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Una breve antología de los más prominentes textos liricos del poeta, periodista y editor cubano Norberto Codina. El mundo contemporáneo y sus asuntos, el amor, los peligros, la vida social, el compromiso meridiano con los valores de la condición humana. Lugares comunes, desde su mismo título marcado por una autentica humildad, nos avisa de la humanidad y la sencillez autentica que recorre estos poemas. Sin afeites, sin afectaciones inútiles, el poeta entrega lo mejor de sí, a través de la palabra plena de resonancias de la cultura y la información y de la gracia del hombre común. Poesía esta digna de un tiempo que nos marca y nos define como habitantes del mundo pletórico de la información y la cultura que coexiste con el silencio y la barbarie del mundo contemporáneo, del que la poesía da noticias y echa luz sobre la redención y la esperanza a pesar de todo. Poesía eficaz, limpia, hermosa, esta de Lugares comunes.
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Seitenzahl: 62
Veröffentlichungsjahr: 2023
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edición auspiciada por
el festival internacional de poesía de la habana,
el instituto cubano del libro
y el movimiento poético mundial
Diseño de cubierta: Elisa Vera Grillo
Diseño interior y diagramación: Onelia Silva Martínez
Coordinación editorial: Yanixa Díaz / Katy D’Alfonso / Gladys Martínez
© Norberto Codina, 2022
© Colección Sureditores, 2022
ISBN: 9789593023160
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Centro Cultural CubaPoesía
Casa del Alba Cultural
Línea No. 556 esq. a D
El Vedado, 10400 La Habana, Cuba
colección sur
dirigida por alex pausides
http//www.cubapoesia.cult.cu
http//www.palabradelmundo.cult.cu
http//www.festivaldepoesiadelahabana.com
Para Gisela y Jimena
Para Alberto Rodríguez Tosca
Mira la máquina del mundo,
cómo tiembla en su convexa pesadumbre
Virgilio (Eglóga IV)
La primera versión de esta antología apareció gracias a los auspicios de la Fundación Casa de Poesía y la Universidad de Costa Rica. Su selección la hice en confabulación con tres amigos de larga data, durante años lectores culpables de mis versos sobre los que han escrito y comentado en más de una ocasión, y por más señas voces autorizadas como críticos, a saber: Enrique Saínz, Arturo Arango y Rafael Acosta de Arriba.
Para la presente edición, pensada para exorcizar el arribo sosegado de mis primeros setenta —o “a los dos veces treinta y cinco”, al decir ilustrado y gozoso de Nicolás Guillén—, agregué el generoso prólogo que me regalara en su momento el entrañable amigo y recordado escritor que fue, y es, Alberto Rodríguez Tosca; a lo que se suman las palabras y la complicidad de un camarada de años: el admirado poeta venezolano Gustavo Pereira. Y sumé como complemento un manojo de poemas inéditos, y de contrabando unos pocos textos de libros anteriores no incluidos en la primera publicación, de ahí el título reformado del actual volumen.
Agradezco a cada uno de los que de una forma u otra colaboraron para divulgar estos poemas. A Alex Pausides y a su empeño editorial; al fraterno Gustavo; nuevamente a Enrique, Arturo, Rafael; a Lisandra Fernández Tosca; y en especial a Albertico, en la memoria misericordiosa de la amistad.
El autor
El Vedado, diciembre de 2021.
Alberto Rodríguez Tosca
(Artemisa, 1962-La Habana, 2015)
¿Dónde se encuentra,
en qué pasado remoto y familiar,
esa casa encendida,
cuya esencia es el tiempo, el azar, las dudas?
N. C.
Norberto Codina es venezolano, Norberto Codina es cubano, Norberto Codina es poeta. Entre esas tres condiciones, que entre el Cristo y escoja. Yo escojo al poeta, y al amigo. Pero no es el amigo del poeta quien redacta estas líneas, sino el lector. Un lector que ha convivido con la poesía de Norberto Codina desde su primer libro (A este tiempo llamarán antiguo, 1974) hasta el último (El leve viaje de la sangre, 2014), pasando por los poemas inéditos que aparecen en esta colección.
Cuarenta años en intermitente pero siempre intenso contubernio con la poesía. En el prólogo a su libro Convexa pesadumbre, escribí en el ya remoto octubre de 2005: “So pena de ser confinado de inmediato a cursilería perpetua en cárcel de máxima teatralidad, me atrevería a afirmar que, entre los libros-lagunas (donde no pasa absolutamente nada), los libros-cataratas (donde todo se desborda a borbotones) y los libros-mares (donde todos lo deciden las mareas: altas, bajas, medianas, siempre con algo de catarata y algo de laguna), el de Codina pertenece a la estirpe de los libros-ríos”.
Poemas-ríos son los se leerán en estas páginas. Como tímidos valses rumorosos, desfilan por ellos la familia, los amigos, la casa, la ciudad, los vecinos, la infancia, el beisbol, los pájaros, la música, y un bronco ronroneo de voces donde lo doméstico y lo universal, lo atemporal y lo inmediato, lo manifiesto y lo impalpable, se enfrascan en una suerte de paseo sigiloso por calles pobladas de ojos fisgones condenados a revelar con palabras tranquilas todas las sutilezas de su alrededor. Sutiles son los versos de Norberto Codina, imágenes de carne y hueso que resbalan por la página en blanco como lo harían por un rostro las lágrimas o el sudor.
Una cáscara de cebolla puede ser
el atlas donde mi madre quiere descubrir mi paradero,
el destino que la hace llorar de un modo manso
por mi prolongada ausencia
mientras funda con sus provisiones
la sabiduría diaria de la cocina.
Nuestro poeta cubano-venezolano pasea por las palabras como por la cocina de su casa. Las aparentes pequeñas cosas reviven en rotundas metáforas que trascienden las rutinas de la cotidianidad. Atisba en las minucias de cualquier rincón con tanto goce como en los trazos más insondables de una constelación. Construcciones dialógicas que no se regodean en malabarismos lingüísticos, experimentaciones vanas o simbolismos en desuso. Sus temas son los nuestros y nosotros somos parte de la materia prima de su poesía. Habla consigo mismo, al tiempo que, mientras camina, habla con el lector. Conversa con él como con ese amigo que acaba de conocer y sabe que lo acompañará hasta el final del impredecible paradero.
Algunas pequeñas historias
se desarrollan en las estancias, las lenguas,
las escenas domésticas
de culturas contemplativas por su sencillez
o sus enigmas.
Entre “el resplandor pasajero” y “la luz perdurable”, entre “el fruto maduro” y “la naturaleza muerta”, serpentean sus metafísicas de la intimidad. La historia personal del poeta fluye a instancias de un coloquialismo bucólico y gentil que involucra en su anhelante acontecer un mundo más o menos real pero siempre realizado a través de las invisibilidades del lenguaje, su lenguaje invisible, llano y contemplativo, a la vez que profundo y misterioso. Estremecimiento de las horas que salen a su encuentro y lo rodea de imaginarios íntimos y colectivos. No se deja deslumbrar por los deslumbramientos de la moda. “Palabra muerta, realidad perdida”, escribió Ángel González, poeta español tan caro a los afectos de Norberto Codina, cuya palabra viva (la de Codina) se aferra a la realidad e irrumpe en ella como “los árboles y el césped,/ y las bacterias, y los ratones/ y las aves acuáticas,/ y los frutos podridos y el helecho pujante/ declaran su cadencia particular”.
“Cadencia particular” que siempre desemboca en música. Como “la voz devuelta/ que se quiebra en el eco”, Codina escribe respirando. La autenticidad no es una categoría estética, pero sí una condición humana. Lo auténtico en la poesía de Codina radica en lo auténtico de su respiración, ora verbal, ora emocional. Se juntan aquí el verbo y la emoción para configurar una cosmogonía de sombras que se reúnen en la esquina de un barrio para hablar de amor, o de pelota. Bien lo dijo Joyce: “Si Judas sale esta noche sus pasos le llevarán hacia Judas. Cada vida es muchos días, día tras día. Caminamos a través de nosotros mismos, encontrando ladrones, fantasmas, gigantes, ancianos, jóvenes, esposas, viudas, hermanos enamorados. Pero siempre encontrándonos a nosotros mismos”. Se encuentra a sí mismo Norberto Codina en cada uno de estos poemas, mientras nosotros nos reencontramos en ellos.