la verdad, exclamando: “¡Pero el rey está desnudo!” ... mientras que todos los adultos “sabios” estaban allí, en cambio, infectados y sumisos al pensamiento dominante de la época; sujetos a lo que los escolásticos llamaban el argumentum ad verecundiam. Un agujero en el suelo se reconoce mucho más fácilmente cuando no está cubierto de arbustos y follaje disperso, e incluso un niño podría informar de su presencia; del mismo modo, sería fácil reconocer los posibles agujeros dispersos en la física contemporánea si no estuvieran ocultos por el críptico océano de símbolos matemáticos envolventes.

Las palabras del matemático Umberto Bartocci, una de las mentes más penetrantes del panorama internacional, son sumamente esclarecedoras a este respecto, citadas aquí como se encuentran en una de sus obras sobre la Relatividad Especial, I fondamenti della Relatività (“Los fundamentos de la relatividad”), Lecce 2016, editada por el presente autor: “El hecho de que ciertas teorías se expresen en el lenguaje de las matemáticas no significa absolutamente nada en lo que respecta a su posible significado, o a su mayor valor en comparación con otras teorías que no tienen las mismas credenciales formales, ya que las matemáticas son como un sombrero de mago, del que puede surgir cualquier cosa que se haya puesto antes. Aquellos que son hábiles en su tratamiento pueden utilizarlo para apoyar tesis de cualquier tipo, aunque, por supuesto, a menudo a través de contaminaciones ocultas entre los diferentes niveles del habla. No hay nada demasiado absurdo para que un buen matemático lo describa... Una matemática que se convierte -con gran pena para el actual autor, que es un matemático de formación- en una especie de latinorum para varios modernos Don Abbondios, que la utilizan como un recurso retórico para justificar las modas culturales, o incluso peor, confundir las mentes de la gente y distanciar los intelectos más sensibles de la ‘ciencia’”.

Hacer el presente libro más fluido y comprensible incluso para los no expertos se ha considerado, por lo tanto, como un imperativo en la publicación de esta nueva versión revisada y ampliada. Se ha enriquecido con la adición de un apéndice, obra que apareció anteriormente en el volumen Asimmetrie Antirelativistiche (“Asimetrías antirrelativistas”), editado por el escritor (Lecce 2015), titulado “Simetrías forzadas y rotas en la relatividad especial”, que ahora encuentra su lugar más apropiado al final de esta obra. Los ejemplos evocados están deliberadamente escritos de manera elemental, de un modo casi infantil; reducidos al hueso, irreductibles más allá, incluso rayando en lo “grosero”. Esto es precisamente lo que nos insta a hacer el famoso epistemólogo Paul Feyerabend, cuando escribe que para escapar de la sofisticación instrumental, encubridora y tiránica del complejo lenguaje científico-matemático, es necesario convertirse en crudo e “infantil”: “La metodología hoy en día está tan llena de razonamientos refinados y vacíos que es extremadamente difícil percibir los simples errores en su base. Es un poco como luchar contra la hidra: cuando uno finalmente logra cortar una de esas cabezas amenazantes, es reemplazada por ocho formalizaciones. En esta situación, la única respuesta es la superficialidad: cuando la complejidad pierde contenido, la única manera de mantener el contacto con la realidad es ser crudo y superficial, y eso es lo que pretendo ser”.

Esta nueva edición se ha enriquecido con un prólogo escrito por el Dr. Ing. Antonio La Gioia, Profesor de Física Técnica en la Facultad de Ingeniería y en la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Sapienza de Roma, y titular de patentes internacionales relacionadas con el Medio Ambiente y la Energía (Turbina ad effetto Todeschini-Magnus-La Gioia), a quien agradezco la estima que le profesa y nuestras largas y encantadoras discusiones sobre las realidades filosóficas y humanísticas de la Física. Además, un sincero agradecimiento al fantástico Presidente del Centro Internacional de Psicobiofísica Fiorenzo Zampieri, de mente ecléctica y profunda, por haberme apoyado enormemente y por haberme regalado esta perla titulada “Resumen conceptual de la obra”.

Pero en esta larga lista de agradecimientos mi primer pensamiento va al ya mencionado Prof. Umberto Bartocci, mi mentor e interlocutor interior. Una mente profunda y brillante, no subyugada por las convenciones de la mayoría, siguiendo el camino del conocimiento como una especie de “arqueólogo a contracorriente” dentro de la historia del pensamiento científico y de los fundamentos de la física y las matemáticas - excavando hasta sus mismas raíces - ha logrado sacar a la luz más de una verdad oculta; en efecto, hay muchas perlas y fragmentos preciosos en las profundidades, algunos considerados imposibles de encontrar hasta sus esfuerzos por encontrarlos, que ha logrado sacar a la superficie. Este es el resultado de una búsqueda incesante que abarca toda una vida.

Docente de Geometría e Historia de las Matemáticas en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Perugia desde 1976 hasta 2005, después de haber enseñado en las Universidades de Roma y Lecce, la carrera académica del profesor comenzó con estudios e investigaciones en el campo de la geometría algebraica y la teoría de los números en el Trinity College de la Universidad de Cambridge como becario del Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR). En 1969 se convirtió en asistente, en la Universidad de Roma, de Beniamino Segre, Presidente de la más prestigiosa Accademia Nazionale dei Lincei -institución cuyo centro original fue el propio Galileo- y titular de la cátedra de las Instituciones de Geometría Superior. Posteriormente se convirtió en consultor (árbitro) de varias revistas de matemáticas y física, como Physics Essays, Foundations of Physics, Apeiron, etc., y en el quinquenio 2000-2004 fue responsable de la publicación de la revista en lengua italiana Episteme. Genio de gran perspicacia matemática y científica y, al mismo tiempo, poseedor de poderosas aptitudes filosóficas, capaz de interactuar a la par con los grandes matemáticos del pasado como Gauss, Lobachevsky, Bolyai y Riemann, hasta el punto de cuestionar el valor de las geometrías no euclidianas (véase, por ejemplo, “El quinto postulado de Euclides” en Asimetrías antirrelativistas, op. cit.), Bartocci no tiene rivales en el ámbito de los fundamentos de la ciencia. En el campo puramente matemático ha defendido la necesidad de volver a un “fundamento clásico”, basado en las categorías mentales del espacio y el tiempo según el enfoque trascendental de Kant, frente al enfoque formalista más común y “cómodo”; del mismo modo que sus investigaciones sobre la historia del pensamiento científico y los fundamentos de la física y las matemáticas le han llevado a un juicio crítico sobre la visión del mundo que proporcionan las teorías físicas actuales, mantiene la necesidad de un auténtico pluralismo también en el campo científico.

Bartocci ha sido el centro del vórtice epistémico para toda una generación de científicos y estudiosos que han encontrado, bajo su apertura de mente y entusiasmo, una forma de entrar en el “Stargate” del despertar de una nueva visión del mundo; su grupo de investigación “Geometría y Física” -al que pertenecía el autor- ha reflejado y refractado esta nueva visión del mundo, muy parecida a un prisma epistémico, listo para colorear el mundo con nuevos matices. Es a través de su escuela de pensamiento de contra-tendencia -en el sentido platónico-aristotélico- que, si pudiéramos levantar los ojos al cielo, podríamos ver nuevos horizontes detrás de la Vía Láctea, nuevas posibilidades cognitivas. El Departamento de Matemáticas de la Universidad de Perugia se convirtió, gracias a nuestro profesor, en un polo de atracción para el pensamiento divergente, una nueva Atenas del siglo XX. Es en esta encrucijada de científicos independientes donde el escritor pudo enriquecerse al conocer e intercambiar ideas con los cerebros más originales y sublimes del planeta, como Stefan Marinov, Roberto Monti, Marco Mamone Capria, Franco Selleri, Giancarlo Cavalleri, Fabio Cardone, Giuliano Preparata, Federico Di Trocchio, Ardeshir Mehta, Paul Marmet, J. Barretto Bastos Jr, Silvio Bergia, Emilio Del Giudice, Ludwig Kostro, W.A. Rodrigues, James Paul Wesley, George Galeczki, Al Kelly, André Assis, Francisco Müller, Patrick Cornille... por qué, ni siquiera el gran Niels Bohr con su escuela en Copenhague podía presumir de tal concentración de cerebros divergentes y “explosivos”. Mi deuda intelectual se duplica, pues, porque he tenido el honor y la fortuna de compartir ideas y opiniones de manera extensa y continua con nuestro matemático, hasta el punto de elevarlo al nivel de mi interlocutor interior en todas mis obras científico-filosóficas. Este mismo volumen nunca habría salido a la luz sin las largas reflexiones de los últimos decenios dedicadas a un incesante enfrentamiento e intercambio de ideas con mi amigo Umberto Bartocci. La obra está dedicada a él.

Pero la realización de este trabajo es también el resultado de décadas de reflexiones, percepciones, pasión ferviente y confrontaciones con amigos y conocidos con una poderosa independencia de pensamiento que me han seguido a lo largo de este viaje de toda la vida. Son mentes iluminadas a las que quiero dar las gracias aquí: empezando por mi tío Giuseppe Prestia, que podía presumir de dos licenciaturas y unos diez libros publicados; escritor, filósofo, hombre de letras, poeta y artista: mi “tío filósofo”, como yo lo llamo. A él va mi gratitud por haber inculcado en la leche materna las primeras “gotas de filosofía” desde que era todavía un niño. ¿Cómo podría olvidar las poderosas lecciones de filosofía que me fueron impartidas a la edad de 10-12 años? Era como estar en contacto con Platón (que mi tío encarnaba de manera incomparable; y mi tío vivía, además, a pocos metros de ese mar “dorado” que el mismo Platón había tocado, esas aguas también fueron atravesadas por Pitágoras, Parménides y Aristóteles): se exprimieron los jugos de esos tres masivos volúmenes de la Historia de la Filosofía de Abbagnano, página tras página, con mil comentarios adicionales y un sinfín de reflexiones.

Pero las reflexiones filosóficas se entrelazaron con las científicas desde el principio. Y aquí -en orden alfabético- menciono a mis amigos de la infancia Antonio Panetta (ingeniero eléctrico y nuclear) y su hijo Fabio (físico e ingeniero electrónico), Giuseppe Crimeni (arquitecto, mente creativa y profunda) y su hermano Riccardo (el “príncipe” del pensamiento-experimental), y a ellos va mi reconocimiento y gratitud por las interminables e inolvidables horas pasadas juntos experimentando y construyendo todo tipo de dispositivos químicos, físicos y electrónicos, y meditando, contemplando y elaborando miles de teorías físicas y filosóficas alternativas y originales. Sólo para dar un pequeño ejemplo, un mero grano de arena comparado con el conjunto: ¿cómo podría olvidar nuestra primera radio, construida - junto con Antonio - utilizando un simple condensador variable, una bobina y un diodo de germanio? Teníamos sólo 11 años. Y nuestro primer transistor, el AC128 (junto con el AC127) con el que hicimos nuestro primer flip-flop? ¿Y qué hay de nuestro querido BC108 NPN en silicio? Cuántos circuitos y ensamblajes... sugeridos de vez en cuando por el tío de Antonio, el venerable Giovanni Panetta -un reconocido e insuperable maestro de la electrónica- a quien, al llamar a su puerta en nuestras horas más desesperadas, siempre podíamos ver, a pesar de su venerable edad, atento e inclinado sobre los circuitos de su propio diseño, con la punta humeante del soldador en la mano, o con los extremos del multímetro o del osciloscopio. ¡Era para nosotros como pedirle consejo a un Mago o a un Oráculo! Luego vino el 555 integrado y las primeras placas de circuito integrado operativas... fue una edad de oro para nosotros, porque la electrónica experimentó su mayor evolución en ese momento: el primer salto llegó cuando pasamos de la etapa de válvula termoiónica a los transistores de germanio, con el segundo llegó cuando pasamos al silicio; con el tercero vinieron los circuitos integrados, y con el cuarto estuvimos frente al microprocesador y toda la electrónica digital: ¡todo esto pasó por nuestras manos! Podríamos haber escrito un libro entero sobre nuestros “amigos”, es decir, los circuitos y dispositivos electrónicos, similar al famoso libro que Primo Levi escribió sobre la Tabla Periódica de Elementos. Y, hablando de elementos, si vamos a tocar el campo de la química, podríamos dar lugar a una historia aún más larga; de hecho habíamos empezado a manejar tubos de ensayo y alambiques a la tierna edad de 6 años, intercambiando o intercambiando repetidamente compuestos químicos, como el que ha permanecido indeleblemente en nuestras mentes: el de algunos gránulos de cloruro de cobalto con algunos cristales de permanganato de potasio. Estas pasiones duraron mucho tiempo, y las llevamos con nosotros en nuestros pensamientos durante nuestros estudios universitarios en el Instituto de Química de Turín y en el Politécnico de la misma ciudad.

No puedo dejar de mencionar en este punto a mi amigo de la infancia Stefano Arcadi, ahora un neurocirujano establecido, con quien hemos recorrido un largo camino en nuestra juventud lleno de preciosas reflexiones sobre los límites de la ciencia, la filosofía y los fundamentos de la física.

Pero es mi deber agradecer también a las mentes poderosas, cristalinas e incontaminadas -gigantes de la independencia de pensamiento- que siempre me han fascinado, como las de mis amigos Marco Rossi, Natale Loccisano, Stefano Bagnato: hablar con ellos es, aún hoy, una fuente de alta inspiración. Y luego mi gratitud por haberme apoyado siempre va al difunto Franco Selleri, Profesor de Física Teórica de la Universidad de Bari, reconocido mundialmente como el mayor exponente del realismo físico, y por haber sido el “hijo” favorito de De Broglie. Su inicio fue deslumbrante, como la del recién nombrado premio Nobel francés: tan pronto como se graduó, el mundo de la física quedó atónito por su solución contenida en su tesis doctoral sobre los impactos inelásticos protón-protón, que pronto pudo desarrollar como el modelo de intercambio de un solo pión. Un gran e inmediato éxito internacional!

También tengo que agradecer al profesor Marco Mamone Capria del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Perugia, un experto en Relatividad reconocido internacionalmente, por los muchos e importantes momentos de reflexión, comparación e intercambio de ideas durante las últimas décadas; así como al profesor Fabio Cardone, uno de los más importantes físicos experimentales italianos y ganador del Premio Nacional Galileo Galilei de Física, por su apoyo, amistad y la gran apertura de mente mostrada durante la elaboración de nuestros experimentos de pensamiento.

Un sincero agradecimiento a mi amigo filósofo Paolo Capitanucci, profesor de Historia del Pensamiento Científico, “el más alto guardián del logos supremo”, como yo lo llamo, por las profundas meditaciones que durante décadas rebotaron en los fundamentos filosóficos de la ciencia. Por las innumerables reflexiones sobre la naturaleza última del espacio y el tiempo, mi agradecimiento a mi amigo Renato Burri, investigador y director de los International No Profit Research Laboratories Associates, que lleva más de 40 años realizando investigaciones, estudios y actividades de diseño en los diversos campos de las disciplinas técnico-científicas: electrónica, informática, física, biofísica y modelos matemáticos predictivos; y del mismo modo, el espacio y el tiempo fueron siempre el núcleo de los temas que traté con mi amigo Claudio Cappelletti, ingeniero nuclear, al que agradezco mucho las numerosas comparaciones sobre los fundamentos de la física; gracias también al profesor Lino Conti, profesor de Historia del Pensamiento Científico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Perugia, antiguo director de mi tesis de filosofía, por haberme escuchado siempre de igual a igual en nuestros intercambios de opiniones, que continuaron hasta el final, incluso en las emisiones televisivas donde el debate convergió a menudo sobre cuestiones epistemológicas, relativistas e historiográficas.

Fue precisamente al concentrarme en un “relativista” particular durante una de estas transmisiones de nuestros debates -a través de repetidas y sucesivas repeticiones en mi Mac, y al centrar toda mi atención en la magistral intervención de Conti sobre “El tren de Einstein”, admirable por su claridad expositiva- que encontré surgir en mi mente, finalmente, una poderosa perspicacia resolutiva para construir la refutación a Einstein sobre la simultaneidad que el lector encontrará en estas páginas en el capítulo XII. ¿Cómo no expresar, entonces, mi gratitud a mi querido Lino Conti? Asimismo, quisiera expresar mi gratitud y admiración a su colega Carlo Vinti, Profesor de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea de la Universidad de Perugia, Director del Departamento de 2000 a 2013 y profundo conocedor del pensamiento epistemológico francés contemporáneo. Vinti hizo que me enamorara de la epistemología francesa. Sus ojos límpidos, su pureza intelectual y su entusiasmo infantil (“fanciullino”) y sus obras sobre el tema escritas de manera incomparable, me llevaron a prestar la máxima atención a las mentes vertiginosas de Pierre Duhem, Gaston Bachelard, Henri Poincaré, Gaston Milhaud, Émile Meyerson y Édouard Le Roy, en las que la ciencia y la filosofía se entrelazan de manera inextricable, como los rostros de un Jano con dos caras. El lector seguramente olerá este “perfume francés” en los capítulos de este libro.

Por último, quisiera agradecer a mis amigos que han logrado tocar el botón azul del ascensor de mi mente, como Alan y Joy Blakeslee, Barry Taubman y Henry Jarvis, Antonio D’Addio (“el Poeta Cósmico”, como yo lo llamo: mente celestial), Francesco Jeraci, Alessandro Palermo, Angelo Gentile, Osvaldo Massetti, Franco Tasselli, Paolo Marini, Alessio Migliorati y el muy profundo Edmondo Zaroli, conocido artista, musicólogo y pintor de Perugia, compañero de viaje en esos vuelos de la mente de los Pindarianos que tratan de contemplar el cosmos, conscientes, sin embargo, de que la clave para entender “el exterior” -el objeto - “está dentro”, en el sujeto. También estoy agradecido a su hija Maja por haber traducido al inglés el Apéndice de este libro; una traducción que fue perfeccionada más tarde por Ardeshir Mehta. Un agradecimiento especial a Mariarita Trampetti por haberme animado y apoyado fuertemente durante la fase del primer borrador de este proyecto. Le debo la fuerza y el empuje -la energía de activación- que fue necesaria para mi “despegue”.

Otro agradecimiento especial para esta versión en español es para la escritora Oretta Guidi por haberme ayudado en la fase inicial de la traducción de la parte introductoria del libro.

Pero por último, aunque ciertamente no menos importante, debo dar un inmenso agradecimiento especialmente al traductor de esta obra al inglés (pero cuya contribución va más allá de los límites de la lengua inglesa), que ha hecho un trabajo no sólo de traducción, tal como se entiende comúnmente, sino de cuidado en el empuje mismo del texto para no traicionar -incluso para iluminar- su finura filosófica, recogiendo y transponiendo de manera armoniosa todos los matices y sutilezas de mis intentos. Una obra tan refinada sólo podía ser realizada por Ardeshir Mehta, amigo y compañero de interminables corrientes de pensamiento respecto no sólo a la Relatividad sino también a cuestiones filosóficas más amplias, y una de las mentes más independientes del planeta: autor de varios libros y un gran número de artículos que tratan de una gama muy amplia de temas, desde el Teorema de Gödel al kibbutz israelí, desde el antiguo Zarathushtra y los Vedas de la India a la nanotecnología y la futurología, desde el procedimiento diagonal de Cantor a la naturaleza fundamental de la realidad ... con, por supuesto, la Teoría de la Relatividad entre ellos. Ardeshir ya tiene, en su propio nombre -incluso el que le grabó la inolvidable figura política india, el filósofo y abogado Mahatma Gandhi, amigo íntimo de sus padres-, un sentido de su misión, a saber, la búsqueda de la verdad; Gandhi, y en particular su filosofía de satyāgraha o “estricta adhesión a la verdad”, fue fundamental en la educación de Ardeshir y a lo largo de su desarrollo como filósofo y como persona. Ardeshir dejó la India a la edad de veintiún años para visitar los lugares más interesantes de Europa y, en particular, Italia, donde vivió durante algunos años; después realizó una larga estancia en Israel, donde llevó a cabo nueve años de estudios e investigaciones; y tras algunos años más de regreso a la India, se ha establecido finalmente en el Canadá. Toda esta experiencia le ha permitido conocer a fondo ocho idiomas que en un momento u otro hablaba con fluidez, ¡además de una comprensión no del todo escasa de otros doce! Mi reconocimiento y gratitud va dirigido a él.

Por último, es mi deber agradecer de todo corazón a mi fraternal amigo Giuseppe Crimeni y a su esposa Vicenta González por su paciencia y cuidado en la traducción al español. El vínculo de amistad que nos une es tan antiguo como nuestra edad, ya que nos conocemos desde nuestros primeros años de vida y hemos recorrido juntos, Giuseppe y yo, los largos caminos del conocimiento. Desde los mil vuelos de creaciones musicales -incluyendo las improvisaciones “no-stop” con la guitarra que duraban días, hasta llegar a composiciones musicales reales- a la investigación científica y filosófica, a las reflexiones interminables hasta los límites del conocimiento. Y cuántos experimentos llevados a cabo en los muchos campos del conocimiento, particularmente en los campos de la química y la física. Entre las innumerables experiencias que aún tenemos de niños, nuestros experimentos con plantas siguen vivos en mi mente, conectando todo tipo de electrodos en las hojas y registrando con un osciloscopio cada mínima reacción a nuestras intervenciones externas... O, cómo no recordar los momentos de locura que nos vieron arrojar trozos de sodio puro en la gran piscina de la fuente de la villa del ayuntamiento, provocando fuegos artificiales que se extendieron a pocos metros de la piscina, y con gran y picante emisión de hidrógeno en el aire, dejando a las personas presentes en ese momento incrédulas y asombradas. O, también, ¡cuántos tubos de vidrio se “prendieron fuego” y se estiraron en el quemador bunsen para obtener capilares de todo tipo y forma geométrica! Hasta que combinamos la química con la electrónica, como en el caso en que aplicamos un fajo de nitrocelulosa - obtenida en nuestro laboratorio de química a partir de algodón normal y una mezcla de ácidos concentrados - alrededor de un filamento de una pequeña bombilla incandescente después de quitar la bombilla de vidrio. La bombilla, a su vez, estaba conectada a un circuito electrónico de diseño propio que habíamos construido específicamente a través de un fototransistor (a su vez obtenido de un OC75 eliminando la cobertura de la superficie y haciéndola transparente a la luz) colocado en lugar de una fotocélula para interceptar la señal de luz enviada por la bombilla de un soldador de pistola a una distancia de un par de metros: un clic en el soldador de la pistola, gracias a la luz emitida por la bombilla situada bajo la punta, fue suficiente para desencadenar la bobina de nitrocelulosa en el filamento que a través del circuito se volvió incandescente, iluminando la semioscuridad del laboratorio con un repentino y relámpago. Giuseppe fue un compañero de investigación de toda la vida. Esta versión en español de la obra está dedicada a él.

PRÓLOGO

por Antonio La Gioia

Cuanto más uno se sumerge en la lectura de los Agradecimientos y la Introducción del libro de Rocco Vittorio Macrì “La realidad del tiempo, y de la Tela de araña de Einstein”, más poderosamente se toma conciencia de las muchas consideraciones sociales y políticas que surgen del mundo de la educación: de la escuela secundaria, de la universidad y de los más altos niveles académicos.

Y se siente bien al darse cuenta de que en otras mentes también han germinado las mismas necesidades y los mismos deseos de conocimiento que han animado mi propia vida profesional y universitaria.

En los Agradecimientos, en la Introducción y en el resto del libro, el lector encontrará un gran número de conexiones y aprobaciones de mentes elevadas, que facilitan el trabajo de quien está a punto de escribir este Prólogo.

Basta con anticipar que en todos estos capítulos encontraremos descritas las obras de las mentes que han demostrado signos de gran vigor científico.

Los puntos más inspirados que gratifican al lector se ponen de manifiesto con mayor fuerza cuando se menciona al Prof. Bartocci y al Prof. Feyerabend.

Tal vez uno siente la falta, en un libro tan atentamente escrito, de cualquier referencia a Sócrates, para honrar el haber sido el primero en hacer una clara distinción entre el conocimiento y la sabiduría.

Y para recordar, además, el respeto por el hombre y por la vida que surge de sus diálogos.

Sin embargo, al leer este libro se entiende que es un acto de valentía por parte de un hombre que ha vivido tantas vidas como personajes se mencionan en él (casi 400).

El autor, se nota inmediatamente, no se ha contaminado por el mundo de la competencia, como se puede comprender por su afán de ser claro y profundo, y nunca banal.

Esta aspiración anima el ritmo de su obra, en la que la racionalidad y el entusiasmo se funden en justificaciones brillantes y eruditas, sin penalizar nunca las tesis contrarias que se han analizado.

La clave de la lectura del libro, que deliberadamente rehúye el medio de las matemáticas, radica en una aguda observación de Bartocci que presta atención a “la aparente erudición matemática que se esconde tras la máscara del formalismo científico”.

Y además, debemos recordar la firme advertencia de Feyerabend de que “la única manera de mantenerse en contacto con la realidad es ser crudo y superficial”.

Macrì hace más noble esta conciencia integrando su perspicacia filosófica y científica sin fondo con la vida real, junto con sus aspectos sociales y humanísticos, habiendo profundizado en el mundo del conocimiento, guiado por la intuición y el sentido común.

Aspirando a la simplicidad.

A.L.G. - Universidad “La Sapienza” de Roma