Las palabras vuelan, lo escrito permanece - Ignacio Galán - E-Book

Las palabras vuelan, lo escrito permanece E-Book

Ignacio Galán

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Beschreibung

Esta es una obra literaria de principios y valores desde la óptica de un profesional del Derecho, un abogado, que además es Cristiano y creyente. La obra se sustenta principalmente en la experiencia profesional y personal, además en antecedentes literarios, principalmente poesía. También se proponen títulos de películas que ilustran cada tema tratado y facilita la comprensión del mismo. Es una obra de fácil comprensión pues está compuesta de 15 capítulos que se pueden leer indistintamente unos de otros, no tienen nexo de unión, cada uno trata de un tema concreto y diferenciado. Constan aspectos personales en el tratamiento que otorgan originalidad e ingenio contado conversando con el interlocutor llegando a conclusiones a veces sorprendentes. Creo que es un libro que aparte de leer y distraer con su lectura, ofrece un aspecto didáctico que le puede resultar atractivo al lector.

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© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

[email protected]

© Ignacio Galán

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de portada: Rubén García

Supervisión de corrección: Ana Castañeda

ISBN: 978-84-1181-499-7

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

.

A mis nietos Rodrigo e Ignacio a quienes espero que este libro de principios y valores les sirva en sus vidas.

PRÓLOGO

Cuando edité mi libro de valores escrito en verso titulado Epístola a Pablo Salvat, en la biblioteca que estaba en la calle Alfonso XII de Sevilla, se presentó por el Ateneo Popular de Sevilla. La presentadora-organizadora del acto, de grata memoria, al terminar me lanzó un reto: quedar a la espera de las respuestas de Pablo Salvat.

Eso fue hace más de veinticinco años, recogí el guante pero tardé mucho en comenzarlo, tanto como aproximadamente unos veinte años y aquí he llegado al final en este febrero de 2023 bajo el signo de Acuario; ya han pasado años.

La Epístola a Pablo Salvat fue una original obra de poemas sobre valores escrita en verso, para ello tuve que crear un personaje al que hablarle: Pablo Salvat. Este personaje, que en su día cobró vida de ficción literaria, hoy me ha contestado a través de este libro que hemos creado entre los dos: el personaje ficticio al que he dotado de vida imaginaria pero real, al menos para mí, y un servidor, aunque hay veces que, escribiendo, no sé quién es el personaje ficticio y quién el real.

Es un libro de valores cuyo objetivo es educar, formar, porque en el momento que una sociedad sin principios y sin valores como esta de hoy, pierde de igual modo el sentido de la fe, detrás va el sentido de la moral, y a partir de ahí la vida se convierte en una viña sin vallado en la que todo vale y todo puede acontecer. Si a todo eso añadimos la participación de la política en la vida del hombre esto ya no tiene solución porque la política que debería ser la encarnación más elevada de la moral porque debería corregir la situación de una sociedad para que pueda convivir en paz lo que hace es convertirla en un centro de negocio, de intereses y de poder que es lo que al fin y al cabo les interesa a los que mandan: cuanto más poder se tenga más grandes serán y más alta será su consideración social. En estos casos el fraude nunca anda lejos.

Por eso este libro pretende que no se olviden esos principios y valores que hicieron grande al hombre, y si la sociedad definitivamente se hubiera perdido por su vorágine de locura, entonces este libro servirá para recordar que en generaciones y tiempos pasados estos conceptos de los que hoy hablamos fueron luz y guía del ser humano.

Del contenido se podrá disentir, no pretendo convencer a nadie, tan solo quiero hacer entender mi posicionamiento ante esos conceptos sobre principios y valores.

Y como dije en el prólogo de la epístola, solo eso resultaría gratificante porque el que lea esto que escribo ahora significaría que tiene inquietudes acerca de una vida mejor porque también podemos encontrarnos al que ojee este libro y lo desprecie por ser de poco interés. 

Como se podrá comprobar el libro incorpora determinados poemas para cada tema que se trata, también, atendiendo al contenido tratado, se proponen determinadas películas que he considerado recomendar para ilustrar aquello de lo que hemos hablado y es que mi vida no se podría entender sin el cine porque siempre he dicho que un buen cine es un gran educador y nosotros, los de nuestra generación, aparte de nuestros padres y el colegio también fuimos educados por unas extraordinarias películas realizadas entre los años treinta y ochenta, a partir de ahí el cine ha tenido una caída a un pozo sin fondo del que emergen, ocasionalmente algunos títulos de cineastas, de los pocos que van quedando, que devienen en auténticas joyas, por eso son tan valoradas por mí porque a nuestra edad para los aficionados al cine es una gran satisfacción contemplar una obra de arte, porque con los años se pierden las pocas esperanzas que van quedando respecto de aquello que ha podido hacer grande al hombre y entre las cosas que han hecho grande al hombre y personalmente creo que el cine es una de ellas por eso es considerada como el séptimo arte.

Para terminar, lo quiero hacer con cuatro versos sueltos del mejor poema escrito en la lengua de Cervantes que me he tomado la licencia de unirlos. Han sido los versos que más se han identificado con mi forma de entender la vida. Pertenecen al poema Adelfos escrito por don Manuel Machado:

«Que las olas me traigan y las olas me lleven

y que nadie me obligue el camino a elegir.

Que la vida se tome la pena de matarme

ya que yo no me tomo la pena de vivir».

Juan Ignacio Galán Cano

Abogado

Sevilla

CAPÍTULO I LA AMISTAD

La amistad es animal de compañía no de rebaño. PLUTARCO.

—Me preocupa tu exigente criterio sobre la amistad y yo ¿qué soy para ti si no un amigo? Sí, ya sé que me dices que yo soy para ti lo que Augusto Pérez era para don Miguel de Unamuno en Niebla, un ente de ficción y ¿no es una ficción lo que vivimos? ¿Qué es lo real y qué lo verdadero?

—Decía en un poema Antonio Machado: ¿Tu verdad? / No, la Verdad; / y ven conmigo a buscarla, / la tuya guárdatela.

—Y ¿qué es la verdad? Todos conocemos el pasaje de los Evangelios en la Pasión de Jesús al ser interrogado por Poncio Pilatos cuando quedó en el aire esa pregunta: «quid est veritas?». Tan en el aire quedó que diecisiete siglos después don Lope de Vega y Carpio en su poema Soledades escribió: Dicen que antiguamente / se fue la Verdad al cielo / tal la pusieron los hombres / que desde entonces no ha vuelto.

—Pero bueno, Ignacio, ¿no estábamos hablando de la amistad? ¿Qué hago hablando de la Verdad?

—Mira deja de escribirme esa carta, porque se puede convertir en otro monólogo como la Epístola a modo de poema que hace tanto tiempo te dirigí. Como hicieron don Miguel y Augusto, salvando las distancias se entiende, es preferible que nos sentemos cara a cara y conversemos de todas estas cosas que ya vamos teniendo muchos años y ya va siendo hora de que dejemos constancia de lo que hemos venido experimentando en esta vida.

—Está bien, Ignacio, me parece bien que te hayas presentado ante este ente de ficción que me has llamado, porque eso también, son ganas de insultar. Bueno pues dime tú porqué me he puesto a hablar de la Verdad cuando estaba tratando el tema de la Amistad.

—Sencillo, Pablo ¿considerarías una relación de amistad sin la Verdad como elemento constitutivo de esa relación?

—Ciertamente no y llevas razón porque es una grave tara moral usar la mentira en cualquier orden de la vida porque ya sabes que tiene las patas muy cortas y se la alcanza muy pronto pero es que además es indiscreta y más pronto o más tarde se pone en evidencia para quien hace de ella un hábito de vida, lo que conlleva un grave reproche moral que estigmatiza para siempre.

—Además es un error concluir que se pueda mentir haciendo solo uso de la palabra, los hechos también a veces hablan por sí solos y es en la relación de amistad donde esto que manifiesto se puede comprobar. Mira fíjate, cuando estaba estudiando, ya sabes que he sido muy independiente pues siempre he mantenido que dos está bien, tres vale, pero cuatro constituyen una multitud. Como te decía, cuando estaba estudiando el PREU, hace muchos años se organizó un viaje de fin de curso que, como casi siempre, después no se llevó a efecto, la verdad es que nunca hice un viaje de estudios, y estudié hasta el final pues bien, como te decía, se organizó una macrofiesta en la primavera de 1971 en el Casino de la Exposición de Sevilla de 1929 en la que unos trabajamos y otros recaudaron, eso ya no me volvió a ocurrir.

—Pero esas son cosas propias de la edad, cosas de estudiantes. Eres un tanto exigente.

—No estoy de acuerdo. Lo que te he contado siempre lo consideré una falta de respeto y el respeto es algo que se ha de observar desde que se tiene uso de razón. Te he expuesto ejemplos concretos de una cierta época de la vida. Cuando se va alcanzando la madurez es cuando vas valorando el concepto de la Amistad, y la primera conclusión a la que llegas es a la que llegó don Jacinto Benavente en Los intereses creados, si no acuérdate de don Crispín. No podemos separar el concepto de amistad del concepto de interés. Y esto es tan gráfico que no creo necesaria tanta explicación.

—Sé que eres un tanto singular pero ¿no te has parado a pensar que quizá seas tú el que has fallado? ¿Le has dado la oportunidad a alguien alguna vez de ser tu amigo?

—Pues sí, no una, sino varias veces, pero con los años que llevo vividos te he de hacer constar que las mejores amistades que he tenido y tengo, siempre han tenido un denominador común en su inicio: el interés. Siempre ha existido por medio algún tipo de interés. Esto lo he captado en todas y cada una de las relaciones que he tenido pero también he de decirte que han sido en ciertos casos unas relaciones espléndidas con una cierta y sincera afectividad y aquí me acuerdo de mi amigo Javier, empleado de notaría, una gran persona y un gran amigo que la muerte me arrebató demasiado pronto. La muerte se ha ensañado con mi vida pues las personas que más he querido se las ha llevado antes de tiempo, como mi amiga Lola madre de familia con treinta y seis años y otros como mi hermano Luis con cuarenta y dos y mi hermano Rafael con cincuenta y nueve, a ambos los vio morir mi madre. No obstante ello y me explico y te repito: las mejores relaciones de amistad que he tenido siempre han nacido de un interés común y cuando este ha desaparecido ha persistido una buena, entrañable y afectiva relación porque han nacido en plena madurez y esto hace bastante porque la persona se va definiendo.

—¿Qué pretendes? Lo que dices es lógico y natural, los intereses humanos son convergentes, vivir conlleva el interés personal frente al interés de los demás que puede, o no, coincidir: si coinciden, y además media una vis atractiva personal nace la amistad, en el caso contrario la indiferencia o, en su caso, la enemistad y la consiguiente aversión. Entonces concluyo que crees en la Amistad.

—Puede ser, seguramente yo tendré un planteamiento viciado del tema pero ya sabes que siempre he sido una persona con tendencia a idealizar todo lo divino y humano pero como lo primero es posible pero lo segundo no, he preferido sustraerme a esa intencionalidad y obrar como el camaleón es decir he tenido que «humanizarme» y dejar el mundo de las ideas para Platón que estamos ya en el siglo XXI; pero claro debes comprender que cuando me pongo a tratar de estos temas que nos van a ocupar lo que pretendo es que quien lea esto que tú y yo nos cuestionamos, por ejemplo mis nietos Rodrigo e Ignacio, tome conciencia de lo que supone cada concepto y el de la amistad es muy importante porque si bien el denominador común hemos dicho que es el interés, lo cierto y verdad es que debería ser el amor fraternal esto es, dar y darse sin esperar nada a cambio, y eso es muy complicado en los tiempos que corren pues en los grupos humanos que nos circundan que se dicen unidos por la amistad, en todos hay unos códigos no escritos, y ahí es donde fenece este concepto.

—Puedes tener una parte de razón pero creo que no puedes llevar tus conclusiones a tales extremos. Los hombres son débiles, vulnerables y proclives a los cambios según las circunstancias y esto debes comprender que nos debe llevar a una tolerancia. ¿No crees, Ignacio?

—Por supuesto, y como yo formo parte de este juego de la vida soy tolerante, al menos lo pretendo porque creo conocer la etiología del problema pero te repito: la Amistad no se puede basar en el do ut des (doy para que des) sino que debe basarse en la entrega sin condiciones y en el compartir lo bueno y lo malo y no me refiero a, por ejemplo, acompañar a un amigo en el entierro de un familiar, eso es una obligación del hombre que vive en sociedad, me refiero a la soledad inmensa en la que uno puede quedar en ciertos momentos de la vida y entonces rara vez hay un «amigo» que la pueda captar y socorrer.

»Mira, Pablo, siempre he de volver la mirada al mundo del cine. ¿Cuántas veces se ha tratado el tema de la amistad? A mi mente se vienen en cascada multitud de películas pero la primera que irrumpe con inusitada fuerza es la de Arthur Penn La jauría humana. Esta película es muy aconsejable por la cantidad de valores que encierra entre tanta violencia y maldad y, por supuesto, las mayores miserias humanas, el título lo dice todo: el niño rico (James Fox) comparte todo con el chico pobre (Robert Redford) incluso a la misma mujer, una espléndida Jane Fonda. Al niño rico y al pobre les cuesta la vida su sincera amistad y ella permanece en la más absoluta soledad y en medio de un enorme Marlon Brando que encarna la honradez, la honestidad y un gran sentido del deber, valores con los que no puede poner coto a los desmanes de esa jauría humana que da título al film. Pero también podríamos recordar y recomendar Dos hombres y un destino (George Roy Hill), El Yang Tse en llamas (de Robert Wise), esas dos obras plenas de violencia pero con una rara mezcla de amistad y compañerismo expresadas de forma magistral por Sam Peckimpah que son La cruz de hierro y Grupo salvaje. En esta última se llega incluso a la inmolación conjunta libremente aceptada y deseada, pero creo que esto solo es posible en el cine sin embargo siempre me queda la duda de que si ha sucedido alguna vez algo parecido justifica plenamente la transmisión conceptual de la amistad en la forma en que se hizo.

—Pero, Ignacio, todas esas películas son muy violentas.

—Cierto pero la amistad no se pueda valorar desde la barra de un bar o desde la mesa de un restaurante, solo en las situaciones límites, o cuando se está en el filo de la navaja es cuando podemos comprobar el grado de entrega y sacrificio del supuesto amigo.

—Está bien pero de lo vivo a lo pintado, como decía Antonio Machado hay una gran diferencia y la vida es algo muy distinto y esto te lo dice un ente de ficción como te ha venido en gana definirme. La vida es muy distinta.

—¿A mí me lo vas a decir, a mí que tengo que recurrir al cine y los libros para ver y concebir la vida como a mí me gustaría? Evidentemente, ya sé que la vida es muy otra, lo compruebo día a día, pero qué quieres que te diga ¿que no creo en nada de esto de lo que estamos hablando? Te equivocas. Lo que sucede es que, aunque no haya podido experimentar en plenitud la amistad, sino de modo ocasional y aislado pero intenso, no he tenido la fortuna de una amistad continuada, permanente e individualizada. Unas veces por las circunstancias de la vida, como la distancia, y otras por algo tan sencillo como la muerte.

—¡Vaya hombre! Al fin saliste con tu tema preferido, la Muerte. Sé que sobre él me vas a hablar largo y tendido, pero como te conozco te entiendo y es que no podría ser de otra forma pues me consta que desde niño te ha rondado de forma casi permanente como ya has vislumbrado con anterioridad.

—Gracias, Pablo. Créeme, para terminar, solo quiero constatar, por propia experiencia que ante las grandes tragedias personales es cuando realmente nos damos cuenta de lo solos que vivimos. Te reto a demostrar lo contrario.

—Sabes que no puedo, pues tendría que utilizar mi amistad contigo para demostrarlo y es tanto mi afecto hacia ti que la prueba carecería de valor.

—¿Quizá porque me debes tu existencia en el mundo inmaterial de las ideas y estás agradecido por ello? Eso es interés.

—No me seas así pues ya existo desde que me creaste para dirigirme la Epístola y mientras uno de los quinientos libros que editaste duerma paciente en un estante de alguna biblioteca o en cualquier hogar, allí existiré y tendré vida por consiguiente esa pequeña vida ya me la diste y te estoy agradecido por ello, por tanto ahora nuestra amistad es verdadera y afectiva, y no me veo mediatizado porque lo que me diste ya no me lo puedes quitar, y es por eso que soy más leal contigo que tú conmigo por lo que te he manifestado que mi demostración carecería de valor porque te aprecio con sinceridad.

—De acuerdo, comprendo, tu perfección espiritual te lleva a este irreprochable planteamiento, pero no soslayes en el mío mi humana condición.

—Tienes razón pero, para terminar, ¿recuerdas aquella magnífica película de Frank Capra, Qué bello es vivir? El protagonista, George Bailey, encarnado por James Stewart, tenía un concepto parecido al tuyo y fíjate cómo al final comprobó el error en el que había incurrido porque había juzgado mal a los demás.

—Sí pero todas las películas del gran cineasta Francesco del Rosario Capra, natural de Sicilia, y conocido como Frank Capra, transmitían una idílica irrealidad (Horizontes perdidos, Un gánster para un milagro —Anny Manzanas—, Arsénico por compasión, Juan Nadie, Sucedió una noche etc. y por su puesto la que tú has referido).

—Pues bien, esa irrealidad, en ciertos momentos de la vida se convierte en una hermosa realidad, aférrate a ella pues te hará sentir mejor y vivirás más feliz haciendo felices a los que te rodean.

—Es lo que siempre he pretendido porque al igual que Antonio Machado, como escribió en su poema Retrato, siempre he pretendido ser en el buen sentido de la palabra bueno. Espero y deseo haberlo conseguido alguna vez aunque realmente en mi vida, a diferencia del poeta, nunca he pretendido ser bueno sino lo que me ha preocupado más es ser justo.

—Sí pero ya sabes que Víctor Hugo dijo: «Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo».

—Bueno, ahí me vuelves a pillar pero he de decirte que entre ser bueno y ser justo me quedo con lo segundo, me preocupa más ser justo que ser bueno porque el hombre bueno puede llegar a cometer injusticia por pretender obrar con bondad y para ello se ha de tener presente de modo constante la dicotomía aristotélica del «ser y deber ser», decía Amado Nervo que las almas superiores lo único a lo que temen es cometer una injusticia.

»¿Te ha gustado el alarde propio del foro?

—¿También aquí vas a ejercer la abogacía?

—No qué va, era solo una broma. Pero bromas aparte y para terminar este capítulo sobre la amistad he de dejar constancia de un pensamiento enorme de Plutarco: «La amistad es animal de compañía, no de rebaño».

—Y ¿qué me quieres decir con eso?

—Muy fácil; la amistad como dice Plutarco es cosa de dos o tres, no más pues la convergencia de intereses y ansia de dominio, no hablo de poder, que son palabras mayores, desvirtuaría cualquier relación que pudiera denominarse amistad. Y con esto termino. Como sobre cada tema voy a proponer una película en la conversación he propuesto varias.

»Para terminar te voy a dejar con otra cita:

«Si estás libre de enemigos porque a nadie hiciste injuria no faltarán otros que lo sean por envidia». Séneca.

»¿Te parece que pasemos al siguiente tema?

—Me parece. Procedamos.

CAPÍTULO II LA LEALTAD

«Te amo no solo por lo que eres sino por lo que soy cuando estoy contigo» R. C.

—¿Qué me dices con esta introducción? ¿Hablaremos del amor?

—No, no es el momento. Hablaremos dela fidelidad porque el afecto es consustancial a estos conceptos y por consiguiente al tema tratado anteriormente, la amistad.

—Muy bien, pues háblame de ello porque todo esto es nuevo para mí. Piensa que si algún día cobro vida real me agradaría conocer estos sentimientos tan particulares que pretendéis los humanos.

—Muy cierto lo que dices, pretendemos, porque en la forma tan complicada de vivir que tenemos observar estos principios se hace difícil, sobre todo con la lealtad pues a veces te puedes ver en el dilema de decidir ante dos lealtades y cuál ha de prevalecer, es una difícil elección.

—¿Cómo lo haces?

—Con reflexión. Atendiendo a la conciencia y con la ayuda del conocimiento, por ejemplo: hay un principio en Derecho que ayudaría bastante: «quien es primero en el tiempo es primero en el derecho».

—Tan simple.

—Pues no. No es simple, también tienes que tener en cuenta el afecto y el daño que se pueda causar, lo más importante es no obrar nunca con engaño y dar a cada uno lo suyo y sobre todo renunciar, imprescindible renunciar para no causar daño, la renuncia a todo beneficio es lo mejor así quien se vea supuestamente perjudicado por la decisión valorará la situación autolesiva.

—Muy bien pero eso dependerá del grado de conciencia y principios del otro, del que tiene que valorar tu decisión. Está bien, dime ahora qué entiendes por lealtad.

—Es una virtud inherente a la fidelidad y, como te había dicho anteriormente, al amor. Es decir, seguir a la persona o ente hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte si fuera preciso, en definitiva dar la vida por aquel o aquello a lo que te debes por elección propia. Pues debes saber que la lealtad es dable no solo a las personas, familiares y amigos sino también a instituciones, como la patria o la Iglesia, y a convicciones personales y morales como la fe.

—En consecuencia la verdad en la lealtad es determinante. Lo debe ser todo.

—Por supuesto todo está en conexión: el afecto, la fidelidad, la verdad. Sin ello, no puede existir la lealtad.

—¿Tan necesaria es la lealtad?

—Para vivir en sociedad, en grupo. Mira hasta en un grupo se precisa de todo esto. Aunque el fin del grupo sea el robo, el crimen, la rapiña, se precisa el afecto que puede sustituirse por el interés en el botín, la fidelidad para obrar con obediencia y la lealtad para no incurrir en traición.

—Desde luego eres un caso siempre te vas a los extremos.

—Para que lo comprendas mejor; en este caso no puede funcionar porque más pronto o más tarde entran en juego el interés desmedido y la ambición y su efecto inmediato, la envidia, que conllevará de modo indefectible a la traición que es la consecuencia de la transgresión de la lealtad.

»La lealtad es tan necesaria como la honradez en el día a día pero en el mundo del derecho, el foro, más mucho más, tanto los abogados como los jueces o los fiscales y los otros gestores del derecho también, pero sobre todo también la lealtad y la honradez deben alcanzar a los clientes, el justiciable en definitiva, porque tanto como se cuestiona sobre la honradez de los abogados, algo injusto porque por propia experiencia me consta que la honradez es el denominador común de la profesión de abogado y cuando me refiero a honradez no me estoy refiriendo a la gestión del dinero, sino a la honradez en el comportamiento primero para consigo mismo y después para con los demás tanto para los clientes como para los compañeros y los demás gestores del derecho, incluyendo a los jueces y fiscales, que deben estar a la recíproca, lo que estoy queriendo decir es que a veces su forma de actuar deja mucho que desear para con los demás gestores del derecho, como por ejemplo a los abogados, a los que se les maltrata suspendiendo juicios, interminables esperas, aplazando vistas por mero capricho y eso no es ser honrado para con los que estamos viviendo en la misma ocupación, el foro. En este entorno hay siempre un conflicto permanente de lealtades porque el juez debe ser leal con todos los que están en su entorno como los del entorno tienen que ser leales y honrados con el juez y eso cada uno se lo tiene que mirar.

»Para ir cerrando el tema quiero elevar un pensamiento personal respecto de la honradez de los abogados y también de la lealtad porque un abogado que no sea honrado y leal no puede seguir en la profesión de ninguna de las maneras porque para ser abogado el primer requisito es la honradez, después todo lo demás incluido el conocimiento del derecho pero lo prioritario es la honradez. Dejemos constancia de que en varios estudios sobre las distintas profesiones a los abogados se le valoraba, ni más ni menos, que un ocho, es decir un notable alto, eso no hace falta que lo diga una encuesta eso lo sabe el propio abogado que ha ejercido durante toda su vida, sabe que se le quiere y se le aprecia por las personas y eso es muy agradecido. Cuando pasan los años y cuando ya va uno camino del final de la vida se encuentra constantemente con personas que han coincidido en el devenir de la profesión y no hay nada más que ver con el afecto que se le demuestra y la consideración que recibe, eso no está pagado con nada pero todo esto que digo se resume con una frase que debe estar impresa en oro en el frontispicio de la profesión:

»El Universo no contiene bastantes riquezas como para comprar la voluntad de un hombre honrado. SAN GREGORIO MAGNO.

—Acabado el viaje al extremo negativo de la virtud vuelve al cauce normal del hombre normal.

—Cierto pero lo que he pretendido con este ejemplo es que todos estos principios transcienden al ser humano están por encima del bien y del mal. No olvides que el bien es el don de Dios al hombre y el mal es el uso torticero e inadecuado de ese don divino.

—Pero el bien y el mal están presentes en la vida del hombre desde el principio de los tiempos y te aseguro que eso no va a cambiar.

—Sí pero para eso están los principios morales que se deben inculcar en el niño y uno de esos principios es la Lealtad. Ya te dije en la epístola que la lealtad es la encarnación moral de la verdad. No se puede vivir en un entorno sin lealtad ya sea en la vida familiar, en la amistad o en el trabajo pues en caso contrario se desmoronaría como un castillo de naipes con un castigo terrible: la soledad, el paro o la ruina personal y patrimonial y si la deslealtad es a la Patria estaríamos ante el deshonor.

—Me parece que te equivocaste de siglo todo eso que me dices está pasado de moda, mira a tu alrededor y dime qué ves.

—Estoy sordo no ciego. Pues claro que sé lo que veo y por eso escribo este libro por si puedo abrir los ojos a alguien y hacerle ver que hay principios morales que si se observan ayudan a resolver muchos problemas; las tres patas del banco de la vida son Dios, la Patria y la Justicia y la familia debe ser el seno del desarrollo para alcanzar ese destino, todo lo demás es accesorio y prescindible.

—Entonces la Lealtad es importante para ti…

—Mucho, sin ella no se puede alcanzar una vida honesta en la que servir a Dios, a la Patria y a la Justicia.

—¿Has terminado?

—Creo que sí.

—Pues no me has dicho nada de alguna película relacionada con la lealtad.

—Cierto, y te voy a decir que el paradigma de la lealtad en el grupo de forajidos te volvería a poner de ejemplo el film de Sam Peckimpah Grupo salvaje en el que el grupo por lealtad y afecto llega a la autoinmolación. Es una película imprescindible y viéndola se comprende mejor lo expuesto.

—Pues si quieres pasamos al tema siguiente.

CAPÍTULO III

—Pues podríamos hablar del HONOR, esta es la cita para introducir el tema:

Al Rey la hacienda y la vida

se han de dar pero el honor

es patrimonio del alma

y el alma solo es de Dios.

Pedro Calderón de la Barca

El Alcalde de Zalamea.

—Esta cita también iniciaba este apartado en la epístola.

—No hay nada mejor dicho sobre el honor.

—Pues por el honor se batían duelos hasta la muerte.

—Cierto, era lo que se llamaba el juicio de Dios. Pero todo esto no dejaba de ser un comportamiento humano en el que confluían los vicios opuestos a la moral: la ambición de la posesión, ya sea por unas tierras o por una amada porque la insatisfacción del hombre es lo que llevaba al duelo y a los pueblos a las guerras.

—Bueno háblame del Honor. Ahí te quiero ver porque en los tiempos que corren el honor brilla por su ausencia.

—Puede que sí, puede que esté adormecido pero está, nunca desapareció, lo que ha cambiado es el concepto del honor por lo que hoy se conoce como honestidad u honradez que no es más que una derivación del honor, no es posible ser honrado u honesto sin ser un hombre de honor.