Los Bastardos - Gabriel Athié - E-Book

Los Bastardos E-Book

Gabriel Athié

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"Ricardo Piglia señala que el cuento "reproduce la búsqueda siempre renovada de una experiencia única que nos permite ver, bajo la superficie opaca de la vida, una verdad secreta". En estos cuentos, los autores lo consiguen con cuanto dicen, pero también con lo que callan, con los sobreentendidos que aluden a una realidad mayor encerrada en sus historias y que el lector sólo puede observar una vez pasado el punto final. Justo el descubrimiento es lo que motiva a continuar con la lectura, y la resolución deja satisfecho al voyerista en quien nos convertimos al leer estas historias." Miguel Ángel Hernandez Acósta

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Los Bastardos

Los Bastardos (2023)Gabriel AthiéDidier BecerraAlejandro García VillarruelAntonio JiménezJosé de la RivaAlejandra LedesmaMariana LunaNorma Martínez-CruzLaura RomoHelena SpencerJ. L. Velázquez

Editorial CõLeemos Contigo Editorial S.A.S. de [email protected]ón: Octubre 2023

Imagen de portada: Ana Gabriela LeónProhibida la reproducción parcial o total sin la autorización escrita del editor.

Índice

Prólogo

·

Cartas a Carmina

Maradona

La espera

El oficiante

Los niños

Cuento de Navidad

El hombre perfecto

Mi padre Agapito fue a las Islas Marías

Préstame al gato

Mañana te la doy

Las patitas

Benicio o el por qué los gatos deben quedarse afuera

Cuidados

Besos de araña

Prólogo

El arte del cuento y del relato muestra la capacidad del autor de percibir los distintos significados del mundo que le rodea. Si bien la anécdota de la historia es importante, también lo es el punto de vista que emplea y su capacidad literaria para hacerlo. Así, en este tipo de narraciones es tan importante la selección de la palabra precisa como un signo de puntuación bien colocado. Además, en ellas el uso del idioma pretende que el lenguaje diga más de cuanto enuncia de forma directa, es decir, que las oraciones sean capaces de evocar en el lector simbolismos que le permitan comprender a los personajes y sentirse uno de ellos.

Los once autores aquí convocados lo saben muy bien. Por eso sus cuentos no sólo pretenden mostrar una historia, sino que hallan las herramientas literarias necesarias para transmitir mucho más. En ocasiones con una prosa desenfadada y en otras contenida, estos escritores conforman una antología en la que se avizora un oficio cuya práctica tiene ya buenos resultados y que demuestra su crecimiento como narradores.

Ricardo Piglia señala que el cuento “reproduce la búsqueda siempre renovada de una experiencia única que nos permite ver, bajo la superficie opaca de la vida, una verdad secreta”. En estos cuentos, los autores lo consiguen con cuanto dicen, pero también con lo que callan, con los sobreentendidos que aluden a una realidad mayor encerrada en sus historias y que el lector sólo puede observar una vez pasado el punto final. Justo el descubrimiento es lo que motiva a continuar con la lectura, y la resolución deja satisfecho al voyerista en quien nos convertimos al leer estas historias.

Se dice que los temas que abordan los cuentos son pocos: la vida, el amor y la muerte, así como sus variantes. Esto no significa que todas las miradas al respecto sean idénticas. Muestra de ello son los relatos incluidos en esta antología, los cuales revelan a autores con ideas frescas y que transmiten la forma como experimentan el mundo. En la honestidad que traslucen estas narraciones se hallan historias surgidas de obsesiones y demonios internos. Quizás ésta sea la razón por lo que se presiente a sus autores tras cada una de sus palabras.

Una antología es una oportunidad para descubrir nuevas voces, y para renovar nuestra confianza en el género cuentístico. La trascendencia que habrán de lograr los escritores aquí reunidos dependerá de su constancia. En este momento hay en cada uno un oficio que atisba vocaciones dedicadas a las letras que con seguridad destacarán. Por ello, este libro deberá ser un aliciente para que su escritura continúe, pues sólo la práctica constante les permitirá consolidarse en la ardua labor de la escritura creativa. Por lo pronto, se puede decir que han sentado las bases para ejercer un oficio, y ello es de celebrarse.

Enhorabuena por estos autores que han decidido exponer su trabajo ante el mayor de los jueces: el lector. Demos paso pues a que sea él quien juzgue y disfrute de esta obra.

Miguel Ángel Hernández Acosta

·

A Pati y a Poli, bastardas de corazón.

A Miguel Ángel, que no nos olvidó.

Cartas a Carmina

Gabriel Athié

28 de abril de 2020.

Querida Carmina:

Hoy en tu día te escribo esta primera carta para felicitarte por tus quince años. Esta fecha es de gran felicidad para todos nosotros y en especial para mí. Un 28 de abril de 2005 nació mi nieta consentida; jamás se me olvidará ese momento. Me acuerdo de que estaba comiendo un… un… no recuerdo, pero tu papá llegó corriendo y gritando a medio día, me asustó, no entendía por qué los gritos, hasta que me dijo: “¡Señora, señora, Miranda va a dar a luz!”. Y que me paro rápido…, corro a pintarme sólo un poquito porque tu papá estaba muy nervioso. “¡Apúrese!”, me decía. Cuando llegamos al hospital ya habías nacido. Te encontré en los brazos de tu mami, estabas tan chiquita, eras una bolita, peloncita.

Mamá decía que toda quinceañera debe recibir cinco cartas, una cada mes para que le sirvan de guía en los primeros meses. Yo te quiero dar ese regalo, ya tengo las hojas con fecha y todo, hasta con tu nombre, para que no se me olviden. Se las daré a tu mamá cada cuando venga a dejarme la comida, con esto del Covid ese, no me dejan ni asomarme a la calle para que no me contagie. Qué molesto es. Eso me recuerda, mi Carminita querida, que no te enojes con tus papás, no fue su culpa que tuvieran que cancelar tu fiesta. Ya habrá tiempo para festejar más adelante, cuando todo esto pase; ya ves que dicen en las noticias que pasará rápido.

Te quiere tu abuelita Esperanza Figueroa Alvarado.

28 de mayo de 2020.

Querida Carmina:

Hoy te quiero regalar un poema que le hice a tu mamá cuando tenía unos ocho años (lo he guardado desde entonces). Era de noche y tu mamá me dice: “¡Tengo que llevar un poema para mañana!”. En ese momento nos sentamos las dos a la mesa y le dije: “escribe”:

Me perdí en el bosqueno puedo salirtengo tanto miedo de quedarme aquí.

Mi mamá me espera, no sabe de mísufrirá pensando, que será de mí.Mamita querida, reza tú por míque tus oraciones llegarán a mí

Ya amanecequé bonito díala luz del sol me alumbrará para encontrar la saliday ver a mi madre queridael gusto que le va a dar.

Te lo escribo porque me gustaría que cuando ya no esté se lo enseñes a tus hijos.

Te quiere tu abuelita Esperanza Figueroa Alvarado.

28 de junio de 2020.

Querida Carmina:

Levotiroxina, caja con cinta azul: 1 en AYUNAS.

Telmisartán, caja con cinta roja: 1 en la MAÑANA y 1 en la TARDE.

Metroprolol, caja con cinta verde: 1 DIARIA.

Pravastatina, caja con cinta naranja: 1 en la NOCHE.

Vitaminas Centrum, FRASCO: 1 DIARIA.

Aspirina Protect, caja con cinta morada: 1 DIARIA (Circulación)

Duloxetina, caja con cinta rosada: 1 en la NOCHE (Depresión)

Razadyne, caja con cinta café: 1 DIARIA (Memoria)

TODOS LOS DÍAS:
Desinfectar con alcohol todo lo que se traiga. Lavarse las manos después de tocar cualquier cosa. Al llegar meter los zapatos en el tapete de la entrada. Usar cubrebocas si viene alguien.

28 de julio de 2020.

Querida Carmina: Diario:

Hoy me despertaron unos ruidos en mi cocina, era una señora desconocida que se había metido en mi casa. En cuanto la vi, salí corriendo hacia el teléfono para marcarle a mi hija, pero ella me alcanzó antes de poder llamarla. Me gritaba que me callara y me agarraba de las muñecas con fuerza. Por más que trataba de soltarme, no podía. En una de ésas que se le escapa mi brazo y le di una cachetada; se distrajo y me dio tiempo de venirme a mi cuarto y cerrar la puerta con seguro. Ella gritaba y golpeaba la puerta para que la abriera. Por un momento pensé que la iba a tirar.

Horas después llegó mi hija, no sé cómo se enteró, pero qué bueno que llegó. Cuando salí la señora ya no estaba, sólo mi hija.

Ya no sé qué hacer, no es la primera vez que se meten a mi casa. Es la misma señora. Yo le he dicho a mi hija que compre más candados, cámaras o algo; ella sólo me dice que sí, pero no hace nada. Vivo sola…

Le digo a mi hija que se venga con su familia, pero me dice que no, para que no me contagien, pero yo me siento bien, sólo quiero que estén conmigo, sin embargo, cada vez vienen menos y por menos tiempo.

Tengo miedo de que un día no me pueda escapar de la señora o que entre cuando esté mi hija aquí y le haga daño o que venga con más personas, y yo ya no pueda defenderla.

Ya no aguanto más.

28 de agosto de 2020.

Querida Carmina: Diario:

¡Me estoy volviendo loca! ¡Por Dios! Todas las mañanas, lo primero que hago al despertar es ir a tomarme la pastilla porque tiene que ser antes de desayunar, si no lo hago mi hija se enoja mucho… aunque ya casi no viene a verme… ¡La pastilla! Espérame, ahorita regreso…

¡Ay, virgencita querida! No sé que pasa, hoy en la mañana fui a tomarme la pastilla porque tiene que ser antes de desayunar, me senté en la cama y metí mis pies dentro de mis pantuflas, me las regaló mi nietecita, se llama… ¿Carmina?, sí, Carmina. Por cierto, ya va a cumplir quince años; estoy muy emocionada. ¿Te cuento que le estoy haciendo? Le estoy tejiendo unas muñequitas con un vestido rojo, porque me dijo que de ese color será su vestido. Son para que las ponga de centro de mesa. Estoy segura de que le van a gustar. Escucho unas llaves, tal vez es mi familia…

El otro día fui a tomarme la pastilla, es lo primero que hago porque tiene que ser antes de desayunar, al llegar al comedor encuentro a mi hija, sentada en la mesa, con mi pastillero, me preguntó si necesitaba algo, le contesté que venía a tomarme la pastilla y me respondió que ya lo había hecho. “¡Cómo crees!”, le dije.

Me metí a la cocina en busca de un vaso con agua y al regresar veo a una señora desconocida en mi comedor. Se me cayó el vaso y ella se levantó de un salto. Lo primero que pensé fue hablarle a mi hija, pero al voltear hacia la ventana, vi que en la mesita que hay debajo de ella, ya no estaba el teléfono. ¡Mi cuarto! Pensé, pero la señora es más rápida que yo, sólo me sujetó de los hombros y me decía cosas. Yo trataba de zafarme, pero no podía, así que cerré los ojos y me cubrí con los brazos...

¡Mamá! ¡Mamá, soy yo! Era la voz de mi hija, abrí los ojos y era ella… no entendía nada. “¿Quieres desayunar?”, me preguntó. “Vamos”, me sentó en la mesa, levantó los vidrios del vaso roto y secó el piso… No entiendo nada.

Al terminar de desayunar, mi hija levantó los platos y dijo que me viniera a acostar, pero ¿y si la mujer desconocida entra mientras está mi hija? Antes de venir chequé que la puerta estuviera cerrada y me traje la llave.

Estoy grande, pero aún puedo cuidar a mi familia. ¿Sabes cuándo vendrán a verme?

28 de septiembre de 2020.

Querida Carmina:

Maradona

Didier Becerra

Anoche se perdió mi pequeña Maradona. Por eso, hoy desperté a las siete de la mañana pateado en el tímpano por la alarma de mi teléfono y no con las usuales patitas de mi cotorrita argentina, de cara y pecho blanco, con elegante plumaje verde limón que cubre el resto de su cuerpo (excepto la punta de sus alitas, lugar que con la luz reflejan un hermoso azul celeste).

A Maradona le gusta desayunar admirando el amanecer desde una rama real cubierta de maleza plástica, que cuelga en el balcón del cuarto de huéspedes. Ahí, cada mañana se toma su tiempo disfrutando de una barra de buffet personal que incluye las mejores frutas y verduras que el pasillo de congelados en Walmart puede ofrecer. Este banquete real se corona con un fluorescente chile habanero que pasa unos segundos en el fuego directo de la estufa y que no puede faltar en ninguna de sus tres comidas diarias. Emocionada por su festín matutino, esa pequeñita da brinquitos en mi cabeza tres horas antes de que suene el despertador, lo que me da tiempo para preparar el desayuno de su majestad, algo mediocre para mí y poner a remojar en caldo de pollo las croquetas de Bolillo, mi perro.

Maradona es libre para salir de casa si quiere; no tiene ningún problema para volver antes de que yo llegue a media tarde (aprovechando mi descanso del trabajo para su segundo banquete y mi usual torta de milanesa de la esquina). Ella es tan puntual que podría dejar sin empleo a una docena de palomas mensajeras. Por eso hoy que abrí la puerta de la entrada me quedé congelado en el limbo entre adentro y afuera, esperando con un hombro en alto a que mi periquita aterrizara silbando “Caminos de Michoacán” o alguna canción de José Alfredo Jiménez (le gusta la música en donde predomina el sonido de trompeta). Cuando llegué, el único que me recibió en mi descanso fue Bolillo, mi bulldog francés. “¿Dónde está Marita?”, le pregunté al perrito color miel y hocico negro que me miraba sin parpadear con su único ojo bueno. “¡Arff!”, escupió el canino de la tercera edad ladeando la cabeza y dejando caer una espesa gota de saliva en mis zapatos del trabajo.