Las redes sutiles de la educación - Mercè Traveset Vilaginés - E-Book

Las redes sutiles de la educación E-Book

Mercè Traveset Vilaginés

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Beschreibung

La aplicación de las aportaciones de la visión sistémica al marco educativo abre la puerta a un nuevo paradigma pedagógico que permite que los docentes miren la realidad educativa como un todo, vinculando los sistemas familiares, sociales, culturales, históricos y espirituales, y vean cómo ello influye, repercute y está en la base de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Hoy en día sabemos que el ser humano está constituido por una red inmensa de complejidades neuronales, sensoriales, psíquicas, sociales y espirituales que se influyen continuamente unas a otras. Tanto la física moderna como la neurociencia y la biología, por citar solo algunos campos de la ciencia, muestran descubrimientos que van en esta dirección. La pedagogía sistémica multidimensional pone la mirada en el desarrollo de la consciencia, la interioridad y las dimensiones transgeneracionales, intergeneracionales, intrageneracionales e interpersonales, y en cómo la inclusión de esta información llena de sentido el aprendizaje y vincula el ser, el pensar, el sentir y el hacer. Esta educación incluye la razón y la intuición, une la mente y el corazón, escucha el cuerpo, las emociones, los sentidos y significados de cada persona, dignifica las raíces y la identidad de cada una, y ordena la complejidad de los vínculos para que cada cual esté en su lugar y que las nuevas generaciones puedan desarrollar al máximo sus potencialidades. En este libro se presentan los fundamentos de todo ello y algunas herramientas para llevarlo a la práctica.

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Carles Parellada Enrich

Mercè Traveset Vilaginés

Las redes sutiles de la educación

Las ideas clave de la pedagogía sistémica multidimensional

OCTAEDRO

Colección Recursos educativos

Título original: La xarxa amorosa per educar. Idees clau de la pedagogía sistémica multidimensional, Octaedro, 2014

Traducción de Manuel León Urrutia

Primera edición en papel: junio de 2016

Primera edición: junio de 2016

© Carles Parellada Enrich y Mercè Traveset Vilaginés

© De esta edición:

Ediciones Octaedro, S.L.

C./ Bailén, 5 – 08010 Barcelona

Tel.: 93 246 40 02 – Fax: 93 231 18 68

www.octaedro.com – [email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-9921-834-2

Diseño, producción y digitalización: Editorial Octaedro

Agradecimientos

Parece que la vida me ha ido encaminando, pacientemente, en una dirección que sin duda siento que tiene mucho que ver con el título de este libro: las redes sutiles de la educación.

A día de hoy percibo que la red amorosa que me ha acompañado a lo largo de todos estos años ha sido extraordinaria, y día que pasa, día que se hace más diáfana y amplia.

Bert Hellinger nos ofrece unas claves maravillosas para entender aspectos básicos del vivir, que a menudo resume en tres frases: sí, así fue como ocurrió, y lo respeto, gracias, porque a pesar de todo la vida continuó, y por favor, miradme con buenos ojos si ahora sigo mi propio camino.

Esto me da la oportunidad, una vez más, para dar las gracias a mis padres por haberme iniciado en este camino, con su amorosa generosidad para traerme a la vida, y hago extensible este agradecimiento a toda mi familia, desde la más cercana, mis hermanas, hasta todos los que la completan, sin dejar a nadie en el camino, porque todos, desde los antepasados hasta las nuevas generaciones forman parte de ella, tienen un lugar, y son absolutamente legítimos, incluso aquellos que, por algún motivo, aunque extraño, se hayan vinculado con nosotros por diversas circunstancias. En mi corazón tienen un lugar permanente.

En esta red también están incluidos mis maestros, profesores y profesoras que me han dejado una huella imborrable, al igual que las escuelas e instituciones en las que he trabajado y colaborado, que son muchas. Y he de añadir a todos los amigos y amigas, profesionales y alumnos de diferentes edades, con quienes he tenido el placer de compartir parte de nuestras historias de vida. A todo, a todos y a todas, muchas gracias también.

Esta red, todo lo que la mueve, todo lo que la ha precedido y seguirá haciéndola crecer, no sería posible sin haber creado una estrecha vinculación y complicidad con Mercè Traveset; ella siempre está un paso por delante visualizando lo que se requiere y le agradezco haberlo hecho juntos durante todo este tiempo.

Así mismo, mi más profundo agradecimiento a Carme, mi mujer y mi compañera durante todos estos años, y a Adriá, por completar este itinerario que me regala constantemente ocasiones de felicidad.

Sí, respeto profundamente cómo han sido las cosas, el coste que algunas han tenido y los retos que me depara el futuro, asumiendo la responsabilidad que me toca para hacer el mejor uso posible de todos los dones que la vida me ha dado, me da y que siento que me seguirá ofreciendo.

A toda esta red le pido, por favor, que me mire con buenos ojos; a pesar de que algunas cosas no sean del todo acertadas, la intención desde el corazón es contribuir de la mejor manera posible al servicio de algo más grande.

CarlesParelladaEnrich

La Torre de Claramunt, abril de 2016

En Cataluña, la pedagogía sistémica ha arraigado de una manera mágica y espectacular. Por ello me siento honrada de pertenecer a esta tierra tan fértil en innovaciones educativas y humanas. Es un campo abonado desde hace muchos años por movimientos pedagógicos pioneros en el mundo y esta base nos sirve de apoyo para aportar nuestro granito de arena a la innovación educativa actual.

Mi agradecimiento va dirigido al sistema educativo catalán al cual pertenezco desde hace más de treinta y cinco años, donde he podido vivir experiencias educativas maravillosas como maestra de primaria en la Escuela Santa Perpetua de la Moguda y en el Instituto Viladecavalls como orientadora y psicopedagoga, y donde he podido desarrollar buena parte de los inicios de la pedagogía sistémica y la educación emocional sistémica. Gracias a la licencia de estudios retribuida que me permitió estructurar un crédito de educación emocional sistémica que está publicado con otras aportaciones en el libro Sentir con la mente, pensar con el corazón.

Gracias a todos los CRPS, escuelas, etc., que han solicitado formaciones de pedagogía sistémica y han confiado en esta nueva mirada y en mí.

Al CUDEC, Universidad Multicultural de Tlaneplantla de México, y especialmente a Angélica Olvera, por el impulso y empuje de organizar las primeras formaciones de Pedagogía Sistémica y traerlas a nuestra tierra, y mostrarnos su creatividad y la experiencia pionera que estaban haciendo en el CUDEC: ha sido y es una fuente de inspiración constante.

Al Instituto Gestalt de Barcelona por optar por esta mirada e implementar esta formación en su programa. Gracias por permitirnos hacer la coordinación de la misma junto con Carles Parellada. Este espacio nos ha permitido hacerla crecer y cuidar de la Pedagogía Sistémica año tras año, y vamos por la decimosegunda promoción.

Al ICE de la UAB por haber confiado en nosotros y habernos facilitado el espacio y los grupos de trabajo que han dado lugar a la Red de Pedagogía Sistémica, que reúne a varios grupos: Grupo Escuelas Sistémicas, Grupos de Redes de PS de territorio, Grupo de Formadores, Jornadas de Experiencias, etc.

A la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Facultad de Ciencias de la Educación, por haber abierto las puertas al Posgrado de Educación Emocional Sistémica Multidimensional que ya va para la quinta promoción (iniciada en el curso 2012/2013).

A la Fundación Universitaria Rovira i Virgili de Tarragona (FURV) por haber abierto las puertas al primer Master de Pedagogía Sistémica Multidimensional.

A Carles Parellada por formar este tándem tan fructífero que nos ha permitido desarrollar esta red, gracias por su presencia y paciencia.

A mi familia por su acompañamiento amoroso y por la fuerza que me llega de mi sistema, a mi hija Yelena por las horas que no he compartido con ella por estar dando cursos y talleres, por su amorosa presencia y comprensión.

Una mención muy especial a mi íntimo amigo Joan Corbalán por estar siempre a mi lado, por aconsejarme y sostenerme en momentos difíciles, y por las sonrisas y los momentos tan profundos y divertidos que pasamos juntos.

MercèTravesetVilaginés

Matadepera, abril de 2016

Prólogo

El oficio del amor

El oficio del amor

es relatar

ponerle voz a la historia

hacerle caso a los cuerpos.

El oficio del amor

es disfrutar

vestir de fiesta a la vida

bromear con los enojos.

El oficio del amor

es confiar

es rozar alma con alma

es fundirse en mil abrazos.

Este es un libro forjado a partir de las reflexiones, las experiencias y el afecto de dos personas: Carles Parellada y Mercè Traveset, que comparten (y reparten) un sueño: Es posible educar en amor y buena compañía.

Me han pedido que lo presente en sociedad y lo hago con alegría, ya que lo siento como una noticia a celebrar, por la riqueza que puede aportarnos a quienes estamos implicados en el mundo de la educación. Y es que creo que vale la pena extender las ideas, los mensajes y las sacudidas que trae el texto, metidos entre sus sistémicas palabras.

En primer lugar, la valentía de mostrar tan claramente el deseo de lograr un quehacer educativo más humano, compartido y amable. En segundo lugar, la invitación a los profesionales a llevar a cabo cambios en profundidad, que nos hagan aprender y disfrutar de un estar más rico y aireado en la escuela. En tercer lugar, el ofrecimiento generoso y humilde de poner a disposición del lector el amplio cobijo de las teorías sistémicas, implícitas en los criterios que aparecen a lo largo de las páginas.

El libro propone abrir las puertas para ver la realidad educativa como un todo, lo cual no solo repercutirá en los procesos de enseñanza-aprendizaje, sino que hará que en la escuela se pueda encontrar la fuerza necesaria para vivir lo más equilibradamente posible. Se plantea, pues, un modelo educativo que incluya la escucha, el placer, el cuerpo, las diferencias, las emociones, los valores, el juego, la libertad expresiva y los vínculos.

Una escuela en la que se pueda aprender a aprender, en la que quepan: la sorpresa, la imaginación, la curiosidad, el diálogo, el entusiasmo y las tareas compartidas. Una escuela en la que se generen contextos creativos, afectuosos y apasionados, en la que se lleve a cabo una tarea de acompañamiento a niños, familias, maestros y otros allegados, que sea humana, subjetiva y respetuosa. Una escuela en la que creo y que he procurado y disfrutado en mi largo tiempo como maestra de educación infantil.

Para ello, los autores aportan varias vías de trabajo: maneras de evitar los desencuentros entre padres y maestros, de afrontar los conflictos, protocolos de organización y gestión, metodologías adecuadas, cuidado del liderazgo… Vías que permanecerán abiertas a cada alumno, a cada grupo, a cada maestro y a cada circunstancia. Porque en las propuestas que aparecen en el libro no hay estructuras fijas o cerradas, no hay una única manera de hacer, no hay un dictado de actuaciones, sino una actitud de guía, apertura, reflexión, libertad y tarea conjunta para potenciar en el docente, en las familias y en los niños. Planteamientos con los que me identifico completamente, porque producen resultantes de creación de competencias, además de autoestima, cohesión grupal y satisfacción en las familias, que se alegran de la evolución saludable de sus hijos.

El libro es claro, cercano, riguroso, y está escrito sentidamente. Yo diría que está concebido desde el piso de abajo de los autores, que han incluido en él su saber, pero también su sentir, sus vivencias, sus recuerdos… Un libro revelador, que se agradece en estos momentos de desconcierto.

A mí me gusta que sus propuestas puedan ponernos a los maestros a pensar, a analizar y a aprender, cosa que a veces nos cuesta un poco. Me gusta que hable de la complejidad, una palabra grande y que da un poco de susto, pero que conocemos a fondo todos los que hemos estado en un aula con un grupo de niños, con sus respectivas familias y entornos, con el equipo de compañeros, con los aconteceres sociales, políticos y culturales, con las políticas educativas reinantes, con los avatares de nuestra propia vida personal… Todo ello funcionando a la vez, acompasada o descompasadamente, con sus ritmos, sus saltos y sus acoplamientos. Y me gusta que se nombre aquello del «mirar con buenos ojos» a los demás, porque intuyo que lo dicen de verdad, activamente, que no se queda en palabras el deseo de cambio que propone este libro innovador.

La verdad es que siempre que he leído o escuchado hablar sobre la Pedagogía Sistémica, me ha dado una especie de sensación de calma, un aire esperanzado, una cierta confianza. Algo así como sentir que quizás sí se puedan producir cambios en la educación, a pesar de los pesares. Que quizás podamos afilar la punta a nuestro sueño pedagógico. Que quizás estemos a tiempo de abrir nuestras escuelas, nuestras programaciones y nuestros miedos… y dejar pasar la vida con sus amorosas complejidades.

Con sus órdenes y sus desórdenes.

Con su sencillo y diario transcurrir.

Con su humanidad.

MariCarmenDíezNavarro

Maestra y psicopedagoga

PARTE 1. La visión sistémica, multidimensional y evolutiva

Presentación

Enseñamos dónde está la fuerza para vivir

Los principios que aporta la pedagogía sistémica multidimensional contribuyen a humanizar la educación, a unir la mente y el corazón, a dignificar las raíces y la identidad de todas las personas, a fortalecer y ordenar la complejidad de vínculos para que cada uno esté en su lugar, y a hacer posible que las nuevas generaciones puedan desarrollar al máximo sus potencialidades.

Se trata de generar en las escuelas climas convivenciales positivos donde las emociones y los valores que predominen sean la confianza, la acogida, el reconocimiento, el respeto a la diferencia, el agradecimiento y la admiración. Esto posibilita que la escuela sea una plaza común, una comunidad, donde hay espacio para todas las identidades y todas las inteligencias, una escuela viva y dinámica, donde los maestros y los alumnos son investigadores y creadores de la realidad.

Los tiempos que vivimos están marcados por cambios muy rápidos y de una gran complejidad. En la educación formal y no formal conviven hoy muchos contextos culturales, sociales y familiares. Eso implica que los profesionales de la educación, tanto los equipos directivos como los docentes, los educadores sociales o los pedagogos, se vean abocados a gestionar esta riqueza y variedad de contextos complejos para poder realizar su tarea. Necesitamos, pues, desarrollar competencias y habilidades basadas en un pensamiento capaz de captar las interacciones, abrir el corazón y la conciencia a situaciones inciertas, operar en red y tener estrategias de intervención desde una perspectiva amplia que incluya todos los sistemas implicados en la interacción educativa.

La aplicación de las aportaciones de la visión sistémica en el marco educativo abre la puerta a un nuevo paradigma pedagógico que posibilita a los docentes ver la realidad educativa como un todo, vinculando los sistemas familiares, sociales, culturales, históricos y espirituales y, por otro lado, ver cómo esto influye, repercute y está en la base de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La evolución de la educación y los retos de la sociedad actual hacen necesario formar profesionales que centren la educación en la relación y los vínculos como elementos clave para favorecer la buena gestión, la convivencia y el aprendizaje, así como para el desarrollo holístico de la persona.

Esta mirada a la educación responde a una necesidad creciente de revisar algunos aspectos que habían sido excluidos, campos de información transgeneracional y emocional que nos ofrecen comprensiones profundas y útiles para acompañar a las nuevas generaciones hacia la vida, y permiten a los profesionales ubicarse para llevar a cabo su tarea, desde la fortaleza de su función y desde el bienestar. El epicentro del suceso es la acción recíproca entre las partes, componentes de una familia, de una escuela o de cualquier grupo humano.

El pensamiento fundamental de esta visión es que la realidad externa y la realidad interna que vivimos tiene diferentes dimensiones, una parte es visible y otras no lo son, pero ejercen una influencia enorme en nuestra vida. Sucede lo mismo que con los microscopios: distintas lentes nos posibilitan acceder a diferentes campos de información que nos permiten comprender e indagar parcelas de la realidad impensables hace unos años.

La educación se ha movido en una única dimensión, racional y lógica, en consonancia con la visión que la sustentaba y que seguramente ha sido necesaria para que la humanidad evolucionara en algunos campos del conocimiento que son, por descontado, indiscutibles.

Ahora ya sabemos que el ser humano está constituido por una red inmensa de complejidades neuronales, sensoriales, psíquicas, sociales y espirituales que se interrelacionan continuamente. Tanto la física moderna como la neurociencia y la biología, por citar solo algunos campos de la ciencia, muestran descubrimientos que van en esta dirección.

La visión de sistemas en conexión nos ofrece una amplitud panorámica, pero necesitamos instrumentos para acceder a la profundidad y complejidad de las distintas realidades y universos que habitamos. Somos creadores y constructores de universos.

El gran reto es incluir esta multidimensionalidad en la educación impulsando la construcción de nuevas formas de relación entre los conocimientos y los individuos, abriendo caminos que potencien la construcción del pensamiento complejo, frente al reduccionismo de la educación actual, la integración de la diferencia y la comprensión del mundo desde una perspectiva de interrelación y responsabilidad compartida. Cómo favorecer la construcción de la propia subjetividad a partir del desarrollo de una serie de competencias que ayuden a conocerse a uno mismo y a interpretar y transformar el mundo en el que vivimos. Un currículum multidimensional y transdisciplinar significativo que nos ayude a agradecer el pasado, y aquello sagrado que lleva en el alma cada persona, disfrutar del presente y abrirnos al futuro con éxito.

Esta educación incluye la razón y la intuición, escucha el cuerpo, las emociones, los sentidos y significados de cada persona, es creadora de una red de nuevos saberes e implica la comprensión de una realidad interconectada y compleja.

La pedagogía sistémica multidimensional pone la mirada en el desarrollo de la conciencia, la interioridad y la complejidad de dimensiones vinculares transgeneracionales, intergeneracionales, intrageneracionales e interpersonales, y cómo la inclusión de esta información llena de sentido el aprendizaje y vincula el ser, el pensar, el sentir y el hacer.

Nuestro libro os presenta los fundamentos y algunas herramientas para hacerlo.

1. Pedagogía sistémica multidimensional, una pedagogía holística y humana que nos hace evolucionar como seres conscientes

▪ Mercè TRAVESET

Nada en la cultura humana tiene sentido si no es a la luz de la evolución.

Dobzhansky

Evolución y educación

Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que las personas sean lo que pueden llegar a ser. La crisis de la educación no es una más entre las muchas que tenemos, la educación está en el centro del problema. El mundo se encuentra en una crisis profunda porque tenemos una educación que obedece a parámetros obsoletos, se centra en poblar la mente de conocimientos externos, alejados de la vida, de espaldas a los movimientos de la vida, y excluyendo, en gran parte, la interioridad humana. Las categorías de la vida no son estáticas, fijas e inmutables, sino una instantánea de un proceso en continuo movimiento. La noción de evolución aplicada a la educación nos pone en contacto con la idea de proceso, cambio y desarrollo.

La visión evolutiva del mundo no abarca solo a la ciencia y la biología, sino que es un elemento organizador que se puede aplicar a todos los ámbitos: evolución de la tecnología, evolución de la cooperación, evolución de la conciencia, evolución de las visiones del mundo, evolución de la información, de los valores, de la espiritualidad y, por lo tanto, de la educación. Eso nos lleva a preguntarnos si como seres humanos podemos evolucionar o ya estamos condenados a ser como somos. Una u otra perspectiva genera una visión esperanzadora o pesimista.

La evolución nos dice de dónde venimos y explica las raíces y el contexto histórico de nuestra existencia, nos dice dónde estamos, y cada fenómeno de diversidad es una explosión de las múltiples posibilidades que tenemos. La diversidad es uno de los caminos por donde el universo explora su futuro.

Lo que vemos como real es a menudo un fenómeno construido, forma parte de una visión del mundo, de un paradigma. Se trata de un sistema simbólico de representación que nos permite integrar todo lo que sabemos sobre el mundo y nosotros en una imagen global. Estas visiones están insertas en nuestra arquitectura cognitiva a nivel familiar, social y cultural y conforman nuestro mundo como una armadura que no nos permite ir más allá de nuestras limitaciones. Son estructuras profundas que en los recodos ocultos de nuestra conciencia ofrecen sentidos y significados.

En cada visión del mundo existe una idea primordial que la fundamenta; por ejemplo, en la visión moderna y científica del mundo subyace la idea de que la investigación racional y el método científico posibilitaban la comprensión objetiva del universo.

En la nueva visión emergente el presupuesto fundamental es que estamos en movimiento, y si bien ya sabíamos que la Tierra se mueve –hemos estado muy ocupados en construir categorías estáticas, fijas y objetivas–, ahora vamos tomando conciencia de que no somos algo concluido, sino que nos convertimos en un movimiento imparable hacia delante. Los sistemas son estructuras adaptativas que cambian y evolucionan con el paso del tiempo. La neurociencia descubre día a día la neuroplasticidad de nuestro cerebro.

Pero lo que se mueve no es lo de fuera, sino el mundo interno y nuestra capacidad perceptiva que está en continuo proceso de cambio.

La educación ha estado en sintonía con el paradigma y la visión del mundo que la sustentaba; se trataba de educar para adaptarse al mundo externo utilizando al máximo las competencias racionales que daban seguridad para subjetivar y comprender el mundo.

Las crisis siempre son síntoma de evolución. Cuando algo no funciona, hace ruido. Es curioso que en un paradigma tan racional, la irracionalidad haya hecho aparición y se haya apoderado de los mercados financieros, económicos y de otros tantos ámbitos de la vida; esta visión y maneras de hacer están poniendo en peligro nuestra propia supervivencia en el planeta.

Todo ello nos obliga a buscar nuevas formas de pensar y actuar para salir de la situación actual. Nos hace evolucionar, nos mueve hacia coordenadas nuevas y, a tientas por caminos inciertos, vamos construyendo nuevas respuestas. Nos obliga a adoptar nuevas perspectivas, a ampliar la mirada a múltiples dimensiones de la realidad interna y externa, de los mundos visibles e invisibles.

El viejo paradigma nos ayudó a trocear la realidad en fragmentos muy pequeños, y perdimos de vista el contexto más global. El paradigma emergente nos conduce a un pensamiento integrador e interdisciplinario y eso supone una nueva función evolutiva de la conciencia, para poder percibir varias dimensiones externas e internas y abrirnos a nuevas posibilidades. Esta visión evolutiva es altamente optimista y fortalecedora, ya que nos pone en contacto con el hecho de que somos el fruto de la evolución de milenios de supervivencia y de progresos adaptativos, y de que nosotros también encontraremos las soluciones que ahora se requieren.

En este marco es importante que nos preguntemos qué es aquello esencial que hay que aprender en nuestro tiempo, cuáles son las competencias que es necesario desarrollar y cuáles son los temas que ha de priorizar la educación actual; cuáles son nuestros retos, de qué herramientas disponemos, cuáles son los cambios que deben producirse en la educación para que esté en sintonía con la vida actual, cómo enseñar a cuidar la vida en todas sus vertientes…

La vida nos empuja hacia adelante; es un movimiento imparable, se transforma, en ella suceden toda clase de acontecimientos. Sus latidos se manifiestan de formas a veces incomprensibles para la mente humana.

Existe un imperativo biológico que nos impulsa hacia la supervivencia. Si estamos aquí es porque nuestros antepasados han sido capaces de adaptarse a los cambios y a las crisis para generar respuestas y soluciones a los problemas que tenían planteados.

La muerte no es el final de la vida, en el sentido más fenomenológico y sistémico del término; muere un nudo de la red, pero sus efectos en la red continúan; así pues, los hijos somos la continuación en una cadena de la vida que viene de muy lejos y traspasamos la vida o la sostenemos de muy diversas formas, y cada persona lleva a cabo su función única e indispensable.

La evolución es una danza inteligente entre los organismos y el entorno. Todos nosotros somos células del cuerpo de un superorganismo gigante en desarrollo, al cual llamamos humanidad. (B. Lipton)

Contexto actual

En el mundo actual todo está interconectado, los conflictos sociales y ecológicos no son solo cuestiones locales, sino problemas globales. De ahí la necesidad de un cambio de perspectiva que oriente hacia nuevas formas de abordar el conocimiento de la realidad y que permita tomar decisiones para construir nuevas formas de afrontar la vida.

La educación ha de incluir muchos contextos familiares y culturales, así como los cambios tecnológicos y científicos que se producen a una velocidad vertiginosa, y abordar el impacto que todo eso produce en las diversas formas de vida.

Conocemos la gran diversidad de modelos de familia (familias de culturas muy diferentes, grandes cambios, muy acelerados y estresantes, en los roles familiares hombre/mujer, padres y madres con poco tiempo para estar con sus hijos e hijas…); la función de mostrar el mundo ya no está en manos de la escuela ni de la familia, sino de los medios de comunicación, internet, etc.; nos encontramos con una imagen desdibujada de los referentes, con el desarraigo de los lugares de origen, el individualismo y el aislamiento.

Toda la realidad es relación, dice Raimon Panikkar. Existe interdependencia, cada organismo individual no puede concebirse aislado del resto; por lo tanto, necesitamos desarrollar un pensamiento planetario interconectado, y las nuevas generaciones ya nos lo están mostrando.

Zygmunt Bauman, un relevante sociólogo de nuestra contemporaneidad, ha acuñado el término «modernidad líquida», que se refiere a los cambios constantes que vivimos: todo es líquido, cuando te acostumbras a algo ya ha cambiado; eso genera unas consecuencias que pueden favorecer la confusión, la inseguridad, la desvinculación, etc.

Ante tantos cambios se hace necesario buscar lo que es esencial, los fundamentos, las raíces, los vínculos que sostienen, la pertenencia, las redes sociales; por eso la pedagogía sistémica pone la mirada en las relaciones y los vínculos y en cómo generar climas convivenciales positivos, donde las emociones que se vivan sean la confianza, la acogida, el reconocimiento, el respeto, el agradecimiento, etc.

¿Qué educación se requiere hoy?

Todos los indicadores apuntan hacia una educación cuya finalidad sea conseguir la armonización de hombres y mujeres, la cooperación, la ilusión y la paz entre todos los pueblos. Una educación que se proponga ir más allá de lo racional, de los contenidos académicos y dé lugar a los contextos, al mundo emocional visible e invisible y a los procesos fenomenológicos que suceden día a día. Una educación sostenible que favorece una forma equilibrada de relacionarnos con la Tierra y con todos los seres que viven en ella y que contribuya a cuidar la vida en el planeta y a mantener sus funciones vitales para las futuras generaciones.

La cosmología necesaria es la visión unitaria y sagrada del mundo emergente. Es decir, ir más allá de las dualidades que nos separan –buenos y malos, musulmanes y cristianos…–; eso nos fragmenta y no nos deja evolucionar como especie; estas dualidades son un verdadero veneno que separa, contamina e intoxica.

Nos podemos preguntar qué competencias y habilidades se requieren para manejar y gestionar esta complejidad. Podemos apuntar algunas que a nuestro parecer resultan fundamentales:

Dominar diversas disciplinas (tecnológicas, científicas, relaciones humanas).Tener una gran capacidad de síntesis para captar lo esencial y no verse superado por tanta información (hoy estamos cegados de información).Desarrollar un pensamiento capaz de captar las interacciones.Operar en red.Aprender a ver las diferentes dimensiones de la realidad.Incorporar diferentes perspectivas y puntos de vista.Comprender los principios de la organización de comunidades.Educar la historicidad: de dónde venimos, dónde estamos y adónde vamos; somos eslabones de la cadena de la vida.Incluir en la educación las múltiples inteligencias.Aprender a pensar con los dos hemisferios: incluir el intuitivo y el racional.Desarrollar proyectos que investiguen y den respuestas a la integración y respeto entre géneros, las aportaciones de las mujeres y de los hombres en la historia de la humanidad.Educar el ser y la identidad como parte de una red, poliidentidad.Aprender a ver las dinámicas ocultas de los sistemas y las organizaciones.Vivir la diversidad como un arte de la comunicación humana y no como una catástrofe.Arraigarnos en la experiencia, para vincular el sentir, el pensar y el hacer.Exponernos a los fenómenos tal como son.Aprender a resolver conflictos desde la inclusión.Desarrollar capacidades creativas para dar respuestas a un mundo tan cambiante y ser capaces de crear nuevas imágenes que ofrezcan soluciones.Desarrollar una ética respetuosa con la vida en todas sus formas y dimensiones

Para generar estas habilidades necesitamos desarrollar una visión que nos permita traspasar los límites de las creencias, las interpretaciones y las lealtades al sistema familiar que nos impone nuestro mundo. Esta nueva mirada produce una nueva conciencia para resolver los retos que la vida nos presenta.

Algunas premisas que nos aporta la programación neurolingüística (PNL, terapia para desprogramar nuestro pensamiento y nuestras creencias):

La experiencia humana es afectiva e intersubjetiva.El observador no es neutro, sino que ordena lo que percibe, las emociones y el conocimiento, según sus propias concepciones.Cada persona observa la realidad, que es una red de procesos, desde su propio mapa. Por lo tanto, es relevante preguntarnos cuál es el mapa desde donde observamos cualquier fenómeno.Nuestra mirada está condicionada por nuestro sistema familiar, por el paradigma de conocimiento al que somos leales y por nuestra propia experiencia.No puede pensarse en una realidad separada de la mirada del sujeto (Watzlavick, 1992).

La complejidad no se aprende, se vive, se crea, en este contexto tomamos conciencia de que somos movimiento, orden y desorden, evolución, creación, descubrimiento permanente y metamorfosis. (Maturana, 1994)

Tolerar la incertidumbre

La primera premisa que se requiere en esta gran escuela de la vida es la humildad de reconocer lo poco que sabemos sobre la realidad; la segunda, una cierta incomodidad ante tanta incertidumbre que nos lleva a querer saber un poquito más; la tercera, tener mucha curiosidad, ser aprendices en constante búsqueda. La gran maestra es la vida, y en ella todos somos educandos, educadores y aprendices, dependiendo de los diversos contextos en los que concurre nuestra existencia.

Con esta actitud nos abrimos a un campo de aprendizaje muy grande: qué he de aprender aquí o qué he aprendido para no seguir repitiendo patrones que no me llevan a ningún sitio. Así, nos convertimos en investigadores; en caso contrario, podemos enfadarnos y culpar a los espejos ajenos y engrosar el «victimómetro», la queja, y esperar que venga alguien a rescatarnos del malestar, mostrando una emocionalidad correspondiente a un niño de tres o cuatro años, aunque tengamos cuarenta. Entonces no tenemos más remedio que cambiar el chip y llevar a cabo procesos de transformación, aprender a ver las cosas de otra forma.

El verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en ver con ojos nuevos. (Marcel Proust)

Transitar por caminos desconocidos

Hay una parte visible y otra mucho más grande que está sumergida, pero nosotros, que somos seres muy vulnerables, no soportamos no ver o no saber… Entonces decimos que eso es todo lo que hay, tratamos de explicarnos la vida desde lo que podemos cuantificar y medir. Eso nos da seguridad, pero es una seguridad engañosa, porque para mantenerla tenemos que seguir con los ojos cerrados, sin querer ver ni oír lo que se nos escapa.

Los humanos nos hemos hecho unos expertos en eso, en definir lo cuantificable y en excluir lo que cuestiona nuestra manera de pensar o interpretar el mundo. Por ejemplo, decimos que esto no es científico, que es esotérico o incoherente. O en una familia se excluye a un miembro porque ha hecho algo considerado malo por el resto. O decimos que nuestro dios es mejor que el de otros, y así se declaran muchas guerras en el mundo por cuestiones de fe y de creencias, que enmascaran, por descontado, otros intereses que no tienen nada que ver con Dios, y mucho menos con las verdaderas necesidades de las personas implicadas en esos conflictos.

Durante el siglo xx, Freud, Jung y muchos otros psicoanalistas y terapeutas se encargaron de popularizar el término inconsciente y de mostrar que existía una fuerza no consciente que tenía un gran poder en nuestra vida.

Levantaron la tapadera y entraron en los laberintos de la humanidad, vieron las sombras, esa zona difícil de ver y asumir. Freud comenzó a dibujar un mapa muy rudimentario de nuestro mundo interno, pero no encontraba la salida y se quedó en el túnel. Se preguntaba cómo es que la humanidad seguía repitiendo y repitiendo siempre los mismos asuntos. Pensó que éramos masoquistas, ya que su teoría sexual del placer no lo podía explicar. ¿Dónde estaba el placer, qué hacía repetir? Murió sin haber resuelto este enigma. Ahora la neurociencia ya habla del inconsciente. Han conseguido demostrar que existe en el hemisferio derecho del cerebro. Es un concepto tan abstracto y tan desconocido que muchos de los que hablan de él no saben qué es ni cómo funciona, pero al menos ya tiene un sitio; es un gran avance, aunque falta mucho para que sea realmente reconocido en toda su dimensión.

Años después, Bert Hellinger siguió investigando terrenos desconocidos, tolerando la mala conciencia de los grandes aventureros de la humanidad. Descubrió una metodología que permite que emerja a la superficie información muy profunda de los laberintos de la humanidad, y de las familias, una información cuántica, atemporal, aespacial, transgeneracional. Encuentra una chimenea que deja salir, de manera todavía un poco incomprensible desde la razón, las dinámicas ocultas de los sistemas humanos, muestra lo que se ha ido cociendo, o lo que se cuece en otra dimensión, en el túnel del tiempo, en el alma de los sistemas, muestra cómo estamos enlazados con estos vínculos inconscientes con la familia, muestra cómo forman un todo, y un miembro está compensando asuntos de otro, como en una obra de teatro, donde cada actor tiene un sustituto por si acaso, ya que la obra tiene que continuar, la vida tiene que continuar como sea.

Descubrió también unas leyes que operan en esta dimensión, que ordenan, que deshacen nudos, sanan y pacifican a todos, cuando no se excluye a nadie, cuando todo tiene un sitio, cuando todo está en la jerarquía que corresponde, entonces vuelven el amor, el agradecimiento, la energía, la vitalidad, las ganas de vivir, entonces la sombra deja de pesar o querer salir sin permiso a la superficie, se convierte en un aliado, un hilo de oro que, como las raíces de un árbol, nos alimenta con su savia, con una sabiduría mágica y muy antigua.

Ampliar o expandir la conciencia

Conciencia es aquello que somos capaces de percibir en cada momento de forma consciente. La mayor parte del tiempo nuestra mente está operando de forma inconsciente.

Ampliar o expandir la conciencia significa encaminarse a despertar y a poder mirar y ver cada vez más aspectos de nosotros mismos y de la vida, estar más completos e integrados, dejar de funcionar con el piloto automático y escuchar más al ser real que tenemos dentro y, sobre todo, qué nos dice nuestro cuerpo.

La red de redes opera en múltiples dimensiones, donde nuestras imágenes de espacio y tiempo no funcionan de igual forma… Es como vislumbrar un gran abismo del que no tenemos mapa, solo percibimos alguna de sus influencias y empezamos a contemplar el misterio, quizás a comprender algo o, simplemente a maravillarnos, con una mirada respetuosa, con lo que va más allá de nuestras concepciones; esta mirada primero nos inquieta, pero si la educamos y aprendemos, nos sosiega, nos acoge y nos sostiene, nos envuelve con una melodía que nos devuelve la magia, la confianza y la paz.

La vida es una conversación que transita por los mundos visibles e invisibles, conscientes e inconscientes, y que une la mente y el corazón.

Bert Hellinger, en recientes aportaciones, habla sobre la metáfora del camino rojo, basada en referentes de la mitología griega, el mito de Ariadna y el Minotauro; en el laberinto, Ariadna le dio el hilo a Teseo para que no se perdiera, y el hilo le permitió volver.

Yo entro en mi laberinto, cada uno entra y sale muchas veces del suyo, me pierdo y me interno en el laberinto de mi vida y en la mano llevo una cuerda roja, voy soltándola como rastro para marcar el camino de vuelta, pero he ahí que si sigo caminando esta se acaba… entonces, ¿qué hago? Me vuelvo o la dejo, decido dejarla, entonces camino sin guía y… aparece en mi mano un hilo rojo, casi invisible, una fuerza extraña me mueve, me empuja hacia un lugar nuevo, avanzo y llego a otro sitio, otra dimensión, es otra salida.

¿Qué es el cordón grueso? Nuestra conciencia de grupo, las creencias, las lealtades a aquello conocido, nos interna y nos devuelve, solo nos guía un tiempo, pero no nos deja ir más allá, es el que nos detiene.

¿Qué es el hilo invisible? Nos lleva más allá de la definición del bien y del mal, y al final, cuando llego a la luz, todo es muy tenue, todo se convierte en una gran plenitud, donde las diferencias acaban; en esta amplitud nueva se encuentra la felicidad. (Bert Hellinger, 2010)

¿Qué produce el cambio de conciencia y las soluciones?