Lepanto. El libro que escribí para Milosz - Carlos Augusto Alfonso - E-Book

Lepanto. El libro que escribí para Milosz E-Book

Carlos Augusto Alfonso

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Contra la norma, exhausta, de lo literario genérico —es decir, de la literatura como género de sí misma, Carlos Augusto Alfonso, en Lepanto, vuelve a restablecer el vínculo del género con la familia olvidada —es decir, la historia como salón de espejos cuya luna se quiebra cada vez que el poeta se sienta a registrar el recuerdo de lo que entrevió, devolviéndonos su penúltima imagen, y no como mausoleo administrado por los usureros de lo mismo— y la especie: él mismo, en su escritura sin malla de protección, como el otro que nos habita informe, salvo cuando se repara, como nos dice, en aquel "malentendido hecho persona" "que sin saberlo transformó [nuestra] vida". Lo cual no puede sino querer decir que nos rescató del olvido de sí, de la confusión entre existencia y sentido, confesión tumultuosa y poesía como taladro, ruido que dura poco hacia una luz inmortal para quien venga después, del otro lado del hueco que abrimos para no ahogarnos. Volvamos, entonces, con Carlos Augusto Alfonso, a entrar en el salón de espejos donde único podremos entrever lo que fuimos que dejamos de ser. Para volver a serlo. O, mejor, para terminar de serlo. Sin extenuarlo. En la poesía.

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Table of Contents
Lepanto
Cuántica
Jack
En su bosque encantadode la Ninfa del Bosque
Katorga
Mariano
Lenin, yaciente opera circos del milenio sin sol
Hospital Tiziano
Desaparecida
El Malentendido
ajuste de cuenta
Vedanta 19
Gálata
II
III
IV
Confesión de cargos
Grau-Ortega, yo, mi circunstancia y un dispensador
Biondi
Esquisto
Yo quise hacer mi pacto de El Pedrero
La Perla
II
Piensa bien distinto un ilusionista
La Perla sin corona
Aquí tarde o temprano, quieras o no, todo se nos sale de control
Se acostumbra en el esquinero a dar el extra
Justicia por su mano balde de promesas
Altamira latente es alta mira siempre
No es Bertolt ni a un centavo
Anomalía congénita del coro
Hotlichili
Por qué buscar eternidad si no la hay
Tensión dinámica
El hueso hijo del hueso duro
Salvaba de La Tierra a un corredor de fongo
Cuévano Diocesano
Lo que me levantó en hombros del no ido
La oruga suertuda que hace mi trabajo
piratas somalíes piratas cohen
Deep blue
Malvendido

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Título

Lepanto

El libro que escribí para Milosz

Carlos Augusto Alfonso

© Carlos Augusto Alfonso, 2023

© Sobre la presente edición:

Editorial Letras Cubanas, 2023

ISBN: 9789591026200

Tomado del libro impreso en 2021 - Edición y corrección: Leandro Pérez Camargo / Dirección artística y diseño de cubierta: Suney Noriega Ruiz / Imagen de cubierta: Antropometría, de Yves Klein / Emplane: Yuliett Marín Vidian

E-Book -Edición-corrección, diagramación pdf interactivo y conversión a ePub y Mobi: Yuliett Marín Vidian / Diseño interior: Javier Toledo Prendes

Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas

Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.

La Habana, Cuba.

E-mail: [email protected]

www.letrascubanas.cult.cu

Carlos Augusto Alfonso. Sus trabajos aparecen en diferentes publicaciones cubanas y extranjeras. Es co-compilador de la antología de jóvenes poetas Retrato de Grupo (Letras Cubanas, 1989). Ha publicado los poemarios: El Segundo Aire (Premio “David”, 1986), Población Flotante (Letras Cubanas, 1994), La Oración de Letrán (Letras Cubanas, 1996), Fast Delivery (Premio “Abril”, 1996), El Ladrón de Licario (Premio “Dador”, 1997), Cabeza Abajo (Premio “Julián del Casal” y “Premio de la Crítica”, 1997), Cerval (Premio Internacional de Poesía “Raúl Hernández Novás”, 2001 y “Premio de la Crítica”, 2004), El Rey Sastre (Letras Cubanas, 2010), Protestante (antología, Unión, 2014) y Todas las guerras (Editorial Casa Vacía, Estados Unidos, 2018).

Contra la norma, exhausta, de lo literario genérico —es decir, de la literatura como género de sí misma, Carlos Augusto Alfonso, en Lepanto, vuelve a restablecer el vínculo del género con la familia olvidada —es decir, la historia como salón de espejos cuya luna se quiebra cada vez que el poeta se sienta a registrar el recuerdo de lo que entrevió, devolviéndonos su penúltima imagen, y no como mausoleo administrado por los usureros de lo mismo— y la especie: él mismo, en su escritura sin malla de protección, como el otro que nos habita informe, salvo cuando se repara, como nos dice, en aquel “malentendido hecho persona” “que sin saberlo transformó [nuestra] vida”. Lo cual no puede sino querer decir que nos rescató del olvido de sí, de la confusión entre existencia y sentido, confesión tumultuosa y poesía como taladro, ruido que dura poco hacia una luz inmortal para quien venga después, del otro lado del hueco que abrimos para no ahogarnos. Volvamos, entonces, con Carlos Augusto Alfonso, a entrar en el salón de espejos donde único podremos entrever lo que fuimos que dejamos de ser. Para volver a serlo. O, mejor, para terminar de serlo. Sin extenuarlo. En la poesía.

Lepanto

Luego de la parálisis de mano,

demoro en aprender a escribir,

con la derecha, es complicado.

No es “que se supone”: Paso de mí.

Ex libris encabalgo expedición al dado.

Participo a bastardo Juan de Austria de lo que ve mi ojo,

como punto ciego castrense incondicional.

A vuestra majestad os digo: La flota enemiga fue avisada.

Creo dije “Avistada” no “Avisada”

porque se resintió en mi perlesía,

me di a conocer carente de unamuno,

la mano de arrojar el guante a la cara.

Infante en Lepanto en medio de un consejo de guerra

a determinar cómo no actuaría la armada combinada,

sabiendo cómo actúa la flota sin virarse,

en una metedura, absurda, de sus trajes.

Iba decidido al no confiar en carenas,

sentirme con derecho a decir“la mar,

agente cobrador del cobrador mayor”.

Estamos en Lepanto en medio de un consejo de algo.

Hay en su calabozo un malentendido hecho persona

que dijo haber vivido lo que no vivió. Mentiroso de

feria ganguea excomulgado, paloma que hace clavo.

Si le permito que se muestre, nuevo rey de la guerra

tenga la certeza en la certeza del córtenme la mano,

que al anteponer astil de oro la vida ya ni es el dogal.

Cuántica

Quién eres muéstrate dual naturaleza pero sal de mí.

Sedúceme con los altibajos de tus carrozas de fuego

dejillos en mis lenguas de cuarks encauza horizonte,

árabe gollería acimut en observatorio de desinterés.

Delinea siquiera su variable de aunar en lado macro,

la Constante de Planck, su liso corazón electro débil,

el cero periférico de cero cantidades de movimiento,

E igual a h; por lo que estables vacilarán ingrávidos,

en acciones que enuncian cobro a destajo, nulidades,

holocausto caníbal, santo remedio, toro del Bitcoin,

sus ajuares, su naturaleza omerta, sectaria vengativa.

Decantas monopolio y costeas mis datos en La Nube.

Códice del minero ancestral escamotea piedras Delta.

Usan microscopio de barrido, criptomoneda, cuerno.

Fractura el acantilado de Bandiagara, amo Discovery.

Convence al puto amo de vivir Mitologías Olvidadas.

Dice retardado: Haces mi concesión indeterminable.

Cuando aprietas tus dientes por el dolor,

ya en Vancouver de noche, y enBurkina,

regulación de mis dogones de Alto Volta,

hechiza F-15, acto seguido: Mitocondria,

lo eyectó del Soho al acantilado pendular,

separa el linaje -de facto- del prohombre.

Basado en mal manejo de la superchería

de su cartel del rayo gálico hasta el cuello

se me pone a prueba acimut en el enlace.

De amnésicos factótum me han rodeado.

Jack

Hola Jack, soy Jack

tu némesis actuante,

casi el de tus frijoles.

Jack, destripa cielos

compré en el mercado de la intercepción Cuarto Camino

un puño de frijoles “caritas”, negros, colorados y blancos

con la intención indecorosa de alimentar parte de la saga.

¿No me vas a atender? Hay entes envainados y sin vaina,

comprando en mercados en intercepción de dos caminos