Los retos de la televisión pública ante la multidifusión digital - Miquel Francés - E-Book

Los retos de la televisión pública ante la multidifusión digital E-Book

Miquel Francés

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La presente obra pretende analizar las tendencias sobre los nuevos modelos de comunicación audiovisual tras la crisis vírica de la COVID en el marco geopolítico actual. El objetivo principal trata de establecer diagnósticos sobre la situación actual y aportar propuestas de articulación de nuevas políticas públicas en la comunicación audiovisual, en el marco de la convivencia obligatoria de la linealidad televisiva y la multidifusión digital. El estudio intenta constatar hacia dónde caminan los medios audiovisuales generalistas del servicio público televisivo en una atmósfera de caída de las audiencias tradicionales, con la coexistencia de la digitalización a través de las redes sociales y otros medios no lineales.

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Miquel Francés, Rosa Franquet y Gabriel Torres (coords.)

LOS RETOS DE LA TELEVISIÓN PÚBLICA ANTE LA MULTIDIFUSIÓN DIGITAL

Redacción periodística en la radio

De la radio convencional al podcasting

ARÁNZAZU ROMÁN-SAN-MIGUELY PASTORA MORENO ESPINOSA

Los estudios de la audiencia

De la tradición a la innovación

NATALIA QUINTAS-FROUFEY ANA GONZÁLEZ-NEIRA (COORDS.)

El algoritmo de la incertidumbre

ROBERTO APARICIY JORGE MARTÍNEZ PÉREZ (COORDS.)

La comunicación desde abajo

Historia, sentidos y prácticas de la comunicación alternativa en España

ALEJANDRO BARRANQUEROY CHIARA SÁEZ BAEZA (COORDS.)

Comunicar la ciencia

Guía para una comunicación eficiente y responsable de la investigación e innovación científica

MANUEL GÉRTRUDIX BARRIOY MARIO RAJAS FERNÁNDEZ (COORDS.)

Agenda digital para la TV pública en Iberoamérica

GUILLERMO OROZCO GÓMEZY GABRIEL TORRES ESPINOZA (COORDS.)

Tendencias en comunicación

Cultura digital y poder

RAMÓN ZALLO ELGEZABAL

Serious Games for Health

Mejora tu salud jugando

YURI QUINTANAY ÓSCAR GARCÍA

La educación mediática en la universidad española

JOAN FERRÉS PRATSY MARIA-JOSE MASANET (EDS.)

Niños y jóvenes ante las redes y pantallas

M.ª AMOR PÉREZ-RODRÍGUEZ, ÁGUEDA DELGADO-PONCE, ROSA GARCÍA-RUIZY M.ª CARMEN CALDEIRO

Cultura Transmedia

HENRY JENKINS, SAM FORDY JOSHUA GREEN

Periodismo y nuevos medios

Perspectivas y retos

SANTIAGO MARTÍNEZ ARIASY JOAQUÍN SOTELO GONZÁLEZ

La construcción de personajes audivisuales

Habilidades informativas

JOSÉ LUIS VALHONDO CREGOY AGUSTÍN VIVAS MORENO

Mediaciones ubicuas

Ecosistema móvil, gestión de identidad y nuevo espacio público

JUAN MIGUEL AGUADO

La comunicación audiovisual en tiempos de pandemia

ENRIQUE BUSTAMANTE

MIQUEL FRANCÉS

GUILLERMO OROZCO (COORDS.)

LOS RETOS DE LA TELEVISIÓN PÚBLICA ANTE LA MULTIDIFUSIÓN DIGITAL

Miquel Francés, Rosa Franquet y Gabriel Torres (coords.)

© Miquel Francés, Rosa Franquet y Gabriel Torres (coords.) y de los autores.

© Ilustración de cubierta:

Cubierta: Juan Pablo Venditti

Primera edición: junio 2022

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Editorial Gedisa, S.A.

www.gedisa.com

Preimpresión: Fotocomposición gama, sl

ISBN: 978-84-18914-36-2

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma.

Índice

Introducción

Miquel Francés [Universitat de València]

Prólogos

La honestidad inquebrantable. Un recorrido por la biografía intelectual de Enrique Bustamante

Patricia Corredor Lanas [Universidad Rey Juan Carlos, Madrid]

Una vida entregada al servicio público. In memoriam de Enrique Bustamante

Pedro Soler Rojas [RTVE]

Estructura, modelos y tendencias

El futuro de las televisiones públicas en la Unión Europea: ¿qué modelo será el dominante?

Carmina Crusafon [Universitat Autònoma de Barcelona]

Retos para los legacy media y el servicio público en el ecosistema audiovisual convergente

Emili Prado [Universitat Autònoma de Barcelona]

Producción de contenidos y flujos de consumo en la televisión pública española después de la pandemia por COVID-19

Miquel Francés y Àlvar Peris [Universitat de València]

Prominencia y descubribilidad online del audiovisual de servicio público

M.ª Trinidad García Leiva [Universidad Carlos III de Madrid]

Reescribiendo el concepto de transmedia para la televisión

Germán Llorca-Abad [Universitat de València]

Contenidos y formatos

Contenidos y formatos de los medios públicos en la multidifusión digital

Gabriel Torres Espinoza [Pdte. Asoc. Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas. (ATEI)]

Valor estratégico de la información televisiva en las democracias: de la crisis económica a la crisis sanitaria

Rosa Franquet, Belén Monclús y Núria García-Muñoz [Universitat Autònoma de Barcelona]

Transversalización temática en los formatos televisivos: la inclusión de la información como tendencia en los espacios de entretenimiento

Lola Bañón Castellón [Universitat de València]

Los contenidos: la clave para atraer a la audiencia joven a la televisión

Beatriz Narbaiza Amillategi [Universidad del País Vasco (UPV/EHU)]

Públicos, audiencias y socialización

El ayer y hoy de las audiencias de la televisión pública en España

Joan Enric Úbeda [Universitat de València]

Adaptación de la televisión pública al nuevo panorama audiovisual, cumpliendo con su compromiso de servicio público y orientación a la audiencia

Carmen Peñafiel-Saiz y Lázaro Echegaray-Eizaguirre [Universidad del País Vasco (UPV/EHU)]

La televisión se transforma, lo televisivo continúa: ¿qué pasa con la audiencia cuando transitamos de la tiranía del rating a la sofisticación de los algoritmos?

Guillermo Orozco Gómez y Darwin Franco Migues [Universidad de Guadalajara, México]

La representación pendiente de la cultura en la televisión de servicio público

Patricia Corredor Lanas [Universidad Rey Juan Carlos, Madrid]

Epílogo. Oportunidades y amenazas para RTVE en una etapa crítica para el sector audiovisual

Agustín García Matilla [Universidad de Valladolid]

En esta publicación hemos querido rendir homenaje a Enrique Bustamante, que siempre nos acompañó en este itinerario de vida, como gran defensor del servicio audiovisual de los medios públicos.

Introducción

Miquel Francés

En el 2008, desde la Universitat de València creamos una línea de investigación en contenidos y formatos audiovisuales con el objetivo de investigar el flujo de los mismos en la industria audiovisual y su proyección social, con la prioridad de poner en valor los contenidos del servicio público de la comunicación audiovisual. Empezamos esta iniciativa a través de una serie de debates y Jornadas CONTD (Contenidos para la Televisión Digital). Esta primera inmersión en el campo de la investigación supuso traer anualmente al primer plano de la discusión a los diferentes agentes de las emergentes industrias culturales.

Aquel momento de «encendido digital» en el cambio del milenio comportó nuevas opciones de negocio en el marco de la industria cultural televisiva, abriendo nuevos derechos y oportunidades a la ciudadanía. En este contexto, las televisiones públicas y privadas tuvieron que redefinir su posición estratégica respecto a su público, pero también en relación con sus contenidos y plataformas de distribución. Y en este sentido el sector de la producción audiovisual también adaptó nuevas rutinas de trabajo. Conceptos como multidifusión, multiplataforma, flujos en red o coproducción empezarían a tener un valor añadido. Fue un momento donde el diálogo y entendimiento entre los diferentes agentes del sector audiovisual y la Administración eran necesarios, dado que atravesábamos una crisis económica significativa. Fueron años de adaptación de formatos, modelos regulatorios y modalidades de producción que supusieron una primera redefinición del modelo televisivo. La Nueva Ley del Audiovisual, que ordenó el funcionamiento de la industria televisiva, y los Consejos del Audiovisual fueron necesarios, a fin de aglutinar un conjunto de medidas regulatorias dispersas y poder dar más transparencia a su funcionamiento.

Posteriormente, en 2015 incorporaríamos, en el marco de las jornadas CONTD, el formato de programa televisivo TVmorfosis, desarrollado por la Asociación de las Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI). Ello supuso llevar ese mismo debate al espacio educativo y cultural a través de una serie itinerante de televisión que reflexiona sobre el impacto de la convergencia tecnológica y la posterior convergencia de contenidos en la multidifusión digital, en donde la televisión acaba siendo una pantalla más del flujo disruptivo de la comunicación transmedial contemporánea.

La convergencia tecnológica permitió en un principio que la televisión encontrara nuevas plataformas de difusión, de modo que una parte de los contenidos de sus canales tradicionales acabaran migrando hacia otros sistemas de visualización. En este recorrido hemos hablado de que los contenidos siempre deberían ser prioritarios en la comprensión del fenómeno televisivo. Y también hemos destacado la importancia del talento y la creatividad en ese proceso de transición y adaptación al nuevo flujo transmedial. De esta manera, la convergencia tecnológica tuvo pronto una sucesora: la convergencia de contenidos, que empezó a romper la linealidad del flujo televisivo de las ondas hercianas para llevarnos a un flujo más disruptivo a través de la red. Un flujo que ha ido reduciendo el espectro radioeléctrico de transmisión universal en la sucesión de la aplicación de los dividendos digitales.

De hecho, en la Comunidad Europea nos encontramos ya en el Segundo Dividendo Digital, proceso por el cual se libera la banda de 700 megahercios (MHz) del espectro radioeléctrico para desplegar en ella las futuras redes de telecomunicaciones 5G, cosa que garantiza que la TDT seguirá operando por lo menos hasta el año 2030 en las mismas bandas que lo está haciendo actualmente. O sea, que no habrá ningún Tercer Dividendo Digital ni pérdida de bandas por parte de la TDT en los próximos ocho años. ¿Quiere eso decir que el espectro de difusión de la TDT acabará desapareciendo? ¿Sustituirá el 5G a la TDT? Está claro que al menos vamos a tener que resintonizar la TDT una vez más en los próximos dos años para eliminar los canales SD y quedarnos sólo con los HD. A partir de ahí, puede que nos toque comprar un descodificador o un televisor con DVB-T2, ya que, desde verano de 2019 todos los nuevos televisores tienen que llevar uno integrado, o que podamos seguir usando los DVB-T con HD actuales durante un poco más de tiempo. Parece ser que la hibridación ha venido para quedarse, y el consumo pasivo de contenidos audiovisuales se va a ir alternando con la multipantalla.

Según la metodología demoscópica actual, se indica que no decrece el consumo audiovisual en su conjunto, mientras que sí merma el consumo televisivo (lineal). Claro que hay que tener en cuenta que, a día de hoy, no contamos con una medición completa que verifique la preferencia televisiva audiovisual de los espectadores y que conjugue el visionado híbrido, con todas las posibilidades que hoy tiene la ciudadanía y en todo tipo de soportes o dispositivos.

Por todo ello hemos querido en esta publicación volver a los orígenes, haciendo una puesta de valor sobre los tres ejes medulares que marcan el epicentro de la industria audiovisual. Es decir, los contenidos con sus formatos y narrativas, la producción de los mismos con sus rutinas, modelos y regulaciones, y el público destinatario cada vez más fragmentado (prosumidor, usuario y ciudadanía). Sin dejar de tener en cuenta que en esta andadura siempre hemos centrado nuestro especial interés en los medios del servicio audiovisual público. Medios que aún continúan en ese proceso de adaptación permanente. Y, además, deben continuar buscando las estrategias necesarias para encontrar su marca de referencia y diferenciadora a partir de unos contenidos de rigor y calidad social, que compatibilicen el entretenimiento y el aprendizaje de valores en el marco de la pluralidad cultural y la diversidad social. De todo ello hemos ido dejando constancia en una larga serie de publicaciones escritas como la presente, con el objeto de trazar esa huella de vida de la evolución de la comunicación audiovisual contemporánea.

En todos los períodos históricos de especial relevancia, los medios de comunicación públicos se han mostrado esenciales en su función de suministrar una información contrastada y de calidad, aunque no siempre todos los servicios públicos han estado a la altura, y en algunas coyunturas de populismo autocrático les hayan llevado directamente al propagandismo informativo. En ese sentido, el actual conflicto de guerra de Rusia contra Ucrania podría generar la repetición de ese intrusismo progubernamental en la comunicación institucional que a veces aleja a las gobernanzas de esas obligaciones intrínsecas y propias de un estado moderno que debe velar por el derecho de garantizar a la ciudadanía una información independiente y verificada. Además, la mundialización de este conflicto podría dañar seriamente la estructura y el sistema comunicativo a escala global. Churchill apelaba que «en época de guerra, la verdad es tan preciosa que debería ser protegida de la mentira por un guardián». En nuestras sociedades democráticas, la información de guerra tiene una función esencial y es un servicio general que debe garantizar a la ciudadanía la máxima veracidad informativa. Por eso es tan importante el rigor en la profesionalidad del periodista, como el de la institución o medio para el que trabaja.

Por otra parte, la crisis pandémica propiciada por la COVID-19 ha resultado en líneas generales un revulsivo para que la veracidad informativa estuviese sometida a los procesos de verificación en los medios de comunicación pública, como un objetivo primordial del manual de buenas conductas en la comunicación pública e institucional. Esta coyuntura pandémica ha evidenciado las obligaciones de los defensores de los servicios públicos y otros medios de comunicación que han accedido a una información que afectaba al día a día de sus acciones, en un contexto histórico sin precedentes, consecuencia del confinamiento global de los ciudadanos. Por lo que la mayoría de servicios públicos han aumentado su número de horas dedicadas a la información con programas especiales en horarios de máxima audiencia para contrarrestar la desinformación relativa al virus y la COVID-19 con numerosas comparecencias de responsables políticos y sanitarios, dando preferencia al rigor de la comunicación científica.

No cabe duda que estas dos experiencias marcarán un antes y un después en la interfaz comunicativa global. Aún es pronto para vaticinar hacia dónde se pueden reorientar y adaptar las rutinas propias del sistema de la comunicación de los medios públicos y privados que deben garantizar como servicios generales una información veraz e independiente. Pero lo que está claro es que en este siglo XXI las guerras más allá del conflicto bélico también serán informáticas, a través del uso de las tecnologías de la comunicación e información en el campo de operaciones.

Ante este escenario de debilidad en la coyuntura internacional, tal vez aún sea pronto adelantar estudios y análisis, por lo que en la presente publicación nos centraremos en el análisis de las tendencias sobre los nuevos modelos de comunicación audiovisual tras la crisis vírica de la COVID-19, con el objetivo principal de establecer diagnósticos sobre la situación actual y aportar propuestas de articulación de nuevas políticas públicas en la comunicación audiovisual, en el marco de la convivencia obligatoria de la linealidad televisiva y la multidifusión digital. El estudio intenta constatar hacia dónde caminan los medios audiovisuales generalistas del servicio público televisivo en una atmósfera de caída de las audiencias tradicionales, con la coexistencia de la digitalización a través de las redes sociales y otros medios no lineales.

El presente análisis pretende introducirnos en este cambio de paradigma, que nos obliga a plantearnos otras estrategias de comunicar contenidos transmediales más allá de la televisión tradicional, por lo que los capítulos en los que se divide este libro son: modelos y tendencias del servicio público de la comunicación audiovisual actual, creación y adaptación de contenidos, y proyección de las audiencias según la estratificación social de la ciudadanía.

La publicación quiere rendir un justo homenaje al profesor e investigador Enrique Bustamante Ramírez (1949-2021) por su larga trayectoria como intelectual comprometido y su contribución al debate de la sociedad de la información, y como pionero en la investigación científica de la economía política del audiovisual y de las industrias culturales, a partir de su permanente defensa y salvaguarda del servicio público de radiotelevisión y los medios audiovisuales contemporáneos.

Y justamente esa proyección de defensa, proyección y relevancia del papel que juegan los servicios de comunicación audiovisual públicos en la actualidad es la que recogemos en este conjunto de análisis siguiendo la luz irradiadora del legado de Enrique Bustamante.

De entrada, el prólogo nos da una doble visión del legado que aportó Enrique Bustamante a la comunicación audiovisual contemporánea a través de su largo y denso recorrido biográfico de alto calado intelectual que siempre estuvo relacionado con el servicio público de los medios de comunicación radiotelevisivos desde una honestidad inquebrantable.

El primer capítulo analiza el futuro y el modelo de las televisiones públicas en Europa, con los retos de ese ecosistema audiovisual convergente, con una atención especial a las modalidades y flujos de la producción de contenidos en la televisión pública española. Y, para acabar el capítulo, destacaríamos la importancia y valoración de la transmedialidad en todo el proceso comunicativo y los avances en accesibilidad o descubrilidad a los entornos de servicios audiovisuales públicos online.

El siguiente capítulo entra de lleno en el barómetro y las tendencias en los contenidos y formatos de los medios públicos en la multidifusión digital, desde la comunicación de proximidad a los medios de cobertura internacional, dando un valor estratégico de la información televisiva en las democracias durante la crisis sanitaria de la COVID-19 y una mención especial a la transversalización de los informativos en los diferentes slots de programación, para acabar con una aproximación a los contenidos y atraer a los jóvenes al espacio televisivo.

El tercer capítulo, dedicado a las audiencias y su socialización, empieza con un estudio panorámico de la televisión pública en España ante el nuevo panorama audiovisual, en donde las televisiones públicas se enfrentan al consumo televisivo a través de dispositivos diferentes de la televisión digital terrestre, lo que supone una hibridación en el mismo concepto televisivo. A continuación, hay dos análisis sobre las tendencias actuales en el consumo de medios. Y se acaba el capítulo con un estudio en torno a la asignatura pendiente de la representación de la cultura en los medios televisivos de servicio público, con un cambio de ciclo marcado por la consolidación de las plataformas digitales como pieza fundamental que debe continuar garantizando el pluralismo democrático y su diversidad cultural.

El libro acaba con un epílogo que parte de una introducción al contexto actual de TVE y posteriormente nos transcribe una entrevista en profundidad al actual presidente de la Corporación de RTVE, en donde se repasan las oportunidades y amenazas de esta corporación en una etapa crítica para el sector audiovisual. Este epílogo concluye en la puesta en valor de la obra y legado de Enrique Bustamante en la televisión pública española como referencia a tener en cuenta en el espacio de multidifusión de contenidos actual.

Prólogos

La honestidad inquebrantable. Un recorrido por la biografía intelectual de Enrique Bustamante

Patricia Corredor Lanas

A la memoria de Enrique Bustamante, periodista y sociólogo, académico e intelectual destacado, compañero de vida añorado, amigo generoso y maestro, que imaginó la democratización de la radio y la televisión en España, y luchó por restañar esta asignatura pendiente hasta el final de sus fuerzas.

«Porque la independencia democrática, la independencia ciudadana, la independencia pública, nos obliga a depender de esos ideales de la democracia que, como la justicia, la educación, la dignidad, el respeto, la solidaridad, la verdad, la lucha contra la miseria, la tensión hacia la igualdad, no son proyectos utópicos sino horizontes sin los cuales apenas tiene sentido la vida humana.»

EMILIO LLEDÓ

La invitación de los editores para prologar esta obra, dedicada in memoriam a Enrique Bustamante, con el encargo de pergeñar una semblanza que ofrezca una visión comprehensiva de su legado, en unas líneas necesariamente apretadas y sin las necesarias referencias bibliográficas que exige un trabajo de estas características, no resulta en absoluto fácil. Y comparto con los lectores que esta proposición tropezó con mi negativa inicial. Mis reticencias estaban bien fundamentadas: ¿cómo sistematizar las reflexiones y propuestas de Enrique Bustamante, contenidas en cientos de libros, artículos, informes, conferencias y debates, tantas veces revisitados por investigadores y profesionales? ¿Cómo transitar desde el ámbito periodístico al académico y, desde ahí, al ámbito intelectual, en un itinerario de casi cinco décadas, con importantes ecos en países de Europa e Iberoamérica? ¿Cómo imbricar la gran herencia de su pensamiento en el destino de una biografía personal de orígenes humildes que, contra todo pronóstico —o quizá precisamente por ello—, deviene en faro que ilumina la perspectiva y las preocupaciones de nuestras investigaciones, y es capaz de inspirar cambios fundamentales en las políticas públicas audiovisuales en España? ¿Cómo elegir las palabras que hagan justicia y sirvan de tributo en memoria de quien, con generosidad y cariño, ha cedido su voz y su prestigio académico desde los prólogos de innumerables libros, estudios e informes de generaciones de investigadores, también de muchos de quienes firmamos ahora esta obra colectiva?

La insistencia de Miquel Francés, amigo generoso y paciente, me ha movido finalmente a aceptar su encargo, que ambos hemos reconducido hacia un propósito ciertamente más modesto, pero no exento de valor y utilidad —eso esperamos y deseamos—, para situar la presentación de esta obra en su contexto editorial y ofrecer una aproximación necesariamente sintética al legado académico de Enrique Bustamante, con el honor de contribuir a rendir tributo a un maestro y mi compañero de vida.1

En defensa de la democratización de la cultura y la comunicación

Enrique nos dejó en junio de 2021, tras un año y medio de un pulso sostenido contra el cáncer y de una incesante actividad intelectual, que mantuvo con tesón admirable hasta el final de sus fuerzas.

Un mes antes de su partida recibimos por correo certificado un paquete remitido por la Universitat de València. En su interior, un par de ejemplares del libro «La comunicación audiovisual en tiempos de pandemia», que Enrique había coordinado junto a Miquel Francés y Guillermo Orozco, y que recogía las ponencias del anterior encuentro internacional de TVmorfosisCONTD, enmarcado en el VII Congreso Internacional de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, bajo su presidencia. Enrique celebró con satisfacción el acierto de vincular el veterano congreso bianual de la AE-IC con el seminario bien consolidado de la Universidad de Guadalajara y ATEI por su «potencia intelectual y su eficacia comunicativa» —decía en su prólogo—, para concluir que «el estudio desde las ciencias sociales y las humanidades (encrucijada en la que se sitúan las ciencias de la comunicación) es esencial para movilizar la sociedad contemporánea y salvarla también en términos simbólicos colectivos, desde principios éticos, solidarios y democráticos». Este libro, en el que también tuve el honor de colaborar, fue su última incursión en un proyecto editorial.

Ese mismo día, el diario digital Diario.es publicó su tribuna de opinión mensual. Bajo el título «Investigar la libertad de expresión para defenderla», Enrique reflexionaba sobre la libertad de expresión como «clave de bóveda de la democracia», desde la convicción de que su estado y su evolución en cada país determinan en buena medida «sus conquistas y sus déficits democráticos». En el artículo traía de nuevo a la actualidad su primera obra «Los amos de la información en España» (Akal, 1982) para seguir denunciando, cuarenta años después, las amenazas de la concentración mediática y sus nexos con el poder económico y político. Y se refería al papel que el servicio público de radiotelevisión debía estar llamado a desempeñar como «antídoto principal» frente a los peligros de la desinformación, si no fuera —argumentaba en la tribuna— por la dificultad evidente de su «insuficiencia y marginación». Fue su última colaboración periodística.

La trayectoria de Enrique se cerraba exactamente como había comenzado, con la defensa de la democratización de la comunicación y la cultura como campo de batalla intelectual, en su propósito de restañar las asimetrías sociales y construir una sociedad más equitativa, con verdadera igualdad de oportunidades para todos; en definitiva, de mayor calidad democrática.

Sin el espacio temporal que sólo la vida puede materializar, Enrique no ha podido ya saludar la aparición de esta nueva compilación de los encuentros de TVmorfosisCONTD, como en años anteriores. Ni tampoco ha podido denunciar desde sus páginas las horas más sombrías de la polarización ideológica, la mordaza informativa, las fake news, el desvarío de las redes sociales y la propaganda de los gobiernos autocráticos, en este nuevo escenario de guerra híbrida atroz que masacra todo a su paso, y que interpela con urgencia al pluralismo de los medios, la independencia del sistema público de radiotelevisión, la diversidad cultural, la autonomía de la investigación académica y la movilización social como garantes de nuestras democracias modernas.

Las guerras nunca son neutrales, las ideologías tampoco. Y Enrique se habría revelado de nuevo contra la brutalidad e injusticia de la realidad comunicativa y cultural en estos días tan inciertos, y seguiría dando la batalla con honestidad intelectual, desde su inquebrantable punto de vista.

En nuestra memoria académica

Casi cincuenta años de periodismo y militancia, de docencia e investigación, dejan tras de sí un bagaje excepcional de conocimiento científico y compromiso social, que bien puede desentrañarse a partir de su prolífica producción científica y periodística. Una obra ciertamente mayor, no sólo por el incalculable volumen de sus escritos sino por el esfuerzo conceptual y teórico, histórico y empírico, que encierran sus innumerables ensayos y artículos, siempre críticos, con una escritura analítica y precisa, tan característica y personal. Pero también por su capacidad para trascender las disciplinas y temáticas abordadas e idear y coordinar proyectos de largo recorrido como la revista Telos, que subrayan el valor y la influencia de su obra en los estudios de comunicación y cultura en España y en países sobre todo del sur de Europa e Iberoamérica, donde se leen y se traducen sus trabajos, y que centrará sin duda los análisis de investigadores e historiadores en el futuro.

Las aproximaciones desde la sociología, la economía política, la teoría y el análisis del audiovisual y las industrias culturales encuentran en su obra una articulación precisa a partir de una visión integradora de las relaciones entre la comunicación y la cultura, auténtico gozne de sus preocupaciones teóricas y prácticas, pero también de sus reivindicaciones recurrentes ante el frecuente «divorcio» de estos ámbitos en la agenda de las políticas públicas de los gobiernos o de los planes de estudios en las universidades. En este marco se explica el funcionamiento de la cultura industrializada y el papel de los medios de comunicación, se cuestiona el papel que tiene o debería tener el Estado y se atiende a nuestros intercambios culturales y comunicativos en un mundo globalizado, siempre con finalidad propositiva, lo que permite finalmente declinar sus preocupaciones iniciales en un devenir perfectamente escalado hacia los nuevos desafíos, los peligros y las amenazas de la comunicación y la cultura en la era digital, con la ambición concreta de influir de las políticas públicas y las estrategias de los grupos privados.

El legado intelectual de estas aportaciones no podría calibrarse en toda su dimensión sin la perspectiva desde la cual Enrique abordó todas ellas, al privilegiar la transferencia a la sociedad del resultado de sus análisis para mejor sustentar las decisiones democráticas. Siempre, además, desde el compromiso inequívoco con los clásicos derechos humanos y los nuevos requerimientos humanistas de la sociedad del conocimiento (los derechos humanos apellidados de 4ª generación), el pluralismo ideológico y la diversidad cultural, la neutralidad de la red, el acceso universal a los dispositivos, las redes digitales y los contenidos simbólicos que circulan por ellas. Y con el respeto y la solidaridad hacia los otros pueblos y la cooperación horizontal comunicativa y cultural entre sociedades, etnias, lenguas, diásporas, géneros, etc.

Resulta imposible referenciar aquí la bibliografía de Enrique en toda su amplitud, ni tampoco es el objeto de este prólogo. Pero se puede constatar que la línea central de su pensamiento y algunas de sus principales preocupaciones y reflexiones están bien ejemplificadas en sus libros (solo y en coautoría) publicados por Gedisa. La fructífera relación durante más de dos décadas con esta editorial ha permitido alumbrar proyectos que desbordan ampliamente la mera concepción de las novedades bibliográficas como algo aislado, tan común en la dinámica académica acelerada actual.

• En su catálogo personal se incardinan, en primer término, sus reflexiones en el ámbito de la economía política de la televisión con dos de sus obras mayores. «Historia de la radio y televisión en España. Una asignatura pendiente de la democracia» (Gedisa, 2013), la revisión actualizada de su primera edición de 2006, que tiene su origen en un encargo de la prestigiosa editorial RAI/IERI de la radiotelevisión pública italiana. El libro compone un exhaustivo análisis («una detallada radiografía») de los cambios en la radio y televisión desde su nacimiento, en su contexto político y económico, pero también en el marco de las políticas culturales y comunicativas en España. Una reflexión en la que cobran fuerza los debates políticos, los avances y retrocesos normativos, la evolución de los sectores de la radio y la televisión en el mercado o las prácticas en la programación. Y que, de alguna forma, viene a corroborar de manera empírica las tesis iniciales sostenidas en su obra anterior «La televisión económica. Financiación, estrategias y mercados» (Gedisa, 1999), como demostración de la progresiva dominación de la visión económica sobre las perspectivas políticas o culturales de antaño.

• En segundo término, la investigación sobre las industrias culturales, una labor emprendida de manera pionera en nuestro país por Enrique Bustamante y Ramón Zallo («Las industrias culturales en España», Akal, 1988), encuentra su desarrollo ulterior en dos obras importantes, que deben ser destacadas: «Comunicación y cultura en la era digital» (Gedisa, 2002) y «Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación» (Gedisa, 2003), con sendos análisis empíricos de las transformaciones, profundas y sustanciales, de las industrias culturales mercantilizadas y de sus derivaciones en la era digital. Ambos libros, resultado del trabajo de un amplio equipo de investigación, se enmarcan en un proyecto de colaboración editorial más amplio, impulsado en el marco del Laboratorio de la Fundación Alternativas —think tank de pensamiento progresista—, bajo la dirección de Enrique, que albergó posteriormente la colección «Alternativas», con análisis, reflexiones y propuestas sobre la televisión, los medios de comunicación o las políticas culturales. Y que, finalmente, dio lugar a la serie de Informes sobre el estado de la cultura en España (Fundación Alternativas, 2011-2021), coordinada por Enrique ya desde el Observatorio de Cultura y Comunicación, y que tuve el privilegio de acompañar durante más de una década como miembro de su equipo de investigación.

• El progresivo desplazamiento del discurso dominante hacia dimensiones más ideológicas y mercantiles de la cultura tiene su réplica en «Las industrias creativas. Amenazas sobre la cultura digital» (Gedisa, 2011) que, en mi opinión, es un precedente relevante no sólo por el valor indiscutible de la revisión crítica del propio concepto al que Enrique ha prestado una atención especial en sus reflexiones, sino por la conjunción de los autores de los textos. Junto a Enrique Bustamante, Philippe Bouquillon, Nicholas Garhnam, Bernard Miège, Pierre Moeglin, Giuseppe Richeri, Philip Schlesinger, Gaëtan Tremblay y Ramón Zallo. Una generación irrepetible, excepcional, de intelectuales comprometidos, que vuelven a coordinarse en una obra conjunta tres décadas después de sus primeras coincidencias en redes de investigación europeas comunes.

• Por último, la preocupación de Enrique por la cooperación cultural y comunicativa con Latinoamérica, un ámbito de investigación que ha centrado sus reflexiones desde la década de los años 80, con la puesta en marcha de iniciativas institucionales y la creación de estrechos vínculos personales con destacados investigadores latinoamericanos, encuentra su espacio destacado en el libro colectivo reciente «Agenda Digital para la TV pública en Iberoamérica» (Gedisa, 2019), coordinado por Guillermo Orozco y Gabriel Torres Espinoza. La creación de un espacio audiovisual iberoamericano, tan presente en los discursos oficiales durante años, pero con tan pobres resultados constatables, adquiere con esta iniciativa una dimensión que Enrique valoró con gran interés.

En nuestra memoria de afectos personales

La noticia del fallecimiento de Enrique ha llenado de dolor y consternación a nuestra comunidad científica. Los mensajes de condolencias han inundado los espacios de las redes sociales académicas. Y los obituarios en los medios de comunicación han recogido en sus páginas las grandes aportaciones del «sabio» Enrique Bustamante («un buen ciudadano», escribió Joaquín Estefanía) y su decisiva contribución para la democratización del servicio público de radio y televisión.

Los homenajes in memoriam de Enrique, con la participación de amigos muy queridos y, a la vez, destacadas figuras de la comunicación y la cultura de España, Europa e Iberoamérica, han dejado testimonios de profunda tristeza pero también de gran solidaridad y emotividad, que hablan de su honestidad intelectual e integridad insobornable, inteligencia, tolerancia y defensa del diálogo, capacidad de trabajo, agudeza en la ironía, gran cordialidad y enorme generosidad.

Tras las huellas de su legado ha quedado de relieve su trayectoria como intelectual comprometido y su contribución al debate de la sociedad de la información en España, su fructífera actividad investigadora durante más de cuarenta años, su papel pionero en la investigación científica de la economía política del audiovisual y de las industrias culturales, su compromiso con la docencia y su papel como creador de escuela, su contribución decisiva para la democratización del servicio público de radiotelevisión, su capacidad incontestable para crear espacios de reflexión y debate y su actividad incansable para articular iniciativas institucionales destinadas a impulsar la investigación de calidad y tender puentes de cooperación cultural con Europa e Iberoamérica.

Comparto con los lectores que Enrique se habría sentido abrumado por tantas muestras de admiración y reconocimiento. Pero, también, profundamente honrado y agradecido por los innumerables gestos de sincero afecto y cariño. Enrique jamás se vanaglorió de nada, pero atesoraba sus relaciones de amistades personales como algo verdaderamente valioso.

Enrique reverenciaba la vida. Cada día era para él una oportunidad maravillosa para explorar y agotar todas sus posibilidades infinitas. Y, cada día, yo me sigo preguntando cómo es posible que la vida académica, nuestra vida académica, continúe ya sin él. Pero, al final de cada día, encuentro siempre la misma respuesta: quizá después de todo, las personas extraordinarias como Enrique son capaces de conquistar la alquimia de una cierta clase de permanencia entre nosotros. Al menos, entre las personas que le conocimos y le amamos, y en el mundo que Enrique ciertamente conquistó: nuestra memoria académica y nuestro corazón de afectos profundos y cariño. En todas las personas, en definitiva, que seguimos encontrándole en sus libros, en las causas por las que él luchó, y que encontramos en su ejemplo nuestra inspiración para seguir adelante con integridad, responsabilidad y honestidad.

La Cala de Mijas, marzo de 2022

1. Conocí personalmente a Enrique Bustamante durante el curso académico 1993-94, coincidiendo con su designación como vicerrector en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En aquel momento, la Universidad Complutense me seleccionó en un concurso público para cubrir la vacante que dejaba en su asignatura Empresa de Televisión. Juntos hemos compartido proyectos de colaboración académica e investigadora, pero también un proyecto de vida personal en común. Aun a riesgo de la subjetividad que emana de una cercanía tan estrecha, las consideraciones que se recogen en este texto pretender servir de reflejo fiel de la honestidad intelectual de una persona ciertamente extraordinaria, que deja tras de sí un legado insustituible en nuestra memoria académica pero también en nuestra memoria sentimental de afectos personales profundos.

Una vida entregada al servicio público. In memoriam de Enrique Bustamante

Pedro Soler Rojas

Al amigo que se fue y al referente de vida que siempre estará conmigo.A quien permanecerá en la memoria cuando nos atrape el olvido.Gracias, Enrique

¿De qué sirven los principios si no te aferras a ellos cuando te resultan inconvenientes?

Pues hablar de Enrique es eso, hablar de una persona que mantuvo su independencia y sus principios cuando lo más sencillo habría sido renunciar a ellos, o hipotecarlos un poquito, lo justo para ser más premiado o, quizá, para haber formado parte de ese grupo de personas privilegiadas que alcanzan el poder.

Enrique tenía un don para abarcar el conocimiento y podía haber conseguido cualquier cosa que se propusiera, pero siempre tuvo muy claro que no iba a traicionarse a sí mismo. Y no necesitaba el poder, porque convirtió sus principios en una fuerza demoledora para cambiar las cosas.

Muchas personas íntegras, como lo fue Enrique —gracias a todas ellas por hacer que el mundo no se derrumbe del todo— pagan un alto precio personal y profesional, terminan hundidas bajo el peso de su propio esfuerzo y acaban olvidadas en unos recortes de prensa.

Eso no sucedió con Enrique. Los grandes luchadores no tienen tiempo para lamentaciones y así, cuando una batalla se agotaba, tocaba reflexionar, analizar lo que había fallado con mentalidad de estratega, y volver al trabajo y a la lucha, porque sólo quien resiste vence de veras.

Mi relación con Enrique ha girado siempre en torno a la defensa de los medios públicos. Y a ese trocito de historia que Enrique contribuyó a mejorar voy a referirme ahora.

Años convulsos

Conocí personalmente a Enrique el año del apocalíptico efecto 2000, que nunca llegó a producirse; de hecho, ese año la selección española volvió a quedarse en cuartos, y Messenger y los teléfonos móviles estaban causando furor.

Por aquellos años, España vivía un periodo social muy convulso y RTVE se vio envuelta en una espiral de manipulación informativa que hizo que personas como Enrique y muchas plataformas sociales y profesionales nos movilizáramos en la defensa del derecho fundamental a una información veraz. Y, desafiando las voces de desánimo, dimos un paso más. Desde el colectivo AIDEKA, integrado por académicos y profesionales de la comunicación, promovimos una demanda por manipulación informativa contra la dirección de RTVE.

En el imaginario colectivo quedaron las famosas siglas de CC.OO. pronunciadas de forma despectiva por el director de Informativos de TVE, Alfredo Urdaci, cuando se vio obligado a leer la sentencia que condenó a este medio público por vulneración de derechos fundamentales y manipulación informativa durante la huelga general del 20J de 2002.

Aquella sentencia de la Audiencia Nacional se convirtió en el catalizador de la gran mentira y fue decisiva para que el Gobierno de Zapatero abordara la primera gran reforma de RTVE apoyada en el dictamen de un «Consejo de sabios», que fue presidido por Emilio Lledó y pilotado por Enrique Bustamante.

El dictamen

Los nueve meses de elaboración del dictamen fueron ilusionantes, pero también muy complicados. Y es que, al nombrar al «Consejo de sabios», quienes pensaban que iban a poder influir en sus conclusiones olvidaron dos pequeños detalles: que aquel grupo era independiente y que allí estaba Enrique Bustamante.

El dictamen abundaba en propuestas de calado sobre gestión, financiación, derecho de acceso y una independencia de RTVE que no entusiasmaban a ciertos sectores privados y mediáticos, ni a la SEPI, ni, como era de esperar, a un sector del Gobierno socialista. Hubo ataques y presiones mediáticas y políticas, dirigidos particularmente a Enrique, que no cedió ni una coma en las audaces propuestas que contenía el dictamen para regenerar el servicio público de comunicación estatal.

De aquel periodo hay dos artículos que he rescatado:

En el primero, titulado «Ni tan sabios ni tan necios»,2 Enrique contestaba así a los ataques furibundos que había recibido el Consejo:

Junto a periodistas y medios de honda raigambre franquista, que no soportan unos medios públicos definitivamente libres de sus manos, se situaban neoliberales extremistas que no ocultaban su burda idea de que «la mejor radiotelevisión pública es la que no existe», y grupos oportunistas que esperaban la subasta de RTVE en su beneficio.

Y en otro artículo titulado «RTVE: nuestra doble alma escindida»,3 dejaba este recadito para un sector del Gobierno:

El Gobierno socialista actual muestra ahora también su doble alma [...] La primera, impulsada desde La Moncloa, bajo la presión de los sindicatos y de los grupos parlamentarios de izquierda, camina por el Parlamento para regenerar un servicio público fuerte para la Sociedad de la Información. La segunda, movida desde la SEPI, sólo aspira a que el Estado pague poco, aun a costa de debilitar profundamente el papel de RTVE como motor de la transición digital. Esperemos no tener que lamentar durante años la preponderancia de esta última en tal pugna «espiritual».

Conviene recordar que, aunque no se aplicó en su totalidad, aquel dictamen fue clave en algunas reformas que RTVE necesitaba y que se aplicaron en la Ley de 2006, como la elección del presidente por mayoría reforzada, el Estatuto de informativos o la prohibición de externalizar servicios esenciales. Quienes llevamos décadas en RTVE sabemos que aquello se tradujo en la etapa de mayor libertad en la historia de RTVE y que significó también uno de los momentos culmen en la trayectoria de Enrique.

La contrarreforma

Como suele ocurrir en política, las cosas bonitas no duran mucho. Y llegó la contrarreforma de 2010 con la asfixia económica y las concesiones a las cadenas privadas, y luego el cambio de Ley que decretó el Gobierno del PP para que el nuevo director general pudiera ser elegido por mayoría absoluta (2012).

Teledetodos

Así, en una década, la televisión pública volvió a depender del Gobierno, dejó de ser un referente informativo, cosechó pérdidas y cedió la mitad de la audiencia.

En esos momentos, Enrique y quienes le acompañamos teníamos muy claro que había que trasladar el debate académico a la esfera pública y que ya no bastaría con hacer grandes informes si éstos no iban acompañados de un activismo social y una implicación de todos los que pensamos que la comunicación de servicio público es una columna vertebral de la democracia y un derecho social equiparable a la educación y la sanidad.

Así que fundamos Teledetodos.es, un grupo de estudios que agrupó a centenares de personas del mundo académico y profesional y a plataformas civiles en defensa de los medios públicos.

Como la revolución digital avanzaba muy deprisa, había que actualizar el dictamen de 2005. Y ahí estaba otra vez el Enrique, tozudo y brillante, para cohesionar al grupo en reuniones maratonianas de debate, que hicimos en casa durante más de un año, y que se tradujo en otro informe al que llamamos Un nuevo modelo para un tiempo nuevo (Teledetodos, 2015).

Ese modelo que ha sido utilizado en decenas de investigaciones y tesis propone un pacto social para regenerar el servicio público, da un salto cualitativo en la transformación digital, en los mecanismos de participación ciudadana y en cómo articular las radiotelevisiones autonómicas y locales mediante un sistema federalista similar al de la cadena alemana ZDF.

El concurso público

Y me vengo a la historia reciente de Enrique. Esos últimos años en los que, a pesar de estar gravemente enfermo, continuó más firme que nunca en la defensa del servicio público. Y es que después de 20 años y de un trabajo titánico por la independencia de RTVE, el concurso público para la elección del presidente había llegado al Congreso y parecía al alcance de la mano.

Enrique formó parte, como secretario, del Comité de expertos que debía evaluar a los candidatos al concurso público mientras, desde Teledetodos hacíamos lo imposible para que ese milagro saliera adelante.

Como muchos sabéis, rozamos el larguero. Pero, en cuanto algunos partidos políticos vieron el alcance de lo que supondría el concurso público en términos de independencia de RTVE, los resortes del poder se pusieron en marcha.

Finalmente, las calificaciones de los expertos no fueron respetadas y el Gobierno socialista volvió al triste reparto de cuotas que tanto daño ha hecho a RTVE a lo largo de su historia. No podemos ocultar que, en ese momento clave para el futuro de RTVE, tanto Enrique como los que habíamos peleado junto a él, nos sentimos traicionados y decepcionados por la conclusión del proceso.

Pero, si alguien piensa que Enrique tiró la toalla después de esto, se equivoca. «No hay que desanimarse», me decía ya avanzada su enfermedad: «avanzar y retroceder, caer y levantarse es lo que precede a todos los grandes cambios. Esto no se ha terminado. Hay que seguir peleando».

Enrique murió poco después de ser elegido el nuevo presidente de la Corporación RTVE. Conociéndole, ahora estaría con la misma mirada crítica, liderando nuevos informes sobre la Ley General Audiovisual, el mandato marco y el contrato programa, publicando artículos y sacando un rato para disfrutar del sol del atardecer en su Málaga natal. Estaría levantando muros contra los farsantes y edificando un futuro de cambio y de esperanza. Estaría animándonos en el fracaso y recordándonos que en la vida no hay mayor éxito que seguir el camino correcto.

Brunete, marzo de 2022

2. Véase Enrique Bustamante, «Ni tan sabios ni tan necios», El País 6/4/2005.

3. Véase Enrique Bustamante, «RTVE: nuestra doble alma escindida», El País 8/6/2006.

Estructura, modelos y tendencias

El futuro de las televisiones públicas en la Unión Europea: ¿qué modelo será el dominante?

Carmina Crusafon

Resumen: Las televisiones públicas en la Unión Europea se encuentran en un momento de transformación. Los retos de la digitalización se unen a la necesidad de redefinir los mandatos de servicio público. Se observan distintas trayectorias entre los diferentes países miembros. Asimismo, existe un factor adicional: el desarrollo del Mercado Único Digital (MUD), que pondrá en el centro del debate cuál debe ser el modelo de financiación y de mandato de servicio público. Este capítulo analiza cómo están evolucionando los principales operadores públicos europeos y de qué manera influye la política digital europea en su desarrollo. El objetivo será analizar la evolución de los modelos europeos e identificar si se establecerá un modelo dominante; o, por el contrario, convivirán una diversidad de ellos.

Palabras clave: televisión pública, digitalización, financiación pública, audiovisual, Unión Europea.

Introducción

Las televisiones públicas son parte esencial del espacio audiovisual europeo. Su protagonismo ha ido evolucionando con la transformación digital que están viviendo los medios de comunicación. Durante décadas fueron los actores centrales en el escenario, mientras que ahora su presencia está condicionada por diferentes factores ante la abundante oferta de contenidos que existe dentro de la Unión Europea (Donders, 2021). A pesar de que los datos de la UER (2021a) siguen otorgando cierto protagonismo a las cadenas de televisión pública con un 61% de los ciudadanos europeos consumiendo sus contenidos cada semana, estas corporaciones se encuentran en un momento de redefinición a causa de la pérdida de confianza en los medios tradicionales (UER, 2021b).

La Unión Europea ha vivido en las dos últimas décadas un proceso de digitalización completo, primero con el tránsito del sector analógico al digital, que se produjo en los primeros años de la década de 2010, y luego, una pérdida de protagonismo de la televisión tradicional frente a la llegada de las plataformas de streaming de vídeo, conocidas como OTT, con Netflix a la cabeza. Además, el despliegue del 5G en el conjunto de la UE ha obligado a diseñar una nueva política de espectro para implementar lo que se conoce como el segundo dividendo digital (Crusafon, 2019). Por otro lado, las empresas públicas audiovisuales se enfrentan a la obligación de renovar sus mandatos y contratos de programas, objetivo que pasa, necesariamente, por adecuar plenamente su misión de servicio público a este contexto digital.

Este proceso tecnológico ha obligado a las corporaciones públicas a poner al día diferentes estrategias de distribución multiplataforma y de despliegue de recursos digitales. Su evolución ha seguido cinco diferentes etapas, como señala Donders (2019), que van de una primera fase experimental, seguida de otra del pánico, la de expansión, la de consolidación y la de madurez. En cada una de ellas se intenta adaptarse a las necesidades de los mercados digitales y de las demandas de los ciudadanos, aunque no siempre con estrategias bien fundamentadas.

En paralelo, la Unión Europea ha desplegado su estrategia de consolidación de lo que se conoce como el Mercado Único Digital (en adelante, MUD), que establece objetivos para todos los sectores económicos, entre los que también se encuentran el audiovisual. Su implantación obligará a definir nuevas dinámicas en los mercados y, sobre todo, pondrá encima de la mesa la necesidad de establecer nuevos modelos de financiación del audiovisual público, que pueden determinar su subsistencia o no.

La financiación de las corporaciones públicas audiovisuales europeas se compone de diferentes vías de ingresos. Por un lado, la financiación pública es la primera fuente de ingresos para los medios de comunicación públicos audiovisuales, lo que les permite planificar, invertir en contenido de calidad a largo plazo e innovar. En términos generales, la financiación pública puede recaudarse a través de un modelo de tarifa de licencia canon o un impuesto de medios personal adicional, que después se separa de los fondos del gobierno general. Las otras fuentes principales de ingresos públicos son las subvenciones directas y subvenciones gubernamentales. La mayoría de las organizaciones de medios de servicio público también dependen de los ingresos por publicidad u otras actividades comerciales para complementar su financiación.

En términos generales, el nivel de financiación del audiovisual público ha sido muy estable en los últimos años. La financiación acumulada de los medios públicos se redujo únicamente un 0,1% entre 2015 y 2019, y los recursos totales del PSM se redujeron de 32.800 millones EUR en 2015 a 32.650 millones EUR en 2019 para todos los miembros de la UER. Disminuyó ligeramente durante el período 2015-2019, de 32.880 millones EUR en 2015 a 32.650 millones EUR en 2019. En 2019, los ingresos por derechos de licencia fueron la principal fuente de ingresos de los medios públicos europeos, proporcionando el 59,9% de los ingresos totales de PSM. Los fondos públicos directos del presupuesto del Estado supusieron el 17,7%. En la UE, los ingresos comerciales representaron el 18,9% de los ingresos de las corporaciones públicas (UER, 2020).

Partiendo de este contexto, este capítulo aborda el futuro de las televisiones públicas. Por un lado, analiza los aspectos vinculados a cómo afecta el despliegue del MUD en cuanto al sector audiovisual y analiza la evolución de los modelos que se observan como los dominantes. Por otro, se focaliza en la financiación como el elemento central para determinar cualquier transformación de los medios públicos. Pone especial atención a la situación de dos modelos que tradicionalmente han marcado la evolución del mercado europeo: los países nórdicos y el británico. Ambos sirven de pauta para prever cuál podría ser el modelo dominante en el resto de los países.

Los datos que se aportan en este capítulo son el resultado de las investigaciones realizadas dentro del proyecto financiado CSO2017- 82277-R,4 que ha permitido realizar un análisis pormenorizado de los diferentes países, pudiendo identificar los elementos más relevantes de cada uno de ellos.

El mercado único digital europeo y la televisión de servicio público

La Unión Europea ha hecho una apuesta clara por digitalizar su economía en todos sus ámbitos. Uno de los elementos centrales esla estrategia del Mercado Único Digital (Comisión Europea, 2016) que busca generar oportunidades digitales para personas y empresas, mejorando la posición de Europa como referente mundial en economía digital, además de impulsar el desarrollo de un acceso rápido y ultrarrápido a Internet y las aplicaciones interoperables (Comisión Europea, 2010: 3). Este rol estratégico otorgado a las tecnologías de la información y la comunicación implica la adaptación de los múltiples actores que usan las redes como canales de transmisión e interacción con los ciudadanos.

El Mercado Único Digital ha obligado a las instituciones europeas a establecer directrices concretas que afectan a todos los sectores económicos de los diferentes Estados miembros. La televisión también queda plenamente concernida por esta estrategia y su futuro está directamente ligado a la consecución de sus objetivos. En el marco del MUD, la televisión se enfrenta a grandes retos que podemos analizar en tres dimensiones principales e interrelacionadas: la tecnológica, la económica y la social.

Los desafíos tecnológicos están vinculados a la gestión del espectro radioeléctrico. La liberalización de la banda 700 MHz es la puerta de entrada a la tecnología 5G. Esta decisión afectará a la TDT y a su futuro. Se ha establecido una garantía de su supervivencia hasta el año 2030, pero existen dudas sobre qué podría pasar más allá del 2025. En el ámbito económico, la radiodifusión tradicional mantiene un importante papel en la UE, tanto en términos de audiencia e ingresos como en inversiones. Se calcula que el negocio de la TV representa cerca del 30% de los ingresos totales del sector audiovisual (Comisión Europea, 2016b: 2). No obstante, constantemente surgen modelos empresariales que amplían las actividades a los nuevos entornos en línea. Estos nuevos operadores, que ofrecen contenidos audiovisuales a través de Internet (por ejemplo, proveedores de vídeo a petición y plataformas de distribución), aumentan su presencia, compitiendo por los mismos sectores de público que la televisión convencional. Finalmente, en la vertiente social también se identifican retos importantes. El nuevo escenario audiovisual digital obliga a las televisiones públicas a revisar su misión de servicio público y su mandato democrático. Esta adaptación debe pasar por ampliar su estrategia hacia la comunicación multipantalla, incrementar su transparencia y rendición de cuentas, así como poner el centro de interés en la contribución a la ciudadanía.

La estrategia para el Mercado Único Digital se basa en tres pilares: ofrecer mejor acceso de los consumidores y las empresas a los bienes y servicios digitales en toda Europa; crear un entorno con las condiciones adecuadas y equitativas para que florezcan las redes digitales y los servicios innovadores, y maximizar el potencial de crecimiento de la economía digital (Comisión Europea, 2015). Estos objetivos están resultando en una serie de propuestas legislativas establecidas como prioritarias, específicamente en los temas de comercio electrónico, derechos de autor, servicios audiovisuales y de medios, revisión de telecomunicaciones, privacidad electrónica, armonización de derechos digitales, etc.

En esta evolución del MUD se han establecido las bases para un acceso transfronterizo y de portabilidad de los servicios audiovisuales, así como el establecimiento de las licencias multiterritoriales y la transparencia de las bases de datos y metadatos. Este proceso de digitalización quiere sentar las bases del mercado único europeo de la televisión, cuyas normas comunes se basan en un control del tiempo publicitario, promoción de los contenidos de origen europeo y una protección al menor. Asimismo, se han establecido las bases para consolidar un Mercado Único Digital de contenido (con acceso a la portabilidad dentro de todo el territorio europeo), la promoción del pluralismo y la diversidad mediática, así como un nuevo marco regulatorio del copyright.

Como parte de esta estrategia digital se ha realizado una actualización de la Directiva de Servicios de Comunicación Audiovisual para lograr un mayor equilibrio de las normas que se aplican actualmente a las empresas de radiodifusión tradicionales, a los proveedores de vídeo a la carta y a las plataformas de intercambio de vídeos. La nueva directiva adapta la normativa al nuevo escenario digital preservando las bases del espacio audiovisual europeo.

En este contexto digital, la radiodifusión pública debe seguir de­sempeñando una función diferenciada con respecto a los medios comerciales. Es posible que las audiencias no siempre la prefieran, pero los medios públicos deben ser valorados en la medida en que representen una fuente fiable de información sobre eventos y procesos que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos. Las plataformas de televisión públicas deben contribuir al conocimiento y a la acción pública, de ahí que su objetivo debe todavía ser que los ciudadanos valoren y aprecien la oportunidad de poder beneficiarse de estos medios de comunicación públicos cuando los necesitan (Lowe y Steemers, 2012; Lowe y Martin, 2014).

Las políticas de comunicación dirigidas a consolidar el papel de la televisión pública en el MUD deberían contribuir a mantener una estructura de canales financiados por los contribuyentes, apoyados por los usuarios y con una clara misión de inclusión y participación social. Desde este punto de vista, se insiste en la necesidad de volver a los principios «fundacionales» del servicio público, pero ahora en un contexto proactivo basado en los derechos a la comunicación, que se actualizan con elementos como la neutralidad de la red y el acceso a las plataformas de redes sociales (Aslama y Nieminen, 2016).

La evolución del modelo de televisión de servicio público en la Unión Europea: tres fases

La digitalización del sector televisivo en la Unión Europea es un proceso que se inicia a principios de los años 2000 y que ahora a inicios de la década de 2020 se encuentra en una fase avanzada, que debe enmarcarse en la estrategia del MUD. Para entender la situación actual es necesario hacer referencia a la evolución que se ha producido en este sector comunicativo. La investigación sobre las televisiones públicas europeas pone de manifiesto que el modelo europeo ha seguido una evolución en la que han dominado diferentes vectores de cambio: el tecnológico, el de mercado y el social cívico. De hecho, sus efectos permiten identificar tres etapas que ayudan a localizar la fase en la que se encuentra cada país y sus corporaciones públicas audiovisuales. En este epígrafe se explicarán los elementos centrales que componen cada fase, como muestra la figura 1.

Figura 1.El marco de análisis de la televisión de servicio público.Fuente: LOCALCOM (2018).

En la primera fase, la tecnología se convierte en el motor del cambio. Se trata del inicio del proceso de digitalización que impulsa una primera transformación de las corporaciones audiovisuales públicas. La introducción de la tecnología digital es de carácter instrumental y obliga a un cambio de los equipamientos técnicos y del sistema de distribución de la señal televisiva. Se trata de un cambio obligatorio y establecido por la Comisión Europea y bajo los parámetros de las indicaciones comunitarias. Además, originalmente tenía una fecha inicial de cierre de las emisiones analógicas, que se fijaba en el año 2012. Esto resultaba en un proceso de digitalización que culminaba con el apagón de la televisión analógica y el inicio de las emisiones de la televisión digital terrestre (TDT). Temporalmente esta etapa se puede situar en el periodo entre el año 2005 y el 2012. A su vez, en paralelo va tomando protagonismo todo el proceso de plataformización del sector audiovisual en el contexto internacional, que se inicia con el desembarco de Netflix en 2012 en territorio europeo, con la llegada primero al Reino Unido y posteriormente a otros países como en el caso de España en el 2015. Durante este periodo se observa que las televisiones públicas están centradas en la dimensión tecnológica y sus estrategias tienen como objetivo principal el despliegue de la tecnología digital, que permita asegurar que su señal pervive en el escenario digital a través de la distribución por medio de distintos canales (Crusafon, 2017).

En la segunda fase, la dimensión de mercado toma protagonismo. Se produce en paralelo al despliegue de la estrategia de Europa 2020, con un énfasis en el desarrollo del MUD. Temporalmente esta fase se sitúa entre 2012 y 2018. Durante este periodo se producen cambios importantes en el consumo audiovisual de los usuarios europeos y la televisión tradicional va perdiendo su protagonismo en el ecosistema mediático en favor de la oferta de contenidos digitales. Asimismo, el consumo a la carta y a través de internet y redes sociales se convierte en la opción preferida sobre todo para los grupos de edad más jóvenes. A su vez, esto tiene un impacto directo sobre el mercado publicitario y las corporaciones televisivas empiezan a ver disminuidos sus ingresos comerciales, porque esta inversión publicitaria quedará en manos de dos gigantes tecnológicos, Google y Facebook.

Este cambio de escenario sitúa en el centro del debate la necesidad de replantear la financiación de los medios públicos. De hecho, en varios países europeos, supone que se cuestiona el principio sobre el que se había sostenido tradicionalmente la televisión pública, que es lo que se conoce como ‘falla de mercado’ (market failure) y en paralelo, se une al impacto del neoliberalismo en el mercado, propiciado por los cambios en el consumo audiovisual. Coincide a su vez con una actualización de los sistemas de financiación de los medios públicos nórdicos, que los adaptan a los usos televisivos más individuales frente a los anteriores, que eran más colectivos y familiares.

El concepto ‘falla de mercado’ (market failure