Luz de viento - José Homero - E-Book

Luz de viento E-Book

José Homero

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Beschreibung

En tanto poeta, José Homero ha decidido privilegiar el sentido de la vista: sus poemas son construcciones imaginales que al desplegarse reconstruyen un mundo de valores alterados y febriles. En su obra hay una conexión directa entre el poema que ocupa la página y el soplo de la inquietud que se apodera de la conciencia del lector. Sus versos están inscritos en la mejor tradición de las vanguardias hispánicas: su mundo es hostil y es otro, pero siempre regresa al nuestro. Creador de vena decididamente terrestre, mira al mundo como una serie de casualidades que, de pronto, pueden prodigarnos una gota de belleza gracias al conjuro del poema.

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José Homero (Minatitlán, Ver., 1965) es poeta, ensayista, editor y traductor. Ha trabajado en el Departamento de Publicaciones del Instituto Veracruzano de Cultura y es editor en la Universidad Veracruzana desde 1999. Ha dictado talleres, cursos y conferencias en distintas instituciones de México y los Estados Unidos. Colabora en diversas publicaciones periodísticas. Ha publicado los libros La construcción del amor: Efraín Huerta, sus primeros años (1991), La x en la frente (1995), Sitio de verano (1998), Vista envés de un cuerpo (2000) y La verdad de la poesía (2000). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores desde 2005.

LETRAS MEXICANAS

Luz de viento

JOSÉ HOMERO

Luz de viento

 

Primera edición, 2006Primera edición electrónica, 2013

Fotografía del autor: Jorge Castillo

Ilustración de portada: Teresa Guzmán Romero

La presente obra se escribió con apoyos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, dentro del programa Jóvenes Creadores, promoción 2000-2001, y del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Gobierno del Estado de Veracruz, dentro del programa Creadores con Trayectoria, promoción 2003.

D. R. © 2006, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-1685-2

Hecho en México - Made in Mexico

I

UNA MAÑANA concluye de súbito el verano.

Amanece más tarde y la mañana no es de oro sino azul,

un azul sedimentado por las entrañas de la tierra,

y un hervidero de hojas comienza a murmurar

carcomidas por la oruga del otoño.

El mundo entero arde con una desazón insoportable.

Quemadas hojas

se desprenden del calendario vencido

planean

moribundas falenas

    en la lengua bífida del aire

caen en tierra

la negra tierra convertida en tumba,

de miríadas de cacerolitas

membranas que mis pies trituran

apenas si escuchándose

el crujido

DE NIÑOS solían cegar pájaros cerca del pantano

He visto

    los cadáveres de esas aves

  en los tendederos

batiendo el aire

  con sus yertas alas

cuando

  el viento entra por sus picos

y con un silbo sale de sus cuerpos

    por el ano

cierta vez

cuando el silfo del norte nos impele a refugiarnos

en el seno de vuestras mujeres

    levantando el pezón con la cautela

de quien gira

   el pomo de un

veneno

escuché

ese siseo

delicuescente

    cerrando

lo mejor que pude

    procedí a retirarme

aprisa                                            Había

 en sus pupilas

       el vuelo torpe

    de esas

  aves

CRUZA la multitud el invisible puente

que separa una orilla de la otra.

Raudos los cuerpos

en sí protegen

    su abandono.

Siembra la ciudad un ejército de

hachas

resguardan las riberas

 cavan fosos

terraplenes afirman

 en sus trampas quedan

sombrías chochas

Húmeda espesura del asfalto

el viento de los autos estremece

Hojas

miríada de frutos

en la tenue agitación

de los sentidos

… y el guiño cómplice de astros

Hay quien halla indicios

o recuerda espasmos en las vísceras

Desolados cielos

    soles tan distantes

Los ojos repiten ese movimiento

No hay espejos

  No yace No palpita el espacio contra el suelo

Formas que son eco de las cosas

ligero error de refracción

  en la candente noche augusta

   la impresión virada

  (el verde) (el rojo)

para causar la imagen de vida

de exacta dimensión

[Asalto]

Cada rostro se persigue

espera

  la señal

que signos de comercio augurasen

Parvo conjuro el de la seca sangre

  en el alambre un gorrión empavesado

En las pupilas

tus cenizas

en la pétrea efigie

de los antepasados

la palpitación de los fantasmas

la vacilante llama que proyecta contra las artesonadas

bóvedas de esta calle

murciélagos o pámpanos

conduciendo mis legiones

a extraña ínsula de Angustia

ahí nos esperaban ya las tropas en número de trescientos

A Rafael Antúnez

El hopalita

Lo vieron descender de un navío sin banderas

Era el único

y sus sandalias hollaron

el arenoso cuerpo de la ciudad en el crepúsculo

lo vieron los estudiantes deprimidos

persiguiendo sombras en los árboles

lo oyeron los borrachos

echando suertes

con un mozo de bar en plena aurora

y al escuchar la acerada pálida pulida aguda púa

chirriando en la herrumbrada

ropa del guerrero

los ancianos atrancaron los postigos

sin saber que así brillamos

sin máscara

sin más cara

que la luna zarpando

  entre las nubes

Pasaje nocturno

CALLES

Calles donde aguardaba que volviese

confuso entre los troncos, oculto de las luces

bamboleantes de miradas indiscretas.

Calles donde mi cuerpo carecía de sombra

y mi nariz remontaba hacia el nido sexo del almendro

Calles donde dudé en llamarla

   aunque undívaga entre álamos huyera

temiendo que la antigua gota de la luna

  con mi cantar de grillo vibrante guijarro en el brocal

     del sueño

se desprendiera

Calles donde mis hojas eran labios en los árboles

múrices estrellas las yemas de mis ojos

y mi torso se dilataba en las

aguas del torso de los truenos

  cuando mis manos cercaban tu cintura

y la noche me cubría

en un aceite dulce

HUMORES

Todo lo que el silencio

hace huir de las cosas:

el vaho del deseo,

el sudor de la tierra,

la fragancia sin nombre de la piel.

      X. VILLAURRUTIA

Anchos labios de las hojas del hule

los cirros giran con levedad de ola

plumas orquídeas pueriles voces de los glifos

que tremoles hurgan en los muslos mustios

de la noche.

Las temblorosas bombillas en los pórticos

perros son temerosos de la sombra.

Otros ángulos la ciudad definen.

Las calles respiran

  al cierzo enárcanse

de los cuerpos

Los novios encuentran sus recodos

se guarecen en los puentes anidan en columpios

son aves bajo las naguas de los parques

criban

arena diminuta del deseo.

Tatuaje súbito piel de semillas circundada

La noche se entrega

a quien la insufla con aliento

y uno vuelve a casa

con el vientre henchido

el cabello húmedo

NIGHT TRIPPERS

La mañana resplandece

titila en el borde de las copas de los árboles

los babeantes perros son stickers en las ventanillas

de los automóviles

las familias se dirigen hacia la circular rutina

de los parques

Es la hora en que tardos automóviles depositan

furtivas parejas a sudario encierro

No se besan ya con arrebato

las lenguas no supuran más allá de los visillos

con todo el tiempo

para absorber la luz

en sus dilatados ojos de estanque legamoso

esquivan el contagio se despiden indolentes

Lentamente

el rostro demudado

de quien ha olvidado todo.

La noche deja un pálido carmín

un aliento a

                       bóñiga

a fresca a fértil muerte

      en aquellos que la abrazan.

Sábado por la noche, domingo por la mañana.

    17-18 de septiembre. 1994.

Desnudo rubio

el cuerpo convertido en torso

enhiesto

   ávido del salto y el reflejo

opulento y tenso

terso viento

música del cilindro y las esferas

música

armonía

sucesión de espacios

o el giro de la luz en los volúmenes

como el despliegue

la secuencia del cuerpo en movimiento

trazando sinfonías donde se unen los contrarios

 la carne: sucesión de odres y de pliegues

un cuerpo donde el deseo ha difundido el rostro

    y la ocultación excita el orificio

     aunque muestra todo aquello que se opone

a lo profundo:

     la superficie donde la lengua titubea

se devora demorando su sonoro

chasqueo

trémil balbuceo en los hombros

  el vientre

y un restallido frutal en los pezones

No digas que ese cuerpo

roído por el sol

vive porque estremece

al animal que mora en mi entrepierna

    sólo la luz continúa

su danza discontinua por las zonas

que el deseo revela

   LA MUERTE colocó sus dedos en mis labios

   Al salir de una miscelánea se volvió a mirarme.

Mientras esperaba un taxi ella sonreía

   era tan hermosa que no me atreví

a preguntar dónde iba ¿te ayudo con las cajas?

era

tan hermosa la muerte

como el día en las entrañas de un pájaro

como el ojo saltado de un gorrión al pie de un árbol

como el árbol del ojo o el pájaro del día

en brazos de uno en piernas de otro

tejimos la vida y la noche ardía

sexos largamente acariciados

y en el vacío nuestros cuerpos saltaban

suspensos en el hilo de la tela de una araña

bajo el recio batir del viento

comiéndose a mordidas

el deseo

fuimos a llamar otro elefante

LA COMPULSIÓN de susurrar desde la entraña viva

de la noche

 sentir la soledad

palpar sus vísceras

y encontrar que el corazón resuena y no

    se encuentra en la conca del espacio