Ley de la selva - Lara Ríos - E-Book

Ley de la selva E-Book

Lara Ríos

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Beschreibung

Los problemas casi diarios que se dan en Costa Rica y el mundo entero sobre el bullying o acoso, que sucede en niños y adultos, motivó la escritura de Lara Ríos. En este libro encontramos cinco historias sobre el acoso, en sus diferentes dimensiones, en las que se trata de dar mensajes positivos –solidarios–, no de dar moralejas ni regaños; por el contrario, se abre un espacio que incita al lector al cuestionamiento, al análisis sobre situaciones de riesgo o maltrato. Con un lenguaje, claro y sencillo, los relatos, cortos y entretenidos, con un fino humor, permiten la reflexión sobre temas de actualidad: matonismo, presión de grupo, maltrato y discriminación, entre otros.

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Cubierta

Inicio

Lara Ríos

Ley de la selva

IlustróCasa Garabato

Dedicatoria

A los niños tristes les mando

un arcoíris de esperanza.

La ardilla Susi

Las ardillas son coquetas, nerviosas y divertidas. Corren como locas de un árbol al otro y cuando encuentran algo que les gusta, se ponen felices y no paran de comer.

Susi tenía muy buen gusto y siempre encontraba frutas deliciosas y nueces sabrosísimas.

Pero sus amigas se dieron cuenta y resolvieron, que a cuenta de qué, iba a regalarse Susi con los mejores bocados y ellas no. Así es que un día le dijeron:

—Susi, si querés seguir jugando con nosotras y seguir siendo nuestra amiga, tenés que regalarnos la mitad de las frutas y las nueces que comés y repartirlas entre tus amigas.

—Pero ¿por qué? –preguntó la ardilla frunciendo la boca en señal de disgusto.

—Porque entre todo el grupo de amigas lo hemos acordado. Vos siempre nos hacés la boca agua con lo que comés, pues sos una gran suertera y encontrás los mejores frutos.

—Yo con mucho gusto les regalo algunas de las ricas almendras que me estoy comiendo. Las acabo de bajar del árbol y están fresquitas.

—¡La mitad de ellas o no hay juego! –le dijo Julieta parando su cola–. Sino tenés que jugar con los monos locos, con las aburridas iguanas que solo saben asolearse o con las tranquilas mariposas, pero menos con nosotras. Vamos amigas –siguió la mandona de Julieta que siempre había manejado el grupo de ardillas–. Vamos a jugar escondido sin Susi, hasta que resuelva darnos la mitad de su tesoro.

Y se fueron brincando dejándola sola.

Las mariposas volaron sobre su cabeza, pero enseguida se fueron a buscar las flores. La iguana solo quería asolearse y los monos jugaban entre ellos y no les interesaba Susi para nada.