Los Chakras - Charles Webster Leadbeater - E-Book

Los Chakras E-Book

Charles Webster Leadbeater

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Beschreibung

"Los Chakras"es un libro escrito por Charles Webster Leadbeater que explora los siete chakras principales, que son centros de energía en el cuerpo humano, según la teosofía y el hinduismo.El libro comienza con una introducción a la teoría de Los Chakras, incluyendo su ubicación en el cuerpo y su función en el sistema energético. Luego, Leadbeater describe cada uno de los siete chakras en detalle, incluyendo su nombre, ubicación, función, color y símbolos asociados. Además, proporciona información sobre cómo equilibrar y fortalecer Los Chakras, incluyendo técnicas de meditación y ejercicios específicos para cada uno y explora el papel de Los Chakras en la evolución espiritual y en la conexión con el universo."Los Chakras" es considerado un libro influyente en la teosofía y en la exploración de la energía y la espiritualidad humana. Es una lectura recomendada para aquellos interesados en la teoría de Los Chakras y en la comprensión de la energía sutil en el cuerpo humano.

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CHARLES WEBSTER LEADBEATER

LOS CHAKRAS

ÍNDICE

ÍNDICE

SOBRE EL AUTOR

PREFACIO

CAPÍTULO 1: LOS CENTROS DE FUERZA

SIGNIFICADO DE LA PALABRA

EXPLICACIONES PRELIMINARES

EL DOBLE ETÉREO

LOS CENTROS

FORMA DE LOS VÓRTICES

LAS ILUSTRACIONES

EL CHAKRA FUNDAMENTAL

EL CHAKRA ESPLÉNICO

EL CHAKRA UMBILICAL

EL CHAKRA CARDÍACO

EL CHAKRA LARÍNGEO

EL CHAKRA FRONTAL

EL CHAKRA CORONARIO

OTROS DATOS REFERENTES A LOS CHAKRAS

CAPÍTULO 2: LAS ENERGÍAS

LA ENERGÍA PRIMARIA O ENERGÍA DE VIDA

EL FUEGO SERPENTINO

LOS TRES CONDUCTOS ESPINALES

MARIDAJE DE LAS ENERGÍAS

EL SISTEMA SIMPÁTICO

LOS GANGLIOS ESPINALES

VITALIDAD

EL GLÓBULO DE VITALIDAD

PROVISIÓN DE GLÓBULOS

ENERGÍAS PSÍQUICAS

CAPÍTULO 3: LA ABSORCIÓN DE VITALIDAD

EL GLÓBULO DE VITALIDAD

LOS RAYOS

LOS CINCO VAYÚS PRÁNICOS

VITALIDAD Y SALUD

LOS ÁTOMOS DESCARGADOS

VITALIDAD Y MAGNETISMO

CAPÍTULO 4: DESARROLLO DE LOS CHAKRAS

FUNCIONES DE LOS DESPERTADOS CHAKRAS

CHAKRAS ASTRALES

SENTIDOS ASTRALES

DESPERTAR DE KUNDALINI

DESPERTAR DE LOS CHAKRAS ETÉREOS

CLARIVIDENCIA EVENTUAL

PELIGRO DE LA PREMATURA ACTUALIZACIÓN

EXPERIENCIA PERSONAL

LA TELA ETÉREA

EFECTOS DEL ALCOHOL Y NARCÓTICOS

EFECTOS DEL TABACO

APERTURA DE LAS PUERTAS

CAPÍTULO 5: EL YOGA LAYA

LOS LIBROS INDOS

SERIE ÍNDICA DE LOS CHAKRAS

LAS FIGURAS DE LOS CHAKRAS

EL CHAKRA CARDÍACO

LOS PÉTALOS Y LAS LETRAS

LOS MANDALAS

LOS YANTRAS

LOS ANIMALES

LAS DIVINIDADES

LOS NUDOS

EL SECUNDARIO LOTO DEL CORAZÓN

EFECTOS DE LA MEDITACIÓN

KUNDALINI

ACTUALIZACIÓN DE KUNDALINI

ASCENSO DE KUNDALINI

EL OBJETO DE KUNDALINI

CONCLUSIÓN

FIN

Título: Los Chakras

Autor: Charles Webster Leadbeater

Título original: The Chakras

Editorial: AMA Audiolibros

© De esta edición: 2023 AMA Audiolibros

AMA Audiolibros forma parte de TAM-TAM Media, S.L.U.

c/ Miquel Tort, 18

08750 Molins de Rei

Barcelona

[email protected]

Audiolibro, de esta misma versión, disponible en servicios de streaming, tiendas digitales y el canal AMA Audiolibros en YouTube.

SOBRE EL AUTOR

Charles Webster Leadbeater (1847-1934) fue un clérigo de la Iglesia de Inglaterra hasta que se unió a la Sociedad Teosófica en 1883. Pasó algunos años en Sri Lanka trabajando para la revitalización del Budismo, accediendo poco después a Obispo Principal de la Iglesia Católica Liberal, que aboga por combinar la preservación de los sacramentos católicos con un alto grado de libertad de pensamiento e interpretación de las Escrituras. Fue un clarividente de alto rango y autor de una treintena de obras acerca de la vida espiritual y la naturaleza psíquica del ser humano. Perfeccionó sus facultades psíquicas bajo la tutela de su maestro y adepto, y en 1893 en colaboración con Annie Besant, segunda Presidente de la Sociedad Teosófica, comenzó sus investigaciones clarividentes. Sus charlas y conferencias por todo el mundo le dieron la oportunidad de presentar sus nuevos puntos de vista.

Aquél que posee un ligero grado de clarividencia puede ver fácilmente en el doble etéreo, en cuya superficie aparecen en forma de depresiones semejantes a platillos o vórtices y cuando ya están del todo desarrollados son semejantes a círculos de unos cinco centímetros de diámetro que brillan apenas en el hombre vulgar, pero que al ser excitados, aumentan de tamaño y se les ve como refulgentes torbellinos a manera de diminutos soles.

PREFACIO

Cuando un hombre comienza a agudizar sus sentidos de modo que pueda percibir algo más de lo que los otros perciben, se despliega ante él un nuevo y fascinador mundo, y los chakras son de las primeras cosas de dicho mundo que le llaman la atención. Se le presentan las gentes bajo un nuevo aspecto y descubre en las personas mucho que antes estaba oculto a su vista; y por tanto, es capaz de comprender, apreciar y en caso necesario auxiliar al prójimo mucho mejor de lo que antes le era posible. Los pensamientos y emociones de las gentes se manifiestan a sus ojos con toda claridad de forma y color; y el grado de su evolución y las condiciones de su salud son para él notorios en vez de conjeturables. El brillante colorido y el rápido e incesante movimiento de los chakras colocan a las gentes bajo la inmediata observación del investigador, quien naturalmente desea conocer qué son y significan.

El objeto de esta monografía es dilucidar dicho punto y dar a quienes aún no han intentado educir sus latentes facultades una idea de esta pequeña parte de lo que ven y en la medida que les es posible comprenden sus más dichosos hermanos.

A fin de evitar desde luego toda mala inteligencia, conviene tener muy en cuenta que nada hay de fantástico ni contra naturaleza respecto de la potencia visiva que capacita a algunos para percibir más que otros, pues consiste sencillamente en una extensión de las facultades con que todos estamos familiarizados, y quien dicha extensión logra puede percibir vibraciones más rápidas que las a que los sentidos físicos están normalmente habituados a responder.

En el transcurso de la evolución ya su debido tiempo todos ampliarán sus ordinarias facultades, pero hay quienes se han tomado el trabajo de agudizarlas antes que los demás, a costa de una labor mucho más ardua de la que la generalidad de las gentes querría emprender.

Bien sé que son todavía muchísimos los tan atrasados respecto de la marcha del mundo, que niegan tal amplitud de facultades, como hay todavía aldeanos que nunca han visto una locomotora ferroviaria o salvajes del África Central que no creen en la solidificación del agua.

Me faltan tiempo y espacio para argüir contra tan invencible ignorancia, y me contraigo a recomendar mi obra Clarividencia y otras de distintos autores que tratan del mismo asunto, a cuantos deseen investigarlo. La clarividencia se ha comprobado centenares de veces, y no puede dudar de ella quien sea capaz de ponderar el valor de las pruebas.

Mucho se ha escrito sobre los chakras, pero todo ello en sánscrito o en alguno de los varios idiomas vernáculos de la India. Los mencioné hacia el año 1910 en La Vida interna, y desde entonces ha aparecido la magnífica obra The Serpent Power de sir John Woodroffe, y se han traducido algunos tratados indos. En The Serpent Power se reproducen los dibujos simbólicos que de los chakras usan los yoguis indos; pero en cuanto se me alcanza, las ilustraciones que exornan esta monografía son el primer intento para representar los chakras tal como efectivamente aparecen ante los ojos de quienes los pueden ver.

A la verdad, me movió principalmente a escribir esta monografía, el deseo de mostrar los hermosísimos dibujos trazados por mi amigo el Rev. Edward Warner, a quien manifiesto lo muchísimo que le debo por el tiempo y trabajo empleados en tal tarea. También he de agradecerle a mi infatigable colaborador, el profesor Ernest Wood, la compilación y cotejo de los valiosos informes que respecto a las opiniones dominantes en la India sobre nuestro asunto contiene el capítulo V, según verá el lector.

Como quiera que estaba yo atareado en otra obra, se contrajo en un principio mi intención a coleccionar y reimprimir cuanto desde tiempo muy atrás había escrito sobre los chakras y darlo como texto explicativo de las ilustraciones; pero al repasar los artículos se me acudieron algunas insinuaciones, y un poco de investigación me dio a conocer puntos adicionales que he insertado debidamente. Uno de los más interesantes es que el año 1895 la doctora Besant observó la vitalidad del globo y el anillo kundalini y los catalogó como hipermetaproto elementos, aunque entonces la investigación no fue lo bastante extensa para descubrir la relación de ambos elementos entre sí y la importante parte que desempeñan en la economía de la vida humana.

Charles Webster Leadbeater

CAPÍTULO 1LOS CENTROS DE FUERZA

SIGNIFICADO DE LA PALABRA

La palabra chakra es sánscrita y significa rueda. También se usa en varias acepciones figuradas, incidentales y por extensión, como en inglés y en español. De la propia suerte que hablamos de la rueda del destino o de la fortuna, así también los budistas hablan de la rueda de la vida y de la muerte, y designan con el nombre de Dhamma-chakkappavattana Sutta el primer sermón en que el Señor Buda predicó su doctrina, nombre que el profesor Rhys Davids traduce poéticamente por «la puesta en marcha de las ruedas de la regia carroza del Reino de la Justicia». Este es el exacto significado de la expresión para el budista devoto, aunque la traducción de las palabras en sentido recto es «el giro de la rueda de la Ley». El uso en acepción figurada de la palabra chakra, de que tratamos en este momento, se refiere a una serie de vórtices semejantes a ruedas que existen en la superficie del doble etéreo del hombre.

EXPLICACIONES PRELIMINARES

Como es posible que este libro caiga en manos de alguien no familiarizado con la terminología teosófica, no estará de más una preliminar explicación.

En las superficiales y ordinarias conversaciones, el hombre suele hablar de su alma, como si el cuerpo por cuyo medio habla fuese su verdadero ser, y que el alma fuera una propiedad o feudo del cuerpo, algo semejante a un globo cautivo que sobre el cuerpo flota ligado a él en cierto modo. Esta afirmación es vaga, inexacta y errónea. La verdadera es su contraria. El hombre es un alma que posee un cuerpo, o en realidad varios cuerpos, porque además del cuerpo visible por cuyo medio despacha sus negocios en este bajo mundo, tiene otros cuerpos invisibles a la visión ordinaria con los que se relaciona con los mundos emocional y mental. Sin embargo, de momento no tratamos de estos otros cuerpos.

Durante el pasado siglo se adelantó enormemente en el conocimiento de los pormenores del cuerpo físico, y los fisiólogos están ahora familiarizados con sus desconcertantes complejidades y tienen al menos una idea general de cómo funciona su asombrosamente intrincado mecanismo.

EL DOBLE ETÉREO

Desde luego que los fisiólogos han limitado su atención a la parte del cuerpo físico bastante densa para que la vean los ojos, y la mayor parte de ellos desconocen probablemente la existencia de aquel grado de materia, todavía física, aunque invisible, a que en Teosofía llamamos etérea. Esta parte invisible del cuerpo físico es de suma importancia para nosotros, porque es el vehículo por el cual fluyen las corrientes vitales que mantienen vivo el cuerpo, y sirve de puente para transferir las ondulaciones del pensamiento y la emoción desde el cuerpo astral al cuerpo físico denso. Sin tal puente intermedio no podría el ego utilizar las células de su cerebro. El clarividente lo ve como una distinta masa de neblina gris violeta débilmente luminosa, que interpenetra la parte densa del cuerpo físico y se extiende un poco más allá de éste.

La vida del cuerpo físico cambia incesantemente y para vivir necesita continua alimentación de tres distintas fuentes. Ha de tener manjares para la digestión, aire para la respiración y tres modalidades de vitalidad para la asimilación. Esta vitalidad es esencialmente una fuerza, pero cuando está revestida de materia nos parece como si fuera un elemento químico sumamente refinado. Existe dicha fuerza o energía en todos los planos, aunque por de pronto, y para el objeto que nos ocupa sólo hemos de considerar su manifestación y expresión en el plano físico.

Para mejor comprensión de todo esto conviene conocer algún tanto la constitución y ordenación de la parte etérea de nuestro cuerpo. He tratado hace muchos años de este asunto en diversas obras, y el comandante Powell ha coleccionado recientemente todo cuanto hasta ahora se ha escrito sobre el particular, y lo ha publicado en su libro: The Etheric Double.

LOS CENTROS

Los chakras o centros de fuerza son puntos de conexión o enlace por los cuales fluye la energía de uno a otro vehículo o cuerpo del hombre. Quienquiera que posea un ligero grado de clarividencia los puede ver fácilmente en el doble etéreo, en cuya superficie aparecen en forma de depresiones semejantes a platillos o vórtices, y cuando ya del todo desenvueltos semejan círculos de unos cinco centímetros de diámetro que brillan mortecinamente en el hombre vulgar, pero que el excitarse vívidamente, aumentan de tamaño y se les ve como refulgentes y coruscantes torbellinos a manera de diminutos soles. A veces hablamos de estos centros cual si toscamente se correspondieran con determinados órganos físicos; pero en realidad están en la superficie del doble etéreo que se proyecta ligeramente más allá del cuerpo denso.

Si miramos en derechura hacia abajo la corola de una convulvácea, tendremos una idea del aspecto general del chakra.

El pecíolo de la flor arranca de un punto del pedúnculo, de suerte que según otro símil semejaría la espina dorsal un tallo céntrico del que de trecho en trecho brotan las flores con sus corolas en la superficie del cuerpo etéreo.

Fig. 1: Los chakras.

La fig. 1, representa los siete centros de que tratamos, y la Tabla 1 da sus nombres en sánscrito y en español.

NOMBRE ESPAÑOL

NOMBRE SÁNSCRITO

SITUACIÓN

Chakra raíz o básico

Mûlâdhâra

En la base del espinazo

Chakra del bazo

(1)

Chakra del ombligo

Manipûra

En el ombligo, sobre el plexo solar

Chakra del corazón

Anâhata

Sobre el corazón

Chakra laríngeo

Vishuddha

Frente a la garganta

Chakra frontal

Ajnâ

En el entrecejo

Chakra coronario

Sahasrâra

En lo alto de la cabeza

Tabla 1: Los Chakras

Todas estas ruedas giran incesantemente, y por el cubo o boca abierta de cada una de ellas fluye de continuo la energía del mundo superior, la manifestación de la corriente vital dimanante del Segundo Aspecto del Logos Solar, a la que llamamos energía primaria, de naturaleza séptuple, todas cuyas modalidades actúan en cada chakra, aunque con particular predominio de una de ellas según el chakra. Sin este influjo de energía no existiría el cuerpo físico.

Por lo tanto, los centros o chakras actúan en todo ser humano, aunque en las personas poco evolucionadas es tardo su movimiento, el estrictamente necesario para formar el vórtice adecuado al influjo de energía. En el hombre bastante evolucionado refulgen y palpitan con vívida luz, de suerte que por ellos pasa una muchísima mayor cantidad de energía, y el individuo obtiene por resultado el acrecentamiento de sus potencias y facultades.

FORMA DE LOS VÓRTICES

La divina energía que desde el exterior se derrama en cada centro, determina en la superficie del cuerpo etéreo, y en ángulo recto con su propia dirección, energías secundarias en circular movimiento ondulatorio, de la propia suerte que una barra imanada introducida en un carrete de inducción provoca una corriente eléctrica que fluye alrededor del carrete en ángulo recto con la dirección del imán.

Una vez que entra en el vórtice la energía primaria, vuelve a irradiar de sí misma en ángulos rectos, pero en líneas rectas, como si el centro del vórtice fuese el cubo de una rueda y las radiaciones de la primaria energía sus radios, los cuales enlazan a guisa de corchetes el doble etéreo con el cuerpo astral. El número de radios difiere en cada uno de los centros y determina el número de ondas o pétalos que respectivamente exhiben. Por esto los libros orientales suelen comparar poéticamente los chakras con flores.

Cada una de las energías secundarias que fluyen alrededor de la depresión semejante a un platillo tiene su peculiar longitud de onda y una luz de determinado color; pero en vez de moverse en línea recta como la luz, se mueve en ondas relativamente amplias de diverso tamaño, cada una de las cuales es múltiplo de las menores ondulaciones que entraña. El número de ondulaciones está determinado por el de radios de la rueda, y la energía secundaria ondula por debajo y por encima de las radiaciones de la energía primaria, a la manera de una labor de cestería que pudiera entretejerse alrededor de los radios de una rueda de carruaje. Las longitudes de onda son infinitesimales y probablemente cada ondulación las contiene a millares.

Según fluyen las energías alrededor del vórtice, las diferentes clases de ondulaciones se entrecruzan unas con otras como en labor de cestería y producen la forma semejante a la corola de convulvácea que ya anteriormente me he referido.

Sin embargo, todavía se parecen más los chakras a unas salserillas de ondulado cristal iridiscente como las que se fabrican en Venecia. Todas estas ondulaciones o pétalos tienen el tornasolado y trémulo brillo de la concha, aunque generalmente cada una de ellas ostenta su predominante color según denotan las ilustraciones. Este nacarino aspecto argéntico suele estar comparado en los tratados sánscritos con el rielar de la luna en la superficie de las aguas del mar.

LAS ILUSTRACIONES

Las ilustraciones que adornan el texto representan los chakras tal como los percibe un muy evolucionado y discreto clarividente que ya ha disciplinado los suyos lo bastante para que actúen ordenadamente.

Desde luego que ni los colores de las ilustraciones ni ningún color de este mundo tienen la suficiente luminosidad para igualar al del chakra respectivo; pero al menos da el dibujo una idea del verdadero aspecto de estas ruedas de luz.

Por lo ya expuesto, se comprenderá que los centros difieren de tamaño y brillo según la persona, y aun en un mismo sujeto pueden ser unos más vigorosos que otros.

Todos están dibujados en tamaño natural, excepto el sahasrara o centro coronario, que ha convenido ampliarlo para distinguir su asombrosa riqueza de pormenores.