Life long learning - Inés María Muñoz Galiano - E-Book

Life long learning E-Book

Inés María Muñoz Galiano

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Beschreibung

Este libro pretende delimitar la conceptualización de la Educación Permanente a partir de sus principios y fundamentos, así como de los desafíos a que se enfrenta. El punto de partida es tomar conciencia de que un contexto en constante cambio requiere de la formación y educación de la persona, como ser individual y como ser social, lo cual demanda una educación a lo largo de toda la vida. En este sentido, se invita a evitar el reduccionismo de asociar la Educación Permanente a una etapa de la vida, a un colectivo o a un fin, para apostar por reconocer la educación como una necesidad y un derecho que contribuye a la construcción de la persona durante toda su vida e independientemente de su contexto, valorando su historia, la expresividad y la participación libre. La obra puede inspirar el trabajo de los profesionales de la educación a desarrollar la educación permanente como un proceso humanista, dirigido a conseguir un desarrollo personal, social y profesional en el transcurso de la vida de todas las personas, con el fin de mejorar su calidad de vida y la de la colectividad.

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Colección Horizontes - Universidad

Título: Life long learning. Los retos de la Educación Permanente

Primera edición: febrero de 2024

© Inés María Muñoz Galiano

© De esta edición: Ediciones OCTAEDRO, S.L. C/ Bailén, 5 – 08010 Barcelona Tel.: 93 246 40 [email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN (papel): 978-84-10054-00-4

ISBN (epub): 978-84-10054-02-8

Diseño y producción: Octaedro Editorial

A Inés y Elisa, por una vida llena de ilusión y retos.

Sumario

Prólogo

JESÚS GARCÍA MÍNGUEZ

1. Educación Permanente: educación a lo largo de la vida

2. Identidad de la Educación Permanente en el contexto de la Educación Social

3. La educación expresiva como fundamento de la Educación Permanente

4. Fundamentos de la necesidad y el derecho a la educación permanente desde la perspectiva internacional y nacional

5. De la alfabetización a la Educación de personas adultas

6. La Educación con personas mayores en el contexto de la Educación Permanente

Referencias bibliográficas

Prólogo

JESÚS GARCÍA MÍNGUEZ

Desde hace tiempo se viene hablando de la educación permanente (EP); a Herbart, Dewey, Freire, la Comisión Europea, la Unesco, entre otros, se les deben distintas representaciones de la EP. En estos autores y organizaciones abundan alusiones a unos modelos de educación que se sitúan más allá de lo regulado formalmente, tal como la educación de adultos, educación recurrente, educación ocupacional, educación continua...

Entre los diferentes enfoques siempre se hizo notar como referente la EP. Una simple afirmación que rinde justicia al interés y preocupación por aquel proceso que se extiende como manto protector a lo largo de toda la vida. La educación sin límites de dad, tanto desde el punto de vista de las intenciones como de las formas, trae a la mente la idea de que el ser humano se está construyendo desde que nace hasta que muere como un edificio siempre en obras. Con una expresión inglesa, de uso corriente entre los pedagogos, life long learning, se ha querido reflejar con precisión el poder y debilidad del ser humano en un proceso que nunca acaba. Bendita o maldita contradicción humana en apreciación de la filosofía.

Nadie pone en duda que la escuela, el instituto o la universidad representan la magna empresa de la educación de la ciudadanía en el marco de la institucionalidad, pero el arrojo de esta tarea inca sus raíces en el inicio de la historia del individuo. Dicho de otra manera, la educación en términos reales se engancha a la vida y, en tanto en cuanto haya vida, habrá educación. De ahí que la biología, la filosofía o la epigenética se sumen con determinación al esclarecimiento de esta empresa. Para el hombre, como para todo ser vivo, el aprendizaje opera a través de los estímulos externos de los que se interesa la pedagogía, sin duda, consciente de que se materializa gracias a las funciones fisiológicas, cerebrales y/o ambientales. Todo un trabajo de acción y reacción naturalizados.

Antes de configurar la EP, es preciso insistir en que la epopeya educativa se halla inscrita en la naturaleza humana. Desde el momento en que el ser humano sale a la luz, ya está aprendiendo la denominación de objetos, adaptándose a desconocidas situaciones, asimilando sorpresas, entrenándose en la comunicación. El discurrir biológico del ser racional y, en general, de los seres vivos es tanto un alegato por la vida como una batalla por controlar el medio; más aún, por hacerse dueño del «yo y sus circunstancias». Todo ser viviente pelea por descubrir qué fuerzas se esconden tras la naturaleza en el orden morfológico, nutricional, sexual, reproductivo, social, etc. No es otra cosa que dar sentido a un viaje cuyo destino será encauzado por una experiencia fundamentada en el conocimiento y al aprendizaje. Tres argumentos tomados de las ciencias alientan la espontaneidad del discurrir mental.

Naturalmente, en un primer momento, el fenómeno biológico resulta ser el aprendizaje. Cuando el racional cobra conciencia del mundo que representan el saber en su pequeña cabeza, comienza a tomar forma el gusto por la exploración y la proyección. Siendo capaz de saldar la deuda con la naturaleza, asumiendo la simbología de Antígona y Creonte, el humano sale en defensa de la ley y el cumplimiento del orden natural relativo a la asunción de conocimientos.

Asimismo, en segundo lugar, los filósofos existencialistas con acierto han identificado al hombre como proyecto de vida, un andante condenado a un viaje en el que siempre encontrará sorpresas inesperadas. En el diseño de este proyecto se descubrirá lo que somos y lo que podemos decidir; por activa o por pasiva existe la posibilidad de ser víctimas de nuestras circunstancias o emplearlas para lograr una nueva criatura. Al hombre se le ofrece un destino marcado por un código signado tanto por el premio como por el castigo, pero siempre en el campo, nunca en el banquillo.

Entre las funciones del hombre destaca, en tercer lugar, la necesidad de su contacto con el entorno. Un estudio más que interesante y apropiado sobre la interacción con el medio viene de la mano de la epigenética. La epigenética da fe de la capacidad del entorno para modificar las funciones de los genes; ha llegado a descubrir que la herencia no está determinada como se creía hasta ahora, ya que existen cambios en el comportamiento de la genética, efecto de factores externos como la alimentación, el ejercicio físico, los fármacos, el medio ambiente, las relaciones sociales. La influencia del mundo exterior sobre la herencia genética impacta en una doble dirección: la supresión de unos valores o la activación de otros. Es sorprendente que sin un patrón prefijado de comportamiento la epigenética haya demostrado que las alteraciones provocadas por la acción del medio están siendo beneficiadas por aprendizajes al punto de moldear el fenotipo humano.

Naturalmente nadie puede entender la educación sin adentrarse en la intrahistoria que discurre en el trayecto del nacimiento a la muerte; a medir los aprendizajes se empeñan los esfuerzos de la biología, la filosofía y la epigenética. Y la conclusión evidente de las ciencias es que la tarea educativa toma forma de acompañamiento del hombre durante toda su vida, sea con protocolos formales sea con registros informales.

Al carro educativo no formal se sube el testimonio de una educación a lo largo de la vida, en reconocida expresión life long learning. En cualquier caso, no es más que la coronación de aquel imperativo educativo que, como necesidad, viene acompañando al hombre como un lazarillo. No más dilatación, toca aterrizar: sobre este recorrido vital toma asiento la EP con la misión de transitar la vida cotidiana, los contextos, el trabajo, las situaciones complejas o los eventos exitosos.

El modelo de una educación invasiva, permítase la expresión, es capitalizado por la EP; no esconde sus pretensiones de convertir a las personas en agentes activos de otras fuentes de conocimientos. Como un trazado con metas a superar constantemente, lo prioritario es seguir aprendiendo, adaptándose a situaciones imprevistas, asimilar las contrariedades y problemáticas, proveer a las carencias de la persona, tomar conciencia del propio aprendizaje. Una praxis enrocada con el sino del ser humano.

Por lo demás, viniendo a lo que nos ocupa, en el destino existencial del aprendizaje encontramos el hilo conductor que ilustra la publicación Life long learning. Los retos de la Educación Permanente, de Inés M. Muñoz Galiano, profesora e investigadora de la Universidad de Jaén. En el marco de los estudios pedagógicos, la presente publicación se debe a partes iguales a la teoría y a la didáctica. La claridad, la lógica, le mención al debate internacional, como ocurre en toda edición que se atribuya una tipificación, son atributos propios. La radiografía de una concepción, fundamentación, extensión y funciones conforman su esqueleto. Diríase que el enfoque no rinde culto a la novedad en cuanto tal, sino que encadena una serie de capítulos en eslabón con la educación a lo largo de la vida que venimos sustentando. No parte de cero, sino que asume el equipamiento de una mochila con experiencias promovidas por la ley de aprendizaje al servicio a la vida. En este marco, como hija de su tiempo, la profesora Inés M. Muñoz presenta una edición en cuya columna vertebral anidan las ideas educativas que debe conocer cualquier profesional comprometido con el trabajo educativo.

En opinión de la autora, la EP se aplica a la ampliación-prolongación de los espacios formativos en las personas; no hay un desfase entre las primeras etapas de la educación biológica, filosófica y epigenética y el ajuste educativo a los estratos ocupados por las personas maduras. La dialéctica entre lo social y lo personal focalizado en la expresividad de los individuos (capítulo 3), la problemática del entorno (capítulo 2), la atención educativa a los mayores (capítulo 6), conforman el armazón del concepto de educación permanente. Desde los inicios de la publicación, la pauta está marcada por un contexto de cambio en el que se concibe una educación centrada en el desarrollo integral de la persona en cuanto ser individual y social (capítulo 1).

En este planteamiento, la diana no se pone en el remedio a las carencias cuanto en la valoración de los haberes de los individuos y el reconocimiento de las disposiciones del entorno. Para el lector, dos palabras podrían resumir la intencionalidad de la autora: autoconciencia y proyección. Como señala la autora, la consideración de la conciencia en doble perspectiva individual y social es apuntalada como referente al hablar de las prioridades educativas: reconocer y reivindicar el derecho a la educación es un factor decisivo de igualdad, lo que representa un importante escenario de implicaciones políticas y pedagógicas. Frente a la tentación positivista de ser arrastrada por el desarrollismo y la productividad, la autora fundamenta su EP en un proyecto de necesidad y derecho avalado por la historia y organismos internacionales según el capítulo cuarto.

Como proyección a futuro, con particular hincapié en los sectores poblacionales de los adultos y los mayores, el programa subraya la búsqueda de una especial concientización socioeducativa (capítulos 5 y 6), hacia un proceso de «autonomía e integración» amparado en la normativa (capítulo 4). La mirada del texto presente discurre tras el hombre expectante a la zaga de la educación expresiva como instrumento mediador de la metacognición.

Cierto que la distribución y formalización de la estructura del libro en capítulos, títulos, subtítulos con la correspondiente numeración refleja un planteamiento clásico, pero el mensaje esconde definitivamente un singular alcance de la EP, el debate hombre-sociedad, persona-comunidad, recapitulación de una educación motriz que discurre en un continuum ininterrumpido.

Life long learning. Los retos de la Educación Permanente es un espejo en el que los lectores pueden encontrar tres vectores: el perfil del educador de adultos mayores, el descubrimiento de las expectativas de un profesional de la educación captadas por la experiencia de la autora y el solaz con las posibilidades de la educación a lo largo de la vida. Al final, como visión global, queda el reconocimiento de dos importantes aportes: uno, el esfuerzo por conectar la EP con la educación a lo largo de la vida y, dos, la pertinencia de aparecer en el momento de la modernidad líquida (Bauman, 2003), tan compleja como revolucionada. Un propósito acorde con las necesidades de los tiempos.

1

Educación Permanente: educación a lo largo de la vida

1.1. Introducción

El objetivo de este capítulo es ofrecer el marco conceptual de la Educación Permanente (EP). En el término educación permanente confluyen los conceptos de educación y permanente, así como el carácter de estos. Aspectos que no han merecido unanimidad a lo largo del tiempo, lo cual provoca la necesidad de aclarar y comprender el punto de partida.

En este sentido, cabe delimitar el término en relación con otros afines, conocer sus orígenes, las corrientes filosóficas, educativas y políticas que lo utilizan o que lo configuran, a fin de identificarlo conceptualmente y determinar los propósitos y principios en los que se basa.

La educación permanente tiene sentido en el punto donde confluyen la educación centrada en el desarrollo integral de la persona, como ser individual y social, y el carácter permanente de este al ser esta un proyecto inacabado en continua construcción. De acuerdo con este concepto de persona, se identifica y reconoce la educación como proceso que se produce a lo largo de toda vida.

1.2. Aproximación conceptual: precisiones terminológicas

Aproximarse a la naturaleza y estructura de la EP requiere describir el proceso recorrido hasta el presente, haciendo referencia a los términos que se han ido utilizando durante su evolución y configuración. De hecho, existen algunas expresiones semánticas cercanas a la EP que pueden dar lugar a confusión y que precisan ser aclaradas: educación de adultos, educación recurrente, educación continua, aprendizaje permanente, educación a lo largo de la vida, formación a lo largo de la vida, etc.

En primer lugar, es necesario delimitar el término educación. Para clarificarlo, conviene aclarar la diferencia entre instrucción, formación, educación, aprendizaje y enseñanza (figura 1).

Figura 1. Relación entre instrucción, formación, educación, enseñanza y aprendizaje

Existe una diferencia clara entre instrucción, formación y educación, a pesar de que todos ellos conllevan un proceso de enseñanza-­aprendizaje (Esteve, 2010). La educación se entiende como un proceso permanente con dos componentes: personal y social, que implica la participación activa, adaptado a las características concretas del contexto y el individuo, cuya finalidad es su integración en la sociedad y su desarrollo integral. La educación va más allá de la instrucción y la formación, y se centra en el desarrollo integral de la persona.

A pesar de la diferencia entre los términos, el carácter y relevancia de cada uno de ellos, asociados de modo indistinto a la educación, han ido variando en función del momento histórico (Sáez y Esteban, 2015).

En segundo lugar, el adjetivo permanente es definido por la Real Academia Española: «sin limitación de tiempo». De hecho, su análisis etimológico indica que el término proviene del latín per ‘a través de’ y manere, que significa ‘permanecer’, ‘perdurar’. El adjetivo le concede a la educación un carácter continuo a lo largo de la vida, una dedicación coextensiva al proyecto del mismo hombre por la condición de este como ser educable a lo largo de toda su vida. Del carácter permanente inacabado del ser humano se deriva una educación también inacabada, proceso continuo y siempre vinculado a su existencia (Beltrán, 2015; Montero, 2005; Muñoz, 2012). Pero ¿qué diferencias hay entre educación permanente, aprendizaje permanente y formación a lo largo de la vida? Como se analiza en el siguiente epígrafe, las diferencias están relacionadas con la evolución del término EP, así como con el contexto e institución que hacen referencia a él.

Dado que los esfuerzos institucionales, tanto en el ámbito europeo como en el español, se orientan en la dirección de resaltar la importancia de la persona individualmente considerada, pero en el marco de una sociedad democrática que exige compartir un marco de valores y una participación activa, se revisa el término educación permanente como principio inspirador de toda la actividad educativa, desde el nacimiento hasta la muerte, identificando el término educación a lo largo de la vida como el adecuado para expresar de modo más preciso el conjunto de todos los procesos educativos que se producen en la persona, como protagonista indiscutible, pero desde las vertientes, tanto individual como social (esta no la recoge adecuadamente el término aprendizaje), en cualquier ámbito en el que esta formación se produzca (formal, no formal o informal). Educación permanente y educación a lo largo de la vida responderían, de este modo, tanto a las necesidades de una sociedad cambiante como a las de las personas individualmente consideradas en el seno de la sociedad (Lorenzo, 2015). Así, la EP supone una educación continuada a lo largo de todo el ciclo vital, de acuerdo con las necesidades de cada etapa y edad, tomando en consideración el continuo desarrollo de habilidades, motivaciones y aspiraciones, tal como van apareciendo y con relación al entorno en que el individuo se encuentra en cada periodo de su vida (Belando-Montoro, 2017; Kaplan, 2016; Ochoa y Balderas, 2021). Concepto de EP que nos aproxima a otros que guardan dependencia con él, como son: educación recurrente, educación continua y educación a lo largo de la vida (Domínguez, 2019).

1.2.1. Educación recurrente

Como señala Bajo (2009, p. 539):

Los ideales humanistas inspiradores de la educación permanente y la educación a lo largo de la vida de la Unesco son sustituidos, en el seno de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), por la educación «recurrente».1

Su objetivo era extender la oferta de oportunidades educativas básicas a lo largo de la vida del individuo, de manera que estén disponibles cuando se necesiten. Así, el Centro de Investigación e Innovación Educativa (CIREI), perteneciente a la OCDE la define como:

[...] una amplia estrategia para la etapa siguiente a la educación obligatoria o básica; su característica esencial es la distribución de la educación a lo largo de la vida del individuo de manera recurrente, es decir, alternando con otras actividades, principalmente con el trabajo, pero también con el ocio y el retiro. (CIREI, 1977, p. 18)

Como expone Montero (2005), la razón de su origen radica en la conveniencia (casi exigencia) de proporcionar oportunidades crecientes de aprendizaje para todas las personas, posibilitando su adaptación social y laboral. Esta idea colocó en el centro del debate de la OCDE, la relación entre educación y economía en un momento de cambio e incertidumbre, impulsando una política educativa que hiciera posible tanto la alternancia entre educación/formación y trabajo como el retorno efectivo a la educación, formal o no formal, cuando se necesitara. El objetivo era proveer una fuerza laboral más productiva y eficiente, destinada a incrementar la competitividad económica y mejorar el nivel de vida de los países miembros. Ahora bien, el informe Educación recurrente: una estrategia para el aprendizaje (1977) destacó también la importancia de mejorar la calidad del ocio y la jubilación con el aprendizaje recurrente. De este modo la educación recurrente remediaría algunos de los principales fallos del sistema educativo, al tiempo que «ofrecería una alternativa educativa a gran escala, que se adecuaría a las necesidades de la sociedad del futuro» (p. 7). Una orientación que en 1989 en el informe Education and the Economy in a changin society fue criticada por reducir la educación permanente o a la largo de la vida a las cuestiones de empleabilidad, competitividad, adaptabilidad a las nuevas tecnologías y eficiencia productiva (Bajo, 2009, pp. 540-541).

Para Quintana (1984a), esta relación entre educación/formación y trabajo implicaría una modificación del ciclo vital, que pasa de ser considerado como educación-trabajo-retiro, a no establecer distinciones entre educación y trabajo, puesto que ambos van combinándose a lo largo de la vida.

Podemos entonces concebir la educación recurrente como una estrategia adecuada para poner en práctica la educación permanente, que responde a la necesidad de articular la formación y el empleo... Y entiende que la secuencia educación-trabajo-jubilación no tiene porqué ser entendida en ese orden, sino de acuerdo a las necesidades, características e intereses de cada persona. (Montero, 2005, p. 214)

Un concepto que en la actualidad, debido al problema del desempleo, va adquiriendo protagonismo. Es desde esta perspectiva donde se crean distintas alternativas para incorporar a los distintos niveles del sistema educativo en edades posteriores a las habitualmente establecidas, o se apuesta por la educación a distancia.

1.2.2. Educación continua

Según la RAE (2022), la etimología de la expresión educación continua hace referencia a «que se extiende sin interrupción y compuesta de partes unidas entre sí».

Desde esta perspectiva, como señala Serrate (2002), esta expresión destaca la continuidad del proceso educativo, lo que entronca con la EP, y asume la idea de proseguir con el proceso de enseñanza-aprendizaje iniciado en etapas anteriores. Una vez generalizada la enseñanza básica, podría equipararse a la educación de adultos, aunque no se refiere propiamente a ella.

Además, Besnard y Liétard (1979, p. 9) refieren el término for­ma­ción continua como:

[...] el conjunto de actividades educativas que, más allá de la for­ma­ción inicial, permite a cada cual mantenerse en todos los dominios al nivel de las capacidades requeridas por la vida familiar, profesional, social y cívica, y adquirir así el máximo de autonomía física, económica, social, intelectual y cultural de que es capaz.

Comprensión de la que se desprende la necesidad de destacar los procesos de libertad y desarrollo personal desde una edu­ca­ción entendida como continuo y que abarcaba todos los aspectos de la vida. Pero, en las últimas décadas, se relaciona con la adquisición de aprendizajes de perfeccionamiento y el de formación profesional continua, especialmente desde el Acuerdo Nacional para la formación continua entre gobierno, sindicatos y empresarios, en 1992. En él se expone su finalidad principal: la promoción de la cualificación dentro de la empresa. Así, desde esta perspectiva, la educación continua se asocia a la formación profesional y ocupacional por las necesidades educativas o labores (Feijó de Andrade y Patricio de Arruda, 2014; Sardinha Peixoto et al., 2013), y se relaciona con la EP como posibilidad de educación a lo largo de la vida.

1.2.3. Educación a lo largo de la vida

Educación a lo largo de la vida es el término introducido por la Unesco a través de Delors (1996). Se considera un principio organizativo de toda las formas de educación, a lo largo de toda la vida y en todos los contextos en los que conviven las personas, cargado de valores humanistas (Amador y Esteban, 2019). Como señala Montero (2005, p. 217):

Se deriva de la necesidad progresiva que siente cada hombre de elegir y determinar su propio proyecto vital, su desarrollo personal y, en definitiva, la propia construcción de sí mismo. Constituye, por tanto, un concepto más humanista que académico, vinculado a la filosofía existencialista que realza el valor y las cualidades del hombre.

La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares básicos (Delors, 1996):

1.2.3.1. Aprender a conocer

Está conformado por una base cultural general amplia junto con la posibilidad de poder profundizar en los conocimientos. En definitiva, se refiere al conocimiento, pero se caracteriza más que por almacenar y retener información –que también– por el dominio para procesar y manejar dicho conocimiento sin necesidad de memorizarlo. No obstante, sería peligroso admitir, como expresa Delors (1996), que la memoria haya perdido su utilidad; lo que ocurre es que se tiende menos a la adquisición de conocimientos clasificados y codificados que al dominio de los instrumentos mismos del saber. Prima el dominio de los procesos de indagación sistemática, análisis crítico, clasificación, elaboración, reconstrucción y aplicación de la información.

Desde este planteamiento, el aprender a conocer queda definido, según Tobón (2004, p. 171), como:

[...] la puesta en acción-actuación de un conjunto de herramientas necesarias para procesar la información de manera significativa, acorde con las expectativas individuales, las propias capacidades y los requerimientos de una situación particular.

1.2.3.2. Aprender a hacer