La residencia estudiantil - Amanda Backman - E-Book

La residencia estudiantil E-Book

Amanda Backman

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

"Aunque el beso dura apenas unos veinte segundos, Vera está tan estimulada que se siente al borde de una combustión espontánea. Detecta que ellos lo estaban disfrutando, nadie podría fingir ese tipo de química, ¿verdad? Al soltarse rompen en una risa de alivio. El de la calma después de haber terminado, aunque también están ligeramente avergonzados porque les resultó extremadamente placentero."Cada año, tras la celebración de la Noche de Walpurig, que marca el final de la oscuridad y la bienvenida a la primavera, Vera y sus amigos de la residencia de estudiantes piensan que este año ha sido insuperable. Se sienten repletos de amistad y amor hacia el mundo que les rodea. Y este año, una vez más, se darán cuenta de que cada año puede superar al anterior. De la mano de su amigo Erik (y de las otras manos que se irán cruzando en su camino esa noche), vivirán una velada llena de placer que jamás podrán olvidar. -

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Amanda Backman

La residencia estudiantil

LUST

La residencia estudiantil

Original title:

Korridorsrummet

 

Translated by Javier Orozco

Copyright © 2019 Amanda Backman, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726334623

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

La residencia estudiantil

 

Con los ojos como platos, Vera mira fijamente a Erik cuando él le muestra los pequeños paquetes. En sus manos -gastadas por tocar la guitarra- parecen merengues de papel maché, desafortunadamente el sabor de su contenido no es ni dulce ni insípido. Vera se muerde las uñas, levanta uno de los paquetitos sosteniéndolo entre su pulgar e índice para estudiarlo bajo la luz pálida emitida por la lámpara de techo barata.

–¿Cuánto tiempo tardan en hacer efecto? –pregunta caminando hacia el armario, luego va a por un vaso de agua.

–Espera, tengo sidra. Es mucho más agradable que tragárselo con agua… –grita Erik desde el sofá. Vera regresa a la habitación, Erik le entrega un vaso y comienza a pasearse por la habitación jugando con los rizos de su cabello. Siente un cosquilleo en su estómago, parecido al murmullo de un jacuzzi.

Es el último día de abril, la fecha en que se celebra la Noche de Walpurgis en Escandinavia. Varios de sus amigos están regresando a la residencia de estudiantes para continuar con la fiesta después de haberse divertido el día entero en los parques de la ciudad. Hace un par de años, en esta misma noche, una fiesta se salió de control en la residencia (menores de edad y balcones frágiles involucrados), y en esta ocasión las autoridades decidieron cerrar el recinto oval del área estudiantil con el fin de evitar la presencia de personas ajenas. Instalaron un cerco alrededor de ambos edificios, además colocaron tres guardias de seguridad para revisar las identificaciones de todo el que intentase pasar. Algunos son rechazados, alejándose con las manos vacías, por decirlo así, gritando obscenidades a los guardias. Al menos así las autoridades aseguran que no habrá intrusos merodeando por los pabellones de los estudiantes, robando el alcohol de los armarios y orinando en las duchas.

El ambiente festivo puede palparse en el aire. Los mejores momentos suceden cuando la pandilla está reunida, ellos y nadie más, solo la familia. Vista desde afuera esta fiesta podría parecer como un puñado de personas tristes y borrachas luchando por crear algo emocionante. Sin embargo, es muy diferente a eso. Los guardias están bastante ocupados en las puertas mientras la policía patrulla las calles, los vigilantes recorren los pasillos ocasionalmente y no entran en las instalaciones. Están seguros de que los jóvenes sabrán comportarse, siempre y cuando los únicos que estén de juerga sean los residentes. Las puertas de los pasillos están abiertas de par en par, pues los residentes no necesitan preocuparse por la presencia de desconocidos.

Vera, al igual que el resto de la familia, lleva la primavera dentro de sí misma como una semilla a punto de brotar, circula por su sangre bloqueando cualquier visión pesimista acerca del futuro. El sol regresa al final del invierno, esa es una señal de que todo saldrá bien, ¿no es así? Quizás a Vera le irá bien en la vida. Quizá el mundo, así como lo conocemos, no llegue a su fin en treinta años.

Walpurgis representa el clímax justo antes de que el clima templado vuelva, a partir de esa noche, la temperatura seguirá ascendiendo y los retoños comenzarán a florecer. Las personas que están celebrándolo también experimentan un clímax creciente. La nueva estación comenzará oficialmente a media noche.Todos parecen agitados por el revoloteo de mariposas en sus estómagos, es similar a estar en una montaña rusa abandonándose al paseo, disfrutando las ráfagas adrenalina. La primavera ha echado brotes por toda la ciudad de Lund, descendiendo como una alergia húmeda al polen; la mayoría de los habitantes, al igual que todos los otros años, lo celebran emborrachándose brutalmente. Han pasado el día entero en el parque (mucho más tarde que en cualquier otro día de ese año), hasta que el frío se lo impidió, a pesar de que el sol se agarraba testarudamente al horizonte. Todos los que están en ese piso de la residencia están sincronizados por la misma energía; si alguien no desea participar en la diversión y las travesuras, probablemente tendrán que sufrir una noche insomne, interrumpida por los cantos de cortejo de sus amigos. No podría ser de otra manera, los residentes desean atraer emociones fuertes y ser absorbidos por sentimientos desenfrenados.

Vera suelta una risilla cruzando sus brazos, parece un gesto solemne. Están frente al cuarto de Erik situado donde termina el pasillo, desde donde pueden oír los gritos y la música en la cocina. El resto de su pandilla ha comenzado a jugar beer-pong. Los más ruidosos son Johan, Sam, Marina y Tove. Max probablemente está sentado en el balcón fumando sin parar, seguramente esos cigarrillos mentolados, que a pesar de estar prohibidos aún son vendidos por el hombre del quiosco. Vera estudia a Erik, él deja su paquetito en la mesa para tratar de desempeñar su rol como camarero novato.

–Los efectos aparecen en unos cuarenta y cinco minutos, aunque a veces pueden tardar menos, depende también del peso y el tamaño de la persona. Yo sugiero que nos quedemos aquí, relajándonos un rato mientras la magia comienza a surgir –dice al servir dos vasos de sidra.

–Joder, pero tengo ganas de ir a la cocina con los otros, –Vera gimotea y se da una palmadita en el trasero. Es todo en broma. Sus ajustados shorts de mezclilla negra de tiro alto emiten un sonido parecido a un aplauso, sus bronceadas piernas relucen bajo la iluminación. Erik da un silbido a manera de cumplido. Vera resopla girando los ojos, está claro que se siente halagada. Sus bellos ojos marrón se vuelven casi negros, están observando directamente a Erik, haciendo que sus mejillas se coloreen y calienten.

–Listo, okay, bien, pero no se lo digas nada a nadie, al menos no aún, –dice aceptando su derrota, meciendo la bolita de papel que parece merengue en el aire frente a él–. ¿Y bien? –dice levantando su vaso para brindar y arqueando sus cejas de tal manera que la arruga de su ceño se vuelve seductora. Sus ojos verdes están emocionados y Vera asiente.

–Hagámoslo –contesta Vera metiéndose el paquetito en la boca. Se siente seco e inusual al aterrizar en su lengua, como si no perteneciera a ese lugar, bien podría ser porque ni el papel, ni el MDMA son parte del sistema digestivo. Erik sigue su ejemplo, brindan chocando sus vasos con fuerza excesiva, incluso un poco de sidra vuela salpicando la alfombra, pero lo ignoran porque necesitan tragar rápidamente antes de que el papel se derrita en sus lenguas desatando el sabor desagradable y amargo de su contenido. El repique de lo vasos flota en el aire, mientras el paquetito viaja por sus esófagos, como una piedrita reseca. Vera lo obliga a descender más rápido bebiendo sidra hasta que el ardor en su garganta se apaga. Cree rastrear el viaje al sur del paquetito hasta que al final aterriza en su estómago como una piedrecita palpitante. Se resguardará ahí como una bomba haciendo tic-tac, esperando el momento de su estallido, disolviéndose lentamente para llevarse a Vera por un paseo imparable. La noche es joven y ella también lo es: joven desde las entrañas de su cuerpo. El tiempo pasará volando, y sin embargo cada minuto se sentirá diez veces más largo. La sustancia estirará el tiempo y el espacio, borrando sus penas durante algunas horas.

–Aaaaaahhh –Erik truena sus labios después de tragar, deja el vaso ruidosamente sobre la mesa de centro como cantando victoria. Se pone de pie. Sus ojos tienen un resplandor impertinente y cautivador.

–Estoy algo nerviosa –admite Vera sacudiéndose incómodamente, quizás también coqueteando un poco, aunque Erik no capta las señales. Camina al lado de ella–. ¿Y si no sucede nada? –dice ella abruptamente cuando Erik le está dando la espalda.

–Créeme, no podrías detenerlo aunque quisieses. La primera vez es siempre la mejor, hasta siento un poco de envidia -dice y comienza retocarse el cabello frente al espejo del pasillo. Su pequeño cuarto estudiantil está decorado austeramente: una cama, un escritorio, un sofá, una mesa central y otra mesita junto a la cama. Claro, y esa alfombra que está bañada en sidra, además de otros brebajes derramados en fiestas pasadas. A Erik no parece molestarle, ni tampoco a los demás. Vera se siente súbitamente sobrecogida por un gran cariño hacia estos pequeños cuartos y sus habitantes. Este amor se intensifica dentro de ella y asciende por todo su cuerpo, como un cosquilleo anticipando lo que la noche traerá consigo.