Magia del Plata - Juan P. Capón Filas - E-Book

Magia del Plata E-Book

Juan P. Capón Filas

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Beschreibung

La nueva novela del autor de las obras literarias "David Maulenaut", "Jazz Band Bar" y "El monje, el campo dorado y la Abadía", es un diario personal de Matías, un barman de Montevideo, que a los diecisiete años de edad, comienza un viaje iniciático, que lo llevará por Nueva Zelanda y Australia, que apasionará a jóvenes y adultos por igual. La referencia inicial a un texto de Roland Barthes, pronunciado en la lección inaugural de la cátedra de Semiología Literaria del College de France, en enero de 1977, resume con maestría el espacio de juego que propone el autor. En la fortaleza y en los sueños de la juventud, apreciamos las grandes líneas de nuestras historias. El contrapunto que se produce entre la visión desprejuiciada y descarnada del joven narrador que viaja lejos de su tierra y un periodista que escribe notas dominicales rioplatenses de policiales, futbol, literatura, cine y cultura, invitan a reflexionar sobre la vida de nuestros pueblos. El lenguaje directo procura el "placer del texto" al que refiere Barthes, cuando dijo: "el texto que usted escribe debe probarme que me desea. Esa prueba existe: es la escritura. La escritura es esto: La ciencia de los goces del lenguaje…". La lengua es una joya, la lengua es un tesoro, como afirmaba Pablo Neruda al decir: "…pero a los bárbaros se les cazan de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo…salimos ganando…Se llevaron el oro y nos dejaron el oro…Se lo llevaron todo y nos dejaron todo…Nos dejaron las palabras". Invitamos a tomar un trago con poco alcohol y mucho sabor, una copa de Magia del Plata, un viaje inaugural de un joven oriental a la tierra de los sueños.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2016

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juan pablo capón filas

MAGIA DEL PLATA

Editorial Autores de Argentina

Capón Filas, Juan P.

   Magia del Plata / Juan P. Capón Filas. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2016.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-711-697-7

   1. Narrativa. 2. Literatura. 3. Novela. I. Título.

   CDD A863

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Inés Rossano

A María Florencia, Tomás y María Belén

La historia, los personajes y todos los hechos que se relatan son ficticios.

El autor deja expresamente aclarado que la presente obra es íntegramente una ficción, que solo ha existido en la imaginación ideal del escritor, sin referencia alguna con la realidad, por consiguiente cualquier coincidencia que pudiere muy eventualmente ocurrir será resultado del azar.

La novela no deberá ser interpretada como referida a personas vivas, muertas, instituciones políticas o culturales.

“Desearía pues que la palabra y la escucha que aquí se trazarán fueran semejantes a los vaivenes de un niño que juega en torno de su madre, que se aleja y luego retorna hacia ella para entregarle un guijarro, una hebra de lana, dibujando de tal suerte en torno de un centro apacible toda un área de juego, dentro de la cual el guijarro, la lana, importan menos que el don lleno de celo que ofrenda. Cuando el niño actúa así no hace más que desenvolver los vaivenes de un deseo que él presenta y representa sin fin.”

Roland Barthes.

Lección inaugural de la cátedra de Semiología Literaria del College de France, pronunciada el 7 de enero de 1977.

1

New Zealand

Amanece. Mis ojos entrecerrados apenas logran percibir los rayos dorados reflejados en un lago. ¿Dónde estoy? Es una habitación pequeña, con las paredes enchapadas en madera y una ventana con vista a las aguas azules, puras e insondables, a los cerros y montañas nevadas. Ahora me acuerdo donde estoy, jajajajaja.

Los toques sutiles son mi distinción; soy un crack con las canelas, mentas, jengibre, sal de mar.

Hace ya unas semanas que conseguí el trabajo. Estuve solo dos días en Auckland. Es muy moderna y distinguida, pero aburrida. No es mi onda, no me gusta la náutica, ni los bares y plazas prolijos ni las tiendas de moda ni las playas ordenadas ni la gente bien, ni el maldito sushi.

Un pasaje de avión, una hora y media y llegue a Queenstown. Conseguí casa y comida en un hotel de cabañas ecológicas, vista al lago, bar irlandés, a las afueras del pueblo, camino a Arrowtown. Estoy a cargo de la barra. Los dueños son un matrimonio de Sidney, disfrutan los tragos y ofertaron empleo por unos meses. Aún no les contesté, pero creo que medio año podría ser. Nada, no es algo que me preocupe demasiado.

Nada. Nada. Nada. Podría ser un buen nombre. ¿Qué es el nombre sino un dato aleatorio elegido por nuestros padres por motivos indescifrables, otra mochila más que nos imponen en la nada programada de nuestras vidas?

Hoy recibí otro correo electrónico de Mamá:

“¿Dónde estás hijito mío? Hace ya tres semanas que dejaste Montevideo. Al menos avísame si estás bien y cuando vas a volver. Ayer le decía a tu Padre: Mati es un buen chico. Nunca confiaste en él. Nunca estuviste, lo abandonaste a la vida. Por una vez, Mati debe elegir su propio camino. Va a comunicarse con nosotros. Sabemos que no está en Argentina, que Buenos Aires solo fue la escala de un primer viaje solo. El último dato es que tomó un vuelo desde Ezeiza con destino final Sidney, con escala en Auckland. Es solo una normal locura adolescente, va a volver mejor que antes...”

Deje de leer. Que asco me da la sensiblería barata de mi Mamá. Las frases comunes de una madre preocupada, pero segura de su “hijito”. ¡Odio que me diga “hijito”, lo odio! Parece que lo único que ha hecho en la vida es ver las telenovelas de la tarde. Historias siempre repetidas. Qué tal se enamora de cual. Que aquel es hijo de la otra, que a su vez es hermana de la fulana vecina y así le lavan el cerebro a la gente de pueblo, que soportan con el esfuerzo diario y los impuestos, la fiesta de los ricos. Disfrutan codearse con el medio pelo en las playas del Este y urdir algún que otro negocio. Qué asco dan. Pobre Mamá. Sabes que Mamá, no se me va a pasar. No voy a resignar mi libertad, no voy a dejar de elegir mi propio camino, que estará para siempre muy lejos de la Rambla del Río de la Plata.

Suena el celular, un rostro divino, lo atiendo apresurado y la veo. Una sonrisa encantadora:

—Good Morning, beautiful boy.

La voz dura, casi afónica, despabila mis pensamientos obsesivos. La pantalla del celular me conectan con los cabellos pelirrojos del amanecer. Sonríe y bosteza sin ningún pudor. Hermoso rostro, nariz grande y armónica; unas cejas doradas tupidas sobre los ojos de miel. Admire anoche sus brazos y los hombros. El cuello muy largo y la piel elástica que seguramente dejara traslucir las venas. Con casi treinta, está mejor que las pibas de quince. Se acordó de mí y me llamó temprano. Mi inglés es un desastre, pero intento parecer simpático. Al fin, corto la comunicación, con la promesa de un próximo encuentro. Me parece que me gusta la gringa y qué.

¿Cuál es el problema que me guste?

Me levanto y voy al baño y me miro en el espejo. Sin barba presumo menos de diecisiete, pero por suerte me emanciparon y el pasaporte no miente. Simpático cuerpo, largo y flaco y un rugido en la garganta que da miedo.

Un mes después de la mayoría de edad, con los ahorros por la donación de mi tía, una viejita encantadora que me dejo unos cuantos dólares, en vez de comprarme un auto, ejercí en plenitud la ganada libertad. ¡Cómo me envidiarán mis amigos, bebés de pecho, pedazos de bestias brutales!

Los introduzco un poco más en mi historia, para que entiendan lo que me pasa y lo que quiero contarles hoy. Soy Matías Aranjuez, hijo único de un empleado municipal y una maestra de plástica. Viví desde mi nacimiento en Montevideo, estudié en la escuela pública y por ahora, solo busco conocer ciudades, vagar sin rumbo, viviendo día a día, flotando en el mar de la vida, a merced de las olas del destino.

Mis Padres jamás se jugaron, se limitaron a cumplir y darme lo indispensable, casa, comida y educación. Son un desastre, pero un desastre en serio, aunque lo disimulan con muestras de cariño. Creo, más de una vez, que soy el Padre de mis padres, son infantiles y absurdos. Mi viejo lo único que hace es ir y volver del trabajo, comer sin parar queso fresco y sentarse horas y horas ante el televisor. No se le cae ninguna idea ni iniciativa, no ha creado nada auténtico ni original. Y ahora, cerca de jubilarse, jura que tiene merecido el ocio y la vagancia como premio de una vida de trabajo abnegado al servicio de la República.

Los viejos siempre me exigieron estudiar y se negaron a que consiga un laburo fijo, es otra manera de dominarme, de cercenar los sueños, de impedir la libertad y la identidad.

Terminé la secundaria sin problemas ni aplazos y hace unos meses, aprendí el oficio de barman. Empecé a practicar en las fiestas de quince de las hermanas de mis amigos, algunos tragos improvisados para los padres y mezclas de jugos sin alcohol a los menores.

Investigué la información en la red, compré libros de coctelería y aprendí a preparar daikiris, mojitos y algunas mezclas con Campari, Aperol Spritz, Gancia, whiskies y vodka; tengo olfato para las especies, los sabores sutiles y las combinaciones elegantes y frescas. Es un arte creativo, hago mis experimentos y algunos salen y son apreciados.

Elegí Nueva Zelanda y Australia por recomendación de amigos, que estuvieron un tiempo trabajando en hotelería; son países del primer mundo, amigables para los latinoamericanos, hay argentinos, uruguayos, chilenos, en general ocupados en actividades sencillas, obreros vinculados al turismo. Taxistas, recepcionistas de hoteles y cocineros. Conseguí la visa y me subí al tren de la oportunidad.

Lo que más disfruto del viaje es que los viejos no sabían mis planes, saque pasaje y les dije: Me voy mañana. No me creyeron y me fui, jajajajaja.

No los entiendo a mis viejos ¿Por qué tener hijos y abandonarlos, condenándolos a la tragedia de vivir? ¿ Si la vida es una carga de la que no podemos liberarnos, para que imponerle a otros la existencia vacía y los días inagotables?

2

The Remarkables

Es domingo al medio día. Ya pasaron dos meses desde que deje Montevideo. Les desvelo el misterio. Se llama Ashley, nació y vive en San Francisco y además de estar divina y parecer una madre joven aún sin la carga de los hijos, dinero no le falta, porque me sorprendió con una increíble invitación.

Les aclaro para que nos entendamos de buenas a primeras: Soy un caballero y nunca les voy a contar detalles de lo que pasa en la cama con mi novia, así que quiero que sepan que me importa nada lo que piensen de nosotros.

¡No les voy a contar nada de sexo y punto final!

Si buscan sexo para hacerse la cabeza, rastreen en otras novelas, las hay buenas, las hay malas, pero la literatura XXX no es mi onda.

Bueno no los juzgo si eso es lo que buscan, pero sepan que acá seguro que no lo encontraran. Están prevenidos. Estoy podrido que el sexo ocupe un lugar tan importante en la sociedad y en la cultura actual, ¿sabían que la locura y el amor tienen el mismo patrón cerebral? Así que sigo mi historia, siempre sin la carga del sexo.

Les cuento que las aventuras programadas salen una pequeña fortuna en Queenstown. Esta mañana llegamos muy temprano a la cima de la montaña, en una Land Rover de la agencia de viajes, que nos buscó en la calle lateral del embarcadero. Observamos el paisaje subyugante, mientras el piloto y la asistente armaban el ala gigantesca, apta para el tándem. “Es como volar en un camión, es seguro, lento y relajado” nos aseguraron en la agencia, al contratar la excursión.

La trajeron sobre la camioneta, en un compacto embalaje. Desplegaron los tirantes de titanio sobre el suelo de piedra negra. Armaron el triángulo y sujetaron las telas de poliéster impregnadas de resina.

Y ahora estoy colgado del arnés, debajo de la vela amarilla y roja. Encima mío, casi rozándome con el cuerpo, el piloto instructor del vuelo, al que le encomiendo la vida y la salud. Es un pequeño y muy ágil hobbit. Espero sepa lo que hace. Mi pulso se acelera y siento pánico, pero hago esfuerzos por parecer cool. No me voy a asustar delante de la gringa.