Pensar con el corazón, sentir con la mente - Mercè Traveset Vilaginés - E-Book

Pensar con el corazón, sentir con la mente E-Book

Mercè Traveset Vilaginés

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Beschreibung

Mercè Traveset, pionera en el desarrollo de la pedagogía sistémica en Cataluña y España, autora del libro Pedagogía sistémica, fundamentos y práctica, nos presenta ahora una nueva versión de su libro Educación emocional sistémica (CUDEC, 2012). Pensar con el corazón, sentir con la mente es nuestro gran reto como especie y es preciso enseñarlo en la escuela, en los institutos, y cuanto antes mejor. Es necesaria una educación que ofrezca herramientas para aprender a descodificar la interioridad humana, saber qué ocurre en cada etapa de la vida, conocer el mundo interno –de los impulsos, las emociones, los pensamientos, los sentidos y los significados– y así poder ser más conscientes; una educación cuya finalidad sea conseguir la armonización de hombres y mujeres, la cooperación, la inclusión y la paz entre todos los pueblos; una educación que se proponga ir más allá de lo racional, de los contenidos académicos y que dé lugar a los contextos, al mundo emocional visible e invisible y a los procesos fenomenológicos que suceden día tras día. Las aportaciones de Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, serán claves para conseguir este objetivo. Este libro tiene una intención muy clara: mostrar la visión sistémica y multidimensional del mundo emocional y proporcionar herramientas a docentes, padres y madres para ayudar a los niños y jóvenes a conocerse mejor y a fortalecerse emocionalmente. El libro ofrece recursos para favorecer la construcción de la propia subjetividad a partir del desarrollo de una serie de competencias que ayudan a conocerse a sí mismo, interpretar y transformar el mundo sistémico y multidimensional en el que vivimos y digerir los cambios que surgen. Nos ayudará a acompañar al alumnado a gestionar y generar relaciones emocionalmente saludables con uno miso, los demás, el entorno y el mundo.

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Mercè Traveset Vilaginés

Pensar con el corazón, sentir con la mente

Recursos didácticos de educación emocional sistémica multidimensional

Traducido del catalán por Manuel León Urrutia

octaedro

Colección Recursos educativos

Título original: Pensar amb el cor, sentir amb la ment. Recursos d’educació emocional sistémica multidimensional, Octaedro, 2014

Traducción del catalán: Manuel León Urrutia

La traducción de esta obra ha contado con la ayuda del Institut Ramon Llull

Primera edición en papel: julio de 2016

Primera edición: julio de 2016

© Mercè Traveset Vilaginés

© De esta edición:

Ediciones Octaedro, S.L.

C/ Bailén, 5 – 08010 Barcelona

Tel.: 93 246 40 02 – Fax: 93 231 18 68

www.octaedro.com – [email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-9921-844-1

Diseño, producción y digitalización: Editorial Octaedro

La calidad de vida de una persona depende de su capacidad para sentir las emociones de manera adecuada y para regularlas en respuesta a las circunstancias de vida.

Ignacio Morgado

Presentación

La auténtica magia es aquella

capaz de educar corazones libres,

y proyectar rayos de esperanza y luz

más allá de la oscuridad,

aquella capaz de mirar a la solución

y poner en contacto a las personas,

con su fuerza amorosa, su destino

y sus potencialidades.

Este libro tiene una intención muy clara: mostrar la visión sistémica y multidimensional del mundo emocional y ofrecer herramientas a los docentes, padres y madres para ayudar a los niños y jóvenes a conocerse mejor y a fortalecerse emocionalmente.

Necesitamos una Educación que ofrezca a los alumnos herramientas para aprender a descodificar su mundo interior, saber qué les está pasando en cada etapa de su vida, conocer sus impulsos, sus emociones, sus pensamientos, sentidos y significados y así poder ser más conscientes; aprender a conocer el mundo que les rodea y ocupar el lugar que les corresponde, ubicarse y ampliar su mirada a múltiples dimensiones que les habitan y poder responder al contexto en el que les toca vivir.

Este libro ofrece recursos para favorecer la construcción de la propia subjetividad a partir del desarrollo de una serie de competencias que ayudan a conocerse a uno mismo y a interpretar y transformar el mundo sistémico y multidimensional en el que vive y digerir los cambios que están sucediendo. Estos recursos posibilitan acompañar al alumno a gestionar y generar relaciones emocionalmente saludables consigo mismo, con los demás, con el entorno y con el mundo.

Sabemos que esta es una labor que hay que llevar a cabo en todos los ámbitos educativos, pero dado el gran déficit existente y la dificultad de vehicularla dentro del currículum, se pueden diseñar programas específicos de educación emocional. Lo que sigue es una muestra de ello, que se ha experimentado durante muchos años con adolescentes en forma de crédito optativo. Muchas de las actividades propuestas han sido realizadas a lo largo de estos años y mejoradas para esta práctica. Si bien van dirigidas a la educación secundaria, muchas de ellas se pueden hacer en primaria con los cambios metodológicos pertinentes.

El programa se estructura en siete ámbitos temáticos:

La condición humana y la valoración de la vida.La construcción de un buen autoconcepto y de la identidad. ¿Quién soy?Las relaciones humanas y los vínculos.Habilidades emocionales.Habilidades cognitivas.Habilidades sociales.Ética y valores.

En cada ámbito hay una breve explicación teórica, seguida de los objetivos, contenidos y recursos didácticos y metodológicos para ponerlo en práctica.

Está basado en diversas aportaciones teóricas de diferentes modelos conceptuales: aportaciones de la psicología dinámica, la psicología social, la dinámica de grupos, aportaciones del modelo constructivista, humanista y de la teoría de sistemas, muy especialmente desde el enfoque de Bert Hellinger y su aplicación a la pedagogía, denominada pedagogía sistémica, las aportaciones de la neurociencia, las inteligencias múltiples y las teorías sobre el desarrollo y el crecimiento personal.

Algunos ámbitos están basados en el programa de Competencia Social de Manuel Segura. Se recogen también las necesidades y los conflictos de los adolescentes, detectados a través de la investigación fenomenológica. Así, muchas actividades y escenas han sido creadas por los mismos alumnos, fruto de los años de experimentación del crédito.

Mi experiencia de muchos años de trabajo docente y psicológico con adolescentes y niños, así como con mi hija adolescente, me han enseñado tantas cosas, me han hecho tantos regalos… Para poder conectar con ellos, necesitamos una mirada abierta, sin juicios, hay que ser un investigador de los fenómenos que la vida nos va presentando, hay que hacerse preguntas: ¿Dónde están mirando? ¿Dónde miro yo? Así vamos siguiendo unas pistas, vamos descubriendo cómo generar puentes, cómo establecer conversaciones significativas.

Cada generación obedece a un contexto determinado y es fruto de él. Observar y descodificar lo que sucede es apasionante, y sobre todo nos permite hacer de referente adulto. Por mucho que cambien las cosas, las generaciones anteriores, «los mayores» somos necesarios, útiles. Si nuestros padres, abuelos, bisabuelos han salido airosos, nosotros y los jóvenes también: somos el éxito de todas las generaciones anteriores. De la historia de cada familia mana un pozo de sabiduría; hay que ayudar a los jóvenes a verlo, llenar la mochila con los diamantes y ayudarles a dejar atrás aquellas situaciones que no les pertenecen. Hay que ayudarles a sentir que sus raíces son dignas, a levantar las alas y volar tan alto como les sea posible para inventar y crear el nuevo mundo que ahora se requiere.

Aún hoy la educación consiste sobre todo en enseñar conocimientos sobre lo que nos rodea, pero no se enseña cómo está constituido el ser humano. Por eso no sabemos cómo vivir en equilibrio, no sabemos cómo mantener una actitud tranquila y sosegada en momentos de crisis, porque no sabemos cómo manejar nuestras energías internas. El equilibrio se consigue cuando las energías internas y externas están reguladas. Es necesario que el ser humano se entienda a sí mismo además de comprender o entender su entorno.

Se requiere una educación cuya finalidad sea conseguir la armonización de hombres y mujeres, la cooperación, la inclusión y la paz entre todos los pueblos, una educación que se proponga ir más allá de lo racional, de los contenidos académicos, que dé lugar a los contextos, al mundo emocional visible e invisible y a los procesos fenomenológicos que suceden cada día. Las aportaciones de Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, serán una herramienta fundamental para conseguirlo.

Ahora ya sabemos que el ser humano está constituido por una red inmensa de complejidades neuronales, sensoriales, psíquicas, sociales y espirituales, que se afectan continuamente unas a otras. Tanto la física moderna, como la neurociencia y la biología, por citar solo algunos campos de la ciencia, muestran descubrimientos que van en esa dirección.

La visión de sistemas en conexión nos da una amplitud panorámica del ser humano. Pero necesitamos instrumentos pedagógicos para acceder a la profundidad y complejidad de las distintas realidades y los diferentes universos que nos habitan.

Las categorías de la vida no son estáticas, fijas e inmutables, sino la instantánea de un proceso en continuo movimiento. La noción de evolución aplicada a la educación nos pone en contacto con la idea de proceso, cambio y desarrollo. La evolución nos dice de dónde venimos y explica las raíces y el contexto histórico de nuestra existencia; nos dice dónde estamos y cada fenómeno de diversidad es una explosión de las múltiples posibilidades que tenemos. La diversidad es uno de los caminos por donde el universo explora su futuro.

Un poco de historia…

Hace muchos años empecé a trabajar en diversos programas para desarrollar el autoconocimiento y el mundo interior de los niños. Primero en infantil y primaria, en la escuela Santa Perpétua de la Mogoda, en una experiencia pionera a inicios de la década de 1980, emprendimos la aplicación de la psicomotricidad relacional de Lapierre y Aucutourier, integrando la información simbólica y lúdica del aula de psicomotricidad al trabajo del aula, desarrollando proyectos holísticos en los que trabajábamos el cuerpo y el mundo emocional y tratábamos de entrelazar puentes de comprensión de los fenómenos cognitivos, utilizando instrumentos de lectura y escritura y creatividad inspirados en las escuelas de Reggio Emilia. Tuve el honor de conocer a Loris Malaguzzi, que decía que «la escuela mata la creatividad y la identidad de los niños». Él sería nuestra inspiración para hacer una escuela viva, motivadora y con unos aprendizajes significativos.

Años más tarde, seguí con una experiencia de Salud Comunitaria que iniciamos en Bilbao y Santander a principios de la década de 1990, con un programa dirigido a adolescentes de los institutos de secundaria. Era un programa preventivo; con ideas de la psicología humanista, Gestalt, bioenergética y del psicoanálisis creamos un recurso que ofrecía herramientas a los jóvenes para comprender su propio proceso adolescente. La metodología se basaba principalmente en el teatro y el role playing con escenas de la vida cotidiana. Tuvo una gran aceptación.

En 1999, trabajando como psicopedagoga en el instituto de secundaria de Viladecavalls, inicié un programa que se llamaba «Conozcámonos mejor» y que tenía como finalidad el desarrollo del conocimiento de uno mismo, los demás y el mundo que nos rodea, poniendo especial énfasis en el conocimiento del mundo interior. Era una continuidad del programa de Bilbao con las aportaciones del programa de Competencia Social, de Manuel Segura, de Canarias. En 2002 conocí el trabajo de Bert Hellinger y el de Marianne Franke, y su libro Eres uno de nosotros fue una fuente de inspiración que me llevó a hacer las primeras aplicaciones de la visión sistémica en las aulas. A continuación aprendí algunas actividades en la formación (en 2003, primera promoción) de Pedagogía Sistémica en Madrid, con Angélica Olvera y su hija Angy Malpica, que realizaba en el CUDEC México actividades muy interesantes con los adolescentes.

A lo largo de esos años fui profundizando en el estudio de la interioridad humana, centrado, en este caso, en la construcción del mundo interior de los jóvenes. Así nació esta experiencia y las actividades que fui creando año tras año.

Se aplicó como crédito optativo, como actividades de tutoría y en combinación con el trabajo curricular en las aulas de refuerzo y de atención a la diversidad. Se convirtió en una experiencia pionera de educación emocional sistémica en un centro de secundaria, donde era realizada por todos los alumnos de segundo y tercero de ESO. El alma de estos jóvenes está presente en estas páginas. Con ellos rejuvenecí, me divertí y, sobre todo, descubrí cómo son las nuevas generaciones. Aprendí a confiar en ellos. A todos les dedico este libro.

En el año 2005 el Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña me concedió una licencia de estudios que me permitió estructurar este trabajo pionero de Educación Emocional Sistémica. En 2012 fue publicado en castellano por el CUDEC México y ahora os presento una nueva versión, con una actualización teórica y de actividades y contenidos.

La teoría y la práctica están imbricadas, una se nutre de la otra, y al aplicar la visión sistémica al mundo emocional, nos abrimos a nuevos conceptos para abordar la educación de la interioridad humana, donde la red de nuestros impulsos, emociones, cogniciones está tejida con hilos de una complejidad inmensa. Por tanto, este no es solo un libro de educación emocional, ya que las emociones no se pueden aislar de los otros ingredientes de la constitución humana.

Es también una propuesta metodológica vivencial, experiencial, en la que se utilizan recursos muy variados: escenas, relajación, meditación, visualizaciones, debates, genograma, fotograma, películas, poemas, etc. El trabajo escrito es secundario y siempre vendrá después de la vivencia. Se trata de tomar conciencia de las sensaciones, emociones y cogniciones y generar un estado de conciencia más amplio de las personas.

1. La educación emocional sistémica multidimensional

Las emociones son sistémicas y cuánticas; nos enlazan a los sistemas a los que pertenecemos y nos trasladan a diversas realidades multidimensionales, más allá del espacio y el tiempo, así como a los diversos niveles del ser. Son la wifi de nuestras antenas parabólicas para comprender la realidad, contextualizarnos en ella y tomar conciencia de nuestro ser; por eso se requerirá hacerlas conscientes, ya que buena parte de nuestro mundo emocional es inconsciente.

1.1. La visión sistémica multidimensional

¿Qué nos aporta la epistemología sistémica en la temática de las emociones? Desde el enfoque sistémico, la educación emocional de un niño no puede ser solo el aprendizaje de recursos y habilidades para identificar y regular las emociones, ya que las emociones y los sentimientos siempre están asociados a un contexto y no se les puede aislar del mismo, y difícilmente se pueden estudiar de forma lineal; en buena medida son inconscientes y están tejidas en toda la red de interacciones que el sujeto establece. Supone mirar la gran complejidad del individuo y significa ampliar nuestra mirada a las múltiples dimensiones que nos conforman.

Una pincelada sobre la jerarquía y el orden en nuestros cerebros

A menudo nos olvidamos de que somos seres tricerebrados. Todos tenemos claro el orden de aparición: primero se desarrolló un cerebro primitivo y arcaico denominado reptiliano, con funciones fundamentales para la supervivencia. La necesidad de adaptarse al medio aumentó la complejidad de nuestro cerebro hasta llegar al cerebro denominado emocional.

Los mamíferos, para sobrevivir, necesitaban apego y vivir en comunidades, por eso el cerebro mamífero o cerebro emocional es esencial para la vinculación y esta, a su vez, esencial para la vida y la supervivencia. Después se desarrolló el neocórtex, que supuso un salto evolutivo enorme con el desarrollo del lenguaje, y un hiperdesarrollo cognitivo y de la razón, que nos ha llevado a grandes avances científicos y tecnológicos, en detrimento del cerebro más arcaico y emocional.

La visión del mundo racional y lógico ha dado prioridad al neocórtex privándose de escuchar y dar valor a la información de los otros dos cerebros: el reptiliano y el mamífero.

La educación, como sabemos, se ha centrado y se centra en desarrollar habilidades y competencias para el mundo consciente y racional y somos muy analfabetos respecto a cómo gestionar el mundo emocional y relacional.

Los dos hemisferios cerebrales

Nuestro cerebro tiene dos hemisferios: el derecho y el izquierdo. En la escuela hemos otorgado un excesivo valor al hemisferio izquierdo, como si su «manera de funcionar» fuese mejor que la del derecho. El hemisferio izquierdo es muy concreto y nos ha sido muy útil a la humanidad para el desarrollo de la ciencia, la tecnología, etc., para un paradigma que miraba las partes en el microscopio. Podemos preguntarnos por qué. La respuesta no se hará esperar: porque esa era nuestra necesidad. Ahora estamos ante nuevos retos y necesitamos tener una visión más global de la realidad, más integrada.

El hemisferio derecho parece que percibe en imágenes y de forma más abstracta. En realidad, siempre hemos funcionado con los dos; quizás lo que ahora se requiere es la integración de ambos y alinear por fin la parte más racional con la más emocional. Algunos autores hablan de la parte masculina y la femenina.

Alinear e integrar los dos cerebros y los dos hemisferios requiere dos cosas estrechamente relacionadas:

Desarrollar el hemisferio derecho para mirar estas dimensiones misteriosas ocultas, nuestras imágenes, lo sutil, nuestras emociones inconscientes.Permitir el acceso, abrir chimeneas para que la creatividad pueda tener lugar en la educación.

Actualmente, por fin, la neurociencia y muchos autores, como Vaillant, el médico cirujano español Mario Alonso, Joe Dispenza, Bruce Lipton y muchos otros, destacan la importancia del mundo inconsciente, tan injuriado por la ciencia racionalista, para ponernos en contacto con realidades no visibles. Bert Hellinger dice que los seres humanos nos resistimos a entrar en el inconsciente porque nuestro mayor miedo es dejar de pertenecer a un grupo, ser excluidos por el hecho de conseguir una conciencia diferente a la de nuestros iguales que nos haría ver dimensiones desconocidas por el resto.

Las múltiples dimensiones

La visión sistémica y multidimensional aplicada al mundo emocional nos aporta una atención muy especial a las raíces de las personas, a sus vínculos y a aquello que las puede ayudar a desplegar sus alas, así como a acceder a la información y a las emociones de las distintas dimensiones que la conforman.

Dice un proverbio árabe: «Benditos sean los padres que dan raíces y alas a sus hijos».

Las raíces nos proporcionan nutrientes, fuerza y la experiencia de cómo resolvieron los antepasados sus asuntos y también nos muestran los errores que se cometieron, para no repetirlos. Si la escuela honra las raíces de todos sus alumnos, está dignificando su identidad y eso tiene un potente efecto, abre el corazón a todas las familias, todos sienten que tienen un lugar en ella. Los valores que genera son la pertenencia, el respeto, el agradecimiento y la admiración. Esto se aplica a todos los ámbitos educativos, la historia de la escuela, de los equipos, el recorrido de los maestros, etc.

Los vínculos son las arterias por donde circula toda la información, las emociones y las creencias. Son como una malla, nos protegen, nos proporcionan calor, nos ubican, nos ofrecen seguridad, nos hacen confiar, nos dan fuerza, nos sostienen, nos conectan con nuestros sistemas y con algo más grande. A menudo también nos conectan con el desorden que existe en los sistemas y por eso necesitamos aprender a ordenarlos. Un ser humano, como un árbol bien enraizado y por cuyo tronco circula la savia vincular en orden, extiende sus alas hacia horizontes infinitos de la imaginación, de las posibilidades, y hacia la realización de sus sueños.

Así, un maestro o una maestra se deja impregnar como una hoja en blanco de todos los fenómenos que pasan, deja que sucedan, los acoge, los ordena y permite su presencia y que destilen sus aromas y sus sentidos. Está al servicio de algo más grande: una fuerza que cada alumno y cada alumna lleva incrustada en su piel, pero que hasta ahora tenía que esconder, disimular o dejar en la puerta de entrada. Aquí las raíces, la familia y la identidad de cada cual son los invitados de honor y traen regalos inesperados, permiten la emergencia de un campo de aprendizaje, de una red de saberes hecha de un hilo invisible por donde transitan el pasado, el presente y el futuro. Eso nos aporta una experiencia real, sentida, vivida de una educación que se dirige al ser completo que somos y abre el corazón de la escuela a todos los sistemas, contextos a los que pertenecemos sin excluir ninguno.

La educación emocional sistémica multidimensional ilumina aquello que late en las profundidades de nuestro ser. Nos coloca en sintonía con las propias raíces, nos engancha con más fuerza a la vida y a la red de relaciones de la que formamos parte, y nos ofrece una serie de aceites esenciales para una existencia más plena, mas armónica, más alegre y más solidaria.

Esta educación pone la mirada en el desarrollo de la conciencia, la interioridad y la complejidad de dimensiones vinculares, transgeneracionales, intergeneracionales e interpersonales. La inclusión de esta información llena de sentido el aprendizaje y vincula el ser, el pensar, el sentir y el hacer.

La dimensión transgeneracional (antepasados)

Contiene información emocional sobre de dónde provenimos, las raíces y nuestra cultura. Esta dimensión es muy profunda, a menudo inconsciente y genera sentimientos de pertenencia, admiración, o problemas de rechazo, falta de reconocimiento, exclusiones… Puede tener graves repercusiones en la autoestima de una persona. El objetivo de trabajar esta dimensión es favorecer la reconciliación con las propias raíces y respetar las de los demás.

La dimensión intergeneracional (padres e hijos)

El lugar que ocupa y los vínculos establecidos con la familia de origen serán las primeras impresiones que mostrarán los colores con los que percibimos el mundo y cómo nos relacionamos. Esto tiene conexión con las jerarquías y los límites.

Esta dimensión enlaza totalmente con la anterior, nos marca emocionalmente de una forma intensa. La relación de una generación con la anterior, y de esta con la siguiente, nos habla de cómo transmitimos la vida y cómo la recibimos, con qué expectativas, cargas, progresos. Es una relación desigual; los padres dan, los hijos reciben. Aquí el objetivo será trabajar con los alumnos y alumnas, observar cómo acogen la vida y qué les están dando. El sentimiento de fondo que hay que trabajar es el agradecimiento y la ubicación.

La relación maestros-alumnos también se sitúa en esta dimensión.

La dimensión intrageneracional (los iguales)

La lealtad a la propia generación y al contexto histórico. Nacemos en un contexto histórico determinado, hecho que condiciona también en buena medida nuestras propuestas emocionales, a qué damos valor… Por ejemplo, las personas de la posguerra estaban muy marcadas por el impulso de supervivencia y del miedo. Eso suponía unas acciones dirigidas al esfuerzo, al trabajo, al sacrificio, al dolor. En cambio, los chicos y las chicas de hoy son hijos de la abundancia, se caracterizan por una gran falta de esfuerzo, tienen que encontrar un sentido a la vida. La gran incertidumbre del mundo actual dibuja en gran medida sus respuestas. Hemos de tener en cuenta estos elementos si queremos incidir en su educación. Los sentimientos de esta dimensión son la fraternidad, la complicidad, etc.

La dimensión intrapersonal

El individuo como un sistema físico-emocional-mental-espiritual. Se trata de ver dónde dirige la mirada una persona, cómo ha incorporado todos estos vínculos e interacciones, de qué recursos internos dispone, en qué etapa evolutiva se encuentra, qué habilidades y qué estructuras ha construido para aprender a navegar por la vida y a vivir. Para trabajar esta dimensión observaremos cuáles son los sentimientos de fondo que predominan: confianza/desconfianza, autonomía/dependencia, iniciativa, sentimiento de culpa, afán de superación, sentimiento de inferioridad, identidad, confusión…

Interacción emoción/sentimientos

Es necesario ver la interacción entre las respuestas emocionales, que suelen ser muy viscerales e inconscientes (con indicadores corporales, fruto de la activación del sistema límbico y la amígdala), y los sentimientos, que, como menciona Damasio (2004), son fruto de las imágenes internas que hemos construido en el curso de nuestra historia.

Por tanto, una reacción emocional no es solo una respuesta a un estímulo externo o interno aislado, sino consecuencia de las representaciones mentales que han activado un sistema cerebral específico. La esencia de la tristeza o la alegría es la percepción coordinada de determinados estados corporales y cualquier pensamiento superpuesto.

Nuestro cerebro funciona de forma sistémica y compleja, todo está interconectado, por lo cual educar las emociones es sumamente complejo.

1.2. Educación y emociones

El acto educativo es relacional: padres-hijos, maestros-alumnos, alumnos-conocimiento…

Nos podemos imaginar que la educación de una persona se estructura como una hilera de puentes, de vínculos que van dibujando un mapa, una red interna y externa en cada persona; forma la representación que cada uno se hace del mundo. La calidad de estos puentes dependerá del fluido que circule por ellos. Nos referimos a la comunicación verbal, los sentimientos, las emociones, los pensamientos, las ideas… pero también toda la historia de la familia y la cultura a la que pertenece. Los vínculos son las grandes arterias por donde transita una gran cantidad de información que nos va nutriendo y es ahí donde pueden producirse carencias, desórdenes que afectarán al desarrollo de la persona, a su aprendizaje; así se va diseñando su potencial y su riqueza como ser humano. Toda esta información, que es, en buena medida, inconsciente, nos sitúa y nos da un lugar.

Se suele decir que el mundo emocional ha sido excluido de la Educación. Podemos preguntarnos cuál es el lugar de las emociones y los sentimientos y cuál puede ser su función para la mejora de los procesos de desarrollo personal y del aprendizaje. ¿Cómo opera el mundo emocional? ¿Cómo se construye? ¿Qué tiene que pasar para que una persona madure emocionalmente? ¿Cómo gestionar y generar relaciones emocionalmente saludables con uno mismo, con los otros, con el entorno y con el mundo?

¿Para que nos sirven las emociones?

Las emociones son el vehículo que nos conecta con los otros y con nosotros mismos, son una energía que nos vincula a la red. Cuando los vínculos están interrumpidos se producen graves patologías; se nos muestran unos seres desconsiderados y muy peligrosos para sí mismos y para los demás, y sabemos que la ausencia del sentir con los otros es un freno para las relaciones, que la ausencia de empatía puede generar grandes controversias y conflictos en las relaciones humanas.