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Lecturas áticas. Introducción a la filología griega. Primera parte. Manuales didácticos. En palabras del autor: "No es lo mismo -lo sabemos todos- hablar en clase que escribir lo que se quiso decir en la clase: aunque, en principio, este trabajo sólo implicó buscar, rescatar y redactar materiales y notas distraídas que rondaban aquí y allá, ése no ha sido todo el trabajo ni el más difícil. La tarea real ha consistido en estructurar esos materiales buscando oportunidad, firmeza y flexibilidad: que estén en un lugar oportuno, a fin de que resulten didácticos en función de entender un texto". Lecturas áticas, un libro pensado originalmente para los alumnos de la licenciatura en letras clásicas, que quisiera ir más allá del salón de clase, por la organización de sus materiales, es una invitación general al mundo del griego y de los griegos, al terreno de la filología clásica, a las áreas básicas que implica esta disciplina: crítica textual, gramática y lexicografía, y literatura.
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Seitenzahl: 606
Veröffentlichungsjahr: 2025
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MANUALES DIDÁCTICOS14
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICASCENTRO DE ESTUDIOS CLÁSICOS
PEDRO C. TAPIA ZÚÑIGA
LECTURAS ÁTICAS
Introducción a la filología griega
PRIMERA PARTE
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Ciudad de México, 2019
Prólogo (πρόλογος)
Abreviaturas y siglas
Lectura introductoria (ἀνάγνωσις εἰσηγουμένη)ΧΑΙΡΕ!
A. Tabla cronológica
B. Nociones básicas
§ 1. El alfabeto griego
§ 2. Escritura y pronunciación
§ 3. La forma de las letras
§ 4. El nombre de las letras (curiosidades)
§ 5. Sobre la pronunciación
§ 6. Vocales
§ 7. Diptongos
§ 8. Espíritus
§ 9. Acentos
§ 10. Colocación de espíritus y acentos
C. Vocabulario
D. Texto, traducción, la lengua griega
1. Texto griego: ΧΑΙΡΕ!.
2. Traducción: (¡Hola!)
3. La lengua griega
Lectura 1 (ἀνάγνωσις αʹ)ΤΕΧΝΗ ΔΙΟΝΥΣΙΟΥ ΓΡΑΜΜΑΤΙΚΟΥ, 11-12
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΤΕΧΝΗ ΔΙΟΝΥΣΙΟΥ ΓΡΑΜΜΑΤΙΚΟΥ, 11-12
3. Traducción (Arte [gramatical] de Dionisio el gramático, 11-12)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 11. Derivación
§ 12. Numerales
§ 13. Consonantes griegas
§ 14. Sílabas
§ 15. División de sílabas
§ 16. Casos (nociones generales)
§ 17. La oración (gramatical)
§ 18. La oración copulativa
C. Gramática del texto
Lectura 2 (ἀνάγνωσις βʹ)ΠΕΡΙ ΔΙΟΝΥΣΙΟΥ ΓΡΑΜΜΑΤΙΚΟΥ
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΠΕΡΙ ΔΙΟΝΥΣΙΟΥ ΓΡΑΜΜΑΤΙΚΟΥ
3. Traducción (Acerca de Dionisio el gramático)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 19. Casos (continuación)
§ 20. El nombre en relación con el verbo
§ 21. El nombre en relación con otros nombres
§ 22. Preposiciones de dativo: ἐν, σύν
§ 23. Declinación del sustantivo (nociones generales)
§ 24. Leyes fonéticas (finales de palabras)
§ 25. Los sustantivos y sus declinaciones
§ 26. Declinación del artículo
C. Gramática del texto
Lectura 3 (ἀνάγνωσις γʹ)ΠΛΑΤΩΝΟΣ ΛΑΧΗΣ, 192 C-D
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΠΛΑΤΩΝΟΣ ΛΑΧΗΣ, 192 C-D
3. Traducción (Platón, Laques, 192 C-D)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 27. Signos de lectura
§ 28. Signos de puntuación
§ 29. Acentuación
§ 30. Palabras tónicas (clasificación)
§ 31. Acentuación de las tónicas
§ 32. Palabras átonas
§ 33. Palabras semitónicas
§ 34. Interrogativo τίς e indefinido τις
§ 35. Normas de la enclisis
§ 36. Declinación del nombre
C. Gramática del texto
Lectura 4 (ἀνάγνωσις δʹ)ΛΑΕΡΤΙΟΥ ΔΙΟΓΕΝΟΥΣ ΦΙΛΟΣΟΦΩΝ…, III 1 (ΠΛΑΤΩΝ)
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΛΑΕΡΤΙΟΥ ΔΙΟΓΕΝΟΥΣ, III 1 (ΠΛΑΤΩΝ)
3. Traducción (D. L., III 1: Platón)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 37. Oraciones de predicado verbal
§ 38. Oraciones objetivas y Acusativo con infinitivo
§ 39. Φημί (inf. φάναι), λέγω (inf. λέγειν)
§ 40. Masculinos de la primera declinación
C. Gramática del texto
Lectura 5 (ἀνάγνωσις εʹ)ΓΟΡΓΙΟΥ ΕΛΕΝΗΣ ΕΓΚΩΜΙΟΝ (DK II 82, B 11, 3-5)
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΓΟΡΓΙΟΥ ΕΛΕΝΗΣ ΕΓΚΩΜΙΟΝ, 3-5
3. Traducción (Gorgias, Encomio de Helena, 3-5)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 41. Primera declinación (declinación A)
§ 42. Modelos de la primera declinación
§ 43. Sobre las terminaciones de la primera declinación
§ 44. Acentos en el nombre y en la primera declinación
§ 45. El verbo, morfología (nociones generales)
C. Gramática del texto
Lectura 6 (ἀνάγνωσις ϛʹ)SUDA, s. v. ΓΟΡΓΙΑΣ
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: SUDA, s. v. ΓΟΡΓΙΑΣ
3. Traducción (SUDA, s. v. GORGIAS)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 46. Los numerales
§ 47. Contractos de la primera declinación
§ 48. El género de los sustantivos
§ 49. La segunda declinación (declinación O)
§ 50. El verbo (desinencias)
C. Gramática del texto
Lectura 7 (ἀνάγνωσις ζʹ)ΞΕΝΟΦΩΝΤΟΣ ΚΥΡΟΥ ΠΑΙΔΕΙΑ, A III 4, 6-9
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΞΕΝΟΦΩΝΤΟΣ ΚΥΡΟΥ ΠΑΙΔΕΙΑ, A III 4, 6-9
3. Traducción (Jenofonte, Ciropedia, I 3. 4, 6-9)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 51. El adjetivo griego (nociones generales)
§ 52. Adjetivos de la segunda declinación
§ 53. Observaciones sobre los adjetivos de la 2a. declinación
§ 54. Relativo ὅς e indefinido ὅστις
§ 55. Elementos de la palabra
§ 56. Oraciones simples (de predicado verbal)
C. Gramática del texto
Lectura 8 (ἀνάγνωσις ηʹ)ΛΑΕΡΤΙΟΥ ΔΙΟΓΕΝΟΥΣ ΦΙΛΟΣΟΦΩΝ…, II 6 (ΞΕΝΟΦΩΝ)
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΛΑΕΡΤΙΟΥ ΔΙΟΓΕΝΟΥΣ, II 6 (ΞΕΝΟΦΩΝ)
3. Traducción (D. L., II 6: Jenofonte)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 57. La tercera declinación (nociones generales)
§ 58. Nominativos y acentos de la tercera declinación
§ 59. Leyes fonéticas (apofonía)
§ 60. Temas en -ντ (primera parte)
§ 61. Leyes fonéticas (alargamiento compensatorio)
C. Gramática del texto
Lectura 9 (ἀνάγνωσις θʹ)ΑΙΣΩΠΟΥ, ΙΠΠΟΣ ΚΑΙ ΟΝΟΣ
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΑΙΣΩΠΟΥ ΙΠΠΟΣ ΚΑΙ ΟΝΟΣ
3. Traducción (Esopo, “El caballo y el burro”)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 62. El participio (nociones generales)
§ 63. Temas en -ντ (segunda parte)
§ 64. Contracción y contractos de la 2a. declinación
§ 65. Declinación ática
§ 66. El verbo griego (morfología)
C. Gramática del texto
Lectura 10 (ἀνάγνωσις ιʹ)ΗΡΟΔΟΤΟΥ ΙΣΤΟΡΙΑΙ, II 134-135
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΗΡΟΔΟΤΟΥ ΙΣΤΟΡΙΑΙ, II 134-135
3. Traducción (Heródoto, Historias, II 134-135)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 67. El adjetivo y su colocación
§ 68. Los pronombres demostrativos
§ 69. Fonética (choque de consonantes)
§ 70. Temas dentales
C. Gramática del texto
Lectura 11 (ἀνάγνωσις ιαʹ)ΛΟΥΚΙΑΝΟΥ ΑΛΗΘΩΝ ΔΙΗΓΗΜΑΤΩΝ, A 3-4
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: ΛΟΥΚΙΑΝΟΥ ΑΛΗΘΩΝ ΔΙΗΓΗΜΑΤΩΝ, A 3-4
3. Traducción (Luciano, Historias verdaderas, I 3-4)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 71. Los numerales (del 11 al 19)
§ 72. El participio (continúa)
§ 73. Temas en -ντ (ἐντυχών, λέγων)
§ 74. Temas en -ρ (con triple apofonía)
§ 75. Temas en -ρ con triple apofonía: Declinación
§ 76. Aoristo I (o aoristo débil)
C. Gramática del texto
Lectura 12 (ἀνάγνωσις ιβʹ)SUDA, s. v. ΛΟΥΚΙΑΝΟΣ
A. Texto, traducción y vocabulario
1. Presentación del texto
2. Texto: SUDA, s. v. ΛΟΥΚΙΑΝΟΣ
3. Traducción (SUDA, s. v. LUCIANO)
4. Vocabulario
B. Gramática sistemática
§ 77. Sustantivos irregulares de la 3a. declinación
§ 78. Adjetivos de dos terminaciones
§ 79. Derivación
§ 80. Temas en -ευ
§ 81. ΒΑΣΙΛΕΥΣ, ὁ
§ 82. Fonética
C. Gramática del texto
Vocabulario general
Aviso legal
A mis profesores y alumnos,de quienes he aprendido tantas cosas
(πρόλογος)
En las siguientes páginas intento poner en blanco y negro lo que en diversos tiempos, a distintos grupos y de varias maneras he dicho en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. No es lo mismo —lo sabemos todos— hablar en clase que escribir lo que se quiso decir en la clase: aunque, en principio, este trabajo sólo implicó buscar, rescatar y redactar materiales y notas distraídas que rondaban aquí y allá, ése no ha sido todo el trabajo ni el más difícil. La tarea real ha consistido en estructurar esos materiales, buscando oportunidad, firmeza y flexibilidad: que estén en un lugar oportuno, a fin de que resulten didácticos en función de entender un texto; que ofrezcan firmemente nociones claras y distintas, mediante formulaciones sencillas, y que sean flexibles, para que no sólo sirvan en la lectura en que se encuentran, sino en todas las lecturas que se presentan y en cualquier otra lectura de un texto griego. Lecturas áticas, un libro pensado originalmente para los alumnos de la licenciatura en Letras Clásicas, quisiera ir más allá del salón de clase; por la organización de sus materiales, es una invitación general al mundo del griego y de los griegos, al terreno de la filología clásica, a las áreas básicas que implica esta disciplina: crítica textual, gramática y lexicografía, y literatura. Por motivos obvios de índole pedagógica, quizá contradictorios con la lógica de un estricto orden filológico, se empieza con literatura, y la crítica textual sólo se esbozará en algunas lecturas: tal vez esto —la crítica textual— es lo que menos le importa a quien se interesa en los textos de los autores griegos.
Lecturas áticas es una antología de textos griegos, pero no incluye exclusivamente textos clásicos ni, lo que podría resultar más sorprendente, de autores áticos. A pesar de que las lecturas están tomadas de autores áticos en su gran mayoría, no se llaman “áticas” por su discriminación de otros autores, sino por el hecho de que quieren llevar al lector al estudio del griego ático de los tiempos clásicos. Por lo mismo, aquí y allá —por razones obvias— se usan textos del griego tardío y se hace mención de otros dialectos, sobre todo del de Homero (cf. infra, Lectura introductoria, D 3: “La lengua griega”).
Como en cualquier prólogo a un trabajo de tipo didáctico, hay que presentar Lecturas áticas: se trata de una tarea necesaria, a fin de evitar desengaños a los usuarios. Como ya se dijo, este libro quiere ser un método para introducir al lector en el estudio de la filología griega. Esta presentación, pues, expone el contenido de Lecturas áticas, sus objetivos e implicaciones, sus retos y unas advertencias metodológicas para aprovechar sus materiales. En tal forma, conocidas las condiciones del camino, cada quien es responsable de emprender el viaje.
El proyecto de Lecturas áticas tiene en su mira 30 textos, de los cuales, la PRIMERA PARTE presenta los doce primeros (más una Lectura introductoria); la SEGUNDA presenta seis, y la TERCERA, doce. Mediante el estudio de estos textos se intenta una introducción a la filología griega; la enseñanza de la gramática elemental del griego, y la colación de su vocabulario básico. La parcelación de los textos en tres partes obedeció a dos razones: a) no hacer huir al lector ante el gran mal de un libro grande, y b) mejorar o rectificar el camino a la luz de la experiencia y de la crítica que provocaran. Por lo demás, los temas de Lecturas áticas —en cuanto a la gramática y al vocabulario— están en función de los programas de estudio de la licenciatura en Letras Clásicas de la UNAM. Valga precisar: mediante el estudio de esos 30 textos, se busca cubrir los contenidos y objetivos de los programas de Griego I-IV.
Cada Lectura se divide en tres secciones: Texto, traducción y vocabulario (A); Gramática sistemática (B), y Gramática del texto (C).
1. Cada lectura comienza con una “Presentación del texto”; es decir, con algo de literatura, o, si se quiere, con historia de la literatura griega. Aquí se trata, en general, de una síntesis apretada de lugares más o menos comunes sobre el autor, su vida, su obra y, en particular, sobre el texto de la Lectura. Al final de este apartado y a propósito del texto, suele hablarse un poco acerca de alguna peculiaridad estilística del griego, sobre la cual frecuentemente se dice algo más en la sección de Gramática del texto.
2. El Texto griego. Los textos de Lecturas áticas están tomados de los editores que, en cada caso, nos parecieron los más autorizados, aunque hay que confesar que, a veces, echamos mano de los más disponibles. En cualquier caso, dichos textos se presentan tal como vienen en sus editores, sin ningún retoque. En algunos casos se mencionan variantes de lectura en la sección de Gramática del texto.
3. La Traducción. Las traducciones que ofrece Lecturas áticas, elaboradas directamente del original, son más o menos libres, según pareció oportuno, pensando en que los usuarios tienen especial interés en saber qué dice el texto, y cómo funciona la gramática del griego. Por principio, la traducción de Lecturas áticas no intenta ofrecer una nueva interpretación del texto, sino hacer que el lector vaya y llegue al texto original, a fin de que sea él quien diga algo nuevo con base en su gramática: cada quien mira con sus propios ojos.
4. El Vocabulario. En Lecturas áticas, el vocabulario de cada lectura está distribuido en tres secciones:
a) palabras estructurales: por ejemplo (en español), yo, tú, nosotros; éste, ése, aquél; el, la, lo; uno, dos, tres; en, con; hacia, cuando, porque, etcétera. Son vocablos que en griego, como en español y en cualquier lengua, se repiten hasta el infinito en todos los textos y en todos los autores, y forman, en general, 50% de cualquier texto;
b) vocabulario fundamental: son las palabras que, según datos estadísticos, constituyen (junto con las palabras estructurales) 80% de cualquier texto en casi cualquier lengua. Los significados que se les asignan a las palabras en esta sección, así como en la anterior y en la siguiente, son —con frecuencia— los fundamentales, los más usuales; sin embargo, a veces se apuntan otros, y siempre, el significado que tienen dentro de los textos;
c) otras palabras: se trata de vocablos que vienen en el texto de la lectura o en textos que se usan para ejemplificar mejor la gramática, y no pertenecen al vocabulario fundamental. En general, se marcan con una vertical (|) sus partes básicas, y, a veces, se dan algunas nociones sobre la etimología de las palabras, tanto para ayudar al alumno a retener el significado, como para hacer énfasis en las palabras fundamentales de las cuales proceden, si fuera el caso.
Cuando en el vocabulario de alguna Lectura no se encuentra alguna palabra del texto de la lectura en turno, eso es señal de que dicha palabra ya apareció en algún texto anterior, y de que el lector ya debía tenerla en su memoria.
Valga advertir que la división que se hizo de las palabras, se basa en el Vocabulario fundamental y constructivo del griego de Thomas Meyer y Herman Steinthal, donde también hay buen material sobre el manejo del vocabulario.
Antes que nada, valga la siguiente observación: Lecturas áticas no quiere ser un manual de “gramática griega”; sólo contiene apuntes gramaticales a propósito de unos textos griegos; es decir, Lecturas áticas quiere poner la gramática al servicio de los textos. Por lo mismo, en Lecturas áticas, por norma, sólo se da la gramática que ayuda al estudiante a leer y entender el texto griego de cada lectura: Sin embargo, esto no significa que se descuide la gramática: siempre que se entra en algún tema gramatical, se intenta hacerlo con seriedad, pensando en los destinatarios, y siempre se da algo más de lo que requiere el texto, pero casi nunca se da todo lo que implica el tema gramatical.
Esta dosificación en el tratamiento de los temas gramaticales obedece a dos razones: a) para entender un texto no es necesario saber toda la gramática ni agotar un tema gramatical; sin embargo, b) al dar las nociones gramaticales que implica un texto, hay que contextualizar la gramática (para lo cual es necesario dar algo más de lo que requiere el texto). Dicho de otro modo: no se da todo lo que implica un tema gramatical, porque no es necesario para entender lo que metodológicamente se quiere que se entienda del texto (los textos son inagotables), y se da algo más de lo que requiere el texto, porque es necesario poner al lector en un contexto gramatical adecuado y amplio; en tal forma, algo de la gramática que se da en cada texto, ayudará a entender otros textos, y se evitarán repeticiones innecesarias. No obstante, donde parezca conveniente repetir algo, se repetirá, y siempre se harán referencias para que se sepa dónde ya se dijo algo acerca del tema en cuestión, y dónde se dirá algo más. Debe advertirse que esta sección, a pesar de estar condicionada por el texto de la Lectura, busca, en lo posible, un tratamiento sistemático de la gramática griega, sobre todo, de la morfología. Además, la “Gramática sistemática” busca armonía y secuencia en el tratamiento de los temas (se ciñe a los contenidos de los programas de estudio de Griego de la licenciatura en Letras Clásicas de la UNAM, y es obligatoria para el alumno desde el momento en que se presenta). Si alguien pensara que las nociones gramaticales que se dan en este libro son demasiadas, debe recordar que Lecturas áticas también se dirige a quienes serán los profesionales de las Letras Clásicas.
Para Lecturas áticas, la gramática es muy importante, pero no lo más importante; Lecturas áticas quiere que los lectores lean y entiendan unos textos griegos. En función de éstos, se incluyen nociones, esquemas y notas gramaticales de todo tipo. Para quien se interese en la gramática griega, Lecturas áticas recomienda cualquier manual: partimos del supuesto de que cualquier manual de gramática es bueno.
Las nociones, esquemas y exposiciones gramaticales que se ofrecen en Lecturas áticas, no son características originales de este libro; en general proceden de la Griechische Grammatik de Eduard Bornemann y Ernst Risch (1978); de la Greek Grammar for Colleges de Herbert Weir Smyth (1920); de la Griechische Laut- und Formenlehre de Hans Zinsmeister (1990), y de la Gramática griega de Jaime Berenguer Amenós (2002). Con mucha frecuencia, sobre todo en sintaxis, se recurre a la Ausführliche Grammatik der griechischen Sprache de Kühner-Blass —primera parte— y de Kühner-Gerth —segunda parte— (1978 y 1976 respectivamente). Cuando fue necesario, se recurrió a la Griechische Grammatik de Eduard Schwyzer (I tomo 1968; II tomo 1975).
Esta sección se compone de “notas” que intentan aclarar lugares problemáticos que pudieran ser impedimento en la comprensión del texto a nivel gramatical, sobre todo desde el punto de vista sintáctico; en esta sección hay que confesar cierto subjetivismo casi inevitable en la selección de los pasajes de que se ocupan las notas. “Lugares problemáticos”: ¿para quién? Valga como excusa el que esta sección no está directamente pensada para cualquier lector, sino para uno que ya tiene algunos conocimientos de griego: quizás algún profesor que intente usar este libro para introducir a sus alumnos al estudio del griego; quizás algún colega que quiera refrescar sus conocimientos sobre el tema, o que, por azares del destino, tenga que enfrentarse de improviso a un grupo de griego. Por supuesto, en la medida en que cualquier lector avance en sus Lecturas áticas, entenderá esas notas, y notará que son interesantes; sólo hace falta que se familiarice un poco con la nomenclatura técnica de los gramáticos.
Ante todo, no hay que mezclar este método con otros. Sí, hay que arriesgar. Es necesario ver si Lecturas áticas funciona como método. Creemos que sí, pero sólo la práctica podrá decir la última palabra, y ésta sólo será objetivamente cierta, si nos dejamos guiar total y únicamente de este método, sin contaminarlo con otros. Por otra parte, hay que advertir que la presencia del maestro no puede suplirse con nada. Su actividad es tan importante que debe considerarse parte esencial de este trabajo: sin el maestro, serán vanos nuestros esfuerzos. En cada lección y en cada apartado, el maestro tiene sus actividades propias e insustituibles. Si se dan casos en que Lecturas áticas funcione sin maestro, deberán tenerse como excepcionales.
1. Presentación del texto. La “Presentación del texto” de Lecturas áticas es una pequeña introducción al mundo en que surgió ese texto: su autor, su tiempo, sus obras. Aquí, en la “Presentación del texto”, el maestro debe realizar un trabajo de adaptación: se trata de motivar al alumno para la lectura. Este apartado está dirigido tanto al maestro, como al alumno; sin embargo, como es natural, el maestro entenderá sus implicaciones mucho mejor que el alumno y, en este sentido, puede decirse que, más que al alumno, la “Presentación del texto” está dirigida al maestro. Como se decía, aquí se trata de una síntesis apretada de lugares más o menos comunes: elementos sobresalientes del texto, desde el punto de vista cultural (histórico, literario, gramatical, etcétera); es decir, se ofrecen algunos datos que, al ubicar el texto, pueden servir de motivación para la lectura de los alumnos. Cada grupo es distinto, y eso lo sabemos todos. El maestro, de acuerdo con las necesidades de su grupo, debe valorar la información, ampliarla o recortarla; es decir, adaptarla a una motivación eficaz hacia la lectura.
2. El Texto griego. El maestro, después de la “Presentación del texto”, debe leer el texto griego en voz alta, con pronunciación fluida y natural, como si se tratara del español. Sobra decir que el maestro debe preparar su lectura, a fin de que resulte incluso “dramática”, si es necesario. Es cierto, el alumno, sobre todo en las primeras lecciones, no entenderá nada. No importa; lo que importa es que escuche griego; se trata de que, al oír la lectura, sienta que el griego se hablaba y se leía como hoy se habla y se lee cualquier texto de otra lengua. “Lectura”, decían los antiguos “es la pronunciación impecable de poemas o de escritos en prosa”.
Una segunda lectura —pausada y sabia— por parte del maestro, hará mucho bien a los alumnos, si éstos, durante ella, siguen el texto de la traducción: tras dicha lectura, los alumnos quedan informados de qué dice el texto. En una tercera lectura, el maestro puede recomendar a los alumnos que intenten, en voz baja, ir leyendo el griego junto con él. Luego sigue un ejercicio de repetición, cuyo procedimiento será el siguiente: el maestro irá leyendo el texto por unidades que tengan sentido, y tras cada una dejará tiempo para que los alumnos la repitan en voz alta. Hay que repetir cada cláusula tantas veces cuantas sea necesario, hasta que los alumnos pronuncien con cierta corrección. Algunas cláusulas resultarán particularmente difíciles para la pronunciación del alumno: en estos casos, que serán fácilmente detectables, el maestro dividirá la oración en tantas partes cuantas sea necesario: en dos, en tres, en cuatro partes; incluso hará que repitan palabra por palabra (sobre todo en los primeros textos), hasta lograr que se abarque de un tirón y con corrección aceptable toda la unidad de sentido; hasta que se note claramente que la lectura es una buena lectura, aunque el alumno no entienda del todo lo que lee: se trata de que sepa que hay que leer griego; que sepa lo que significa leer, y sienta la necesidad de darse al trabajo de volver a aprender a leer (tarea en casa).
Al alumno le resultarán más provechosas y menos pesadas estas repeticiones, si sabe qué significa lo que repite; estas repeticiones, pues, son una excelente oportunidad para que el alumno aprenda griego, lo que dice un texto. Casi es seguro que los alumnos verán la traducción del texto antes de llegar a clase, y que, en clase, tengan curiosidad de saber algo sobre alguna o algunas palabras, o sobre algunas expresiones. Que pregunten. Hay que aprovechar la curiosidad del alumno, para ayudarlo en su afán de aprender algo que él quiere saber en ese momento: quizá lo aprenderá para siempre. Con la sencillez de la sabiduría, el maestro dirá qué significa la palabra, o explicará la expresión griega sobre la que pregunta el alumno, sin recurrir a mayores especulaciones teóricas (ya vendrá la sección de “Gramática sistemática”, para ver por qué y cómo el texto dice lo que dice). Tras dichas explicaciones, se invitará a los alumnos a otra repetición, a una más inteligente.
3. Traducción. Las traducciones que ofrece Lecturas áticas —como se decía anteriormente— son más o menos libres, según pareció oportuno, pensando en que los estudiantes, más que un interés gramatical, tienen especial interés en saber qué dice el texto griego. Sobre todo en las primeras lecturas, habrá cierto apego a las estructuras sintácticas del original; sin embargo, poco a poco, las traducciones serán más libres, aunque siempre intentan ser “gramaticales”. A su tiempo habrá que enseñar al alumno que entender y traducir no significan lo mismo; que, al “traducir”, no hay que traducir sólo pensando en la gramática, sino en las circunstancias del escritor que, en su afán de comunicarnos algo, se sirve de la gramática. Por lo demás, no hay por qué martirizar a nuestros estudiantes con tareas de traducción desde la primera clase de griego; ni siquiera, diría yo, durante los primeros semestres; eso no es lo importante. Que traduzca el maestro; el trabajo del alumno es el de un niño que aprende su lengua: oír, entender, repetir, volver a repetir, volver a oír…
No quiera, pues, el maestro hacer ver todas las implicaciones gramaticales de un texto, sobre todo en las primeras lecciones. El objetivo fundamental de Lecturas áticas es demostrar que los estudiantes pueden leer griego, entendiendo lo que leen. Esto no es, aunque lo parezca en nuestros tiempos, un chiste de mal gusto: cualquiera, si quiere, puede aprender algo de griego y entender medianamente sus textos, sin el recurso constante al diccionario. En las primeras lecciones basta que el alumno sepa lo que significa cada unidad de sentido; cómo y por qué significan lo que significan, es otro problema. ¿Acaso cuando aprendimos el Wie geht’s? o el Comment allez vous?o el How are you? o el Come va?, tuvimos que razonar sobre las implicaciones gramaticales de esos saludos? De la misma manera, por ejemplo, ante πῶς ἄρα πράττεις; simplemente diremos que significa “¿cómo estás?” Si, ante esa frase, algún alumno quiere saber algo más, hay que responder sabia y sencillamente: véase lo que se dijo en algún párrafo anterior.
Las implicaciones gramaticales de un texto sólo se darán, primero, cuando se trate de las cuestiones que son objeto de estudio — Gramática sistemática — de la lección correspondiente, y segundo, siempre que el alum-no pregunte, y sólo después de entender bien la pregunta: en general, el alumno no pregunta con malicia gramatical. Únicamente en estos casos, el maestro hará gala de sus conocimientos gramaticales, de esa sabiduría didáctica que sabe explicar con sencillez; de esa que sabe medir el meollo de la pregunta, y responder exacta y solamente a eso que el alumno quiere saber. Lo importante, pues, en el apartado de traducción, desde nuestra perspectiva, es la comprensión del texto; a ello obedece el que en el momento de la “lectura” se pida que el alumno capte unidades de sentido. Para que ello resulte coherente, el maestro debe ayudarse de todo lo que pueda; pensemos, por ejemplo, en el “vocabulario”.
Como en el estudio de cualquier otra lengua, no hay que esperar que el alumno entienda cabalmente el griego desde las primeras lecturas: dicha comprensión será progresiva, en la medida en que se avance en el estudio de los textos de otras lecturas. No se entenderá del todo, por ejemplo, el texto de la primera Lectura, ni el de la segunda; sin embargo, tras el estudio de la segunda, el estudiante entenderá mejor la primera, y tras el estudio de la tercera, entenderá más la segunda y, mucho mejor, la primera. Y sucesivamente: aplicando sus nuevos conocimientos, el alumno notará que entiende mejor los textos anteriores. Todo es cuestión de leer atentamente, de razonar bien y de repetir con asiduidad: pensando en griego.
4. El Vocabulario. Ya se dijo que Lecturas áticas quiere centrar al alumno en las tareas fundamentales del aprendizaje de una lengua. Al dar el vocabulario de cada lectura, se quiere evitar que el alumno sufra y se distraiga buscando palabras en el diccionario, y el significado que les corresponde en el texto; su tarea consiste en identificar, con la ayuda del maestro, el vocabulario del texto y aprendérselo en su contexto. En este apartado, en el del vocabulario, Lecturas áticas se propone un plan ambicioso: que, al final de los 30 textos, el estudiante, o el lector que haya seguido cuidadosamente el camino, maneje con cierta soltura un vocabulario básico del griego, unas 1 200 palabras (incluidas las palabras estructurales), que le ahorrarán el constante recurso al diccionario. ¡Que éste se quede para investigaciones o para estudios especializados!
El maestro hará énfasis en las “palabras estructurales” y en el “vocabulario fundamental”. La tarea de hacer que se adquiera vocabulario, es tan difícil como necesaria. Por principio, el maestro debe hacer entender al estudiante que, sin palabras, no irá muy lejos en su afán por leer textos griegos, y que —gracias a los casos — el vocabulario griego es algo más complicado que el español, o el de cualquier otra lengua semejante: por cada dos formas de una palabra española, el griego ofrece teóricamente unas 12 (si se piensa en sustantivos), o 30 (si se piensa en pronombres y adjetivos). Por lo mismo, el maestro debe ayudar al alumno a identificar en el vocabulario las palabras del texto; a sentir que el vocabulario es una ayuda para entender el texto griego, y no un aparato de diabólico tormento inventado por el maestro, y a aceptar que hay que meter palabras en la cabeza. Quizá habrá tiempo para que el estudiante se ocupe del vocabulario en sí mismo; por ahora, es un auxiliar en su afán por entender el mensaje de los textos. Hay que tener cuidado: como el trabajo del vocabulario puede ser una de las claves del éxito en nuestra enseñanza del griego, así también puede ser el paso que eche a perder todas las aspiraciones académicas del alumno.
“El maestro”, decía yo en otra ocasión, “debe ingeniárselas para hacer una colación eficaz y oportuna”, a fin de que el vocabulario le ilumine al alumno el mensaje de su lectura, por un lado, y ésta, por el otro, le ilumine el significado de las palabras: en los textos aprenderá el alumno el significado de las palabras, no en listas esqueléticas de palabras que, como palabras, son elementos de significación muy baja. Que el maestro “diga claramente la palabra, para que el alumno oiga; que la escriba, para que éste la vea; que recurra a sinónimos y antónimos, para que se refuerce el significado; que dibuje, que recurra a la mímica, que vaya al contexto; vamos, que diga el significado”; éste es el mejor momento para hablar de “etimologías”.
5. Gramática sistemática y Gramática del texto. Lecturas áticas parte del hecho de que, para entender un texto, no sólo se requieren conocimientos del entorno cultural en que surge el texto, sino, también, de la gramática en que se formula dicho texto. En función del texto, pues, se incluyen nociones, esquemas y notas gramaticales que, para facilitar su consulta, se presentan en dos secciones: Gramática sistemática y Gramática del texto. Esto no significa que la “sistemática” no tenga que ver con los textos: ambas secciones parten del texto y se ocupan del texto; únicamente difieren en la manera en que se tratan los temas gramaticales, y en sus objetivos: mientras la Gramática sistemática quiere ofrecer andamiajes firmes que le servirán al alumno para enfrentar otros textos, la Gramática del texto es la aplicación concreta de la gramática a una frase, a un enunciado o a algún fragmento específico, aunque a veces se incluyen notas de otro tipo.
El maestro, en primera instancia, debe suplir las indudables imprecisiones o deficiencias de mis exposiciones gramaticales; debe ser claro y esquemático, para que el alumno entienda y retenga el tema de cada lección a base del material que se le ofrece en Lecturas áticas. Estos materiales quieren ser los apuntes del alumno. Procure, pues, el maestro, que sus estudiantes se acostumbren a ellos; su función didáctica consiste en lograr que el estudiante entienda estos apuntes y los haga suyos. Ojalá estén suficientemente claros; de lo contrario, el maestro puede echar mano de su gramática favorita para entender los esquemas que se ofrecen, y hacer que el alumno los entienda. Sin embargo, para evitar confusiones al alumno, no es conveniente que éste use otra u otras gramáticas en los tres primeros semestres. En segunda instancia, el maestro debe —en lo posible— ejemplificar esa gramática con el texto; es decir, debe hacer del texto un ejemplo de la teoría, lo cual no impide que, como se hace en estas lecturas, se recurra a otros ejemplos, para afianzar la gramática, o para hacer más comprensible alguna parte del texto. Valga precisar que, a instancias de algunos colegas, he procurado ser más preciso en el uso de términos gramaticales, y más prolijo al explicar ciertos detalles lingüísticos. Por lo mismo, aumentaron las notas en esta sección de gramática: el maestro sabrá cómo y cuándo le resultan útiles; no hay que fatigar al alumno con la gramática.
Normalmente somos hábiles para exponer un tema gramatical e ilustrarlo con dos o más ejemplos tomados de aquí o de allá; eso es muy laudable. Sin embargo, muy frecuentemente, cuando el estudiante se enfrenta a un texto, ni es capaz de reconocer la gramática que le enseñamos, ni entiende el texto. Quizá valga la pena cambiar la estrategia; hagamos que se entienda el texto, y que el texto sea un ejemplo de gramática. Sin quererlo, después de cada lectura habremos repasado muchos aspectos gramaticales, y el alumno sentirá que la gramática es interesante y viva: un gran auxiliar en su afán de leer textos.
La Gramática del texto será más útil para el maestro que para el estudiante, y, por lo mismo, la terminología que se usa no siempre es elemental, y supone a alguien que ya ha estudiado un poco de griego. No hay que dar, pues, toda esta gramática al alumno, sino sólo aquella que se requiera ante sus preguntas, y aquella que el profesor crea necesaria para aclarar algún pasaje. No pienso que sea demasiado volver a repetir: lo importante no es la gramática; la gramática es un instrumento para entender los textos. La mayor parte de la clase debe centrarse en la comprensión del texto y en hacer ver en ese texto cómo se cumple la gramática.
Una última advertencia: puesto que cada lector puede llegar a estas Lecturas con objetivos personales, cabe pensar en quienes, como se apuntaba anteriormente, tengan que enfrentarse a este material con fines docentes. Ellos tendrán necesidad de algún material didáctico para que los alumnos se ejerciten; todos sabemos la función que tienen los ejercicios en la asimilación de una lengua, y sobra decir que, en esta tarea, la repetición sistemática y constante es la clave del éxito. Para estos lectores se ha elaborado un libro complementario con cuestionarios y ejercicios; mediante ellos, el profesor o el alumno tendrán la posibilidad de corroborar e incluso de rectificar los conocimientos que ofrece cada Lectura, en gramática y, sobre todo, en la comprensión del texto. El profesor podrá utilizar los que le parezcan más provechosos; dejar los que estorben, y —quizá con la ayuda de los alumnos— siempre diseñar otros que requiera el grupo: todos los grupos son distintos.
Esta edición de Lecturas áticas —introducción a la filología griega— es el resultado de una relectura, minuciosa en todo lo posible, de Lecturas áticas I, II, III y IV: se revisaron todos los materiales. Con base en dicha revisión, se aumentaron los textos, e incluso se introdujeron unos nuevos; se aumentó la información referente a cuestiones de gramática o de traducción; se enmendaron erratas; se precisaron imprecisiones; se corrigieron errores. Vale decir GRACIAS a los alumnos y colegas que me advirtieron sobre la necesidad de estos cambios; espero haber respondido adecuadamente a todas sus inquietudes.
Ciudad Universitaria, 21 de abril de 2017
a(c).
acusativo
a. C.
antes de Cristo
aci
acusativo con infinitivo
acp
acusativo con participio
act.
activa
adv.
adverbio
aor.
aoristo
asp.
aspirado (a)
át.
ático
cf.
confróntese, véase
comp.
comparativo
conj.
conjunción
cons.
consonante
contr.
contracto, contracción
d(at).
dativo
d. C.
después de Cristo
E.
ejercicios
encl.
enclítico (a)
esc.
escolar
f(em).
femenino
fut.
futuro
g(en).
genitivo
gram.
gramática
i. e.
id est
(es decir)
imp(erat).
imperativo
impf.
imperfecto
ind.
indicativo
indef.
indefinido
inf.
infinitivo
interr.
interrogativo
intr.
intransitivo
jón.
jónico
L.
latín; lectura
Lin.
lectura introductoria
lit.
literalmente
masc.
masculino
may.
mayúscula
med.
media
metáf.
metáfora
min.
minúscula
n(om).
nominativo
neutr.
neutro(s)
nci
nominativo con infinitivo
obj.
objeto
opt.
optativo
or.
oración
orig.
originalmente
p. ej.
por ejemplo
part.
participio
pas.
pasivo (a)
pers.
persona, personal(es)
pf.
perfecto
pl.
plural
pos.
posesivo
pqpf.
pluscuamperfecto
prep.
preposición
pres.
presente
priv.
privativo (a)
pron(s).
pronunciación; pronombre(s)
prop.
propiamente
r(s).
raíz, raíces
rad(s.)
radical(es)
rel.
relativo
s.
siglo
s. v.
sub verbo
(bajo el lema)
sc.
scilicet
(sin duda)
secund.
secundario(s) (as)
sg.
singular
sign.
significado
subj.
subjuntivo
sup.
superlativo
sust.
sustantivo
t.
tiempo(s)
vid.
vide
v(oc).
vocativo
Vof.
Vocabulario fundamental
§ (§)
párrafo(s)
<
viene de
>
pasa a
!
¡atención!
↔
oposición; antónimo
(ἀνάγνωσις εἰσηγουμένη)
circa
2000
Desde el Norte, unos “pueblos” llegan a Grecia y a las islas del mar Egeo, donde se encuentran con una civilización pregriega, cuyo centro era Creta, donde reinaba Minos. Periodo minoico.
circa
1200
La caída de Troya, según los cronógrafos alejandrinos. Los héroes homéricos.
circa
1050
Los jonios emigran al Asia Menor.
776
Primera Olimpiada.
750
Comienza la colonización griega (Cumas) que se prolonga hasta mediados del siglo
VI
.
750-600
Fundamentos (
rhētrai
/ ῥῆτραι) de la legislación de Licurgo. Formación, entre los siglos
VIII
y
VII
, del Estado espartano. Cf. Plutarco,
Licurgo
.
circa
700
Composición de
Los Trabajos y los Días
de Hesíodo.
circa
660
Composición de la
Ilíada
y de la
Odisea
(en Jonia), según W. Burkert.
594
Solón y la legislación de Atenas.
558-529
Ciro, el fundador del imperio persa, vence a Creso (rey de los lidios) y se avecina a Grecia.
529-522
Cambises, hijo de Ciro; conquista de Egipto.
521-486
Darío I. Los persas se encuentran con los griegos.
490
Batalla de Maratón (Milcíades).
485-465
Jerjes I, hijo de Darío I.
480-479
Marcha de Jerjes contra Grecia. Leónidas y el Paso de las Termópilas. Artemision. Salamina (Temístocles, Euribíades). Platea (Mardonio, Pausanias, Arístides).
472
Los Persas
de Esquilo.
446
Las
Historias
de Heródoto.
444-429
El apogeo de Atenas y Pericles. La Acrópolis y Fidias. Sófocles y Eurípides. Anaxágoras. Sócrates.
431-404
Guerra del Peloponeso: Esparta contra Atenas. Alcibíades. Cf. Tucídides y Jenofonte.
401
Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes II. Clearco. Proxeno. Batalla de Cunaxa. Jenofonte y
La Anábasis de los 10 000
.
399
Muerte de Sócrates. Cf. Platón (427-347).
371-362
El apogeo de Tebas. Pelópidas, Epaminondas. Agesilao, rey de Esparta.
359-336
Filipo, rey de Macedonia. Fin de la libertad de Atenas. Demóstenes – Esquines.
336-323
Alejandro Magno. Fin del imperio persa (330). Aristóteles funda su escuela en Atenas (336). Muerte de Alejandro (323).
323-146
Época helenística. Destrucción de Corinto. Polibio.
31 d. C.
Batalla de Accio. Augusto. Época imperial romana.
El alfabeto (ἡ γραμματική o τὰ γράμματα), que con el tiempo llegó a ser lo que hoy conocemos como alfabeto griego, tiene 24 letras (cf. § 3, 1). De estas letras, 7 son vocales y 17 son consonantes. La forma (mayúscula y minúscula), el nombre (griego y español) y la pronunciación de cada una de ellas pueden verse en el esquema siguiente:
Alfabeto griego escrito sobre la panza de una copa ática de figuras negras, ca. 403 a. C. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
Originalmente, los griegos escribían sólo con mayúsculas que, por el material en que escribían (piedra y barro cocido), tenían forma angulosa. Posteriormente, el uso de la escritura en el comercio y en la vida cotidiana se hizo cada vez más frecuente y más necesario; los materiales de escritura también cambiaron (papiros y pergaminos), y las letras comenzaron a escribirse rápidamente y, en lo posible, en un solo trazo que poco a poco se fue redondeando y puliendo hasta dar, más o menos, lo que hoy conocemos como letras minúsculas.
1. Se dice que las letras se llaman στοιχεῖα, como “signos fónicos”, y γράμματα, como “signos escritos”, pero que probablemente sea mejor nombrarlas στοιχεῖα (elementos), ya que son los componentes fundamentales de la lengua.
2. Para la beta minúscula en general se usa la grafía “β”; es decir, al principio y en medio de palabra, p. ej., βάρβαρος (no griego), ἀκριβῶς (cuidadosamente). Sin embargo, algunos editores usan la grafía β al principio de palabra, y la grafía ϐ en medio de palabra, p. ej., βάρϐαρος, ἀκριϐῶζ.
3. La forma de la vocal eta (H) tiene que ver con la hache (H) latina; cf. § 4, 5.
4. La sigma mayúscula tiene dos grafías, Σ y Ϲ. Si se usa la grafía mayúscula Ϲ, hay que usar siempre su grafía minúscula correspondiente, la ϲ; la misma, pero más pequeña. Por ejemplo: al principio de palabra, Ϲωκράτηϲ, ϲχολή, “tiempo libre”, (para la) “escuela”; en medio, ἀϲχολία, “falta de tiempo libre”, y al final, ἔχειϲ, “tienes”.
Para la sigma minúscula, pues, se usan tres grafías, a saber, c, σ, ς. Acabamos de hablar del uso de C y c. La grafía σ se usa al principio y en medio de palabra, por ejemplo, σχολή, ἀσχολία. La grafía ζ se usa al final de las palabras, por ejemplo, ἔχεις. En este uso, la sigma mayúscula correspondiente es la Σ, por ejemplo, Σωκράτης. Si se trata de palabras compuestas cuyo primer elemento termina en sigma, suele usarse la grafía ζ en medio de palabra; p. ej., προζέχω (τὸν νοῦν τῷ διδασκάλῳ), “pongo (atención al profesor)”.
5. En algunas regiones griegas, la X (= ch) también era grafía de la ξ (= cs), y de aquí tomaron la X los romanos (con el valor de cs).
1. Las dos primeras letras, alfa (A, α) y beta (B, β), dieron el nombre español al conjunto de todas las letras: alfa-beto, que en griego también se conoce como τὰ γράμματα o τὰ στοιχεῖα o ἡ γραμματική; cf. §§ 1 y 3, 1.
2. Demócrito llama γέμμα a la γάμμα.
3. Épsilon (ἒ ψιλόν, “e simple”) e ípsilon (ὖ ψιλόν, “u simple”) no deben considerarse como verdaderos nombres de estas dos letras; estos nombres obedecen a un malentendido. Se dice que, en tiempos bizantinos, cuando αι y ε, por una parte y, por la otra, οι y υ se pronunciaban de la misma manera (cf. Lectura 6, ϛʹ, A 1), los gramáticos enseñaban ortografía diciendo, por ejemplo: “en la penúltima sílaba, la palabra παῖδες (= niños) se escribe con diptongo αι, y la palabra πέδαι (= cadenas), con ἒ ψιλόν, es decir, con ε simple, no con diptongo αι”, sin querer indicar el nombre de la letra. A la ε, según dice Platón en el Cratilo, los antiguos la llamaban εἶ; después, los gramáticos la llamaron ἔ. Muy tardíamente, a partir del siglo X, algunos la llaman ἔψ; sobre la ípsilon, cf. infra, 10.
4. Zeta es el nombre español dado por la Real Academia Española a la letra griega ζῆτα (Z, ζ); ese nombre se escribió en segundo lugar, y se prefirió el nombre dseta. El grupo “ds” de este nombre nos reproduce mejor el posible sonido original de esta letra, y puede evitar que ante el de “zeta”, consagrado por el uso, pronunciemos la ζῆτα griega como se pronuncia la zeta del español en México. Cf. § 5, 2.
5. Se dice que la ἧτα, el nombre de la vocal H / η, llevaba espíritu áspero (es decir, ἧτα, heta), porque en el protoalfabeto griego era signo de aspiración, como lo fue la H (hache) latina entre los antiguos romanos. Cuando entre los jonios desapareció la aspiración, la usaron como vocal E (larga y abierta), y este uso y nombre, ἧτα, llegó a ser predominante. Cf. § 8, nota 3.
6. Labda (λάβδα), como nombre de la letra Λ / λ, está mejor atestiguado que el nombre “lambda” (λάμβδα), aceptado por la Real Academia Española y, en general, por nuestras gramáticas griegas; léase, por ejemplo, Platón, Cratilo, 427 b.
7. Se dice que Demócrito llamaba μῶ a la my (μῦ), y que, a partir de ese uso, es posible que la νῦ se llamara νῶ.
8. El nombre de las letras ξῖ (xi), πῖ (pi), φῖ (phi), χῖ (chi, ji) y ψῖ (psi) procede del tiempo en que ει se pronunciaba como ι. Hay abundantes fuentes que testifican que el nombre original de estas letras era ξεῖ, πεῖ, φεῖ, χεῖ y ψεῖ. Cf. § 5, 3.
9. La ς, llamada σίγμα por los jonios, era llamada σάν por los dorios, según cuenta Heródoto; Trasímaco (Θρασύμαχος) deletreaba su nombre, en un hexámetro, de la siguiente manera: (τοὔνομα) / θῆτα ῥῶ ἄλφα σὰν ὖ μῦ ἄλφα χεῖ οὖ σάν.
10. La υ (ípsilon) originalmente se llamaba ὖ, sonaba como u (para el mu-gir de las vacas, Homero usa μυ-κᾶσθαι); posteriormente, a partir del siglo V a. C. pasó a sonar como hoy se pronuncia normalmente, como u francesa, o ü alemana, un sonido entre la i y la u (cf. §5, 4); sobre el nombre “ípsilon”, cf. supra, 3.
11. Se escribió chi como nombre español de la letra griega Χ / χ, que normalmente se conoce con el nombre de “ji”. Cf. supra § 4, 8, e infra § 5, 3.
12. ὂ μικρόν (= o pequeña) y ὦ μέγα (= o grande) no son los nombres antiguos de las vocales ο y ω; se llamaron así a partir de la época bizantina —para distinguirlas—, cuando las dos se pronunciaban igual. Antiguamente, según dice Platón en el Cratilo, 393 d, la ο (breve y cerrada) se llamaba οὖ, y la ο (larga y abierta) se llamaba ὦ.
No es fácil reconstruir la fonética original del griego clásico. Erasmo de Rotterdam (1467-1536) fue de los primeros que puso en duda la pronunciación griega establecida en Europa durante el siglo XV por unos maestros de griego y literatura griega llegados de Grecia a finales del siglo XIV. Esta pronunciación fue llamada reuchliniana por causa de J. Reuchlin (1455-1522), el que la implantó en Alemania; se trata, en general, de la pronunciación del griego moderno. Probablemente lo más característico de esta pronunciación es la abundancia de grafías, diptongos y vocales, que deben sonar como “i”: η, ι, υ, ει, οι, υι. Por ello, y sobre todo porque incluso la eta (muy frecuente en griego, y llamada “ita” en la pronunciación reuchliniana) debe sonar como “i”, esta pronunciación se llama itacista; en contraposición a ella, se llama etacista a la pronunciación de Erasmo, donde la η debe pronunciarse entre a y e, es decir, como e abierta; υ, como u francesa; el diptongo ει, como e + i; οι, como o + i, etcétera. Esta pronunciación de Erasmo encontró buena acogida entre los espíritus cultos, pero la pronunciación itacista se siguió usando, y se usa, sobre todo entre los estudiosos de la lengua y literatura griega moderna.
El itacismo es natural dentro de la evolución del griego, es decir, no es una arbitrariedad de los hablantes de hoy; según los lingüistas, es natural que la η se haya convertido en ι, tal como, antiquísimamente, la η tiene su origen en la α (cf. § 41, 2: μήτηρ / μάτηρ); igualmente es natural que los diptongos tiendan a simplificarse; sin embargo, no es probable que la fonética del griego actual sea la misma del griego clásico: hay muchos hechos lingüísticos que hablan en contra. Por lo demás, cada grupo de hablantes modifica la pronunciación del griego de acuerdo con la fonología de su lengua.
La pronunciación que se dio en el § 2 y las observaciones que se hacen en seguida responden, en general, a las prescripciones de los erasmianos; sobra decir que, de hecho, sólo se refieren a los fenómenos fonéticos más significativos para la pronunciación escolar.
1. La gamma tiene un sonido suave: ga, gue, gui, go, gu. Sin embargo, ante las consonantes κ, ξ, γ, χ se pronuncia como “n” guturalizada (cf. § 13, 2); por ejemplo, en ἀγκάλη (brazo), se pronuncia ankále; en Σφίγξ (Esfinge), se pronuncia sfincs; en ἐγγένηται (sucede), se pronuncia enguénetai, y en ἀγχοῦ (cerca) se pronuncia anjú. Sobre φ, χ (ph, ch) con el sonido “f” y “j” véase § 2 y, más abajo, § 5, 3.
2. La ζῆτα (dseta o zeta) es una consonante doble, es decir, tiene el valor fonético de dos consonantes. Según parece, reunía los sonidos “ds”; sin embargo, es probable que en algunas regiones griegas se pronunciara como “sd”. Sobre consonantes dobles, cf. § 13, 1.
4. Sobre la ípsilon (Y, υ) se dice (correctamente) que se pronuncie como una u francesa, o como una ü alemana. Entre nosotros, se oye de una profesora que prescribe esto a sus alumnos: “para pronunciar la ípsilon, hay que abrir la boca como si se quisiera pronunciar una u; pero, en lugar de pronunciar una u, pronúnciese una i”. Dionisio de Halicarnaso decía así: “en la pronunciación de la ípsilon se contraían fuertemente los labios, y el sonido se expulsaba en forma apretada y tenue”.
1. Se dice que las “vocales” son sonidos que hacen vibrar la laringe, sin que hallen a su paso por la boca ningún obstáculo que los modifique. Los gramáticos griegos las llamaban φωνήεντα στοιχεῖα, “letras sonantes”. En griego hay siete vocales; cf. § 1: α, η, ε, ι, ω, ο, υ.
2. Son vocales largas la η y la ω.
3. Son vocales breves la ε y la ο.
4. Son vocales largas o breves la α, la ι y la υ.
Nota. Una vocal es breve cuando el tiempo de su pronunciación es mínimo; a este tiempo mínimo que dura la pronunciación de una vocal breve se le llama “tiempo primero” (χρόνος πρῶτος) o mora. En consecuencia, una vocal es larga cuando el tiempo de su pronunciación es de dos moras, es decir, de dos tiempos primeros o mínimos. Mediante el signo ˘, colocado sobre las vocales α / ι / υ, se indica que tales vocales son breves, por ejemplo, ὄνομᾰ, y mediante el signo –, sobre dichas vocales, se indica que son largas, por ejemplo, ἀσχολίᾱ, νεανίᾱ. Por lo demás, estos signos sólo sirven para la correcta pronunciación de las palabras, pero no pertenecen a la escritura del griego, como los espíritus y acentos (cf. § § 8-9); por ello, no se marcarán en los textos. Normalmente, los diccionarios indican la cantidad de las vocales. Hay que tener cuidado con la cantidad; es muy importante, sobre todo para la acentuación y para la poesía.
El siguiente triángulo quiere aclarar lo dicho y agregar algunas otras informaciones.
Fíjate bien: en las esquinas del “triángulo vocálico” se encuentran las vocales α, ι, υ, que pueden ser breves o largas (ya sabes que la υ sonaba como u). La ε y la ο son siempre breves, son cerradas y, por eso, la ε tiende hacia el sonido de la ι, y la ο hacia el sonido de la u (recuerda que la ε se llamaba ει, y la ο se llamaba ου). La η y la ω son siempre largas, son abiertas y, por eso, tienden hacia el sonido de α. Se dice que, de acuerdo a su punto de articulación, la α es central; que, a partir de ella, las vocales η ε ι son anteriores, y las vocales ωου son posteriores. Entre la ι y la υ (= u originalmente), se encuentra la υ (= ü desde el siglo V antes de Cristo).
1. Diptongo es la unión de dos vocales que forman una sola sílaba. Estas sílabas que se forman mediante un diptongo, a pesar de lo que se dirá en el inciso 3, siempre tendrán el valor de largas. De la disolución del diptongo mediante la diéresis, cf. § 27, 1.
2. La segunda vocal de un diptongo es una iota (ι), o una ípsilon (υ); es decir, una vocal i y una vocal u, respectivamente.
3. La primera vocal de un diptongo normalmente es una de las otras cinco vocales, aunque, como se ve en el inciso siguiente, hay un diptongo cuyo primer elemento es la ípsilon. Ya sabes que las vocales pueden ser breves y largas; cf. § 6. Aprende que, cuando la primera vocal del diptongo es breve, se habla de “diptongos breves” y, cuando la primera vocal del diptongo es larga, se habla de “diptongos largos”.
4. Son diptongos breves:
Nota 1. Hay pruebas de que estos diptongos originalmente sonaban como se marca en el esquema; al hablar de los diptongos con iota, los gramáticos decían que son “diptongos donde suena la iota”; al hablar de los diptongos αυ y ευ, decían que son “diptongos donde se mezclan los sonidos”; etcétera.
Nota 2. Los diptongos ει y ου pueden ser propios e impropios. Se llaman “impropios” cuando sólo son resultado de una contracción o de un alargamiento compensatorio; son, pues, respectivamente, grafías de las vocales ε / ο cerradas y LARGAS (suelen representarse con un signo de larga y con un punto en su parte inferior). En estos falsos diptongos, la iota y la ípsilon no desempeñan el mismo papel fonético que en los diptongos propios; digamos que no suenan. Se dice que, desde tiempos clásicos, ει y ου (propios e impropios) se pronunciaban, respectivamente, como vocales ε / ο cerradas y largas. Sobre “contracción” y “alargamiento compensatorio” se hablará oportunamente. Sobre su acentuación, véase § 10, 3.
5. Son diptongos largos:
Nota 1. En algún tiempo, el griego distinguía entre la pronunciación de diptongos breves (p. ej., αι) y diptongos largos (p. ej., ᾱι); sin embargo, la iota de estos últimos diptongos comenzó a enmudecer desde muy temprano, y se pronunciaban simplemente las vocales largas correspondientes: los antiguos gramáticos decían que son “diptongos donde no suena la iota”. Desde tiempos bizantinos, esta iota, cuando se usan minúsculas, se escribe debajo de la vocal larga (iota suscrita), y, cuando se usan mayúsculas, o la primera letra del diptongo es una mayúscula, se escribe a la derecha de la vocal (iota adscrita); cf., supra, ᾄδω, Ἅιδης, τῷ, Ὠιδεῖον. Por lo demás, hay editores que no suscriben estas iotas de estos diptongos, sino que las adscriben; cf. por ejemplo, Diels y Kranz, Fragmentos de los Presocráticos. Sobre su acentuación, véase más adelante § 10, 3 y nota.
Nota 2. Los diptongos largos cuyo segundo elemento es la ípsilon son relativamente nuevos y de poca importancia para la lengua. En los tres se oían las dos vocales: los gramáticos antiguos llamaban a los diptongos ηυ, ωυ diptongos κατὰ διέξοδον, es decir, diptongos donde el sonido de las dos vocales se oye distintamente.
Espíritu es un signo que indica que la letra afectada por él se aspira o no se aspira. Toda vocal (o diptongo) al principio de palabra se acompaña de un espíritu. Hay dos clases de espíritus:
1. El espíritu fuerte, rudo o áspero (῾), una especie de coma invertida, indica que la vocal o el diptongo afectados por él se acompañan de una aspiración semejante a la de la hache (h) inglesa. Nosotros hablamos de “hache muda”; sin embargo, en el habla popular todavía oímos restos de esa aspiración en palabras como jijo, joyo, jurtar; es decir, hijo, hoyo, hurtar. En el texto, donde dice ἥκιστα (= por lo menos), cf. infra (D 1), hay que pronunciar jékista, con una “j” suave, es decir, con una aspiración.
2. El espíritu suave (᾽), una especie de coma, indica que la vocal o diptongo afectados por él no llevan ninguna aspiración, p. ej., en (πῶς) ἄρα πράττεις; (¿cómo estás?), se pronuncia ¿(pos) ara pratteis?
Nota 1. Toda υ (ípsilon), al principio de una palabra, lleva espíritu áspero.
Nota 2. Toda ρ (rho) al principio de palabra lleva espíritu áspero. No nos es fácil imaginar su pronunciación; sin embargo, su sonido debió ser sensible: los romanos la transcribían como rh, p. ej., ῥήτωρ, L. rhetor. Si en medio de palabra se da una doble rho (ρρ), o se escriben sin espíritu, o la primera recibe el espíritu suave, y la segunda, el áspero; por ejemplo, ἔρρωσο o ἔῤῥωσο (fórmula usual para terminar una carta), “adiós”, “que estés bien”, L. vale.
Nota 3. Se dice que los espíritus surgieron a partir del signo de aspiración H (cf. § 4, 5). Trazando una línea vertical sobre el centro de este signo, la parte que queda a la izquierda fue el signo del espíritu fuerte, y la que queda a la derecha, el signo del espíritu suave; después, tras simplificar esas partes, la de la izquierda resultó un signo con el ángulo hacia la izquierda, y la parte de la derecha, con un ángulo hacia la derecha. Al final, dichos ángulos se redondearon y dieron, respectivamente, el espíritu fuerte (῾) y el espíritu suave (᾽) que, originalmente, no se marcaba.
1. El acento griego es tonal; indica que la vocal (o el diptongo) sobre la cual se encuentra, debe pronunciarse en un tono (musical) más o menos elevado. De aquí a pensar que el griego clásico era musical, no hay mucha distancia. Sin embargo, en pronunciación escolar no tomaremos en cuenta esta musicalidad del acento, y en su lugar pronunciaremos simplemente un acento espiratorio o intensivo, como el del español. En griego hay tres acentos:
2. Acento agudo (´), que indicaba un ascenso en el tono; por ejemplo, (εὖ) ἔχω, “(bien) me tengo”, es decir, “estoy bien”; τί δή σοι τοὔνομα; “¿cuál (es) para ti el nombre?”, es decir, “¿cómo te llamas?” Ὄνομά μοί ἐστι Σωκράτης, “nombre para mí es Sócrates”, es decir, “me llamo Sócrates”.
3. Acento circunflejo (~), que indicaba la secuencia de un tono que primero asciende y luego desciende; por ejemplo, χαῖρε, “¡hola!”; χαῖρε πολλ᾽, ὦ παῖ, “¡alégrate mucho, oh muchacho!”.
4. Acento grave (`), que indicaba un descenso del tono; por ejemplo, εἰπὲ δή μοι ἥκιστα, “dime por lo menos…”.
1. Si se escribe con minúsculas, el espíritu y el acento se colocan sobre la vocal correspondiente, p. ej., ὦ Σώκρατες, σχολή ’στί σοί μοι εἰς λόγους ἐλθεῖν; “Oh Sócrates, ¿tiempo libre hay para ti, de conmigo a las palabras ir?”
2. Cuando la vocal donde debe ir el espíritu, o el espíritu y el acento, es una mayúscula, entonces, el espíritu y el acento se colocan antes de la vocal correspondiente, en la parte superior, p. ej., Ὦ Σώκρατες, “¡Oh Sócrates!”; Ὄνομά μοί ἐστι…, “mi nombre es…”.