Legado estelar - Steff Baz - E-Book

Legado estelar E-Book

Steff Baz

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Beschreibung

Legado estelar es una aventura intergaláctica que te dejará sin aliento, con la que te sumergirás en un fascinante universo donde el valor y la determinación son la clave para enfrentar los desafíos más extraordinarios. Teom, un valiente príncipe marcado por el destierro, descubre que su camino hacia el trono imperial está bloqueado por terribles secretos. Obligado a dejar su hogar, se embarca en una desesperada búsqueda de su hermana desaparecida, el último eslabón que podría restaurar el poder y el orden en su tierra natal. Pero no se trata de una búsqueda ordinaria, sino de una travesía que lo llevará a través de los incontables planetas de una galaxia sumida en la oscuridad de la guerra. En esta apasionante novela de ciencia ficción, el autor teje una trama detallista y dinámica que te mantendrá en vilo hasta el último momento. Basada en elementos de ciencia real, la historia te transportará a mundos exóticos y peligrosos, donde el destino de Teom y la galaxia misma penden de un hilo.

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Bazán, Stefanía Andrea

Legado estelar : buscando la sangre azul / Stefanía Andrea Bazán. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2023.

178 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-477-8

1. Narrativa. 2. Novelas. 3. Novelas de Ciencia Ficción. I. Título.

CDD A863

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2023. Bazán, Stefanía Andrea

© 2023. Tinta Libre Ediciones

Legado estelar

Buscando la sangre azul

1

NOCHE FRÍA

Capítulo 1

Noche fría

—En la mira del enemigo. Se acercan dos proyectiles a las siete —informó la interfaz de la nave espacial que conducía el príncipe Teom.

—Deflectores al máximo. Activa el sistema de campo gravitatorio para repeler los proyectiles. Informarle a Aaron.

Segundos más tarde se sintió la fuerza del impacto.

—¡Estoy en llamas, necesito asistencia! ¡Los cazas me dieron! — se escuchó por el altavoz.

—¡Maldita sea, Aaron! No activaste tus deflectores. Eyéctate, usaré el rayo tractor —dijo el príncipe a su amigo mientras se disponía a rescatarlo.

—Alerta roja —se escuchó decir en ese momento al asistente virtual—, una nueva amenaza se acerca, un misil a las seis.

—Bloqueo activado.

Teom se dispuso a observar la posición de los cazas enemigos en el visor de la nave.

—¡Maldición, no tengo ángulo de tiro! ¿Qué me aconsejas, Berks? —le consultó al holograma.

—Puedes realizar una maniobra omega para colocarte en posición de ataque.

—Entendido —exclamó el joven, mientras se disponía a realizar con su nave un giro de 360 grados y subir verticalmente para luego hacer una vuelta para nivelar.

—Máxima potencia al cañón de plasma. Esos malditos sabrán a quién se enfrentan.

Segundos más tarde, unas bolas de fuego generadas por gas ionizado hicieron volar por los aires a los cazas enemigos.

—¡Howww, así se hace, amigo! ¡Tomen malditos! —exclamó Aaron, quien ya se encontraba en la nave gracias al rayo tractor.

—¡Ese tal Dixon aprenderá a no molestar más! —Teom se recostó en su asiento, levantó sus brazos para apoyar allí su cabeza. En ese instante, el asistente virtual volvió a aparecer:

— Nivel de hidrógeno bajo. Recomiendo descender al planeta independiente Yjum para recargar.

—¡Maldición! —refunfuño el príncipe, y se dispuso a colocar las nuevas coordenadas.

Una moderna ciudad los sorprendió con su arquitectura luminosa y extravagante. Desde el aire se veía una suerte de panales de abeja donde cientos de cápsulas transparentes se conectaban, modificando su color a medida que se recargaban de energía. Cada celda era una vivienda compacta, con un patio central para la cápsula móvil.

Los grandes movimientos sísmicos del lugar obligaron a los habitantes a construir sus edificaciones con poca altura, ingeniándoselas para ganar espacio, debido al exceso de población.

—Qué interesante la forma de construir —dijo Aaron, luego de aterrizar en una pista pública con surtidores de hidrógeno líquido.

—Sí… y esas cápsulas parecen tener toda la tecnología —exclamó Teom, observando como transitaban a altas velocidades por las autopistas aéreas.

En ese instante, mientras el joven se disponía a recargar combustible, un ícono de llamada apareció nuevamente en su visión.

—¿Dónde estás, muchacho? ¡Hace rato intento comunicarme contigo y no contestas! —se escuchó por el altavoz, una vez que el joven aceptó la llamada.

—Relájate un poco, Maxwell, la vejez te está haciendo mal —respondió el príncipe entre risas—. Solo fuimos por un poco de diversión al planeta Kjumo y de regreso nos atacaron unos cazas del Imperio de los Siete Reinos. Creo que los envió Dixon, el hijo de Shive.

—¡No puede ser, Teom! Tu padre está grave y tú, como único sucesor al trono, deberías comenzar a actuar como un hombre y dejar de arriesgar tu vida. ¡Con veintitrés años es hora de que madures! ¡Regresa ya mismo al palacio!

—¡Ok Maxwell, tranquilo! En breve andaremos por allá.

El joven príncipe dio por terminada la llamada y continuó con lo que estaba haciendo.

—¿Por qué le permites a ese viejo tratarte así? Tú eres su jefe —le preguntó Aaron.

—Tienes razón, pero por ser el máximo asistente de mi padre, lo ayudó a criarme. Quizás por ello haya asumido ese nivel de confianza. Seguramente el trato cambie cuando acceda al trono.

—¿Estás preparado para la asunción? ¿Cómo te ves con eso?

—Todavía no me veo… —dijo Teom entre risas—. Es una gran responsabilidad…

—La verdad que sí, amigo… pero no tienes otra opción.

Teom suspiró y pensó que ojalá su padre fuera eterno.

—Quédate aquí… iré por algo para comer…

—Ok… Ten cuidado…

El joven soldado dejó a su amigo y se dispuso a caminar por la extraña ciudad. Mientras transitaba, observaba una población principalmente robótica. No había comercios ni ningún puesto de comidas, solo diferentes pasarelas de un material extraño, parecido al grafeno, que diferenciaban el tránsito peatonal del vehicular público.

Luego de varios minutos, decidió volver con Teom.

—Amigo, estuve investigando y en este planeta no existen los alimentos. En general son todos robots y los pocos humanos que hay han reemplazado sus órganos por sistemas artificiales, por lo que no necesitan alimentarse.

—Bueno, regresemos a casa, mi padre necesita hablar conmigo urgente, vaya a saber qué tiene por decirme.

En ese instante, ascendieron a la nave y el príncipe dio la orden al sistema para regresar al Imperio Azul.

—Prepárense para el salto a la velocidad de la luz —exclamó el asistente virtual del vehículo.

Minutos más tarde, la moderna nave K150, de estructura de carbono y cerramientos de aerogel, experimentó un salto, con el fin de trasladarse a la otra punta de la galaxia.

—Entrando en la atmósfera —exclamó el holograma a las pocas horas, mientras arribaban a la base militar de Chkrus, ciudad capital del Imperio Azul.

En ese momento, un grupo de soldados de uniforme azul y negro se acercó para ayudar a los muchachos.

—¿Se encuentra bien, joven príncipe? ¿Qué le sucedió a su nave? —consultó preocupado el teniente general del ejército al observar varios daños en el vehículo espacial.

—Nada importante, teniente; nos enfrentamos a dos cazas del Imperio de los Siete Reinos y los pudimos vencer, solo perdimos la otra nave del soldado Aaron —explicó el joven con sus cabellos azules alborotados al estilo punk, mientras se despojaba de su traje espacial y sus dispositivos de seguridad y los arrojaba al suelo.

—¿Cómo que perdieron la otra nave? —exclamó furioso Maxwell, mientras ingresaba al andén—. ¡Retírense todos ahora!

En ese instante, los soldados que se encontraban allí se dispusieron a dejar lo que estaban haciendo y salieron afuera.

—¿Tienes idea, muchacho, de las pérdidas económicas que implican tus salidas? Tu padre estará furioso.

—Muy bien, Maxwell, te voy a pedir que dejes de desautorizarme frente a los soldados, te reitero que en breve seré el emperador. —Teom se dispuso a salir mientras Maxwell lo seguía.

—Si quieres que te traten como un hombre, pues comienza a actuar como tal, muchacho. ¡Debes ir a ver a tu padre urgente!

—A eso voy —gritó el joven príncipe, mientras se alejaba caminando para acceder a las pasarelas de vidrio, que sobrevolaban el manto de nieve para dar acceso al muelle.

Estoy en camino.

Le comunicó a su padre a través de su kbook, un dispositivo de interfaz, el cual conectado a su corteza cerebral era capaz de mostrar un holograma frente a sus ojos para tener información estratégica tanto para el combate como para la navegación. Este aparecía y desaparecía a voluntad, según lo necesitase.

Muy bien, muchacho. Te espero.

Apareció luego en su visión.

A lo lejos, tras un lago de aguas heladas y con unas altas montañas nevadas de fondo se visualizaba el gran palacio de estilo gótico, con sus pináculos y arbotantes cubiertos de hielo. Los detalles cromados del traje azul del joven y los dispositivos electrónicos que llevaba puestos generaban un juego de destellos de luz en las aguas del lago.

—¿Desea que lo traslade al palacio, señor príncipe? —consultó el robot biomecánico encargado de conducir la nave acuática imperial.

—Sí, por favor.

Enseguida el vehículo comenzó a desplazase por las frías aguas que rodeaban la gran construcción. Cientos de drones sobrevolaban la zona, monitoreando todo e informando al servidor de la guardia del palacio.

—Bienvenido, príncipe, su padre lo aguarda en su habitación —exclamó el droide encargado de la recepción en la residencia imperial. El joven asintió con la cabeza y se dispuso a atravesar el gran salón de acceso y los oscuros pasillos de piedra que conducían a la habitación del emperador Trinos.

—Al fin estás aquí, muchacho —se escuchó decir a un anciano con voz entrecortada, apenas Teom puso un pie en la imponente habitación de estilo gótico.

—¿Cómo estás, padre? —El joven se sentó a su lado en la cama de hierro—. Me dijeron que tu cuadro se complicó.

—No creo que me quede mucho de vida. Debes prepararte para lo que viene, asumir más responsabilidades y seguir los consejos de Maxwell.

—Entiendo, padre. Quédate tranquilo que seré un buen emperador.

—Lo sé, muchacho… —exclamó el hombre mientras tosía—. Pero también sé de la guerra que están tramando desde el Imperio de los Siete Reinos. Se vienen tiempos difíciles… debes estar preparado…

—En eso estoy, padre. Sigo con mis prácticas de combate y aviación. Por otro lado, no dejo de capacitarme en ciencias. Dicen que ahora, en el 2750, lanzarán sofisticadas naves de combate con teletransportación. Deberíamos adquirirlas…

—Ya se verá… cof… cof… —interrumpió el anciano tosiendo—. No contamos con los recursos de los otros dos imperios de la galaxia. Debes saber que para subsistir como emperador, tienes que ser astuto en armar correctas alianzas y respetar la palabra.

—Lo sé, padre… ya me lo has dicho un centenar de veces…

—Por otro lado, tienes que saber que… —dijo Trinos, ahogándose— existe la posibilidad de que...

—¡Padre! ¡Padre! —gritó el príncipe al ver que su padre no podía respirar—. ¡Ayuda, por favor!

En ese instante los guardias imperiales y los enfermeros del anciano intentaron salvarle la vida, pero ya era tarde. A sus sesenta y ocho años de edad fallecía uno de los líderes más poderosos de la galaxia Krimsak, quien supo forjar su imperio uniendo reinos y planetas gracias a su inteligencia y tenacidad.

El Imperio Azul, conocido por sus bajas temperaturas y habitantes de tez blanca y cabello azul, los zariks, se componía de un enorme planeta, donde funcionaba la cuidad capital, y tres planetas más pequeños, liderados por reyes que respondían al emperador Trinos. Luego de su muerte, se abriría paso una nueva era, una larga noche fría, en la que los tres imperios de la galaxia se enfrentarían buscando supremacía.

2

LA NUEVA ERA

Capítulo 2

La nueva era

Pequeños destellos de sol iluminaban los pináculos y arbotantes de un palacio congelado. Mientras un manto blanco impoluto cubría las aldeas de domos, una imponente construcción gótica yacía en silencio, despidiendo los restos de su emperador.

—Estamos aquí para despedir a nuestro querido emperador Trinos, líder máximo del Imperio Azul. Que los dioses lo acompañen y lo mantengan en su gloria por la eternidad —exclamó el supremo monje, tras el altar de la gran sala imperial.

En ese instante, bajo la majestuosa bóveda de crucería del lugar, los presentes se pusieron de rodillas y alzaron sus manos, para despedir al importante líder.

Minutos más tarde, la sala comenzó a vaciarse, lo que dio por culminada la ceremonia.

—Tendríamos que apurar el acto de asunción al trono —le susurró Maxwell a Teom, mientras se disponían a abandonar el gran recinto.

—¿Pero por qué tanto apuro si soy el único heredero por ley?

—Tendríamos que hablarlo en privado, pero en verdad es importante apurar las cosas —insistió preocupado Maxwell, caminando por los pasillos del palacio.

—Ok. Vayamos a tu despacho.

Ambos giraron por el pasillo de piedra e ingresaron por la primera puerta.

—Muy bien, muchacho, tendríamos que hacer mañana mismo el acto de asunción —dijo Maxwell, mientras se sentaban en los sillones de su oficina.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué ese apuro? ¿Tiene algo que ver con lo que tenía que decirme mi padre?

—Sí, Teom. Tienes que saber que tú no llevas la sangre azul de tu dinastía, por lo que si eso se llega a saber, no podrías heredar el trono y, mucho peor, te condenarían a muerte por considerarte un impostor.

El príncipe abrió grande sus ojos sin poder creer lo que escuchaba.

—Pero hay algo más… no eres el único heredero. —Maxwell hizo una pausa y suspiró—: Tu hermana menor no nació muerta, como te hicieron creer, la tuvieron que entregar en adopción a una pareja de campesinos de un lejano planeta.

—¿Pero cómo que no soy hijo de mi padre? ¿Quiénes son mis padres, entonces? ¿Por qué dieron a mi hermana en adopción? —Teom agarró su cabeza con las manos y se dispuso a caminar en círculos por la habitación.